Elecciones

Es inmensa la tarea pública que le corresponderá desplegar al gobierno que asuma las riendas desde el 2026. La magnitud del encargo supondrá la reedición de actos refundacionales, como los que emprendieron en su momento los regímenes de Velasco y Fujimori, con un desafío mayor, porque será imperativo hacerlo dentro de los cánones democráticos.

Refundar las instituciones de administración de justicia (Ministerio Público, Poder Judicial y Junta Nacional de Justicia), hacer en serio una profunda reforma político-electoral, revertir las groseras fallas del proceso de regionalización, volver a colocar el país en la senda del crecimiento económico robusto que teníamos antes de que Humala decidiera desmontar el modelo estrenado en los 90, desterrar la corrupción enquistada en todos los estamentos de la administración pública, mejorar radicalmente los índices de inseguridad ciudadana que azotan el país y que tanto impacto generan en la buena marcha económica (se calcula que por lo menos nos cuesta el 3% del PBI).

¿Es posible lograrlo? Por cierto, el carácter ciclópeo de semejantes desafíos hace imposible que una administración temporal de cinco años logre su cometido triunfal, pero mucho habremos avanzado si se acometieran desde el primer día de gobierno los pasos necesarios y pertinentes para lograr tales objetivos.

Lo que sí queda claro es que ello no va a ser posible si reeditamos el 2026 la elección de un gobierno improvisado o antisistema radical. Por el contrario, tales problemas se agravarían en gran extremo. Además, será necesario contar con suficiente representación parlamentaria para que el gobierno entrante no esté sometido a las veleidades inestables que han sufrido los gobiernos nacionales del 2016 en adelante.

No se ve otra manera de lograr ello, que no pase por la confluencia de fuerzas de centroderecha, creyentes en las bondades del capitalismo democrático, única garantía de desarrollo económico y político en el mundo y, por cierto, en nuestro país.

Consolidar un gran frente implicaría no solo la garantía de contar con fuerza parlamentaria suficiente para emprender las grandes reformas que se necesita sino, además, la convocatoria rápida a los más de dos mil tecnócratas que se requieren en el Estado para sobrellevar con éxito las políticas públicas reseñadas.

Si ello no se logra, entraremos a la espiral del azar y muy probablemente seguiremos el camino descendente de profundo deterioro en el que ha caído la sociedad peruana.

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Dina Boluarte, Elecciones, eleecciones 2026, Gobierno

Hay más de treinta ciudadanos peruanos pretendiendo acceder al poder presidencial el 2026. Aquí algunas preguntas que habrá que exigir que el postulante responda:

-¿Cómo va a solucionar el problema de la inseguridad ciudadana? Que se diga con lujo de detalles. ¿Va a cambiar la política penitenciaria, el código penal, va a reorganizar a la policía? Que nos lo explique sin palabreos ni generalidades.

-¿Cómo va recuperar la senda de la inversión privada y el crecimiento económico? ¿Qué señales piensa dar? ¿Va a privatizar Petroperú y Sedapal? ¿Va a sacar adelante los proyectos mineros de Conga y Tía María?

-¿Cómo piensa desterrar la corrupción pública, un cáncer nacional? Desde la cúspide hasta la sima del poder está contaminada por la corrupción. ¿Mayores penas? ¿Más capacidad disuasiva o preventiva a la Contraloría? ¿Cambio en las contrataciones del sector público? ¿Reducción del Estado y sus “peajes”?

-¿Qué piensa hacer con el desastre de la regionalización? ¿Va a recentralizar algunas funciones? ¿Cuáles? ¿Va a ahondar el proceso, acaso federalizando el país? ¿Cómo piensa mejorar la eficiencia del gasto público en los gobiernos regionales y locales? ¿Piensa cambiar el manejo de las regalías y canon minero?

-¿Qué va a hacer para instaurar un sistema de salud pública mínimamente digno? ¿Unificará el Minsa con EsSalud? ¿Aumentará el presupuesto del sector y en cuánto? ¿Cómo piensa derrotar a las mafias sindicales del sector? ¿Qué piensa del denunciado oligopolio farmacéutico, de seguros y clínicas? ¿Lo va dejar tal como está? ¿Va a aumentar las alianzas público-privadas en el sector?

-¿Cómo planea recuperar el nivel de la educación pública, hoy tan venida a menos, y no por culpa del Sutep, como la derecha radical esgrime, sino por malas políticas educativas? ¿Retomaría las reformas iniciadas por el exministro Jaime Saavedra? ¿Lo convocaría de ministro?

-¿Cómo piensa manejar el rol del Perú en el creciente conflicto chino-estadounidense? ¿Mantendrá una postura no alineada o cederá a las presiones de Washington? ¿Impondrá alguna restricción a la inversión china?

No podemos elegir nuevamente a improvisados para que ocupen Palacio. El país ha perdido un lustro producto de la incompetencia y la medianía de quienes, por albur, llegaron al poder. No nos puede volver a pasar lo mismo y eso depende mucho de una ciudadanía activa y una prensa inquisidora.

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Candidatos, Elecciones, tafur

[PIE DERECHO]  Otra de las preguntas de la última encuesta del IEP que es interesante analizar, es la referida a los posibles candidatos para las elecciones generales. Al respecto, un abrumador 47.5% no sabe o no precisa (el desinterés por la política es mayúsculo), un 27.6% responde que ninguno o nadie (sería éste el voto duro antisistema), y luego, en el 25% restante llama la atención (en verdad, no tanto, si se considera otras encuestas) el primer lugar de Pedro Castillo, con 4.3%, seguido de Keiko Fujimori, con 4.1% (lo que nuevamente no la descarta de una participación protagónica), por Martín Vizcarra (con 3%) y otros como Hernando de Soto, Rafael López Aliaga, Yonhy Lescano y Antauro Humala, como candidatos que aparecen, pero con votación rala.

Estamos todavía a poco más de dos años de que se produzcan las elecciones y aún no ha concluido el proceso de inscripción de candidaturas, por lo cual es, evidentemente, una medición muy auscultativa preliminar, pero ya revela algunas conclusiones que es factible deducir.

Lo primero, es la carencia de un vínculo de representación entre los voceados como candidatos y el electorado. Falta mucho, repetimos, pero a estas alturas, en otros tiempos, había mayor claridad respecto de preferencias ideológicas o electorales.

Hay una terrible y profunda desaprensión de la política, un voto importante antiestablishment y una carencia de presencia sociológica de los que se vienen apuntando en el partidor (no es casual, en ese sentido, que encabece la lista alguien como Castillo, que está preso, Keiko Fujimori, que está en medio de un proceso judicial, y Vizcarra, que está inhabilitado).

No se está haciendo casi política en el país y la poca que se hace, radica en un Congreso mayoritariamente desaprobado y deslegitimado. Por ende, nada de lo que allí se haga abonará en favor de los partidos o los líderes que quieran despuntar en las preferencias electorales (de los siete candidatos mencionados en primer lugar, ninguno es congresista y de los once nombrados, solo figura uno, Roberto Chiabra).

Hacer política en el Perú de hoy no es salir en canal N, RPP o Willax, y mucho menos en páginas enteras en los medios de prensa escritos. Es recorrer el país, salir en radios locales, visitar puntos de microsegmentación social que una buena consultora estratégica ya les podría ir armando. Por allí está el camino para cubrir la brecha gigantesca que hay, en estos momentos, entre la población y su clase política.

 

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Candidatos Presidenciales, Desinterés Político, Elecciones, Encuesta IEP

[AGENDA PAÍS] El domingo pasado, Argentina vivió una fiesta democrática que culminó con la amplia victoria de Javier Milei, candidato liberal-libertario de La Libertad Avanza, frente al candidato oficialista peronista, Sergio Massa.

Esta victoria contundente con casi 11% de ventaja, refleja el hartazgo de la mayoría de argentinos por la crisis permanente en la que se encuentran hace 30 años, crisis que trasciende lo económico para culminar en una putrefacción moral de corrupción y saqueo del estado por parte de malos gobernantes.

Milei, con su aspecto de rockero ochentero, lenguaje disruptivo, directo y a veces soez, logró captar el corazón del electorado, principalmente al joven, al cual le dio algo que quizá, habían perdido: la esperanza.

La diferencia con las elecciones presidenciales peruanas del 2021, es que en nuestro país los electores votaron por escasa mayoría por el ahora golpista Pedro Castillo, no porque encarnase la esperanza de un Perú mejor, sino por un mezquino odio visceral de cierta parte del electorado por Keiko Fujimori, prefiriendo así el caos a enfrentarse a una propuesta política en democracia.

Incluso en redes se saluda el gesto de Massa de aceptar su derrota, comparándola con la no aceptación inmediata de Keiko Fujimori, cuando en Argentina la derrota de Massa fue por una goleada de 11% mientras que Keiko perdió por 0.26% y varias mesas por auditar. Así, será muy complicado lograr consensos que pongan por delante al país y sus millones de ciudadanos inmersos en la pobreza bajo el desdén de los paupérrimos servicios públicos y la indiferencia de las autoridades.

El efecto Milei ya se siente en América Latina y del éxito de su receta liberal para vencer a la inflación y otorgar un mejor vivir a los argentinos, va a depender que, en otros países, con elecciones en los próximos 3 años como Ecuador, Chile, Bolivia, Colombia, Brasil y Perú, se pueda tener algún candidato que encarne con esa visión y pasión los principios del liberalismo y que los pueda implementar con sabiduría y humildad.

Pero Venezuela será el primer escollo a superar. Las elecciones presidenciales del 2024 son claves para que la oposición, liderada por María Corina Machado, acceda al Palacio de Miraflores y empiece a reconstruir un bello país ahora sumido en la miseria absoluta y el control estatal de toda actividad económica y social.

La tarea es cuesta arriba. Con Maduro controlando todos los poderes del Estado (incluyendo el electoral) y con votación por máquinas electrónicas hasta ahora sin posibilidad de auditoría, las probabilidades de victoria de Machado, aún cuando las encuestas la sitúan en más del 60%, son prácticamente nulas.

La esperanza es que los Estados Unidos de Norteamérica ponga tal presión que obligue a la OEA y a la ONU de ser los veedores y auditores del voto de los venezolanos, sin ello, las cartas están echadas.

Este aluvión liberal de Milei, con libertad económica que va de la mano con respetar la individualidad de las personas, sus credos, sus sueños y sus amores, priorizando las políticas sociales, efectivas y sin corrupción, debe motivarnos a que tanto los peruanos como el resto de latinoamericanos, podamos construir una opción democrática que toque el corazón de los ciudadanos con propuestas simples y empáticas, que una vez en el gobierno, se puedan implementar rápida y efectivamente.

Es momento de romper el eje del mal, debemos debilitar el Foro de Sao Paulo y el de Puebla, que, bajo la dirección estratégica de Cuba y el petróleo de Venezuela, dirigen y financian la corrupción política de izquierda en todo el continente, y reemplazarlos por gobiernos liberales, limpios y eficientes.

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Argentina, Cambio Político, Elecciones, Javier Milei, Liberalismo

[CASITA DE CARTÓN] Esta casita de cartón abre sus puertas recién llegado de la celebración y del haber oído su primer discurso como presidente de Javier Milei, quien, como dije semanas atrás, estaba con mayores probabilidades de llegar al sillón de Rivadavia. Acudiendo como espectador neutral. Porque de esto se  trata el periodismo, aunque a veces es inevitable no palpar el sentimiento humano, y lo objetivo se vuelve subjetivo. Pero trataré de explicar, con mis casi 10 años de viviendo en este país, porqué ganó este outsider. O este ‘salvador’, como así lo ven muchos en nuestro continente, que es la imagen fresca de la derecha.

Años de hiperinflación, llevaran en su momento a que la extinta República de Weimar –Alemania-, considerada como el país más culto por aquellos años (y que ha sido motivo de múltiples estudios), véase las mentes brillantes que había como Benjamín o Adorno, permitieran el ascenso de Hitler. Pero de la inteligencia no se come, y Argentina ha estado en decadencia casi siete años. La década ganada, cuando Argentina tenía el sueldo en dólar más alto de la región, ha quedado en la historia. Hoy hay un 40 % de pobreza, y 10 % en la indigencia, que ha acelerado que llegara este candidato en casi dos años a la presidencia. Es que él es el candidato antisistema, alejado del podrido peronismo y radicalismo, luego macrismo (aunque se uniera en la segunda vuelta), que prometieron erradicar con este cáncer de la corrupción, y que solo ha generado un descontento y miseria incalculable, que las urnas lo han simplificado con esta frase: ‘están cansados de todos’. Es que el ‘que se vayan todos’, frase vitoreada por aquellos años del 2001, donde sacaron en un helicóptero al ex presidente, De la Rúa, ha renacido. Cantada con mucho fervor por toda esa gente que se congregaron en el hotel Libertador desde temprano, a las esperas del resultado. Y entre la política del odio, del que no queremos más kichnerismo, por eso pedían presa a Cristina Fernández de Kirchner, en cada momento. Y es que el cambio para más de la mitad de la población es él, bien o mal, el tiempo lo manifestará, la gente se muere de pobreza, no quieren oír ‘rugir’ más sus panza vacías y el mundo mejor llegará, ahora importa el hoy, el pan para poder sobrevivir un día más.

Y a pesar que hay hechos imposibles de ignorar, como el que su vicepresidenta, desmienta las cantidades de muertes que hubo en el trágico periodo dictatorial, increíblemente, hecho tan marcable en la historia reciente Argentina, como la venta de órganos, dispuesto a una idea de libre mercado que recalcó el ahora presidente o el libre uso de armas. O algo tan llamativo, como con las Malvinas, donde el candidato no mostró un férreo apoyo por el territorio que ahora tiene Inglaterra. Y pensar que hace unos meses, cuando salían campeones del mundo, lo cantaban con la famosa canción: ‘Muchachos, ahora nos volvimos a ilusionar’. Con esta frase: ‘De los pibes de Malvinas que jamás olvidaré’. Ahora el voto del asco y del hambre ganó. Y a pesar de no ser estar en ese derrotero, solo me queda decir, que el tiempo lo dirá, el tiempo que es la memoria del pasado, que inevitablemente, en este juego, siempre vuelve, recordará a esta nación si su voto fue realmente el mejor o no. La batalla cultural la ganó en esta partida este movimiento revolucionario para muchos, como se ve en Europa o hasta en USA con Trump o acá al lado, con Bolsonaro. La misma que perdió el Peronismo, que en mi llegada era un movimiento de tantos jóvenes que cantaban hasta la marcha peronista con asados y birras. Pero es que el pueblo, no es de derecha ni izquierdas, conservadurismo, privatizaciones, sino de lo que es la realidad. La justicia social es eso. Ayer acabó un ciclo, que no supo capitalizar la necesidad que su pueblo imperaba. Y que puede ser el indicio para que la ola remueva a los otros países del continente con una fuerza mayor. Y esta casita de cartón entendió, como en el entrañable libro del Gabo, ‘El coronel no tiene quien le escriba’, que a buena hambre no hay mal pan. Pero si no la hay, ¿dónde habrá que buscar? El pueblo nunca se equivoca, ellos también tienen derecho a tener un plato de comida para poder vivir un día más.

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Argentina, Crisis económica, descontento popular, Elecciones, Javier Milei

[AGENDA PAÍS] La primera vuelta presidencial en Argentina dejó a mucha gente sorprendida, este columnista incluido, al constatar que, el candidato oficialista Sergio Massa, sí, aquel que funge de ministro de economía llevando su país a la hiperinflación, logró ganar esta instancia electoral, dejando en segundo lugar a Javier Milei.

Las encuestas previas a la elección se inclinaban a que el resultado iba en la dirección contraria, sin embargo, como bien dijo Rubén Blades en su canción Pedro Navaja, “la vida te sorpresas, sorpresas te da la vida”.

Desde la incursión de Perón en la política argentina, el clientelismo y el asistencialismo han herido profundamente el espíritu emprendedor y ha creado una dependencia de gran parte de la población de los programas sociales además que, según la OCDE (www.oecd.org),  el 20% de los empleados en ese país, son públicos, superando ampliamente a su vecino Chile ( 12% ), a México ( 13% ) e incluso a la burocrática España ( 13% ).

Adicionalmente a esta situación específica de Argentina, me llamó mucho la atención una entrevista que el periodista Luis Novaresio le hiciera al consultor de imagen y asesor político, el ecuatoriano Jorge Durán Barba, justamente a raíz del resultado de la primera vuelta presidencial en ese país.

En esta interesantísima entrevista, que pueden ubicarla fácilmente en Youtube, Durán analiza el porqué de la victoria de Massa frente a Milei, esbozando que los discursos, si bien pueden ser disruptivos, deben llevar un mensaje simple que las gentes puedan comprender con facilidad. A la mayoría de las personas, según Durán, no les interesa la guerra en Ucrania o la insistencia de mantener un déficit fiscal controlado, lo que el pueblo quiere es algo más en sus bolsillos que les pueda dar un poco más de felicidad en su vida cotidiana.

Una oferta de 50 dólares de aumento en el salario mínimo tiene mucho más poder y llega más profundo a la mayoría del electorado que decirle que se reducirá el déficit fiscal a 1%, por ejemplo. La gente busca la felicidad en la sencillez de su pensamiento.

En el Perú, si bien no ha comenzado aún la campaña presidencial, ya tenemos cerca de 30 partidos inscritos y seguro que llegaremos a 35, con lo cual tendremos una amplia gama de candidatos y candidatas, desde los populistas hasta los intelectuales, pasando por los autoritarios, con las terribles consecuencias que esto nos puede llevar, como tener a un nuevo Pedro Castillo instalado en la casa de Pizarro.

Otro punto importante que salió de esa entrevista es que el perfil del candidato presidencial debe estar enfocado a buscar la conexión con el pueblo y lograr su voto, algo que pueden conseguir personas tan ineptas para gobernar como Pedro Castillo, por lo que idealmente, el futuro presidente debe saber actuar como candidato y luego gobernar con sabiduría sin perder el contacto popular.

De la entrevista de Novaresio a Durán hice unos apuntes que podrían servir, algunos como consejos, otros como características del candidato presidencial ideal, pero en la medida que tenga las capacidades intelectuales, de liderazgo y empatía requeridos para gobernar.

  1. El votante quiere ofertas concretas, simples y monetizadas.
  2. La corrupción ya es aceptada por el votante y no marca la diferencia.
  3. No asustar con políticas de shock.
  4. Dar alegría, ser lúdico.
  5. No insultar a quien te puede dar el voto en 2da. vuelta, tampoco a tu rival directo.
  6. No aparecer con políticos, sino con gente común.
  7. Hay que conectarse con la gente común con su propio estilo de vida, reír con ellos, jugar, bailar, comer.
  8. No se elige a estadistas como presidente sino quien conecta con el corazón.
  9. El entorno del candidato es importante cuando aporta alegría y empatía.
  10. Es importante que el candidato tenga una dosis de modestia y sepa aceptar cuando se ha equivocado.
  11. Un candidato “sabelototo” cae pesado y no genera simpatía.
  12. La gente común quiere relacionarse directamente con el candidato y compartir una pequeña utopía.
  13. El votante quiere que el candidato le asegure al menos “un gustito”, que pueda darle un helado a su hijo el fin de semana en el parque.
  14. Los grandes y complejos problemas del mundo y del país no son de interés para la gente común. Ellos quieren algo concreto, aunque sea pequeño, que los haga vivir mejor.

Así, amigos y amigas lectores, los invito a ir decantando a su candidato presidencial ideal, aquel que sabe llegar al pueblo con el corazón y gobernar con la razón.

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Conexión con el Electorado, Elecciones, Lecciones, Sergio Massa

No se entiende que haya partidos como Alianza para el Progreso o Renovación Popular que se opongan a la realización de elecciones primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO). A la centroderecha, en general, le conviene que se haga realidad ese filtro que disminuya el número de candidatos de ese sector del espectro ideológico (en estos momentos, entre inscritos y por inscribirse, hay más de veinte postulantes de este tenor).

Otra lógica puede guiar a Fuerza Popular, interesada en la dispersión y proliferación de candidaturas de dicho perfil, porque sabe que tiene un núcleo duro de votantes que, dado el caso, le permitirán, con un pequeño empujón, volver a pasar a las lides definitorias, pero el resto de partidos centroderechistas debería estar en la primera línea de batalla para que las PASO se lleven a cabo.

Hay un gran riesgo de que, dada la consolidación de un poderoso ánimo antiestablishment en el país, y particularmente en las zonas andinas, haya dos candidatos de la izquierda radical en la segunda vuelta. Existe también una dispersión de candidatos de la izquierda (hay, al menos, ocho ya en carrera), pero no es comparable a la de la centroderecha, con lo cual, este escenario hipotético es altamente probable si no se produce un aglutinamiento del sector creyente, relativamente, en las bondades del modelo económico.

La mejor forma de evitar esa dispersión es aprobando la realización de las PASO, que además del beneficio señalado, incorporan la democrática transición hacia un sistema de designación de candidatos al Congreso por vía de la elección popular previa, restándole poder de discreción a los caciques partidarios que abundan en el endeble sistema de partidos del país.

El Perú no puede caer en manos de la izquierda el 2026. Sería calamitoso y podría llegar a ser terminal para la economía y la democracia peruanas. Evitar ese riesgo está en manos de la centroderecha, que, a pesar de todo, sigue siendo mayoría en el mapa ideológico peruano, pero parece encaminada a hacer todo lo necesario para favorecer las expectativas de este radicalismo de izquierda.

Se juega mucho en las elecciones venideras -las que, se espera, se produzcan el 2026, salvo que ocurra algún percance que se tumbe al gobierno de Dina Boluarte- como para que la centroderecha congresal actúe con cálculos mezquinos e irresponsables e irracionales decisiones.

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centroderecha, Elecciones, Izquierda Radical, PASO

La derecha peruana la tiene cuesta arriba. Un 80% desaprueba activamente al gobierno de Boluarte al que identifica como uno surgido de un pacto espúreo con la derecha parlamentaria, lo que ha diluido el efecto corrosivo del nefasto régimen de Castillo para socavar las posibilidades de la izquierda, que hoy ha retomado bríos y posibilidades (que nadie se sorprenda si logra hacer pasar a dos candidatos a la segunda vuelta).

Pero restan dos años y medio para las elecciones y si la derecha actúa inteligentemente puede recuperar posibilidades. Primero, tiene que aglomerarse (hay esfuerzos que se están haciendo en ese sentido). Si, como parece hasta ahora, presenta veinte candidatos, va muerta. En el mejor de los casos, le dejará el primer lugar de la derecha a Keiko Fujimori y ya sabemos lo que pasa cuando ella enfrenta una jornada definitoria.

Segundo, tiene que diseñar un plan de gobierno que ya no ponga el énfasis exclusivo en la defensa del modelo económico (repudiado por la mayoría de ciudadanos, lamentablemente), sino en aspectos institucionales, como la seguridad ciudadana, la corrupción, la salud y la educación públicas, en la reforma del Estado, en suma. Tiene que ser una derecha liberal, moderna e inclusiva la que intente convencer a los electores de que no se trata de más de lo mismo que nos ha gobernado los últimos 25 años (excepción hecha del periodo oscuro de Pedro Castillo).

Tercero, pero no menos importante, tiene que enmendar las prácticas nefastas que está desplegando en el Congreso su representación parlamentaria, empeñada en destruir todo reducto caviar y en ese proceso desmantelar instituciones que funcionaban cabalmente (como la Sunedu, por ejemplo).

Hay un rencor histórico justificado de la derecha con la izquierda denominada caviar, la cual, increíblemente, odia más a Fujimori o Alan García que al propio Abimael Guzmán, y utilizó su poder e influencia en las instancias judiciales para perseguir a la derecha, pero si la derecha se queda atrapada en ese rencor y actúa guiada por aquel, se destruirá a sí misma, como vemos que ocurre en el Congreso actual, que es repudiado por más del 90% de ciudadanos.

No podemos perder el país en manos de una izquierda radical, autoritaria antidemocrática y estatista, como la que se asoma. Y ello pasa porque la derecha se fortalezca, se modernice y se reconstituya inteligentemente, poniendo la perspectiva país por encima de cualquier menudencia.

La del estribo: obrón Un monstruo viene a verme, dirigida por la gran Nishme Súmar y la dirección adjunta de Verónica Garrido Lecca, con un solvente elenco de actores en el que destaca por su perfecta performance Fiorella de Ferrari. Es una obra que puede y debe ser vista también por público infantil (de diez años para arriba reza la sinopsis de la obra). Va en el Teatro Británico hasta el 10 de diciembre, camino a ser una de las mejores puestas del año.

 

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Resulta cuasi delirante la obsesión de cierto sector de la derecha con los llamados “caviares”, sector de la izquierda moderada, que cree en la democracia, pero que mantiene criterios económicos relativamente intervencionistas.

Es verdad que han aderezado su presencia política con ínfulas ideológicas y morales que los han tornado insoportables y fatuos, y es verdad también que han desarrollado una labor de infiltración de instituciones como el Ministerio Público y el Poder Judicial que los ha llevado a perseguir a sus adversarios ideológicos (el fujimorismo ha sido su principal objetivo).

Además, se consideran portaestandartes monopólicos de temas como el medio ambiente o los derechos humanos, haciendo mal uso de esa pretendida hegemonía ideológica en temas que son universales y no deberían formar parte de ninguna bandería.

Participaron aisladamente en todos los gobiernos, como los de Toledo, el propio García, Humala, PPK, Vizcarra y Sagasti, pero donde se achicharraron por defección moral fue durante el gobierno de Castillo, donde, a cambio de cuotas de poder, renunciaron a sus principios y se vendieron por migajas de puestos públicos o cargos estatales.

Merecen pues sanción política y ética. Todo su discurso de principismo moral superlativo se fue por el desague por su complacencia ante la terrible ineficiencia y corrupción comprobada del gobierno de Pedro Castillo, al que se sumaron sin ninguna prudencia ni distancia.

Pero de allí a considerarlos el objetivo político principal de destrucción y el enemigo mayor a derrotar, hay un abismo de diferencia que solo la frivolidad ideológica de cierta derecha puede explicar.

El gran peligro en el Perú de hoy no son los caviares sino la izquierda radical, disruptiva y autoritaria que asoma en el horizonte con posibilidades de triunfo electoral, ante la realidad sociológica del descontento popular y la terrible improvisación de los candidatos de derecha que van asomando en el panorama partidario.

Estamos en riesgo de perder el país, en el sentido de ver desaparecidos el modelo de economía de mercado y las formas democráticas. Y ese riesgo no lo comportan los llamados “caviares” sino la izquierda cerronista, leninista, extrema, antaurista, etc., a la que ahora en la derecha aplauden infantilmente porque ataca a los “caviares”, mostrando una absoluta falta de perspectiva y guiarse así por ojerizas ideológicas antes que por sentido de país.

 

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