la piel mas temida

En la era de la información ilimitada y las opiniones inagotables, surgen unos héroes improbables: los censores modernos. Equipados con una moralidad autoimpuesta y una lista interminable de temas tabú, como el terrorismo, los derechos humanos y el conflicto armado interno, estos defensores de la sensibilidad pública están decididos a salvarte de ti mismo.

¿Quiénes son estos adalides de la moderación? Son individuos selectos, cuidadosamente elegidos por su capacidad para detectar el más mínimo atisbo de controversia en películas, libros y cualquier medio de expresión imaginable. Su misión es simple: protegerte de cualquier idea que pueda hacerte pensar demasiado, cuestionar el status quo o las historias oficiales.

Armados con bolígrafos rojos y una firme convicción en su propia infalibilidad moral, los censores modernos se abalanzan sobre el arte, la literatura y el cine como cazadores furtivos en busca de presas peligrosas. ¿Una palabra mal colocada? ¡Censurada! ¿Un personaje que desafía las normas sociales? ¡Censurado! ¿Una trama que puede ofender a alguien? ¡Por supuesto, censurada!

Pero no se preocupen, ciudadanos y ciudadanas, estos guardianes de la moralidad están aquí para protegerles. ¿Quién necesita libertad de expresión cuando puedes tener una versión pasteurizada del arte, la literatura y el cine? ¿Quién necesita diversidad de ideas cuando puedes tener un pensamiento único como el “pensamiento Fujimori” (Rosangella Barbarán dixit), convenientemente filtrado y empaquetado para tu consumo?

Y así, mientras los censores modernos patrullan las fronteras de lo políticamente correcto, nosotros, el público, nos hundimos cada vez más en un mar de mediocridad intelectual. Después de todo, ¿quién necesita desafiar sus propias creencias cuando puedes tenerlas validadas constantemente por aquellos que saben lo que es mejor para ti?

Ah, pero hablemos de un incidente reciente que ha capturado la atención de todos: la cuasi censura de la película «La piel más temida» por parte de Paco de Piérola, el censor más vigilante de la industria cinematográfica nacional. ¿Qué fue lo que le molestó a Piérola? ¿Quizás el reflejo incómodo de la sociedad en el espejo del cine? ¿O tal vez la audacia del cineasta Joel Calero de desafiar las convenciones narrativas y mostrarnos la complejidad de las personas ante situaciones difíciles? No, nada de eso. Fue simplemente que la palabra “terrorista” no se mencionó 666 veces para evitar que se “romantice el terrorismo”. ¡Qué barbaridad!

Y como si la tarea de censurar películas y libros no fuera suficiente, ahora también tenemos la propuesta de la participación de militares y policías dispuestos a decirnos qué es lo que podemos ver y qué no en el cine. ¿Quién necesita críticos de cine cuando puedes tener a un sargento dictando tus preferencias cinematográficas? Porque, claramente, lo que necesitamos en nuestra vida ya abrumada por decisiones es que un oficial nos diga si una película es apta para nuestro consumo cultural. ¡Qué alivio saber que nuestras fuerzas armadas estarán dedicando tiempo y recursos a protegernos de las tramas peligrosas y de las palabras no dichas!

Entonces, levantemos nuestras copas a los censores modernos, esos guardianes incansables de la ignorancia y la monotonía. Porque en un mundo donde la libertad de expresión es una molestia y el pensamiento crítico es un lujo, su labor es verdaderamente invaluable. ¡Larga vida a la censura moderna! O mejor dicho, ¡no tan larga, por favor!

Tags:

censura, Cine, joel calero, la piel mas temida, Paco de Piérola

Por primera vez en la historia del cine peruano han coincidido cinco producciones nacionales en una misma cartelera. De las cinco películas que se disputan el público para mantener sus salas llenas, tres de ellas han sorprendido con propuestas estéticas que representan al Perú de maneras muy distintas. Esta disputa ha convocado bandos a favor y en contra para cada película en las redes y los medios.   

Yana-Wara (2023), la película que no consiguió culminar Oscar Catacora (1987-2021), sino su tío Tito, es la más audaz de todas ellas. Con escenas sostenidas que parecen viñetas en blanco y negro, la hermosa y terrorífica Yana-Wara, nos cuenta en aimara la violenta historia de cómo llegó la educación escolar a una comunidad aislada geográficamente, a través del abuso que comete el profesor contra Yana-Wara, una niña enmudecida, protegida por su abuelo. El público se ha dividido en un bando que se conmovió con la historia indesligable de su estética y fantasmagoría; y otro bando que se alzó contra una suerte de vergonzoso retrato de una comunidad peruana, dejando de lado que estaba ambientada cuarenta años atrás. Así ya no es el Perú dijeron unos, por qué tenemos que seguir victimizándose añadieron otros. 

La biografía de Ernesto Pimentel, Chabuca (2024), ha sido una audaz apuesta por una estética cuir con guiños a la obra de Giuseppe Campuzano. Sin embargo, sus partes no llegan a ensamblarse debido a los bruscos giros del guion, incluido un inusual final escrito. Empieza siendo la orientación sexual el tema principal y luego lo reemplaza una historia de desamor. Quizá la victimización pueda ligar sus partes: el esfuerzo de Pimentel por no victimizarse desde niño debido a su homosexualidad, y de ahí su rechazo al novio que lo victimizó al punto de contagiarle el VIH. Igual queda mucho suelto y el cambio de tema oculta lo mejor de la película, su propuesta estética. El público se ha dividido en un bando a favor del novio que falleció hace veinte años, y otro bando, homofóbico, se ha declarado opuesto, asqueado con la “suciedad” con la que nombra la orientación sexual de sus protagonistas. 

Con La piel más temida (2023), el debate pasó de las redes a la televisión. Como la película cuenta cómo la protagonista descubre que su padre fue parte de Sendero Luminoso y conoce a su abuela quechua, un conductor del canal de noticias N pidió al cine que la retirara por  “romantizar el terrorismo” con dinero que el Estado no debiera darle a ninguna película, menos a esta. La voz del conductor es la del bando que desde el Congreso de la República y en colusión con algunos medios de comunicación, victimiza a las fuerzas armadas y manipula su vacía definición de terrorismo, para ocultar que durante el enfrentamiento contra Sendero y otras organizaciones armadas, el Estado también utilizó el terror y cometió terribles masacres y asesinatos. Un bando que boicotea toda producción cultural que se atreva a recordarlo. Y justamente, Joel Calero, director de La piel más temida, tiene el don de haber imaginado una trilogía de cómo el pasado no se puede ocultar. Cómo invade el presente, el ahora. Sus películas tratan del preciso e inesperado momento en que el conflicto armado retorna para interpelar la memoria. 

Lo bueno es que hay ese otro bando que crece y persevera, aquel que sí ve La piel más temida, el que se conmueve con Yana-Wara, el que extraña a Campuzano y verá Arde Lima, un bando que seguirá luchando para que el arte no nos deje olvidar nuestra historia. Porque el verdadero arte, no engaña. 

Tags:

cine peruano, joel calero, la piel mas temida
x