Elecciones

Veinte años de gobiernos mediocres y corruptos no pueden dar si no como resultado que una postura de izquierda radical logre representar casi al 20% de los peruanos.

Si luego de las parciales reformas de los 90 se hubiesen completado las mismas, en primer lugar, y luego se hubiese emprendido la construcción de un Estado digno para las mayorías, no estaría pasando lo que pasa ahora.

Pero no, Toledo, García, Humala, PPK y Vizcarra se zurraron en la necesidad de reformar el Estado, vivieron en piloto automático del crecimiento vegetativo de la economía y hoy pagamos las consecuencias.

Con los dineros fiscales que ha habido, se habría podido construir una salud pública mínimamente decente, una educación pública competitiva con maestros bien pagados, un sistema de seguridad que le evite el sobresalto diario que las personas más humildes sufren a diario, y un sistema de justicia que no proteja a los corruptos y a los poderosos. Todos ellos factores que sirven de caldo de cultivo de los antisistema.

Ese centrismo mediocre, solo salpicado por el régimen proinversión de García (pero que tampoco hizo nada en cuanto a las reformas señaladas), es el que explica la desazón de millones de pobres que, acrecentados por la circunstancia diabólica de la pandemia, ha generado bolsones de disidencia que han encontrado en el profesor Pedro Castillo un vehículo legítimo y democrático de expresión, cuya racionalidad hay que entender y no menospreciar.

Si a lo señalado le sumamos la punible inacción respecto de un proceso de regionalización fallido, que es capaz de producir que en las zonas mineras -donde ha arrasado Castillo- los gobiernos regionales dejen de invertir, en promedio, 1,800 millones de soles al año (como ha publicado en reciente informe El Comercio), el resultado cae por sí solo. Eso ocurre en Ancash, Apurímac, Arequipa, Cajamarca, Cusco, Junín, Moquegua y Tacna, los bastiones radicales del país.

El acumulado de canon y regalías mineras que los gobiernos regionales (de izquierda, por supuesto), suma en los últimos seis años, la exorbitante suma de 5,046 millones de soles. ¿Cuánto se podría haber hecho con eso para reducir las brechas o emprender las reformas indicadas?

Por desidia política los gobernantes de la transición prefirieron mantener el statu quo. Si hoy el país está bajo la amenaza del triunfo de una izquierda radical que se tire abajo todo el modelo es, en gran medida, resultado de una transición democrática mediocre y corrupta.

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Elecciones, Elecciones 2021, Juan Carlos Tafur

Verificación de mensaje de redes sociales

Versión en video que denuncia la supuesta adulteración de actas de la ONPE es falsa. Fecha de detección: 15 de abril del 2021

Link: Video ya no se encuentra disponible

 

FALSO

 

En medio de versiones que aluden a un supuesto fraude electoral en las elecciones del 11 de abril del 2021, un video que circula en redes sociales presenta una presunta acta electoral manipulada de las votaciones en el distrito de Miraflores, en Lima. Tras revisar los datos oficiales del portal de la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE) y consultar con voceros de esa entidad, la red Ama Llulla concluye que esta versión es falsa.

 

Aunque la ONPE desmintió en la mañana del 15 de abril a un usuario que publicó este video en Twitter, la presunta denuncia estuvo circulando en otras redes sociales y de mensajería como WhatsApp y Facebook, donde una de las publicaciones obtuvo más de 3 mil interacciones y fue compartida más de 9 mil veces. Por esta razón, la red Ama Llulla decidió realizar una revisión actualizada del tema.

 

El personaje del video asegura que “todos los resultados están totalmente manipulados, distorsionados, no tienen nada que ver con la realidad”. Para sustentar esta versión se presenta una comparación entre una copia de un acta y los resultados registrados en la web de la ONPE correspondientes a la mesa N° 041816, ubicada en el Colegio Villa María, del distrito de Miraflores, en Lima.

 

De acuerdo al video, en la web se registra que los votos emitidos en esa mesa fueron 240, mientras que en la copia del acta figura, escrito a mano, que los votos emitidos fueron 157.

 

Sin embargo, esa versión no es correcta, porque se trata de documentos diferentes.

 

En primer lugar, en el propio video se identifica que los datos captados en la página web de la ONPE corresponden a los resultados registrados en esa mesa en las Elecciones Congresales del 2020.

Twitter
Fuente: Captura que usó la ONPE para desmentir el video objeto de esta verificación.

 

Por el contrario, la copia del acta que se contrapone como presunta evidencia de fraude corresponde a los resultados registrados en las elecciones del domingo 11 de abril del 2021.

Onpe

 

La red Ama Llulla revisó directamente los resultados de la mesa N° 041816 y confirmó que los datos presentados en el video como supuestamente adulterados en la web son los registrados en la plataforma de presentación de resultados de la ONPE como data histórica de las Elecciones Congresales Extraordinarias 2020, como se aprecia en la siguiente captura:

 

Onpe 2

 

Consultada para esta verificación, Susana Vital, Subgerente de Comunicaciones y Prensa de la ONPE, precisó a Ama Llulla que todas las actas electorales del 2021 son digitalizadas y colocadas en la web de la entidad. «Tenemos el histórico que está digitalizado por cada elección. Puedes revisar la información de actas de años anteriores».

 

En efecto, la plataforma de la ONPE contiene la data de procesos electorales desde el año 2000 hasta la fecha. Tan solo en lo que respecta al 2020, el sitio incluye data de cuatro procesos electorales. El principal es el de la elección de congresistas tras la disolución del Congreso durante el gobierno del presidente Martín Vizcarra.

 

La versión apócrifa objeto de este chequeo se difunde en medio de los reclamos de usuarios en redes sociales por un presunto fraude electoral. Al respecto, Vital aclaró que estas solo circulan por espacios digitales.

 

“No hay nada que haya llegado formalmente por escrito. Todo documento ingresa a través de mesa de partes. No tengo conocimiento, al momento de tu llamada, que haya una denuncia presentada al respecto”, agregó la funcionaria.

 

Al consultarle sobre las medidas que tomará la ONPE sobre este tipo de denuncias, Vital dijo están respondiendo a determinados “actos en redes sociales”.

 

En resumen, los resultados que muestra el video son de las elecciones congresales del 2020, y no corresponden a la actual elección presidencial, según verificó AmaLlulla en el portal oficial de la ONPE y en consulta con una vocera de la institución.

 

En función a lo expuesto, la red Ama Llulla concluye que la versión que circula en video sobre la supuesta adulteración de resultados en el acta de una mesa electoral del distrito de Miraflores, tras las elecciones del último domingo 11 de abril, es falsa.

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Elecciones, ONPE, Red Ama Llulla

En estas elecciones para el Congreso de la República podremos votar 9,830,538 mujeres y 9,764,762 hombres. Pero es muy probable que, de los casi veinte millones de votantes, adultos mayores, personas que tendrán que cuidar a pacientes y familiares, y quienes debían desplazarse interprovincialmente prefieran pagar la multa. Sólo la siguiente semana sabremos cuántos votos quedaron tras esta comprensible deserción. Los votos de quienes sí caminaremos hacia nuestros centros electorales estarán distribuidos en 27 distritos electorales: el de cada departamento, el de Lima Provincias, el de la Provincia Constitucional del Callao y el de Peruanos en el extranjero.

 

Cada distrito electoral no tiene el mismo número de congresistas. Hasta el Congreso actual, varios departamentos han tenido solo dos congresistas: Amazonas, Apurímac, Huancavelica, Moquegua, Pasco, Tacna y Tumbes. Madre de Dios tiene solo uno. Arequipa tiene 7, La Libertad tiene 8. Lima 37. Esa desproporcionada diferencia sin duda afecta al país porque inevitablemente centraliza la producción legislativa desde la perspectiva de la capital. Sin embargo, esta aparente mala distribución de las curules siempre culmina en otra distribución organizada de acuerdo con los intereses económicos que representa cada partido político. Surge de este modo una apariencia sumamente fragmentada entre los partidos políticos más relevante que la departamental.

 

Esta fragmentación que proyectan las encuestadoras entre 6 y máximo 20 curules por partido político no es una novedad, pues el actual Congreso ya presenta esa estructura. No obstante, si observamos como se comportó debido a ello, podemos imaginar cómo rápidamente, incluso desde antes de saber los resultados, qué alianzas se configurarán a partir del 28 de julio, día del Bicentenario de nuestra República.

 

Las bancadas de Soto, López y Fujimori se unirán espontáneamente. Ya vimos en este Congreso cómo los integrantes de Solidaridad Nacional y Fuerza Popular se reacomodaron rápidamente en los partidos de alquiler. Distribuidos ahora en este triada, se llevarán armoniosamente bien en tanto comparten intereses comunes como el dar carta blanca a redes de corrupción, defender la evasión tributaria, el monopolio y liberar la informalidad en los grandes sectores económicos como minería, turismo y agroexportación. En otra alianza, las bancadas de Acuña, Urresti y el FREPAP cerrarán filas para defender sectores menos rentables pero fundamentales en nuestra economía como la educación y los cultivos ilegales. Frente a este desmadre, las bancadas de Guzmán y Mendoza representan una alianza que representa los intereses económicos del sector público y cultural, que agrupa un amplio abanico técnico y profesional vinculado a servicios del Estado, instituciones artísticas, educativas, de investigación y organizaciones no gubernamentales. Eventualmente, las bancadas de Forsyth y Lescano, que representan otros sectores económicos como la mediana construcción, industria y exportación, estarán usualmente en alianza con el grupo de Soto y compañía, pero que ante situaciones de trastabilleo de la democracia o derechos fundamentales, se aliarán con Guzmán y Mendoza. Como vemos, no se trata de una fragmentación de fondo, sino de alianzas locales y nacionales que prefieren trabajar en paralelo y fortalecer sus propias redes políticas y económicas. Son cuatro sectores claramente definidos en un campo en el que se juega muchas veces tres contra uno, pero a veces dos contra dos.

 

Los resultados que se publicarán la próxima semana, dejarán en claro que nuestro voto habrá respondido a los ideales que cada peruana, que cada peruano tenemos entreverados con nuestra situación socioeconómica. Más aún en esta situación de pandemia. Pero si hay algo que nos une, nuestro dos contra dos debe ser nuestra apuesta: no queremos corrupción y no cejaremos de pelear. Preparémonos porque para eso necesitamos dos tareas: asegurar que sea quien sea que ocupe el sillón presidencial por primera vez este 28 de julio, cuente con una cantidad de congresistas necesaria, entre 40 y 50, que aseguren el contrapeso necesario para un gobierno estable y vigilado en la defensa de nuestros derechos y nuestra salud. Y la segunda es terminar, a punta de protestas, referéndum y acuerdos colectivos, las reformas políticas necesarias para que el 2026 tengamos un congreso sin delincuentes y con capacidad para legislar fuera de la corrupción.

 

Tengamos en cuenta que podemos votar por un partido para Presidente y otro para congresista, pero no se puede votar por dos congresistas de diferentes organizaciones políticas. Tiene que ser una sola. El número total de votos por cada partido determinará cuántos congresistas tendrá. Como no sabemos quiénes de ellos tendrán más votos, verifiquemos que los primeros 30 candidatos aseguren que saldremos dignamente de esta crisis, sin pisar a nadie para correr detrás de un billete. El lapicero azul está en sus manos.

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Carla Sagástegui, Elecciones, Elecciones 2021

Si Luis Bedoya Reyes hubiese ganado las elecciones de 1980 o 1985, el país hubiera sido otro, sin duda. Nos habríamos evitado el desastre del segundo belaundismo y el apocalipsis del primer alanismo. La infame y horripilante década de los 80 no habría sido tan desgraciada si llegaba al poder alguien que hubiera emprendido algunas reformas económicas urgentes ya en esa época y que recién el país pudo ver plasmadas en los 90.

Pero la suerte electoral no le sonrió. En 1980, Belaunde obtuvo el 44.93% de la votación, Armando Villanueva el 27.24% y el Tucán apenas el 9.58%. En el 85, ya luego del desgaste de haber sido cogobierno con Belaunde, Bedoya tambien salió malparado. Un fulgurante Alan García obtuvo el 53.1%, Alfonso Barrantes 24.69% y Bedoya tan solo el 11.89%. Nunca más volvió a postular a la Presidencia.

Bedoya no era estrictamente hablando un liberal. Era confeso socialcristiano. Creía que el Estado debía tener una participación en el manejo económico. Era más un proempresa que un promercado. Y cometió el grave error de llenar a su partido de abogados lobistas, más interesados en obtener poder político para favorecer a sus clientes ocultos, que en desplegar políticas públicas liberales (esa tara le ha durado al PPC hasta hace muy poco).

Recuerdo mucho algunas tertulias organizadas por don Arturo Salazar Larraín en su domicilio, a inicios de los 80, a las que invitaba a los jóvenes periodistas de La Prensa a departir con el líder pepecista. Nunca me quedó claro si lo que quería don Arturo era que convenciéramos a Bedoya de las bondades del liberalismo o, si, al revés, buscaba que el exalcalde limeño nos reconviniera de nuestro radicalismo liberal. Lo cierto es que el Tucán aguantaba a pie firme todas las insolencias posibles y no perdía nunca el buen talante. Mi recuerdo es el de un demócrata por encima de cualquier contingencia.

No fueron sus extraordinarias gestiones al mando de la Municipalidad de Lima, lo que mejor hizo en términos políticos. Su rol en la Constituyente del 78, que dio pie a la Carta Magna del 79, encumbrando a Víctor Raúl Haya de la Torre a la presidencia de la misma y evitando así que la izquierda se metiera por los palos, fue un acto político de primer orden.

Luego tuvo una fructífera labor en la conformación del Fredemo. Fue un proyecto electoralmente fallido, pero que dejó mucha huella ideológica en el país y ello se debió en gran medida al talante componedor de Bedoya, que supo compensar las arbitrariedades señoriales de Belaunde, que tan bien ha consignado Mario Vargas Llosa en El pez en el agua.

Se ha ido un gran político, que mereció mayor reconocimiento cívico y éxito electoral. Un político de una estirpe que tardará muchos años en reaparecer en el Perú.

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1985, Elecciones, Luis Bedoya Reyes
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