Conflicto

[EL CORAZÓN DE LAS TINIEBLAS] Para no pecar de políticamente incorrecto, en estos tiempos de castrante cultura de la cancelación, la que ha revertido la libertad de expresión de la que gozábamos hasta hace pocas décadas, no voy a avalar -y porque además no creo en la violencia- los ataques del grupo Hamás contra Israel. Por principio, considero deplorable cualquier acción terrorista contra población civil indefensa.

Tensiones en el Medio Oriente
Ataque de Hamás tomó por sorpresa a inteligencia israelí.

Dicho esto, me queda muy claro que la nueva versión del viejo conflicto entre Occidente y el mundo musulmán (que se remonta  a la expansión del Islam tras la muerte de Mahoma (ss. XVII – VIII d.C.) se inició con la fundación del Estado de Israel en 1948, en un territorio donde más del 90% de la población respondía a la patria palestina, aplastándola  de todas las maneras como un Estado – de discutible legitimidad- puede aplastar a una nación que no se reconoce en él.

El origen remoto de esta situación lo podemos rastrear hasta  el movimiento sionista de fines del siglo XIX el cual, a tono con los nacionalismos de la época, llamó a los judíos del mundo a recuperar los lugares santos.  Para hacerlo más sencillo: a la Tierra Santa a la que los condujo Moisés algunos milenos antes de Cristo. Pero en esos territorios también se encontraban los palestinos, que llegaron a la región casi en paralelo con los judíos – a los palestinos de entonces se les llamaba “pueblos del mar”- y, en todo caso, no fueron los responsables  de que en el siglo II después de Cristo, el emperador romano Adriano haya aplicado una brutal y condenable represión militar contra el pueblo judío, obligándolo a abandonar sus territorios, iniciándose así la diáspora judía por diferentes confines del mundo, principalmente Europa central y occidental.

El tema es que con la expansión del Islam, desde Mahoma, los palestinos, inocentes en cualquier caso, y que permanecieron en el lugar tras la expulsión de los judíos, adoptaron la religión islámica en el siglo VIII. Más de mil años después, los palestinos fueron sometidos al colonialismo inglés, durante la era del imperialismo en el siglo XIX, y luego, tras la Segunda Guerra Mundial, al dominio del Estado de Israel, siempre apoyado por Estados Unidos e Inglaterra, las principales potencias occidentales.

No hay que ser demasiado perspicaz para deducir las consecuencias de la imposición de un Estado judío en medio del mundo musulmán, ni para comprender que los argumentos religiosos, la “Tierra Santa” de Moisés, solo pueden ser válidos para sus practicantes, pero no para el resto de la humanidad. De esta situación, impuesta de facto y a contra voluntad, se desprenden cantidad de situaciones, desde la Guerra de los Seis Días de 1967, la creación de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), que de hecho perpetraba acciones de sabotaje, pero que luego mereció para su líder, Yasser Arafat, el premio Nobel de la paz en 1994, por sus esfuerzos para lograr un entendimiento entre Israel y Palestina, y que honró con la misma distinción al recordado y carismático líder y primer ministro israelí, Isaac Rabín.

Esta larga guerra, declarada o no, tiene consecuencias secundarias o colaterales: el embargo del petróleo de la OPEP a Occidente que generó la gran depresión económica mundial de 1973, debido a la escasez de crudo y la cuadruplicación de su precio. Incluso, el atentado contra las Torres Gemelas de 2001, que deploro y condeno por brutal e inhumano, forma parte de las manifestaciones de un problema no resuelto, y que no se resolverá mientras Occidente apadrine la posición del Estado de Israel en un lugar en el que no debe estar, o, respecto del cual, debería negociar con los palestinos mucho más liberalmente que hasta ahora.

Hoy día tenemos Israel, el movimiento sionista logró su máximo objetivo pues ya cuenta con un hogar nacional para los judíos, pero ha perdido la paz. ¿La reencontrará algún día?

Tags:

Conflicto, Israel, Movimiento Sionista, Tensiones en el Medio Oriente

De la misma forma en que los equipos de trabajo están integrados por miembros de distintas generaciones, es normal que también existan personalidades discordantes, que derivan en conflictos. El estudio “El Informe del Capital Humano Global” de la consultora global CPP reveló que el 85% de trabajadores de oficina han tenido que lidiar con conflictos interpersonales de algún tipo en el trabajo.

El licenciado en Psicología, Pablo Martín Rocha, explicó a Infobae que muchas veces dos personas pueden ofuscarse y se mal disponen sin jamás haber tenido conflictos entre ellos directamente y sólo con hablarlo en muchas oportunidades termina el conflicto de raíz.

Cuando se trata directamente de personas con un carácter difícil, considera que es inútil pedir que sean diferentes. “Es fundamental recordar cuando se trata con personas difíciles que no se trata de cambiarlos, si no de darles a las personas el espacio para ser ellos mismos y comenzar desde un punto de tratar de comprender realmente qué los hace diferentes”, señaló.

¿Quiénes son y cómo tratarlos?

Para los especialistas de Bumeran y Ubits, existen muchas personalidades que pueden resultar complejas de manejar, de ellas se destacan cuatro bastante bien diferenciadas.

Los histriónicos. Que siempre quieren ser el centro de atención y terminan generando una competitividad innecesaria en las organizaciones.

Obsesivos-compulsivos. Se trata de personas que necesitan tener siempre el control. En algunas organizaciones el perfeccionismo se ve como algo muy positivo, pero puede tornarse en improductivo si no permite el trabajo colaborativo.

Las víctimas. Siempre tienen alguna queja ante las medidas tomadas, incluso si no están siendo consideradas en ellas y harán escuchar su queja con todo el equipo.

Chismosos. Más que ser un canal de resonancia, hay personas que se dedican a crear chismes, provocando discusiones innecesarias, convirtiéndose en personalidades conflictivas.

Para Juan David Tous, director de Comunicaciones y Marketing de Manpower Group, es vital hablar con la persona y tomar decisiones para ayudarla a mejorar conductas inapropiadas. En un artículo de la revista Semana indica que se deben establecer acuerdos. “La paz y convivencia no significan ausencia de conflicto, sino un manejo adecuado de este”, precisó.

Agrega que el liderazgo no implica mandar, sino escuchar, conversar y lograr un consenso. Recomienda comunicar oportunamente las decisiones para evitar los rumores, cultivar la solidaridad y empatía en el equipo, además de evitar el escalamiento de los conflictos.

Tags:

Conflicto, problemas laborales, Talento

Antes de la pandemia, más del 80% de los trabajadores consideraba que un mal clima laboral era suficiente motivo de renuncia, según una encuesta de Aptitus (2018). Ahora, con el teletrabajo, Sonia Igei Kohatsu, psicóloga y socia de Focus Gestión Humana, advirtió que existe el riesgo de que la distancia amplifique algunos problemas, lo que deriva en un mal ambiente de trabajo y un impacto negativo en productividad, por lo que es importante mantener la comunicación.

“Actualmente se están perdiendo muchos espacios informales para conversar con los compañeros. Entonces, se espera generar estos espacios y que el jefe se preocupe también por cómo se encuentran los trabajadores, que hablen del espacio laboral, pero también del personal que ahora están tan combinados”, aseguró.

Si se presenta una situación tensa en el equipo, recomendó tomar acciones y no dejarlo pasar. Desde la gestión humana, señaló que lo primero es pedir opiniones a las partes involucradas y mostrar cómo el problema está afectando el desempeño laboral desde la empatía.

“Podemos estar bajo mucha presión, ansiedad o estrés, pero es diferente responder a reaccionar. Lo ideal es dar una respuesta donde muestres que quieres conocer el punto de vista del otro, que muestre empatía, pero muchas veces en vez de hacer eso, reaccionamos”, comentó.

Recordó que la misma situación de pandemia genera un estado de tensión y el regreso a las oficinas también generará otras expectativas. Por lo que consideró importante hacer encuestas de clima laboral, mantener las reuniones de retroalimentación o simplemente recoger la información de todo lo que el trabajador necesita mientras trabaja desde casa.

Escoger los canales de comunicación

Bajo el contexto de la pandemia, la comunicación en el ambiente laboral ha perdido el lenguaje no verbal, por lo que Igei pide tomarse siempre unos minutos para evaluar el mecanismo de comunicación más idóneo para el mensaje que se quiere transmitir.

“Si el tema es importante, se puede usar una videollamada con cámara, pero si es una coordinación del día puede usarse Whatsapp. En cambio, si se deja una conversación importante por Whatsapp, es probable que puedan generarse malentendidos”, precisó.

Respecto del tono de la conversación, un artículo de EAE Business School también propone identificar los puntos del desacuerdo, escuchando con atención a la otra parte, sin permitir interrupciones y evitar prepararse para una reacción mientras la otra persona está hablando.

“Suele dar buenos resultados reformular lo que la otra persona ha dicho, una vez termina de hablar, para asegurarse de que el mensaje se ha entendido correctamente”, aconsejan.

Tags:

Conflicto, Emprendedor, Empresa
x