Petro

De otro lado, no debería molestar mucho a Palacio que el Congreso le niegue los permisos de viajar a quien quería vender el avión presidencial, justamente para reducir tan onerosos traslados. Al parecer, sin embargo, Castillo utiliza estos viajes para escabullirse de las responsabilidades de gestión que acá no logra desempeñar por incapacidad personal (no es capaz de conducir siquiera los consejos de ministros).

No hay ningún temor de la derecha porque Castillo pueda sellar acuerdos ideológicos adversos a los intereses nacionales. No va por allí la cosa. No está en el empaque leve del presidente hacerlo. Castillo no es, siquiera, Petro o Boric, estadistas capaces de sacarle filo a actos geopolíticos. Castillo es un mediocre sujeto que viaja para huir de lo que debe parecerle una tortura, como es trabajar en el Estado generando políticas públicas o coordinando con ministros que lo superan ampliamente en capacidades políticas y tecnocráticas. Que viaje como desfogue psicológico, es un despropósito que hace bien el Congreso en negarle.

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