Se encuentra en lo gratificante de ganar dinero, en salir victorioso de un partidito de futbol, también cuando la razón está de aliada en una discusión; mientras sucede emanamos poder, lo despertamos de nuestra mente y actitud. Volteando la moneda, en ese incómodo instante en que le damos propina a una persona de las calles, se siente un perverso dominio, perverso, pero natural. Al decirle que no a un lavaparabrisas pareces volverte cruel. Ese frenesí maniaco es comparable con el efecto de la cocaína; lamentablemente puedo dar verdad en esa equiparación. Supremacía, altivez, temeridad, mirada soberbia y tono seguro. Eres capaz de todo. Una delirante autopercepción de conquistador bombea por nuestras venas, pero como nos ha puesto en evidencia la historia, esto posee una crueldad cegadora y letal. Una sanguijuela para el apetito de vida. Recordemos a Nerón, quemó Roma por caprichos. 

2019. Alan García se disparó en la cabeza evitando ser capturado. Era alguien megalomaníaco y para ese tipo de personas ser denigrado puede ser peor que la muerte. No había pasado mucho desde que salí del colegio cuando ocurrió, pero lo recuerdo; existían conflictos personales indirectamente y me parece unos de nuestros peores dirigentes. Hace mucho, en la inauguración del Gran Teatro Nacional, entre techos altísimos, joyas, personalidades reconocidas y lujo, lo vi. Era gordo, rojo, y bastante risueño en realidad, eso lo distinguía desde la lejanía. Yo era niño aún. Iba a empezar el musical y me crucé al costado de esta gigantesca sombra, un oso caminaba a menos de un metro. Era el expresidente aprista, su tamaño era imponente y debo aceptar que me sentí minimizado, tenía aura intimidante. Igual aparentaba desdén, de niño los juegos egocéntricos de poder me entretenían. En la aventura heroica en la que vivía como niño, este troll era un adversario que no quería enfrentar. Por primera vez respiré la obsesión del poder.

Francisco Tafur
Alan García mirando, sin mostrar alteración alguna, a decenas de presos. Esta foto es una de las que mejor lo retrata.

Primero o segundo de primaria, los recuerdos infantiles son casi atemporales, rodeado del colorido de un salón infantil, entre pequeñas y balanceables sillas de madera, todos saltábamos jugando. Un amigo, de esos que van quedando en el olvido, me golpeaba en la mandíbula disimuladamente, aguanté tres impactos hasta reaccionar. Flexioné las rodillas para incorporar la postura, espalda recta, puño en la cintura, ojos en el blanco, potencia, rotación perfecta y un medido pero fuerte puñete. La boca del estómago dañada doblega a cualquiera, sin importar la fuerza. La concentración karateka de mi mirada se diluía a cada gesto y lágrima de mi amigo, estaba asustado y entristecido de lo que había hecho, creo que fue la primera vez que usé el poder de manera infantil y violenta. Si aun lo recuerdo tiene que haber sido un hecho importante. Qué tan natural es a nosotros el demostrar poderío. Probablemente sea inherente. En mi inmadura cabeza me sentí grandioso, pero terrible a la vez, como le advierte Olivander a Harry Potter sobre Voldemort, la representación del deterioro por la ambición. 

Investigando uno se lleva sorpresas, el mitológico y temido rey vikingo, Ragnar Lothbrok, acechaba todo Europa ganándose la fama de un demonio para las civilizaciones occidentales. Dice: El poder atrae a los peores y corrompe a los mejores. Requiere sabiduría, vivencias, estudio y una contemplación férrea para poder controlar la ferocidad de ser dominante. Tenía 11 años, en el mall de Caminos del Inca, dentro de un local llamado Gamespot. Mi hermano y yo, junto con los Carrera, otros dos hermanos y amigos desde lo inmemorable, estábamos en este local de cartitas de juego. Nos habían dejado ahí unas horas antes de ser recogidos. Unos manganzones, como mi padre llamó a alguno después, hacían torneos, intercambiaban y tenían álbumes donde guardaban sus piezas más atesoradas. Gordos, pelados, lampiños, pero con la poca barba que tenían, lo dejaban crecer. Ahorita me parecerían insignificantes. En este lugar que olía a deterioro sucedió una de mis mayores lecciones de poder, tienen temple los pocos que flexibilizan el poder. Si es parte nuestro, también debe usarse. 

Francisco Tafur
La carta Magic de 20 dólares que me robé. La ira de Dios

Traviesos, por costumbre existían roles asignados en nuestra dinámica clásica, Nosotros dos, los menores, comenzamos a preguntarle por su álbum. Mientras lo distraían, por un lado, yo sacaba sutilmente La ira de Dios, fue tan traumático que hasta me acuerdo el nombre. Caminé y alejándome, antes de llegar a la puerta escucho un alarido grave dirigido hacia mí. Paralizado se aproximó una pared. 1.80 metros vs 1.20.

—! Oe! Chibolo. No te creas pendejo. Me has robado —solo contenía furia en esos gestos.

—Yo no he sido —levanté los brazos y se cayó la carta. Me puse pálido, mi pandilla me defendió. Éramos muy pequeños.

— ¡Huevón! —Me gritó por última vez, nunca me olvidaré de ese rostro deforme de frustración. Para colmo me banearon, un niño de 11 años prohibido de entrar en un lugar de juegos. Si ya sé que hice mal, pero solo era un pequeño. 

Ahí sentí el lado abusivo del poder, es aplastante, sofocante y ocurre a diario a nuestros alrededores. Claramente en situaciones abismalmente peores a lo que estoy contando. Nos recogieron. Perceptivo, mi padre se dio cuenta de que algo pasaba, llegamos al carro. Lágrimas. ¡¿Qué pasó?!, preguntó fuertemente, no era usual cuando éramos chicos. Cachorro, mi amigo, el astuto, contó lo sucedido. Rodrigo acompáñame, dijo la voz gruesa a mi hermano mayor. 

Francisco Tafur
Afiche soviético colgado en mi baño, la golpiza de los poderosos.

Como toda familia, la mía también tiene sucesos que quedan en el misterio. Yo no lo presencie, pero escuché lo que escuché, fue potente. Cuerpo fuerte, manos grandes, ceño fruncido y movimientos bruscos. Entre gritos atolondrados buscó al barbudo jugador de cartas, mayor de edad. Lo puso en su sitio a la vieja escuela. Enfrentamiento directo. Ahí quedó. Hice mal, pero fue una travesura. Yo hubiera hecho lo mismo, un abuso a alguien cercano rebasa mi límite de paciencia. Ese caso fue un buen manejo del uso de poder. Como comentaría Albert Einstein la combinación entre sabiduría y poder está casi extinta. Sería un reto nombrar a tres con esas características.

En el colegio me sentía invencible. Era bueno en fútbol, peleaba bien, amigo de todos y con un hermano mayor que me protegía junto con toda su banda. Era intocable. Enaltecido y, a veces pleitista, pero si buscaba rivales era en gente más fuerte. A la larga te das cuenta de que quienes buscan poder exterior solo son infantes con cuerpo de adulto. Una vez tenía que sacar un documento de migraciones en Argentina, no lo iba a poder lograr si no fuera por contactos familiares. En la larga fila, «que pase el invitado de»… prefiero no mencionar nombres. Las miradas me apuñalaban en la nuca mientras yo optaba por no ver a nadie. Repulsión y disgusto padecía en ese momento, como advertir el llanto de un perro.

Cuando pensamos en poder, se nos viene a la cabeza el estado o dirigentes, es normal, ellos son los poseedores y aplastadores. De adolescente soñaba con un ciclo de dominancia que no implique opresión, todo quedó en ideas, pero sería hermoso. Hace unos días veía un documental del ascenso de Hitler y todo el preámbulo a la guerra es bastante parecido al panorama actual. Trump y Le Pen aproximándose al poder. Orbán en Hungría. Netanyahu y Hamas. Putin, el nuevo Mefisto. Kenia al borde de la guerra civil. Odio a los inmigrantes y puras mentiras epidemiológicas. Esto es de temer. Cuando menos lo sepamos ya estaremos en un punto de no retorno. No más poder al poder, pero parece inevitable, como una epifanía de caos estruendoso.

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Poder

[Migrante al paso] La oscuridad. Donde no puedes ver y sólo absorbes sombras. Ahora que transcurro un periodo minado por momentos nostálgicos pienso en esta idea difícil de percibir y tan primitiva como el ser humano. Lo opuesto sería la luz. Son interdependientes. Comparten un vínculo de mayor antigüedad que el universo mismo y jamás se detendrá. La carga de maldad que le hemos dado al concepto es abrumadora. Rust Cole, Matthew McConaughey en la aclamada serie True Detectives, dedican la última estrofa a decir que la batalla siempre es una: la guerra entre la oscuridad y la luz. 

Recuerdo que, en noches oscuras, de pequeños, mi hermano era quien se pasaba a mi cama por miedo, él es mayor. Quien iba por agua en la madrugada, era yo. Me consideró bastante miedoso, pero no cobarde. Curiosamente, lo desconocido siempre me llamó. Recuerdo el cuarto oscuro por donde teníamos que pasar para ir al baño. Era un tramo de prueba y superación espiritual mediante las coqueteadas con lo tenebroso. Esa puerta en, el fondo del pasillo, de una renegrida inconmensurable representaba aprensiones profundas, infantiles y de las hendiduras de nuestra psique. Con la imaginación inocente se podían formar apariencias. Ese portal negruzco, reflejaba en su telón de penumbra lo que de niño es imposible comprender. 

La biblioteca de mi casa contenía magia, conocimiento y era una fuente de tremenda adoración tenebrosa, es particular que el núcleo hogareño de cognición tenga carácter lóbrego. Suelo pensar en eso inusualmente. Evocando a mi época nietzscheana; cuando veía esta oscuridad, máximo 1 metro de altura, pelo largo y ojos que no conocían la derrota; considero que a eso se refería el filósofo al decir que, si miras mucho tiempo dentro del abismo, el abismo también mira dentro de ti. Entre los 5 y 12 años solo pude pararme frente al hoyo negro unos veinte minutos, tal vez exagero.

Francisco Tafur
Marlon Brando como Kurts en Apocalipsis Now, película basada en El corazón de la Tinieblas.

 

Joseph Conrad, que indaga dentro de lo nebuloso en su obra maestra: El corazón de las Tinieblas. Mientras lo leía, lentamente página por página lejos de mi país me cautivó lo analítico y poético de sus temáticas. En ese momento incrementó mi interés:

«Nadie puede escapar de las tinieblas del corazón humano.»

«La guerra es tan oscura como el corazón que la engendra.»

Joseph Conrad. Citas que se dan durante el tenebroso viaje del joven Marlow en busca del perverso y loco Kurts.

Se entiende que la oscuridad es parte de nosotros y probablemente abarque la mayor parte. Como complemento necesario de la claridad, al ser imposible separarlas, si se conocen se entienden muchas cosas de uno mismo, se entiende lo que jamás creíste poder. Está en mi entreverada memoria lo que sentía cuando estaba frente al hueco caja de pandora. Me imaginaba un jabalí colosal que en cualquier momento iba a arremeter contra mí. A veces me alucinaba una figura femenina, alta y con la mirada posada sobre mí. Tal vez lo más potente fue cuando un niño de mí misma silueta y estatura parecía retarme desde su guarida invidente. Pasó de todo, pero nada comprobable. Pocas veces la puerta estaba cerrada y cuando me acercaba temblorosamente al abrirla superando el temor solo vi tinieblas. «Solo aquellos que se adentran en el corazón de las tinieblas comprenden la verdadera naturaleza del hombre», dice el autor mencionado. Y por más peligroso y temerario que sea, estoy de acuerdo. Por más que en el camino nos embosque severidad y probablemente una sin fin. 

Francisco Tafur
Representando al escondite secreto, el mundo detrás de la cortina verdosa.

 

Durante mi primera década de vida. Una calle barranquina llena de buganvillias y sin salida. Solía montar patines en las cercanías de mi casa, como tenía permitido Luego de avanzar media cuadra desde mi casa, hacia el mar te interrumpe una muralla de arbustos frondosos. Justo después de una pequeña pendiente por donde nos deslizábamos en skate. Mas de una vez nos empotramos con la pared verde, a veces tragabas hojas. La pared verde aparentaba ser impenetrable. Con la caña que se saca al vivir en un barrio, encontramos un camino para adentrarnos casi gateando entre espinas y gruesas ramas. Desembocabas en las ruinas de lo que alguna vez fue una casa. Restos de estructuras graffiteadas, un arco, una cama en un hueco al que nunca nos atrevimos a bajar. El paisaje con el mar al frente desde arriba del acantilado era de ensueño. Jugábamos horas ahí. 

Esta morada se volvió una localidad destacada para mi vida. Miles de leyendas e historias de terror sobre el deshabitado y desamparado rincón. Ahí incinerábamos nuestros cuadernos de fin de año. Nunca fuimos de noche, pero compartía el misterio de la penumbra. Se instaló como parte de mi cosmovisión por lo oscuro. Ese spot desapareció de nuestras vidas cuando construyeron un edificio espantoso ahí mismo. Igual como fue mi primer escondite al exterior de mi casa se mantiene reservado dentro mío como un hogar para espíritus interiores. 

Francisco Tafur
La oscuridad enseñándole a un infante

Los niños generan fobia a la oscuridad. Es muy común que un chico pida que apaguen las luces para dormir. Yo creo que en el desarrollo sigue despertando íntegra la oscuridad, tal vez ya deja de ser extraña en algún momento. De repente luego de apagar la luz todo es más deslumbrante. Todos henos sentido cuando vas a un lugar de la casa estando todo apagado y hemos corrido huyendo de fantasmas atolondrados que te persiguen. Es ahí donde viven los espectros. Y algunos focos te protegen Ya más grande al darte cuenta de que no se puede matar la sombra de lo profundo, tienes que vivir con ella.

Esto se transforma, y ahora tanto en pensamientos constantes como abruptos se encuentra lo más primordial de lo desconocido y oscuro. Antes de dormir cuando te posee la melancolía y sientes a la oscuridad entras en un remolino que te succiona lo que te alumbra, como se da en la frustración e irritabilidad. También con la ira y violencia que desencadena nuestra especie. Se siente en la cara cuando algún tipo de humor causado por razones cuestionables. Ahí se saborea y se hace propia la verdadera oscuridad pegajosa de nosotros mismos, nuestro yo. Ahora se puede usar tanto el silencio como lo oscuro para aprender de nuestras conductas. Por eso odiaba el slogan de la PUCP, Et Lux in Tenebris Lucet, la oscuridad debe atravesarse a ciegas. Escribiendo esto solo a luz de vela me doy cuenta de la productividad de lo sombrío 

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[Migrante al paso] Hogar. Un concepto peculiar, enternecedor y bastante abarcador, pero qué es en realidad, si es que se puede responder en palabras. No lo creo, es casi una emoción y estas suelen rebasar el límite de lo verbal. En este instante, mañana es sábado, puedo darme el lujo de desvelarme escribiendo. En la cama donde dormí siempre. Mi pitbull de 60 kilos al costado acompañándome. Unos cuantos cigarros. Comida casera después de meses de viaje. Los montículos de libros que fui recolectando tras varios años a la vista, aun no leo todos; ya saben cómo es. Después de jugar PlayStation, como solía hacer antes, se despertó el deseo de escribir. Cuando te gusta, la tentación se enciende en cualquier momento.

2 am; sintiendo libertad, un poco eufórica; en el lugar donde exploré por primera vez la literatura a una edad que no recuerdo. Desde que regresé hace unos días, después de un tiempo considerable, me di cuenta de que puedes mudarte de casa o de país; es imperante el vínculo con el lugar donde creciste y con las personas que creciste jamás deja de ser tu morada. Un lugar donde incondicionalmente puedes regresar. Hay mucho arraigado en todo lo que percibes, los recuerdos que evocas en todo estimulo, son algo singular. Obvio, se pueden crear nuevos hogares y naturalmente se forman otros a lo largo de tu vida. No dudo de la potencia de la idea.

Francisco Tafur
Maui de 60 kilos

La noción de refugio, tanto mental como físico, existe desde antes de ser homo sapiens; esto genera seguridad, comodidad, descanso y estabilidad en la persona. Al estar dentro nos sentimos protegidos; esto sería una aproximación psicológica. Estoy de acuerdo, pero me he basado en una línea de pensamiento lógico deductiva, no soy académico, ni psicólogo. Por lo tanto, jugar a ser Sherlock Holmes ameniza la inspección del caso.  

Es verdad que dormir resguardado por mi perro y poder conversar con mis padres sobre lo que escribo, incluso de fútbol, me hace sentir descanso físico y calma mental. Por supuesto también seguridad, ya sé que estoy grande, pero para ir al médico le sigo diciendo a mi madre que me acompañe, probablemente lo haga siempre. Almorzar la exquisita comida de mi gran amigo Luis, con quien he jugado videojuegos desde épocas colegialas; visitas de amigos de toda la vida; salir y entrar un rato a la casa de mi abuela que está a metros; las sonrisas de tu familia; todo esto me hace sentir comodidad y eleva mi estabilidad emocional. Sin embargo, creo que lo más próximo a una respuesta se cultiva de interpretaciones que le otorgamos, aprender de otras, se manifiesta una invención propia. Estas dos frases me fueron de utilidad para comprender un poco más:

«Como en casa no se está en ningún sitio.»

Goethe, escritor de Fausto

«El hombre feliz es aquel que siendo rey o campesino, encuentra paz en su hogar.»

Judy Garland, trágica actriz reconocida por El Mago de Oz

Alejándonos ligeramente de lo reconfortante, la cantidad personas que han crecido en casas adversas, para varios extremadamente violentas, es más alta de lo que pensamos. Esto deriva en traumas importantes y brutalmente severos y crueles. Por eso espero que esas personas hallen un espacio que genuinamente sea un hogar. El efecto es inconmensurable. Yo tengo la infinita gratitud de haber nacido donde lo hice y crecido en ella. Siempre aparece la nostalgia, pero, en mi caso, la mayoría está llena de algarabía y paz. Podría decir que lo que más conozco es esta casa. Después de la primera noche, vi el jardín y recordaba los primeros “mete gol tapa”. En la cocina pensaba en los manjares que comí ahí. Simplemente escuchar la bulla de estar acompañado es placentero. Desde la lejanía, esa añoranza melancólica y de consuelo te posee en momentos de vulnerabilidad que todos tenemos, curiosamente me despierta motivación. Es difícil de encontrar ese frenesí de optimismo.

Francisco Tafur
Costa Verde

Temprano en el día. Me visitaron amigos a pasar el rato, sin trago. Cigarros y charlas. Estoy convencido de que las risas son esenciales para vivir correctamente. Alguien que no ríe, probablemente algo los atormenta. Por eso, estén pendientes de sus cercanos. Me trasladé a mi infancia. Ir al malecón escondido en la esquina, con vistas a toda la bahía de la costa verde, estaba soleado, pero sin calor; un amigo dice: Ver un paisaje al día es necesario. Efectivamente, en esos cinco minutos, me entró la intriga sobre el hogar. Jugamos un poco de videojuegos como solíamos hacerlo. Comimos Bembos. Fue un gran día todo lo que hicimos. Me sentí revitalizado. Sobre todo, después de un retorno en una aventura emprendida y completada.

En el Hobbit, Gandalf conversa con Bilbo comentándole que, en la aventura, no se puede saber si sobrevivirá, pero si lo hace será una persona distinta. Lo he tenido en mente después de mis dos meses en Japón, mi aprendizaje y mi paciencia se ha enaltecido luego de meditar incontables veces en los lugares sagrados.

Después de 10 años de odisea homérica, Ulises logró llegar a su castillo donde se da un desenlace sangriento que por intervención de los dioses terminó en paz. En La Divina Comedia, Dante completa su travesía junto a su amada Beatrice. Desde el punto de vista un poco obsesivo del amor por parte del autor, tras finalizar el viaje te elevas en el amor. Y el romanticismo no va conmigo, admito que estoy de acuerdo. No es por comparar mis viajes con el nivel de esas épicas, pero te sientes identificado.

Francisco Tafur
En Kamakura, pueblo pequeño de Japón. Lugar de meditación

Viví dos años y medio en Argentina, lo recorrí casi todo. Regresé la navidad del año pasado a Lima, máximo dos meses, y emprendí un viaje a Japón por dos meses. Una semana en Londres y un buen rato en Miami. Hace 2 días volví y tengo que aprovechar este momento. En unos meses ya me mudo. No por las imposiciones absurdas de la edad, sino porque siento que me va a ayudar en mi progreso. Igual vendré bastante seguido para almorzar y ahorrar. Para el hogar es tu lugar de pertenencia primordial y esta casa lo va a representar siempre ya que es donde aprendí lo que significa. Un lugar donde puedo ser libre. Me gustaría que esta casa siga en pie y en uso el día que muera de viejo. Se siente como si los demonios que se escondían detrás los árboles, para luego mudarse a tu interior. Acá se puede jugar con los entes oscuros y volverse buenos amigos. Lo que hacen 2 días. 8 am…

 

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[MIGRANTE AL PASO] La ciudad del pecado, como dice mi abuela. La última vez que vine a Las Vegas tenía 12 años y los espectáculos fueron impresionantes. Ahora ya me dejan entrar a los casinos, no me encanta apostar, pero ir con mi abuela y mi tío es divertido. Ves de todo. La gente pierde el control. Por más que esta ciudad representa cosas que generalmente diría que no me gustan como la extravagancia, la fiesta y el despilfarro, mentiría si dijera que no la he pasado bien. Por no decir increíble. Todo está hecho para que te sientas bien. Vivir como santo termina aburriendo y no tiene nada de gratificante.

Después de instalarme en el hotel salí a caminar hacia un dispensario de marihuana. No fumaba hace tiempo y valía la pena conocer estos lugares legales acá. Parecía un mall solo para eso. Desde restaurantes y gaseosas a la planta en sí. Es el paraíso de los fumones. Yo creo que debería ser así en todo el mundo. Al volverlo legal combaten el narcotráfico, generan ingresos y está todo regulado. Es mejor que dejarlo descontrolado. Aparte, comparado con sustancias legales es menos dañino y adictivo, como el alcohol. Igual depende de la persona, a mí en lo personal no me hace bien, pero de vez en cuando no pasa nada. Regresando me acordé que de chico un señor se nos acercó para decirnos que los ojos se le saltaban por el calor y el clima seco. Es una ciudad en mitad del desierto. Ahora estábamos a 42 grados.

Les di el encuentro en el casino y después del calor intenso, lo que había fumado y el alboroto del casino sentía que estaba en otro planeta. Entre mi abuela que conversaba con la máquina, diciéndole «que sea considerada», y un chino desquiciado que golpeaba los botones compulsivamente me comencé a marear. Con las justas sabía mi nombre. La gente grita, hay demasiado movimiento y las personas hacen lo que les da la gana. Me tomé una coca cola y me fui a dormir. Los hoteles son de lujo. Ves tiendas Cartier, McLaren, Balenciaga y otras marcas carísimas adentro. Todos los grandes tienen casino menos la torre de Trump que es espantosa. El cuarto tenía vista a todo el desierto y la cama era espectacular. Parecía que estabas flotando mientras dormías. No me quería despertar en las mañanas de lo cómodo que estaba.

Los hoteles suelen estar ambientados con algún tema. Pueden ser ciudades conocidas del mundo, circos o teatros. En algunos simulan lluvia que cae del techo. Son inmensos, cada uno es como un pueblo pequeño. Los más grandes tienen hasta 4 mil habitaciones. Dicen que durante la pandemia parecía una ciudad fantasma, todo cerrado y si le quitas los turistas pierdes un gran porcentaje de la gente. La ciudad fue construida para turistas y todo gira alrededor de ellos.

Visitamos The Sphere, una esfera gigante con pantallas que proyectan lo que quieran. Yo vi la luna y un minion que hacía muecas. Es alucinante. De verdad parece real. Ver al pequeño villano amarillo burlándose de la ciudad fue genial. Cuando entras al auditorio ves la pantalla, la más grande del mundo, que parece que se te va a caer encima. Los asientos eran demasiado empinados para mi abuela así que lo vimos de arriba. Viajar con alguien mayor es lo mejor porque pasas rapidísimo a donde vayas y te atienden mejor. Acá nos llevaron por un lugar donde nadie tenía acceso.

Francisco Tafur 

El show es una película con una resolución en 18K, los mejores televisores llegan a 5 o 6. «A postcard from Earth» se llama el documental y te muestran lugares reales impresionantes. Todo filmado con cámaras especiales. Parece que estas metido en la pantalla o volando. Aparte, cuando muestran escenas de viento, no sé cómo hacen, pero lo crean, hasta sientes frio. Es impresionante y entiendes por qué costó 2.6 billones de dólares en construir. Probablemente en el futuro cada gran ciudad va a tener su propia esfera.

El ultimo día fuimos a un nuevo espectáculo, lo anunciaban por todos lados, hasta en el aeropuerto. Se llamaba Awakening. El teatro en si es de mayor nivel que cualquier otro que haya ido, incluyendo los de Broadway y Londres. Cada asiento tenía su propio sonido y el escenario era una locura. Se podía dividir, subir y bajar de cualquier forma posible. La escenografía, los trajes, las máscaras y los bailes te dejaban sin palabras. Estaba construido para una experiencia inmersiva al cien por ciento. La música electrónica a todo volumen y las luces te hacen olvidarte de todo a la fuerza. Lamentablemente tuvimos que salir a la mitad por una emergencia médica y conocí la otra cara de la ciudad.

Francisco Tafur 

Fuimos al hospital Sunrise y mientras esperábamos vimos de todo. Obligamos a mi abuela a que se ponga mascarilla porque nunca se sabe en estos lugares, pueden ser foco de cualquier cosa. Al final por lo que veía yo también me puse. Los homeless encuentran refugio del calor en estos lugares y me parece bien, a esas temperaturas pueden morirse si no están bien alimentados o hidratados. Pero ves personajes realmente locos. También pueden pedir que les den un poco de comida. Una señora llamando a su hijo porque no sabía dónde estaba ni cómo había llegado ahí; gente borracha y drogada; y, un loquito que se había escapado del cuarto donde lo atendieron que se paseaba entre las sillas solo con su traje de paciente.

Felizmente no pasó nada y solo fue un susto. Igual conocimos ese lado de la ciudad que los turistas no llegan a ver así nomas. Ayuda a tomar perspectiva de que todo lo que ves esconde un mundo oculto y drásticamente menos placentero que lo que se suele pensar de Las Vegas. Es una ciudad de locura desmedida y puede pasar de todo. Es literalmente como las películas. Vale la pena escaparse de la realidad unos días en este lugar. Pero esto puede significar la perdición para muchos que son consumidos por la ciudad misma.

[MIGRANTE AL PASO] Después de meses fuera de Lima esperaba regresar y ver a mi perro amigo, Quipu. Lamentablemente, ya no va a ser posible. Voy a extrañar su esponjoso pelo y sus ojos celestes, casi blancos, que parecían ver a través de ti. Vivió casi 16 años, que es un tiempo bastante largo para un siberiano. Ya sabía que era inminente, pero igual me agarró por sorpresa. Pensaba que me iba a esperar antes de su final. Cuando he estado lejos, donde la nostalgia te invade sin aviso y se hace doloroso, él también invadía mis sueños a manera de consuelo. Como si me hiciera compañía desde la distancia. Me llegó la noticia hace unos días y fue inevitable recordar momentos que compartimos. Soy una persona que tiene miedo de aceptar el pasado como tal, me aferro a pensar que momentos menos preocupantes ya no continúan. Ya me ha pasado con otras mascotas, pero esta vez se siente como el fin de una etapa. Ya soy adulto sin lugar a duda y debo admitir que no me encanta. La única opción para mí es no tomarme las cosas muy en serio, de lo contrario todo es muy abrumador y la verdad que prefiero pasar el tiempo relajado. 

Todo avanza y no siento gran estima por lo que se espera de personas de mi edad. De hecho, aborrezco cualquier expectativa que ponen sobre las personas sin ningún sentido. Busco abrigo en mi memoria y me siento más cómodo. Cuando fui a recoger a este perro yo estaba en el colegio. En tercero o cuarto de secundaria, no lo recuerdo bien. Era una bola de pelo que se molestaba cuando lo incomodaban. Las manchas negras en la cara hacían que parezca que estaba frunciendo el ceño, después se le borraron.  No creo que exista algo después de la muerte, pero una amiga me escribió diciendo que Quipu ahora está en el cielo jugando con mis otros perros y sentí consuelo. Espero que algo así sea cierto. En sus últimos meses ya no podía subir escaleras y lo teníamos que subir al cuarto de mis padres para que duerma tranquilo, ladraba para que lo carguen. Siempre mantuvo una compostura altiva y se entendía porque era el rey de la casa. Le hacían acupuntura y terapia de electricidad para que se mantenga bien. Si alguien va a tener un perro es para tratarlo como familia, si no es mejor no tenerlo. 

Francisco Tafur 

Ahora que ya no está, me siento desfasado. La ilusión en la que entran la personas cuando crecen no me llena el alma, por el contrario me hace pensar que las personas siempre fueron ridículas y tontas. Me sentía más cómodo en compañía de mis perros. Cuando era chico y me dejaba vencer por el sentido que se le suele dar a la realidad me acurrucaba en el pelaje de mi amigo esponjoso y mis sentimientos se diluían. Toda la vida fui un desadaptado de alma canina. Estos seres glotones, con colmillos y cara atontada parecían entenderme más que profesores o personas externas a mi núcleo pequeño de familia y personas. Aprendí de ellos que mi manada es más importante que todo lo demás. Es mejor estar rodeado de gente que te comprende más allá de lo que expresas verbalmente. 

Siempre fui más inteligente que los demás y solía desesperarme cuando tenía que socializar con otros, incluso me generaban inseguridad. Ahora ya me di cuenta de que no tengo nada que demostrar y todo es más fácil. Ya solté insultos y escupitajos hacia personas que se creen dueños de la verdad y moral. Ya pasé más tiempo de lo debido deprimido y triste. Ya creí que el mundo no tenía esperanza. Ya malgasté mis palabras tratando de refutar perspectivas de la vida que están vacías de tanta explicación. Ahora prefiero disfrutar de lo que tengo, sin necesidad de vomitar mis opiniones sociopolíticas y demás. Después de todo, me di cuenta de que lo bonito de la vida no se encuentra ahí, sobre todo en el país que vivimos. Es un lugar donde quejarse de todo se ha vuelto la regla, donde las propias carencias se vuelven exigencias hacia los demás. Una de las lecciones más grandes que recibí de mis mascotas es que se puede ser feliz compartiendo con las personas cercanas sin perder el tiempo en intentar demostrar que tu forma de pensar es lo correcto. Ni siquiera es necesario hablar. Solo lo hago porque me gusta escribir, no me miento diciéndome a mí mismo que lo hago por un aporte cultural y mucho menos moral, me sentiría patético. 

Francisco Tafur 

Quipu era el perro más bonito que he visto, cada vez que lo paseaba se acercaba gente de todo tipo para acariciarlo. Con mis amigos bromeábamos diciendo que era un perro legendario. Solo una vez pude notar que le tenían miedo. Estaban haciendo unos arreglos en la casa y yo estaba en mi cuarto con la puerta cerrada. Uno de los trabajadores iba a abrir la puerta y se detuvo porque su compañero le dijo: cuidado que ahí está el lobo. Yo me maté de risa. Su forma de expresar cariño era peculiar. Cuando estaba dormido se acercaba y me lamia la cara solo una vez y se iba. Cuando había invitados hacía lo mismo con la gente que quería acariciarlo. Parecía atorrante, pero solo era tímido. Cuando eran mis amigos de toda la vida se quedaba en el medio de la reunión para que todos le hagan cariño. Siempre extrañaré ese comportamiento especial. Me sentía reflejado en él. 

Siempre quedaran en mis recuerdos cuando pasaba días enteros acompañado de mi compañero canino, viendo películas o leyendo. Cuando le mordió la oreja a un gran danés. Cuando nos alejábamos mucho de la casa y me empujaba para regresar. Cuando comía echado. Cuando miraba a los extraños como juzgándolos. Cuando ponía su hocico cerca de mi comida para que le dé. Cuando mi abuela lo elogiaba, diciendo que era su favorito. Infinitas situaciones donde él parecía ser el protagonista.  Por más que sea doloroso cuando es hora de despedirse de una mascota, estoy seguro de que tendré más amigos peludos en mi vida. Simplemente, me siento mejor cuando vivo con uno de ellos. 

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Perros

Un día de sol en inverno. Mucho viento repentino. Lluvia un poco fuerte, sólo un poco más que la llovizna a la que estamos acostumbrados. Basta un poco de clima anómalo para sospechar que va a ocurrir un terremoto en cualquier momento. A pesar de que no tenga nada que ver una cosa con la otra, es verdad. Parte de la peligrosidad de un sismo es que no se puede predecir y debido a que nos encontramos sobre la convergencia de la placa de Nazca y la Continental suelen ocurrir. Es un miedo comunal y nunca falta quien cree que el siguiente va a ser catastrófico.  Yo comparto el temor. Si bien no vivo pensando en eso, sí me asustan. 

En el 2007, tenía 13 años cuando se dió el terremoto de Pisco. Me estaba alistando para mi clase de Karate y comenzó. Esperé unos segundos antes de salir disparado. Cuando me di cuenta de que estaba durando más de lo normal salí. Creo que me salté todas las escaleras porque llegué afuera en un segundo. Estábamos todos afuera, mi perro asustado a nuestro costado. Los vecinos también en la calle. No paraba. Las rejas temblaban y los carros parecían saltar. Las ventanas iban a explotar en cualquier momento. No podía creer cuánto estaba durando y lo peor era que había gente diciendo que todavía no comenzaba. Pensaba que si todavía faltaba se iba a caer la ciudad completa. Duró un poco más de tres minutos. Cuando se detuvo fuimos todos a la sala, cerca de la puerta, para esperar un rato. Hubo unas cuantas réplicas. Fue de 7.9 grados en Pisco. 

Francisco Tafur 

Al día siguiente todos hablábamos de eso en el colegio. Varios amigos me contaban que sus abuelas se tiraban al suelo para rezarle a dios, diciendo cosas como: Dios, ten piedad de nosotros. Eso me hubiera asustado más que el terremoto mismo. Mis padres y mi abuela me contaban del terremoto de 1974 que fue mucho más fuerte para los limeños porque el epicentro fue cerca de la ciudad y la magnitud fue mayor. Dicen que los árboles se tambaleaban como si fueran de plástico y que los vidrios sí reventaron. Da miedo pensar que eso puede ocurrir en cualquier momento y de magnitudes fuertísimas. Esta semana en Miami, donde estoy, hubo alertas de inundaciones por lluvias fuertes, pero se pueden prevenir. Te llegan mensajes de emergencia en el teléfono para avisarte. Lo mismo ocurre con los huracanes. A pesar de eso pueden ser letales. Yo que no estoy acostumbrado igual me asustaba con los truenos que parecen bombas y con el viento extremadamente fuerte. 

Todos hemos visto noticias sobre desastres naturales en los últimos años. A veces me pregunto si ahora son más frecuentes o simplemente hay más noticias. Los que más recuerdo fueron el terremoto en Chile el 2010 que tuvo una magnitud de 8.8; si ocurre eso en Lima, no quedaría nada en pie. En el 2004 los tsunamis que afectaron Indonesia, Tailandia, Malasia y más países de la zona fue terrible. En Perú, en teoría, también pueden ocurrir, pero nunca he escuchado. Y recientemente el terremoto en Turquía y Siria que arrasó con todo. 

En el 2017, viajé con un amigo a Tarapoto para hacer un trabajo en Chazuta, un pueblo a una hora de la ciudad. En el camino nos tuvimos que desviar porque una roca gigante había destruido la carretera. Felizmente no había nada alrededor porque se hubiera llevado lo que sea que esté delante. Había ocurrido durante los huaicos del mismo año. Los más cercano que vimos en Lima fue en Punta Hermosa. Un video se hizo famoso en todo el mundo donde una chica salía del huaico totalmente embarrada y herida. En ese viaje hicimos un tour hacia una catarata, pero no pudimos llegar debido a las fuertes lluvias. Nunca había estado tan asustado de caerme. Tengo miopía y un poco de astigmatismo así que no veo nada. La lluvia y el vapor empañaban mis lentes, no podía ver ni dónde pisaba. Fuimos irresponsables por ir en esa temporada. Estábamos caminando en un sendero angosto al costado de un acantilado, si te caías te ibas directo al río lleno de rocas. Lo peor es que cuando estábamos caminando se escuchó un trueno y le dijimos al guía, nos respondía que era un avión, lo quería matar. Puse la mano en el hombro de mi amigo y caminé casi ciego. Llegamos a bajar, pero el río había crecido y no podíamos cruzar. No nos importó y nadamos. Pusimos celulares y ropa en una bolsa y al agua. Después nos demoramos el doble en regresar por todo el barro y agua. Cortamos, cada uno, una rama y la usamos como bastón, si no hubiera sido imposible. Igual me caí como 5 veces. Fue divertido, pero pudo terminar mal. 

Francisco Tafur 

Espero no tener nunca una experiencia de un desastre natural fuerte. Ahora que ya conocí Japón donde todo está preparado para terremotos y tsunamis espero que en Perú tomen conciencia de lo que puede ocurrir. No seguir construyendo en lugares por donde pasan los huaicos y tener el equipamiento necesario para posibles daños de terremotos. No tener que esperar a que suceda una tragedia para recién pensar en qué hacer. 

Entre las redes sociales y la inteligencia artificial la gente parece estar volviéndose más tonta. El hecho de que crean todo lo que ven sumado a poder opinar bajo un perfil distinto al de su identidad ha creado una plataforma de opiniones vacías. La pregunta es qué tanto refleja esto de la sociedad. Si funciona como un espejo o sólo retrata un pequeño pedazo de la misma. Tendría que saber cuánta gente pierde el tiempo discutiendo en estos lugares virtuales.  Según las cifras, 6 de cada 10 personas las utiliza, pero todos le dan usos distintos. Actualmente, todo funciona a través de estas plataformas, al punto que es necesario tener una para los trabajos o estudios. En realidad, son muy útiles, pero como cualquier avance, también tiene efectos negativos. 

La principal conclusión a la que he llegado tras pasar un rato entre las publicaciones es que se siente un profundo descontento con todo. Siempre hay una queja o un reclamo hasta para el tema más insignificante. Estos lugares funcionan en base a un algoritmo que te va mostrando cosas que saben que te gustan. En mi caso aparecen videos y noticias de fútbol, historia, deporte en general, películas y animes. 

Ayer, antes de dormir, me apareció un video sobre el actor Tom Holland, más conocido por su rol como Spiderman, en la que explica su decisión de alejarse de las pantallas de Hollywood porque no siente pertenecer ahí y porque no le gusta todo lo que conlleva. También decidió alejarse de las redes sociales por temas de salud mental. Me parece admirable, no sólo es un buen actor, también parece ser una gran persona. Junto a esa noticia anunciaban una obra de teatro de Romeo y Julieta en la que el actor participaría junto con una actriz afroamericana. Entré a la sección de comentarios y la cantidad de personas racistas era algo repulsivo. Se ocultan tras la tendencia actual de estar en contra de la supuesta apropiación. Es decir, que el elenco de un espectáculo o película debe limitarse a la descripción física de un personaje. Francamente, es ridículo. Qué parte de la palabra actor o actriz no entienden. La sustancia de esa profesión es justamente tomar la personalidad de una persona que no es uno mismo, en eso consiste. Quien sea puede hacer el papel que quiera, la actriz podría ser Romeo y no debería haber problema. Lamentablemente, la necesidad de aprobación y la falta de tino e inteligencia conlleva a que las personas comenten tonterías ofensivas sin pensar en las consecuencias que puede traer para quien está implicado. 

Francisco Tafur 

Lo mismo ocurre en distintas bases de fans de distintas sagas de ficción. En las recientes secuelas de Star Wars o el Señor de los Anillos una de las principales quejas es poner un elenco inclusivo. Las series pueden ser fantásticas, pero eso no parece importarles. Dicen que es incongruente con las bases del mundo ficticio, pero la realidad es que sólo son racistas, homofóbicos o, en general, gente que discrimina por razones absurdas.  Felizmente, los actores generalmente no entran en rodeos y saben poner en su sitio a los consumidores. Tal fue el caso de Ewan Mcgregor, quien interpreta al famoso jedí Obi Wan Kenobi, que soltó un video en el que expresaba una profunda tristeza por las quejas y que quienes pensaban así no eran unos verdaderos fans de Star Wars. Bien hecho. Toda la vida estas historias han servido como refugio para todo tipo de personas, en la que yo me incluyo. No importan las diferencias, en estos mundos ficticios se puede encontrar consuelo, heroínas y héroes, compañía, escape e incluso un espacio terapéutico para personas a las que la realidad externa los ataca constantemente. Eso es lo importante y ningún fanático debería ir en contra. 

El odio desmedido se está saliendo de control. Las personas ni siquiera se toman el tiempo de enterarse antes de insultar. El internet está inundado de videos e imágenes creados por inteligencia artificial que simulan ser verdaderos. Están muy bien hechos y efectivamente parecen reales. Y si bien están hechos para engañar, estos no son los principales culpables. Ya me cansé de pensar que las personas son tan poco críticas. Es también culpa nuestra por dejarnos llevar por sinsentidos.  Casi todos deberían tener la capacidad de darse cuenta lo que leen y lo que escriben. Una cosa es que te engañen desde fuera y otra es engañarse a sí mismo. 

Francisco Tafur

Lo peor es ocultar este odio en coyunturas e ideologías políticas y sociales sobre hechos actuales. De lo más indignante que he visto en redes sociales ha sido en los comentarios de un video sobre Auschwitz. Unos viajeros contaban su experiencia en el museo del campo de concentración nazi y lo conmovidos que estaban al salir. Los comentarios con mayor cantidad de likes son los que insultan a los judíos echándoles la culpa de los atentados contra Palestina en la actualidad y, después, los que dicen ya no sentir tristeza por el Holocausto. Ya es patológico. 

Hablar en nombre de la justicia, moral y verdad es muy fácil cuando no muestras la cara. Nadie se debería apurar en determinar qué está bien y qué está mal. No existe peor obsesión que la justicia y verdad. Esa característica la comparten los dictadores y grupos terroristas. Yo no creo que todas las opiniones importen y lo he comprobado sólo viendo lo que dicen en internet. Si la gente se deja llevar por la tendencia en la opinión pública estamos recibiendo con aplausos una etapa oscura para la libertad. 

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Redes sociales

 

Me recibió un señor mayor, habrá tenido 65 años. En chanclas, short azul y un polo que parecía no habérselo quitado en un mes. Era flaco y chato, caminaba a su lado y le llevaba más de una cabeza. No le entendía nada. Yo pensé que después de ver tantos animes iba a entender algo de japonés, pero sólo me engañaba. Volteaba y me sonreía mientras me guiaba por un camino empedrado rodeado de arbustos. Llegamos a una casa sucia, abrió la puerta rota de madera y tras los chirridos dice: «mushi, mushi, mushi». Parecía que me iban a matar mientras dormía o que Samara, el fantasma de El aro, me iba a sorprender mientras caminaba. No creo mucho en los fantasmas, pero me gusta aventurar mis pensamientos por esos ámbitos. 

Dejé las zapatillas en la entrada y me ofrecieron unas pantuflas usadas. Me negué, prefería estar sin zapatos. Felizmente, llevó entrenando mis pies descalzos desde niño. Recordaba cuando, en la playa, junto a mi gran amigo «piraña» jugábamos a apagar cigarros con la planta del pie; despuésdel verano y la arena hirviendo no sentías nada. Me instalé en mi cuarto, no tenía luz y parecía el Japón antiguo. Las paredes de papel y la cama en el piso. Ese día tenía que escribir así que me quedé tranquilo. Lo más tranquilo que podía, por lo menos. 

Salí de mi cuarto unas horas después y me encontré con un perro enano que se chocaba con todo. Tenía los ojos blancos, estaba ciego. Entró una mujer flaquísima con el pelo largo y negro para recoger al pobre animal. Casi me da un infarto. Me miraba a los ojos, señalaba al perro y luego a mí. Hablaba en japonés así que no le podía responder. Luego de unos minutos entró un joven alto que sí hablaba inglés. Me explicó que la mujer era su mamá y que me estaba preguntando si tenía algún problema con el perro. Le conté sobre mis mascotas y que estaba acostumbrado a ellas. En el fondo pensaba que eso parecía más un monstruo que un perro. 

El miedo ya se había vuelto gracia. Era como estar en una comedia de humor negro. Justo en ese momento entró a la casa el señor que me recibió ofreciendo transporte a un 7 eleven. Fui con él porque no había comido ni tomado nada en todo el día. Al salir, levanta el dedo apuntando a las paredes y vuelve a decir «mushi, mushi, mushi». Este viejo me quiere asustar o tal vez el fantasma era él, pensaba, mi imaginación ya estaba al máximo

Francisco Tafur
Nos tomó como 20 minutos en carro
transitar entre la selva para llegar. Tenía todo el sentido. Para llegar a esa casa embrujada estuve más de una hora en un tren de solo 2 vagones que subía la montaña en zigzag. Llegaba a un punto, el conductor se bajaba y volvía a subir en el otro extremo para avanzar hacia el otro lado. El lugar era precioso, pero el hospedaje que había separado por error estaba en mitad de la nada. No había señal de vida, solo la trocha. Al regresar, la familia de dos me invitó a comer con ellos. Comíamosmientras me preguntaban sobre el Perú con el perrito ciego tropezándose con las patas de la mesa. 

Después de una copa de sake que me invitaron apagamos la luces y me fui a dormir al cuarto oscuro. Se llegaba a ver un poco de las paredes deslizables de papel. Podía imaginar a la mujer viéndome por un hueco que había en la pared. Nunca había estado tan agradecido de tomar pastillas para dormir. Ni siquiera destendí la cama por temor a encontrarme uno de los insectos que plagaban la casa. Sin darme cuenta me quedédormido y no abrí los ojos hasta que amaneció. así fue mi primera noche en la ciudad balneario de Hakone. 

Hakone es una pequeña ciudad situada al borde del lago Aishi y crece por las montañas boscosas. Es conocida por los numerosos onsen, baños termales, con vistas al famoso monte Fuji. No es un lugar para quedarse mucho tiempo, pero sirve para tomar un descanso de las multitudinarias ciudades japonesas. 

Francisco Tafur
Al
día siguiente, de regreso de una galería de arte al aire libre, paré en uno de los baños termales. Tienes que entrar sin ropa y me dieron unos parches para taparme los tatuajes. Mucha gente, sobre todo las generaciones mayores pueden considerarlo como algo impuro e incluso relacionarlo con la mafia de los yakuza. Estar sumergido en agua caliente, al aire libre, viendo el paisaje con un cielo de campo, lleno de estrellas, es sorprendente. Lamentablemente, no te puedes quedar mucho tiempo.

El agua supera los 40 grados centígrados. Me quedé menos de 5 minutos porque el calor llega a ser insoportable. Te puedes deshidratar y desmayar si exageras con el tiempo. Al salir, estas totalmente relajado. Los onsen son parte de la cultura de limpieza del país, es una actividad milenaria. Antes de entrar en el agua tienes que limpiarte ya que funciona como ritual de purificación espiritual y proceso curativo. 

Ya era mi última noche en esa casa y regresaba a Tokio. Ya no estaba la mamá, el chico ni el perro ciego. Al llegar, el señor me ofreció llevarme a la estación más cercana al día siguientepara volver en el mismo zigzag. Por curiosidad y para sacarme de las dudas le pregunté, a través del traductor de Google, qué significa «mushi» y entendí que se refería a los bichos. No regresaría a ese hospedaje, pero fue divertido como experiencia y, ahora que lo escribo, también es divertido. Como alguien cuyo pasatiempo favorito es la ficción, en cualquier plataforma, llenar las visitas turísticas de un poco de misticismo es lo mejor. No importa que lo haga a propósito

En el siglo XV un tsunami arrasó con la ciudad y el templo que contenía un enorme buda de 93 toneladas fue destruido. La gigantesca estatua sobrevivió y se mantiene ahora en la intemperie a la vista de todos. Imponente, frente a mí. prendí un incienso y lo coloqué frente al coloso de bronce conocido como Daibutsu. Las dos manos en forma de meditación superan en tamaño a cualquier ser humano. Te sientes pequeño y observado por unos ojos negros que parecen ver a través de ti. Me quedé un rato mirándolo fijamente y parecía cobrar vida. La sensación de volverte diminuto es bastante placentera. Cualquier problema desaparece y te camuflas dentro de una realidad infinita. Es una idea que se mantuvo constante en todo el viaje. Me atrevo a asegurar que un viaje a Japón implica un cambio definitivo.

Llegué a Yokohama esa mañana, donde la arquitectura parecía del futuro, abundaba la modernidad, pero orientada de manera distinta al resto de ciudades que estuve. Todo estaba más occidentalizado. Era como una ciudad europea, pero con una tecnología infinitamente superior. Aproveché mi último día del Japan Railpass, que sirve para moverte en cualquier tren con un solo pago, para viajar ida y vuelta hacia Kamakura. La ciudad está rodeada por montañas y una bahía. Al ser un fuerte natural, fue la capital del país durante el shogunato Kamakura entre 1185 y 1333. Este fue el primero de todos. El clan Minamoto estableció por primera vez a un shogun.

Francisco Tafur 

Después de rodear el templo abierto con el Buda de bronce caminé solo 20 minutos hasta llegar al templo budista Hase Dera. Toda la ciudad está repleta de santuarios y templos. Aproveché en comer un teppanyaki de carne y pulpo en un puesto justo afuera. Los lugares turísticos suelen estar rodeados por estos puestos sirviendo manjares.

El centro de peregrinaciones budistas se encuentra en la mitad del monte Kamakura. Fue construido a inicios del siglo VIII. Apenas entras te reciben árboles y piedras musgosas rodeando pequeñas lagunas y cataratas. Crecen plantas acuáticas en las fuentes de agua y te abres camino entre ellas. El lugar tiene dos niveles y mientras subes caminas rodeado de miles de estatuas jizo, representan a uno de los budas considerado una deidad protectora de los niños en el folklore japonés.  Fueron acumulándose de a pocos desde la segunda guerra mundial. Al llegar a la cima, puedes ver toda la bahía desde un mirador al costado del edificio principal.

Dentro del recinto principal, se encuentra una estatua de madera de Kannon, un monje que también es considerado un Buda. No es tan imponente como la de bronce que vi anteriormente, pero tiene una altura similar, esta tenía como 10 metros de alto. Ves a decenas de personas rezándole y no sabes bien dónde ver debido a que tiene 11 cabezas. Todo el templo está construido para venerar a esta figura. La leyenda cuenta que un monje hizo dos estatuas de un mismo árbol, una fue colocada en la ciudad de Nara y la otra fue soltada en el mar a la deriva hasta ser encontrada en las orillas de Kamakura.

Francisco Tafur 

Tal vez lo más impresionante de la ciudad es el santuario sintoísta Zeniarai Benzaiten Ugafuku por su extrañeza. Está un poco alejado de la zona más concurrida y la entrada es una cueva por la que tienes que pasar agachado y está antecedida por una puerta torii. Parece sacado de un videojuego o película de aventura. Al cruzar, llegas al santuario oculto en paredes de piedra altísimos. Todas las construcciones están irregulares en distintas alturas y mezclan elementos sintoístas con budistas. Es una fusión poco común. De hecho, el nombre se da por el sincretismo entre un espíritu sintoísta, Ugafukujin, y una diosa del budismo hindú, Benzaiten. 

En lo más profundo encuentras una grieta con una salida de agua subterránea. Había canastas de paja y la gente ponía billetes o monedas para luego enjuagarlas en el agua. Dudé al comienzo, pensaba que la plata se iba a deshacer. Pregunté y me dijeron que se secaba solo. recién ahí me enteré de que los billetes no están hechos de papel. Puse mil yenes y le chorreé agua encima. Supuestamente, al usar esa plata tus ingresos se verían multiplicados. Apenas salí me compré una coca cola. Todavía no me da suerte.

Francisco Tafur 

Es importante recalcar la diferencia entre sintoísmo y budismo. La primera es la religión nativa de Japón. Se le puede considerar un tipo de animismo y no tiene un dogma especifico, ni libro sagrado o algún rezo especifico. Enfatiza la relación del individuo con el mundo actual y en rituales, no piensan en una siguiente vida o fe. Adoran los procesos y objetos naturales: el sol o el monte Fuji son de los más importantes. El budismo tampoco tiene un dogma específico ni un enfoque teórico sobre textos religiosos. Este consiste en meditación diaria y, a través de ella, una experiencia de vida plena. 

En mi opinión la diferencia teológica entre este tipo de religiones y las monoteístas les ha permitido tener un desarrollo y mentalidad más progresista. La culpa no ocupa un gran espacio en su forma de pensar. Imaginar cómo afecta ese ámbito en el paso de las generaciones. Su funcionamiento es distinto. El mundo occidental debería tomar eso como ejemplo y de esa manera dejar de perder el tiempo en tonterías como la obsesión que tenemos por otorgarle un juicio moral a todo. Es como si necesitáramos que algo este bien o mal para que exista.

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Kamakura
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