Carlos Parodi

La turbulencia política parece ser una de las características de los últimos tiempos en el Perú. Al margen de las razones, los problemas políticos son una marca registrada en la evolución del país. Nos estamos acostumbrando a los pedidos de vacancia, renuncias, conflictos entre el Ejecutivo y el Legislativo, etc. Y así solo se genera inestabilidad.

El ruido político tiene un impacto negativo sobre la recuperación de la economía. Existen varias razones. En primer lugar, cualquier decisión de inversión supone incertidumbre (nadie puede saber qué pasará en el futuro), pero también es cierto que vivimos en una incertidumbre aumentada debido a las contradicciones del gobierno, que parece no tener un rumbo definido. Como consecuencia, los inversionistas postergan decisiones y los consumidores hacen lo mismo, pues el temor a no saber qué puede pasar genera que prefieran esperar antes de endeudarse o realizar ciertas compras. La incertidumbre obliga a tener cautela y eso hace que la recuperación sea más lenta.

En segundo lugar, los estudios empíricos muestran que, desde el momento en que alguien invierte, pasan, en promedio, dos años para recuperar lo invertido y tres o cuatro años, dependiendo del sector, para obtener ganancias. El problema es que la inversión, que es la fuente principal del crecimiento, no está creciendo como debería. Las proyecciones de crecimiento de la inversión privada para 2022 son 0%. El fanatismo a veces hace pensar que eso no importa; pero es un error: si nadie invierte, ¿quién entonces, se encargará de contratar personas, es decir, crear empleo?

En tercer lugar, ¿por qué no mantenemos lo que funciona y mejoramos lo que no funciona? Entiendo que puedan existir muchos soñadores, pero los problemas de muchos ciudadanos son reales: no tienen empleo, seguridad, agua, etc. Eso hay que solucionarlo. Y para eso se requiere decisión política y conocimiento técnico. ¿Por qué se cree que con una asamblea constituyente esas personas que tanto necesitan, van a estar mejor? ¿Cuál es la conexión? La economía no es un acto de fe, ni tampoco es magia.

En cuarto lugar, la historia muestra que, si un gobierno tiene una mayoría de oposición en el Congreso o no tiene bancada, entonces tiene que ganarse a la población para poder gobernar con hechos concretos que eleven su bienestar. O tiene a la población y/o al Congreso. Lo que no se puede hacer es tener gobernabilidad sin alguno de ellos. La popularidad del presidente del país está cayendo y puede terminar sin ninguna de las dos. Ahora deberá recuperar a la población, en un contexto más complejo que cuando asumió el poder, hace solo dos meses.

La economía requiere estabilidad política en democracia para poder progresar. Aunque suene trillado, se requiere confianza y actuar en varios frentes. Solo quienes han invertido y arriesgado entienden a qué me refiero con confianza y credibilidad.

Tags:

Carlos Parodi, Entendiendo de Economía, Pandemia, Ruido político

Una externalidad es una falla del mercado, que aparece cuando una persona (natural o jurídica) realiza una actividad que afecta a un tercero, sea de manera positiva o negativa,  que no participó en la transacción.  Veamos ejemplos.

En el caso de la COVID-19 el impacto es negativo (el tercero se contagia), por lo que la externalidad es negativa; el costo puede ser la muerte de la otra persona. Pensemos ahora en el ruido y el motor defectuoso de un vehículo. A través del tubo de escape arroja un humo que es respirado por terceros, que nada tienen que ver entre el carro y su dueño. Nadie los compensa por el problema generado por el aire que tienen que respirar y si no existe una normativa adecuada seguirá existiendo ruido y contaminación a través de los gases producidos por los vehículos. Otro ejemplo: una mina opera en cierto lugar y los desechos tóxicos, producto de su proceso productivo,  son arrojados a un río y contaminan el agua que algunos kilómetros más allá, sirven a un grupo de agricultores para regar sus sembríos. En este caso, los agricultores reciben el daño sin que ellos participen de la producción de la mina.

En los casos mencionados, se trata de externalidades negativas a la producción, pero también existen al consumo, como por ejemplo, el daño que le produce a un tercero el hecho que una persona fume, pues se ve obligado a aspirar un humo que atenta contra su salud. Lo mismo es válido cuando un perro ladra durante la noche o cuando suena la alarma de un automóvil y se afecta a terceros en el sentido que afecta la paz y tranquilidad.

En el caso de los ejemplos todas son negativas, pero también las hay positivas, como los efectos positivos sobre toda la población de una campaña de vacunación masiva, como ocurre con la COVID-19. Lo mismo ocurre con la educación y salud en general. Si se dejan al mercado, solo podrían acceder aquellos que pueden pagar. La evidencia empírica muestra que sociedades con mayores niveles de educación funcionan mejor.

Ante ello, el Estado interviene para corregir al mercado e intenta influir sobre su comportamiento para proteger los intereses del afectado.  Es la llamada solución pública. [1] En el caso de la mina, los gobiernos pueden poner un impuesto por tonelada producida de modo de reducir la producción o regular. Así, mediante la regulación se puede hacer que ciertos comportamientos sean obligatorios o prohibitivos. En el caso del contagio por la COVID-19, penaliza a aquellos que salen durante la prohibición y/o a los que se reúnen de manera clandestina.  Desde luego que las opciones se piensan en función de los afectados, pero el asunto no es tan simple como parece, pues existen distintas opciones y cada una de ellas tendrá costos y beneficios.

Un elemento crucial en la solución de una externalidad es la credibilidad de los actores involucrados, en particular del gobierno. Si nadie cree en el otro, no hay solución posible, pues resulta imposible su implementación. No debemos olvidar que la confianza y el orden son los pilares de una sociedad.

[1] También existe la “solución privada” que consiste en que las partes se pongan de acuerdo en la solución al problema, pero no es una opción ante la COVID-19.

Tags:

Carlos Parodi, Entendiendo de Economía, Externalidad

Una de las grandes lecciones que dejará el COVID-19 será la necesidad de hacer reformas en sectores tan sensibles como educación, salud, pensiones e informalidad, entre otros. Hacerlas es difícil. Una reforma es un cambio y no es fácil llevarlo a la práctica ni tampoco se puede hacer rápido.

Hoy damos por hecho algunos rasgos de la economía que en su tiempo necesitaron reformas: la estabilidad monetaria, la responsabilidad fiscal y los bajos niveles de deuda pública como porcentaje del PBI son ejemplos. Ellos configuran la solidez macroeconómica que sin duda debemos mantener, pero que no se han manifestado como quisiéramos en el aumento de la calidad de vida de los ciudadanos. La razón es que no se han reformado los sectores que justamente conectan los resultados económicos con el bienestar. La “buena economía” no fue, no es, ni será suficiente. Hay que construir sobre ella.

El primer elemento para lograr poner en marcha una reforma es el consenso de la mayoría de los actores involucrados. No puede hacerse por un conjunto de iluminados.  De hecho, como todo cambio, las reformas enfrentarán el rechazo de algunos grupos de interés que no estarán dispuestos a perder los privilegios que reciben con el estatus quo; pero, más de lo mismo no es solución.

El segundo elemento es la forma de hacerlas; comenzar por proyectos pilotos en áreas específicas y no en temas tan grandes como pretender reformar todo el sector salud. La población tiene que ver primero resultados para luego apoyar la extensión del piloto a todo el país.  Este elemento se eslabona con el tercero. La única manera que una reforma tenga apoyo poblacional es que la ciudadanía vea resultados. Solo así creerá.

El cuarto elemento es una adecuada comunicación por parte de los responsables de implementar las reformas. La ciudadanía tiene que saber qué se va a hacer, cómo se va a hacer, en cuánto tiempo se esperan resultados, etc. Las reformas significan cambios y si vamos a cambiar, sopesaremos los beneficios y costos del cambio.

Siempre habrá oposición a las reformas, pero muchas veces no se sabe a qué ni por qué. Sin embargo, es un tema que tiene que trabajar el gobierno, con una agenda clara, en especial en el campo social. Si existen metas económicas, ¿por qué no existen en el campo social? La gente se opone a las reformas cuando no “siente” las mejoras.

En quinto lugar, la credibilidad es clave; por eso la mayoría de reformas se hacen al comienzo de los gobiernos y no hacia el final. El “cuándo hacerlas” importa tanto como el “cómo hacerlas”. Las reformas no se pueden hacer en un contexto donde la credibilidad de las autoridades está en caída. Por eso, aprovechar los buenos tiempos para hacer reformas es clave.

Los impactos de una reforma no son de corto plazo. Los gobiernos y los congresos deben ser conscientes de ello. Algún gobierno posterior obtendrá los beneficios. ¿Estarán dispuestos a ello?

Tags:

Carlos Parodi, Entendiendo de Economía, reformas

China está al borde de experimentar una crisis financiera, que podría poner en riesgo al mundo entero. La gigante inmobiliaria, Evergrande, tiene deudas por 300,000 millones de dólares y no las puede pagar. Similar situación ocurrió en setiembre de 2008 con el banco de inversión estadounidense, Lehman Brothers. Su quiebra precipitó la primera crisis financiera internacional del siglo XXI y puso de rodillas a resto de economías del mundo. Sin embargo, ¿qué es una crisis financiera?

Una crisis financiera es una crisis de sobreendeudamiento. Puede originarse en las familias, empresas o gobierno. Estalla cuando no pueden pagar sus deudas. En Estados Unidos explotó en 2008 y en Europa en 2010 y podría ocurrir en China ahora.

En el primer caso fueron las familias y el sistema financiero, y en el segundo, los gobiernos. En China, una empresa inmobiliaria. Las crisis financieras tienen una lenta solución, pues las deudas no se pagan rápido. Eso explicó la desaceleración de la economía mundial a partir de 2012. Hasta 2016 siguieron endeudados y, por eso, sus economías no se recuperaban. Los principales mercados a los que China vende su producción son Estados Unidos y Europa. Ante la crisis de 2008, China perdió compradores, pues los compradores, bancos y gobiernos estaban sobreendeudados y dejaron de comprar. China desaceleró su economía con efectos negativos sobre América Latina, que es su principal vendedor de materias primas. Por eso se desacelera. Ahora imagínese si la crisis estalla en China.

Hagamos una analogía con una familia. Si en un mes gasta por encima de sus ingresos, es porque usó sus ahorros o se endeudó. Pero si se terminan sus ahorros y mantiene el mismo nivel de gasto, entonces solo le quedará pedir más préstamos y llegará un momento en que los bancos no querrán prestarle, por su alto nivel de deuda en comparación con sus ingresos. Entonces, al no poder pagar, la familia entrará en una «crisis financiera». A partir de ese momento, la solución será gastar menos (ajustarse) y lentamente irá pagando lo que debe.

Lo mismo pasó en Estados Unidos y Europa y ahora está a punto de pasar en China. Vivieron por encima de sus posibilidades y ahora tienen que pagar y no saben cómo, pues no quieren bajar su nivel de gasto, pero lo tendrán que hacer.

Nadie puede gastar por encima de sus ingresos de manera indefinida. Las soluciones mágicas no existen. Las falsas promesas tampoco.

Endeudase no es malo, sobreendeudarse sí. Una familia está sobreendeudada cuando los pagos mensuales por todas sus deudas son mayores que el 30% de sus ingresos de ese mes.

Tiene dos opciones: rescatar o no rescatar. Si rescata crea un precedente y un incentivo para que las empresas que se consideran muy grandes para caer, tomen muchos riesgos porque saben que serán rescatadas. Si no rescata, puede caer la economía china y con ello arrastrar proveedores externos e internos, extendiendo la crisis al resto del mundo.  Seamos cautelosos y veamos cómo el gobierno chino enfrenta la crisis de Evergrande.

Tags:

Carlos Parodi, Entendiendo de eco, Evergrande

Estamos atravesando un período de turbulencia política que no le hace bien a la economía. La incertidumbre genera postergaciones de compras e inversiones que desaceleran la reactivación y el aumento del empleo.

Hoy más que nunca está claro que la política influye en la economía; no voy a caer en el deporte nacional de buscar culpables como si eso arreglara algo. Aquí no se trata de culpar a unos o a otros; el problema es que no confiamos en nadie ni en nada y en ese contexto es imposible que progresemos como sociedad.

Veamos a los países exitosos, entendiendo por exitosos aquellos que brindan altos niveles de bienestar a todos sus habitantes. Son países con alto nivel de confianza interpersonal. Entonces todo fluye. El gran reto que tenemos como sociedad es volver a confiar, si es que alguna vez lo hicimos.

Lo que pasa es que la economía no funciona en un vacío, sino en una realidad concreta. Y esa realidad se caracteriza por una desconfianza casi total. Entonces nos dedicamos a insultar y agredir a todos aquellos que piensan diferente. No somos una sociedad deliberante, en la que el debate alturado y basado en evidencia empírica nos lleve a lo más cercano a la verdad. La mitad quiere convencer a la otra mitad y si no lo logra, entonces la insulta.  No nos damos cuenta que así nos alejamos más unos de otros.

La cooperación puede hacer en economía que 2 más 2 sea 5. El conflicto hace que la misma suma sea 3. Vean como funcionan las sociedades con alta calidad de vida. Funcionan tanto el mercado como el estado, tanto el sector privado como el público. ¿Cómo así? Pues el mercado produce riqueza y beneficia directamente a través de buenos empleos a aquellos que tuvieron la suerte de estudiar, entre otras ventajas que les brindó la lotería de la vida. El estado cobra impuestos y con el dinero invierte en aquellos que no se pueden integrar tan fácilmente al mercado, a través de una educación de calidad, salud de primer nivel, seguridad ciudadana, acceso a agua potable y desagüe, etc. Son sociedades libres de corrupción. No se busca lograr cosas con trampa, sino se espera el turno. Son estados que usan bien el dinero que tienen en beneficio de todos.

Nuestra pregunta creo que tendría que ser, ¿cómo hacemos para que el entorno dentro del cual funciona la economía sea conducente a elevar el bienestar? Cada cinco años creemos que lo logramos en una en elección, para luego desilusionarnos. Los mismos que apoyaron a la persona que ganó se le voltean. Es historia vieja. Para desarrollar debemos crecer y reformar, pero por encima de todo, volver a confiar.

Lo que rodea a la economía es tan importante como la economía misma. Necesitamos mejores instituciones y aumentar el capital social, que simplemente se refiere a la confianza, tanto interpersonal como a aquella que tenemos en nuestras instituciones. Es urgente volver a creer para volver a crecer.

Tags:

bienestar, Carlos Parodi, Credibilidad, Economía, Entendiendo de Economía

La inflación es el aumento en precios y es controlada por la autoridad monetaria, llamada Banco Central de Reserva del Perú (BCRP). Cuando alcanza niveles altos, genera que las personas con menos ingresos no puedan comprar bienes y servicios que les permitan satisfacer necesidades básicas. Es similar a poner un impuesto a los más pobres.

Perú sufrió una inflación sin precedentes entre 1985 y 1990. Los precios subieron 22 millones por ciento (agosto 85-agosto 90). Desde 1990, la inflación bajó y hoy es un fenómeno controlado con éxito por el BCRP; tanto así que es una de las fortalezas de la economía peruana.

Para lograrlo, la modificación del marco institucional fue clave: hoy, el BCRP es independiente del Poder Ejecutivo y está prohibido de financiar tanto el déficit fiscal del gobierno central como bancos de fomento; tampoco puede establecer tipos de cambio múltiples. Todas, características de los años 80. Desde 2002, estableció un sistema de metas explícitas de inflación, que consiste en el anuncio de una meta de inflación anual, de modo de anclar las expectativas de la población hacia esa meta, que además es el único objetivo del BCRP. A partir de 2007, la meta anual es de 2% +/- 1%. Es decir, entre 1% y 3%. La inflación entre 2000 y 2020 fue de 2.4% como promedio anual.

No tiene una meta con respecto del tipo de cambio, aunque sí interviene en el mercado, comprando o vendiendo dólares para evitar fluctuaciones bruscas. Por eso, vemos que cuando el precio del dólar sube o baja, lo hace de manera suave. El BCRP no fija el tipo de cambio, sino que reduce lo que los economistas llaman “volatilidad”, pues el precio del dólar depende del mercado.

¿Y por qué no hace que los precios bajen, fenómeno llamado deflación? ¿No sería bueno? Claro que no. Le consulto, estimado lector, ¿usted invertiría, arriesgando su dinero, en un sector en el que observa que los precios están bajando? Yo tampoco lo haría. Lo que es bueno para unos (los compradores) no es bueno para otros (los vendedores). La deflación lleva a una menor inversión y, por ende, menor empleo, menor recaudación tributaria y más pobreza. Desde esa óptica, la deflación frena todavía más la economía, pues sin inversión no hay crecimiento ni empleo.

Lo ideal es que la inflación anual se ubique dentro de la meta del Banco Central. Más nos hace daño, pero menos también. En economía no todo lo que parece «obvio» es verdad. Y esto no es una cuestión de ideologías.

Para quienes no vivían o no recuerdan los años 80, les debe resultar difícil imaginar aumentos de precios de magnitudes impensadas. En los 80, la inflación fue originada por el exceso de emisión de dinero por parte del BCRP, por lo general destinado a cubrir el mayor gasto del gobierno central. Siempre es bueno recordar la historia para que no se repita. Por eso, no solo el BCR debe ser independiente, sino también su directorio debe estar conformado por expertos en política monetaria, despolitizados y sin conflicto de intereses.

Tags:

Carlos Parodi, Entendiendo de Economía, Inflación

Imagine que usted se acerca a una entidad financiera a pedir un préstamo. Antes de otorgárselo y definir la tasa de interés, revisan su historial crediticio, su situación actual y qué se puede pensar sobre sus ingresos futuros. ¿Y quién se encarga de hacerlo?  Pues existen instituciones especializadas en esa tarea. Las entidades financieras usan esa información para tomar la decisión. Un ejemplo es Infocorp.

Lo mismo pasa con los gobiernos: tienen deudas y probablemente requieran endeudarse más adelante. En ese caso, las calificadoras de riesgo internacionales hacen la tarea de evaluar a cada país y le ponen una nota. A mayor nota, menor riesgo futuro que el país incumpla con sus pagos. A menor nota, mayor riesgo y, por lo tanto, cuando el gobierno pida un préstamo, lo podrá tener, pero a una tasa de interés más alta. Entonces, la calificación refleja el riesgo futuro de no pago de la deuda. La información es tomada por los que le prestan a un gobierno (los que compran bonos) y en la siguiente emisión de bonos, lo más probable es que la tasa de interés sea mayor. En términos simples, será más caro endeudarse.

Desde 2008, Perú está en una categoría llamada “grado de inversión”, que es el nombre usado para los buenos pagadores. Si un país está por debajo de ese nivel, se denomina “grado especulativo” o alto riesgo. Cada “grado” tiene varios niveles. Perú aún se encuentra en grado de inversión, pero ha bajado de nivel dentro de la misma categoría.

Lo que ha pasado hace unos días es que la agencia calificadora Moodys nos ha bajado la nota; no lo ha hecho porque tengamos un mal historial, ni tampoco porque tengamos problemas de pago ahora. Lo ha hecho por las implicancias del entorno político actual. Moodys señala que “el entorno político continuamente polarizado y fracturado ha aumentado el riesgo político y ha debilitado materialmente la capacidad de formulación de políticas. Estas condiciones han afectado negativamente la confianza de los inversionistas y han dañado la resistencia económica peruana. Eso ha afectado de manera negativa las perspectivas crediticias de Perú a mediano y largo plazo”. El jueves pasado bajó la calificación de cinco bancos, por el mismo temor.

Es una mala noticia para el Perú. Y afectará a todos.  Las tasas de interés subirán, tanto para el gobierno como para cualquiera que quiera endeudarse para poner un negocio, tomar un crédito hipotecario o un préstamo personal. Eso afecta la inversión y por ende el empleo.

Dos conclusiones: primero, la fortaleza macroeconómica es indispensable; la prueba es que seguimos en grado de inversión. Segundo, la inestabilidad política es negativa; no podemos tapar el sol con un dedo, ni siquiera los más fanáticos. Tenemos que avanzar sobre las fortalezas que tenemos. Mantener lo que funciona y reformar lo que no funciona. Antes que nada, solucionar la inestabilidad política. Ahora más que nunca queda claro que la política y la economía no caminan por cuerdas separadas.

Tags:

Calificación crediticia, Carlos Parodi, Entendiendo de Economía, Moody's

La turbulencia política parece ser una de las características de los últimos tiempos en el Perú. Al margen de las razones, los problemas políticos son una marca registrada en la evolución del país. Nos estamos acostumbrando a los pedidos de vacancia, renuncias, conflictos entre el Ejecutivo y el Legislativo, etc. Y así solo se genera inestabilidad. El ruido político tiene un impacto negativo sobre la recuperación de la economía.

Existen varias razones. En primer lugar, cualquier decisión de inversión supone incertidumbre (nadie puede saber qué pasará en el futuro), pero también es cierto que vivimos en una incertidumbre aumentada debido a la turbulencia política. Como consecuencia, los inversionistas postergan decisiones y los consumidores hacen lo mismo, pues el temor a no saber qué puede pasar genera que prefieran esperar antes de endeudarse o realizar ciertas compras. La incertidumbre obliga a tener cautela y eso hace que la recuperación sea más lenta.

En segundo lugar, los estudios empíricos muestran que, desde el momento en que alguien invierte, pasan, en promedio, dos años para recuperar lo invertido y tres o cuatro años, dependiendo del sector, para obtener ganancias. Y aquí hay otro ruido. Usted, estimado lector, ¿se atrevería a decir qué medidas tomará el gobierno en los siguientes meses? Si lo vemos con ese horizonte temporal, es natural invertir lo menos posible y esperar.

En tercer lugar, ¿no ha sido así en todos los gobiernos previos, en el sentido de que, luego de elegido, mantuvo las líneas básicas de la estrategia económica? La respuesta es afirmativa. Los ciudadanos tenían altas expectativas al inicio del de PPK, del cual Vizcarra fue parte. No sé por qué razón, si se sabía que el Congreso estaba dominado por la oposición y que el entorno económico externo no era favorable, se creyó que la sola presencia del presidente cambiaría las cosas como por arte de magia. La economía no es un acto de fe, ni tampoco es magia. Luego vendría Vizcarra, quien cerró el congreso, pero no planteó reformas. Y ahora un gobierno lleno de contradicciones, con un presidente del partido que suelta ideas que solo aumentan la incertidumbre.

En cuarto lugar, la historia muestra que, si un gobierno no tiene el apoyo mayoritario del congreso, entonces tiene que ganarse a la población para poder gobernar. O tiene a la población y/o al Congreso. Lo que no se puede hacer es tener gobernabilidad sin alguno de ellos. ¿A quién tiene Castillo? Lo más notorio de su estilo de gobernar es que no aparece; eso no necesariamente está mal, sino que requiere de un primer ministro concertador y con muñeca política y tampoco lo tiene.

La economía requiere estabilidad política en democracia para poder progresar. Aunque suene trillado, se requiere confianza y actuar en varios frentes. Solo quienes han invertido y arriesgado entienden a qué me refiero con confianza y credibilidad.

Tags:

Carlos Parodi, Economía, Entendiendo de Economía, Ruido político

Planteo algunas precisiones económicas sobre el futuro del Perú.  El objetivo es tener claras ciertas necesidades del país, así como conceptos que reduzcan confusiones. Es positivo mantener lo que funciona y mejorar lo que no funciona, a partir de la evidencia empírica.

Primero, existe una necesidad impostergable de crear empleo. En 2020 se perdieron más de 2 millones de empleos en comparación con 2019. El empleo no se crea por decreto. Aparece cuando alguien invierte y contrata. Segundo, la inversión puede ser pública o privada. La primera representa el 20% de la inversión total, mientras que la segunda, el 80%. De cada 10 soles que se invierten, 8 son privados y aquí se incluyen a las MYPES, medianas y grandes empresas. Tercero, la mayor inversión crea más empleos y con ellos los ciudadanos tienen más ingresos y así aumentan el consumo. Las empresas producen más y se genera un círculo virtuoso.

Cuarto, crecer no es igual a desarrollar. El primero significa producir más, mientras que el segundo, elevar la calidad de vida de todos. Quinto, para conectar el crecimiento con el desarrollo, la evidencia empírica muestra que deben hacerse reformas para mejorar salud, educación, pensiones, etc. Sin ellas no es posible el desarrollo. Sexto, las economías que han brindado altos niveles de bienestar a sus ciudadanos han mantenido los cimientos y sobre ellos han construido el bienestar.

Séptimo, los cimientos son, en general, dos: por un lado, la independencia del Banco Central. Es un ente técnico y despolitizado que ha logrado que la inflación promedio anual del Perú entre 2001 y 2020 sea la menor de América Latina. Por otro, ser responsable en el manejo de las finanzas públicas. El gobierno tiene ingresos y gastos. El exceso de gastos sobre los ingresos fue alto en 2020. La diferencia se cubre con deuda. Ser responsable significa tratar de cuadrar los ingresos con los gastos, como lo haría cualquier familia con sus cuentas.

Octavo, la economía no es una lista de buenas intenciones; tiene límites. Por ejemplo, nadie puede gastar por encima de sus ingresos de manera indefinida. Noveno, la evidencia histórica muestra que la ecuación correcta es la siguiente: cimientos sólidos + reformas = aumento de la calidad de vida.

Décimo, es clave mantener los cimientos y comenzar a construir las mejoras que relacionen los buenos números macroeconómicos con el bienestar microeconómico. Y eso no se adivina, sino que se decide a partir de lo que funciona y lo que no funciona.

Definir qué hacer con la economía peruana pasa por tomar como base a la evidencia empírica. No estamos para experimentos. Sí para mejorar una serie de aspectos de la manera como funciona. Reformar sí, destruir no.

En todas las economías interviene el Estado, en mayor o menor medida. No existe ninguna en la que el Estado no haga nada. La pregunta es cuánto y qué debe hacer. La evidencia empírica histórica e internacional muestra que las economías que mayor bienestar brindan a todos sus habitantes son aquellas en las que el rol del estado está acotado, pero cumpliendo funciones claves. Pequeño pero fuerte.

Tags:

Carlos Parodi, Entendiendo de Economía, Precisiones económicas
Página 4 de 7 1 2 3 4 5 6 7
x