Izquierda

Le haría mucho bien al Perú que sobrevenga un periodo largo de gobiernos de centroderecha o derecha, inclusive conservadora (porque ésta, al abonar en favor de las libertades económicas, a la postre genera las condiciones sociales para que, por la propia emulsión ciudadana, crezcan las demandas por las libertades civiles y los derechos democráticos).

Corresponde el turno a una derecha que rompa con el statu quo vigente desde los 90 en adelante. Que a la par de emprender la segunda ola de reformas económicas, le eche el guante a las reformas institucionales urgentes que el país requiere (salud y educación públicas, descentralización, seguridad interna, etc.).

Ojalá la tragicomedia que estamos apreciando con el gobierno de Castillo, sirva al menos, de despertador para la conciencia cívica adormilada y la centroderecha o la derecha monda y lironda, estrenen un activismo potente que desemboque en un protagonismo central en los siguientes procesos electorales.

 

 

 

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Derecha, Gobierno, Izquierda

 

La frase que le da título a este artículo es la recomposición de una frase muy famosa de la película Star Wars Episodio 3: La venganza de los Sith, que narra el momento en el cual Ben Kenobi le dice a Anakin Skywalker, después de dejarlo muy malherido en el planeta Mustafar, que él era el elegido por la profecía para salvar al mundo, para recomponer la fuerza. 

Esta frase tiene lugar en el Perú ahora porque durante la última semana y más precisamente en los últimos días hemos asistido a una profundización de la desconfianza y del deterioro de la imagen del presidente Castillo ya no ante la derecha sino ante sectores moderados de la izquierda que lo empiezan a ver de manera diferente. Incluso sus aliados en el gobierno han salido con comunicados bastante elocuentes con respecto a la acción política del presidente.

tweet Verónika Mendoza
El punto de inicio de este nuevo conflicto que afronta el presidente Castillo tiene que ver con la renuncia del ministro del Interior Avelino Guillén en circunstancias en las cuales lo que el ministro saliente solicitaba era la autorización presidencial para la remoción del Comandante General de la Policía Nacional, que colisionaba con una gestión transparente del ministro. 

La indecisión del presidente ha sido considerada como ponerse de costado frente a la evidencia de la corrupción dentro de la Policía Nacional y eso ha generado que incluso sectores que habían manifestado un apoyo notorio al presidente hoy estén cuestionando al mismo y estén presionando para que desde el Gobierno se genere una corriente o de ruptura o de cambio profundo en la composición de los principales cuadros del Poder Ejecutivo.

Por fin ayer en la noche el presidente tomó una decisión y parece “salomónica”: aparta tanto al ministro como al director general de la policía. Sin embargo genera algunas interrogantes y algunos problemas que trataremos de resolver en los siguientes días pero no es ese el objetivo central de este artículo. 

Lo que vamos a tratar de considerar esta semana es cuál es el rol que juega la otra izquierda dentro del Gobierno de Perú libre y el presidente Castillo, cuál es el rol que desde el Movimiento Nuevo Perú y desde otros actores de la izquierda se está cumpliendo; si se trata de un rol que está llegando a su fin o si es que se tiene más músculo para continuar acompañando al Gobierno actual.

Aparentemente la primera ministra Vasquez, quien avalaba a Guillén, se ha conformado con la decisión presidencial, estando presente en la reunión del domingo por la noche que determinó la decisión final presidencial. Y ayer los ministros Durán y Francke acompañaron a Castillo en su recorrido por las provincias del oriente, mostrando incluso selfies alegres en sus redes sociales. Lo que daría por sentado que desde los aliados del gobierno se trata de un impase que como otros (la crisis Barranzuela, la crisis Pacheco, por citar solo dos, pero van varias) se da por superado. 

Como en otras ocasiones vamos a tratar de hacer un artículo colaborativo con la participación de algunos que tuvieron la gentileza de colaborar con un mensaje que se colocó ayer en el Twitter. Desde luego la mirada que le damos se sujeta a lo que este autor considera qué es el norte del tema, pero respetando la pluralidad de opiniones que se plantean.

Alonso Gurmendi, conocido abogado e hiper estrella del Twitter nacional, considera que este problema no nace acá y que más bien la izquierda no ha logrado plantear desde un inicio una toma de posición más principista. Lo que Gurmendi plantea es por qué recién ahora la izquierda se preocupa de tener principios con respecto a la corrupción y antes no levantó la mano frente a temas de homofobia, misoginia y otros que desde el inicio del gobierno se dejaron ver: por qué desde la izquierda moderada recién ahora hace cuestión de Estado por el tema Guillén, pero se permite la compañía en un gobierno que en otras líneas se mostró contrario a sus propias banderas fundamentales. 

Es un buen punto de partida: si se está cómodo con A por qué no está cómodo con B. Sin embargo, consideramos desde este espacio que son momentos diferentes para evaluar la acción desde los socios del gobierno, pues al inicio de este periodo se podía considerar que había una curva de aprendizaje y de correlación que hacía ser posible pensar en cambios desde adentro y que por eso la toma de posición podía irse dando en los hechos. 

De hecho, Gurmendi no considera que con respecto por ejemplo a la composición paritaria del gabinete sí hubo cambios. La llegada de Mirtha Vásquez generó varios cambios al interior del mismo gabinete y que se ha ido avanzando -con el Ministerio de la Mujer sobre todo- en el desarrollo de una política bastante más inclusiva. Estamos lejos todavía de pensar que estamos en una plataforma de izquierda, pero que hubo avances, los ha habido. 

Laura Arroyo, por su parte, comunicadora e intelectual, señala más bien que ese pedido de coherencia suele ser siempre orientado a las izquierdas y nunca a las derechas. Pero, además, considera que se trata de un proceso no lineal, que genera contradicciones y que lo importante es dar la pelea desde adentro y que ese espacio es el que Nuevo Perú y la Premier están dando.

Con ese punto de partida la pregunta seguía abierta: qué es aquello que todavía mantiene el vínculo entre sectores más institucionales de la izquierda como el Movimiento Nuevo Perú y el gobierno del presidente Castillo. La hipótesis optimista que plantean algunos comentaristas es que el vínculo se mantiene por la necesidad que se tiene de asegurar la viabilidad de algunas conquistas que se pueden hacer desde el gobierno. El mantener carteras claves de apoyo social y del manejo de la economía mantienen el optimismo de poder hacer una gestión adecuada y tratar de ir conquistando otros cambios desde adentro. 

El otro aspecto optimista es que en realidad se trataría de un sacrificio de la dirigencia y militancia de estos sectores de la izquierda, que con su presencia hacen que el gabinete mantenga una composición progresista y así se evita la llegada de determinadas corrientes que puedan ser dañinas para el desarrollo del ejercicio del gobierno: concretamente que se tome un rumbo más radical o que por el contrario se alíe explícitamente con Acuña, Acción Popular o incluso el fujimorismo. 


Otra posición es la del pragmatismo. Esta posición -señalada por varios de los analistas que han comentado la pregunta inicial- lo que sostiene es que un sector de la izquierda ve en los sectores que manejan la oportunidad de mantener una cuota de poder, de desarrollar líneas de trabajo que puedan servir de plataforma a posteriori y de poder ratificar su influencia dentro del Poder Ejecutivo. Es decir: se plantea la posibilidad de que la comodidad de permanecer en el gabinete se explique por la posibilidad de obtener beneficios adicionales posteriores. Se trataría de un cálculo hacia adelante más que de una apuesta por el presente.  

Particularmente creo que esto es una visión poco ubicada en la realidad: a los ojos de la opinión pública es poco probable que se pueda separar la paja del trigo en una gestión vista como polémica y la verdad es que es poco lo que se pueda considerar como ganancia a futuro en términos de imagen si es que los indicadores generales del Gobierno no mejoran a ojos de la opinión pública.

Finalmente, la mirada de “interés” que nunca falta: de mantienen ahí porque son parásitos, por el sueldo, porque solo les interesa le poder, etc. Incluso el excongresista Arce tiene palabras duras para sus ex correligionarios:

En concreto, no existe una forma de entender cuál es el juego que desde los aliados del gobierno están desempeñando. Lo que sí parece claro es que su presencia genera una mejor imagen a favor de Castillo y aseguraría cierta racionalidad en sectores relevantes. No sabemos si sea un tema que a la interna de los movimientos de la izquierda se esté discutiendo o si vayan a existir más renuncias luego de esto. Pero lo que es claro es que el presidente no da para muchos más traspiés. 

Por cierto, en la película, si bien Kenobi derrota a Skywalker, este es acogido por el lado oscuro y reconstruido como Darth Vader, implacable y malvado general del imperio. Kenobi se ve forzado a exiliarse en el desierto de Tatooine donde décadas después conocerá a Luke. Pero eso es otra parte de la historia.

 

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Izquierda, Nuevo Perú, Pedro Castillo

Por el 2012, la alcaldesa de centroizquierda, Susana Villarán (actualmente en prisión domiciliaria por corrupción), recibió en la Municipalidad de Lima y otorgó distinciones a las Damas de Blanco y la bloguera de Miami Yoani Sánchez. Asimismo, recibió al líder de la oposición venezolana, Henrique Capriles. Todos estos personajes empleados por el gran capital y con vínculos con organizaciones fascistas. 

En el 2016, junto a apristas y fujimoristas, la bancada del Frente Amplio, conformada por la frágil alianza entre Nuevo Perú y Tierra y Libertad, liderados por Marisa Glave y Marco Arana, se sumaron al antichavismo del Congreso. Igualmente, Sigrid Bazán, congresista de JPP, demostró como periodista una alineación ideológica con sus patrones, afirmando que denunciar la dictadura de Maduro es “ser de izquierda”. Y en la última campaña electoral, Verónika Mendoza dejó su usual “neutralidad” para llamar al gobierno venezolano “dictadura corrupta”.

Esta “nueva izquierda” ha reemplazado su posición ideológica contra el imperialismo por un “moralismo” basado en una «verdad» fabricada por el imperio y repetida por la prensa neoliberal, ignorando todo contexto histórico y político. Hablan de la Patria Grande, pero callan sobre las sanciones de EEUU para asfixiar la economía venezolana, el “congelamiento” de las cuentas de miles de millones de dólares del estado venezolano en bancos europeos y la millonaria asistencia “humanitaria” para financiar a la oposición.

De esa manera aparecen posiciones como la de Indira Huilca, ex regidora de S. Villarán y supuesta aspirante a la alcaldía de Lima, quien llegó al extremo de decir que Maduro es igual a Fujimori. Este estilo político de posverdad parece aprendido del manual “centrista” de EEUU. La senadora estadounidense Elizabeth Warren, precandidata demócrata de “izquierda” en el 2020, se autodenominó “una capitalista hasta el tuétano” para ganarse el apoyo del poder dominante y aislar al popular Bernie Sanders, colocándolo como el socialista radical y peligroso. A pesar de eso, la candidatura de Warren se evaporó rápidamente. 

Martin Luther King Jr. luchó contra lo que él llamó los tres males en el mundo: racismo, pobreza y guerra. Habría que agregar el patriarcado, pero sabemos que la opresión sexista no se eliminará mientras no eliminemos esos tres males. Por eso sorprende, y es paradójico, que en esta izquierda liderada por mujeres que han hecho carrera política levantando la bandera feminista, no se atrevan a conectar el imperialismo y su impacto en la clase trabajadora, especialmente en las mujeres. Las guerras imperialistas coloniales exponen a las mujeres al abuso sexual, explotación y muerte. Como consecuencia millones de mujeres se han visto obligadas a migrar dejando sus hogares. Será por eso que el feminismo liberal no tiene resonancia en mujeres de sectores populares. 

Se debe hablar sobre el imperialismo para confrontar una realidad histórica y actual. Los imperios existen desde la aparición del estado y actúan anexando territorios mediante el sometimiento de otros pueblos y culturas para el aprovechamiento económico de sus recursos. Desde los últimos siglos, el imperialismo se ha desarrollado como etapa superior del capitalismo, como lo definió Lenin, cuando se ha superado el librecambio para pasar a una etapa dónde el capital se concentra en pocas manos y se expande para asegurar mercados, territorios y salidas de inversión para sus corporaciones. El poder corporativo utiliza el militarismo e instituciones como el Fondo Monetario Internacional, la Organización Mundial del Comercio, el Banco Mundial, entre otras, para controlar estados y asegurar sus intereses.

Al igual que en otros países que ejercen su soberanía, el actual conflicto militar en Ucrania para atacar Rusia, nos enseña cómo el imperialismo utiliza la conocida estrategia de crear crisis políticas e insurrecciones lideradas por grupos fascistas. 

En el 2014 el gobierno de Obama dirigió un golpe de estado contra el presidente ucraniano Viktor Yanukovych, elegido democráticamente en el 2010. Victoria Nuland, funcionaria del Departamento de Estado desde la época de Bush, y una de las arquitectas de la invasión a Irak y el golpe en Ucrania, testificó ante el Congreso de EEUU que el gobierno de Obama invirtió miles de millones de dólares para el golpe de estado. Nuland ha sido recientemente promovida por Biden a un cargo más alto. Dicho sea de paso, el hijo de Biden, se enriqueció con el golpe al ser “asesor” de una compañía de gas en Ucrania y cuando era investigado por corrupción, Biden logró que se cierre la investigación amenazando al gobierno ucraniano con sanciones.

Es responsabilidad de la izquierda denunciar las acciones realizadas por el imperialismo que agravan las desigualdades económicas con la complicidad de la clase política, la prensa neoliberal y ONGs financiadas desde EEUU, como USAID y otras fundaciones, en países donde aparecen iniciativas anti-neoliberales. 

Aprovechemos el triunfo de Perú Libre que con una clara posición de los postulados de izquierda ha recreado el mapa político y generado entusiasmo en el campo popular. Una izquierda que acepta la ideología imperialista jamás podrá liderar un movimiento popular.

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imperialismo, Izquierda, izquierda liberal

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Izquierda, Pedro Castillo, raíz ideológica

La decepción del gobierno de Castillo no proviene solamente de los sectores divergentes de su raíz ideológica. No son solo el centro o la derecha los que lo desaprueban. También, mayoritariamente, la izquierda. Según la última encuesta del IEP, el 42% de los que, en la propia encuesta, se autoidentifican de izquierda, lo aprueba, pero el 50% lo desaprueba.

Si nos guiamos por los segmentos que lo llevaron a la presidencia (zonas rurales y niveles DE), el resultado también es relevante. En el Perú rural el 36% lo aprueba y el 50% lo desaprueba; en el sur el 40% le da nota aprobatoria, pero el 48% le otorga nota negativa; en los niveles socioeconómicos DE, el 34% lo aprueba mientras que el 54% lo desaprueba.

Entre los que se definen de izquierda, 44% considera que tiene capacidad para gobernar frente a un 52% que considera que no la tiene; a un 47% le inspira confianza, mientras que a un 52% no; un 49% de gente de izquierda cree que Castillo no terminará su gobierno frente a un 42% que sí estima que lo culminará: de ese porcentaje (de gente de izquierda) un 60% cree que no acabará por su incapacidad para gobernar y un 46% porque no lo dejan gobernar.

Claramente, la decepción descrita, que ha generado el mediocre gobierno de Castillo en sus primeros cinco meses de gobierno, se extiende a todo el espectro ideológico y a la propia gente que votó por él, que resiente una gestión llena de acciones cuestionables: nombramientos inaceptables, malas decisiones, actos limítrofes con la moral pública, escándalos por doquier, etc.

Algunos sectores radicales podrían interpretar que estos resultados se deben, precisamente, a que Castillo no ha cumplido las promesas refundacionales que se esperaban de él: estatizaciones, expropiaciones, Asamblea Constituyente, caballazos radicales, etc. Pero a la vez, todas las encuestadoras señalan su discrepancia de esta percepción: la mayoría de la población no aprueba una Constituyente, expropiaciones ni acciones radicales.

La decepción social de Castillo es por su mala gestión, por su pésima administración de políticas estatales, por su mal manejo del Estado, por su brutal impericia y falta de propósito de enmienda, por los indicios de corrupción que ya empiezan a asomar, etc. Hasta la propia izquierda y sus bases sociales perciben que algo anda muy mal en el gobierno y se expresan disconformes por esa razón. Ojalá, al menos frente a esos ciudadanos que le dieron su voto, Castillo entienda que debe recapacitar y corregir rumbos.

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gobierno de Castillo, Izquierda, raíz ideológica

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Derecha, Gobierno peruano, Izquierda

Si a algún sector ideológico, este gobierno debería agradecerle, es a la derecha. Ha sido gracias a ella, a sus voceros mediáticos y políticos, que se han conocido sinfín de entripados y sancochados, los mismos que han podido detenerse (como el último caso del contrato irregular de Petroperú), gracias precisamente a la fiscalización ocurrida.

Nombramientos injustificables, de gente con prontuario antes que curriculum, concesiones mal hechas y con sombras de corrupción, decisiones absurdas y calamitosas (como el anuncio de la Premier del cierre de cuatro operaciones mineras en Ayacucho), y así, todo un rosario de cuchipandas que merced a la labor de auscultamiento de la clase política y la prensa derechistas, este gobierno -suponemos que, con gratitud- ha podido enmendar.

La izquierda, por el contrario, normalmente vocinglera, sensacionalista e hipercrítica de los gobiernos de turno, ha jugado un papel vergonzoso de connivencia y cuasi complicidad con los estropicios cometidos por el gobierno precario e improvisado de Pedro Castillo. Movida por los intereses subalternos de pequeñas cuotas de poder, renunciaron de la peor forma a su anunciado “voto vigilante” por un candidato que ya en campaña insinuaba radicalidad extrema, cercanías filosenderistas y absoluta orfandad programática.

La derecha no ha hecho absolutamente nada que le haya impedido a Pedro Castillo gobernar. Los únicos dos actos de gobierno que se podrían considerar obstructivos, han sido claramente positivos: primero, la denegatoria de las facultades tributarias que el MEF solicitaba (¿cómo se le iba a otorgar carta blanca a un régimen que castiga la inversión privada, principal fuente de recaudación fiscal, para que encimara aún más a tan golpeado sector?) y, segundo, la censura a un ministro como el de Educación, que nunca debió ocupar ese cargo y que ojalá el gobierno encuentre un reemplazo cualitativamente superior y no más de lo mismo.

La derecha peruana, fuera de algunos grupúsculos golpistas, ha jugado un rol democrático fundamental para evitar que el país se descarrile y caiga en la deriva radical bolivariana a la que nos quería conducir, en sus inicios, este gobierno, que hoy empieza a entender, al parecer, que ese camino no le es posible de recorrer sin destrozar previamente el Estado de Derecho y la propia democracia formal.

La del estribo: A ver si, llevados por los buenos vientos navideños, los amigos de la Asociación Alejandro Granda, dan alguna explicación sobre la presunta realización de la ópera Carmen, de George Bizet, que iba efectuarse a finales del 2020, que se suspendió por la pandemia, y que cuando uno se acercaba a pedir la devolución del dinero, respondían que no lo iban a hacer porque el evento había sido postergado para este año, 2021. Pues bien, ya este año tampoco se llevó a cabo, y las páginas oficiales del Festival Granda no dan señales de vida de qué es lo que piensan hacer con los cientos de consumidores que quieren, al menos, una respuesta que aclare el panorama.

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Derecha, Gobierno peruano, Izquierda

Para la presidenta del Tribunal Constitucional, Marianella Ledesma, sería interesante que los nuevos magistrados evalúen el concepto de la incapacidad moral permanente como causal de vacancia presidencial, ya que esta figura no está orientada a sancionar delitos.

Ledesma también resaltó que un cambio de constitución es un proceso complejo, por lo que podrían ajustarse algunos puntos en la carta magna sin hacer un cambio total. Además, resaltó que los pensamientos radicales de izquierda y derecha son peligrosos, por lo que es importante que los nuevos magistrados sean personas capaces de apartarse de sus pasiones y tener mucho raciocinio y sabiduría.

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Derecha, Izquierda, Marianella Ledesma, Tribunal Constitucional
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