Por último, puede debilitar la capacidad del sistema político para resolver problemas de manera efectiva. Si hay demasiados candidatos, cada uno con su propia agenda, puede resultar difícil para los partidos y los legisladores llegar a acuerdos y trabajar juntos para encontrar soluciones. El resultado es que el progreso se estanca y los problemas persisten, lo que erosiona la confianza de los ciudadanos en la democracia misma.
En resumen, la proliferación de candidatos en una democracia puede ser altamente perjudicial. Si los votantes no pueden discernir entre las opciones y la elección se convierte en una lotería, si los legisladores no pueden trabajar juntos y el progreso se estanca, la democracia corre el riesgo de erosionarse y debilitarse. Como tal, es importante que los partidos políticos y los candidatos trabajen juntos para reducir la fragmentación y ofrecer un mensaje político claro y conciso que ayude a los ciudadanos a tomar decisiones informadas en las urnas. Es hora de pactos, no de aventuras individuales surgidas de los egos particulares.
REACTIVACIÓN ECONÓMICA.- ¿Cómo instalaría mayor libre competencia en el mercantilista mercado peruano? ¿Privatizaría Petroperú y Sedapal? ¿Colocaría salvaguardas a las importaciones chinas? ¿Haría alguna reforma del sistema de pensiones? ¿Cómo reduciría la gigantesca brecha de infraestructura que tiene el Perú? ¿Prorrogaría los contratos ley?
REGIONALIZACIÓN.- ¿Recentralizaría algunas funciones? ¿Haría cinco o seis macrorregiones en lugar de las 26 que hoy existen? ¿Seguiría distribuyendo el canon y las regalías como se hace hasta ahora? ¿Haría elecciones cada cinco años y permitiría la reelección de gobernadores y alcaldes?
REFORMA POLÍTICA.- ¿Impulsaría la bicameralidad? ¿Y la reelección de congresistas? ¿Crearía distritos electorales múltiples? ¿Impulsaría la realización de elecciones primarias en los partidos? ¿Haría que el Congreso se elija en la segunda vuelta?
Si Keiko Fujimori se vuelve a presentar le va a arrebatar un 10% al resto de candidatos de la centroderecha y va a lograr, por efecto indirecto, facilitarle a un candidato radical antisistema como Antauro Humala terciar por entrar a la segunda vuelta con un porcentaje menor, tal como sucedió con Castillo el 2021.
Si Keiko Fujimori tuviese alguna opción de ganar en una futura segunda vuelta no hay quién le pueda negar el derecho a intentarlo por cuarta vez (no sería la primera ni la última candidata en hacerlo en el mundo), pero dadas sus enormes falencias personales en asuntos políticos, lo más probable es que pierda contra quien sea si pasase a la segunda vuelta electoral. Y el Perú ya no puede correrse el riesgo de tomar un nuevo rumbo equivocado, esta vez más antisestablishment que de Castillo. Perderíamos el país, la democracia, el crecimiento económico y el orden social.
De acá a diez años, con mayor madurez a cuestas, con un país más enrumbado, sin riesgos antisistema a la vista, podría volver a intentarlo, pero ni ahora ni el 2026, es su momento.
Es probable que la banalidad del discurso electoral resultante sea a la vez el origen de la falta de importancia de la ideología en el sistema político peruano, razón por la cual la izquierda peruana, más que haber desaparecido, ha perdido sentido, ha quedado descolocada, al borde de un abismo, sin saber cómo reorganizarse, cuando (se supone) sus fines están vinculados a la protección de los sectores más vulnerables de la población, no al enriquecimiento de un sector determinado de la población nacional. De ahí que esta sea una gran oportunidad para Antauro Humala, el único candidato político que ha irrumpido con un discurso político religioso, para conseguir más y más adeptos, porque en lugar de protestar contra el sistema, él promete entregar el poder del Estado a sus cobrizos seguidores. Y para los demás, pues mano dura les espera.
Hay algo terrible en los discursos de odio, sobre todo porque aumentan las probabilidades de la realización de actos de odio. Pero, ¿no es acaso la realización del acto una certeza absoluta? ¿Y no son acaso la violación y el asesinato la consumación máxima del odio? En el caso de Fujimori-Castillo, muchos optamos por el desastre probable (Castillo), en lugar de la legitimación del desastre ocurrido (Fujimori), en parte, pero no solamente, porque esto traería peores consecuencias. Esto da para una clase de filosofía, pero (¿dónde está mi vodka? Sí, aquí. Eso, Así, puro no más, sin naranja), es posible que para alguien que votó por Castillo en el 2021, sea coherente el haber deseado que gane López-Aliaga en el 2022.
[Nota: no creo que los simpatizantes de RLA lean mis columnas. Si lo hicieran, y tomaran lo dicho como algo positivo, esto simplemente demostraría que no saben leer].
* Manuel Barrantes es profesor de filosofía en California State University Sacramento. Su área de especialización es la filosofía de la ciencia, y sus áreas de competencia incluyen la ética de la tecnología y la filosofía de las matemáticas.
Hemos normalizado que nuestras autoridades apelen a la división de los peruanos con discursos de odio, de resentimiento étnico, social y económico, que sabemos solo llevarán a la desunión y al surgimiento de opciones radicales violentas como la de Antauro Humala, que ahora controla el Ministerio de Defensa a través de un correligionario. “Y el cadáver ay, siguió muriendo“.
He aquí la alarma que debería estar sonando por todas partes, sin doble moral, sin doble rasero, no podemos ser indiferentes ante tanta ineptitud, discursos de odio y la normalización de la corrupción y la amoralidad.
No podemos dejar que nuestro Perú sea un moribundo olvidado por su gente, es la tierra que nos vio nacer, y tomo el último párrafo del poema “Masa” de César Vallejo, que quizá, nos llene el alma con un poco de esperanza: “Entonces todos los hombres de la tierra le rodearon; les vio el cadáver triste, emocionado; incorporóse lentamente, abrazó al primer hombre; echóse a andar…».
Es entendible que en la primera fase del gobierno de Castillo, en un contexto en el cual se les acusaba de fraude y la extrema derecha buscaba deslegitimar su triunfo electoral, Castillo haya buscado consolidar su alianza co-gobernando con los aliados políticos que lo llevaron a la presidencia. Así Bellido asumió como primer ministro y se formó un gabinete con cuadros de Peru Libre y Juntos por el Perú.
A medida que pasó el tiempo fue quedando claro que las acusaciones de fraude eran falsas y que era una estrategia política de la derecha para deslegitimar el triunfo de Castillo. Ese peligro se fue desinflando en la medida que quedaba claro que el fraude era una ficción.
Entonces empezó la segunda fase del gobierno en la cual la amenaza principal no eran las acusaciones de fraude sino la agenda polarizante, conflictiva y retrógrada de los representantes de extrema izquierda en el gabinete. Castillo entendió la situación y corrigió nombrando a Mirtha Vasquez como primera ministra y eligiendo cuadros ministeriales más sensatos y centristas.
En ese momento empezó la tercera fase del gobierno en la cual la amenaza principal no era la agenda de extrema izquierda sino la incompetencia y corrupción de diversos funcionarios del gobierno. En esta fase se ha dado un escándalo tras otro, demostrando en algunos casos la falta de preparación y en otros el comportamiento corrupto de diversos funcionarios.
A la hora de definir posiciones de gobierno Castillo priorizo lealtad sin tomar en cuenta si estas personas tenían la preparación para el puesto o tenían un comportamiento corrupto. Esa lealtad le generó una falsa sensación de control mientras que abonaba el terreno para futuros escándalos de corrupción e incompetencia.
La cereza la puso la entrevista en CNN, en la cual quedó claro que Castillo no era capaz de articular respuestas ni presentar posiciones políticas coherentes. Castillo trata de ser conciliador, pero sin posiciones claras, quiere estar bien con todos y solo genera crisis más complicadas. No solo elige incompetentes sino queda como incompetente tambien.
¿Que puede hacer Castillo para responder a esta crisis? No se necesita ser una lumbrera para gobernar el país, se puede lograr mucho con un poco de sentido común, para lo cual no se necesita estudiar en el extranjero. Para superar el problema de incompetencia y corrupción que tiene en su gobierno la lección es muy simple:
ELIGE A GENTE PREPARADA Y HONESTA.
Esa consigna es la clave del éxito para los siguientes cinco años de gobierno. Bien aplicada genera un círculo virtuoso: eliges a gente preparada y honesta, el desempeño del gobierno mejora, la aprobación de la ciudadanía aumenta, atraes a más gente preparada y honesta, los inversionistas regresan, los negocios se activan, etc.
El gobierno no es una bolsa de empleos para los amigos del presidente ni los miembros del partido, es una organización hecha para servir al país y que requiere profesionales con experiencia, capacidad y liderazgo.
En el siglo 19 en EE.UU el modus operandi del gobierno para elegir funcionarios era el “spoils system” o “sistema de tráfico de influencias” mediante el cual los puestos de gobierno se definían en función de amistades y conexiones partidarias.
Despues del asesinato del presidente Garfield en 1883, se aprobo la Ley de reforma del servicio civil de Pendleton con la cual los puestos del gobierno federal pasaron a seleccionarse en funcion al merito y no en base a conexiones politicas. Han pasado casi 140 años desde que EE.UU. resolvió este problema, creo que ya es hora que el Perú lo resuelva.
Si tienes que viajar en avioneta no vas a elegir al piloto por ser amigo de tu compadre, lo vas a elegir porque tiene las horas de vuelo necesarias y está debidamente capacitado para manejarla. No vas a arriesgar tu vida para favorecer a un amigo. Lo mismo sucede cuando eliges funcionarios clave en el gobierno.
Gran parte de la desastrosa provisión de servicios públicos y el pobrísimo nivel de calidad de vida que sufrimos los peruanos, se debe a la mediocre o corrupta gestión de los gobiernos regionales y, especialmente, municipales.
Los gobernadores o alcaldes llegan al poder, en una gran proporción, a enriquecerse, y distraen los ingentes recursos con los que cuentan hacia sus bolsillos y de sus allegados, dejando en segundo plano la inversión pública en infraestructura y servicios que la ciudadanía espera.
Es hora, por ello, de mejorar nuestro voto y no dejarse llevar por olas de arrastre o modas del momento. Hay que auscultar al máximo a los postulantes a los cargos públicos señalados. A esa tarea se va a abocar Sudaca, de acá hasta octubre, fecha de las elecciones, espulgando candidatos e informando al ciudadano para que vote a conciencia.
Así, hemos publicado ya sendos informes respecto de dos precandidatos ediles, uno a la alcaldía de La Molina por Renovación Popular, Diego Uceda, quien afronta una situación de incumplimiento respecto de una deuda por pensión alimenticia de una hijo extramatrimonial, y otro, el exalcalde de Jesús María, Enrique Ocrospoma, precandidato de Avanza País, quien es investigado por la Fiscalía, en base a un informe policial, por presunto lavado de activos ocurrido a raíz de su gestión como alcalde, tangible por la adquisición de inmuebles más allá de sus posibilidades contables por sus ingresos como autoridad edil.
Puntualmente, la pregunta correspondiente es si el vecino de ambos distritos puede votar con la conciencia tranquila por los candidatos mencionados. Por lo menos, alguna suspicacia mínima debiera existir respecto de las calidades morales y capacidades efectivas de los dos personajes de marras para ejercer luego, con probidad y eficacia, el cargo para el que piensan postular.
Si no toman en cuenta tales atingencias, después que los vecinos no se quejen de malas gestiones o actos de corrupción. Se necesita autoridades absolutamente inmaculadas respecto de su conducta personal o su paso por el Estado en el pasado. Ya es hora de romper las cadenas de ineficiencia e inmoralidad que campean en el organigrama estatal. Depende de nuestros votos evitar que ello se haga realidad.
“Mi padre era agricultor en Ica y tenía tierras. El gobierno de Velasco le quitó todo. Como comprenderás, para mí la opción comunista no existe”, dice Diana (56), una peruana que reside en Toronto, Canadá, hace más de 20 años. En este país, Fuerza Popular obtuvo más del 76% de los votos.
La mujer prefiere mantener en reserva su identidad. Cuenta que tras el inicio de la Reforma Agraria su familia terminó huyendo a Costa Rica, pero cuando los militares dejaron el poder, regresaron al Perú. Un año después, su padre murió repentinamente. Hecho que, para ella, “probablemente comenzó con la reforma”.
Muchos años después, cuando ya había formado su propia familia, Diana se instaló en Canadá. Actualmente trabaja en el sector minero. “Solo he votado por Keiko porque era la opción que tenía. Para mí no tiene ética y es demasiado corrupta. Me molesta votar por ella, pero me molesta más que el Perú sea comunista. Es la única razón por la que fui a votar”, comenta la mujer cuando le preguntamos por qué eligió al fujimorismo.
Una razón similar empujó a July Dávila (50) a votar por la hija de Alberto Fujimori. Ella vive en Denver, Estados Unidos, el país donde Fuerza Popular pasó la valla del 80% de los votos. “Emigramos por medio de una hermana que se casó con un americano. Yo soy peruana casada con un ciudadano americano. Obtuve mi residencia antes de conocer a mi esposo”, cuenta.
La mujer nunca había acudido a votar, a pesar de que sus padres eran un par de devotos apristas. En esta ocasión, frente al peligro “del candidato comunista”, dice, no dudó en manejar dos horas hasta su local de votación, vestida con una camiseta de la selección peruana de fútbol. Fuerza Popular, asegura, no tiene las mejores propuestas, “pero están del lado democrático”.
July Dávila yendo a votar el 6 de junio alegremente con su camiseta peruana.
Dávila es contadora, trabaja para una transnacional de venta de alimentos y tiene a toda su familia allá, a excepción de su hermano menor que sigue viviendo en Perú. Ahora que este está de visita en el país norteamericano –y que Castillo es virtual presidente– le ha pedido que se quede. “Le digo eso nada más por miedo. Yo sé que no nos van a hundir en un día, pero ¿donde has visto un país comunista racional?”, dice la mujer, que asegura haber conversado con cubanos y, en sus visitas a Perú, con venezolanos que le contaban “lo horrible que era vivir en comunismo”.
Pero en el país capitalista por excelencia, aunque en minoría, vive Tatiana Bejar (47), quien defendió los votos de Perú Libre en Nueva York. La socióloga sanmarquina se inscribió como personera del lápiz en un ambiente donde claramente no eran favoritos. El profesor apenas alcanzó el 18.9% de las preferencias en ese país.
“En mi mesa estuvieron muy parcializados con los fujimoristas. En el conteo, yo quise impugnar un voto que era un asterisco, pero no hubo acuerdo entre los miembros de mesa. Llamamos al representante del consulado. Su labor fue convencer a la presidenta de mesa que acepte el voto, a pesar que yo decía que era inválido, porque las instrucciones eran claras: aspa o cruz”, afirma.
Tatiana Bejar muestra orgullosa la credencial de personera que le permitió defender los votos de Perú Libre en Nueva York.
Bejar dice que tuvo “el privilegio de salir del país” gracias a dos de sus hermanos que ya vivían en Estados Unidos. En el Perú, no se sentía cómoda. “Quería vivir en una ciudad más abierta, cosmopolita. Me casé y me quedé aquí”, cuenta.
Hoy impulsa iniciativas de derechos humanos y organización ciudadana. Trabaja con inmigrantes que tienen subempleos, como las trabajadoras del hogar. “A nosotros nos interesa crear espacios para que ellos puedan eventualmente entrar en política y representar su sector”, apunta. Para ella la candidatura de Pedro Castillo representaba esa posibilidad.
La indignación también motivó su inscripción como personera del lápiz. “Veía en las redes memes racistas, anticomunistas y fascistas, ¿qué le pasa al Perú? Acá eso se veía [con Trump], pero fuera de las ciudades grandes. Verlo en Lima me parecía alucinante”, comenta. Una campaña de terror que, según ella, el fujimorismo impulsó con amenazas de deportación en el vecino estado de Nueva Jersey.
El voto europeo
El peruano Julio Alcántara (49) vive en la ciudad de Zurich, Suiza, hace 11 años. No tenía muchas razones para quedarse en el Perú. “Me casé con un suizo. Acá existe el matrimonio igualitario. Tú sabes que la situación de una persona LGTBIQ+ en el Perú no es como la de una persona heterosexual. Más que un futuro, uno debe buscar su tranquilidad”, cuenta este fotógrafo profesional, que vive con su pareja y su perro en el campo, rodeados de la naturaleza del lugar.
A pesar de que la agenda por los derechos LGTB no existía para Perú Libre, Alcántara votó en segunda vuelta por Pedro Castillo. “Siempre he votado más o menos así [por candidatos de izquierda]. En la elección anterior voté por Humala; ahora [en primera vuelta], por Verónika Mendoza”, explica.
Como su candidata quedó fuera de competencia, su decisión fue casi automática cuando se enteró por Twitter que Castillo, un desconocido para él, había pasado a la segunda vuelta junto a Keiko Fujimori. “Era fácil. No podía votar por Fujimori, porque es una persona que tiene muchos cuestionamientos. Uno no puede confiarle su casa a alguien que sabes que ha robado, aún si es algo pequeño”, asegura. Incluso su esposo, Conrad, le decía que no le parecía justo que la hija de un dictador y con acusaciones a cuestas esté postulando a la presidencia.
Alcántara es parte del 31.8% de los peruanos en Suiza que votaron por el lápiz. En este país europeo, Fuerza Popular arrasó con el 68.2% de los votos. El fotógrafo cree que la decisión de sus compatriotas no fue necesariamente por las propuestas fujimoristas. “Tengo amigas que iban a votar por Fujimori porque decían que Castillo no sabía hablar. Y yo les decía que me parecía un poco absurdo”, comenta.
La participación de los peruanos en el extranjero en esta segunda vuelta en cifras.
La aparición de Pedro Castillo fue una sorpresa para todos los peruanos en el extranjero con los que Sudaca pudo conversar. Nina Arias (55), por ejemplo, que reside en Roma, dice que “ni siquiera había notado [a Castillo] cuando vio la cédula en primera vuelta”. Fue después, gracias a su padre y los chats familiares de WhatsApp, que conoció mejor al profesor. Para el 6 de junio ya no tenía dudas de su voto.
“Eso te viene automático. Yo prefiero escoger a una persona que no conozco antes que a una delincuente. Fue Pedro Castillo, pero en realidad pudo ser cualquier otro. Aunque si hubiera sido el pescadito [Frepap], ahí sí hubiese votado en blanco», bromea esta enfermera peruana.
Arias vive en la capital italiana desde 1993, un año después del autogolpe del gobierno fujimorista. No escapaba de ninguna crisis ni del régimen recién instaurado. Llegó, dice, para “trabajar sin hacer proyectos para el futuro”, cuando tenía 27. Fue cuando conoció a su actual esposo, un italiano de nombre Marco, que todo cambió. Casarse la motivó a estudiar enfermería y firmar una familia.
Arias y Alcántara le ponen rostro al sorpresivo a ese 43% de los electores que votó por Pedro Castillo en el continente europeo, aunque Keiko Fujimori se impuso con casi 57%.
Madrid, por ejemplo, fue un bastión importante para el fujimorismo, donde obtuvo más del 60% de votos. La abogada Alicia (52), que pide la reserva de su identidad, vive allá hace 22 años. Cuenta que terminó quedándose en esta ciudad luego de haber ido a visitar a unos amigos. Al poco tiempo vino la maestría y el matrimonio con un compatriota ancashino. “Mi caso fue algo excepcional, no tenía necesidad material de venir a España”, comenta.
Alicia votó en blanco en primera vuelta porque “no veía a nadie que en realidad estuviera a la altura de las circunstancias”. Pero el pasado 6 de junio eso cambió. Aunque no admite haber votado por Fujimori, dice que se vio en la “obligación de acudir a votar para conservar la democracia”.
Latinos, y el curioso caso chileno
A pesar de que en el 2011 la comunidad peruana en Chile votó mayoritariamente por Keiko Fujimori (74%) frente a Ollanta Humala (25%), en esta ocasión la extrema izquierda logró un sorprendente 43%.
La socióloga peruano-chilena Tamara Jerí (43), quien radica hace 37 años en Santiago, cree que el lápiz sacó más votos de los esperados porque los peruanos en Chile “han visto que los cambios más radicales no siempre están asociados a una pérdida total de la institucionalidad”.
A Jerí le tocó nacer en el Perú porque su familia, chilena, era de izquierda y tuvo que huir de la dictadura de Pinochet. Cuando cursaba la primaria, ya con el dictador derrocado, volvió a Chile. Pero hace tres años que tramitó su DNI durante una visita a nuestro país.
Esta segunda vuelta fue la primera vez que la socióloga acudió a las urnas. “Me pareció que, más allá de la viabilidad de su proyecto, Pedro Castillo sí propone algo que desean los peruanos. Voté por el proyecto de equidad, de mayor distribución de la riqueza y mayor participación, no por él ni el partido”, se justifica Jerí.
La socióloga confía en que Castillo podrá impulsar cambios significativos, aunque no cree que pase más de dos años en el poder. “No creo que vaya a durar en el gobierno. Le va a pasar como a todos los proyectos de izquierda peruana. El fujimorismo va a mover los hilos para boicotear la posibilidad de continuidad. No me extrañaría que sea vacado”, afirma.
Ese es el mismo temor de Reyna Torres (43), una peruana que vive en Buenos Aires, Argentina. «Lo que me a mí me da miedo es que algún día lo saquen a patadas. Soy consciente de que no está preparado», dice.
En el país gaucho se repitieron las cifras del 2011 y Keiko Fujimori se impuso con el 57% de las preferencias. Pero Torres, junto a su hija Rossmery, apostaron por su paisano, el profesor Pedro Castillo. Ella también es de Cajamarca.
Reyna Torres junto a su hija Rossmery en Buenos Aires.
La peruana migró hace cuatro años en busca de oportunidades. Hoy se dedica a limpiar oficinas y cuidar adultos mayores por horas, mientras su hija se forma en la Universidad de Buenos Aires (UBA). «Es casi lo mismo que hacía en Perú, pero la diferencia es que mi hija no hará lo mismo. Mi sueño es que sea una buena médica», afirma.
Torres nunca tuvo como opción al fujimorismo, por la actuación obstruccionista de su lideresa en estos últimos años. Tenía claro su voto por Perú Libre desde la primera vuelta, pero confiesa que no tenía mucha esperanza de que Castillo alcance la instancia final. Cuando vio que el profesor competiría con Fujimori por la presidencia no lo podía creer. El pasado 6 de junio ratificó su apoyo.
«Es una persona como yo, que viene de abajo. Mi familia es del campo, rondera. Mi hermano es el presidente provincial de las rondas campesinas de Cutervo ahora», cuenta. Y aunque cutervinos y chotanos no son conocidos por el cariño que se profesan, esas tonterías desaparecen cuando uno está fuera.