Víctor Santisteban Yacsavilca

TRES

No te santifiques que los hechos demuestran que eres una terruca lover. Viviste con un terrorista, tuviste una hija con él, presentaste el libro de un terrorista y abogaste para que un terrorista sea cambiado de prisión. No es campaña de terruqueo, esto es información. 

Milagros Leiva

Días atrás, la irritante periodista de WIllax fue condenada por su infamia a Anahí Durant.

La ex Ministra de la Mujer expresó.

  • La sentencia sienta un precedente importante y debe servir para que los periodistas sepan que terruquear es delito y tiene consecuencias.

El gobierno de Dina a terruqueado –sin dudas– a todos los manifestantes. Ídem, la prensa adicta. Lo que parece increíble es que la misma Derecha –recalcitrante– que llenó de epítetos a la propia Dina, antes del fallido golpe, sea ahora su defensor principal. 

  • Insólito, ¿no?

Lo que más me jode es que la gente común hace lo mismo. Sin atisbo de duda. Ya sea Lima o cualquier otra provincia. Y no solo las clases acomodadas. Como si fueran sinónimos, en las redes sociales, se tuitean por miles.

  • Terruco y resentido.
  • ¿A eso hemos llegado?

No entienden la protesta. La misma –lógicamente – ralentiza o paraliza la economía. Sin embargo, mientras unos han logrado cierta estabilidad o progreso (en años de la bonanza neo liberal); olvidan que hay un gran sector que han sido totalmente ignorados o relegados a un rincón.

  • ¿Es justo? 

Muchos políticos o mesocratas – incluso los supuestos cristianos–  vociferan a los cuatro vientos.

  • El que es pobre, lo es porque quiere.

Solamente un ignaro que desconoce el Perú (por ende, sus contradicciones) puede emitir la expresión lapidaria.

La periodista Patricia del Rio emitió una inquietante elocución, en La Mula TV.

  • Si hay gente que aún cree que la tierra es plana. El sesgo de necesitar que te digan lo que quieres escuchar, va a ser mayor. No importa lo que le pongas delante. Va a seguir pensando igual. Que ese joven que murió baleado, mientras estaba atendiendo a un herido, seguro había tirado una piedra hacia media hora. No les importa en absoluto.
  • Entonces estamos en el riesgo que el exceso de información pueda reforzar la dureza del negacionismo, que intenta ocultarla, acotó Cesar Azabache.

En más de medio siglo de vida, creo que nunca habíamos vivido tal nivel de maniqueísmo a ultranza.

  • ¿Acaso nos estamos deshumanizando?

*Fotografía perteneciente a tercero

Tags:

Dina Boluarte, protestas, Víctor Santisteban Yacsavilca

Al volver por el sentido contrario, buscando a los otros miembros del grupo, como uno que sufre de ceguedad, encontraría con la cabeza rota e inconsciente, alrededor de un charco de sangre desparramado a otra persona en plena esquina. Pedimos a la policía que deje de tirar gases y reprimir. Pero siguieron. Para entonces estaba tan ahogado y pasmado, que comencé a vomitar. Yo tengo problemas de salud en relación a la respiración. Pero de alguna forma tenía que vivir todo esto en carne propia para poder escribir y así dar la mayor objetividad posible a los que me leen. Estos son los gajes del oficio. Pero, a decir verdad, nunca imaginé que algo así pudiera desencadenarse. Me sentí como en las crónicas que leía muy joven de Hemingway en la guerra civil española. Y el solo hecho de pensar que pude haber sido yo o cualquiera de los del grupo alguna de las víctimas muertas o heridas, me aterra. En eso, entre los mareos y llantos, me detuve agitado y vi una pancarta en los suelos inscrito con las siguientes palabras: “Mamá, estoy aquí. ¡Volveré, te lo prometo!”. Pero muchos no volvieron como pasaría días atrás en el interior del país, y como esa noche tampoco volvería a ver más a su familia, Víctor Santisteban Yacsavilca.

Acompañé a la gente que lo llevaba al hospital EsSalud de Grau en una camilla. Del que entraría una familiar o esa era la intención, puesto que entró una chica que de la impresión ni podía esgrimir ninguna palabra. Dentro, había un tipo haciendo mimos burlescos, riéndose asquerosamente de lo que veía. Y que lastimosamente representa cierto sector fascistoide que ya no solo lo piensan sino que abiertamente dicen: “deben matarlos a todos”. Muchos de los presentes estuvimos allí, en espera y vigilia. Luego, como se ven en videos, la policía una vez más actuó de manera desproporcionada y sacó a la gente de la puerta de emergencia a golpes.

Esa noche otra vez Lima fue manchada de sangre. La única ciudad en donde si pareciera importar los fenecidos de nuestro país. Al escribir esto, sigo absorto y con la perplejidad en la mirada ante estos hechos que nunca pensé vivir y como del cual dudo mucho poder olvidar. Y ya al terminar, agradezco entrañablemente a las personas que me acompañaron el jueves después del accidente, como el abogado Arturo Morales, mi hermana, quien es mi mejor amiga, y una de mis compañeras de vida, Grecia. ¿Cuánto más seguirá todo esto como cuánto más podremos aguantar? Cuántas sangres más tendremos que ver derramadas para decir “ya basta”. Ahora hay un canto al cielo y me pregunto con una tristeza tan grande depositada en los ojos, a dónde irán sus esperanzas y sueños de todos nuestros hermanos peruanos fallecidos estas últimas semanas. A dónde…


Fotografía: Pua Nozi

Tags:

protestas, Víctor Santisteban Yacsavilca
x