feria del libro

Esta semana se inauguró la edición número 42 de la Feria del libro Ricardo Palma. Se viene desarrollando de manera presencial en el Parque Kennedy de Miraflores y va hasta el 13 de setiembre. Sudaca conversó con Willy del Pozo, presidente de la Cámara Peruana del Libro, quien recuerda la necesidad de la permanencia de la Ley del Libro para acercar la lectura a los peruanos, así como sostener la industria editorial, en tiempos de pandemia.

Llevamos año y medio de pandemia. ¿Cómo se ha visto afectada la industria editorial en este tiempo?

Definitivamente el año 2020 ha sido complicado. Difícil para todos en general, pero sobre todo para industrias como la nuestra, que tiene al libro como motor. Sin embargo, hemos contado con ciertos apoyos como del Ministerio de Cultura a través de los estímulos culturales y económicos que tienen que ver con la creación literaria y la producción editorial. También desde la Biblioteca Nacional y el apoyo de un Decreto de Urgencia que se generó el año pasado desde el Gobierno para la compra de libros. Por otro lado, todos han tenido que aprender este sistema nuevo, implementar el e-commerce, no solamente para la comercialización de libros, sino también para la propuesta de programas culturales.

En octubre del año pasado se aprobó la Ley del Libro, que es una norma que plantea exoneraciones tributarias y un aumento en el presupuesto destinado al sector. ¿Hasta el momento han visto algún avance?

Participamos activamente, conjuntamente con el Ministerio Cultura, con la Biblioteca y demás entes vinculantes en la industria del libro, en sacar adelante esta ley. Incluso cuando fue promulgada, estuvimos presentes en el Congreso de la República y tuvimos la suerte después de conversar con varios congresistas que nos apoyaron. Sin embargo, consideramos que tenemos que seguir trabajando porque son tres años [en que la ley es válida], esta exoneración del IGV siempre tiene fecha de caducidad. Siempre tendremos que hacer campañas y negociaciones con los congresistas. Otra vez plantearles que el libro es un bien de primera necesidad, llegar al fondo de su conciencia y sentimiento para que realmente comprendan que un país con situación de emergencia lectora es como un país con una situación de emergencia en la salud. Los libros son vitales y necesarios. Esta ley debería ser permanente.

Por otro lado, otro tema que también se podría seguir peleando es una dotación mayor para la adquisición de libros. Es vital que las bibliotecas regionales y bibliotecas distritales tengan la oportunidad de contar con una mayor oferta de libros.

Y por último, otro punto que podríamos seguir trabajando es el sesgo para la retribución tributaria, para que te devuelvan el dinero, ese que tú soportaste, si no lo pudiste repercutir, ese IGV, ese retorno. No solamente sea para la microempresa, sino que sea para todos.

Desde la Cámara Peruana del Libro, ¿hay alguna medida que ustedes vengan impulsando para que se pueda ya concretar con el Gobierno?

Es un Congreso joven, recién están en el Gobierno. Hemos pedido ya nuestra cita con el ministro de Cultura para conversar sobre estos puntos. Hemos tenido algún alcance con miembros de la Comisión de Cultura en el Congreso. Entonces tenemos estos dos avances, pero de momento falta que se concrete la charla, las entrevistas y volver a retomar la conversación. Ahora estamos con la feria Ricardo Palma.

¿Cómo ven que finalmente ya se pueda realizar esta feria? ¿Cuál va a ser el objetivo final de realizarla?

Lo importante es haber experimentado el año pasado de la virtualidad para rescatar todo lo positivo. La Feria Ricardo Palma el año pasado fue virtual. Esta es nuestra feria más antigua. Son 42 años que lleva desarrollándose y está presente ininterrumpidamente en el distrito de Miraflores. Hemos conseguido retomar el espacio tradicional que es el Parque Kennedy, un espacio donde confluye mucha participación vecinal. Vemos con mucho optimismo la recuperación de este escenario. Son más de 50 expositores los que están participando y la afluencia del público será con todos los protocolos de bioseguridad, en un ambiente completamente oxigenado, completamente aireado y con distanciamiento entre un stand y otro.

¿Cómo fue realizar una feria completamente virtual el año pasado?

Al inicio, había que aprender escenarios en los que no nos movíamos. Sabíamos que, por ejemplo, las actividades presenciales eran siempre por las tardes y noches. Sin embargo, en la virtualidad puedes trabajar desde la mañana, puedes trabajarla a la hora de almuerzo. Ese tipo de experiencias son enriquecedoras. También saber que paralelamente, como estás haciendo una actividad presencial, la puedes transmitir a través de tus redes, cosa que antes, por ejemplo, se tomaba algunas fotos o se grababa tres minutos. Ahora no.

Ahora, con todo lo que aprendimos el año pasado, podemos tener la oportunidad de transmitirlo. También podemos contar con participación de extranjeros sin necesidad de que ellos vengan acá. Dentro de este aprendizaje y dentro de esta experiencia, se puede seguir trabajando con mayor empeño para que esta parte virtual se concrete y se posicione de una forma más directa con el posible lector por el posible comprador.

Para conocer el programa de la Feria del Libro Ricardo Palma, puedes dar clic AQUÍ

Foto de portada: Tomada del blog de Teodoro J. Morales 

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La mejor manera de conmemorar el Día del Libro en los EEUU fue sin lugar a duda la realización de la Primera Feria Internacional del Libro Latino y Latinoamericano (FILLT 2021) que ofreció Tufts University, en Boston, bajo la iniciativa del poeta e investigador peruano José Antonio Mazzotti y el apoyo del Departamento de Lenguas Románicas bajo el liderazgo del novelista Pedro Ángel Palou. Se inició el jueves 22 de abril y concluyó ayer, sábado 24, con un total de diecinueve horas de transmisión y la participación de cerca de cincuenta escritores, editores y académicos de alto nivel. Realmente fue una forma maravillosa de reencontrarnos en pantalla con muchos de nuestros colegas literatos, ya que por casi dos años no nos habíamos podido juntar por la pandemia que estamos enfrentando. (Ya pueden verse las grabaciones en la página de Facebook y de Youtube de la Revista de Crítica Literaria Latinoamericana).

Durante estos tres últimos días hemos podido respirar y nutrirnos de una variedad increíble de presentaciones, exposiciones, conversatorios y un simposio dedicado al “Inca Garcilaso de la Vega y el Bicentenario”. Asimismo, hemos presenciado la lectura de muchos escritores latinos que viven en los EEUU y otros que siguen habitando en nuestra querida Latinoamérica.

En el simposio sobre “El Inca Garcilaso y el Bicentenario” pudimos apreciar las múltiples facetas de nuestro gran historiador mestizo, que fue también traductor y soldado, desde distintos y novedosos ángulos. Figuras como Bernard Lavallé, Mercedes López-Baralt, Raquel Chang-Rodríguez, Ramón Mujica Pinilla y otros de renombre internacional nos regalaron su erudición y originales planteamientos. Creo que uno de los temas más relevantes sobre el Inca es el que mencionó Mazzotti sobre su actualidad al plantear “el bien común” como premisa fundamental del ejercicio político (al priorizar a los más vulnerables desde el cuidado estatal y no maltratar la naturaleza), la migración (que sufren a menudo millones de peruanos) y el bilingüismo (cuyo incentivo permitiría una mejor comprensión de las realidades heterogéneas de nuestro país). 

Estoy segura de que hoy en día, bajo las circunstancias que padece el Perú, el Inca Garcilaso hubiera estado definitivamente del lado del cambio político por muchas razones. Una de las principales es que como buen renacentista y humanista, pero de claras raíces andinas, no descalificaría nunca a una persona por venir de ámbito rural y por el uso de su castellano regional. Es el caso, por ejemplo, del candidato Pedro Castillo. Y es que en todos estos años hemos vivido una dictadura solapa de la derecha criolla, heredera corrupta de la colonia, teniendo como resultado un Perú zombi, donde la gente muere aun teniendo plata. ¿Por qué? Por la discriminación, el racismo y la carencia de hospitales y de educación, abandonados por el afán de lucro y la poca visión de nuestros gobernantes de los últimos treinta años. 

El Inca Garcilaso hubiera abogado por un estado benefactor, pero altamente eficiente. Demostró una y otra vez que sus parientes maternos lograron resolver el problema del hambre y la desocupación. Y sin duda, en el contexto actual, que no hubieran esperado ingenuamente que el “chorreo” neoliberal resolviera sus problemas.

No es que estemos planteando un regreso (imposible, además) al Tahuantinsuyo. Solo un despistado podría pensar en eso. Sin embargo, hay mucho que aprender de las soluciones que los antiguos peruanos y los hombres y mujeres andinos de hoy son capaces de crear para salir adelante, priorizando el cuidado de toda la comunidad del país. Y para eso se necesita aceptar que existe una mayoría a la que –ya es hora– le toca hacerse cargo de su propio destino. Hay riesgo, sin duda, pero el riesgo es mejor que el abismo en que ya nos encontramos.

Busquemos un Perú mejor, moderno, pero con más conciencia histórica, no solo para que una minoría egoísta se abastezca de dinero, enfangándonos a todos en el individualismo, sino para que, como nación, y asumiendo nuestras diferencias, podamos recibir con auténtico orgullo nuestro maltrecho y manoseado Bicentenario. 

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