inseguridad ciudadana

[PIE DERECHO]  La última encuesta anual de Lima como vamos, ratifica, en Lima y Callao, lo que sucede a nivel nacional: el principal problema, de lejos, es el de la inseguridad ciudadana. Así lo considera el 70.9% de los habitantes de Lima y Callao. Muy lejos, en segundo lugar, la limpieza pública, con 34.9%, seguido de corrupción de funcionarios (33.8%), contaminación ambiental (32.8%) y, además de otros, calidad del transporte público (24.7%).

Un 87% se muestra insatisfecho con la seguridad ciudadana y curiosamente, el problema es percibido más significativamente en el sector A (con 82.1%), a diferencia del E, donde un 58.6% lo considera el problema más importante. Da para un análisis más profundo esa diferencia sociológica del mapa del delito, ya que los medios parecieran transmitir la percepción de que éste ocurre con mayor intensidad en las zonas más empobrecidas de la ciudad.

De otro lado, preguntada la población respecto de qué medidas la harían sentirse más segura, barre la respuesta de “patrullaje continuo de la policía o del serenazgo (con 72%), cámaras de seguridad (54.8%), casetas de serenazgo (34.1%), iluminación de calles (32.1%). Es decir, se reclama mayor presencia del Estado.

Sorprende ingratamente, al respecto, ya no solo la ineficaz respuesta del gobierno frente a esta situación (en sus últimas decisiones ha demostrado no saber qué hacer sobre la materia), sino, sobre todo, la inexistencia de propuestas por parte de la clase política nacional. No hay precandidato alguno que haga del tema su eje programático y no plantee, por ende, una solución o una alternativa respecto de qué hacer frente a este problema, lo que explica en gran medida el malestar ciudadano expresado en las encuestas sobre la democracia.

Una democracia incapaz de asegurar el cumplimiento de la cláusula primera del contrato social, es decir, la provisión de seguridad, la defensa de los derechos a la propiedad y a la vida, es una democracia fallida.

No sorprendería, si se pudiera hacerle la pregunta al millón y medio de peruanos que ha migrado al extranjero en los dos últimos años, que la inseguridad ciudadana sea una de las razones consideradas para tomar esa decisión radical. Si desde ya, como otra encuesta ha señalado, más de un millón de peruanos paga cupos a las mafias de la extorsión, se entenderá que la zozobra que ello conlleva pueda dar sustento a decisiones de esa envergadura.

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Democracia, inseguridad ciudadana, Migración, Propuestas políticas

[PIE DERECHO] Según señala un último informe de Apoyo Consultoría, desde el 2019, las denuncias per cápita por casos de extorsión han aumentado más de 400%. “En el 2023, de acuerdo con una encuesta realizada por Ipsos, más de un millón de peruanos reportó pagar frecuentemente algún tipo de cupo para poder trabajar y el 82% afirmó sentirse inseguro al caminar por las calles en Lima”, señala textualmente el mismo.

Las cifras son de espanto. Ya no se descubre nada diciendo que nuestro país está gobernado por la delincuencia. Una oligarquía del delito, porque unos pocos, organizados en bandas, someten la voluntad de la mayoría de ciudadanos peruanos de bien, pacíficos y respetuosos del orden social.

El daño que eso le genera a la viabilidad democrática del país es enorme. No solo porque desafecta a las víctimas, quienes sienten la ausencia del Estado y alimentan un resentimiento por ello, sino porque alienta la aparición de fenómenos políticos autoritarios que prometen la solución fácil frente a la problemática descrita.

Además, golpea duramente a la economía. Según la referida encuesta de IPSOS, “realizada para APOYO Consultoría y Backus, el 86% de las bodegas encuestadas en Lima califica a la inseguridad o extorsión como un problema grave para el crecimiento de su negocio, porcentaje que asciende a 90% en el norte”.

Uno esperaría que ante un problema de carácter social y, por ende, responsabilidad de los gobiernos, éstos actúen buscando una solución al mismo, con estrategia y conductores afinados, pero no, se aprecia absoluta indolencia y desaprensión. Baste decir que en los últimos cinco años, hemos contado con 20 ministros del Interior y 11 jefes de la Policía Nacional del Perú (PNP). Inestabilidad que atenta contra el despliegue de una política pública que pretenda ser eficaz.

No debemos esperar a que el 2026 advenga un nuevo gobierno que plantee y ejecute soluciones efectivas al respecto. Debemos exigirle ello al gobierno actual. No debería equivaler a pedirle peras al olmo. Por más mediocre que el régimen de Boluarte sea, tiene entre sus obligaciones básicas la resolución de dos problemas: la inseguridad ciudadana y la crisis económica. Si no es capaz de resolverlos, debe dar un pase al costado, por mano propia o congresal. No podemos aguantar como sociedad que la situación siga empeorando dos años y medio más.

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Extorsión, Gobierno, Informe Apoyo Consultoria, inseguridad ciudadana

[TIEMPO DE MILLENNIALS] En los últimos meses los medios han estado plagados de noticias negativas sobre nuestro país, demostrando que el Perú se encuentra en uno de sus peores momentos en materia económica, política y social. Nuestras instituciones públicas funcionan de manera deficiente, nuestra clase política evidencia no solo no estar preparada para los cargos que asumen, sino que poco les interesa el país, e incluso los mismos ciudadanos peruanos parecen estar más interesados en los asuntos políticos de otras regiones de Latinoamérica que en los de su propio país.

La inseguridad ciudadana atraviesa un momento crítico, tal es así que Lima se ha convertido en la ciudad número 19 más peligrosa del mundo, solo un puesto más abajo que Tijuana; los delitos de hurto y robo agravado han aumentado en un 45% vs el 2022; y, ¿qué hace el gobierno? Desde el 2021 ha declarado 9 estados de emergencia, sin ver resultados, y sigue usando la misma herramienta como “solución” a la inseguridad. Ya hemos normalizado las noticias como “hombre es asesinado a balazos”, “mujer es violada y torturada”, “niña de 4 años es encontrada muerta luego de ser abusada sexualmente”, “extorsionadores asesinan a empresario por no pagar cupo”, entre muchas otras.

Si hablamos de economía, en setiembre de este año el PBI se contrajo 1.29%, lo que representa una caída por tres trimestres consecutivos. La economía peruana está en su peor crisis desde 1990. Esto viene de la mano con la caída en la inversión privada que decreció en un 8,3 % en el segundo trimestre del 2023. Se ha perdido la confianza empresarial en nuestro país, y esto no sorprende ya que hemos tenido un intento de golpe de estado, escándalos de corrupción durante el gobierno de Pedro Castillo que siguen saliendo a la luz hasta el día de hoy, un congreso de espaldas al país, exministros prófugos, nombramientos de autoridades no idóneas en el Estado, y conflictos sociales como las protestas, tomas de aeropuertos, etc.

¿Quién quiere vivir en un país que es tierra de nadie? Donde los políticos solo velan por sus propios intereses y prefieren poner en riesgo la democracia con un acto inconstitucional como la destitución de la JNJ. Donde nuestras autoridades no buscan soluciones a la crisis económica y de inseguridad. Donde los actos de proselitismo son cosa del día a día. Donde la corrupción viene destruyendo las instituciones públicas. Causa de ello es que en el 2022 más de 400 mil peruanos dejaron el país, cifra cuatro veces mayor a la del 2021, y muchos compatriotas más tienen planes de emigrar en los próximos años si la situación no mejora.

No Dina, el Perú no está en calma y en paz.

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Crisis económica, Desconfianza empresarial, Emigración, inseguridad ciudadana

Lima se encuentra entre las 20 ciudades más peligrosas del mundo, según reporte de Global Index. Supera, inclusive, a Tijuana, la ciudad símbolo del descontrol delincuencial por la influencia predominante del narcotráfico.

Ha fracasado el plan Boluarte, sin ambages. Los estados de emergencia decretados en varios distritos de la capital y del país no han hecho que disminuya un ápice la ola delictiva de asaltos, asesinatos y extorsiones, la nueva plaga que asola nuestro país.

El reporte en mención solo ha estudiado Lima. Si lo hubiera hecho en otras ciudades del país, seguramente más de una ciudad peruana ingresaría al top 20 que ha sido publicado, porque si la delincuencia es un problema creciente en la capital peruana, lo es ya crónico en otras zonas del país, dominadas por la delincuencia.

Son tres cosas las que debe y puede enfrentar un gobierno tan precario como éste: la crisis económica, la prevención contra el Niño y la lucha contra la inseguridad ciudadana. Ninguna de las tres las acomete con eficiencia.

No se está poniendo en su justa dimensión, el impacto político de la inseguridad ciudadana. Al representar una falla básica del Estado, alienta a la ciudadanía a buscar fórmulas políticas fuera de la caja, antisistema. Cada celular robado (y se roban cinco mil al día en el país) es un voto potencial para cualquier candidato disruptivo.

Lo que se quiebra, con el crecimiento de la inseguridad ciudadana, es el Estado de Derecho y se alienta el discurso autoritario de la mano dura, emparentado con las opciones más radicales en el escenario político actual.

Estamos haciendo todo lo posible para que el 2026 surja un candidato antiestablishment. Después, no nos sorprendamos de lo que aparezca. Los medios hacen caja de resonancia de los delitos, los empresarios actúan como si con ellos no fuera, los precandidatos políticos -salvo honrosas excepciones- no hacen de este tema un eje central de su narrativa. Le están dejando el terreno vacío para quien quiera convertir ese estado de pánico social y de legítima indignación, en munición electoral potente e irrebatible.

 

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Candidatos antisistema, Delincuencia en Lima, elecciones 2026, inseguridad ciudadana

La reciente gira presidencial es el mejor símbolo del gobierno: inútil e intrascendente. No se entiende sinceramente, dicho sea de paso, la pusilanimidad de la coalición derechista que gobierna el Congreso con un Ejecutivo tan mediocre y dañino para el país. Es suicida. La derecha parlamentaria está cavando su tumba electoral.

Porque el régimen no tiene excusa. Uno puede aceptar que no tenga capital político para emprender grandes reformas, aunque si tuviera las agallas y el empaque necesarios podría desplegar un par de ellas. Pero respecto de quehaceres de corto plazo, que son su obligación atender, también vemos absoluta inacción e indolencia.

Tres hechos coyunturales donde se aprecia la medianía de un régimen que no debería durar hasta el 2026 por el daño inmenso que le está produciendo al Perú, casi a la par que el que le ocasionó el nefasto régimen antecesor de Pedro Castillo: la crisis económica, la inseguridad ciudadana y la prevención del fenómeno del Niño.

Vamos a decrecer este año, según la última actualización del Instituto Peruano de Economía. Ya no hay conflictos sociales mayores, las condiciones globales se prestan para ser aprovechadas, hay estabilidad fiscal y monetaria, lo que no hay es confianza empresarial para invertir (viene en caída libre) y eso se logra con acciones políticas que otorguen la tranquilidad suficiente para que los capitales salgan a flote y entren al mercado, produciendo su inmenso efecto social de generación de empleo, reducción de la pobreza y de las desigualdades. Pero tenemos un MEF inoperante y una gobernante a la que el tema le interesa menos que buscar, ansiosa, una gira por el exterior que la legitime.

La inseguridad ya es un problema de urgencia nacional. Ha tomado las calles de todo el país y ya se acerca a penetrar los núcleos urbanos modernos, y cuando lo haga seguramente recién causará pánico reactivo. Pero el régimen no tiene ni la más remota idea de qué hacer para aliviar este problema y recurre a estériles estados de emergencia que no resuelven nada. Pide facultades legislativas para actuar y uno se imagina que tiene un plan estratégico que se activará gracias a la merced del Congreso, pero pronto apreciamos que solo hay improvisación.

Y sobre las labores de prevención del fenómeno del Niño, basta darse una vuelta por las regiones que serán afectadas y se apreciará que no hay ni un tractor moviendo tierras. Los niveles de ejecución de gasto son mínimos y la desgracia nos caerá encima sin excusas ni atenuantes. Y frente a ello, el gobierno central mira de soslayo, solo le interesa contentar a los gobiernos locales soltándoles chorros de dinero sin control ni supervisión.

La del estribo: tarde he descubierto la obra de Stefan Zweig, escritor y ensayista austríaco de principios y mediados del siglo pasado, un personaje de leyenda, de prolífica obra. He empezado por leer Américo Vespucio, la historia de un error histórico, Viajes y Momentos estelares de la humanidad. Pronto acometeré Fouché, el genio tenebroso, y María Estuardo, las que son consideradas sus obras cumbre.

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Crisis económica, Inacción, inseguridad ciudadana, Prevención del fenómeno del Niño

Quien quiera tener alguna posibilidad electoral el 2026 (o antes, ya no se sabe) va a tener que tomar la mayor distancia política posible del régimen fallido de Dina Boluarte y el premier Alberto Otárola.

El gobierno es una lágrima en cuanto a la resolución de los cuatro principales problemas que aquejan a la población (inseguridad ciudadana, corrupción, crisis económica y salud pública). La seguridad urbana se reduce a cotos muy exclusivos y la mayoría de ciudadanos del país está expuesta a la delincuencia creciente (el Tren de Aragua y el Comando Vermelho actúan con absoluta impunidad). El Perú no es un paraíso para las inversiones sino para el delito y demagógicos estados de emergencia no van a resolver nada.

La corrupción campea en todas las instancias del sector público (desde guachimanes hasta gerentes) con absoluto descaro. La crisis económica ya claramente no depende de factores externos (pandemia y guerra Ucrania-Rusia) sino de factores internos que provocan la caída de la confianza empresarial y el concomitante desplome de la inversión privada, principal sostén del crecimiento económico.

Por su parte la salud pública sigue siendo un desastre. Cerca de 150 mil peruanos acuden todos los días a alguna entidad de salud pública y son tratados como ciudadanos de quinta categoría, sembrando disidencia masivamente. Y el gobierno no mueve un dedo para mejorar ello.

El régimen de Boluarte es el reino de la medianía más rampante. El papelón protagónico de su reciente viaje a Nueva York, donde no se ha reunido con nadie importante, solo refleja la mediocridad estructural de un gobierno que se encontró el poder de casualidad y no ha sabido responder a la altura de las circunstancias.

Y la derecha tonta, empezando por su cúpula empresarial, anda feliz de la vida simplemente porque hay aparente estabilidad y ya no hay conflictos sociales. Y ni qué decir de la clase política de la centroderecha parlamentaria que no agita ni un plumero si cree incomodar al oficialismo del Ejecutivo, no pasando de bravatas verbales o gestos parlamentarios irrelevantes (como la eventual censura a los titulares del Minem y de Defensa).

La oposición se está haciendo a sí misma un flaco favor otorgándole un periodo de gracia permanente a un gobierno que merecería, casi, el mismo maltrato que el desastre de Castillo (quien, a pesar de todo, obtuvo sumisamente la confianza de todos sus gabinetes). Las urnas se lo van a hacer pagar caro.

 

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corrupción, Crisis económica, inseguridad ciudadana, Salud pública

[EMPRENDE] En los últimos años, la realidad permite darnos cuenta de que, propiciar un clima de paz social y poder sostenerlo, generaría las condiciones necesarias para que la economía de un país pueda entrar en un franco crecimiento, y mantener óptimos niveles de desarrollo, y una de estas condiciones es plasmar rasgos de credibilidad y confianza en las instituciones públicas y también privadas. Tema para considerar con mucha seriedad, pues, en tiempo real es una situación que necesita mucha atención.

El Perú es un país que está atravesando por un proceso de múltiples alteraciones sociales, debido a varios factores que el lector podrá identificar, pensando muchos en la mundialización del mercado e individualización de la sociedad, otros tantos optarán por reducir el problema a los efectos de las migraciones extranjeras “extremas y desordenadas” de hace algunos años, y todo pues, en fin, se reduciría a los efectos que ha traído el mercado global. Sin embargo, el problema es mucho más de fondo y parte cuando se comienza a percibir rasgos de criminalidad que afectan notablemente a la economía, pues ahuyenta a los inversores a nivel nacional, además a los consumidores a los cuales muchas veces les produce miedo, les ocasiona pérdidas, y hace que se desperdicien recursos, elevando costos y cambiando hábitos y conductas del consumidor y también a los que apuestan por una empresa.

Ahora bien, es una verdad que los emprendedores, no son ajenos a esta realidad, el caos social, el desorden constante, la inseguridad en la ciudad y la informalidad de conductas generan grandes pérdidas en los negocios promovidos con la ilusión propia de la oportunidad anhelada. Gran problema.

La falsas libertades que se dan en la sociedad generan a la larga problemas estructurales que juegan en contra para el buen desarrollo de las apuestas comerciales y de servicios que brindan las nuevas y pequeñas empresas que vemos a diario funcionar en las ciudades, la confianza se va perdiendo y las dudas de contar con personal eficiente y competente reducen las posibilidades de una sostenibilidad en la atención, además, el estar pendientes que los negocios funcionen en tranquilidad tiene la barrera de la inseguridad de las calles, asaltos al paso en tiendas o restaurantes, inhiben la mayor presencia de consumidores.

Por otro lado, es una verdad, que, ante la novedad en los servicios, que aplacan el efectivo monetario y el marketing operacional que se da para que la atención sea más cómoda para el usuario, la modernidad por un lado y la personalidad individual de la atención, juegan roles que contrastan un dualismo que debemos tomar en cuenta.

La modernidad en todo sentido se ve como un avance natural, al cual, la sociedad debe adaptarse, pero como en todo sistema, también este trae sus malas interpretaciones y vivezas que hacen peligroso considerar su buena utilización. Los pagos por aplicativo están siendo objeto de trampas informáticas que a la larga generan dudas en una generación que se va adaptando, este es un tema que habría que tocar a fondo, en otro artículo. Asimismo, las personalidades individuales son objeto de estigmas que se van generando por ese caos cotidiano que percibe la sociedad y los deliverys, en este caso, no son ajenos a esa desconfianza que ve acrecentando temores y desconfianza. En fin, se podrían enumerar muchas situaciones que contravienen toda apuesta emprendedora, sin ánimo de justificar, las debilidades mencionadas en artículos anteriores sobre la construcción sostenida de un emprendimiento, sin embargo, es necesario evaluar estas situaciones que se andan presentando en lo cotidiano.

Entonces, considero que, ante esta realidad, la necesidad mencionada líneas arriba sobre el propiciar un clima de paz social o de seguridad ciudadana es un compromiso que debería afrontarlo el estado, desde las instituciones públicas que pueden ayudar a minimizar los efectos de las inseguridades generadas por estos cambios que se han dado en la sociedad. Generar confianza, ordenando y regularizando estadías, identificando los cuellos de botella que permiten la criminalidad, apuntando a un seguimiento exhaustivo y castigos ejemplares para los que abusan de la tecnología para lo abusivo, en sí, tomar cartas en el asunto comentado. Para que el desarrollo y crecimiento de nuestro mercado interno, al menos, sea óptimo.

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Confianza Institucional, Desarrollo Económico, Emprendedores, inseguridad ciudadana, Paz Social

[CARTAS A MANUELA SÁENZ] Querida Manuela,

¡Te tengo que contar! No sé si sabías que en 2010 la gobernadora del Distrito Capital de Venezuela llevó dos cofres fúnebres con tierra peruana del puerto piurano de Paita, si donde viviste tu exilio y donde falleciste en 1856, que fueron honrados durante varios días por los venezolanos y una de las urnas se colocó para siempre al lado del sepulcro de Bolívar, en el Panteón Nacional de Caracas. Esto me contó una amiga muy cercana que estuvo por Caracas y sabe de nuestra correspondencia y mi interés en saber de ti. Finalmente, luego de décadas, fuiste reconocida como te mereces. Tu rol en la independencia fue más que romántico, fue también militar. ¡Que honor! Libertadora del Libertador.

Hace unos días, el 6 de agosto, se cumplieron los 199 años de la Batalla de Junín. Tu participaste activamente en contienda por la emancipación peruana debido que Antonio José de Sucre te nombró coronela por tu rol en la Batalla de Pichincha que liberó Ecuador. Así que en Junín, por tu destacada actuación, te dieron el título de Capitán de Húsares. Simón Bolívar decidió aprovechar el momento y subir a encontrar a Canterac, ya que tenía un ejército compuesto por guachos del Río de la Plata, huasos chilenos, llaneros de Nueva Granada y nuestros morochucos. Las armas fueron los sables, lanzas y la caballería. La batalla fue sangrienta, difícil para los patriotas, pero finalmente los húsares nos llevaron al triunfo. Hace tres años, cuando por trabajo me fui por tierra a Huánuco, pasé por pampas de color dorado rodeadas de montañas y sol ardiente. Me acerqué al Obelisco de Chacamarca para honrar la vida de todos los patriotas que lucharon por la independencia nacional contra los españoles. Con esta batalla se sella la independencia del América del Sur de la Corona Española.

Por estas acciones valerosas, en 2007, fuiste ascendida a generala por decreto del presidente ecuatoriano Rafael Correa. Como sabes, las historias de nuestros países sudamericanos están íntimamente ligadas. Tanto del pasado como del presente. Actualmente en la región tenemos un problema social que nos aqueja a todos, la inseguridad ciudadana. Ayer, saliendo de un colegio al norte de Quito, con escolta y resguardo oficial, un sicario disparó tres veces a Fernando Villavicencio, candidato presidencial y segundo en las encuestas. Murió en la calle, a plena luz del día.

La respuesta del presidente ecuatoriano, Guillermo Lasso, es estar «indignado y consternado» por el crimen, por ello declaró Estado de Emergencia nacional por 60 días y convocó a una reunión de seguridad de urgencia para abordar el hecho. Prometió identificar a los asesinos. Ecuador vive una ola de violencia e inseguridad en las calles y en las cárceles. El mes pasado el alcalde de la ciudad de Manta, Agustín Intriago, uno de los más populares, fue abatido a tiros mientras visitaba una obra donde también murió Ariana Estefanía Chancay, una deportista que se había acercado al funcionario para pedirle una ayuda. Así mismo, Rinder Sánchez, candidato a diputado por la provincia de Esmeraldas, fue baleado cuando cuatro sujetos supuestamente pretendieron robarle su auto y en febrero, dos aspirantes a alcalde murieron en atentados. Julio, con la muerte del alcalde Intriago, coincidió con un nuevo brote de violencia en las cárceles ecuatorianas. Esta se relaciona con la que vivimos aquí en Perú y sabiendo que la región es un solo bloque, debemos preocuparnos por nuestra seguridad interna de manera urgente y eficiente. No basta la preocupación de las autoridades, se necesitan acciones.

No se combate la violencia con más violencia, llevando armas a las calles. Creo que es una lección aprendida desde la década de 1980, ya que ahí primó la inteligencia policial. Ahora hay que sumar la inteligencia y el uso de la tecnología. El crimen organizado siempre va a tener más recursos que el Estado, por eso, tenemos que actuar hoy con los recursos que tenemos para evitar que mueran más inocentes, jóvenes como Ariana Estefanía Chancay, por estar en el lugar equivocado el día equivocado. No podemos permitir que las calles se vuelvan las batallas del siglo XXI y la destrucción del Estado.

 

 

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desafíos actuales, independencia sudamericana, inseguridad ciudadana, reconocimiento histórico, violencia

En la última encuesta de Ipsos se le preguntó a la ciudadanía qué temas debería priorizar Dina Boluarte en el mensaje de Fiestas Patrias. Las respuestas son reveladoras porque denotan las reales preocupaciones de la gente. Un 44% responde que lucha contra la delincuencia, 43% lucha contra la corrupción, 28% reducción de la pobreza, 27% salud pública, recién en quinto lugar adelanto de elecciones (25%) empatado con promoción de la inversión para generar más empleos (25%).

Ahora se entiende el fracaso de la “toma de Lima” del 19 de julio y la delusión que acompaña a la izquierda peruana cuando cree ver allí la muestra cabal de un gobierno dictatorial enfrentado a un pueblo movilizado, cuando la verdad es que estamos lejos de ser una dictadura y más lejos aún de un activismo multitudinario.

Así como se erraba radicalmente haciendo del tema de la Constituyente el leit motiv central de la plataforma política de la oposición inicial a Boluarte, se marra con mayor amplitud cuando ahora se convoca performances políticas en base a un adelanto de elecciones que bien puede querer en abstracto la mayoría, pero no preocupa tanto a la misma como otros temas (indicados en la respuesta a la pregunta referida al inicio de esta columna).

De igual guía debe servir para la derecha, que no da pie con bola y anda más despistada que la izquierda y ni siquiera sabe si debe oponerse o no al régimen (satisfecha de que haya reemplazado al nefasto Castillo, le perdona casi todo a Boluarte). Y lo más grave es que los temas de seguridad ciudadana y el de reactivación económica son parte de la agenda central y excluyente de la derecha (a la izquierda no se le asocia con aquellos asuntos).

Amparada en los poderes fácticos (fuerzas armadas, empresarios y medios de comunicación), Dina Boluarte se siente tranquila, más aún si la oposición comete el grueso error de elegir la agenda equivocada para atacarla.

La única manera de movilizar a las calles es denunciar la inseguridad ciudadana, la crisis económica y la inmoralidad pública (que ya se aprecia en algunos nombramientos deleznables, como los de EsSalud). Solo así habrá una oposición capaz de mover las agujas del reloj político.

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Crisis económica, Dina Boluarte, Encuesta Ipsos, Fiestas Patrias, inseguridad ciudadana, oposición política
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