Israel

[Agenda País] La perspectiva mundial y la peruana son, ahora, diferentes a las que teníamos un año atrás.

En el contexto internacional, Rusia continuaba su avance en tierras ucranianas, Joe Biden se perfilaba como el candidato demócrata a la reelección presidencial, Emmanuel Macron lucía fuerte y real en la siempre convulsionada Francia e Israel era vapuleado por una gran parte del planeta, incluida la misma ONU, por su respuesta estratégica y militar frente a los terroristas que perpetraron la vil masacre del fatídico 7 de octubre de 2023.

También, Bashar al-Assad dictador de Siria, se veía muy seguro en su puesto que contaba con el apoyo ruso, mientras que Xi Jinpingcontinuaba la expansión china consolidándose como la mayor fuente de manufactura del mundo.

Un año después, errores y aciertos de los políticos que lideran las principales potencias mundiales han hecho cambiar el panorama casi en 180 grados.

El primero en cometer un gran error fue Emmanuel Macron, que, con un pecado de soberbia, disolvió el parlamento francés ante la estrepitosa derrota de su partido en las elecciones del parlamento europeo y el sideral triunfo de la derechista Marine Le Pen. ¿Qué tenía que ver una cosa con la otra? Un exceso de confianza que ha llevado a Francia a tener dos nuevos primeros ministros en 5 meses y con la posibilidad que el nuevo parlamento no avale el reciente gobierno formado por François Bayrou, un viejo conocido de la centro-derecha. Incluso, un Macron nervioso pidiendo, entre líneas, disculpas por tan arriesgada apuesta al disolver el parlamento, podría no terminar su segundo mandato ante tanta inestabilidad política.

Alemania le ha seguido los pasos y a fines de febrero, nuevas elecciones parlamentarias podrían poner un gobierno de derecha de nuevo en el poder del país germánico. Si le agregamos a Italia y a otros países que han optado un giro a la derecha, Europa entra pues, a un período de reconfiguración política.

La Rusia neoimperial con Putin como nuevo Zar, ha entrado en dificultades en su incursión en Ucrania y perdido el control de Siria dejando en el abandono a Bassar al-Assad quien ha tenido que salir corriendo para asilarse en Moscú. Siria va rumbo al desmembramiento e Israel ha aprovechado para invadir la franjaterritorial neutral que la separaba de Siria y ha bombardeado objetivos militares sirios. Una victoria israelí que debilita indirectamente a Irán y sus afanes por desaparecer del mapa a Israel.

Con un Biden senil y desconcertado en el debate presidencial con Trump, los demócratas optaron por la vicepresidenta Harris como sucesora en la carrera por la oficina oval de la Casa Blanca, pero vanos fueron las risas forzadas o los discursos woke de la candidata porque el pueblo americano lo que quería era mayor seguridad y mejor economía, así como dejar los temas de género para los estados. Trump se los dio y barrió, tanto así que controla ambas cámaras, la de representantes y la de senadores.

Trump ha marcado ya varias líneas de gobierno. Le dice a Ucrania que acepte pérdida de territorio mientras que le reducirá el apoyo militar y a Rusia que pare la mano, por lo que no va a quedar otra cosa que un acuerdo entre ambos rivales, probablemente este mismo 2025.

A China y a México, los grandes proveedores manufactureros de USA, los tiene en la mira, pero sobre todo el primero, con quien no quiere una guerra comercial, pero tampoco, que lo invada con productos baratos que afecten la propia manufactura norteamericana. Europa también se está alineando en ese sentido.

Si a todo ello le agregamos los vientos liberales que ya sonaron en Argentina con Milei, que se vienen en Venezuela con el triunfo de Edmundo Gonzáles y Maria Corina Machado, el fracaso del cambio de constitución chileno y el evidente deterioro de lo que queda de Bolivia, está claro que el mundo está virando hacia la sensatez y hacia un reacomodo de las fuerzas políticas con preponderancia de la derecha, tanto liberal como conservadora.

El Perú no escapa a esta realidad, más aún que en el 2025 entramos a un año preelectoral donde sabremos, hacia finales del mismo, quienes serán los candidatos para presidente, diputados y senadores. También sabremos si “Dios es peruano” como reza el dicho popular, y alumbra a los políticos para que consoliden alianzas, y podamos tener una competencia de menos de 15 partidos y no la sábana electoral de más de 50 si es que los egos se sobreponen a la búsqueda del bien común.

El 2025 puede ser un muy buen año para el Perú. Los precios de las materias primas siguen altos, el contexto internacional va a favorecer el comercio y el turismo, las inversiones mineras comienzan con más fuerza en el país, el puerto de Chancay ya está en operaciones y el ampliado aeropuerto internacional Jorge Chavez estrenará pronto el nuevo terminal y las dos pistas.

En todo este contexto, la presidenta Boluarte debería ya simplificar las líneas estratégicas de su gobierno con miras a la transición democrática del 2026, y concentrarse en devolver la seguridad a los ciudadanos (indispensable para un clima de paz en las elecciones generales) y a reforzar la lucha contra la pobreza teniendo como objetivo la reducción del índice de la pobreza multidimensional.

Seguir enfrascados en la pelea diminuta, en la palabra mal dicha o en el peinado fuera de moda, solo nos hunde en la política farandulera y no nos permite darle la importancia y el foco en lo sustancial, que es llegar a la transición presidencial del 2026 con una mejora de la economía y con mayor seguridad ciudadana. Depende también de nosotros.

Tags:

Biden, contexto internacional, Derecha, Dina Boluarte, Francia, Israel, Macron, Perú, Política, Putin, Trump

[El dedo en la llaga] “¿Quién puede matar a un niño?” es una estremecedora película de terror del español Narciso Ibáñez Serrador, estrenada en 1976. Los primeros 8 minutos intercalan los créditos del film con escenas documentales, donde junto con las imágenes reales se nos da cuenta de la cantidad de niños muertos en varios conflictos recientes en ese entonces, a saber:

– en la Segunda Guerra Mundial (1939-1945): aprox. 14 millones de niños muertos;

– en la Guerra Indopakistaní (1947-1948): aprox. 2 millones de muertos, de los cuales 1.2 millones eran niños;

– en la Guerra de Corea (1950-1953): aprox 1.2 millones de muertos, de los cuales 550 mil eran niños;

– en la Guerra de Vietnam (1955-1975): 3 millones de muertos, de los cuales 1.8 millones eran niños;

– en la Guerra de Biafra, en África (1967-1970) : 500 mil muertos, de los cuales 390 mil eran niños.

Lo que vemos en la cinta de Ibáñez Serrador es la contraparte de esta atroz realidad. Una pareja británica, Tom y Evelyn, llega de vacaciones a una pequeña isla española, para darse con la sorpresa de que las instalaciones que hay en ella están desiertas, salvo por la ocasional presencia de niños. Como si de pronto hubieran desaparecido los adultos, dejando las cosas que estaban haciendo en ese momento. Poco a poco se darán cuenta de que la amenaza proviene de los niños, que —sin razón aparente— han asesinado a todos los adultos, y ellos dos serán las siguientes víctimas. Evelyn morirá con dolores de angustia de una manera inesperada: el niño por nacer que lleva en su vientre le dará muerte, y Tom intentará huir de la isla provisto de un arma de fuego, acosado por una jauría de niños, a varios de los cuales matará en su intento de fuga en un bote, para ser finalmente abatido a tiros por unos policías que llegan en su lancha patrullera y ven al sujeto “atacando” a los menores y no llegan a comprender que está “defendiéndose”. Pues ¿quién en su sano juicio puede matar a un niño?

El director de este desgarrador film parece cuestionar ciertas creencias instaladas soterradamente en las sociedades modernas. El hecho de que los niños asesinen a los adultos se convierte en un elemento narrativo que instaura el terror en nuestras entrañas, como ocurre también en películas de ciencia ficción como “El pueblo de los malditos” (“Village of the Damned”), tanto en la versión de 1960 (Wolf Rilla) como en la de 1995 (John Carpenter). Pero que adultos asesinen a niños —como ha ocurrido muchas veces de manera masiva y sistemática en la realidad— ya no parece asombrarnos. Ante la pregunta: ¿quién puede matar a un niño?, la respuesta debería ser que nadie que tenga una pizca de humanidad en su alma, pero la cruda realidad es que siempre se ha matado niños a mansalva, y a eso se suma la mayoría de quienes no lo han hecho, que se han convertido en cómplices con su silencio y su indiferencia.

Se trata de una práctica que ha acompañado a la humanidad desde sus inicios. Encontramos varias muestras de ello en las narraciones bíblicas. Por ejemplo, durante la conquista de Canaán (la actual Palestina) por los israelitas. Dios les ordena a éstos que cuando tomen una ciudad, eliminen por completo a las naciones que viven en la tierra prometida, lo cual incluye la eliminación de hombres, mujeres, niños y ancianos (Deuteronomio 20,16-18). En la toma de Jericó se relata que los israelitas, tras rodear la ciudad y derrumbar sus muros, eliminaron a toda persona en la ciudad: hombres, mujeres, jóvenes, ancianos, e incluso animales (Josué 6,21). Muy posteriormente, Dios le ordena al rey Saúl atacar a los amalecitas y matarlos a todos: hombres, mujeres, niños, lactantes, y hasta ganado (1 Samuel 15,3). La orden no fue cumplida en su totalidad por Saúl, lo que llevó a que Dios lo rechazara como rey. Uno de los epítetos de Dios en el Antiguo Testamento es el de “Dios de los ejércitos”.

Aparentemente todas estas acciones que hoy calificarían como genocidio no habrían sido ordenadas por Dios, sino que quienes las protagonizaron buscaron justificarlas de manera religiosa, aduciendo que no eran en verdad crímenes sino expresión de la voluntad divina. Era la manera de darle carta libre a la barbarie y extender un manto de impunidad sobre los hechos que leemos en el Antiguo Testamento, que en su mayor parte no es otra cosa que una historia de colonización efectuada por un pueblo extranjero, los israelitas que venían de Egipto, en perjuicio de quienes ya habitaban esas tierras y que fueron masacrados y desterrados en masa, si creemos lo que cuentan los autores de varios libros del Antiguo Testamento con una narrativa sesgada y parcializada a favor de los ocupantes. ¿No les parece semejante esta historia a lo que ocurre en la realidad actual, cuando el gobierno de Israel y sus representantes justifican sus crímenes contra los palestinos en base a una narrativa religiosa? ¿Una narrativa que puede ser válidamente cuestionada no sólo desde la perspectiva de los derechos humanos sino también desde una perspectiva religiosa auténtica que renuncie a manipular los valores morales de religiosidad auténtica y a favorecer intereses personales y políticos?

En los 14 meses que lleva el conflicto con Gaza han muerto más de 45 mil palestinos, entre ellos unos 14,500 niños. El atroz ataque terrorista sufrido por Israel el 7 de octubre de 2023 le daba derecho a defenderse de las milicias de Hamás, pero no a cometer un genocidio contra el pueblo palestino. Benjamin Netanyahu, primer ministro de Israel y jefe de gobierno, actuaría por motivos meramente políticos, y tendría la necesidad de masacrar y marginar al pueblo palestino que habita en Gaza y Cisjordania para mantener su poder.

Guardando las diferencias, encontramos una historia similar en el Evangelio de Mateo. Allí se nos narra que el rey judío Herodes —quien mantenía su poder gracias al amparo de una potencia extranjera, el Imperio romano—, cuando se entera a través de los sabios de Oriente —a quienes conocemos como los “reyes magos”— que en Judea iba a nacer “el rey de los judíos”, decide tomar acciones para contrarrestar esa amenaza contra su poder. Cuando los sabios, gracias a un aviso celestial, deciden regresar a su tierra de origen por otro camino y no informarle quién era el niño al que habían ido a adorar, Herodes ordena realizar una masacre de niños varones menores de dos años. Hemos de suponer que nadie cuestionó esa orden, que los autoridades romanas se hicieron de la vista gorda y que Herodes cometió impunemente este crimen. Y de paso, quienes integraban la familia conformada por José y María de Nazareth, y el niño Jesús, se convirtieron en refugiados, encontrando asilo en Egipto. Así es la historia que nos ha transmitido la tradición cristiana.

Por todo lo dicho, el hecho de que en el Vaticano se haya instalado un belén o nacimiento de madera tallada de olivo, con el niño Jesús reposando sobre una kufiya palestina, es de un simbolismo enorme. Pues Jesús, el personaje que constituye el núcleo de la fe cristiana, habría nacido en Belén, una localidad de la actual Cisjordania, y habría estado expuesto a todos los sufrimientos del actual pueblo palestino: ser pobre, un refugiado y sobreviviente de una masacre.

Varias figuras proisraelíes acusaron la exhibición del belén de ser un “truco político”, pues consideran que la kufiya es símbolo de la identidad palestina y de la resistencia contra la ocupación israelí. Pero Faten Nastas Mitwasi, una de las artistas detrás del proyecto, rechazó las criticas a través de unas declaraciones a The New Arab, una plataforma de medios de comunicación digital con sede en el Reino Unido: «Esta instalación refleja las múltiples identidades del pueblo palestino, tanto cristianos como musulmanes, al presentar una historia local que tuvo lugar en Belén hace 2000 años, utilizando materiales locales y símbolos nacionales». Según Mitwasi, la kufiya no es un símbolo de violencia. «Es parte de nuestro patrimonio cultural. Considero que quienes la ven como un símbolo de violencia deben aprender más sobre la historia y la cultura palestinas. Como cristiano palestino, debería tener la libertad de crear mi propio belén y utilizar cualquier símbolo palestino que considere adecuado». Así lo entendió el Papa Francisco, al inaugurar el belén el 7 de diciembre de este año: «Estos belenes nos recuerdan a quienes, en la tierra donde nació el Hijo de Dios, siguen sufriendo a causa del drama de la guerra».

Sin embargo, el 11 de diciembre ya había sido retirado el Niño junto con la kufiya. ¿Volverán ser colocados el 24 de diciembre, día en que según la tradición cristiana se coloca al niño Jesús en el pesebre y no antes? No lo sé con certeza. Aunque soy de la opinión de que sí se debería hacer, para expresar lo que constituye el compromiso del Jesús que conocemos a través de los Evangelios: estar al lado de los desposeídos, los marginados, los que lloran, los que viven en pobreza e inseguridad, los que son masacrados sin piedad ni compasión.

Tags:

cisjordania, gaza, guerras, Israel, masacres, Navidad, palestina

No hay visos de solución al conflicto israelí palestino. Los sectores radicales de ambos lados han ganado la partida y predominan sobre las voces más sensatas. Los palestinos extremistas jamás van a reconocer al Estado de Israel; los israelíes extremistas quieren expulsar a los palestinos de su territorio y adueñarse de sus tierras a como dé lugar.

No parece haber otra solución que una intervención multilateral extranjera. Difícil, porque buena parte de Occidente está ciento por ciento alineada con los intereses israelíes, a quienes consideran aliados estratégicos en la zona, pero queda claro que si algo así no ocurre este conflicto no va a parar nunca.

En el primer mes del mismo ya hay más de once mil muertos, la mayoría de ellos palestinos, y el 70% niños, mujeres y ancianos. Y no tiene cuando acabar. Netanyahu ya está, claramente, aprovechando el conflicto para recuperar capital político interno, ya que estaba sumido en una crisis sin precedentes.

La solución pasa por un cese inmediato de los bombardeos a Gaza, por volver a los acuerdos iniciales de partición del territorio, por la salida de los colonos israelíes de Cisjordania, por la eliminación de los grupos terroristas palestinos y por el reconocimiento del mundo árabe del Estado de Israel (éste debería ser el punto de negociación para que Israel se allane a detener los ataques y a devolver el territorio ocupado ilegalmente).

Si este conflicto no se soluciona, el riesgo mundial es enorme. No solo por el eventual escalamiento del mismo, sino porque más temprano que tarde el acceso a armamento nuclear será factible para las naciones árabes y si la tensión actual continúa incólume, no sería aventurado sostener que muy probablemente se emplearían en ataques a Israel, con la respuesta no solo de Israel sino de Occidente y el involucramiento reactivo de Rusia y China, que están del lado palestino.

Lo que se temió que pudiera ocasionar la guerra entre Rusia y Ucrania, podría detonarlo el conflicto Israel-Palestina. Como bien se ha dicho, es parte de la fricción mundial que se va a generar por la pérdida paulatina del poder unipolar de los Estados Unidos. La ONU tiene un papel activo que cumplir, y las potencias mundiales están llamadas a intervenir para resolver un conflicto que las partes, en su versión extrema dominante, no parecen dispuestas a querer remediar.

Tags:

Israel, Juan Carlos Tafur, palestina

[EN LA ARENA] La guerra ha sido la herramienta con la que Israel decidió hacerse del territorio cedido por el gobierno británico y ampliarlo en la medida de todo lo posible, provocando que la migración se haya prolongado dolorosamente en el territorio del Levante (Siria, Líbano, Palestina). En estos días, la población de Gaza huye hacia las fronteras y gobiernos y organizaciones internacionales demandan que se abran corredores hacia países que los puedan recibir. Cómo no huir de la crueldad con la que el gobierno Israelí está vengando el ataque de Hamas, duplicando las cifras de personas muertas y heridas en guerras anteriores, lanzando misiles contra hospitales… Y esta guerra recién empieza.

¿Cómo es posible que judíos que sufrieron persecuciones, víctimas de genocidio, que pasaron de una diáspora a otra, no puedan comprender en el recuerdo de ese sentir la dimensión del daño que están causando? ¿Cómo es posible que palestinos que sufrieron cacerías religiosas, que se saben de armamentismo precario, puedan regir y asesinar en nombre de su fanatismo islámico? Lo cierto es que es en esos contextos cuando sólo queda migrar.

Así fue como llegaron a nuestro continente. Los judíos expulsados por los Reyes Católicos al finalizar el siglo XV y perseguidos por la Inquisición creada para combatirlos con saña, llegaron para refugiarse en México, Brasil y Surinam. Cuando el zar Alejandro III dio rienda suelta al antisemitismo y los pogromos de fines del siglo XIX, llegaron hasta Argentina. Los palestinos vinieron cuando las autoridades turcas del Imperio otomano, al comenzar el siglo XX, empezaron a restarle derechos a los palestinos cristianos y a utilizarlos como carne de cañón en su ejército. Llegaron a Argentina, al nuevo mundo, con pasaportes turcos, pero decidieron trasladarse a Chile y algunos a Perú. Cuando en 1948 se creó el Estado de Israel el 80% de palestinos que ocupaban el territorio, 800 mil personas, tuvieron que ser forzadas a migrar, algunos consiguieron venir hasta aquí y reunirse.

Tanto en Perú como en Chile, los palestinos, por ser cristianos ortodoxos y al haber perdido un territorio a donde regresar, se integraron rápidamente a nuestras culturas. Por eso no fueron asociados a una cultura “oriental”. Por el contrario, rápidamente desarrollaron el comercio y la producción textil, destacando, como en todo el continente, en política, arte y deportes. En Chile, donde se encuentra la comunidad palestina más grande, de más de 150 mil, tienen un importante club de fútbol, el Deportivo Palestino.

Perú, por su catolicismo colonial, no acogió muchos judíos sino hasta finales del siglo XIX. Y aunque la comunidad judía tuvo un pequeño apogeo en los años 40, tras el gobierno de Fujimori y el enfrentamiento con Baruch Ivcher, su población, ya con claros destinos, se redujo a un poco más de mil personas. Por el contrario, los árabes en Perú han crecido y son hoy más de 10 mil. Mientras tanto, la migración peruana también ha crecido exponencialmente y fue por una guerra que empezamos a salir.

Más de tres millones de peruanos empezaron a migrar con la crisis económica que (irónicamente) provocó el alza del precio del petróleo que pusieron los países árabes para detener a Israel en la década de 1970. Pero el real impacto en Perú se produjo cuando los gobiernos de Belaúnde y Alan García se vieron sobrepasados por la deuda externa y Sendero Luminoso desató una cruenta guerra interna. Hombres y por primera vez, mujeres empezaron a migrar masivamente, cambiando los países de destino. Dejaron de ser la entonces exitosa Venezuela, Estados Unidos y España y se sumaron países como Italia, Argentina, Chile y Japón. Hoy, aunque hace una década parecía haber descendido la ola, tras la pandemia y el abandono del Estado en manos de mafias durante la celebración del bicentenario ya han migrado casi medio millón. En América Latina no son las guerras, sino el huir de la delincuencia y la pobreza la razón principal para escapar.

Tags:

comunidad palestina, Guerra, Israel, judíos, Migración

[EL CORAZÓN DE LAS TINIEBLAS] Para no pecar de políticamente incorrecto, en estos tiempos de castrante cultura de la cancelación, la que ha revertido la libertad de expresión de la que gozábamos hasta hace pocas décadas, no voy a avalar -y porque además no creo en la violencia- los ataques del grupo Hamás contra Israel. Por principio, considero deplorable cualquier acción terrorista contra población civil indefensa.

Tensiones en el Medio Oriente
Ataque de Hamás tomó por sorpresa a inteligencia israelí.

Dicho esto, me queda muy claro que la nueva versión del viejo conflicto entre Occidente y el mundo musulmán (que se remonta  a la expansión del Islam tras la muerte de Mahoma (ss. XVII – VIII d.C.) se inició con la fundación del Estado de Israel en 1948, en un territorio donde más del 90% de la población respondía a la patria palestina, aplastándola  de todas las maneras como un Estado – de discutible legitimidad- puede aplastar a una nación que no se reconoce en él.

El origen remoto de esta situación lo podemos rastrear hasta  el movimiento sionista de fines del siglo XIX el cual, a tono con los nacionalismos de la época, llamó a los judíos del mundo a recuperar los lugares santos.  Para hacerlo más sencillo: a la Tierra Santa a la que los condujo Moisés algunos milenos antes de Cristo. Pero en esos territorios también se encontraban los palestinos, que llegaron a la región casi en paralelo con los judíos – a los palestinos de entonces se les llamaba “pueblos del mar”- y, en todo caso, no fueron los responsables  de que en el siglo II después de Cristo, el emperador romano Adriano haya aplicado una brutal y condenable represión militar contra el pueblo judío, obligándolo a abandonar sus territorios, iniciándose así la diáspora judía por diferentes confines del mundo, principalmente Europa central y occidental.

El tema es que con la expansión del Islam, desde Mahoma, los palestinos, inocentes en cualquier caso, y que permanecieron en el lugar tras la expulsión de los judíos, adoptaron la religión islámica en el siglo VIII. Más de mil años después, los palestinos fueron sometidos al colonialismo inglés, durante la era del imperialismo en el siglo XIX, y luego, tras la Segunda Guerra Mundial, al dominio del Estado de Israel, siempre apoyado por Estados Unidos e Inglaterra, las principales potencias occidentales.

No hay que ser demasiado perspicaz para deducir las consecuencias de la imposición de un Estado judío en medio del mundo musulmán, ni para comprender que los argumentos religiosos, la “Tierra Santa” de Moisés, solo pueden ser válidos para sus practicantes, pero no para el resto de la humanidad. De esta situación, impuesta de facto y a contra voluntad, se desprenden cantidad de situaciones, desde la Guerra de los Seis Días de 1967, la creación de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), que de hecho perpetraba acciones de sabotaje, pero que luego mereció para su líder, Yasser Arafat, el premio Nobel de la paz en 1994, por sus esfuerzos para lograr un entendimiento entre Israel y Palestina, y que honró con la misma distinción al recordado y carismático líder y primer ministro israelí, Isaac Rabín.

Esta larga guerra, declarada o no, tiene consecuencias secundarias o colaterales: el embargo del petróleo de la OPEP a Occidente que generó la gran depresión económica mundial de 1973, debido a la escasez de crudo y la cuadruplicación de su precio. Incluso, el atentado contra las Torres Gemelas de 2001, que deploro y condeno por brutal e inhumano, forma parte de las manifestaciones de un problema no resuelto, y que no se resolverá mientras Occidente apadrine la posición del Estado de Israel en un lugar en el que no debe estar, o, respecto del cual, debería negociar con los palestinos mucho más liberalmente que hasta ahora.

Hoy día tenemos Israel, el movimiento sionista logró su máximo objetivo pues ya cuenta con un hogar nacional para los judíos, pero ha perdido la paz. ¿La reencontrará algún día?

Tags:

Conflicto, Israel, Movimiento Sionista, Tensiones en el Medio Oriente
x