Corpac

En la década de los 70’s, se exhibieron en las salas de cine una saga de películas sobre accidentes y/o incidentes aéreos llamada “Aeropuerto” que ilustraba diversas situaciones como choque entre aviones, secuestro y sabotajes que ponían en peligro a la tripulación, pasajeros e incluso, a personal de tierra y ciudadanos.

La parodia no tardó en llegar y en 1980 se lanzó ¡Aeropuerto! protagonizada por Robert Hays y Julie Hagerty, teniendo actores de primera línea como Leslie Nielsen. En este divertido film, diversas situaciones irónicas y absurdas suceden, desde que un ex piloto veterano de guerra, traumatizado por su experiencia de combate, tiene que pilotear el avión, o aquel “piloto automático” que en realidad es un muñeco inflable que pudo conducir el avión luego de un “final feliz”. 

Así, se sucedían en esta parodia inimaginables escenarios que si cualquiera de nosotros, los hubiéramos vivido en un avión, probablemente no volveríamos nunca a volar.

La pena, y también la rabia, es que nuestro primer aeropuerto internacional del Perú, el Jorge Chávez de Lima, se ha convertido en una mala parodia que ya nos ha traído tragedias y que, por negligencia, desidia y total falta de empatía hacia los pasajeros por parte de las autoridades del Ministerio de Transportes y Comunicaciones y Corpac, está a punto de causar otra y de grandes dimensiones.

En noviembre del 2022, en un simulacro de emergencia, un camión de bomberos se estrelló con una aeronave que estaba despegando, causando la muerte de los 3 bomberos y de 25 heridos provenientes del avión siniestrado. Una negligente planificación y coordinación entre la compañía de bomberos y Corpac, entidad pública que tiene como responsabilidad justamente la seguridad aérea, enlutó a 3 familias y causó un sentimiento de inseguridad y desamparo en los millones de pasajeros que pasan por el hub más importante de América del Sur, como lo es, el aeropuerto Jorge Chávez.

Unos meses antes en ese mismo año 2022 y para semana santa, los controladores aéreos de Corpac, de varios aeropuertos del Perú, entraron en huelga causando decenas de vuelos cancelados y miles de pasajeros varados.

En los primeros días de febrero de este 2024, nuevamente controladores aéreos de Corpac entraron, otra vez, en una huelga con aires de chantaje, que provocaron las consecuencias de siempre, vuelos cancelados y pasajeros varados.

El final de “Aeropuerto 2024” se dio este pasado domingo 2 de junio cuando, sorpresivamente, las luces de balizaje de la pista antigua de nuestro primer aeropuerto, se sintieron de cumpleaños y decidieron apagarse. 

Los vuelos que estaban por aterrizar fueron desviados, pero tal fue la magnitud y el tiempo de restablecimiento del funcionamiento del aeropuerto, que más de 200 vuelos fueron cancelados, decenas de miles de pasajeros varados entre ellos miles de turistas extranjeros y aeropuertos de toda América Latina recibiendo los aviones que no pudieron aterrizar en Lima.

Pero eso no fue todo. Nos enteramos que no hay luces de emergencia, que la pista nueva no se usa por un tema en las lunas de la nueva torre, que el famoso aeropuerto alterno de Pisco, con un bello terminal, no cuenta con escaleras para los aviones ni gasolina en tanques subterráneos ni menos personal permanente de migraciones, porque simplemente, no es alterno y no hay rutas aéreas establecidas hacia y desde el extranjero.

La parodia continuó mal con las declaraciones poco afortunadas del ministro Perez-Reyes adelantando un acontecimiento fortuito a una investigación más que necesaria, y secundado por el presidente de Corpac, que simplemente no puede asegurar que este hecho no se repita ya que hace 14 años que no hacen mantenimiento al cableado eléctrico subterránea. Crónica de una muerte anunciada.

El gran problema del país es que estas situaciones se repiten en todos lados. En los colegios que se caen a pedazos sin baños ni agua para los estudiantes, en los hospitales mal abastecidos donde algunos que son solamente cascarón y donde el maltrato al paciente es pan de cada día, en una policía que sigue sorprendiendo por su ineficacia en la lucha contra la inseguridad ciudadana y en nuestra clase política que sólo se fija en legislar para beneficio propio.

Nos hemos olvidado del Perú. Es tiempo de acordarnos de la patria que nos vio nacer y devolverle con amor, empatía por nuestros compatriotas y una gestión pública de calidad, el legado histórico y la generosidad de nuestra tierra. No tengamos un nuevo “Aeropuerto 2026” con Antauro como piloto.

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No es posible que estemos ad portas de ver en funciones el mejor aeropuerto de la región y que su puesta en marcha vaya mal acompañada de una empresa calamitosa como es Córpac.

No tiene siquiera capacidad de controlar un mafioso sindicato de controladores aéreos, que ya ocasionó una tragedia mortal y que, aprovechándose de su capacidad monopólica de presión (lo que no sucedería si la empresa fuera privatizada), se permite la osadía de retrasar centenares de vuelos a su antojo y capricho, porque exigía las gollerías de las horas extras que se les había retirado justamente por ser antitécnicas y propicias para la ocurrencia de desastres como el último, ocurrido el 18 de noviembre del 2022.

El gobierno debe entender que las concesiones privadas, cuando son bien reguladas y supervisadas, han probado inmensa mayor eficacia que los monopolios u oligopolios estatales. El Perú tiene sobrada experiencia en ello. Las empresas públicas siempre funcionan mal y cuando, eventualmente, aparentan arrojar utilidades, no lo hacen en la medida que podría hacerlo una empresa privada en cuanto a buena provisión de servicios de calidad.

A través del Centro de Instrucción de Aviación Civil, que administra Córpac, se restringe, con malabares y trucos sindicales, el ingreso de más controladores, y con ello se aseguran poner de rodillas a las autoridades en sus reclamos.

Corremos el riesgo de ser degradados a nivel internacional como país de destino y de partida de vuelos hacia los Estados Unidos, con lo cual de poco o nada habrá servido construir tremendo aeropuerto.

Hoy por hoy, la Dirección General de Aeronaútica Civil no controla nada. Córpac y el sindicato de controladores aéreos hacen lo que les viene en gana. Y todo ello, en abierto perjuicio de los usuarios de la aviación comercial en el país.

Es imperativo que se culmine con la privatización de empresas públicas como Petroperú, Sedapal, Córpac y algunas otras que constituyen lastres en sus respectivos mercados. Ninguna de esas empresas cumple siquiera con el criterio de ser “estratégicas”. Lo estratégico es que funcionen bien y eso pasa porque dejen de ser empresas públicas, onerosas, ineficientes y teñidas de corrupción.

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[PIE DERECHO]  El concepto de empresas públicas es caro a la izquierda, por lo menos a la izquierda retrógrada que tenemos en el Perú y en casi toda la región, pero desde ningún punto de vista es un precepto de modernidad administrativa.

Sólo el afán de lucro puede lograr que actividades tan importantes, como la refinación de petróleo, su exploración y explotación, su transporte por el oleoducto, la provisión de agua potable o la administración de aeropuertos, hagan coincidir el interés privado con el buen servicio público.

Privatizar Petroperú, Córpac y Sedapal (además de todas las empresas municipales de agua potable del país), coadyuvará a que el Perú recupere una dinámica de inversiones capaz de evitar el derroche, el mal servicio y la corrupción (tanto empresarial como sindical) que hoy afecta a las empresas mencionadas, alejándolas de todo propósito social o de beneficio colectivo.

En estos temas ya no necesitamos entrar a discusiones ideológicas. Es un tema práctico gerencial. El sector privado es infinitamente más eficiente que el Estado para administrar empresas y su gestión le evita, además, a todos los peruanos el riesgo de que ante una situación crítica, sea el erario nacional (es decir, todos los peruanos) el llamado a meter la mano en el bolsillo y solventar las pérdidas, como es el caso actual de Petroperú y su escandalosa solicitud de nuevos desembolsos del fisco para seguir con vida.

Ya no debería ser motivo de debate que el mercado debe ser el gran motor de la economía y el Estado, no siendo débil, cumplir un rol regulador y ecualizador de las fallas del mercado (que sí existen, a pesar de la prédica en contrario de los libertarios). Ese es el Estado del siglo XXI que garantiza el desarrollo de las naciones.

Lamentablemente, ni la izquierda ni la derecha peruanas parecen tenerlo claro. Ambas parecen ancladas en el siglo pasado, planteando fórmulas anacrónicas. Se necesita de una nueva derecha y, con más urgencia, de una nueva izquierda, que sepan coincidir en lo dicho en párrafos anteriores y diriman sus diferencias en el perfil que le quieran dar a la función mínima del Estado y a la amplitud de políticas morales (aborto, drogas, políticas de género, etc.).

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[INFORMES] La tarde del viernes 18 de noviembre del 2022 fue un día que, sin lugar a dudas, quedará como un recuerdo imposible de borrar de la memoria de aquellos pasajeros del vuelo 2213 de Latam así como del personal de emergencia que acudió al lugar de la tragedia. Pero, principalmente, será una fecha que marcará por siempre la vida de los familiares y seres queridos de Ángel Torres, Nicolás Santa Gadea y Manuel Villanueva, los bomberos que perdieron la vida como consecuencia de este accidente. Sin embargo, a más de un año de la tragedia, sigue apareciendo información que expone diferentes situaciones de negligencia que precedieron al trágico desenlace.

Sudaca pudo acceder a documentos que comprometen seriamente a la Corporación Peruana de Aeropuertos y Aviación Comercial (CORPAC) por decisiones que no sólo le costaron la vida a los tres bomberos sino que, al día de hoy, siguen poniendo en riesgo la vida de los miles de pasajeros que visitan los aeropuertos nacionales.

EL PEDIDO MORTAL

Desde septiembre del año 2021, un conjunto de reglas, preceptos, requisitos, métodos y procedimientos que se conocen como la Regulación Aeronáutica del Perú (RAP) 311 fueron aprobadas. En sus 108 páginas figuran numerosos criterios que la Dirección General de Aeronáutica Civil así como los proveedores de servicio deben seguir para que el tránsito aéreo en el Perú sea seguro.

En este texto, el apéndice 14 aparece con el título “Gestión de la fatiga” y, tal como se puede apreciar en la siguiente imagen, en él se señala que el Proveedor de Servicios de Tránsito Aéreo (ATSP) deberá establecer los horarios de trabajo siguiendo los criterios mencionados para el máximo y mínimo de horas.

No obstante, aunque fue aprobado en 2021, esta norma viendo siendo infringida desde hace un largo tiempo por los controladores de tránsito aéreo en varios aeropuertos del Perú poniendo en riesgo la vida de los pasajeros que los visitan y también del personal de estos terminales aéreos.

Aunque lo más grave de este nuevo destape es que esta infracción se viene cometiendo con la complicidad de la Corporación Peruana de Aeropuertos y Aviación Comercial (CORPAC). Tal como se aprecia en el siguiente documento al que tuvo acceso Sudaca, Miguel Ángel Moreno Ramírez, quien firma como gerente general del CORPAC, presentó una solicitud de exención del cumplimiento de limitaciones relacionadas con la gestión de la fatiga alegando, entre otros motivos, cantidad insuficiente de personal.

El 12 de diciembre del 2022, Donald Hildebrando Iván Castillo Gallegos, quien pertenecía a la Dirección General de Aeronáutica Civil del Ministerio de Transportes y Comunicaciones, respondió al pedido del gerente general de CORPAC señalando que se les concedía la exención solicitada por el periodo de un año que recién terminaría el próximo 5 de diciembre del presente año.

CONSECUENCIAS DE LA NEGLIGENCIA

El pasado 17 de noviembre, Sudaca publicó en exclusiva un video en el cuál se exponía con detalle lo vivido en la torre de control el día del trágico accidente. Las imágenes del personal durmiendo así como los intentos de coordinar una historia que los exima de la responsabilidad generaron una profunda indignación. Aunque, con la nueva información que Sudaca detalla en este informe, pareciera que el riesgo de nuevos accidentes sigue latente hasta la fecha ante la indiferencia de CORPAC.

A diferencia de lo que ocurre con el transporte terrestre, donde trágicamente los accidentes se han convertido en parte de lo cotidiano, en la industria aeronáutica, a nivel mundial, los accidentes siguen siendo lo inusual. Sin embargo, si los responsables de mantener esos estándares de seguridad continúan actuando de espaldas a las normas que buscan garantizar la tranquilidad de pasajeros y el personal que trabaja en los aeropuertos, Perú corre el riesgo de convertirse en un país en el cual viajar genere miedo ante la posibilidad de un controlador aéreo dormido que provoque un accidente mortal.

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