Un día Juan llega tarde a su casa. Estaba súper cansado de trabajar todo el día y para complicarlo aún más, su jefe se la había agarrado con él. Le había dejado trabajo extra que debía terminar, incluso si era necesario, haciéndolo desde su casa.
Cuando finalmente se sienta a la mesa, ya estaba su pequeña hija, Julia, esperándolo para cenar juntos. María, su esposa, que había tenido un día también muy pesado, arreglando y limpiando la casa, lavando la ropa, cocinando, se disponía a servir la cena a su esposo y a su hija.
Cuando pone el plato delante de su esposo, se ve que la carne estaba quemada, que las verduras de la ensalada estaban marchitas y sin ningún aliño. Su hija, que también recibió un plato similar, le pregunta: “Papá, esta comida está horrible. ¿No te vas a quejar? ¿No le vas a decir nada a mamá?”
A lo que Juan, con una tierna sonrisa, le responde: “tu mamá ha tenido un día muy duro. Quizás igual o peor que el mío. Está cansada y ha hecho su mejor esfuerzo para darnos esta comida. Esta cena va a durar 30 o 40 minutos, y si comparamos esos minutos con todo el tiempo que hemos estado y que estaremos juntos, te das cuenta que es insignificante en el balance total. Para mí, es más importante nuestra vida, nuestra relación, que este momento. Prefiero ver el bosque hermoso que tengo frente a mí, que ver un árbol seco”. En ese momento, volteó a ver a su esposa, le mandó un beso volado y le agradeció por la comida. Julia se paró de la mesa y abrazó muy fuerte a mamá.
¿Qué hubieras hecho tú? ¿Cómo habrías reaccionado? ¿Qué le habrías dicho a María? ¿Qué le dirías a tu hija? ¿En qué te enfocas? ¿Qué es lo realmente importante? ¿A que le dedicas tu tiempo?
Podrías decir: “Pero no es justo. He tenido un día muy duro, el jefe encima se la agarró conmigo, yo estoy cansado, estoy hambriento, tengo derecho a que me den una buena comida al llegar a mi casa”. Quizás sí… Quizás es cierto que todo eso es lo que debería de pasar, pero ¿Qué o cuál es la experiencia que quieres tener? Depende de cuál sea tu foco. Depende de en qué te enfocas, depende a qué le dedicas tu tiempo, la experiencia que vas a vivir. Puedes tener razón en que deberías recibir una comida bien hecha, pero piénsalo… esa comida es uno de tantos momentos, esa comida es sólo una pequeña parte de tu vida, ¿deberías “arruinar” tu noche, tu día, tu vida por una comida?
Y seamos claros, no se trata de “una comida”. Se trata de los eventos a los que le dedicas tu tiempo, a lo negativo que sucede, a las cosas que no te funcionan, a las cosas que no te gustan. O quizás le dedicas tiempo a lo que se alinea contigo, lo que te sirve, lo que te funciona, lo que te gusta. De acuerdo, a lo que le dediques tu tiempo, esa será tu experiencia, por lo que, si le dedicas más tiempo a lo que no te sirve, a lo que no te funciona, esa será tu experiencia y tu vida estará coloreada de negatividad, fastidio, enojo, frustración, etc. Pero, si, por otro lado, te enfocas en las cosas que funcionan, lo que sirve, lo que se alinea con tu propósito, de la misma manera: esa será tu experiencia.
Pregúntate ¿Cuál es la experiencia que quiero en mi vida? Y de acuerdo con esa respuesta dedícale tiempo y enfócate en lo que realmente es importante. Lo que realmente es valioso para ti. Usando el ejemplo de la comida: ¿qué es más importante? ¿la relación con tu esposa, la relación con tu hija o una comida, una cena? ¿qué es más importante, un momento o toda una vida?
Así que la invitación es a que le dediques tu tiempo a lo que realmente es valioso para ti. No pierdas tu tiempo, no pierdas tu vida, no desperdicies los momentos dedicándoselos a lo que no suma en tu vida. Dedícale tu tiempo a las cosas importantes, y deja de dedicárselo a las cosas que no valen. Si comienzas a dedicarle tu tiempo a lo que realmente vale, te darás cuenta como tu vida va a comenzar a tener un sabor diferente, un sabor a vida plena.
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