Las elecciones regionales y municipales de este año trae consigo una serie de análisis sobre qué discursos utilizarán los candidatos. Para este artículo me centraré en el caso limeño, bastión de la oposición al gobierno de Pedro Castillo.
José Carlos Requena en su reciente artículo señala que estas elecciones subnacionales podrían o continuar como una política vecinal a escala regional o como un plebiscito de apoyo o no al régimen (El Comercio, 06/01/22). Razón no le falta al precisar ello. Como lo señalé hace unos meses por este medio: y es que el contexto político en el que nos encontramos es de transitar entre la ideología y la improvisación del actual gobierno.
Sobre este contexto, para el caso de Lima, los actores políticos vinculados a la oposición política deben hacer un esfuerzo por llegar a un acuerdo para afrontar los vaivenes de Pedro Castillo que afecta severamente a la economía y estabilidad política del país.
A través de la historia del Perú, hubo momentos políticos en los que se pudo llegar a acuerdos para afrontar una elección. Uno de ellos fue el Frente Democrático del año 1945 en la que el Apra endosó apoyo a Bustamante para llegar al gobierno. El otro episodio la podemos encontrar el año 1956 en la que también el Apra endosó votos a Prado para que aperturase el escenario político. El otro la podemos encontrar en la alianza gubernamental entre Acción Popular y el Partido Popular Cristiano durante el primer gobierno de Fernando Belaunde Terry. Antecedentes hay.
La situación en la que nos encontramos precisa de reconstruir la oposición política -a través de alianzas coyunturales- para que el gobierno deje de estar en ese vaiven en la que se encuentra para que pueda así otorgar certidumbre a los inversores y a la ciudadanía en general sobre las políticas de gobierno en torno a la sensatez.
Recordemos que el mundo precisa de comodities (léase cobre y litio) a precios altos que actualmente el país posee. De aprovecharse este escenario contribuiría a mejorar nuestra actual situación económica que afecta necesariamente el rumbo político y social del país.
Para terminar, es necesario también que este escenario nos genere la posibilidad también de poder debatir sobre los alcances y límites que ha tenido la descentralización en el país y sus reformas correspondientes. El contexto lo exige.
La semana pasada el presidente Castillo oficializó la convocatoria a las elecciones regionales y municipales que tendrán lugar en octubre de este 2022. Con esto ya las candidaturas empiezan a moverse y seguramente tendremos un hipo en las adhesiones a partidos y movimientos para lograr las postulaciones deseadas.
Recorramos entonces lo que fueron las últimas elecciones municipales en Lima, como ejemplo de lo que se nos puede venir, las que dieron como ganador al alcalde Muñoz, el que llega con 53% de desaprobación y 39% de aprobación a su gestión en el último año de su mandato; muy similar a su predecesor Castañeda (55% / 40%) y bastante mejor que Villarán (75% / 19%), aunque falte ver como lo “castiga” la opinión pública después de la tragedia de Mesa redonda de fines de año.
Lima es una ciudad de 43 distritos (¡!), teniendo en las últimas elecciones poco más de 7 millones y medio de electores. ¿43 distritos son necesarios? Sin duda alguna será una pregunta que rondará la campaña, aunque a ningún partido le convenga reconsiderarlos por eso de las cuotas de poder. Aunque suene absurdo, serán 43 alcaldes los electos solo en la ciudad capital, cada uno con su estilo, su manera de enfrentar los problemas y -desde luego- de no enfrentarlos.
El aporte de votantes de cada distrito no está ni cerca de ser homogénea. Haciendo un Pareto de las últimas elecciones municipales, se observa como 5 distritos de 43 (el 11%) concentran un tercio del total de electores de Lima: dos de Lima Este, dos de Lima Norte y uno de Lima Sur. Entre rumores de proyectos que lo convertirían en la nueva provincia del departamento de Lima San Juan de Lurigancho aporta el 10% de votantes en Lima. Cada punto porcentual que un candidato saque en ese distrito aportará más de 7,500 votos a favor. Comas, por su parte tiene más de medio millón de votantes.
9 distritos (20%) otorgan el 50% de los votantes de la capital. De ellos, solo Surco es de lo que se conoce como “Lima moderna” y el Cercado de la “Lima Tradicional”. El resto, sigue siendo de las Limas periféricas: dos de Lima Este, dos de Lima Norte y tres de Lima Sur. Lo pueden ver en el siguiente cuadro:
Pero de la misma manera podemos ver cómo hay 14 distritos (32%) que solamente representan el 5% de la población electoral limeña. Elegiremos 14 alcaldes y 106 regidores para gobernar a poco más de 400 mil ciudadanos. No sé si esto suena razonable. También es de sentido común preguntarse si cada balneario requiere un alcalde, que además muchas veces enfrentan problemas judiciales, no sé si el mar es un corruptor natural o qué. La población total de los balnearios – distritos de Lima no llega a 50 000 electores y son seis alcaldes y 42 regidores los que los gobernarán.
La participación ciudadana es similar a las elecciones presidenciales. En la última municipal estuvo en 81%. Quiere decir que 20% de limeños no quisieron o no pudieron ir a votar. Cuando lo vemos por distritos, el tema se vuelve recurrente. San Isidro, Miraflores, San Borja y Surco son distritos con una tasa de ausentismo significativamente mayor que otros. Mientras que San Juan de Miraflores, Villa María del Triunfo y Villa el Salvador son los que tienen las tasas más altas. Tema recurrente porque elección tras elección vemos cómo el tema se repite y repite.
Volviendo a las elecciones de 2016, para la alcaldía provincial de Lima se presentaron 20 candidatos. 20 personas que postularon a un solo puesto de elección popular. 20 candidatos y sus listas de 42 regidores. 860 personas en competencia solo por Lima. Si las presidenciales son absurdas en número de candidatos, las municipales también juegan. De los 20 candidatos, tres obtuvieron el 65% de los votos válidos del conteo realizado por la ONPE: Muñoz, Acción Popular (36%); Urresti, Podemos Perú (20%); y Reggiardo, Perú Patria Segura (9%).
Por el otro lado, Villacorta, de PPK; y Ocrospoma, de Perú Nación, mucho gusto, sacaron, sumados ambos, la impresionante suma de 50 mil votos. Gagó de Avanza País, sacó 40 mil. Igual que Guerra García de Juntos por el Perú. Y así podemos ir sumando los cero por ciento mientras nos vamos preguntando ¿para qué postulan? ¿cuál es el sentido de movilizar recursos materiales y humanos en algo que no tiene ningún sentido, cuál es la apuesta allí? Muy difícil de entender.
Eso en la provincial, en las distritales la cantidad de candidatos promedio fue de 15: 15 candidatos para un distrito de Lima. Ya no seguiré insistiendo con preguntarnos por qué, ya se habrá dado cuenta el lector de que es inútil.
Acción Popular, el partido que además ganó en la provincial, sacó 15 alcaldías. En todas ellas además resultó primero Muñoz también. Las más relevantes, por la cantidad de votantes son San Martín de Porres, Ate, San Juan de Miraflores y Surco. APP por su parte obtuvo 5 alcaldías, varias de Lima Este: El Agustino, Lurigancho, Chaclacayo. En todas, salvo en Pucusana, en la provincial ganó Muñoz, de Acción Popular.
Siempre Unidos obtiene 3 alcaldías en Lima, en Los Olivos, en Independencia y en Barranco. Nada mal si se tiene en cuenta que su candidato a Lima, Manuel Velarde no llegó a los 100 mil votos en total, cerca de 2% de votos válidos.
También es interesante como el partido que quedó en segundo lugar, Podemos Perú, con Urresti a la cabeza, con el 20% de votos válidos en todo Lima, sólo obtuvo una alcaldía distrital. Pero tampoco es poca cosa si notamos que es la de San Juan de Lurigancho. El distrito más grande del Perú.
Un detalle muy importante: en promedio, los alcaldes distritales en Lima fueron elegidos con el 27% de los votos válidos. Solo en un distrito un candidato sacó más del 50% (San Borja, donde Tejada obtuvo el 57% de válidos y el 54% de emitidos). En otros distritos como Los Olivos, Jesús María y Villa María del Triunfo, los alcaldes fueron respaldados por más del 40% de votos válidos.
Pero en San Juan de Miraflores (14% de válidos), San Juan de Lurigancho (15%), Independencia (16%), San Luis (17%), Santa Anita (17%) y Rímac (18%), sus alcaldes fueron electos con porcentajes bastante bajos de los votos válidos. Llama la atención, pero no sorprende este indicador; con tanta atomización de candidaturas hay casos en los que la autoridad es elegida por muy poco margen. La mitad de las alcaldías distritales de Lima fueron electas con porcentajes menores al 25% de votos válidos.
En la votación para alcaldía provincial la figura es la inversa. El candidato más votado en los distritos, en promedio obtuvo 38% de votos válidos. En Miraflores (69%), San Isidro (68%), San Borja (66%), La Molina (59%), Jesús María y Pueblo Libre (ambos con 58%), es donde la votación para alcalde provincial saca la más alta proporción de votos válidos. Coincidentemente, en todos estos distritos es Muñoz y su propuesta de Limaflores la que terminó imponiéndose.
Sin embargo, para que se entienda el punto. El aporte de votos, que es con el que se gana una elección se debe analizar adecuadamente. Veamos el siguiente cuadro:
10 distritos que más contribuyeron en votos a Muñoz (AP)
Ni Miraflores ni San Isidro ni San Borja aparecen. Apenas entran La Molina y Surco. El resto, distritos más poblados donde con una cantidad importante de votos un candidato puede ser electo alcalde de Lima. ¿Se entenderá este mensaje?
Tenemos largos meses de campaña en medio de una crisis política permanente. El contexto también puede afectar esta elección. La forma de como el gobierno se maneje va a influir en las decisiones que tomemos, tanto a nivel de candidato como de programa.
Pero lo que hemos aprendido de las últimas elecciones vale la pena revisarlo:
Muchas candidaturas no generan una elección de calidad sino de una lógica del “menos malo”. Pocas opciones permiten ser más críticos, sobre todo cuando no hay segunda vuelta.
La mal llamada “Lima Moderna” es la que menos vota, la que menos electores representa y la que no determina quién será el alcalde (por más que a Muñoz quieran recordarlo como el que ganó por esos votos).
La votación distrital y provincial no es tan determinante. En 22 distritos en los que Muñoz ganó se eligió a un alcalde que no era de Acción Popular. Solo en 15 distritos se logra el triunfo acciopopulista en ambas plazas.
Sin el apoyo de electores de las distintas Limas no hay alcalde posible.
Estaremos atentos y analizando las distintas tendencias que se vayan presentando.
Data de Ipsos. En el caso de Castañeda y Villarán, en la medición de enero del último año. EN el caso de Muñoz, encuesta de diciembre 2021.
Fuente: ONPE, resultados de elecciones municipales 2016. En: www.onpe.gob.pe
Craso error ha cometido el ministro de Educación Ricardo Cuenca si acaso albergó la idea de desactivar los colegios de alto rendimiento, COAR, por aparentes discrepancias con el modelo educativo que está detrás de los mismos.
Al final, ha retrocedido a medias y ha anunciado que hará los esfuerzos por mantener el esquema de admisión de este año (no ha sido del todo claro), aunque la explicación de que lo hizo porque el presupuesto no le asignaba partida para este año no parece ser tan cierta, ya que sí existe ese pliego considerado. Sería deseable una mayor precisión por parte del titular de Educación.
Es verdad que el esquema de los COAR es controversial. Hay expertos en la materia que señalan que la excelencia educativa debería ser general al sistema público y no circunscrito a ciertas unidades escolares destinadas a los alumnos con mejor rendimiento o mayores capacidades intelectuales, así como otros que estiman que construir una pirámide no es necesariamente malo y que, inclusive, podría ayudar a irradiar paulatinamente mayor calidad al conjunto.
Pero lo que no admite disenso es la tesis de que si alguna decisión estratégica se va a tomar al respecto (si mantener los COAR o desactivarlos), ello no le corresponde a un gobierno de “transición y emergencia”, como el propio presidente Sagasti gusta de calificar a su administración.
Las tareas del actual gobierno son pocas y muy claras: luchar contra la pandemia, reactivar la economía y asegurar elecciones limpias. Además de ello, solo tareas administrativas que aseguren el mejor funcionamiento del Estado. No le da la tela para hacer reformas. Tampoco el tiempo. No tiene la legitimidad de origen para animarse a hacer cambios de fondo en ninguno de los aspectos de la administración pública.
Haría bien por ello el Presidente en llamarle la atención a sus ministros y funcionarios de primer orden al respecto. Si alguno de ellos quiere dejar impresa su huella digital en el portafolio que administra, pues que renuncie, se inscriba en algún partido en la contienda y espere a que gane para, con el respaldo institucional de los votos, animarse a hacer reformas de fondo para el periodo de cinco años que le correspondería.