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Renzo Pariasca, autor en Sudaca - Periodismo libre y en profundidad

Esta casita de cartón abre sus puertas un día lluvioso en Buenos Aires, mirando por las ventanas el cantar de las lluvias que caen sobre la ciudad con furia, destendiéndose lleno de magia. E inevitablemente se me hace imposible no poner aquella memorable canción ‘Purple Rain’, en Syracuse (1985), de Prince, mientras releo ‘Nunca me abandones’ de Kazou Ishiguro, escritor asiático ganador del Nobel de Literatura en 2017. Pero por una razón en especial. Y es por una frase de ese libro que resonó en mí al terminar de ver ‘Vidas Pasadas’, uno de los filmes nominados al Óscar recientemente como mejor película, pero que no llegó a llevarse la preciada estatuilla.

De Oppenheimer, el ganador, hay inumerables ríos de tintas escritos. Era la favorita. Y mientras se celebrabra este magnánimo evento, me fui al cine más cercano a casa a ver esta película coreana- americana, por el trailer que me conmovió. Es que en sí, ya mucho no me llama la atención los premios de la academia, viendo el menú de sus nominaciones, que en muchos rozan lo superficial de lo efímero o en el peor de los casos, cuando son llevados al terreno de lo político y se soslaya la esencia, a priori, de lo que llevaba esta distinguida gala en antaño, asi como el Nobel, y es el arte per se. Debo confesar que en algún momento pensé que podria haber de eso en esta cinta, como muchas veces me ha pasado. Pero nada más alejado que eso, felizmente. Justo hablaba con una amiga este fin de semana, sobre el amor y como el ‘amor’ de Hollywood nos ha obnubilado con sus cansinos ‘happy end’. Y por suerte, este filme no incurre en eso. Por el contrario, uno halla el arte de lo simple, en lo cotiano. El exceso de positividad (Byung-Chul Han) envuelto dentro de la monotonía, en la cual estamos prefijados como la del personaje principal, Nora Moon, quien para lograr su aspiración de ganar el Nobel de Literatura algún día ( ‘los coreanos no ganan el Nobel’), se traslada con su familia a Canadá de niña, para ya de joven estudiar en Usa. Pero a medida que va creciendo, ve a sus anhelos volverse más terrenales, viviendo prácticamente para sobrevivir en una sencilla morada. Y es que la vida dista mucho con la que uno cree de niño. Y la realidad con sus experiencias nos cambia, hasta los sueños se van mirando cada vez más a lo lejos, cada vez más inalcanzables y hasta olvidados con el tiempo. Quién no se ha sentido alguna vez especial o tocado por ‘algo’ mágico de joven, pero que, justamente, al dar el salto a la adultez, uno se ve engullido en el mecanismo en el que vivimos, tragicómico y muchas veces patético.

Cuando has visto una buena película, te quedas pensando durante el recorrido a casa o charlando con los que viste, para luego volver a aparecer en los últimos minutos de la noche antes de dormir, y es acá donde brotó la frase del libro que menciono: ‘No hago más que pensar en ese río de no sé qué parte, con unas aguas muy rápidas. Y en esas dos personas que están en medio de ellas, tratando de agarrarse mutuamente, aferrándose con todas sus fuerzas el uno al otro, hasta que al final ya no pueden aguantar más. La corriente es demasiado fuerte. Tienen que soltarse, y se separan, y se los lleva el agua’. Como es natural, la corriente no nos atreviesa dos veces con las mismas aguas, nos lleva por otros senderos, bifurcados, como cuando se despiden de niños Nora y Hae Sung, subiendo a distintos escalones, o cuando se dividen los buses que llevaban a dos niños también predestinados por el amor, Kevin Arnold y Winnie Cooper: ‘Quería decirle que ella era la única, que siempre había sido la única desde que eramos niños, desde que vivía cruzando la calle (…) Al llegar al asiento vacío en el que viajaría a casa, encontré el anillo que le había dado a Winnie, el anillo que me estaba devolviendo, la busqué en el otro autobús pero no pude verla ya estaba perdida entre la multitud,y entonces supe se habia ido, y que mi vida no volvería a ser la misma jamás’. Con ‘God only knows’ sonando de fondo en la mejor serie que vi, ‘Los años maravillosos’, o como se llamó en España, ‘Aquellos años maravillosos’, con los vientos del pasado entonando lo latente.

O también, como en el capítulo 66, cuando Kevin entiende que ‘era parte del pasado de Winnie, un pasado que ella quería olvidar”. Como Nora Moon con Hae Sung, cuando por la distancia ella decide alejarse de él. Pero aún pasado los años, y ya siendo un adulto con oficio y pareja, Hae Sung no puede desprenderse de su ilusión, y viaja hacia la otra parte del mundo para ‘verla una vez más’, aunque ella esté casada. Y como a Kevin, cuando los padres de su amada le prohibían verla. Y es cuando decide subir a escondidas por un árbol, a la habitación de una convalicente Winnie, quien estaba en cama después de haber sufrido un accidente. Viéndose el uno al otro a través de la ventana, con las miradas traspasando lo que las palabras pueden decir de alma a alma: un te amo en ambos, y al final de la escena la foto de ellos de niños, acompañados de estas enternecedoras palabras: ‘Hay cosas en la vida que son importantes, cosas del pasado que no se pueden negar; Winnie Cooper era parte de mí y yo era parte de ella, y no importaba cómo, mientras viviéramos sabía que nunca podríamos olvidarnos’. Con el tema de Bob Seger, ‘We’ve Got Tonight’. Alguna vez oí que el amor para toda la vida es uno, lo demás son espejos o búsqueda de espejos de aquel recuerdo. El final de esta apoteósica serie como de la película es un canto a la vida y a la nostalgia. Y debo confesar que por más pétreo que uno pueda ser o que aparente, unas pequeñitas lagrimitas cayeron de mis ojos silenciosamente por el desenlace en ambas historias, como me sucediera con ‘Puedo escuchar el mar’, de Ghibli, otra oda al amor y al pasado. Y es que todos tuvimos alguna vez nuestra Winnie Cooper como nuestra historia de amor con alguien de alguna vida pasada, nuestro In-Yun, porque eso es lo que sentimos cuando amamos. Pero que en esta vida no tuvimos la suerte de estar siempre a su lado.

Esta casita de cartón cierra sus puertas descubriendo que para el amor no hay mejor fondo musical que la lluvia, por lo menos en la ‘ciudad de la furia’. Y que la melancolía tiende a hacernos perfeccionar lo que vivimos, o es que nosotros mismos somos los directores de esa película y le damos el mejor recuerdo para atesorarlo siempre en aquellos rinconces donde la vida y su tristeza no pueda dañarlo. Y más sobre un amor. Esas que ‘nos hace llorar cuando nadie nos ve’, sea de felicidad o no, pero con la mirada al cielo por todo lo vivido. Al final creo que somos una mota en el universo escribiendo una historia en paralelo a nuestros sueños, maia, buscando encontrarse dentro del sendero de la eternidad y de lo inexplicable. Y es por estas obras de arte, que vale la pena vivir.

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Nobel, Oscar

Esta casita de cartón abre sus puertas leyendo el libro póstumo que se hiciera del minimalista y a su vez extraordinario escritor, Raymond Carver, ‘Si me necesitas, llámame’. Una colección de cuentos que da el sello final a un legado perdurable hasta el día de hoy. Por eso, la referencia de escritores de tallas tan grandes como Haruki Murakami, quien tradujera toda su obra en japonés. Y es que, el escritor nipón, al que siempre lo señalan como el próximo Nobel de literatura, mucho bebió del maestro como de otro beodo norteamericano, el romántico nostálgico de las letras, Scott Fitzgerald. 

Y fue gracias a Tess Gallagher, poeta y viuda de uno de los más grandes exponentes del realismo sucio, que tenemos este último alud del que supo ser el mejor cuentista de su época. Y que cuando llegara a tocar los primeros cristales de la fama, un cáncer de pulmón le despojara rápidamente del sendero de la vida como a sus lectores de muchas más obras, con apenas 50 años. Pero comencemos con su aparición en el mundo silencioso y sacrificado de la literatura. Y de esto se podría asimilar con su misma vida, y en que creciera en una familia muy pobre y con padre alcohólico, como su primer amor con 20 años él, y su compañera de 15, y que cuando ella cumpliera la edad en que lo conoció a Carver, 20, ya tener ambos dos hijos. O en los 70’s, cuando era profesor universitario, que emprende sus primeros relatos, llegando a la mitad de la década a tener reconocimientos con premios de notoriedad como el O. Henry, de relatos cortos. Pero del que se dice que en sí fue el que le tendió servido su estilo novedoso hoy reconocido, descarnado, parco, lacónico y exacto, es su famoso editor, Gordon Lish. Y es que con el tiempo se descubrió apuntes de corrección de una de sus obras más excelsas, ‘De qué hablamos cuando hablamos de amor’. Libro que ahonda por las turbulentas mareas existenciales con lo que abarca este sentimiento del que hasta el día de hoy no tiene respuesta, pero del que puede uno entenderlo al dejarnos enclaustrados en cantinas de mala muerte bebiendo por inacabables noches, escuchando las de Chacalón o de José Alfredo Jiménez. En sí, estos cuentos iban a tener el nombre de ‘Principiantes’, pero es por Gordon que cambia como mucho de aquellos textos, como sacando personajes o cambiando drásticamente la trama como los finales. Lo cierto es que tiempo después Carver se alejaría y haría dos de sus mejores libros: ‘Catedral’ y ‘Tres Rosas amarillas’, este último, que es sobre la muerte de su gran farol literario, Antón Chéjov. Y así desmarcándose completamente de la sombra de su editor.

Más allá de ser un insigne cuentista, también tuvo otra faceta aunque no muy conocida, y es como poeta. Del cual pude dar con dos grandes perlitas, para mi grata sorpresa, como ‘Lluvia’ o ‘Donde hayan vivido’, con estas conmovedoras letras que en reflejan puramente la esencia de su arte: ‘Fuera donde fuera,/ aquel día andaba por su propio pasado./ Dando puntapiés a jirones de recuerdos./ Mirando las ventanas que no hace mucho le habían pertenecido./ Trabajo, miseria y pocos cambios. / En aquella época vivían para sus deseos,/ decididos a ser invencibles. / Nada les detendría. / Al menos durante muchísimo tiempo. / En la habitación del motel aquella noche, de madrugada, abrió una cortina/. Vio nubes cubriendo la luna. / Se apoyó en el cristal. / Le traspasó un aire frío que puso la mano sobre su corazón./ Te amé, pensó. / Te he amado mucho./ Hasta que se me acabó el amor.

Esta casita de cartón cierra sus puertas con la felicidad de haber leído y escrito sobre uno de sus escritores favoritos de cabecera. Del que rememora mucho sus pasajes de juventud, y ahora entendiendo con el pasar de los años lo que sus personajes sufrían, es que el tiempo avanza y como la obra de Carver, no existe final, eternizada por sus cuentos imperecederos aún hoy, porque acaso la miseria, la esperanza muerta, el divorcio, el amor… son temas tan recurrentes en la vida de cada uno que nunca pierden su fulgor. El autor abrá muerto, pero si se lo necesita, se le puede ‘llamar’, y de la única manera que puede hacerlo un lector, es a través de sus obras, que traspasan el tiempo y la distancia, y he allí a su inacabable magia.

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escritores, raymond carver

Esta Casita de Cartón abre sus puertas consternado al ver la realidad social que acontece en la Argentina. Desde luego que el cambio que pregonaba el ‘León’ no iba a ser tarea fácil, sino por el contrario, un ardua lucha constante. Pero a raíz de lo que se ve, en estos tres primeros meses, es que en vez de ir realmente al frente contra la confradía política y económica, va, según sus acciones, en contra de gran parte de la población que le allanó el camino a la Casa Rosada. Sobre todo la clase media, que es la que a diario hacen resonar los famosos ‘cacerolazos’, ya que está siendo cruelmente diezmada con los ajustes que lo único que están provocando en la economía real, que es la de todos los días, más pobreza y hambre. Es que realmente, no hay seriedad ni coherencia en sí en su gobierno, cuando tiene de Ministro de Economía al ‘Messi de las finanzas’, como le definió Macri (ex presidente y ahora socio), alguien allegado a la más rancia casta de este país y culpable de una inpagable deuda de Argentina con el FMI, y justamente, designar a ‘Toto’Caputo, uno de los grandes responsables de ese aberrante gobierno, en ese caldeado sillón es un chiste grueso. Porque incluso, en su momento, dijo abiertamente en una entrevista antes de llegar al sillón de Rivadavia, Milei, que era de los grandes responsables del caos financiario del gobierno macrista. Entonces, ¿cómo es posible que tenga tal puesto en su gobierno?

Ahora, el verso de los que pagarían el ajuste serían los políticos , fue un tétrica pantomima. Porque a diario los que realmente están pagando todo eso, es el pueblo. Y a las pruebas me remito, con la subida de la SUBE (tarifa del pasaje) y de los alimentos básicos, que van en diferente consonancia con las ganancias mensuales que son en pesos, cuando los precios son dólares, como si se viviera en USA o en europa. Mientras que los más poderos siguen llenando sus cuentas bancarias en paraísos fiscales, celebrando de este banquete en viento en popa. 

Y curiosamente, haciendo zapping en algunos medios de comunicacion en Perú, he quedado anonado ante la inverosimil propaganda que le hacen, vendiendo su imagen como la de un salvador o un Bukele, realmente de Ripley. Cuando acá muchos de sus votantes están arrepentidos de haberle dado su apoyo en las urnas, y me pasa con muchas amistades en común, y que nunca marchaba y ahora son infaltables en cada movilización. Lo cierto es que en Perú están buscando construir un ‘Milei’ para la podrida política que tenemos. Y lo necesitan imperantemente ante los hechos nefastos en la cual han caminando estas últimas décadas, y que cada día salen más a la luz, produciéndonos repugnancia. Claro está, que de igual manera Argentina venía de gobiernos corruptos y de escandolosas ineficiencias, del cual permitió el ascenso de éste peculiar personaje. Por eso debemos tener cuidado con ‘comernos’ fácilmente el verso que se trata de implementar para luego no arrepentirnos por enésima vez. Siempre he pensado que cuando los medios levantan, rindiendo pleitesía a un candidato, que allí no va mi voto. 

Y ante la tendencia de estos tiempos, la revolucion social viene por parte de los gobiernos nacionalista, o del conservadurismo, por llamativo que sea. Es que la izquierda si no está obnubilada en trasnochadas luchas, lo está en ‘peleas’ donde la población en su mayoría no le da sustantiva importancia, no les llena ni satisface. Para el pueblo, derecha o izquierda no existe, lo que existe es lo que se ve y lo que pasa a diario, el pragmatismo, la solución a sus problemas del día a día. Por eso del vapuleante triunfo de Bukele con más del 85 %, y con la Imagen del presidente más popular del continente. Y eso que para muchos es un dictador. Es que no importa si hay o no democracia para las masas, según parece los vientos populares que mecen nuestros tiempos, lo importante es dar lucha y fin a las necesidades esenciales para sobrevivir. 

Ante esto, le está saliendo el tiro por la culuta a la derecha peruana, por la decadencia de la imagen del tembloroso gobierno de Milei. La narrativa del ‘mesías’ está transcurriendo turbulentos momentos. Con talentes autoritario, de reacciones poco cooperativas para mantener la democracia con las otras provincias o amenazas fuera de sí. Y tal como se venía auguriando, al parecer la única vía para que implemente sus reformas es la del fujimorismo, cerrando el congreso e imponiendo lo que sus socios o ‘mandamases’, como su perro muerto, Conan, con el que dice que habla, le demanden.

Esta casita de cartón cierra sus puertas afirmando que no está tomando parte de una posición política ni idológica, toma lo empírico, las contradicciones e incongruencias con la cual este gobierno lleva las riendas de este país. ‘La villa miseria de la que tanto pregonaba que se estaba volviendo la Argentina, él mismo se está encargando en hacerlo realidad. Lamentablemente.

Esta casita de cartón abre sus puertas viendo una vez más el peculiar recibimiento que le dieron a la máxima mandataria en la ciudad de Ayacucho hace unos días, por parte de Ruth Bárcena Loayza, unas de las viudas de aquella masacre perpetuada por las ‘fuerzas del orden’, el sangriento 15 de diciembre del 2022. «Mataron a mi esposo y… ¿creen que voy a estar tranquila yo? Soy Ruth Bárcena Loayza, viuda de Leonardo Hancco Chacca’. Fueron las palabras de una indignada mujer que burló con facilidad el cerco policial para atestar sus manos en la cabellera de la presidenta, vociferando: ‘asesina’. Y es que atemoriza y causa tanta pena hasta ahora la impunidad como ha sido rehuida esas muertes y como parte de la prensa ha sido gran responsable de eso, haciéndose de la vista gorda y continuar con el circo de su andar selectivo. Y es que estamos ciertamente en pañales de una democracia, o mejor dicho, estamos bajo una cacocracia (y en esto incluyen los grupos de poderes quienes son quienes realmente tienen las riendas del teatro político) en un ensayo risible de república bananera. En una cacofonía sistemática, con gobernantes y congresistas que ensalzan nuestra poca noción y compromiso ante la sociedad y el devenir. Y de todo esto, desde luego, la policía no podía estar al margen. Y es que su actuar ante el incidente mencionado, es el fiel reflejo de cómo realmente actúan ante la inseguridad ciudadana que campea a raudales. Y para la indignación mayor, muchas veces son parte de agrupaciones delincuenciales, como recibiendo buenas coimas. 

Ahora la misma policía afirma que denunciará al caricaturista ‘Carlín’ de La República, por un dibujo controversial, pero que dentro de la semiótica colectiva no tiene nada que deslindar de la realidad con la que se le percibe. Y es que desde hace mucho, dado la corrupción como los hechos de violación de derechos humanos en las protestas recientes, solo han incrementado la imagen pobre y penosa que venían arrastrando.  

Y es que la población está cada vez más cansada de su ineficiencia y de esta vorágine perezosa e incongruente, a la par de una recesión que cada vez pega más el bolsillo de uno. Con bandas delincuenciales que como narcos ocupan zonas importantes de la capital para sus turbulentos negocios provocando muertes a la luz del día. Y de eso, la sempiterna política y su actuar nulo y lucrativo a sus fines. Sin importarles los miles de emprendedores que a diario son extorsionados u obligados a retirar su negocio por estos malhechores. Y eso también demuestra la última encuesta sobre la desaprobación altísima a la gestión del actual alcalde que haría de Lima ‘potencia mundial’, y que demuestra una vez más como nos ‘comemos’ el verso con facilidad. Esta pobrísima gestión hace extrañar a algunos nostálgicos al ‘fantasma’ de Muñoz, quien brilló por su ausencia en el mismo puesto, increíblemente. 

Esta casita de cartón cierra sus puertas, por último, vislumbrando las asombrosas cortinas de humo que imperan estos días para tapar los onerosos hechos de corrupción que rodean a la misma Dina Boluarte, o como las reuniones siniestras del hermano, Nicanor Boluarte, y otra vez los hechos de corrupción entrelazados por familiares. Y es que pareciera que un gobierno digno y revolucionario sería solo uno donde los más altos puestos no estén manchados con este vil cáncer. Pero eso, está tan lejos de ser real, por lo menos eso nos cuenta la historia. 

 

[CASITA DE CARTÓN]  Esta casita de cartón abre sus puertas un nuevo año, viendo el amanecer en Santiago de Chile, con su sol fulguroso traspasando las ventanas y provocando emociones encontradas. Este año que se fue, probablemente sea el año más difícil que haya transitado, donde entendí que la ‘vida solo vale un segundo’. Y con esto que se entienda con lo singular y caprichoso que tiende ser. Y al perderme por lugares recónditas, como suelo hacer en cada ciudad que voy,  veo en pleno corazón de esta capital, un mural del inmenso cantautor, Víctor Jara,  con la frase de una de sus memorables piezas musicales, ‘El derecho de vivir en paz’. Y que va muy en consonancia con el año que ha pasado, que viene acarreando miserables guerras y derramamientos de sangres, donde los grandes perdedores como siempre somos nosotros, la población. Pero también se me viene a la mente, ‘Te recuerdo Amanda’, canción del cual en parte adopté el, Manuel, para mi álter ego en mi novela Generación Equivocada, ‘Manuel Esponja’. Me quedo perplejo ante su mirada del vate al cielo, lugar donde debe estar, en el parnaso sagrado de las letras. De pronto me pregunto, ¿cuándo volverá Manuel? En referencia a la canción. Y lo pongo en el celular, y me reencuentro por un momento con aquella persona retratada y su sentir, con la sencilla osadía de percibir sus sensaciones, y como años atrás, profundamente me conmueve, al punto de botar lagrimitas, en aquellas épocas cuando suspiraba sobre la esperanza de un mundo mejor o cuando dedicaba canciones de amor a mi compañera de vida por aquel entonces, de otros extraordinarios hermosos locos como Silvio Rodríguez o Joaquín Sabina. Qué serán de esas canciones como de ella, y como de aquel joven soñador, Manuel Esponja. Eran buenos tiempos más allá de toda tristeza, porque al final quedaba la frase de Miguel Abuelo: ‘Más allá de toda pena, siento que la vida es buena’. Y eso fue, aquellos tiempos de ensueño en un cambio social y en el amor. Con eso cumplí, así que tranquilamente ya puedo caminar por los círculos dantescos en el infierno. Y cada año que pasa, es un año menos de vida, como apuntalara el genio argentino, Charly García, o un año nuevo, un nuevo amanecer, como normalmente la gente profesa, dentro de la esperanza de que cambiarán su vida para mejor. Y ahora estoy en ese timón, por más que el surco de la cotidianidad muchas veces sea agobiante o desesperanzada, o ‘la luna una explosión’ ante la trágica y reiterativa historia del hombre y las guerras.

Creo que este año me ha acercado a definirme, de alguna manera, en lo esencial, por más que el dandi de la poesía, el vino y la elegancia, Oscar Wilde, señalara que ‘definirse es limitarse’. Pero es que hay cosas con las que uno nace y  que no se podrán diluir, por más que la corriente de los hechos traten de endurecernos o hasta fulminarnos, y es que no podemos ir contra natura, y sí, soy trágicamente sensible, pero eso no me imposibilita de ver la vida con los ojos de la neutralidad, o por lo menos lo intento. Y ahora, en esta etapa, después de quemar las cortinas de la noche, aceptando mis sombras. Y es que como señalaría Nietzsche: ‘Debes estar preparado para arder en tú propio fuego: ¿Cómo podrías renacer sin haberte convertido en cenizas? Y aquí seguimos, la historia del loco y el suicida todavía escribe su historia de vida en este año en qué aprendió a vivir. Para cuando me lleve la parca, me iré tranquilo, ya viví lo suficiente. O como cantaría al viento, el encantador de los lirios y los versos, Pablo Neruda, ‘Confieso que he vivido’. Ya no es ‘Me olvidé de vivir’, de Julio Iglesias, ya no. Así que la función debe continuar, hasta que el destino diga basta.

Esta casita de cartón cierra sus puertas agradeciendo a los que se toman el tiempo de leer estas líneas. Y a los que me escriben por eso. Buen año para todos esos hermosos locos lectores.

 

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Aceptación, Música, poesía, Vivencias

[CASITA DE CARTÓN]  Esta casita de cartón abre sus puertas recorriendo las calles peligrosas de Buenos Aires. Como bien saben los que me leen, el peligro es parte del latido de quien asume este trajinado oficio, el de escribir, y me gusta gastar las suelas siempre recorriendo y aprendiendo realidades, y más en aquellos lugares donde las cámaras no suelen llegar. Y si llegan, lo hacen para unos ‘likes’, amarillismo o por lucro. Al ver un informe sobre el maestro, la ‘lámpara’ de la curiosidad se encendió, así que no lo pensé dos veces, y me  adentré a las movidas calles de la villa 31, en Retiro, en busca de Nadie Huamán, quien saliera semanas atrás en famosos diarios del país del tango como Clarín, La Nación o Pagina 12 dando testimonio sobre lo que es ser el único librero en esta peligrosa villa, donde peruanos, paraguayos y argentinos luchan por la hegemonía de territorio, para hacer negocios turbios. Es un librero peruano, el único y primero, que imparte cultura en aquella tierra de nadie, como su nombre. Quien se ha hecho conocido como el ‘librero de la villa’.

Ante los rayos solares sofocantes de Baires en verano, nos dirigimos con mi amigo, el también escritor, Jairo C. Tokumine. Llegando de sorpresa al mediodía a la librería ‘Los libros de Nadie’. Ni bien nos vio Nadie, nos preguntaría en modo de prueba: ¿Qué les parece este lugar? Señalando alrededor. A lo que le respondería que un lugar con mucha pobreza y precariedad. Y me respondería: ‘Exacto. Y por mismo voy a permitirme hablar con ustedes. Mucha gente viene acá por entrevistas y le hago la misma pregunta, y cuando me responden que lo ven como pintoresco, hasta ‘lindo’, los rajo (boto). No saben la miseria y las cosas que se ven y se viven acá a diario’.

Al pasar ese umbral, comenzamos la charla. Contándonos que llegaría acá en 1993, en plena época Menemista en busca de un futuro mejor, dejando su querida Chosica. Y como muchas veces sucede, se enamoraría de esta ciudad, donde hay un ‘un respeto por la cultura, algo que en nuestro país lastimosamente no’, señalaría. Su nombre proviene del clásico griego, La Odisea, donde Homero lo emplea, ‘Outis’, en el IX canto para librarse del Cíclope. Y su apellido, Huamán, que significa en quechua ‘halcón’, hace gala de él, como su mirada, frontal y sigilosa, como la de un halcón observando el panorama. Lo cierto que por esa conjugación de nombre y apellido, cuenta que le llevó a tener muchas situaciones dificultosas en la escuela. Como se sabe, ‘Huamán’ es un apellido que en la jerga es usado de manera despectiva: ‘Estás Huamán’, por ejemplo, en sinonimia a lo que sería ‘estás huevón’. ‘Lo que se conoce como buylling ahora, a veces lo pasaba, pero en ese entonces esa palabra no estaba ni en pañales’. Pero lo vivido, en vez de diezmarlo, lo volvería más fuerte y macizo como una piedra. Llegando estar en su momento en la marina, pero por distintas circunstancias trágicas con sus compañeros, lo llevaron a alejarse de la vida castrense, evitando seguir el linaje familiar como sus abuelos que fueron militares. Después de eso su vida daría una vuelta de tuerca, y se volvería con los años un artista versátil y vendedor de libros. Este último, sin querer queriendo, apoyado por los cartoneros que prácticamente le regalaban obras, sin saber el valor cultural como de dinero, por esas colecciones. Sin embargo, don Nadie, lo vendería a un precio accesible, ‘para así muchos tengan la oportunidad de culturizarse’. Y de eso puedo dar testimonio, ya que me vendería ‘joyitas’ de colección como el ‘Martín Fierro’, una edición especial con cubierta de cuero y ‘2666’ de Bolaño, a precio de remate. Además de un entrañable y preciado regalo, su segunda obra, ‘La grandeza del inmigrante’, libro que lo devoraría en pocos días por su interesante trama, y que está ambientada en la misma villa por hechos de vividos como contados. Y debo decir que ha sido de las lecturas más agradables que he tenido en este último tiempo, que inevitablemente por el ambiente y los hechos, me llevó a  reencontrarme con los callejones o cerro donde crecí, como Enrique Palacios o el cerro san Cristóbal, con las diferencias del país, claro está, más no la pobreza y miseria que yace en cada país de américa Latina. Y el escritor se viste con el traje de Porfirio, un hombre sencillo, que en busca de un mejor futuro emigra a la argentina del corralito. Siendo víctima en un inicio de una estafa por parte de un compatriota. Pero como reza el dicho, ‘no hay mal que por bien no venga’, y eso daría pie al inicio de muchas vivencias, trágicas, sorpresivas como realistas, donde el tiempo pondría las cosas en su lugar. No sin antes pasar por la cárcel por un hecho injusto, al ser hacedor de una fortuna casual, por su bondad y lealtad a un amigo ‘cartonero’, y por el cual cambiaría su nombre a Marcelo. Y donde una vez adentro, conocería, sin saber, a su hermano, quien quería ‘darle vuelta’ por encargo del capo de la villa, que Porfirio mataría en defensa propia al hermano cuando intentaron robarle. Mientras su bella esposa, con hijo en panza, como familiares y amigos, esperaban que saliera… Tantas emociones y pulsaciones sorpresivas entrega en sus hojas, que podría enmarcarse en una palabra: destino. Un texto imprescindible si se quiere conocer realmente lo que hay dentro del ‘pintoresco’ mundo de las villas.

Esta casita de cartón cierra sus puertas entendiendo aquella clásica frase en latín: ‘vox populi, vox Dei’. Que sería en castellano: ‘la voz del pueblo es la voz de Dios’. Y eso nos muestra su labor de artista comprometido con la sociedad a su vez de su obra, mostrando una realidad donde la cámara de Dios nunca llega, pero para eso está la literatura, para reflejar el otro lado de la realidad que existe detrás la cotidianidad ilusoria que cada día religiosamente ignoramos. No duden en darse una vuelta a la librería ‘Los libros de Nadie’, donde un universo de arte, pueblo y cultura les espera.

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Buenos Aires, Librero, Nadie Huamán, Realidad Social, Villa 31

[CASITA DE CARTÓN]  Esta casita de cartón abre sus puertas leyendo el libro ‘China’, del ex secretario de Estado de Estados Unidos, personaje recientemente fallecido a una centena de edad, Henry Kissinger. Libro que ilustra el crecimiento del ‘Dragón Rojo’, que lo ha llevado al día de hoy a posicionarse como una de las economías más grandes del mundo. Si alguien quiere conocerse por qué China es lo que es hoy, tiene que leer este libro imprescindiblemente. Premio nobel de la paz, impulsador de dictaduras y artífice de múltiples guerras, entre ellas aquellas que llevaron a derrocamientos de gobiernos de la región, como pasó con Salvador Allende, o que se impusieron, como lo que pasó con el conocido Plan Cóndor y entre ellos dictaduras sangrientas. Geopolítico y geoestratega superlativo, amado por unos y odiado por otros.

Pero en este caso hablaremos de aquel nefasto día para nuestra selección nacional, que recibirían la visita en el vestuario de Kissinger y de Videla. Un 21 de Junio de 1978 en Rosario, partido que Argentina necesitaba ganar como mínimo por 4-0 para poder pasar de ronda. Perú ya estaba eliminado, pero eso no eximiría del pobrísimo papel que hicieran los seleccionados. De este hecho polémico, José Velásquez diría: ‘Videla entró al vestuario con el secretario de Estado de Estados Unidos, Henry Kissinger, supuestamente a desearnos suerte. ¿Qué tenían que hacer ahí? Fue una manera de presionarnos y ver a los que se habían vendido’. Añadiendo que los directivos de la federación recibieron también parte de esa ‘presión’ y ese ‘sentido de bienvenida’, como diría Chumpitaz, por parte de estos siniestros personajes. Otro futbolista que denunciarían aquel acontecer sería Roberto Mosquera: ‘Lo vi en el vestuario y me dio asco. Tenía 20 años y no le di la mano. Cuando un presidente entra con esa prepotencia en el vestuario, están abusando de ti, porque no puedes hacer nada. Está usando su poder para someterte psicológicamente. Te sientes agredido, abusado’.

Entre otras ‘peculiaridades’ del encuentro, el entrenador de la selección sacaría a los 10 minutos del segundo tiempo al ‘Patrón’, jugador imprescindible de nuestro medio campo, cuando el resultado ya nos era adverso, con un 2-0 abajo. Al final quedaríamos con el humillante 6-0. Ante los testimonios por ese hecho, Kissinger negaría los hechos. En una ahora clásica apreciación: ‘Si no me acuerdo, no pasó’. Al final terminaría el equipo del ‘Flaco’ Menotti llevándose la máxima presea, ganando una electrizante final a Holanda.

Por aquel entonces, ante el mundo llegaban ecos de los hechos de violaciones de derechos humanos como muertes, pero después del mundial, el lavado de esa ‘imagen’, revertiría esa apreciación internacional. Esto nos muestra que la política y el fútbol no siempre miran para otra esquina. Y que esta mente maquiavélica sabía tan perfectamente eso y por esa razón estaba metido en todas las piezas del tablero político y del poder real internacional. Jugando a los dados no solamente con los presidentes republicanos o demócratas, sino también con otros importantes protagonistas de la historia como Mao Zedong, Xi Jinping o Putin. De los cuales, de estos últimos, recomendaba no provocar a Rusia y aprender a convivir con China para sobrellevar el mundo. La mano derecha de Rockefeller se fue sin pagar las millones de muertes causados. Pereciendo en su limosina, antes de dirigirse a una convención demócrata, con 100 años de vida.

Esta Casita de Cartón, cierra sus puertas afligido al releer la historia y de la impunidad con la cual los dueños de la guerra manejan las vidas de los habitantes sin el más mínimo escrúpulo, en aras de poder. Se dice que la totalidad de muertes que provocó son un aproximado de 9 millones de víctimas. Si existe un Dios, no creo que lo reciba.

 

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Fútbol, Henry Kissinger, manipulación, Perú Mundial 1978

[CASITA DE CARTÓN] Esta casita de cartón abre sus puertas recién llegado de la celebración y del haber oído su primer discurso como presidente de Javier Milei, quien, como dije semanas atrás, estaba con mayores probabilidades de llegar al sillón de Rivadavia. Acudiendo como espectador neutral. Porque de esto se  trata el periodismo, aunque a veces es inevitable no palpar el sentimiento humano, y lo objetivo se vuelve subjetivo. Pero trataré de explicar, con mis casi 10 años de viviendo en este país, porqué ganó este outsider. O este ‘salvador’, como así lo ven muchos en nuestro continente, que es la imagen fresca de la derecha.

Años de hiperinflación, llevaran en su momento a que la extinta República de Weimar –Alemania-, considerada como el país más culto por aquellos años (y que ha sido motivo de múltiples estudios), véase las mentes brillantes que había como Benjamín o Adorno, permitieran el ascenso de Hitler. Pero de la inteligencia no se come, y Argentina ha estado en decadencia casi siete años. La década ganada, cuando Argentina tenía el sueldo en dólar más alto de la región, ha quedado en la historia. Hoy hay un 40 % de pobreza, y 10 % en la indigencia, que ha acelerado que llegara este candidato en casi dos años a la presidencia. Es que él es el candidato antisistema, alejado del podrido peronismo y radicalismo, luego macrismo (aunque se uniera en la segunda vuelta), que prometieron erradicar con este cáncer de la corrupción, y que solo ha generado un descontento y miseria incalculable, que las urnas lo han simplificado con esta frase: ‘están cansados de todos’. Es que el ‘que se vayan todos’, frase vitoreada por aquellos años del 2001, donde sacaron en un helicóptero al ex presidente, De la Rúa, ha renacido. Cantada con mucho fervor por toda esa gente que se congregaron en el hotel Libertador desde temprano, a las esperas del resultado. Y entre la política del odio, del que no queremos más kichnerismo, por eso pedían presa a Cristina Fernández de Kirchner, en cada momento. Y es que el cambio para más de la mitad de la población es él, bien o mal, el tiempo lo manifestará, la gente se muere de pobreza, no quieren oír ‘rugir’ más sus panza vacías y el mundo mejor llegará, ahora importa el hoy, el pan para poder sobrevivir un día más.

Y a pesar que hay hechos imposibles de ignorar, como el que su vicepresidenta, desmienta las cantidades de muertes que hubo en el trágico periodo dictatorial, increíblemente, hecho tan marcable en la historia reciente Argentina, como la venta de órganos, dispuesto a una idea de libre mercado que recalcó el ahora presidente o el libre uso de armas. O algo tan llamativo, como con las Malvinas, donde el candidato no mostró un férreo apoyo por el territorio que ahora tiene Inglaterra. Y pensar que hace unos meses, cuando salían campeones del mundo, lo cantaban con la famosa canción: ‘Muchachos, ahora nos volvimos a ilusionar’. Con esta frase: ‘De los pibes de Malvinas que jamás olvidaré’. Ahora el voto del asco y del hambre ganó. Y a pesar de no ser estar en ese derrotero, solo me queda decir, que el tiempo lo dirá, el tiempo que es la memoria del pasado, que inevitablemente, en este juego, siempre vuelve, recordará a esta nación si su voto fue realmente el mejor o no. La batalla cultural la ganó en esta partida este movimiento revolucionario para muchos, como se ve en Europa o hasta en USA con Trump o acá al lado, con Bolsonaro. La misma que perdió el Peronismo, que en mi llegada era un movimiento de tantos jóvenes que cantaban hasta la marcha peronista con asados y birras. Pero es que el pueblo, no es de derecha ni izquierdas, conservadurismo, privatizaciones, sino de lo que es la realidad. La justicia social es eso. Ayer acabó un ciclo, que no supo capitalizar la necesidad que su pueblo imperaba. Y que puede ser el indicio para que la ola remueva a los otros países del continente con una fuerza mayor. Y esta casita de cartón entendió, como en el entrañable libro del Gabo, ‘El coronel no tiene quien le escriba’, que a buena hambre no hay mal pan. Pero si no la hay, ¿dónde habrá que buscar? El pueblo nunca se equivoca, ellos también tienen derecho a tener un plato de comida para poder vivir un día más.

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[CASITA DE CARTÓN] Esta casita de Cartón abre sus puertas escuchando el himno de todo fanático del fútbol argentino, ‘La cumbia de los trapos’, pero no la versión horrible que en vivo hiciera Yerba Brava en la final de Río, y que fueran a consecuencia de eso víctimas de las burlas de los internautas, y de otro peso pesado de la cumbia rioplatense como Pablito Lescano de Damas Gratis, sino la versión de estudio, infaltable en cada fiesta de cumbia, porque Argentina no solamente es rock, como muchas veces creemos, los que hemos crecido por ejemplo, en su momento con radio ‘La Ñ’, ahora ‘Oasis’, con canciones de Soda Stereo o Virus, sino que lleva en sus latidos populares este género, y que de alguna manera, por como lo viven, lo hacen marcando su distintiva pasión. Y del cual el que escribe no ha estado alejado, sino por el contrario, siempre que viaja con River o cada vez que va a los ‘boliches’, se envuelve de aquellos movimientos populares que tienen por definición lo que es este país: Argentina. Pues la música que prefiero oír, es esa que transita a diario con la gente de pueblo, los laburantes, los obreros, los que cada mañana forjan un nuevo motivo a su vivir, y claro, ¿quién puede vivir sin escuchar aquella música que describe su día a día y su sentir? Y aún con la fiebre futbolística, escribo esto luego del resultado de la final de la copa libertadores de América, torneo más importante de clubes de nuestra región. Y en este caso, donde tuvo a nuestro compatriota, Luis Advíncula, como autor de uno de los goles. Pero del que no fue suficiente, dado que el equipo brasileño, el ‘Flu’, terminaría coronándose por vez primera campeón.

Y es que el fútbol tiene estas moralejas: ‘No sirve celebrar antes de tiempo’. Nublarse dentro de los excesos de triunfalismos antes que la pelota ruede, como en la vida misma, no sirve de mucho prever lo que sucederá, porque como manifestara el poeta maldito, Mallarmé: ‘una tirada de dados jamás abolirá al azar’. El destino no juega muchas veces a lo previsible, por el contrario, es veleidoso, y llega a imponerse dentro de esas raras pero interesantes casualidades que le dan sentido a la vida. Y en Argentina, los medios, que forman la comparsa mental de las cosas que importan en la sociedad como no  (lo macro real), día y noche celebraban anticipadamente la séptima copa Libertadores. Y que ahora, con el resultado del sábado, ha dejado a sus hinchas desilusionados y a algunos en la banca rota, quienes por ejemplo hipotecaron hasta las becas de sus hijos, o vendieron sus carros, o como el caso viral del niño que rifó su play station para poder estar presente en esta final. Con este resultado, son 16 años sin poder alzarla, y quedando perennemente en el segundo lugar de los equipos con más copas, buscando el preciado sitial del ‘Rey de copas’, Independiente de Avellaneda, quien es el máximo ganador con siete, y que no gana esta presea desde 1984, cuando por la mínima se impusiera en Brasil ante Gremio de Porto Alegre. Con esta derrota, a su vez, el club de la ribera, se ha convertido en el club más ‘cebollita’ –frase otorgada por la famosa serie de los 90´s en Argentina a los que quedan subcampeón- del torneo, pero también la que más finales ha disputado.

En nuestro país, la mayoría hinchaba por Boca, más allá que por el ‘rayo’, sino también por una tradición futbolera de peruanos que han sabido ponerse esa pesada ‘mica’, como Julio Meléndez, o el ‘maestrito’ (apodo que le pusiera justamente en su estadía en aquel club, el siempre recordado Diego Armando Maradona), Ñol Solano. Y ahora con Advíncula, se sigue esa línea de grata tradición para parte de la hinchada ‘Xeneize’. Aunque cabe decir, que paro otro sector, fue como un acto de dramatismo excesivo para las cámaras sus llantos, y así fácilmente ganarse al hincha. Y es que el fútbol no solamente es la foto del Instagram o los videos del Tik tok, sino que implica otras razones que la misma razón no entiende. Pero esas ya son otras profundas aguas. Y en lo que respecta con ‘Lucho’, es otra final perdida en aquella mítica cancha. La anterior vez fue cuando perdimos la final de la copa América justamente contra Brasil.

Esta casita de cartón cierra sus puertas entendiendo claramente la expresión del maestro Jorge Luis Borges: ‘El fútbol es popular porque la estupidez es popular’. Pero a su vez, que cada uno necesita de esa dosis para darle ‘manija’ a los días. ¿Qué más existencialista que considerar hasta el mismo hecho de existir como algo estúpido? Partiendo de eso, la vida que siga su juego melodramático. Y en el fútbol, nosotros, los latinos, tenemos el sentimiento, algo  indescriptible y que nunca tenemos que perderlo.

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