Homenaje

[La Tana Zurda] El pasado sábado 2 de noviembre, Día de los Muertos, es decir, de quienes se nos adelantaron en este misterioso y apasionante camino llamado vida, La Huaca es Poesía, incansable colectivo de arte y cultura, se congregó en el histórico complejo arqueológico Mateo Salado, ubicado en el distrito limeño de Pueblo Libre, para rendir homenaje al reconocido poeta y catedrático peruano José Antonio Mazzotti, a solo dos meses de su partida en Boston, donde residía y enseñaba. En este tributo cargado de emotividad, el evento reunió diferentes expresiones artísticas y culturales que expresaron el cariño y el impacto que Mazzotti tuvo en la vida de tantos. Desde poesía y danza hasta música y memorias personales, todos los presentes encontraron en esta celebración una forma de rendir tributo al legado del poeta, catedrático, crítico y gestor cultural.

El homenaje se abrió con un pago a la tierra, una ceremonia andina ancestral que vinculó el tributo a Mazzotti con la tierra y la historia, expresando su amor por la cultura y sus raíces peruanas. En el evento participaron varios poetas quienes, en dos rondas de lectura, ofrecieron poemas y relatos en su memoria. En la primera ronda participaron Rafael Hidalgo, José Aguirre, Giordano Trelles, Gabriel Gargurevich, Sandra Luna, Brenda Vallejo, Manuel Kentore y Alonso Llerena, quienes compartieron anécdotas que daban cuenta de la influencia del poeta en sus vidas. Luego de una vibrante danza de tijeras por Supay Ñawi, la segunda ronda incluyó lecturas de Domingo de Ramos, Edián Novoa, Sonia Luz Carrillo, Pedro Favaron y Manuel Liendo, quien conmovió al interpretar el vals “Las flores buenas de Javier” de Chabuca Granda, una canción escrita para el poeta Javier Heraud. Los sonidos autóctonos del grupo musical Pacha Inti también llenaron el espacio con melodías que evocaron un profundo sentido de pertenencia y herencia cultural.

Una de las intervenciones más emotivas vino de Barbara Corbett, viuda de Mazzotti, quien recordó los inicios de su romance con el poeta en 1991 y compartió el recorrido de su amor a lo largo de más de treinta años de matrimonio. El amigo y poeta chileno Lucho Paipote leyó el poema que Mazzotti obsequiara a Bárbara como prueba de su amor. Otros colegas y amigos del ámbito literario también intervinieron mostrando sus memorias y reconocimientos. Beethoven Medina, por ejemplo, leyó su poesía y compartió cómo Mazzotti influyó en su generación. Raúl Bueno, poeta y académico de la generación del 60, recitó un poema de Mazzotti y habló sobre el metalenguaje en su obra, mientras que Roque Ramírez compartió su experiencia de amistad con el autor de Poemas no recogidos en libro. Hicieron lo propio el novelista mexicano Pedro Palou, colega de Mazzotti en Tufts University, el poeta dominicano León Félix Batista, y el poeta cubano José Kozer a través de Evgueni Bezzubikoff.  El homenaje concluyó con la participación del poeta chileno Raúl Zurita, quien envió un video en el que rememoró su vínculo con Mazzotti, haciendo de este un momento memorable.

La jornada también contó con un tributo musical de Rudy Rivera, en celebración de sus cincuenta años de trayectoria artística, y una mesa académica dirigida por Alejandra Monterroso. En esta mesa, los críticos Lydia Fossa y Rubén Quiroz Ávila compartieron sus experiencias y reflexiones sobre la influencia de Mazzotti, resaltando su impacto tanto en el ámbito literario como en la vida de quienes lo conocieron. En este evento, no solo se honró al poeta, sino también al amigo y al maestro cuya luz continúa inspirando a la comunidad cultural y académica.

El evento en la huaca Mateo Salado fue más que un homenaje; fue una celebración de la vida y el legado de José Antonio Mazzotti, un intelectual que deja una huella indeleble. En el centro de esta ceremonia, su retrato expresionista, proyectado en la huaca y creado por la artista Borka Sattler, se erigió como un testimonio visual de su espíritu vibrante y su amor por el arte y la cultura peruana y latinoamericana en general. A través de cada palabra, cada nota musical y cada recuerdo compartido, Mazzotti permaneció presente entre su gente, demostrando que su legado continuará inspirando a futuras generaciones.

¡Gratitud infinita a La Huaca es Poesía, a los organizadores Rafael Hidalgo y Santiago Morales, y a todos los que hicieron posible esta sentida conmemoración de un poeta cuya voz y pasión siguen vivas entre nosotros!

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[PIE DERECHO]  En estas fechas comienzan las elucubraciones de quién podría ser el peruano que mejor ejemplifique el año. De arranque, debe decirse que ninguna autoridad política, económica, empresarial, judicial lo merece.

Sí, en cambio, una persona ilustre con la que el país ha guardado siempre una relación ambigua de amor-odio, nuestro escritor Mario Vargas Llosa, que este año ha recibido el alto honor de ser admitido en la Academia Francesa, pero que, más allá de honores a los que ha estado acostumbrado toda su trayectoria, ha decidido poner fin a su carrera de una manera digna y propia, como siempre ha sido su línea de vida.

Vargas Llosa ha renunciado a escribir más novelas, a redactar sus columnas periodísticas quincenales y a conceder entrevistas. Consciente del paso del tiempo, reposará seguramente ensimismado en el mayor de sus placeres, la lectura, y en culminar el libro de ensayos que ha anunciado sobre Jean Paul Sartre (si hubiera podido imaginar el cierre redondo de su ciclo vital, no lo podría haber hecho mejor que rindiendo homenaje a su paradigma de juventud).

Vargas Llosa ha llevado una vida ejemplar. Celoso de su propia consecuencia ha sido capaz de enfrentar grandes adversarios en aras de sus convicciones, empezando con su enfrentamiento al establishment cultural de izquierda cuando decidió denunciar, antes que nadie, las tropelías dictatoriales del régimen de Fidel Castro, en Cuba.

Nos ha demostrado -y ojalá los jóvenes estudien su vida- que las pasiones vitales acompañadas de una inmensa vocación de trabajo y dedicación, puede hacer realidad los sueños más difíciles (aún hoy, es una temeridad querer ser escritor en el Perú). Es realmente digno de admiración.

Su vida es una gran aventura intelectual, preñada de compromisos, desvelos y actitudes valientes para defender sus convicciones. En ristre, sin cálculos subalternos, se ha comprometido con las causas de la modernidad de su tiempo y siempre lo ha hecho sin medir otra cosa que no sea la consecuencia con su verdad.

Este año, que marca su retiro, el país le debe rendir homenaje a uno de sus hijos más ilustres y que hasta el final de sus días (léase la extraordinaria novela Le dedico mi silencio) no ha cejado en rendirle tributo a su patria natal, a pesar de ser ciudadano del mundo, en el cabal sentido del término.

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