Portugal

[Migrante al paso]  En mis primeros pasos como viajero, me ilusionaba pensando que las guerras mentales que todos luchamos desaparecerían con los nuevos paisajes y lugares. Pero esos asedios del pensamiento, al final, nos hacen quienes somos. Esos bombardeos de: “no eres suficiente”, “eres una carga”, “no has logrado nada”. Así somos, a veces hasta sentimos placer al autoflagelarnos mentalmente. Esto no se detiene moviéndote de lugar, pero sí te ayuda a tomar perspectiva y decirle: “¡Ya cállate, no te quiero escuchar ahora!” a esa voz persistente e incómoda. Caminando por Marrakech, entre monos, serpientes, calor y gente que se aglomera a tu alrededor por la posibilidad de vender lo que sea, llegué a la conclusión de que en este viaje había comprobado que mi mayor temor no era cierto. Un altercado, unas noches atrás en Fez, me demostró que, a pesar de mis carencias, soy una persona valiente. El altercado en sí no vale la pena ni mencionar. He tenido una vida con muchos errores, no me hago el pobre porque también he tenido aciertos, pero así es: te equivocas o aprendes. Caminando por el centro de Londres, viajando en el Shinkansen, en un vuelo de 13 horas desde Malasia, fumando en un coffee shop de Ámsterdam o esquiando en Bariloche, siempre aparecen estas ideas disruptivas, estés donde estés. Después de un mes viajando solo, por fin, me iba a encontrar con mis padres en Lisboa. Después del tedioso aeropuerto de Marruecos, llegué de madrugada a Portugal.

Francisco Tafur

Portugal, un país que me pareció extraño, pero me sorprendió en demasía. Para empezar, en mi lugar, el mismo nombre lo considero mi apellido más que un país. Es reconfortante encontrarte con tu familia en el extranjero. Había estado semanas sin hablar prácticamente, a veces hacía sonidos para escuchar mi propia voz. Ya me ha pasado en otros viajes. Aparte, por más que tenga 30 años, poder hacer estas aventuras con ellos es un lujo por el cual uno debería estar agradecido. El primer día nos despertamos a las 7 a. m., que para mí es de madrugada, pero la vehemencia de mi padre en los viajes lo hace armar un itinerario detallado. Es un experto viajero y, con el tiempo que tiene, le saca el jugo. Yo soy un poco más relajado, por no decir bastante. Este país es un destino turístico relativamente nuevo. Anteriormente, como nos mencionaron muchos guías, las personas lo dejaban de lado. Llegaban a Madrid y se iban a conocer el resto de Europa dejando la zona oeste de la península ibérica.

No le dicen la ciudad de las siete colinas gratuitamente. No puedes confiar del todo en Google Maps. Puede aparecer que tu destino está a 2 kilómetros, pero lo que no te avisa es que son en pendiente y abruptas. Si está lloviendo, es muy fácil resbalarse debido a que casi todas las veredas son de piedra caliza. Nos hospedábamos en la Avenida da Liberdade, la principal, llena de tiendas y hoteles de lujo. Desde la Plaza Restauradores nos adentramos hacia el barrio de la Baixa. Todo parece perfecto: los edificios mantienen una arquitectura antigua y sin romper en absoluto con el tono de la ciudad. Pero todo es relativamente nuevo debido al famoso terremoto de 1755. Supuestamente, tuvo una magnitud de 9.0 grados y duró 10 minutos; aparte, fue sucedido por un tsunami y un gran incendio. La ciudad se destruyó por completo; hubo aproximadamente 100 mil muertos. Como dato curioso, es en estos momentos que se comienza a indagar en la sismología por parte de un grupo de científicos. Por lo tanto, todo lo que está a la vista ha sido reconstruido. Debe haber sido espeluznante; aún se siente el trauma y el miedo a que vuelva a ocurrir. Obviamente, se tomaron las medidas necesarias para evitar catástrofes en la reconstrucción. Yo solo pensaba: “Por favor, que no ocurra mientras estoy acá”. Caminar en dirección al río Tajo, con vista a las ciudades del otro lado, que parecen islas a simple vista, te causa alegría. Tienes que cruzar la Plaza del Comercio, un espacio inmenso con la estatua del rey Juan I, siempre con una gaviota en la cabeza. En el malecón hay arena; en verano sería perfecto para ir por un chapuzón, está bastante cerca. Fue un momento para recordar, como viaje en familia.

 

Al igual que en toda capital, no te libras de ver un par de distractores, pero que al final son parte de la aventura. Caminando hacia una iglesia, en una esquina, se escucha un grito y se ve a un joven salir disparado: le habían robado a una señora. En la misma placita, una pelea entre dos vendedores inmigrantes, a los puños. He logrado desarrollar mi contemplación viajera, y estas cosas te permiten darte cuenta de cómo funcionan las cosas y cómo es el panorama de un mundo aún incompleto para mí. Por lo que encuentras de todo, hay joyas ocultas, siempre. La iglesia de Santo Domingo, única en su especie. Cuando entras, te metes en otro mundo, más allá de la religión. Sientes cómo han mantenido las paredes destruidas y quemadas por un incendio brutal. La devoción que se siente. Entramos durante la misa: sobre un terreno derrumbado y bello, a la vez, le da un vuelco a lo esperado. Diría que es de mis iglesias favoritas.

Aún hay mucho por contar, y lo haré en su momento, pero debo decir que mi mayor sorpresa fue la comida. Más que el fútbol, mi viejo y yo compartimos la pasión por la comida, y viajar con él es tener unos buenos días de comer rico. Para nosotros, peruanos, nos resulta difícil un genuino halago gastronómico en otro lugar. Esta vez sí lo es. Desde un restaurante en el pueblo de Nazaré, pasando por estrellas Michelin y lugares de comida casera. Todo es delicioso. El mejor fue Oficio, la última noche en Lisboa. Sudados por una trepada fuerte, el calor era insoportable. Los platos de ese restaurante son de lo mejor que he probado. Una delicia. Prometo contar más sobre este curioso país.

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Lisboa, Portugal

[LA TANA ZURDA] Pero, ¿por qué en Portugal?

Desde tiempos coloniales, la nación lusitana ha tenido unapresencia importante en el Perú. En aquellos tiempos, muchosconversos (judíos rebautizados como católicos) huían de la península por la persecución inquisitorial, y así llegaban al Nuevo Mundo en busca de una mayor libertad y sobre todo de mejores oportunidades económicas. Uno de ellos fue Henrique Garcés, que tradujo «Os Lusiadas» de Luis de Camões al español, y también los versos de Petrarca. Pero no solo eso. Fueel primero en utilizar la técnica del mercurio para purificar la plata que se extraía de las minas andinas. De este modo, Garcés contribuyó de manera notable tanto en el mundo de las letras como en el de la economía colonial.

En la península ibérica los judíos fueron más tolerados en Portugal que en España hasta que también fueron expulsados de ahí y tuvieron que buscarse un destino. Muchos llegaron a Lima con buenas fortunas y establecieron bancos que dominaron la economía colonial durante la primera mitad del siglo XVII, hasta que la Inquisición española se puso al día y empezó a perseguirlos, pese a que ya se habían convertido al catolicismo.

Por otro lado, entre 1580 y 1640 la corona española anexó el reino de Portugal y lo sujetó a su dominio, por lo que el intercambio cultural entre España y Portugal se incrementó. De esa situación sacó ventaja nuestro Inca Garcilaso, que encontró mejores precios en Lisboa para publicar sus dos obras más importantes: «La Florida del Inca» en 1605 y la primera parte de los «Comentarios reales» en 1609. Estas dos piezas maestras son hoy consideradas las cumbres fundacionales de nuestra literatura colonial .

Y así, andando el tiempo, Portugal ha aparecido esporádicamente en nuestra cultura de distintas maneras y con diversos personajes. Si bien nunca ha habido una migración portuguesa al Perú tan notable como la italiana y mucho menos la china o la japonesa, hay que recordar a figuras como don Gonzalo de Reparaz, notable geógrafo y fotógrafo que llegó al Perú en 1951 y se quedó hasta su muerte en 1984, dejando un archivo visual valiosísimo y numerosos textos que buscan revalorar nuestro pasado prehispánico y nuestra riqueza geográfica.

De estos y otros muchos temas se tratará en el congreso de Lisboa, que se inicia este lunes 2 de octubre y sigue hasta el miércoles 4 en el auditorio de la Biblioteca Nacional de Portugal. Además, el congreso rendirá homenaje a uno de los estudiosos más prestigiosos de la literatura peruana, el Dr. Martin Lienhard, quien vive en la bella Lisboa desde hace varios años, aunque es de origen suizo. Lienhard es uno de los grandes estudiosos de José María Arguedas y de las literaturas orales e híbridas, por lo que un reconocimiento de este tipo es algo que ya le debía el Perú desde hacía varios lustros.

También habrá paneles sobre César Vallejo (por el centenario de «Escalas» y «Fabla salvaje», que se cumple este 2023), sobre el mismo Inca Garcilaso, sobre cultura peruana en el siglo XIX, sobre nuestra poesía, que ya brilla internacionalmente y, porsupuesto, de manera destacada, sobre la historia de los portugueses en el Perú colonial, a cargo de la máxima autoridad en el tema, la Dra. Maria da Graça Mateus Ventura, de la Universidad de Lisboa, quien dictará una conferencia plenaria.

Todo este esfuerzo de verdadera diplomacia cultural se debe en gran parte a la labor del poeta y académico José Antonio Mazzotti, quien ya ha organizado diez congresos de peruanistas anteriores, llevando el nombre de nuestro país a los más importantes foros intelectuales, desde la Universidad de Harvard en 1999 hasta las de Chile, Sevilla, Poitiers, Burdeos, Florencia, Nazan (en Nagoya, Japón), La Habana, Ottawa, Georgetown y muchas más.

La comunidad peruana en Portugal y en España (cerquitanomás) podrá remojarse en los avances de la investigación en diversas disciplinas y recordar que nuestro hermoso país no se limita ni debe limitarse solo al cebiche de Gastón o el ferrocarril de Porky.

Para enterarse del programa del XI Congreso Internacional de Peruanistas basta ir a la siguiente página:

https://asociacioninternacionaldeperuanistas.blogspot.com/2023/01/xi-congreso-internacional-de.html

Sigamos difundiendo nuestra cultura por el mundo entero.

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congreso de Lisboa, historia colonial, influencia cultural, Literatura, Martin Lienhard, Portugal

Otro tema es la exoneración del IGV al libro, que vencerá el próximo año. ¿Existe ya algún plan de acción? ¿Cuándo comenzará la campaña para pedir que se amplíe esta exoneración? ¿Es viable proponer una prórroga mayor? En un país con índices de lectura penosos, medios que en su mayoría se han desentendido de la cultura, estudiantes que no leen, un alto porcentaje de maestros con problemas de comprensión lectora, habría que pensar más en el largo plazo.

Ojalá la reapertura de la FIL (desde aquí el mejor de los éxitos) deje abiertas las puertas de la discusión y el análisis de la situación del libro y la lectura en nuestro país. Es urgente entender estas dos cosas como un asunto de primerísima necesidad.

 

 

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Feria Internacional del Libro de Lima, FIL Lima, Portugal
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