La cultura es gasto, pérdida de tiempo, distracción del metal. Acabemos con la cultura. Porque crea ciudadanos críticos. Porque afina sensibilidades. Porque promueve la discusión y ataca a la pasividad ciudadana que buscan algunos desde sus encumbradas sillas.
Total, si no se invierte en cultura, habría más plata que pasar por el tamiz de la corrupción. No me vengan a decir, pues, que el Estado preocupado por sus arcas quiere retacearle unas monedas al cine para calmar el hambre, la desnutrición o las infernales desigualdades que marcan la vida nacional.
La inteligencia es el enemigo. Por eso hoy se educa mayormente para el trabajo y no para la formación humana: hacer es mejor que pensar, que es un pasatiempo de caviares, académicos resentidos y otras especies incómodas al autoritarismo y la pacatería de muchos de quienes conducen el país.
Un reciente proyecto de la congresista Tudela ha puesto en evidencia el poco o nulo interés que existe por la cultura desde esa parte de la esfera pública en que se deciden cosas. Se pretende dejar sin piso a un naciente cine regional que ha dado muestras de su potencia.
El estímulo eterno, sin fecha de caducidad, no es buena idea, de acuerdo. Pero no puedes matar a la criatura antes de que aprenda a correr sola. El circuito de exhibición limeño practica como deporte ignorar la producción regional, aunque de vez en cuando se lava la cara y pone en pantalla alguna película que, como Willaq Pirqa, remontó la valla del desprecio y ganó el favor de un público enorme.
Por otra parte, IRTP, que depende del Ministerio de Cultura, viene dando señales alarmantes. Es un medio a la deriva, a merced de decisiones erráticas y arbitrarias, como cerrar programas con una tradición consolidada y reducirlos a microespacios dentro de otros, como ha ocurrido con El placer de los ojos, un magazine dedicado, precisamente, al cine.Sumar a esto la confusión reinante en relación con la función de TV Perú: televisión ciudadana no es el remedo de televisión comercial que quieren ser.
El próximo mes vencerá la exoneración del IGV al libro, algo que debería tener una prórroga natural y mas extensa, habida cuenta de los míseros índices de lectura que hay en el país y, sobre todo, esas estadísticas que revelan un espantoso porcentaje de maestros que tienen problemas de comprensión lectora. No faltará el talibán que desde su curul proclame que el libro es inservible.
Este año no contaremos con la feria La Independiente. Un duro golpe a editores pequeños y medianos de diversas partes del país, que tienen en esta feria una oportunidad para mostrar sus catálogos y poner a la venta libros que, en su mayoría, no existen para las librerías limeñas. El Ministerio de Cultura ha cometido gruesos fallos que han conducido a la suspensión del evento.
¿Qué más podría pasar en un país en el que la universidad más antigua intentó sacudirse de su propio centro cultural e incluso de la librería que se ha formado en convenio con una entidad mexicana?¿Qué más puede pasar en un país en el que el Museo Nacional es un elefante blanco? ¿Qué más, en un país en el que las instituciones solo muestran diariamente su indiferencia por la cultura?Siempre hay más. Esa es nuestra condena.
[MIGRANTE DE PASO] En el sinfín de misterios que ocupan dentro del imaginario colectivo, los libros y bibliotecas están incrustados con mitos y representaciones que atraen a toda mente curiosa. Tuve la suerte de tener como padres y abuela a lectores empedernidos. Mi madre más. Nuestra casa tenía biblioteca, que fuera “la oficina de mi viejo”, en algún momento. Fue un privilegio y suerte que amerita agradecimiento eterno.
Recuerdo cómo la imaginación guiaba mis pasos a ese salón que ocultaba cosas aun incomprendidas; invadía mis sueños infantiles. Definitivamente la dimensión más apartada y oscura se centraba en ese lugar de mi hogar. Para llegar ahí, tenías que cruzar el cuarto de mis padres. Mi mente, como niño aventurero, sentía que eran guardianes de la puerta hacia lo desconocido. La verdad era todo lo contrario. Esa puerta siempre estuvo abierta.
No me parece inverosímil que en algún anaquel del universo haya un libro total; ruego a los dioses ignorados que un hombre. ¡Uno solo, aunque sea, hace miles de años! Lo haya examinado y leído. Si el honor, la sabiduría y la felicidad no son para mí, que sean para otros. Que el cielo exista, aunque mi lugar sea el infierno.
Jorge Luis Borges – La Biblioteca de Babel
Conversando con Jerónimo Pimentel, director de la editorial Penguin Perú, y lector de por vida, me comentó que vive a la espalda de la casa de mis padres. De vez en cuando, paseando a su perro, pasa por ahí y logra ver por la ventana atisbos de biblioteca. Siempre es simpático conversar con alguien que tiene vasto conocimiento y está dispuesto a compartirlo.
“Yo suelo pensar en una biblioteca como en una suerte de gabinete de curiosidades y siento que la gran belleza de eso está relacionada a cuánto exprese los intereses, las orientaciones, los sesgos y los impulsos de una persona. Si entendemos la creación de una biblioteca como un arte, para mí la manera de valorarla sería en cuanto expresa una sensibilidad pura. Esa sensibilidad tiene ramas: la curiosidad, la excentricidad, incluso el conservadurismo, el gusto o la dispersión. Yo cuando tengo la oportunidad de estar ante una biblioteca, lo primero que trato de encontrar son esos patrones. Es una delicia. Mi madre y mis tías son bibliotecarias entonces para mí es un espacio santificado, un espacio santuario. Lo tengo muy romantizado”, me lo menciona emocionado.
Soy de las últimas generaciones que tuvo que usar fuentes físicas para los trabajos escolares. Búsquedas en diccionarios y enciclopedias. Para mi suerte, todos los libros del plan lector del colegio y los que necesitaba para investigar ya se encontraban en casa. Era un santuario de conocimiento esa biblioteca. O tal vez todas lo son. Puede ser desde una institución enorme que se encarga de conservar, adquirir y estudiar los documentos; a una pequeña estantería o montículo de libros en un cuarto. El poder de la información y ficción es sorprendente en el desarrollo de la humanidad. Me atrevería a decir que es la mayor herramienta del progreso.
Durante las últimas décadas, con el desarrollo de la globalización y las tecnologías que la soportan, suele hablarse de un desplazamiento del libro físico al digital. Pero han pasado años y siguen existiendo más librerías y editoriales del objeto tangible. Jerónimo me esclarece con datos y opiniones al respecto:
“No, yo creo que siempre va a existir. Cuando monitoreas el desarrollo del libro electrónico en los mercados más desarrollados, que son el norteamericano y el europeo, ves que alcanzó hasta el 25% y disminuyó a 20%. En ese porcentaje se ha estabilizado. No hay solapamiento sino complementariedad, la posibilidad de llegar a lectores diferentes, con un hábito distinto de lectura. Ahora también está rompiendo el formato de audiolibro. Su consumo ha tenido repuntes muy fuertes marcados por la pandemia. Aun no llega mucho al español. Pero mi impresión es que la vieja tecnología aún tiene para rato. Yo creo que pasa como las tecnologías de la comunicación. La invención de la radio no desplazó a la prensa escrita. La televisión no lo hizo tampoco con la radio, más bien conviven. El internet tal vez transforme el periódico impreso, pero en general se tiende a complementar y convivir, a seguir progresando”. Es esperanzador pensar en múltiples afluyentes de conocimiento lector uniéndose para llegar a casi todos los rincones del planeta, de ser posible.
Jerónimo Pimentel
“Ya escuché 100 mil veces el anuncio de la muerte del libro. Desde hace 20 años, me vienen con la maldita muerte del papel. Ahora hay más”, me dice Guillermo Rivas, entre renegando y sonriendo. Algo bastante común en los argentinos.
Es librero de profesión, trabaja en Book Vivant, es gestor cultural de 111Libros y presidente de la Asociación Peruana de Librerías Independientes. Aparte de eso es un luchador contra las tecnologías de comunicación; nos demoramos 20 minutos de puteadas y carcajadas en poder comunicarnos idóneamente. El deseo de conversar mantuvo la espera amena.
Defiende la prevalencia del libro generalizado, como le llaman: “se requiere de un momento de introspección y no hay apuro ni prisa para leerlo. No hay una necesidad de solo placer. Como objeto cultural resiste por una necesidad de felicidad y satisfacción. Todavía está dentro de nuestras aspiraciones humanas”.
El librero es un agente fundamental en el mundo de los textos. Ellos son los que buscan lo que queremos y también quienes gestionan las llegadas de esos textos. “También me gana el gremio, soy un librero, y quiero que las librerías prosperen. Entonces si llega un libro que se vende mucho, es una noticia excelente”, se ríe y para él un libro malo que da dinero es lo que permite libros extraordinarios en los anaqueles. La definición que me dio de su oficio me dejó sorprendido. Tan impecable como poética:
“Es una mezcla de navaja suiza con tres personajes: Frank Doel, Mendel y el Quijote. La navaja porque debe estar lleno de pequeños y simples recursos para afrontar todas las adversidades de una profesión y negocio que rompe con las reglas del mercado y marketing. Casi nada es previsible en el oficio desde que tenemos memoria. Frank Doel, el librero de 84 Charing Cross, porque buscar el libro que nos piden es una vocación casi religiosa. Mendel, el memorioso librero del cuento de Zweig, porque toca acordarse siempre de libros, autores e historias, aunque tenga la computadora al costado. Por último, el Quijote, porque hablar y hablar, soñar y delirar hacen que no abandonemos nunca esta pasión.” Me quede en silencio unos segundos.
Guillermo Rivas
Diez mil libros en mi casa. De los primeros que saqué para leer en conjunto con mi madre, fueron los libros de Julio Verne y adaptaciones de Drácula, Frankenstein y demás historias de horror. Ya cuando crecí, leí las obras maestras, las que no son modificadas para niños. La crítica a la razón pura de Immanuel Kant; El segundo sexo de Simone de Beauvoir; Fausto de Johann Wolfgang Goethe; El origen de las especies de Charles Darwin; La biblia; Las mil noches y una noche; La República de Platón, son algunos de varios ejemplos de libros que rompieron paradigmas y potenciaron los distintos senderos del conocimiento: la ciencia, filosofía, arte, religión y la historia.
El hecho de crecer rodeado de libros despertó mi interés en ellos y sus rincones más oscuros. De niño creía que cualquier escrito o canción tenía que ser hecho con bondad y cariño, claramente estaba equivocado: Hitler escribió Mi Lucha y no se me ocurre ser más repugnante y malvado. También me despierta un interés casi arqueológico por bibliotecas antiguas y legendarias. ¿Qué pasó en la biblioteca de Alejandría cuando se quemó? ¿Qué decía el grimorio que Mefisto le da a Fausto? ¿Qué secretos se ocultarán en los archivos del Vaticano? ¿Existirá La Comedia de Aristóteles de la abadía en El nombre de la rosa? Son motores de curiosidad e incentivo.
“Las he añorado toda mi vida. Uno a veces tiende a pensar en sus propias bibliotecas fantásticas. Todo libro puede ser parte de una biblioteca que esté en mi cabeza. Donde voy visito bibliotecas particulares y las uno como una quimera con mi propia fantasía”, me responde Jerónimo con mirada infantil, cuando le pregunté sobre las bibliotecas metafísicas.
¿Cuál fue el último libro que leíste?, le pregunté por curiosidad.
“Uy, yo tengo que leer un montón por trabajo y separar entre dos tipos de lectura. Lo más difícil para mí es poder diferenciar la lectura de oficio y la que es por placer. Para una se requiere una atención particular que identifique aspectos editoriales y literarios. En la otra busco una relajación, es un texto en el que no puedo intervenir, y no es que tenga un interruptor para cambiar de modo de lectura. El último fue A Contraluz de Rachel Cusk, sobre una escritora que se va a dar clases a Atenas.”
El mío fue La Rebelión de Atlas de Ayn Rand, interrumpí con risas nerviosas.
“Bueno desde el punto de vista editorial, ella ha tenido un resurgimiento bien importante en los últimos años. Sobre todo, en español. Pensaría que está relacionado con los nuevos liberales, anarco liberales o libertarios, pero ha tenido un nuevo empuje. Esa dificultad en discernir tipo de lectura nos pasa a todos los editores. Cuando uno lee profesionalmente tiene una predisposición distinta al lector neutro, puro, ingenuo que simplemente se lleva por una corazonada. Cuando un corrector lee, que no es mi caso, tiene una visión más especifica que busca el error y encuentra un placer profesional en ello. Cuando se lee para valorar la idoneidad para la publicación de un libro y su pertinencia, se está buscando probablemente factores tipo cómo repercute eso en una sociedad especifica, en un momento y tiempo particular. A partir de eso estableces una valoración. Añoro recuperar la pureza de leer por satisfacción.”
Sin querer, hablando de libros llegamos a discutir sobre distintas formas de lectura y cómo cada uno tiene una función y objetivo diferente. Los libros parecen tomar vida propia cuando se habla de ellos y la conversación se ramifica hasta lugares inimaginables.
El escritor genera el escrito, luego pasa por la edición y editorial que produce el libro. Finalmente, el librero se ocupa de venderlo. No es un proceso tan simple e individual. Se transforma en una especie de trabajo colectivo.
A lo largo de la historia, al ser el máximo vehículo de conocimiento, han ocurrido incontables atentados contra los textos e incluso algunos catalogados como prohibidos. Galileo pasó sus últimos años en prisión por conocimientos contradictorios a los de la iglesia. Rebelión en la granja, de George Orwell fue censurado en muchos países por su critica a las élites de poder. En el 2010 quisieron vetar Las Mil Noches y Una Noches por dañar la decencia pública. El diario de Ana Frank está prohibido en algunas escuelas de EEUU. Persépolis, de Marjane Satrapi, está vetado en Irán. Esos casos abundan más de lo que quisiéramos. Desde quemas de libros por los romanos y el régimen nazi; persecución de “libros malditos” de parte de la Santa Inquisición; hasta ahora en Florida con DeSantis.
Siguiendo la conversación con Jerónimo Pimentel, quien es un erudito de los textos, pasamos a hablar de la Feria del Libro de Lima. Es el evento cultural más atendido. Dentro de todas las artes el libro es el que más convoca, me afirma. Es un evento muy democrático, muy transversal y tiene más de 200 expositores. Registra asistencias de cientos de miles esta fiesta del libro. El último dato es de casi 500 mil asistentes en 17 días. A pesar de todo esto existe una profunda impresión de que en el Perú no se lee.
“Hay muchos dichos y decires al respecto porque la lectura es muy difícil de discernir. Hay la lectura de libros en su formato tradicional, pero también hay una lectura que es académica, universitaria, escolar, digitales, conversaciones de whatsapp, hay muchos tipos. Entonces, a qué nos referimos. Enfocado en lo tradicional, leemos comparativamente poco en la región, pero cada vez más si medimos la lectura por la compra, que es un salto, pero es el único dato duro que tenemos. Aun no se descubre cómo medir la lectura digital. Podemos decir, desde el punto de vista editorial, que leemos poco comparativamente. En Argentina la sociedad de autores y editoriales comenzó en los años 30s. La construcción de ese mundo tiene 100 años. En Colombia nace a partir de la década de los 60s. En México es una industria que tiene un espaldarazo estatal enorme con librerías en comparación a la mayoría de países de Latinoamérica. En el siglo 20 muchos países tuvieron una historia con condiciones para generar industrias editoriales fuertes. Este siglo el Perú no tenía un marco legal, recién desde el 2003, de fomento de lectura. Sin ese marco es difícil que se asiente y prospere el libro. Hemos llegado tarde a la fiesta, pero estamos avanzando. Ya tenemos editoriales establecidas, transnacionales e independientes. Hemos empezado a jugar el juego.”
Luego de hablar con dos personas, cuyo aprendizaje recibí, solo queda agradecer. El movimiento que gira en torno a los libros, su difusión, venta, producción, es compleja y vasta. Miles de personas se encargan de que continúe el flujo de libros. Es gracias a ellos que el progresismo del conocimiento continúa. Para terminar, dejo una esplendida respuesta sobre la importancia de la ficción en el desarrollo humano que me dio Jerónimo. Luego de esto, fui inmediatamente a comprar el libro que me había recomendado.
“La lectura te permite dos cosas. Una, es educar tu sensibilidad y construir tu mundo interior. Es un acto espiritual. Le doy la importancia que las religiones le dan al rezo o a la plegaria. A través del estímulo de la escritura elevas tu espíritu y lo transformas en imaginación. A partir de ese acto mágico e íntimo logras sentir, escuchar, saborear y ver cosas a las que de otra manera no tendrías acceso. Por otro lado, tiene un aspecto profundamente republicano, en el sentido de que salir de ti por la sensibilidad ajena te permite imaginar al otro, ser otro. Estoy convencido en que es una educación para la empatía. No siempre ocurre. Hay varios bribones lectores y escritores en la historia. Hay muchas malas personas que son muy buenos escritores. Es el vehículo idóneo para transmitir conocimiento. De lo que sea”.
En cuanto a la biblioteca de mi viejo, planeo cuidarla todo el tiempo que mi vida lo permita. Ampliarla y seguir sus planes de una casa con paredes de libros. También, ayudaré en lo que esté al alcance de mi poder en proteger a los textos de cualquier amenaza inminente.
A pesar de que el Perú no es un país particularmente lector, siempre sorprende con los niveles de asistencia y de venta que comporta la Feria del Libro, cuya edición 27 acaba este domingo (va más gente que a Mistura, la multitudinaria feria gastronómica). Corrobora que el formato impreso, uno que además no ha tenido variación en siglos, para no remontarnos a los tiempos preimpresión, sigue cautivando el interés del consumidor.
Y lo mismo sucede en el mundo. Las Ferias del Libro son un suceso cultural central, las ventas de libros impresos no decaen y el formato digital nunca ha llegado a destronar el mercado tradicional que implica el circuito de ferias, librerías y posterior destino en bibliotecas particulares.
Es, de paso, un llamado de atención al mundo de los diarios impresos, que soportan una crisis pavorosa en el Perú y en algunos países del orbe (aunque hay diarios que han logrado sobrevivir incólumes el boom digital). No es verdad que sean el papel y la tinta los que espantan a los lectores. Si así fuera, los libros también sufrirían las consecuencias. Es otra la razón.
Los diarios insisten en propalar noticias como su principal contenido, y ello es un sinsentido. ¿Quién diablos va a comprar un producto donde se va a encontrar con aquello que ya conoce por las redes sociales, la radio o la televisión 24 horas antes? Los diarios ya no deben “vender” noticias, sino contenido de valor agregado (entrevistas, reportajes, crónicas, investigación, notas gráficas) y no solo en su sección política sino en todo su contenido. El negocio de las noticias es de la radio y la televisión. De otro modo, va a ser imposible que crezcan sus lectores y mucho menos que los jóvenes se acerquen a un kiosko a comprarlos. No es el envoltorio el enemigo, es la falta de criterio de directores y editores.
Lo que sucede con los libros es el mejor ejemplo. No hacen concesiones al formato, siguen siendo centenares de hojas llenas de letras, tienen el costo adicional de su acumulación física (los diarios se desechan y no complican el panorama doméstico), y a pesar de ello gozan de buena salud. Y en un país poco lector, ya no hablemos de otros países hispanos, como Argentina, México o España, donde el libro es un objeto de culto.
[LA TANA ZURDA] Grandes fotos del periodista se exhiben en todos los corredores de un evento que puede pasar a la historia por sus inmensas proporciones y seguramente por el volumen de sus ventas.
Se dice que el Perú es uno de los países con menos lectores en el mundo, pero ahora se puede al menos asegurar que lee a Bayly. Qué pírrica victoria contra el analfabetismo funcional.
En otros ambientes de la Feria la gente no hace largas colas, aunque en menor proporción compra algunos libros que de veras son importantes. Por ejemplo, «Kachkaniraqmi, Arguedas», una novela de Eduardo González Viaña en la que su autor narra con amor la vida de José María Arguedas, así como los ríos que predicen el destino, las montañas que hablan y la gente que resiste en el mundo andino. Más todavía, el humor y el amor se juntan cuando el novelista finge no ser el narrador de la historia y atribuye esa función a dos zorros. Se trata de una novela que hará historia y de cuyas virtudes ya me he ocupado antes.
Otro libro importante es sin duda la «Correspondencia completa» de César Vallejo, en dos tomos, al cuidado de los reconocidos vallejólogos Carlos Fernández y Valentino Gianuzzi. Contiene más de 400 documentos minuciosamente descritos, en los que los editores trazan el cuadro detallado de las circunstancias personales del poeta a lo largo de más de veinte años de ires y venires entre el Perú, Francia, España y Rusia. Un gran aporte para quienes desean conocer de cerca e investigar los pormenores de nuestro poeta bandera.
Y ya que seguimos con Vallejo, no puede dejar de mencionarse la nueva edición de «El tungsteno», la novela proletaria que publicara en España en 1931 y que dio un giro a su narrativa, amoldándola a los requerimientos de la lucha socialista del momento. Esta edición estuvo al cuidado de Paolo de Lima y lleva dos prólogos, uno del poeta Paul Forsyth y otro de los ya mencionados Fernández y Gianuzzi.
Asimismo, hay que mencionar la colección de ensayos «Vallejo a un siglo de Trilce: nuevos estudios», recopilada por el consagrado poeta y académico José Antonio Mazzotti, que contiene 23 ensayos novedosos sobre el gran poemario de 1922, cuyo centenario el año pasado motivó numerosos congresos y mesas redondas. Dos de esos congresos, en Sevilla y en La Habana, organizados por Mazzotti, son el semillero de los ensayos del libro, entre los cuales destacan las audaces hipótesis de Stephen Hart sobre la muerte de Vallejo, de Lucy Bell sobre Vallejo como un precursor del pensamiento lacaniano acerca del carácter pre-simbólico del lenguaje, y del propio Mazzotti sobre el origen del nombre «Trilce», entre otros igualmente interesantes.
Y no puede faltar la recomendación sobre un documental titulado «César Vallejo, poeta del Bicentenario», de Roberto Aldave, que 24 minutos resume de manera atractiva y profesional los pasajes más importantes de la vida del poeta de Santiago de Chuco.
Como se ve, esta Feria del Libro hace justicia a su dedicatoria «El universo de César Vallejo», pues sirve para exponer las nuevas investigaciones sobre nuestro gran poeta. Pero no todo queda ahí. La FIL también está dedicada a Cronwell Jara (Piura, 1950), uno de nuestros mejores escritores peruanos contemporáneos. Autor del ya clásico relato «Montacerdos» (1981), Jara tiene varias novelas y poemarios valiosos en su haber. Sin duda se merece los homenajes y paneles que tratan de su obra, que esperamos que después de este espaldarazo se difunda más y más.
En suma, no todo es morbo en esta FIL, que gracias a Vallejo, Arguedas, Jara y otros grandes autores ha elevado su nivel intelectual en relación con años anteriores. Dése una vuelta por el Parque los Próceres de la Independencia en Jesús María hasta el domingo 6 de agosto y de paso compre un libro. Así también se hace Perú.
[EN UN LUGAR DE LA MANCHA] Como se recuerda, en un inicio se tenía a México como país invitado de honor, pero por asuntos ajenos al libro y a la lectura y en defensa de un desdibujado ex mandatario, López Obrador hizo sonar la orden de retirada. Una pena, considerando el enorme peso de la tradición literaria mexicana y los muchos autores que se leen aquí con devoción, empezando por Juan Rulfo.
Sin embargo, dedicar una feria a Vallejo no es mala idea, ni parecerá nunca remedio de última hora. Figura central de la vanguardia universal, Vallejo sigue siendo un apreciado objeto de estudio en nuestra lengua y más allá de ella. El programa de la FIL en honor de Vallejo es nutrido y habrá, además de presentaciones de libros, mesas redondas y conversatorios que intentaránn abarcar aspectos cruciales de su vida y de su obra.
Quisiera precisamente mencionar algunas de estas actividades. La editorial Infolectura, de Trujillo, lanzará un libro de Miguel Pachas Almeyda titulado Las mujeres de Vallejo, un exhaustivo recuento de su vida sentimental a través de las mujeres que, en distintos momentos de su vida, tuvieron una importancia decisiva.
María de los Santos Mendoza Gurrionero, hija de un sacerdote y madre del poeta, abre el volumen. Lo cierra Georgette Philippart, la viuda de carácter atrabiliario sobre quien pesan mitos y leyendas de todo calibre. Entre esos linderos, historias de amoríos, unos pasajeros y otros no tanto, incluyendo un episodio de infancia que roza lo incestuoso. Y no se trata de un simple repaso chismográfico, pues estas experiencias, salvando todas las distancias teóricas sobre el tema, encontraron un lugar entre sus versos.
Por su parte, la editorial Planeta pone en circulación El traje que vestí mañana, un esbozo biográfico del poeta, realizado también por Pachas Almeyda y que ha sido ilustrado por Celeste Vargas Hoshi y diseñado por Augusto Carrasco. Un texto que introducirá a legos y profanos en la fascinante trayectoria vital de Vallejo. Y de seguro material ideal para maestros.
Sinco Editores, de Jaime Chihuan, que en los últimos tiempos ha venido publicando ediciones facsimilares de libros de Vallejo, como Los heraldos negros y Trilce, así como volúmenes de ensayo dedicados al examen de la poesía vallejiana a cargo de reconocidos críticos, organiza un conversatorio alrededor de Escalas melografiadas, pieza central de la narrativa del poeta. De esta manera acompaña la aparición de un conjunto de textos sobre el tema.
La tecnología, finalmente, no ha sido ajena al recordar el espíritu de un escritor visionario. Gracias a la inteligencia artificial, la empresa Content Media ha desarrollado la posibilidad de acercarse al contexto histórico y cultural del poeta. Y no solo eso: si usted desea, puede chatear con Vallejo. Así como lo lee. Aquí el enlace: INGRESA AQUÍ
Por eso celebro que la Feria del Libro Ricardo Palma cumpla 50 años, un ejemplo de constancia que ni siquiera la pandemia pudo frenar. No tengo cifras actualizadas de los índices de lectoría actuales en nuestro país, pero sospecho que hay un crecimiento, si no considerable, al menos auspicioso. Más editoriales, más librerías, más ferias y eventos vinculados al libro parecen decir eso.
Es un buen momento también para que los dirigentes piensen alguna vez en el libro y en todo lo que significa. Para que, por ejemplo, cumplan de una vez con la devolución del IGV a las editoriales pequeñas. Para que dejen de mirar la actividad editorial como algo menor. Para que al fin exista la voluntad permanente de construir, implementar y poner en todo lo alto a las bibliotecas públicas, en especial a las distritales, muchas de ellas un verdadero páramo.
Felicito desde este modesto espacio a la Cámara Peruana del Libro, que hoy, justamente, inaugura la “edición oro” de la Feria del Libro Ricardo Palma. No es para menos. Fiesta para el libro y para los lectores. Vaya, asista a las actividades, lea. Usted mismo se lo va a agradecer.
Si quieres llevar tu negocio a un segundo nivel, es importante que las lecturas sean tu fuente de inspiración para desarrollar ideas innovadoras. En ese sentido, a propósito de la 42º edición de la Feria Ricardo Palmaque hoy culmina en el Parque Kennedy de Miraflores te recomendamos algunos libros que todo emprendedor o profesional de éxito debe leer.
1.- “El cliente feliz”, de Wilson Calderón y Marco Bettocchi
Este libro te brindará una tecnología de comunicación y técnicas para gestionar tus estados de ánimo y mantener una alta motivación para superar las dificultades o los resultados inesperados. Asimismo, te ayudará a definir lo que quieres y cómo conseguirlo, y a construir relaciones más fuertes y profundas con tus clientes
2.- “La energía del dinero”, de Claudia Morgan
No es un libro de finanzas ni de economía personal, no cae en clichés ni en técnicas milagrosas de gurús económicos. Este libro nos presenta de una manera divertida un conjunto de actos efectivos y fáciles de aplicar para mejorar nuestra relación con el dinero. La libertad financiera está al alcance de todos a través de pasos sencillos, una ruta clara que Claudio Morgan nos presenta de una manera interactiva y gamificada.
3.- “Cuenta tu historia”, de Alexander Zapata
Desde el punto de vista del autor el autor da respuesta a varias interrogantes y a través de sus páginas reivindica la importancia de la aplicación del storytelling a la publicidad ante la obligación de encontrar formas más efectivas de comunicación entre las marcas y sus audiencias, debido al desarrollo y alcance de las nuevas tecnologías y ante la necesidad de conectar, de una manera distinta, con un consumidor cada vez más exigente y emocional. El propósito del presente libro es, precisamente, mostrar el por qué y el cómo las marcas pueden aplicar las bondades de esta maravillosa herramienta, llamada storytelling, en sus estrategias de comunicación.
4.- “Usted S.A”, de Inés Temple
A través de este libro, Inés Temple comparte, de manera simple y fácil de leer, las lecciones que ha aprendido durante sus más de veintisiete años como presidenta de LHH DBM Perú y veinticuatro en LHH Chile.
Esta es una nueva versión revisada y actualizada de Usted S. A., basada en el bestseller que se publicó originalmente en octubre de 2010 y que ha sido el segundo libro más vendido en Perú durante los años 2012 y 2014 y que con cada nueva edición ocupa los primeros lugares en los rankings de ventas. Ha sido publicado en diferentes ediciones en todo América Latina. Fue publicado en inglés como You Inc. en el 2018 y se vende hoy por el mundo entero. Esta versión de Usted S. A. es la vigésima edición para el Perú, celebrando los 10 años desde su lanzamiento original.
5.- “¿Y si hacemos dinero?”, de Walter Eyzaguirre
Todas las claves para que aprendas a manejar tu dinero y este no te maneje a ti
A lo largo de nuestra vida, todas las personas tenemos algo en común: el manejo de nuestro dinero. Lamentablemente, no se nos enseña cómo hacerlo. En este libro encontrarás las claves para que aprendas a manejar tu dinero y este no te maneje a ti. Si caes en el círculo vicioso de las deudas sin planificación, te pasarás la vida pagando sin saber cuándo saldrás de tus deudas. A través de esta lectura aprenderás a manejar tus finanzas personales sin privarte de lo que más te gusta.
Esta semana se inauguró la edición número 42 de la Feria del libro Ricardo Palma. Se viene desarrollando de manera presencial en el Parque Kennedy de Miraflores y va hasta el 13 de setiembre. Sudaca conversó con Willy del Pozo, presidente de la Cámara Peruana del Libro, quien recuerda la necesidad de la permanencia de la Ley del Libro para acercar la lectura a los peruanos, así como sostener la industria editorial, en tiempos de pandemia.
Llevamos año y medio de pandemia. ¿Cómo se ha visto afectada la industria editorial en este tiempo?
Definitivamente el año 2020 ha sido complicado. Difícil para todos en general, pero sobre todo para industrias como la nuestra, que tiene al libro como motor. Sin embargo, hemos contado con ciertos apoyos como del Ministerio de Cultura a través de los estímulos culturales y económicos que tienen que ver con la creación literaria y la producción editorial. También desde la Biblioteca Nacional y el apoyo de un Decreto de Urgencia que se generó el año pasado desde el Gobierno para la compra de libros. Por otro lado, todos han tenido que aprender este sistema nuevo, implementar el e-commerce, no solamente para la comercialización de libros, sino también para la propuesta de programas culturales.
En octubre del año pasado se aprobó la Ley del Libro, que es una norma que plantea exoneraciones tributarias y un aumento en el presupuesto destinado al sector. ¿Hasta el momento han visto algún avance?
Participamos activamente, conjuntamente con el Ministerio Cultura, con la Biblioteca y demás entes vinculantes en la industria del libro, en sacar adelante esta ley. Incluso cuando fue promulgada, estuvimos presentes en el Congreso de la República y tuvimos la suerte después de conversar con varios congresistas que nos apoyaron. Sin embargo, consideramos que tenemos que seguir trabajando porque son tres años [en que la ley es válida], esta exoneración del IGV siempre tiene fecha de caducidad. Siempre tendremos que hacer campañas y negociaciones con los congresistas. Otra vez plantearles que el libro es un bien de primera necesidad, llegar al fondo de su conciencia y sentimiento para que realmente comprendan que un país con situación de emergencia lectora es como un país con una situación de emergencia en la salud. Los libros son vitales y necesarios. Esta ley debería ser permanente.
Por otro lado, otro tema que también se podría seguir peleando es una dotación mayor para la adquisición de libros. Es vital que las bibliotecas regionales y bibliotecas distritales tengan la oportunidad de contar con una mayor oferta de libros.
Y por último, otro punto que podríamos seguir trabajando es el sesgo para la retribución tributaria, para que te devuelvan el dinero, ese que tú soportaste, si no lo pudiste repercutir, ese IGV, ese retorno. No solamente sea para la microempresa, sino que sea para todos.
Desde la Cámara Peruana del Libro, ¿hay alguna medida que ustedes vengan impulsando para que se pueda ya concretar con el Gobierno?
Es un Congreso joven, recién están en el Gobierno. Hemos pedido ya nuestra cita con el ministro de Cultura para conversar sobre estos puntos. Hemos tenido algún alcance con miembros de la Comisión de Cultura en el Congreso. Entonces tenemos estos dos avances, pero de momento falta que se concrete la charla, las entrevistas y volver a retomar la conversación. Ahora estamos con la feria Ricardo Palma.
¿Cómo ven que finalmente ya se pueda realizar esta feria? ¿Cuál va a ser el objetivo final de realizarla?
Lo importante es haber experimentado el año pasado de la virtualidad para rescatar todo lo positivo. La Feria Ricardo Palma el año pasado fue virtual. Esta es nuestra feria más antigua. Son 42 años que lleva desarrollándose y está presente ininterrumpidamente en el distrito de Miraflores. Hemos conseguido retomar el espacio tradicional que es el Parque Kennedy, un espacio donde confluye mucha participación vecinal. Vemos con mucho optimismo la recuperación de este escenario. Son más de 50 expositores los que están participando y la afluencia del público será con todos los protocolos de bioseguridad, en un ambiente completamente oxigenado, completamente aireado y con distanciamiento entre un stand y otro.
¿Cómo fue realizar una feria completamente virtual el año pasado?
Al inicio, había que aprender escenarios en los que no nos movíamos. Sabíamos que, por ejemplo, las actividades presenciales eran siempre por las tardes y noches. Sin embargo, en la virtualidad puedes trabajar desde la mañana, puedes trabajarla a la hora de almuerzo. Ese tipo de experiencias son enriquecedoras. También saber que paralelamente, como estás haciendo una actividad presencial, la puedes transmitir a través de tus redes, cosa que antes, por ejemplo, se tomaba algunas fotos o se grababa tres minutos. Ahora no.
Ahora, con todo lo que aprendimos el año pasado, podemos tener la oportunidad de transmitirlo. También podemos contar con participación de extranjeros sin necesidad de que ellos vengan acá. Dentro de este aprendizaje y dentro de esta experiencia, se puede seguir trabajando con mayor empeño para que esta parte virtual se concrete y se posicione de una forma más directa con el posible lector por el posible comprador.
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La mejor manera de conmemorar el Día del Libro en los EEUU fue sin lugar a duda la realización de la Primera Feria Internacional del Libro Latino y Latinoamericano (FILLT 2021) que ofreció Tufts University, en Boston, bajo la iniciativa del poeta e investigador peruano José Antonio Mazzotti y el apoyo del Departamento de Lenguas Románicas bajo el liderazgo del novelista Pedro Ángel Palou. Se inició el jueves 22 de abril y concluyó ayer, sábado 24, con un total de diecinueve horas de transmisión y la participación de cerca de cincuenta escritores, editores y académicos de alto nivel. Realmente fue una forma maravillosa de reencontrarnos en pantalla con muchos de nuestros colegas literatos, ya que por casi dos años no nos habíamos podido juntar por la pandemia que estamos enfrentando. (Ya pueden verse las grabaciones en la página de Facebook y de Youtube de la Revista de Crítica Literaria Latinoamericana).
Durante estos tres últimos días hemos podido respirar y nutrirnos de una variedad increíble de presentaciones, exposiciones, conversatorios y un simposio dedicado al “Inca Garcilaso de la Vega y el Bicentenario”. Asimismo, hemos presenciado la lectura de muchos escritores latinos que viven en los EEUU y otros que siguen habitando en nuestra querida Latinoamérica.
En el simposio sobre “El Inca Garcilaso y el Bicentenario” pudimos apreciar las múltiples facetas de nuestro gran historiador mestizo, que fue también traductor y soldado, desde distintos y novedosos ángulos. Figuras como Bernard Lavallé, Mercedes López-Baralt, Raquel Chang-Rodríguez, Ramón Mujica Pinilla y otros de renombre internacional nos regalaron su erudición y originales planteamientos. Creo que uno de los temas más relevantes sobre el Inca es el que mencionó Mazzotti sobre su actualidad al plantear “el bien común” como premisa fundamental del ejercicio político (al priorizar a los más vulnerables desde el cuidado estatal y no maltratar la naturaleza), la migración (que sufren a menudo millones de peruanos) y el bilingüismo (cuyo incentivo permitiría una mejor comprensión de las realidades heterogéneas de nuestro país).
Estoy segura de que hoy en día, bajo las circunstancias que padece el Perú, el Inca Garcilaso hubiera estado definitivamente del lado del cambio político por muchas razones. Una de las principales es que como buen renacentista y humanista, pero de claras raíces andinas, no descalificaría nunca a una persona por venir de ámbito rural y por el uso de su castellano regional. Es el caso, por ejemplo, del candidato Pedro Castillo. Y es que en todos estos años hemos vivido una dictadura solapa de la derecha criolla, heredera corrupta de la colonia, teniendo como resultado un Perú zombi, donde la gente muere aun teniendo plata. ¿Por qué? Por la discriminación, el racismo y la carencia de hospitales y de educación, abandonados por el afán de lucro y la poca visión de nuestros gobernantes de los últimos treinta años.
El Inca Garcilaso hubiera abogado por un estado benefactor, pero altamente eficiente. Demostró una y otra vez que sus parientes maternos lograron resolver el problema del hambre y la desocupación. Y sin duda, en el contexto actual, que no hubieran esperado ingenuamente que el “chorreo” neoliberal resolviera sus problemas.
No es que estemos planteando un regreso (imposible, además) al Tahuantinsuyo. Solo un despistado podría pensar en eso. Sin embargo, hay mucho que aprender de las soluciones que los antiguos peruanos y los hombres y mujeres andinos de hoy son capaces de crear para salir adelante, priorizando el cuidado de toda la comunidad del país. Y para eso se necesita aceptar que existe una mayoría a la que –ya es hora– le toca hacerse cargo de su propio destino. Hay riesgo, sin duda, pero el riesgo es mejor que el abismo en que ya nos encontramos.
Busquemos un Perú mejor, moderno, pero con más conciencia histórica, no solo para que una minoría egoísta se abastezca de dinero, enfangándonos a todos en el individualismo, sino para que, como nación, y asumiendo nuestras diferencias, podamos recibir con auténtico orgullo nuestro maltrecho y manoseado Bicentenario.