- Desarrollar la colaboración entre trabajadores de distintos perfiles
Esto, probablemente, es una de las cosas más difíciles de conseguir porque implica desarrollar una cultura de trabajo en equipo, pero se puede ir paso a paso. Empezar por involucrar a los trabajadores en hitos importantes del negocio, transparentando la información, sea positiva o negativa es un buen punto de partida. Por ejemplo, si tienes una situación de crisis, está comprobado que compartir lo que sucede y pedir apoyo sensibiliza a un gran número de personas y las vuelve más conscientes y abiertas a colaborar. Otras acciones que puedes institucionalizar son las dinámicas para fomentar la interacción. En estas reuniones se pueden compartir experiencias de éxito o de fracaso, incluso se pueden trabajar cambios de roles para promover mayor empatía con los compañeros. También es posible desarrollar retos con equipos que provienen de diversas áreas o realizan labores diferentes (finanzas, ventas y operaciones, por ejemplo) y cerrar con compromisos.
- Promover una cultura abierta y una toma de decisiones horizontal
La agilidad promueve el trabajo en equipos autogestionados. Eso significa que todos los miembros están en igualdad de condiciones sin importar su cargo y son libres de tomar las decisiones que consideren en bien de un objetivo común, sin la intervención de un superior. La autogestión toma su tiempo y puede resultar muy compleja, pero no es necesario aplicarla de golpe. Es posible empezar otorgando cierta autonomía a los trabajadores y reduciendo el micromanagement, es decir, dejar de supervisarlos constantemente para asegurarse que hagan bien las cosas porque no se confía en ellos. Como no todos los trabajadores en una empresa estarán preparados para asumir este reto, se puede iniciar con un equipo pequeño que tenga competencias de liderazgo, apertura al cambio, trabajo en equipo y creatividad. A este grupo le puedes ir dando cierta libertad para decidir algunos temas relevantes como el lanzamiento de un nuevo producto, la elección de un nuevo proveedor o el cambio de una estrategia de publicidad. Esto los irá empoderando e incentivando a que asuman mayores riesgos.
- Impulsar el intercambio de conocimiento rápido y efectivo
Muchas veces, a pesar de estar en negocios pequeños, el conocimiento no se comparte por temores infundados de los propios trabajadores o simplemente porque no está documentada más que en la mente del responsable. Estas malas prácticas se deben reducir al máximo si uno busca abrazar la agilidad porque solo generan demoras y posibles conflictos que retrasan las decisiones y pueden terminar impactando en los clientes. Plataformas de trabajo colaborativo como Trello, Teams, entre otros; se pueden emplear para garantizar que las soluciones a problemas frecuentes, los casos de éxito, la información de productos o las buenas prácticas se compartan de manera libre entre las distintas áreas o trabajadores del negocio. Estas alternativas tecnológicas son de bajo costo o cuentan con versiones gratuitas.
- Trabajar en el desarrollo de procesos más sencillos
Los procesos o flujos de trabajo largos y manuales son tediosos y más propensos a que algo falle. Para adoptar la agilidad puedes empezar por revisarlos y enfocarte en aquellos que forman parte del recorrido del cliente para optimizarlos, volviéndolos más simples. Otra alternativa interesante es incorporar la tecnología buscando eliminar las actividades repetitivas a través de la automatización. Los chatbots o asistentes inteligentes son buenas opciones que podrían ayudar a crear experiencias más personalizadas y reducir costos provenientes de subsanar los errores cometidos.
Como hemos visto, la agilidad puede ser muy valiosa para los pequeños emprendimientos y, su implementación, dado que parte de un cambio de mentalidad, puede darse de manera progresiva poniendo en práctica estas recomendaciones. Solo es cuestión de animarse a dar el primer paso.