hogar

[Migrante al paso] Hogar. Un concepto peculiar, enternecedor y bastante abarcador, pero qué es en realidad, si es que se puede responder en palabras. No lo creo, es casi una emoción y estas suelen rebasar el límite de lo verbal. En este instante, mañana es sábado, puedo darme el lujo de desvelarme escribiendo. En la cama donde dormí siempre. Mi pitbull de 60 kilos al costado acompañándome. Unos cuantos cigarros. Comida casera después de meses de viaje. Los montículos de libros que fui recolectando tras varios años a la vista, aun no leo todos; ya saben cómo es. Después de jugar PlayStation, como solía hacer antes, se despertó el deseo de escribir. Cuando te gusta, la tentación se enciende en cualquier momento.

2 am; sintiendo libertad, un poco eufórica; en el lugar donde exploré por primera vez la literatura a una edad que no recuerdo. Desde que regresé hace unos días, después de un tiempo considerable, me di cuenta de que puedes mudarte de casa o de país; es imperante el vínculo con el lugar donde creciste y con las personas que creciste jamás deja de ser tu morada. Un lugar donde incondicionalmente puedes regresar. Hay mucho arraigado en todo lo que percibes, los recuerdos que evocas en todo estimulo, son algo singular. Obvio, se pueden crear nuevos hogares y naturalmente se forman otros a lo largo de tu vida. No dudo de la potencia de la idea.

Francisco Tafur
Maui de 60 kilos

La noción de refugio, tanto mental como físico, existe desde antes de ser homo sapiens; esto genera seguridad, comodidad, descanso y estabilidad en la persona. Al estar dentro nos sentimos protegidos; esto sería una aproximación psicológica. Estoy de acuerdo, pero me he basado en una línea de pensamiento lógico deductiva, no soy académico, ni psicólogo. Por lo tanto, jugar a ser Sherlock Holmes ameniza la inspección del caso.  

Es verdad que dormir resguardado por mi perro y poder conversar con mis padres sobre lo que escribo, incluso de fútbol, me hace sentir descanso físico y calma mental. Por supuesto también seguridad, ya sé que estoy grande, pero para ir al médico le sigo diciendo a mi madre que me acompañe, probablemente lo haga siempre. Almorzar la exquisita comida de mi gran amigo Luis, con quien he jugado videojuegos desde épocas colegialas; visitas de amigos de toda la vida; salir y entrar un rato a la casa de mi abuela que está a metros; las sonrisas de tu familia; todo esto me hace sentir comodidad y eleva mi estabilidad emocional. Sin embargo, creo que lo más próximo a una respuesta se cultiva de interpretaciones que le otorgamos, aprender de otras, se manifiesta una invención propia. Estas dos frases me fueron de utilidad para comprender un poco más:

«Como en casa no se está en ningún sitio.»

Goethe, escritor de Fausto

«El hombre feliz es aquel que siendo rey o campesino, encuentra paz en su hogar.»

Judy Garland, trágica actriz reconocida por El Mago de Oz

Alejándonos ligeramente de lo reconfortante, la cantidad personas que han crecido en casas adversas, para varios extremadamente violentas, es más alta de lo que pensamos. Esto deriva en traumas importantes y brutalmente severos y crueles. Por eso espero que esas personas hallen un espacio que genuinamente sea un hogar. El efecto es inconmensurable. Yo tengo la infinita gratitud de haber nacido donde lo hice y crecido en ella. Siempre aparece la nostalgia, pero, en mi caso, la mayoría está llena de algarabía y paz. Podría decir que lo que más conozco es esta casa. Después de la primera noche, vi el jardín y recordaba los primeros “mete gol tapa”. En la cocina pensaba en los manjares que comí ahí. Simplemente escuchar la bulla de estar acompañado es placentero. Desde la lejanía, esa añoranza melancólica y de consuelo te posee en momentos de vulnerabilidad que todos tenemos, curiosamente me despierta motivación. Es difícil de encontrar ese frenesí de optimismo.

Francisco Tafur
Costa Verde

Temprano en el día. Me visitaron amigos a pasar el rato, sin trago. Cigarros y charlas. Estoy convencido de que las risas son esenciales para vivir correctamente. Alguien que no ríe, probablemente algo los atormenta. Por eso, estén pendientes de sus cercanos. Me trasladé a mi infancia. Ir al malecón escondido en la esquina, con vistas a toda la bahía de la costa verde, estaba soleado, pero sin calor; un amigo dice: Ver un paisaje al día es necesario. Efectivamente, en esos cinco minutos, me entró la intriga sobre el hogar. Jugamos un poco de videojuegos como solíamos hacerlo. Comimos Bembos. Fue un gran día todo lo que hicimos. Me sentí revitalizado. Sobre todo, después de un retorno en una aventura emprendida y completada.

En el Hobbit, Gandalf conversa con Bilbo comentándole que, en la aventura, no se puede saber si sobrevivirá, pero si lo hace será una persona distinta. Lo he tenido en mente después de mis dos meses en Japón, mi aprendizaje y mi paciencia se ha enaltecido luego de meditar incontables veces en los lugares sagrados.

Después de 10 años de odisea homérica, Ulises logró llegar a su castillo donde se da un desenlace sangriento que por intervención de los dioses terminó en paz. En La Divina Comedia, Dante completa su travesía junto a su amada Beatrice. Desde el punto de vista un poco obsesivo del amor por parte del autor, tras finalizar el viaje te elevas en el amor. Y el romanticismo no va conmigo, admito que estoy de acuerdo. No es por comparar mis viajes con el nivel de esas épicas, pero te sientes identificado.

Francisco Tafur
En Kamakura, pueblo pequeño de Japón. Lugar de meditación

Viví dos años y medio en Argentina, lo recorrí casi todo. Regresé la navidad del año pasado a Lima, máximo dos meses, y emprendí un viaje a Japón por dos meses. Una semana en Londres y un buen rato en Miami. Hace 2 días volví y tengo que aprovechar este momento. En unos meses ya me mudo. No por las imposiciones absurdas de la edad, sino porque siento que me va a ayudar en mi progreso. Igual vendré bastante seguido para almorzar y ahorrar. Para el hogar es tu lugar de pertenencia primordial y esta casa lo va a representar siempre ya que es donde aprendí lo que significa. Un lugar donde puedo ser libre. Me gustaría que esta casa siga en pie y en uso el día que muera de viejo. Se siente como si los demonios que se escondían detrás los árboles, para luego mudarse a tu interior. Acá se puede jugar con los entes oscuros y volverse buenos amigos. Lo que hacen 2 días. 8 am…

 

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[MIGRANTE DE PASO]Me tuvieron que criar entre algodones según mi madre. Era demasiado sensible ante el ambiente y fácilmente me ahogaba en pensamientos y sentimientos creados por mi propia cabeza. Creaba escenarios disruptivos ante nimiedades. En mis primeros años ya era grande. Siempre contamos la anécdota de que cuando nací, un pequeño salió corriendo y gritando: ¡Mamá, ha nacido un bebé gigante! Pesaba casi 5 kilos.

Sólo me podía cargar mi familia, mi hermano con esfuerzo por el peso, y, Marilú, mi nana. Cualquier otra persona que intentaba cargarme recibía rechazo de los cachetes y ojos grandes. “Ño” fue mi primera palabra. De bebé desarrollé un cariño especial por Mari, quien correspondía a todos mis caprichos. Mis padres le pagaron los estudios y ella salió adelante como una campeona. Cuando recién estaba estudiando practicaba sus cortes de pelo con mi hermano y yo. Después, cada vez que venía a la casa de visita, con morochas o triángulos, yo sentía que había llegado una heroína. Actualmente, es una mujer mega exitosa, no sólo por sus logros económicos sino también por la hermosa familia que ahora tiene. Hasta el día de hoy sólo me siento cómodo si ella me corta el poco pelo que me queda. Conversamos y reímos con anécdotas. Si alguna vez necesito un consejo de vida se lo pediré. Su aptitud de sobreviviente se asemeja a la de una tigresa en la jungla.

Ya de niño, desde kínder hasta sexto grado de primaria, una familia entera compartía casa con la mía. Mis padres se aseguraron de que quien trabaje en la casa tenga planilla y seguro como si fuera una empresa. No había diferencia entre las comidas y en gran parte mi crié en la cocina. Mis padres trabajaban hasta tarde. Era una relación totalmente distinta a la que veía en casas ajenas de familias privilegiadas como la mía. Por esa razón particular nunca me llevé bien con ellos, ahora más grande entiendo que eran hogares que creían que la servidumbre seguía existiendo y tenían complejo de hacendado. Me generaba rechazo.

Manuelita, que para mí tenía 100 años; Elena por quien sentía un gran amor; Julián, el desgraciado de su esposo; Carla y Juan Carlos, los hijos con quienes jugábamos todos los días. Era una familia disfuncional por el maltrato del padre. Mis padres lo notaron después, mi hermano no confiaba en ese desagradable ser, pero como siempre fue de tener enamoradas pasaba las tardes con ellas o hablando por teléfono. Yo me gané con varias anécdotas que no debí presenciar a esa edad.

Por alguna extraña razón que aun no entiendo nunca dije ni una palabra, me mantenía mudo. Recuerdo a Juan Carlos con el puño levantado amenazando a su padre con pegarle. Yo saqué fuerzas, tal vez por mi entrenamiento karateka, para detener el conflicto midiendo menos de un metro y medio. Resulta que Julián era sacavueltero, pegalón, borracho y policía. Manchó la imagen de esa profesión que tenía engrandecida por mi abuelo, que nunca conocí, pero también fue policía.  Hasta ahora la palabra “policía” en lugar de darme seguridad me da desconfianza.

Hubo muchas experiencias desagradables, pero mis recuerdos son de un ambiente amoroso y divertido que pasé con ellos. Los quería y moldeé mi personalidad en ese entorno. Un fin de semana llegó Elena con el ojo morado. Mi padre no soporta las injusticias y nos protegía ante cualquier posible daño. Es de armas tomar. Tuve la ventaja de nunca verlo agachar la cabeza cuando era necesario defenderse y de sí hacerlo cuando lo ameritaba. Tras la muerte de uno de sus hermanos se distanció, no conozco los detalles, pero el recuerdo de verlo pedirme perdón es de las memorias que más atesoro. Ante la cara golpeada de Elena dio un ultimátum. Ellos podían quedarse todo lo que querían, pero Julián no volvería a pisar la casa.

Fue un domingo cultural donde íbamos en familia a museos o a conocer distintos lugares. Esta vez fue un largo camino hacia Chincha para conocer la historia de La Melchorita. Yo recuerdo el camino lacrimógeno y extraño. No llegaba a comprender bien, pero era lo suficientemente susceptible para percibir lo que pasaba. Después del largo día llegamos de vuelta a la casa. Yo corrí hacia el cuarto de Elena y ya no había nada, ni el más pequeño rastro de su existencia. No hubo despedida, fue una desaparición por completo. Mi vida dio un vuelco sin retorno y ya de grande, gracias a terapia, me di cuenta de lo fundamental que fue ese momento para mi desarrollo. Era niño y un pedazo de mi vida había sido extirpado, en ese momento todo se reducía a que habían escogido a Julián sobre mí. Sentí por primera vez el abandono y de manera brutal.

Mi vida escolar medida en notas se vio afectada y la pregunta estúpida de una profesora que me hizo elegir entre mis calificaciones y mis amigos detonaron una rebeldía y disidencia en la que renací y determinaron lo que soy hoy. La vida era equivalente a un sinfín de oportunidades y la muerte era la eliminación determinante de ellas. ¿Por qué tengo que ir al colegio? ¿Debo estudiar para después ir a la universidad? ¿Luego trabajar en algo que no me gusta y morir? ¿Como una gallina sacrificada porque ya no pone huevos? Le saqué el dedo medio a esa solicitud impuesta por el caos que llamamos orden o mundo. No era lo mío. Viví bajo la ilusión de que yo iba a decidir mi propia muerte. Detestaba cualquier sistema moral o de vida externo que me querían imponer. Hice de mis palabras puñetes que impacten a quien sea que quisiera normalizarme. Entendí el beneficio de no encajar y que la vida es más que estudio y dinero. Opté por un camino de cuestionamientos y contemplación.

Ya en secundaria comenzó a llevarme al colegio John, quien me enseñó que no todo es juego y diversión, y Luis, que para mí es el mejor cocinero, me enseñó a defenderme de quien sea y como sea. Tras innumerables pichangas, noches de PlayStation y conversaciones sobre la vida se volvieron mis hermanos y nunca dejarán de serlo. Yo no era jefe de nadie y siempre se mantuvo una relación de igualdad. Agradezco el ambiente que se creó en mi hogar y no haber caído en las creencias ridículas de otras familias.

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