historia peruana

[CARTAS A MANUELA SÁENZ] Querida Manuela,

¡Llegó setiembre!! Como bien recordarás, hace 200 años, un 1 de setiembre de 1823 arribó al puerto del Callao el Libertador Simón Bolívar en el bergantín Chimborazo. Ya se habían conocido en Guayaquil unas semanas antes. Llegó para consolidar la independencia de la región.

Nos enfrentábamos a una guerra de resultado incierto contra los reductos realistas que se encontraban en el sur andino. Como te he mencionado, el sur, con sus mujeres quechuas y aimaras, siempre fue rebelde. De hecho, 41 años antes de la llegada de tu amado libertador, el 5 de setiembre de 1782, se dictó la sentencia de muerte contra Bartolina Sisa, mujer de Julián Apaza o Túpac Catari. El fallo del oidor Francisco Tadeo Diez de Medina la condenaba a «una pena ordinaria de suplicio”. Tú sabes quien fue Bartolina Sisa, mujer indígena, aimara, comerciante que lideró luchas de levantamiento contra el colonialismo español junto a su compañero Tupac Katari, Inca Rey de los Aymara y Virrey del Inca. Sisa fue nombrada Virreina y Túpac Katari Virrey del Inca antes del cerco a la ciudad de La Paz, organizó campamentos militares con fines independentistas durante la sublevación en El Alto, en Chacaltaya; en Killi Killi; en el Calvario; en el Valle de Potopoto y en las alturas de Pampahasi.

En respuesta, al ver a una mujer a cargo de la rebelión, el ejército español mandó a 300 soldados a capturarla. Ella muere a los 32 años descuartizada, su cuerpo arrastrado por los caballos. Sabes de estas rebeliones previas a la llegada de los libertadores, de hecho, las mujeres como Bartolina te inspiraron a participar activamente en la causa independista. Sé que te identificas como criolla pero tu corazón siempre estará en las montañas quitenas donde creciste.

En 1983 el Perú participó en el Segundo Encuentro de Organizaciones y Movimientos de América en la ciudad de Tiahuanacu en Bolivia, donde se estableció 5 de setiembre como Día Internacional de la Mujer Indígena, en conmemoración a la fecha de la muerte de Bartolina.

En Perú, en la actualidad, habitan 55 pueblos indígenas. De acuerdo con el último censo nacional, alrededor de seis millones de personas se autoidentifican como indígenas. Calculo que hay un grueso de peruanos que no se atreve a autocalificarse por vergüenza o porque desconoce sus raíces. La población que se autoidentificó como perteneciente a un pueblo indígena u originario de los Andes, en el CPV 2017, alcanzó un total de 5 771 885 personas, que equivalen al 24.9% de la población censada. En este grupo, las mujeres representan el 52% de la población indígena u originaria del país y el 10% del total de la población peruana. Somos un país indígena, originario, que no se quiera reconocer porque se cree, equivocadamente, que es un país costero occidental, genera grandes contradicciones.

Según este censo, Cusco fue la región con la más alta tasa de autoidentifición como indígena: 76.1%. Las mujeres indígenas no solo constituyen el 23.8% sobre el total de mujeres, sino que además son el 50.2% sobre el total de personas indígenas en todo el país. La situación de los pueblos indígenas peruanos, en especial de las mujeres en la Amazonía, empeoró a lo largo del 2020 debido a la pandemia y Loreto fue región más afectada con el 50% de los casos.

Entonces, reconocemos un día para ellas sin realmente sincerarnos que fueron nuestras abuelas. La mujer indígena está dentro de cada peruano y peruana y es parte de nuestro linaje mestizo. Reconocerlas con un día conmemorativo es importante, así como cumplir las políticas de estado con respecto a la no discriminación, no violencia, igualdad de oportunidades y derechos culturales. Lo indígena no es externo a nuestra sociedad, es parte de nuestra propia naturaleza como peruanos. Si miramos hacia adentro, hacia nuestros linajes, encontraremos ese mestizaje que tanto desconocemos.

Lima es una ciudad inmensa de 13 millones. Como Estado estamos comprometidos a cumplir con las políticas nacionales de apoyo a las mujeres en su diversidad, así como de nuestras culturas originarias. Su arte y expresiones no deben ser considerados solo como folclore, sino como una inversión estatal. En estos tiempos de cambios climáticos y crisis ambiental, son las mujeres indígenas quienes nos cuidan y el Estado debe no solo dar reconocimientos en los días conmemorativos sino invertir, darle valor al arte y la cultura indígena. ¿Por qué no valoramos eso?

Hace unas semanas, el Patronato Cultural del Perú y el Ministerio de Cultura dieron los resultados del concurso público del proyecto curatorial que se presentará en el Pabellón Peruano en la 60° Bienal de Arte de Venecia (20 de abril al 24 de noviembre de 2024). Contrario a las políticas de Estado y del propio evento titulado en italiano «Stranieri Ovunque» o «Extranjeros por todas partes», la propuesta de ‘Koshi kené’ (El poder del Kené) en un empate técnico, quedó en segundo puesto. Parece que el jurado no entendió nada de la propuesta del brasileño Adriano Pedrosa, comisario de la Bienal de Venecia 2024, cuando el menciona que “La exposición se desarrollará y se centrará en las obras de otros sujetos conectados: el artista queer, que se mueve en diferentes sexualidades y géneros y a menudo es perseguido o condenado al ostracismo; el artista outsider, que está al margen del mundo del arte, al igual que el autodidacta o el llamado artista popular; y el artista indígena, muchas veces tratado como extranjero en su propia tierra”. Era la oportunidad perfecta para posicionarnos en el mundo con nuestro arte amazónico y nuestras mujeres indígenas y de darles valor. Finalmente, lo personal es político.

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En 1989 Gonzalo Portocarrero y Patricia Oliart publicaron el libro EL PERÚ DESDE LA ESCUELA (Lima, IAA). Una segunda edición, con una nueva presentación escrita por Oliart, acaba de ser lanzada por la Universidad del Pacífico y está disponible en su sitio web. ¿Qué interés, fuera del histórico, puede tener hoy un libro de 32 años de antigüedad para merecer una nueva edición? El estudio intenta reconstruir cómo alumnos y maestros veían la realidad nacional y la historia del Perú, apoyándose para esto en materiales diversos: encuestas, entrevistas en profundidad, revisión de textos escolares y otros.

Su principal hallazgo, creo, es identificar un conjunto de nociones con fuerte presencia en el pensamiento de los profesores peruanos, que los autores denominan la Idea Crítica del Perú (IC), y que estaría conformada por cinco elementos que forman un cuerpo orgánico: 1) el Perú es un país rico por sus recursos naturales, pero 2) ha sido manejado por el Imperialismo y 3) por los grupos gobernantes para sus propios intereses. Frente a esto 4) se reivindica lo nuestro, lo peruano, asociado a una 5) idealización de una etapa de nuestra historia, el Imperio Incaico.

Según los autores, esta visión no solo existe en la escuela: “En el mapa ideológico de la sociedad peruana, la idea crítica ocupa un lugar cada vez más importante. Se encuentra en el dirigente popular, en el profesor de colegio y hasta en el militante de base”. En otras palabras, la Idea Crítica le ofrece una manera de entender la historia y la futura evolución del país a un amplio sector de los peruanos, no solo a los maestros.

¿Existe efectivamente esta visión del país en el Perú de estos días? Cuando se escuchan las opiniones de diversos actores sociales, sobre todo nuestros políticos,  el referido texto pareciera totalmente actual; por ejemplo, frases como “no más pobres en un país rico” sin duda suenan a Idea Crítica. Muchos ven el origen de esta visión en un marxismo sobre simplificado, donde la sociedad se divide en dos grandes bandos, unos virtuosos, los otros malvados. Sin embargo, vale la pena considerar si la IC como visión del Perú no puede ser asimilada también por nuestros diversos Populismos, que normalmente incluyen en sus análisis la oposición pueblo y élite gobernante corrupta, que ven a las instituciones como instrumentos de estas élites; y que en el Perú casi siempre han reivindicado positivamente “lo nuestro”, entiéndase lo popular, al menos desde Leguía y la Patria Nueva. En ese sentido la IC podría ser compartida -con mayor o menor radicalidad- por gente de izquierda que se considera cercana al marxismo, pero también por el ala izquierda de las tendencias y movimientos populistas que han surgido en nuestro devenir político. Sería como un lenguaje común que permite identificar y generar afinidades, establecer un “nosotros” y unos “ellos”, algunas votaciones en el Congreso son buenos ejemplos.

En todo caso la Idea Crítica sigue viva, aunque hay que completarla con algunos rasgos: la percepción de la omnipresencia de la corrupción en el Estado, así como una creciente desconfianza social generalizada. Esto último lo apunta Mariana Eguren, una de las comentaristas de la nueva edición, quien añade que otros rasgos recientes serían cierto aprecio por la diversidad y el valor otorgado a la educación. 

Pero habría algunos cambios respecto a lo encontrado en el estudio: ¿cuánto pueden haber modificado la IC los años noventa y siguientes, con crecimiento económico y reducción de la pobreza, y una prédica pro-emprendedora, de disminución de roles del estado, dirigida al individuo, etc.? ¿más optimismo respecto al futuro+? ¿y es estable? Por otro lado, abrazar el discurso del éxito individual que llegó al Perú en esa década ¿realmente se opone a la IC o podrían convivir ambos discursos, IC e individualista, en una misma persona y activarse de acuerdo a las circunstancias, sin que esto se viva como algo muy dramático? Tiendo a creer que esto último es perfectamente posible.

La Idea Crítica del Perú nos deja varias preguntas ¿es un logro de nuestro sistema educativo? ¿Cómo variará en el futuro? Por ejemplo, ¿cómo esta visión responderá y mutará frente a un fenómeno tan contundente como la pandemia? ¿Y qué otras sorpresas nos podrían brindar los estudios de mentalidades y sensibilidades de las peruanas y peruanos? ¿no valdría la pena completar hoy ese “mapa ideológico” del país para entendernos mejor y enfrentar nuestro futuro común?

 

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