Carla García

Según reciente encuesta de Ipsos, un 25% de la población cree que el APRA volverá al Congreso y un 14% que volverá a la Presidencia. Estas cifras deben haber caído como maná del cielo en los predios de la avenida Alfonso Ugarte.

La encuesta no es un buen predictor, por cierto, pero revela que puede estar reconstituyéndose una base de apoyo popular a un partido que en su segundo mandato no lo hizo mal y podría estar recuperando justicieramente un lugar que, por ejemplo, sin justicia alguna, logró recuperar Acción Popular.

Se ve difícil que el APRA pueda armar una buena plancha presidencial, aunque ya lo hemos dicho antes, una tríada Roque Benavides-Carla García, Renzo Ibáñez sería muy potente y atractiva. Quizá su rol político esencial, dada su experiencia, sea ser la bisagra que permita a la centroderecha unirse y no presentarse suicidamente fragmentada como lo viene haciendo hasta ahora.

En ese pacto, el APRA obviamente tendría que subordinar apetitos y ceder lugares, pero tiene varios cuadros capaces de ser buenos candidatos al Senado (Mauricio Mulder, Jorge del Castillo, Luis Gonzáles Posada, entre otros) y una miríada de jóvenes que pueden sorprender como candidatos a la cámara baja.

El APRA merece un sitio en la historia. Reiteramos que, como lo dijimos en columna reciente, le corresponde, corrigiendo las omisiones del segundo mandato de Alan García, ocupar el espacio de una centroizquierda liberal y contribuir, con su sapiencia adquirida, a conformar uno o dos grandes frentes de centro o centroderecha en el país, si no queremos regalarle el país a la extrema izquierda.

Es tarea difícil, por el enorme desprestigio que arrastran los partidos tradicionales, pero las encuestas señaladas son propicias y debería reanimar las voluntades al interior del partido y abocarse a superar las cruentas rencillas internas que hoy lo tienen paralizado y atrapado. Ya es tiempo de que las resuelvan y dediquen sus energías políticas a afrontar el gran desafío nacional que la democracia peruana tiene por delante, el 2026, circunstancia en la que se va a requerir el concurso de todos los partidos democráticos, entre los cuales destaca el aprismo.

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Apra, Carla García, Partido Aprista Peruano

5. Cuando el gobierno de Fujimori disuelve el Congreso y declara en reorganización el sistema de justicia, muchos deciden dejar el país, en esa época usted viaja a Chile e ingresa a la universidad, donde gira sus inquietudes políticas hacia la izquierda, ¿cuándo regresa hacia la moderación, a la izquierda democrática, al Apra?

Cuando me fui a Chile obligada por el golpe de Alberto Fujimori, fue un momento de los más difíciles de mi vida porque tuve que dejar todo lo que conocía, la familia y amigos, para empezar de cero con la ayuda amorosa y esforzada de mi madre. En esos tiempos la comunicación era complicada y lo cierto es que casi no hablaba con mi papá. La edad y la circunstancia me alejaron mucho de él, a quien le echaba la culpa de mi soledad y esta suerte de empezar de cero que se me impuso. Estudié en la Universidad de Chile, que era una universidad pública en un país que hacía poco había recuperado la democracia después del largo período dictatorial y fascista de Pinochet, así que en reacción evidente todo el Chile que yo conocí, era de izquierda. Tiene alguna lógica. Recordemos que el primer gobierno del Apra tuvo también mucho de izquierda, en la búsqueda -con errores y aciertos- de reivindicar el proyecto de Víctor Raúl. A pesar de haberme rebelado contra la autoridad paterna, no me sentía ajena a lucha por recuperar los derechos y la dignidad de los chilenos, porque hay que entender que no todo es economía y crecer, sino hay que crecer bien y en un contexto que respete la vida de todos. De hecho hoy todavía me siento cercana a mis compañeros de escuela y a la búsqueda de un país de Pan con Libertad, pero es bobo quien no entiende que el mundo cambia y se aferra con uñas y dientes a una ideología desfasada que como hemos visto recientemente, solo genera hambre y división. Una política que busca eliminar el mérito y quitarle a los que ganaron cosas con esfuerzo, no sirve. Tampoco sirve gobernar para los ricos y afanarse solo en que los números suban. El estado no puede ser intervencionista pero si regulador y fomentar las inversiones privadas y obras públicas para tener más puestos de trabajo asegurando que hayan condiciones adecuadas y justas para los trabajadores que se traduzcan en mejoras en sus vidas y en su felicidad. Los tiempos cambian y las ideas cambian, lo que tiene que mantenerse siempre es el amor a la causa.

6. En una entrevista con Milagros Leiva usted asegura que el operativo policial que terminó con la muerte de su padre estaba planificado para que acabara así. Es más, la ministra de Salud Zulema Tomás postergó el anuncio del deceso hasta casi el mediodía en coordinación con los fiscales para poder seguir rebuscando en la casa del presidente quién sabe qué cosas, mientras Vizcarra le decía al país que Alan García había muerto a los pocos minutos de su llegada al Casimiro Ulloa, cerca de las ocho de la mañana. Sigue afirmando lo mismo.

Todo ese momento yo lo viví desde México donde me encontraba por breves días, pero antes de eso fui testigo de excepción de demasiadas irregularidades en el proceso, desde el cambio el impedimento de salida hasta la orden sorpresa de detención a un hombre que había ido a declarar decenas de veces. En el mes de diciembre un camión de escuchas fue detenido por mis valientes compañeros afuera de la casa paterna, ese día yo estaba adentro. Desaparecieron las pruebas y las mochilas y por supuesto, enjuiciaron a los apristas que los habían descubierto. Si bien la decisión que tomó mi padre fue personal y reflexionada largamente, los que entraron a la casa sabían al respecto. Como detalle cabe ver que suben la escalera de la casa detrás suyo y jamás tratan de abrir la puerta de la habitación (que además tenía la chapa rota hacía un tiempo), solo esperan. A eso se suma lo que mencionas de cómo se manejaba la información desde el gobierno de Vizcarra ese mismo día. El lagarto pensó que eliminaba a un enemigo político y no se dio cuenta de que su espíritu quedaba en sus hijos y compañeros. En fin, ya las cosas se van poniendo en su lugar en el caso Vizcarra y Alan sigue en la memoria del pueblo y en sus obras.

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