Desde que los humanos tenemos memoria, cada segundo, cada minuto, cada día, cada vez que una mujer sale sola a la calle, siempre hay un miserable que nos lanza una mirada asquerosa, una palabra que no pronunciaría en la oreja de su madre o se nos acerca para sobarnos, para tocarnos, para olernos como si fuéramos su bocado favorito; en fin, para realizar el ritual milenario de intentar tomarnos, de poseernos como si nosotras no tuviéramos albedrío, voluntad, gusto.
Estudiado fundamentalmente por hombres, el acoso sexual a las mujeres indefensas no es más que la parte más oprobiosa de la capacidad ilimitada que tienen los que ostentan el poder para hacer los que les dé la gana sobre las que no tenemos ningún poder. Y en términos prácticos es el origen del maltrato de los hombres abusivos sobre las mujeres y los niños que dependen de él. Es pura cobardía, porque un hombre sólo ejerce ese abuso cuando sabe que el abusado no puede defenderse de él.
Y no nos equivoquemos por los matices que parecen diferenciar al niño que golpea con un calcetín relleno de talco seco o piedrecillas a la empleada del hogar, al animal que coge un palo o un fierro y golpea hasta cansarse a su mujer. Ambos son unos abusadores, y sobre el niño que golpea con el ‘matacholas’ a su niñera se construye inevitablemente un salvaje que desfogará en el futuro todos sus complejos sobre la hembra sometida.
Pero el tema no es solamente una historia que tenemos que repasar cada vez que hay uno de esos homicidios que ahora se denominan feminicidios, pero que son nada más que unos homicidios cometidos con más alevosía y con más ventaja que los que comete un hombre contra otro hombre.
Enterémonos qué pasó el viernes último en un supermercado de Surco:
La señora Andrea Chamorro Ríos, de 36 años de edad, denunció en la comisaría de Sagitario, Surco, al suboficial superior en situación de retiro de la Policía Nacional Juan Martínez Farfán, de 60 años, por haberle realizado tocamientos indebidos dentro del supermercado Plaza Vea de La Bolichera, Surco. Según relató Andrea Chamorro a Sudaca, el acosador se le acercó y le tocó los glúteos cuando ella se encontraba en la sección de venta de zapatillas del centro comercial.
“El viernes por la tarde, yo estaba haciendo mis compras en la sección de damas de la venta de zapatillas de Plaza Vea y una señora de mediana edad se encontraba delante mío. En ese momento, la hija de la señora le dice: ‘mamita, ponte detrás de la señorita para que hagan sus compras’; yo seguí viendo las zapatillas e intuí que madre e hija estaban detrás, cuando, de pronto, siento que alguien se abalanza sobre mi costado izquierdo, pone su cara delante de la mía y pega su pecho al mío, buscando tener un contacto estrecho conmigo. Entonces, la señora que estaba a mi lado me pregunta si ese hombre era un familiar o un conocido porque se había acercado tanto a mi. Negar eso con firmeza y voltear a increpar al acosador fue simultáneo, por lo que la respuesta del agresor, quien dijo que estaba ‘ciego’ porque lo acababan de operar de la vista, nos sorprendió a ambas, las cuales nos dimos cuenta que era una excusa falsa para esconder su conducta impropia. Inmediatamente, la señora le dice que cómo puede estar de compras si está ‘ciego’, y él respondió que tenía que hacer sus compras porque era un hombre solo. Más tarde, ante las autoridades que lo interrogaron, el suboficial retirado Juan Martínez dijo tener retinopatía diabética”.
En la denuncia policial, Andrea Chamorro precisó que la señora que le advirtió el acercamiento y el tocamiento indebido dijo al trabajador del supermercado que las imágenes de la agresión tenían que haber sido registradas por la cámara que se encontraba exactamente sobre sus cabezas.
“Afortunadamente, la señora estuvo detrás mío y observó cómo el tipo se me acercó y con toda la intención se me fue encima y tocó ambos glúteos. Para cuando salimos de la tienda el hombre se me acerco a pedirme mis datos personales porque me iba a poner una denuncia, él me amenazo que iba a llamar a su abogado. Cuando le hago el reclamo grabando con mi celular a Martínez Farfán, él se quita los lentes y nunca más se los volvió a poner alegando que no veía bien y luego cuando tuvo que dar su testimonio al agente policial no les dijo que estaba recién operado porque seguramente no tenía como demostrarlo”, puntualizó Chamorro.
“Lo que más me indigna es que yo he presentado la denuncia por tocamientos indebidos no por agresión y en la comisaría me dicen que el resultado del médico legista dio negativo, obviamente pues, si el tipo no me ha pegado, pero ellos querían ver si tenía moretones, yo me pregunto es normal que un cualquiera venga a tocarme. Para colmo a Farfán no le han hecho examen toxicológico, cuando el fiscal llegó les preguntó a los policías si ya habían realizado el examen toxicológico y le respondieron que no porque no hay patrullas para llevarlo a realizar el procedimiento, ayer sábado recién se lo han hecho por eso el fiscal les dijo se supone que cuando pasan más horas es peor porque ya no queda pruebas si tenía algo o no en la sangre”, manifiesta la agraviada.
Asimismo, la mujer comentó que en Plaza Vea le dijeron que no querían que haga escándalos, que vaya y ponga la denuncia porque el Gerente del supermercado había visto el video junto a un brigadista y lamentablemente la intención es clara en el video.
“Yo no dejaba que el hombre salga de la tienda y mientras seguridad pedía apoyo de la Policía el Gerente estuvo viendo el video de las cámaras de seguridad con el brigadista que me llama y me dice que la intención es clara y que no me lo podían mostrar por un tema de protocolo. Ya han solicitado las imágenes, pero está a la espera de un documento que tiene que emitir el gerente de la tienda. Es indignante que no se apuren con esto, no imaginan el asco que llegué a sentir que ese hombre me toque. Ahora me dice el suboficial Castro, que el abogado de Juan Manuel Martinez Farfán ha solicitado que hagan una ampliación de mi declaración porque según él hay una contradicción en mi declaración”.
No es el primero ni parece que será el último
Años atrás, no muchos, pero separados de esta realidad por una pandemia demoledora y dos o tres cambios presidenciales abruptos, hubo un congresista fujimorista que tocó todo lo que no se debe tocar del cuerpo de una aeromoza en un vuelo que debería haber partido de Juliaca a Lima con él a bordo. El parlamentario Moisés Mamani Choquehuanca, quien murió durante la pandemia sin haber aceptado nunca su culpa, dijo al ser desembarcado del avión por su conducta aparentemente delictiva, que debido a su diabetes sufrió un desvanecimiento cuando pasaba a su lado la hostess brasileña, y tuvo que cogerla por la cintura para evitar caerse. Evidentemente, esa disculpa fue tan falsa como la del mañoso suboficial de Policía en situación de retiro, Juan Martínez Farfán, y tan falsa como las de todos los Mamani de este mundo tan machista en el que nos ha tocado vivir.