Autoempleo

Sea como fuere el tema de estabilidad en el trabajo en la actualidad no tiene la base fuerte que todo Estado debería manejar. El empleador tiene mecanismos diversos que interpretarán y permitirán ceses imprevistos. Una realidad por eso, es que ya sean los trabajadores o los empleadores, los que pondrán en agenda esta situación de miles de personas en la actualidad, y la pregunta de si existe o no existe estabilidad en los trabajos se presenta en una coyuntura tan difícil en nuestro país, que el tema generaría diversas aristas de interpretación. No es mi idea abrir polémica en este tema tan álgido, pero sí pretendo concluir en que esta situación genera estrategias nuevas que deben de considerarse para no generar brechas de desempleo y crisis intrafamiliares.

Por esta razón es que nuestra realidad laboral genera a la larga particularidades que presentan cómo no a nuestro Perú como un país emprendedor y el orgullo de serlo genera debates para aceptarlo o analizarlo. Sin embargo, hay toda una gama de situaciones que explican esto. Tema muy amplio a tratar, los despidos o términos de contrato, generan los autoempleos forzados y a la larga informalidad por doquier.

Entonces, en nuestra sociedad globalizada, joven, inmersa en el mercado de muchas maneras, se obliga a no solo apostar por la estabilidad laboral, sino la realidad te obliga también a caminar siempre con un plan alterno de supervivencia. La mentalidad del peruano deberá ser preventiva y pensar en el día siguiente, cuando no hay trabajo. La inversión fortalecerá los autoempleos por necesidad y generará una mejor apuesta para emprender. Los famosos planes alternos de recuperación, las liquidaciones bien invertidas y pensadas, toda esta gama de oportunidades planificadas es parte de una estrategia que ya debería estar inmersa en nuestro devenir diario, sino la crisis golpeará mucho más fuerte. Ustedes me entienden.

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Autoempleo, Desempleo, diversidad, emprender, estabilidad laboral, Inversión, sociedad

El Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) según los resultados de la Encuesta Nacional de Hogares (ENAHO) del año 2019, señala que el grupo etario de 18 a 29 de la Población Económicamente Activa (PEA) ocupada, es del 21.13% que son los que participan en el mercado laboral como trabajadores independientes. El 64.8 % son trabajadores asalariados (obreros, empleados y practicantes), el 10.97% son trabajadores asalariados no remunerados y el 1.45 % son empleadores o patronos, mientras 1.66 % son trabajadores del hogar. En los últimos casi 15 meses la PEA ocupada en sus diferentes categorías se ha visto afectadas cuarentenas establecidas para enfrentar la pandemia del COVID-19; y también por situaciones económicas propias de esta coyuntura. Esto pone como resultado que gran parte de los empleos de trabajadores independientes se redujo casi casi a cero.

En este contexto, observamos que se ha dado un impacto desigual en las categorías de ocupación de la (PEA) Ocupada (72,5% según el último Censo del INEI, 2017), perjudicando en mayor grado a los trabajadores independientes llamados informales, que debido a la paralización económica han reducido sus ingresos afectando su ya deteriorada calidad de vida.

Ante esta situación, el escenario se presentó y se presenta desolador para nuestro país, y se va incrementando el inicio de estrategias de subsistencia por parte de las familias y también de los jóvenes, generándose el autoempleo en todas sus manifestaciones, y sumando un alto porcentaje de trabajadores independientes informales (autónomo o trabajador por cuenta propia) y que son más vulnerables a las situaciones de pobreza, y sobre todo en este contexto de crisis que estamos viviendo producto de la pandemia mundial COVID-19.

Es necesario entonces entrar al análisis profundo y serio de esta realidad innegable y necesaria como modelo de subsistencia y buscar fortalecer o recuperar aquellas iniciativas que permitan y reactivar la situación laboral.

Pienso que no es suficiente (pero no es menos importante), capacitar o proponer políticas que apunten al trabajo dependiente como cuando capacitas para reinsertar laboralmente a la población y sobre todo aquella se encuentra el rango de las dos o tres décadas en edad, ya que la demanda siempre va estar por encima de la oferta laboral;

Es por eso, que considero muy necesario buscar las formas de construir espacios de fortalecimiento, recuperación y apuesta por un resurgimiento económico que no le dé la espalda al tema del autoempleo, que, como una necesidad, podría permitir la consolidación y sostenibilidad de las personas que buscan individualmente hacer frente a una crisis que es inminente.

El autoempleo muchas veces y casi todas, se va a dar por necesidad extrema, sin embargo, es labor de las instituciones, evaluar éstas situaciones extremas y convertirlas en oportunidades de crecimiento y desarrollo  en todos los ámbitos, ya sea rural o urbano. Muchas experiencias rurales con categorías de autoempleos pasan por la oportunidad de desarrollos autosostenidos muy importantes. Ni que decir de las experiencias urbanas, estrategias utilizadas para subsistir, creando oportunidades de desarrollo y crecimiento parejo, es por eso muy necesario el apoyo del Estado, creando los espacios para fortalecer de alguna forma el mercado interno.

Fortalecer las habilidades y capacidades del autoempleado, va a permitir, en un buen porcentaje, mirar la necesidad y convertirla en una oportunidad. La informalidad dejará de serlo si sumado a esto, se dan las condiciones de apoyo a la generación de futuros emprendimientos serios y sostenibles, dándole la categoría real a este sustantivo, tan utilizado en todos lados.

HANS BEHR LESCANO
ANTROPÓLOGO

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Autoempleo, Oportunidades
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