Influencias ilícitas

[PIE DERECHO]  Sería una barbaridad que el Congreso, como pretende bajo la batuta de Fuerza Popular, se tire abajo las primarias abiertas, simultáneas y obligatorias, PASO, dispuestas por ley, pero aún no aplicadas en el Perú.

Dicho procedimiento, lo primero que permite es destruir las designaciones a dedo de los candidatos al Congreso, que, al final del día, terminan siendo elegidos en función de los aportes económicos que efectúan, y éstos, en muchos casos, provienen de economías delictivas. Con las PASO se entrega ese poder de decisión a la ciudadanía y se rompe el círculo perverso que permite el nivel de influencia de los dineros sucios en las campañas electorales, lo que genera, a la postre, un Congreso plagado de parlamentarios que se deben más a sus “auspiciadores” que a sus electores.

Las PASO son una buena manera de evitar que el narcotráfico, la minería ilegal, los tratantes de personas, los explotadores de madera ilegal, los contrabandistas, los transportistas informales, los traficantes de terrenos, etcétera, hagan y deshagan en el recinto legislativo, como sucede ahora. La “casta” partidaria peruana, no obstante, parece querer seguir viviendo de esos dineros, abundantes, que alimentan las arcas de sus campañas electorales.

Pero tal vez lo más importante de las PASO en estos momentos en el país, es que se establecería un filtro para la enorme cantidad de candidatos que asoman en el horizonte (ya hoy nomás hay como siete de izquierda y más de veinte del centro y la derecha). Quien no obtenga al menos el 1.5% (que, inclusive, es una valla baja; debió ser más alta), saldría de la competencia electoral.

La eliminación de las PASO generará una horda de candidatos y el consecuente incremento del riesgo de que surja en el horizonte un outsider apartidario, improvisado, sin experiencia política y con una gran incógnita respecto de su solvencia gubernativa. El ánimo antiestablishment del elector peruano está al tope y seguramente algo así ocurriría si se produjera una disgregación descontrolada del número de candidatos.

Pero ese riesgo no lo ve el establishment, que malpiensa que le conviene esa disgregación, ya que estiman que como sus principales miembros (Fuerza Popular, Alianza para el Progreso y Perú Libre), tienen un voto fijo asegurado, un bolsón electoral determinado, la dispersión electoral mencionada los terminará por favorecer, cuando, en verdad, constituye un suicidio anunciado.

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