soledad

Durante este último año y medio no solo nuestra salud física se ha visto afectada a causa de la pandemia, sino también nuestra salud mental. Desde marzo del 2020 las atenciones en el Servicio de Salud Mental del hospital Edgardo Rebagliati se incrementaron en un 30% y la patología más recurrente ha sido la depresión. Solo por Emergencia, se registran más de 300 casos de depresión y 200 de ansiedad en el hospital Rebagliati.

Además, este año los peruanos hemos estado expuestos a la constante preocupación sobre la crisis política y nuevas elecciones. El psicólogo Luis Martínez-Casasola explica que las personas muy implicadas en la vida política de su país corren el riesgo de sumergirse en una espiral de seguimiento de la actividad e incluso de activismo a favor de uno u otro partido que puede llegar a ser desgastante.

Además, explica que uno de los mayores problemas es el sentimiento de rivalidad que se llega a generar entre las diferentes facciones de pensamiento. “Este estado de activación constante es desgastante a nivel emocional y genera síntomas compatibles con ansiedad y depresión, y una gran irritabilidad que puede desencadenar cambios en el estado de ánimo”, indica.

Cuidar de la salud mental

Frente a este contexto complejo que afecta nuestra estabilidad y armonía personal, estos son algunos aspectos a los que podemos prestar especial atención y generar mayor cuidado sobre nosotros mismos:

1.-Gestión de la ansiedad

La ansiedad es la compañera inseparable tanto de la pandemia como de la inestabilidad política. Las consecuencias de ambas han generado que muchas personas noten que sus vidas se tambalean, y ante esto, es fácil que su sistema nervioso esté siempre en modo “vigilancia”. Aunque como individuos no podemos hacer nada para evitar estas grandes crisis, sí podemos modificar la manera en la que gestionamos nuestras emociones y nuestros patrones de conducta ante esta.

2.-Gestión de la soledad

La tendencia a adoptar hábitos más solitarios sigue presente incluso si ya no se llevan medidas extremas de confinamiento como hace unos meses. El desgaste producido por llevar muchos meses apenas viendo a familiares y amigos puede pasar factura, sobre todo en las personas más extrovertidas y acostumbradas al trato cara a cara. Es importante amistarse con la propia soledad y empezar a tener una buena relación con ella.

3.-El autocuidado

Al perder los referentes de aquello que ya nos habíamos acostumbrado a hacer, como los horarios de trabajo fuera de casa y las rutinas de actividades junto a los amigos, podemos entrar en un estado de pasividad que nos haga interiorizar nuevas costumbres que son fáciles de llevar a cabo. Por ejemplo: quedarnos hasta tarde viendo vídeos en Internet, comer mucho entre horas, o pasarnos horas frente al televisor. Frente a ello es necesario saber seguir una cierta disciplina a la hora de estructurar el día a día y no postergar aquello que de verdad deberíamos hacer por nuestro bien.

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