No da puntada sin nudo. Con Pedro Castillo, Evo Morales ha encontrado la forma de conseguir la salida soberana de su país a las aguas del Pacífico que tanto soñó. ¿Qué mejor oportunidad?
En el 2010, Morales lo intentó. Creyó que convenció a Alan García de permitirle construir un anexo de la escuela naval boliviana en Ilo —hasta se colocó la primera piedra—, de autorizar la presencia de barcos de la armada boliviana en la costa peruana con derecho de navegación y acoderación en el Puerto de Ilo y de exonerar a empresas bolivianas de diversos impuestos que peruanos estamos obligados a pagar con puntualidad.
Todos esos privilegios quedaron redactados en un documento denominado Protocolo Complementario y Ampliatorio de los Acuerdos de Ilo, papel sin valor porque faltó algo esencial: la ratificación del Congreso, como lo manda nuestra constitución. Pero todo puede cambiar con un gobierno de Pedro Castillo, pues con él la disolución del Congreso de la República está asegurada para convocar a una Asamblea Constituyente, lo que significará nuevas reglas, dictadas ¿por quién? Hay varios interesados. El comunismo no es una sola persona, y esa no es Evo Morales nomás.
Detrás de Evo y su interés de salir al mar a través del Perú, están pensamientos comunistas y dictatoriales como los del finado Hugo Chavez (en la actualidad Nicolás Maduro) o como los de los hermanos Castro de Cuba, que se instalaron en el poder en la historia y que hasta hoy no dejan de controlar. Detrás de Evo Morales también se hallan las ambiciones de China que cree en su expansión geopolítica para dominar el mundo, pero que no cree que los ciudadanos deben tener libertades económicas ni políticas. Por supuesto, también detrás de Evo está el problema violento que es Irán. Detrás de ese Evo se encuentra todo un club comunista, toda una corriente intransigente que observa en el Perú la posición geográfica ideal para dominar Latinoamérica. Es así que la salida de Bolivia al Pacífico por nuestro país es la lotería que buscan China, Irán, Venezuela, etcétera.
Por eso, debemos ver con preocupación el entusiasmo que le pone Evo Morales a la campaña del falso jinete Pedro Castillo Castillo. Cuando él abre la boca para apoyar su candidatura, está mirando con ambición nuestro mar, la puerta dorada del comunismo para el control de la región.