Delincuencia en Lima

Lima se encuentra entre las 20 ciudades más peligrosas del mundo, según reporte de Global Index. Supera, inclusive, a Tijuana, la ciudad símbolo del descontrol delincuencial por la influencia predominante del narcotráfico.

Ha fracasado el plan Boluarte, sin ambages. Los estados de emergencia decretados en varios distritos de la capital y del país no han hecho que disminuya un ápice la ola delictiva de asaltos, asesinatos y extorsiones, la nueva plaga que asola nuestro país.

El reporte en mención solo ha estudiado Lima. Si lo hubiera hecho en otras ciudades del país, seguramente más de una ciudad peruana ingresaría al top 20 que ha sido publicado, porque si la delincuencia es un problema creciente en la capital peruana, lo es ya crónico en otras zonas del país, dominadas por la delincuencia.

Son tres cosas las que debe y puede enfrentar un gobierno tan precario como éste: la crisis económica, la prevención contra el Niño y la lucha contra la inseguridad ciudadana. Ninguna de las tres las acomete con eficiencia.

No se está poniendo en su justa dimensión, el impacto político de la inseguridad ciudadana. Al representar una falla básica del Estado, alienta a la ciudadanía a buscar fórmulas políticas fuera de la caja, antisistema. Cada celular robado (y se roban cinco mil al día en el país) es un voto potencial para cualquier candidato disruptivo.

Lo que se quiebra, con el crecimiento de la inseguridad ciudadana, es el Estado de Derecho y se alienta el discurso autoritario de la mano dura, emparentado con las opciones más radicales en el escenario político actual.

Estamos haciendo todo lo posible para que el 2026 surja un candidato antiestablishment. Después, no nos sorprendamos de lo que aparezca. Los medios hacen caja de resonancia de los delitos, los empresarios actúan como si con ellos no fuera, los precandidatos políticos -salvo honrosas excepciones- no hacen de este tema un eje central de su narrativa. Le están dejando el terreno vacío para quien quiera convertir ese estado de pánico social y de legítima indignación, en munición electoral potente e irrebatible.

 

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Candidatos antisistema, Delincuencia en Lima, elecciones 2026, inseguridad ciudadana
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