Sudaca

El grado de fuerza que van a tener las candidaturas radicales disruptivas en las elecciones del 2026 obliga a que las fuerzas que van de la centroizquierda a la centroderecha evalúen seriamente unirse, inclusive entre sí, si quieren afrontar con relativo éxito dicha propensión social.

Porque, además, el adversario a vencer no será solamente ese radical outsider sino el fujimorismo, fuerza del statu quo que mantiene un nivel de intención de voto, que, de mantenerse la fragmentación, tiene asegurado su pase a la segunda vuelta, por defecto del resto.

El centro tiene un bolsón electoral importante, pero se va diluir si se mantienen incólumes las cuarenta candidaturas de dicho segmento que hasta el momento ya figuran entre los partidos inscritos y los por lograr dicha inscripción.

Una derecha que valore más el Estado de Derecho y una izquierda que haga lo propio con el mercado, son relativamente factibles de unirse en un proyecto común. Un frente de ese perfil, disruptivo por su propia constitución, sí sería capaz de enfrentar a Keiko Fujimori, Antauro o Aníbal Torres con posibilidades efectivas de imponerse.

Y su novedad política la otorgaría el carácter antisistema que va a predominar en esta elección, no por razones ideológicas, sino por el estado de ánimo ciudadano, harto del establishment, irritado en extremo con la coalición mafiosa de Ejecutivo y Legislativo y sobrecargado de resentimiento por la mediocridad de un régimen que no es capaz de construir siquiera una sola política pública decente que lleve el Estado a las zonas más empobrecidas del país (las mayorías se sienten respecto de la inseguridad ciudadana o de la corrupción, como se sentían frente al vendaval de la pandemia y un Estado incapaz de brindarles auxilio).

Es difícil labrar un pacto político. Ya lo es tan solo constituir un partido programático, mucho más lo es pensar en unir esfuerzos con una fuerza política diferente. Pero el desafío que nos toca enfrentar el 2026 es de tal envergadura que requiere esfuerzos extraordinarios.

Como bien ha dicho Rafael Belaunde, las de acá a dos años serán una de las elecciones más importantes de nuestra historia republicana, solo equiparables a las de después de la guerra con Chile o las de 1990, luego de que el país estuviera al borde de la inviabilidad. Razón mayor para pensar en un acto de voluntad política extraordinario.

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Más promesas incumplidas

Tras un accidentado viaje, muchos de los pasajeros exigieron la devolución de su dinero. No obstante, la postura de la empresa no mostraba predisposición para escucharlos y, por el contrario, hasta parecían querer intimidarlos. «Llegó el representante y nos dijo que había hablado con el abogado y este les había dicho que no ofrezca nada y que si queríamos hacer la denuncia correspondiente que la hagamos porque al final no teníamos las de ganar», recuerda Raúl.

Resignados ante la actitud de la empresa y con la intención de disfrutar los tres días que restaban, los clientes de Quovadis aceptaron la devolución de cincuenta soles que les ofreció el representante de la empresa y la reprogramación de los tours prometidos. Sin embargo, las promesas seguirían siendo incumplidas. «Llegó el día viernes y esto tampoco se cumplió. El bus llegó once de la mañana (una hora tarde), salimos y llegamos prácticamente a la una. Hicimos un tour rápido y el bus recién partió a las tres y media para llegar a Ayacucho a las cinco de la tarde», cuenta Raúl.

La situación no mejoró para el día domingo. El bus que los llevaría de regreso a Lima también llegó tarde y el representante de Quovadis que les entregaría los cincuenta soles nunca apareció. «Como entro a trabajar a las siete de la mañana, no podía esperar que la empresa venga a la hora que se le de la gana a entregar el dinero. No podía perder un día de trabajo. Preferi partir y que en Lima nos hagan el depósito del dinero», explica Almonacid y agrega que la mayoría de pasajeros adoptó esa misma postura, aunque su desconfianza aumentó al percatarse que en las boletas figuran que el pago hecho a Quovadis fue de cero soles pese a que todos hicieron el depósito correspondiente en la cuenta bancaria de dicha empresa.

Ha pasado cerca de un mes de aquel viaje y los afectados siguen siendo ignorados por la empresa Quovadis cuando piden la compensación prometida. «Nos han dicho que no pueden hacer el depósito porque ha ocurrido un accidente con una de sus unidades y están pagando el seguro y compensando a los pasajeros. Dijeron que están esperando tener otros ingresos para hacer el depósito», explica Raúl sobre la excusa que les dieron en una de las pocas oportunidades que se comunicaron.

Sudaca consultó con Martín Cuellar, abogado especialista en defensa del consumidor, para conocer los pasos que podrían seguir los clientes de esta empresa. «Si es posible el reembolso total. En la negociación directa pueden concederse una serie de compensaciones, pero si no existe esa voluntad necesariamente se tiene que ir a Indecopi para velar por el derecho de recibir un servicio acorde a la contratación», explica el abogado.

Según la web de Sunat, Empresa de Transporte y Multiservicios Quovadis S.A.C. empezó sus actividades en abril del 2013. Además, acorde a su perfil en redes sociales, se ha encargado de organizar viajes por Semana Santa durante años anteriores.

Ante la indiferencia de la empresa Quovadis, Raúl y los más de cincuenta pasajeros que fueron a Ayacucho ven con poca esperanza la posibilidad de recibir algún tipo de compensación por un viaje por Semana Santa que prometía ser una experiencia inolvidable y terminó siendo un viacrucis a Ayacucho. Sudaca intentó comunicarse con los representantes de Quovadis, pero no obtuvimos respuesta hasta el cierre de este informe.

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“El liderazgo se construye de adentro hacia afuera”, afirma Carla Olivieri, en la primera edición de su podcast Hackea tu mente, que será quincenal y se publicará en exclusiva para Sudaca.pe.

“El líder debe soñar en grande, mantener ese sueño vivo para él o ella y contagiar a los demás para que sigan motivados y sigan sus sueños”, explica quien es rectora de la Universidad de Ciencias y Artes de América Latina (UCAL), speaker internacional y consultora en organizaciones en temas de liderazgo, felicidad y empoderamiento de la mujer.

En su podcast para Sudaca, Olivieri, asegura que, para hackear nuestra mente, debemos reprogramarla. Ese entrenamiento comienza con diseñar nuestros sueños, nuestros propósitos a nivel personal y aferrarse a ellos para seguir adelante y lograr nuestras metas.

Olivieri -asegura- que para hackear nuestra mente debemos aprender a mirarnos, no desde los miedos, sino registrando nuestras fortalezas, creando un propio inventario de nuestros propios ingredientes, es decir: Practicar el autoconocimiento.

 

 

“Este proceso de autoconocimiento debe ser practicado como un deporte”, señala y sentencia: “La mente es eso que te puede hacer despegar y te lleva a hacer cosas increíbles. Pero para lograr esas cosas increíbles primero debes aprender a mirarte como algo increíble”.

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Toda estrategia económica se aplica dentro de un marco institucional determinado. No se hace en un vacío. Esto nos lleva a definir qué son las instituciones, porque sin ellas funcionando de manera adecuada, ningún modelo económico tendrá éxito.

Las instituciones tienen dos acepciones en economía: en primer lugar, son organizaciones, como el Congreso, las universidades, la Policía Nacional, un club de futbol, etc. En segundo lugar, son las reglas de juego, algunas formales como la Constitución Política y otras informales que responden más a costumbres y hábitos de la población. Tanto las primeras como las segundas determinan cómo funcionan las economías, pues todas las sociedades funcionan con reglas, algunas no escritas.

La corrupción puede considerarse una institución, pues se trata de una mala costumbre en nuestro país, un mal hábito, que está extendido en amplios segmentos poblacionales. Las reglas tributarias también son una institución. En el primer caso se trata de una institución informal, mientras en el segundo, formal. El punto es que dentro del marco institucional que cada sociedad tiene, funciona una economía. Por eso es que cualquier reforma que se quiera hacer en el campo económico debe ser antecedida por una mejora institucional.

¿Cómo podría fluir la inversión privada, tan importante para reactivar la economía, si no evitamos que en el camino funcionarios corruptos encarezcan el proceso buscando intereses personales a cambio de una coima? ¿O es que no se puede hacer nada y que debemos caer en la corrupción para poder funcionar? ¿Cómo aumentamos la inversión pública si los Gobiernos Locales, Regionales y Central no tienen capacidad de gestión? ¿Cómo sostenemos un país en el que la formalidad solo funciona para 30% de los trabajadores y la mitad de las empresas? ¿Cómo podemos avanzar en un país en el que nadie cree en nadie y reina la intolerancia y desconfianza?

Note, estimado lector, que se trata de factores que en apariencia no están relacionados con la economía. Sin embargo, lo están y mucho. Imagine usted, cuánto tiene que invertir una empresa en seguridad, cuántos días pierde en trámites con el gobierno, las dificultades que enfrenta cuando pretende que el poder judicial le resuelva un problema. Los funcionarios públicos parecen no seguir las reglas establecidas, sino que la mayoría favorece a unos sobre otros.

Por eso no sorprende que los países más competitivos del mundo sean aquellos con mejores instituciones y como consecuencia de ellos, resultados económicos positivos y mayor calidad de vida. La clave está en encontrar cómo cambiar las instituciones y aunque todos creen tener la receta perfecta para mejorar el marco institucional, hay una verdad universal: no sabemos cómo hacerlo.

Mientras no tengamos mejores instituciones, mientras no cambiemos las personas, resulta muy difícil que seamos un país competitivo, capaz de brindar a sus ciudadanos servicios básicos de calidad. Por eso es que las cosas no funcionan en nuestro país. El debate institucional está más allá de la izquierda y la derecha y es anterior a ellas. Miremos el mundo y veamos por qué algunos países funcionan mejor que otros. Por ahí debería estar la agenda del nuevo gobierno.

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Carlos Parodi, Economista, Instituciones, Sudaca
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