Apra

[EN EL PUNTO DE MIRA] Fue muy gratificante, porque salieron excelentes reflexiones sobre el tema. Había escrito, hace algunos meses para la opinión pública, una propuesta de partido político para estos tiempos en los que –aparte de la clásica organización territorial (bases) y funcional (sindicatos, colegios profesionales, entre otros)– se tomara en cuenta también a la organización virtual, así como al trabajo de los colectivos para que complementen el trabajo político que debe realizar toda organización que tenga como fin llegar al gobierno y formar ciudadanos.

Pero, en un tiempo como el que vivimos, el cual es catalogado ahora como la posverdad, donde el titular de un periódico importa más que el contenido y donde los grandes relatos se han fragmentado, ¿qué rol cumpliría un partido político para representar demandas sociales aún insatisfechas?

Esta pregunta nos invita a pensar el sentido que le debemos otorgar a la acción política. Teniendo el contexto mencionado líneas arriba, es importante apostar por un partido ‘light’, que esté entre el gran relato y el fragmento. Vale decir, que tenga como fundamento no el gran programa de transformación de la sociedad, sino algo parecido a un manual de autosuperación personal, pero en colectivo. Porque, hoy por hoy, la gente no quiere racionalizar el cambio en abstracto, quiere expresar el cambio social desde su autosuperación.

Actualmente, los partidos políticos han perdido la capacidad de aglutinar emociones a favor. Lo que podemos apreciar -por ahora- son sentimientos antipartidos. Esto se debe -en parte- a esa capacidad de burocratizar las ideas políticas. En un mundo donde la forma cómo lo dices tiene mucha más importancia que el propio contenido, se debe emocionalizar palabras políticas claves.

¿Qué quiero decir con esto? Se me viene a la cabeza el spot publicitario “Chile, la alegría ya viene”, de la campaña de la ahora Concertación chilena con el que ganó el plebiscito para saber si Pinochet seguía gobernando o no.

Hace tiempo que los partidos han dejado de apelar a valores universales positivos, como la alegría y el amor. Repensémoslo nuevamente.

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Ya no existe una izquierda socialista claramente consolidada (después de verla de cómplice del castillismo, queda claro que lo suyo no tiene a la ideología como parámetro de conducta). El centro está vacío de contenido y desolado por la atracción que ejercen los movimientos polarizantes que vienen creciendo en el Perú y en el mundo. La derecha ha perdido su identidad liberal y se ha convertido paulatinamente en un amasijo de intereses mercantilistas, autoritarios y conservadores. Ya no hay un PPC o un Movimiento Libertad en el horizonte, salvo dos o tres esfuerzos, aún nacientes, en perspectiva. Y el APRA, que era el partido históricamente doctrinario, hoy no se sabe lo que es.

Así, no hay forma de que los partidos políticos se consoliden, se vuelvan a convertir en fajas de transmisión de intereses colectivos y en canales de representación de aglomeraciones cívicas. El 2026, al menos, volveremos a ver más de lo mismo que hemos sufrido en los últimos procesos electorales.

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Apra, Castillo, elecciones peruanas, Partidos políticos

5. Cuando el gobierno de Fujimori disuelve el Congreso y declara en reorganización el sistema de justicia, muchos deciden dejar el país, en esa época usted viaja a Chile e ingresa a la universidad, donde gira sus inquietudes políticas hacia la izquierda, ¿cuándo regresa hacia la moderación, a la izquierda democrática, al Apra?

Cuando me fui a Chile obligada por el golpe de Alberto Fujimori, fue un momento de los más difíciles de mi vida porque tuve que dejar todo lo que conocía, la familia y amigos, para empezar de cero con la ayuda amorosa y esforzada de mi madre. En esos tiempos la comunicación era complicada y lo cierto es que casi no hablaba con mi papá. La edad y la circunstancia me alejaron mucho de él, a quien le echaba la culpa de mi soledad y esta suerte de empezar de cero que se me impuso. Estudié en la Universidad de Chile, que era una universidad pública en un país que hacía poco había recuperado la democracia después del largo período dictatorial y fascista de Pinochet, así que en reacción evidente todo el Chile que yo conocí, era de izquierda. Tiene alguna lógica. Recordemos que el primer gobierno del Apra tuvo también mucho de izquierda, en la búsqueda -con errores y aciertos- de reivindicar el proyecto de Víctor Raúl. A pesar de haberme rebelado contra la autoridad paterna, no me sentía ajena a lucha por recuperar los derechos y la dignidad de los chilenos, porque hay que entender que no todo es economía y crecer, sino hay que crecer bien y en un contexto que respete la vida de todos. De hecho hoy todavía me siento cercana a mis compañeros de escuela y a la búsqueda de un país de Pan con Libertad, pero es bobo quien no entiende que el mundo cambia y se aferra con uñas y dientes a una ideología desfasada que como hemos visto recientemente, solo genera hambre y división. Una política que busca eliminar el mérito y quitarle a los que ganaron cosas con esfuerzo, no sirve. Tampoco sirve gobernar para los ricos y afanarse solo en que los números suban. El estado no puede ser intervencionista pero si regulador y fomentar las inversiones privadas y obras públicas para tener más puestos de trabajo asegurando que hayan condiciones adecuadas y justas para los trabajadores que se traduzcan en mejoras en sus vidas y en su felicidad. Los tiempos cambian y las ideas cambian, lo que tiene que mantenerse siempre es el amor a la causa.

6. En una entrevista con Milagros Leiva usted asegura que el operativo policial que terminó con la muerte de su padre estaba planificado para que acabara así. Es más, la ministra de Salud Zulema Tomás postergó el anuncio del deceso hasta casi el mediodía en coordinación con los fiscales para poder seguir rebuscando en la casa del presidente quién sabe qué cosas, mientras Vizcarra le decía al país que Alan García había muerto a los pocos minutos de su llegada al Casimiro Ulloa, cerca de las ocho de la mañana. Sigue afirmando lo mismo.

Todo ese momento yo lo viví desde México donde me encontraba por breves días, pero antes de eso fui testigo de excepción de demasiadas irregularidades en el proceso, desde el cambio el impedimento de salida hasta la orden sorpresa de detención a un hombre que había ido a declarar decenas de veces. En el mes de diciembre un camión de escuchas fue detenido por mis valientes compañeros afuera de la casa paterna, ese día yo estaba adentro. Desaparecieron las pruebas y las mochilas y por supuesto, enjuiciaron a los apristas que los habían descubierto. Si bien la decisión que tomó mi padre fue personal y reflexionada largamente, los que entraron a la casa sabían al respecto. Como detalle cabe ver que suben la escalera de la casa detrás suyo y jamás tratan de abrir la puerta de la habitación (que además tenía la chapa rota hacía un tiempo), solo esperan. A eso se suma lo que mencionas de cómo se manejaba la información desde el gobierno de Vizcarra ese mismo día. El lagarto pensó que eliminaba a un enemigo político y no se dio cuenta de que su espíritu quedaba en sus hijos y compañeros. En fin, ya las cosas se van poniendo en su lugar en el caso Vizcarra y Alan sigue en la memoria del pueblo y en sus obras.

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Alan García, Apra, Carla García

Por eso es importante escribir sobre su legado, para que se sepa que no solo fueron 151 mil obras realizadas por todo el Perú lo que hizo el aprismo durante su segundo gobierno; fueron también aportes vinculados a las conquistas sociales y a comprender filosóficamente nuestro mundo, que es latinoamérica.

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Apra, Víctor Raúl Haya de la Torre

Mucho se dice, y se piensa, que en todo este ajetreo quien perdió fue el APRA, que Haya de la Torre vio frustrada su vida pues no llegó a ser presidente del Perú. Más allá de esto, durante el siglo XX debimos aprender a ser democráticos, debimos construir un orden institucional sólido y debimos incorporar la costumbre de defender y vivir en la normalidad de ese orden institucional y constitucional sólido sin que nadie lo ponga en duda y fue precisamente eso lo que nos arrebató la alianza-oligárquica militar primero, el Gobierno Revolucionario de la Fuerza Armada -Velasco y Morales Bermúdez- luego, y finalmente, como corruptísimo broche de oro castrense de la vigésima centuria, la dictadura de Alberto Fujimori.

Han pasado 22 años desde que Fujimori nos dejó, pues literalmente nuestro último dictador huyó al Japón, y, sin embargo, nuestra democracia no echa raíces, estas no germinan, se pudren. En lugar de clase política tenemos bandoleros camuflados bajo todo tipo de ideologías y propuestas disparatadas, cuando lo que buscan en realidad es el tesoro público, es el dinero de todos, son nuestros impuestos, para repartírselos, entre ellos, como Pizarro y los suyos cuando buscaban El Dorado, la legendaria ciudad de oro perdida, al punto que quebraron a golpe de cincel las piedras del Templo del Sol en el Cusco a ver si el oro se escondía dentro de sus rocas.

Aquí la república no ha comenzado todavía, 201 años después de su fundación formal por José de San Martín, y parte de la explicación, nos la deben los militares que le robaron la democracia a nuestro siglo XX, no se la robaron solo al APRA, nos la robaron a todos. Ténganlo presente.

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Apra, dictafuras, Militares

La Fábrica Cassinelli era enorme. La curtiembre ocupaba el mayor espacio. Lo demás, estaba dividido entre oficinas y talleres.

Don Málaga era el jefe del taller de carteras y correas. Había un subjefe de la sección de carteras. Un voluminoso cincuentón de tez blanca y bigote mexicano. Se referían a él como Maestro Zuta. Ambos jefes, elaboraban las plantillas de los modelos, que los dueños le traían de revistas de moda. Eran sumamente diestros dibujando.

Mi trabajo consistía en pintar el borde de las correas con una maquina verde y que tenía sus años. Trataba de poder realizar mi labor sin el menor perjuicio posible, lo lograba a duras penas. Era intrínsecamente torpe para dichas labores.

Ahí conocí a Watanabe, inconfundible personaje del taller. Conspicuo bebedor y jodón de primera línea. Era una de aquellas personas que tenía la precisa en la punta de la lengua. De un metro sesenta cinco, ojos achinados, pelo negro, bordeaba la treintena y de complexión fuerte. Lunes era típico que llegara tarde. Irremediablemente. En más de una ocasión recibió reprimendas. Sin embargo, todo cambio cuando pasó a trabajar a destajo. Si bien, no llegaba a primera hora, trabajaba hasta bien tarde, para cumplir con el objetivo. Le convenía.

CUATRO

El Apra, tanto había esperado para estar en el poder, que se acostumbró a ser oposición. Y si eso significaba arruinar al gobierno de turno, no había problemas. Sucedió con Bustamante y con el primer gobierno de Belaunde. Al segundo, le llegaron a censurar 5 gabinetes. Si, el propósito era joder a FBT. Nunca les importó que así –también- jodían al país. Tal como haría Keiko con PPK, décadas después.

Cuando le tocó gobernar, pues no estaba preparada para tal efecto. Increíble.

El año 87 fue el inicio del fin. Alan García se propuso privatizar los bancos y financieras, ante el asombro de todos (incluidos izquierdistas). Nunca pensó que esto ocasionaría una crisis mayúscula.

La economía es el imperio de las realidades. Tarde o temprano. Ante la decisión –demagoga- de solo pagar el 10% de la deuda externa, pues el FMI declaró al país como inelegible. Para 1987 las reservas se estaban agotando. Y la Hiperinflación esperaba agazapada.

CINCO

En una ocasión se organizó un torneo de fulbito en la fábrica. El taller participó y ganamos. Fue la única vez que salí campeón de algo. No, no era el 9 del equipo, era el arquero. Incluso, para mi suerte, llegué atajar un penal decisivo. Teníamos buenos players: Apaza era uno de los mejores: calladito y flaco, pero fino con la pelota y diestro con la cuchilla para cortar el cuero. Otro llamado Fajardo, junto a Watanabe eran los puntales en la ofensiva. Empero, el ídolo era Joselo, el hijo mayor del compadre Málaga.

Muchas veces al salir del trabajo, pasaba por la calle Francisco Pizarro. Y era un universo en sí mismo. Llenas de bullicio, tugurios y huariques.  Donde la reina y señora era la música criolla. Miraba muchos veces curioso e intrigado al proletariado, caminar presuroso; o a las prostitutas pintarrajeadas y viejas rondar, siendo vigiladas por sus cafichos; o gente de a pie, sin apuros discutiendo o compartiendo un vaso de cerveza y jugando cartas. Los huariques ofrecían comida de lo más diversa y para todos los bolsillos.

Siempre pensé que ese 85 fue un año olvidable y dolorosamente grisáceo. Ese microcosmos terminó en mayo de 1986, cuando renuncié y tomé otros rumbos. Me costó tiempo entender que era el inicio de un aprendizaje. Estaba empezando mi vida adulta. Las vivencias iban a ser de lo más diversas. En eso consiste la vida, ¿no? Cuanto mayores experiencias tiene uno, es mucho mejor. Tu aprendizaje es más completo. De ahí mi agradecimiento a Don Eduardo Málaga, por darme la oportunidad de trabajar junto a él. Si bien no le serví de mucha ayuda.

En ese ínterin, el país iniciaba una crisis, la cual tendría su punto más deprimente en los años 89-90.  Pero el que suscribe estaba transitando – una impostergable – etapa de madurez.

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Apra, Casinelli, Opinión

Concluyo volviendo a la idea de la modernidad inconclusa, que no es más que nuestro día a día, en el que hoy nos dirigimos raudos hacia las próximas municipales, deshojando el cuarto tallo de la margarita, porque a los otros tres ya se les secó el sentido común. La historia del APRA, la de su generación fundadora, es la historia de un país al que no dejaron democratizarse, ni madurar a sus instituciones y partidos políticos. 

Nosotros no somos el país en el que Haya fue dos veces presidente, Seoane una, Sánchez una y Prialé otra, junto con las dos de Belaúnde, que sí sucedieron, más la de Alva Orlandini y Oscar Trelles. Gobiernos en los que se consolidó una casta de políticos y políticas, en los que la reforma agraria se realizó paulatinamente, en los que transitamos a ser un país de todos y para todos, y desactivamos la oligarquía sin tanques ni botas, y la reemplazamos por una mesocracia técnica bajo cuya conducción migramos y nos abrazamos todos los peruanos. La historia que no cuenta la historia del APRA, es, paradójicamente, la historia que es, la de nuestro presente, la de un país echado al abandono, abandonado a las fuerzas de la corrupción y huérfano de clase política. 

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Apra, Historia, partido político

Por último, el político afianza su liderazgo cuando hace lo que predica, cuando explica sus decisiones, cuando recoge las expectativas no solo de sus seguidores sino también de otros ciudadanos con aspiraciones igualmente legítimas, cuando reconoce sus errores. Este es el tipo de políticos que uno aspira tener para el país. El desafío es colosal. Hace un buen tiempo tocamos fondo. Pero no todo está perdido. Poco a poco, se van construyendo esos liderazgos.

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Apra, política peruana

El APRA tiene un grupo generacional joven, muy valioso y preparado, capaz de tomar las riendas ya del partido. Y los viejos líderes apristas debieran aportar su experiencia en las lides parlamentarias dejándole la conducción partidaria a las nuevas generaciones, que ya hace rato debieron haber tenido esa oportunidad.

Eventualmente, el aprismo debe ser un aliado importante en la consolidación de una opción de derecha unificada, capaz de enfrentar a un centro aguachento y a una izquierda maximalista que llevaría al país a la ruina.

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