Clases virtuales

Continuando con tu preocupación por los niños, niñas y adolescentes peruanos en el bicentenario, quería contarte en esta carta cómo se encuentra la educación hoy en la República. Hace 600 días que los niños, niñas y adolescentes no van al colegio ni los jóvenes a las universidades. La salida fue educar a la distancia mediante el uso de la tecnología y  la conexión de internet.

Como te mencioné en la carta anterior, entiendo tus consultas o preocupaciones por los más pequeños de la República. Tú estuviste con Don José de San Martín cuando llegó a Lima, ayudaste a la causa independista y eras una mujer mestiza educada. Tú sabes lo importante que es saber leer, escribir, conocer sobre historia y filosofía.  Fuiste una mujer educada, una excepción de la época y eso te ayudó o muchísimo para tomar las decisiones políticas, estrategias de guerra y ser persona de confianza de los libertadores José de San Martín y Simón Bolívar.

En nuestra primera constitución republicana, el libertador plasmó su interés por la educación, universal y democrática – Constitución de 1823. Sé que tú tuviste algo que ver con esta iniciativa. Ahí, como bien recuerdas, el Congreso debía dar  «todo lo necesario para la instrucción pública por medio de planes fijos, e instituciones convenientes a la conservación y progreso de la fuerza intelectual y estímulo de los que se dedicaren a la carrera de las letras»; además establecía que  «la instrucción es una necesidad común, y la República la debe igualmente a todos sus individuos». A partir de ese documento, las normas educativas tomaron una clara orientación democrática al otorgarle al Estado a la responsabilidad de garantizar: «La Instrucción Primaria gratuita a todos los ciudadanos, la de los establecimientos en que se enseñan las ciencias, literatura y artes; la inviolabilidad de las propiedades intelectuales y los establecimientos de piedad y beneficiencia».

El reto de la educación viene dándose hace 200 años y aún no terminamos. La implementación de una educación de calidad para todos y todas aún está lejos de llegar. Con la pandemia y el encierro creo que se ha empeorado a pesar de los derechos de los niños reconocidos en nuestra constitución y el derecho internacional. Tenemos aún un sistema colonial, donde los colegios públicos gratuitos para todos los niños, niñas y adolescentes carecen de servicios públicos adecuados, infraestructura, con un capital docente desgastado por el tiempo y falta de claras políticas de educación. A esto se suma las brechas entre niños y niñas así como las de la zona urbana y rural. No hemos logrado una equidad en los derechos de educación por múltiples excusas como geografía, políticas laborales, género y principalmente carencia de capacidades y compromiso político. Hace más de un año que los niños, niñas y adolescentes no pueden ir a sus colegios debido a la pandemia. Lo irónico, Manuela, es que sí están abiertos los casinos, los teatros, los viajes, cines y los restaurantes. 

Todos los espacios de recreación para los adultos están abiertos., Según Our World in Data, a nivel regional, Sudamérica tiene una tasa promedio de vacunación parcial de 67,09% y el Perú 56.84% que nos deja bastante bien. Entonces, tú me preguntarás, por qué no se permite a los niños, niñas y adolescentes volver a sus clases presenciales y por qué en los primeros 100 días, el actual presidente, siendo maestro de profesión, no ha tenido un plan claro de retorno a clases. Por qué los últimos dos presidentes que hemos tenido durante la pandemia con sus respectivos ministros no han podido invertir en infraestructura, en regular los lineamientos laborales de los maestros en forma presencial ni han supervisado que las regiones y los municipios se involucren en facilitar el regreso presencial al colegio. No tengo las respuestas. Solo se deduce de esta dejadez que la infancia, niñez y adolescencia no son del interés de la sociedad peruana. 

Te comenté que los niños, niñas y adolescentes están estudiando a la distancia y a través de la tecnología. Esta modalidad a la distancia afecta la socialización y pone en especial riesgo a las adolescentes, como bien ha advertido el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables hace unas semanas,  ya que ellas junto con jóvenes mujeres de 12 a 29 años han sido las más afectadas (67%) por situaciones de acoso virtual, como ha informado el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP). Esa misma semana el Ministerio de Salud con el apoyo técnico de UNICEF publicaron el documento ‘La salud mental de niñas, niños y adolescentes en el contexto de la covid-19’ donde se establece que durante el primer año de la pandemia, 1 de cada 3 niñas, niños y adolescentes presentaron problemas conductuales o emocionales, lo que da indicios de posibles enfermedades mentales. La exposición al encierro y la tecnología no solo los lleva a riesgos de sufrir violencia sexual, cyber-delito, sino que su salud mental está en juego. Es urgente no solo que se regrese a asistir a las escuelas, sino que el Estado garantice una navegación segura en internet para los niños, niñas y adolescentes, que haya un plan de asistencia segura en las escuelas así como un plan de salud mental.

¿Por qué  no nos interesa tener una sociedad educada? Manuela, no sabría contestarte nuevamente. Solo puedo recordar a mi abuelo Alejandro Bazán Maríñez, su pasión por la enseñanza de la química y física en colegios públicos y privados, y su lucha por no mejorar el sistema. Pensar en el futuro es difícil, pero confío en los profesores(as) como mi abuelo, que dan todo por sus alumnos y más aún en estos tiempos de pandemia y que es por ellos que sobrevive la patria y la República. 

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A más de un año del cierre de las aulas por el COVID-19, los padres de familia con trabajo remoto se han inventado formas de apoyar en la educación de sus hijos. ¿Cómo organizarse para no entrar en caos?

 

Para los padres de familia con trabajo remoto, apoyar a sus hijos en las clases virtuales mientras permanecen atentos a sus sesiones de trabajo es todo un desafío. Sin embargo, la situación resulta mucho más llevadera cuando la familia logra organizarse y cada uno realiza sus actividades en un espacio propio.

De acuerdo a la psicopedagoga Sammy Estrada Barrutia, es una oportunidad para que los padres vean el proceso de aprendizaje, sin interferir en el trabajo de los docentes.

“Los papás ni las mamás tienen que interrumpir el trabajo de la maestra. El año pasado se observó mucho al comienzo del confinamiento que la madre estaba ahí al lado, viendo la clase de la maestra. Es legítimo porque estamos en casa y podemos ver lo que la maestra hace, pero si es la maestra de siempre, tengo que saber que mi hijo está en buenas manos”, considera.

Si bien las dinámicas familiares y escolares han cambiado drásticamente, la nueva normalidad del hogar tiene ya más de un año y a este punto, la especialista estima que las familias deberían haber encontrado alguna forma de organizarse donde cada uno tenga un lugar de trabajo. “Es un privilegio, pero lo ideal es que ambos tengan su espacio para laborar”, agrega.

Errores comunes y ventajas

Mientras que el padre de familia puede tener un escritorio en un lado de su habitación, el niño también debe tener un sitio exclusivo para sus clases donde no tenga tanto distractores como en las áreas comunes de la casa.

“Los errores ocurren cuando el niño trabaja en la mesa del comedor. Cuando el hogar tiene un solo espacio, si los padres tienen la dedicación, pueden colocar una mesa pequeña junto a la pared solo para ellos. Al igual que el espacio de los padres, debe estar adecuado solamente para que ellos trabajen”, explica.

Otra recomendación es adecuar las herramientas que se tengan en el hogar y manejar horarios bien definidos, periodos entre los cuales eviten interrumpirse mutuamente. “Para los niños es muy importante que este horario lo tengan en físico y puedan observarlo y manipularlo con las manos. Los niños con habilidades diferentes además usan pictogramas en casa”, precisa.

Durante los momentos de recreo, conversar y desconectarse de los equipos tecnológicos resulta beneficioso. Si los padres, además, logran darse espacio para un paseo fuera de casa de 10 a 15 minutos, eso también tiene un efecto positivo en las actividades diarias de los niños.

“Es el momento en que los padres se darán cuenta de todo el trabajo que hace la maestra al educar a sus hijos. Pedagógicamente, ahora son partícipes del apoyo pedagógico porque ven directamente el proceso de aprendizaje”, comenta.

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