Hay varios desafíos entre el Ejecutivo y el Congreso camino al 2024, ¿Cuáles son los principales que usted identifica?
El país que asume Dina Boluarte es un país convulso y que ha sido agitado por Pedro Castillo, pero esta situación no está en el aire, sino que recoge sentimientos y clamores de una sociedad mayoritaria. A lo largo de este siglo, se ha visto cómo ese crecimiento económico benefició más a unos que otros, los pocos beneficios que obtuvieron se diluyeron rápidamente. Tanto dinero entró a las arcas privadas, pero también a las públicas y somos un país precario. Y volvemos a que una solución no es meramente el adelanto de elecciones. Las elecciones si pueden canalizar los conflictos. Cuando las hay, bajan los conflictos sociales. Por otro lado, es necesario cambiar las relaciones entre los dos poderes del Estado (Ejecutivo y Legislativo). El gobierno es precario y ha pasado de ser izquierdista a inclinarse a un gobierno de centro-derecha. Dina Boluarte ha dado mensajes, trata de ampliar sus niveles de apoyo, pero si solamente se sostiene en la derecha del Congreso yo creo que va ser difícil que aguante los niveles de concordia, sino a costa de -ya como Ejecutivo- asumir responsabilidades o dar un paso al costado de acciones que se realicen desde el Congreso. Y es que este Congreso está sumamente fraccionado con muchos intereses mercantilistas en ámbitos de educación o transporte donde hay lobbies e intereses muy fuertes. Boluarte debe lidiar con una población que si antes hablaba de elecciones, hoy por hoy está dolida con 27 muertos. Este año que viene es de constante prueba.
Los gobiernos de transición que hemos tenido con Paniagua y Sagasti han sido exitosos, pero eran gobiernos de 8 meses. Ahora tenemos el doble. Ella no tenía la experiencia ni el arraigo de Paniagua ni Sagasti, pero; además, nace con 27 tumbas, así que no es fácil.
Muchos costos de inicio para un periodo largo.
Se hablaba de reformas políticas y se mencionaba constantemente el tema de la bicameralidad. En el panorama de las elecciones del 2024 y el año y medio que le queda al Congreso y a Dina Boluarte, ¿Cree usted que puede ser una salida o parte de una solución para la gobernabilidad?
No hay nada que por sí solo cambie drásticamente este panorama. Desde que se cambió la Constitución para la unicameralidad, yo he escrito y he sido simpatizante de la bicameralidad. Yo pienso que un Congreso bicameral va a ser mejor. Pero eso a lo mejor va a ser insuficiente para cambiar drásticamente la política peruana. Si el Congreso solo se encarga de hacer bicameralidad para la reelección se convertirá en una de las medidas más impopulares que hay, lo que nos da a entender que los congresistas no comprenden el rechazo de pie que tienen los ciudadanos de ellos mismos. Justamente, la vez pasada cuando hubo el referéndum, sí los congresistas no hubieran tocado todo ese diseño que se les presentó, hoy tendríamos bicameralismo, pero el Congreso se portó de manera angurrienta y quiso modificar artículos al final. Vizcarra, que tenía un apoyo considerable, dijo que eso no quería y la población respondió así. Esto evidentemente vio reflejada el rechazo que la población tiene de sus representantes y que estos ignoran por seguir trabajando bajo sus propios intereses.