Se suspendió la huelga nacional indefinida que desde hoy iba a realizar el Sutep, paralizando toda la actividad escolar del país y colocando al gobierno en un disparadero político de imprevisibles consecuencias.
Hay que felicitarse de lo ocurrido. La flexibilidad del gobierno y el lúcido pragmatismo de la dirigencia del Sutep, acordaron avalar los justos reclamos del magisterio en su inmensa mayoría, por lo cual se decidió la suspensión de la medida de lucha.
Lucio Castro, secretario general del Sutep, ha demostrado capacidad para reflotar un gremio sindical venido a menos, desbordado por los radicales del senderismo reciclado, y esta vez ha logrado un triunfo resonante que lo fortalecerá.
Castro es precandidato presidencial del partido de los trabajadores y emprendedores y esta victoria sindical, sin duda lo catapulta a niveles políticos de primer orden. La sapiencia con la que ha sabido manejar el conflicto y la mesura firme de sus decisiones ha llevado a buen puerto lo que amenazaba con convertirse en un parteaguas político para un régimen absolutamente débil como el de Dina Boluarte.
Es hora de que la izquierda renueve sus liderazgos y los reemplace por apuestas democráticas. La de Lucio Castro se inscribe en ese talante y lo ha demostrado con creces con la inteligente manera en que ha conducido las jornadas de protesta que galvanizaron al magisterio nacional de una manera que no se veía hace años.
Hay que estar vigilante, por supuesto, respecto de que el gobierno cumpla su palabra y no termine por tirar por la borda el feliz acuerdo. La dirigencia nacional del Sutep es la primera que debe exigirlo, a cuenta de una vuelta al conflicto que a nadie beneficia y que felizmente se ha interrumpido momentáneamente a la espera de que el régimen no incumpla lo acordado.
Al final del día, una buena noticia, pragmatismo puesto a prueba, flexibilidad de ambas partes y renovados liderazgos, es el balance de lo sucedido.