sociedad actual

El movimiento “MeToo” movilizó a las mujeres como reacción a los abusos de acoso y agresión sexual que hombres han perpetrado, en muchas ocasiones desde posiciones de poder.

Los derechos de las personas transgénero, que anteriormente no habían sido ampliamente reconocidas como objetos de discriminación, también se han convertido en una causa importante.

La globalización ha hecho que las sociedades sean bastante más diversas, creando demandas por parte de grupos que fueron históricamente desatendidos por la sociedad.

A su vez, estas demandas han llevado a la reacción de otros grupos, más establecidos, que temen una pérdida de estatus y ser desplazados hacia el margen.

La globalización ha traído un rápido cambio económico y social. Pero no todos se beneficiaron de estos cambios.

El creciente volumen de bienes, dinero y personas que se movían de un lugar a otro trajo cambios disruptivos. Enormes nuevas clases medias surgieron en China, India y otros países emergentes, pero el trabajo que hicieron reemplazó el trabajo que habían hecho las clases medias del mundo desarrollado.

La manufactura se movió constantemente desde los Estados Unidos y Europa a Asia Oriental y otras regiones con bajos costos laborales.

Al mismo tiempo, los hombres estaban siendo desplazados por las mujeres en un mercado laboral cada vez más dominado por las industrias de servicios, y muchos trabajadores poco calificados se vieron reemplazados por máquinas.

La mayoría de los votantes blancos de clase trabajadora que votaron por Trump, coincidieron con su mensaje xenofóbico y antiinmigrante, ansiando retornar a un pasado en el que su estatus en la sociedad era más seguro.

La política identitaria ya no es un fenómeno menor, que previamente solo se desarrollaba en campus universitarios o en debates promovidos por los medios.

La política identitaria se ha convertido en un esquema conceptual que explica gran parte de lo que está sucediendo en los asuntos globales.

Y esta situación genera un desafío importante para las democracias modernas.

Desde los setenta hasta la primera década de este siglo, como parte del proceso de globalización, el número de democracias aumentó de aproximadamente 35 a más de 110. Sin embargo, en los últimos años el número de democracias ha disminuido y la democracia ha retrocedido en prácticamente todas las regiones del mundo.

Una y otra vez, diversos grupos consideran que sus identidades, sean nacionales, religiosas, étnicas, sexuales, de género o de otro tipo, no reciben el tratamiento adecuado.

Este proceso está llevando a que las sociedades democráticas se fragmenten en grupos basados en identidades cada vez más estrechas, amenazando la posibilidad de acuerdo, compromiso y acción colectiva por parte de la sociedad en su conjunto.

Este es un camino peligroso que conduce hacia la ruptura del estado y, en última instancia, al fracaso de la democracia.

A menos que las democracias puedan plantear una propuesta que respete la dignidad humana de manera más universal, y que esta pueda ser compartida por la mayoría, se enfrentaran a un conflicto continuo y al riesgo de derivar hacia el autoritarismo.


Twitter: @rafael.letts

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