Economía

Durante la Baja Edad Media, periodo que comienza en el año 476 tras el derrumbe del Imperio Romano de Occidente y termina diez siglos después con el descubrimiento de América, la invención de la imprenta y la caída de Constantinopla, el mundo sufre enormes transformaciones económicas, las cuales dan origen al Renacimiento y al comercio fluido entre el Extremo Oriente y las ciudades mediterráneas y flamencas.

El transporte del oro, de la seda y del marfil, entre otras riquezas requeridas por las clases adineradas de Europa Occidental, fomentaron la navegación, el ejército y la marinería profesionales y la industria de los seguros de bienes y transportes.

Siglos más tarde, cuando la China realiza su tránsito del feudalismo al capitalismo burocrático, los jerarcas de esa enorme nación deciden re construir la ruta de la seda, como se le llamó en la Baja Edad Media a la ruta elegida por los mercaderes de esos tiempos para intercambiar las riquezas de Oriente y de Occidente, con beneficios tangibles para los mercaderes, los transportistas, los militares y los dirigentes políticos.

Luego de varios años de crecer a un ritmo vertiginoso, la economía china -convertida por los capitales europeos y norteamericanos en la gran fábrica de manufacturas para el mundo- comenzó un proceso de decrecimiento de ese modelo de capitalización, basado fundamentalmente en la inversión de las compañías occidentales en una economía con una buena infraestructura, una seguridad jurídica a prueba de balas y, principalmente, una extensa e inacabable fuente de mano de obra barata. Además, por cierto, de un mercado de más de mil millones de personas.

Pero como nada dura para siempre, el idilio entre la vieja China y el joven e impetuoso capitalismo occidental ha sucumbido a la guerra comercial entre el gigante asiático y los Estados Unidos, que ya son rivales sistémicos y han ido levantado a lo largo de los últimos años numerosas barreras a los intercambios de bienes, servicios, personas y capitales entre ambos países.

Así las cosas, China cada vez invierte menos en el resto del mundo y el resto del mundo no es que invierta menos en China, sino que directamente está repatriando capitales desde el gigante asiático. A eso se suman la postergación del proyecto del nuevo Canal de Panamá a través de Nicaragua y la cancelación de la carretera transoceánica que uniría el Mar Pacífico y el Caribe colombianos.

Dejando de lado los proyectos que demandan inversiones enormes y dudosas rentabilidades, los jerarcas chinos -conocidos como los ancianos de Pekín- han decidido invertir en los países amigos y vecinos, como Vietnam y los demás integrantes de la comunidad indochina de naciones.

En relación con ese último comentario, la Unión Europea adoptó en 2019 una regulación para restringir la inversión extranjera directa cuando esta ponga en riesgo la seguridad o el orden público, en un intento de poner coto a las acciones de terceros gobiernos para desestabilizar el continente.

Como resultado de estas políticas, basadas en la creciente desconfianza entre Occidente y China, la eficiencia ha quedado relegada frente a la geopolítica como motor de las decisiones, y términos como resiliencia y autonomía estratégica ya definen el nuevo paradigma. Palabras al margen, lo cierto es que la segunda economía del mundo está empezando a aislarse de Europa y de los Estados Unidos… y estos de ella.

Viviana Rodríguez
«Ya lo dijo Napoleón hace 200 años; cuando China despierte, temblará el mundo. Es la economía que más está creciendo dentro de los países emergentes“.

En Perú

China invierte en varios sectores en Perú, destacándose principalmente en finanzas, minería y construcción. En 2020, la inversión china en el sector financiero fue de $370 millones, cifra que casi se triplicó para alcanzar $942 millones al cierre de 2022. En el sector minero, la inversión de China asciende a $157,8 millones.

A pesar de que la mayor inversión se da en finanzas y minería, la presencia de China en el sector de la construcción es muy notable, especialmente debido a su participación en grandes proyectos como el Megapuerto de Chancay. En este sector, China ha invertido $7,2 millones y ha participado en otras obras importantes como las minas Río Blanco y Pampa de Pongo, así como en la Hidrovía Amazónica.

El creciente control de China sobre la infraestructura crítica de Perú ha generado preocupación. Según un informe de The Financial Times, el gobierno peruano no está prestando suficiente atención a los beneficios y amenazas que conlleva la entrega de estos negocios fundamentales al régimen de Beijing. Michael Stott y Joe Daniels informaron que incluso una fuente cercana al gobierno peruano confirmó estas preocupaciones, las cuales fueron comunicadas por Estados Unidos. «El principal problema es que el capital chino ha adquirido electricidad, minería y otras compañías. Geopolíticamente hablando, las inquietudes de EE.UU. estarían justificadas», señaló la fuente.

Alianza Perú-China

En agosto de 2023, el embajador peruano en China, Marco Balarezo, destacó la sólida relación bilateral entre Perú y China, subrayando los fuertes lazos comerciales y de inversión. El embajador de China en Perú, Song Yang, afirmó que China espera que el puerto de Chancay se convierta en el «Shanghái de Perú».

La alianza comercial entre China y Perú ha generado preocupaciones en Estados Unidos, especialmente debido a la construcción de puertos de “doble uso” por parte de China, los cuales pueden servir tanto para el tráfico de carga como para reabastecer buques de guerra de la marina de Beijing.

El tratado de libre comercio (TLC) entre Perú y China, vigente desde hace diez años, ha facilitado el desarrollo económico mutuo. No obstante, Estados Unidos, competidor global de China, observa con inquietud el creciente protagonismo chino en Perú y Latinoamérica. Según Carlos Aquino, director del Centro de Estudios Asiáticos de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, es natural que EE.UU. se preocupe por esta situación.

Como decía el gran historiador británico Arnold J. Toynbee, “todos los imperios nacen, crecen, se desarrollan y, finalmente, mueren como consecuencia de sus contradicciones internas y de los acosos externos”. En esa lógica, habría que ver en qué momento de su ciclo vital se encuentran la vieja China, la relativamente madura Europa y Estados Unidos, que nació en una fecha tan cercana como julio de 1776.

Como esos ciclos son diferentes entre sí, y han llegado a niveles de desarrollo similares partiendo de tiempos distintos, es preciso esperar con cautela qué llegará primero: la desintegración de Europa y los Estados Unidos o la autodestrucción de la China milenaria.

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China, Economía, inversiones, Perú

En casi todas las sociedades latinoamericanas se vivieron muchos cambios luego de ser parte de un fuerte ingreso de la globalización y algunas, sino muchas, reformas neoliberales que la precedieron, motivando la modificación de las perspectivas de los estados para entender y generar las formas de enfrentar los problemas que originaban la pobreza y generaban la exclusión, dando de esta manera un giro conceptual de las políticas sociales. Por esta razón, creo yo, que se puso en debate actual el tratar de encontrar el verdadero sentido de la aplicación de una política social, y de esta forma poder encontrar los mecanismos para atender este problema, poniendo énfasis en la llamada inclusión social.

Con la presencia de un nuevo orden mundial en materia económica se impulsan nuevas metodologías para aliviar la pobreza estructural de las poblaciones excluidas y necesitadas de apoyo en muchos sentidos. Por eso es válida la generación y en muchos casos la continuidad de programas asistenciales que buscan atender a priori las necesidades básicas insatisfechas, por ende la tendencia y misión actual es la de promover y fortalecer programas sociales que velen por las personas pobres y se consiga apartarlas de este círculo vicioso de pobreza, y por eso es que por ahí existen las transferencias condicionadas por subsidios monetarios, asistencias en la promoción de emprendimientos y/o generación de espacios de capacitación para el descubrimiento de habilidades innatas en la población para que puedan desarrollar auto sostenidamente crecimiento económico, de esta forma se va generando una gran cantidad de beneficiarios dependientes del Estado. Cuidado que estos planes generan dependencia en la sociedad.

Entonces, para el caso peruano no encontramos la diferencia, la situación como país latinoamericano es la misma, por eso me permito tratar de analizar dos situaciones que tendrían que revisarse con mayor profundidad y además es clave que las instituciones estatales involucradas en el tema de lucha contra la pobreza lo consideren para encontrar un camino óptimo para el desarrollo.

Advertir la dependencia es darnos cuenta que al ejecutar las políticas sociales, el beneficiario entra en una condición de espera, que lo motiva a generar dinámicas de subsistencia que dependen de la intervención directa del Estado, todo su desarrollo habitual toma como base de inicio las condiciones proteccionistas que le brinda la ayuda monetaria y su mínima estabilidad generada. El diseño de asistencia y protección no es malo pero la mayoría de las veces tienen un impacto de corto plazo y si no se le encuentra un cierre, los costos para la atención que genera esta dependencia implica un aumento del gasto social que no tendría retribución, sino que incrementaría los presupuestos, por ende, se conseguirá generar un vínculo extremo que será muy difícil de romper y por ende no es una salida sostenida de la pobreza. En resumen, son paliativos que se desintegran con el pasar de los años. Triste realidad, pero cierta.  

Por otro lado, promover la autogestión, el encontrar los mecanismos necesarios para revertir la pobreza y entrar en franca lucha para ello, hace que las posibilidades de la población beneficiaria incrementen y los fortalecimientos de sus habilidades y capacidades, los emprendimientos promovidos o las vinculaciones laborales, tendrían un efecto de sostenibilidad, creando autonomía y el comienzo de lograr ciertas estabilidades económicas. De esta forma, la política social que promueva la autogestión encontrara niveles de impacto al observar que se puede ir superando la pobreza de a pocos, permitiendo además la inclusión de más personas en los circuitos económicos, de la provisión de servicios. Son dos caras de una misma moneda, exageradamente vinculadas.  

Muchos beneficiarios asistidos por los programas sociales presentan características que validan su situación económica y los presenta como potenciales pobres, son parte de fichas de atención que certifican su condición, sin ellas no habría asistencia monetaria o de cualquier tipo, pero ayuda al fin, y esta situación genera pasividad y subsistencia pura. Por otro lado también, los mismos beneficiarios por lo general también son considerados con características resilientes que permitirían la autogestión, el cambio y crecimiento autosostenido. Los emprendimientos permitirían, por ejemplo, la existencia de circuitos comerciales que ayuden a salir de la pobreza. 

Sin embargo, la apuesta por salir de la pobreza esta anclada con la duda de tener lo seguro. La población curiosamente entiende que la formalización que sustente su mirada autogestionaria, de superación económica, quita la asignación de recursos asistenciales. Es muy cierto que las funciones del Estado son absolutamente necesarias, como ordenador y protector de los intereses nacionales de los pobladores, la gran tarea de reactivar la economía, y la atención de poblaciones vulnerables no debería traslaparse. Lo pongo mas sencillo: “Te subsidio como pobre extremo, te saco de la pobreza, tú decide” “Formalízate y comienzas a salir de pobre” “saliste de la lista de extrema pobreza ya no recibes nada”. Cuidado con eso, no debemos sin pensarlo promover la informalidad. Somos un país emprendedor, si emprendemos hagámoslo con seriedad y el estado deberá ser parte de esta discusión, y lograr la inclusión social.

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Autogestión, Economía, Globalización

En los años 90 del siglo pasado, estando aún en la universidad, uno de mis primeros trabajos de campo marcó ese camino que los siguientes años se encargaron de fortalecer en mí la pasión por la antropología: la realidad urbana tradicional, los barrios históricos, los barrios antiguos muy limeños motivaban mirar comparativamente a aquella población que había conquistado grandes espacios y que ya criaban terceras generaciones de nuevos limeños en lugares que habían sido habitados productos de las llamadas “invasiones”. Una realidad que sin dar cuenta avizoraba un gran tema a tratar a futuro cercano, el pase al siglo XXI, y la gran “conquista de Lima”.

Mi trabajo, comparaba jóvenes de los Barrios Altos frente a jóvenes del distrito de el Agustino, propiamente la primera etapa de la Cooperativa Huancayo, demás está describir que aquella población había establecido una red social del centro de nuestro pais, y por allí se explica el nombre de la cooperativa. Los barrios tradicionales contaban con jóvenes que en su mayoría mostraban características muy conformistas, muy metidos en los proyectos de corto plazo, la sociedad de las esquinas primaba en las juventudes, junto con la salsa y a veces el rock, mientras que muchos jóvenes de la cooperativa Huancayo tenían una mirada más cuesta arriba, proyectos largos y las conquistas habían sido su pan de cada día, la luz, el agua, las pistas y Chacalón era verdaderamente el descriptor de su historia. Momento clave perdido para el aprovechamiento pensado para el desarrollo y crecimiento socioeconómico.

  En los años 90, repito esta comparación barrial se podía dar, aun existían esas marcadas diferencias poblacionales, aun había rasgos culturales que condicionaban actitudes y la cultura y la personalidad se veían asociadas. Pero luego de muchos años, esta historia se equilibró y la zona urbana se hizo una y la pobreza urbana se estancó y se perdió en el olvido. La ciudad “no es pobre” pareciera pensarse.

A simple vista no interesa tal resumen y descripción, sin embargo, sirve para pensar una realidad que motiva muchos temas de análisis a futuro, pues los barrios tradicionales como los Barrios Altos por ejemplo se han estancado, ya las casas señoriales son almacenes de emprendedores y negociantes, la historia comienza a tener amnesias en la población y los barrios que fueron emergentes, ahora entran en ese conformismo y la cascada de decepciones sociales alimentan los estudios de la historia de la población en el Perú.

Pues bien, ahora se habla de pobreza urbana que, como forma de exclusión económico-social, es un problema grave y las dimensiones en el que se advierte son las dificultades de acceso al trabajo principalmente vinculante a otras carencias, aquellas que sufren las personas para alcanzar una vida digna, bien sean de salud, educación y cualquier otra, independientemente del lugar de la población afectada. Sin embargo, es importante conocer las brechas en que se manifiestan a fin de poder diseñar políticas adecuadas para atenderlas. En las últimas décadas las situaciones de privación que padecen las personas han ido mostrando cada vez más formas diferenciadas según habitan en zonas urbanas o rurales. Con la salvedad que los rurales, por cuestión natural tienen más posibilidades de ser atendidos y de crecer en emprendimientos comunales o desarrollo productivo agrícola, por esa razón es que los nuevos enfoques metodológicos de medición de la pobreza hacen la salvedad para el estudio de la pobreza urbana y rural; y, sobre todo, para conocer los procesos de empobrecimiento que hacían surgir esas formas específicas y distintas de pobreza en una y otra área.

He allí entonces una explicación de ambas partes. La sociedad sin asistencia, conocimiento y acompañamiento se estanca, se vuelve conformista y lo peor de todo invisible. La mayor pobreza que existe está en las zonas urbanas tradicionales, el olvido de los barrios antiguos que rodean Lima es latente y el caos y los temores que se viven son producto de la falta de atención. Las autoridades mucho miran a los cerros y la atención siendo necesaria es muy lírica, muy asistencial, y no está mal, pero los cerros son emprendedores, son comunales, son diferentes. En la ciudad tradicional, hasta las polladas ya perdieron la esencia de la ayuda en cooperación. 

Hay mucho pues por desarrollar, mientras ustedes seguro dicen, qué mirada tan corta de la pobreza urbana en el Perú, y yo les respondo, NO, las consecuencias las genera el mismo Estado. Hace muchos años un estudiante se dio cuenta que el conformismo de la ciudad pasaría factura, los primeros “conquistadores” se sumaron al conformismo y esto se repetirá siempre que haya falta de oportunidades, de mirada, de lectura, de atención. 

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Conformismo, Economía, Urbano

El tema del emprendedurismo requiere obligadamente de un concienzudo análisis económico y social, pues se siguen presentando temas de vital importancia que entiendo necesitan una mirada seria. Las movilidades sociales continúan, los péndulos económicos “de hecho” están existiendo con más fuerza en todas las capitales del pais, las redes sociales humanas se fortalecen cada vez más y no solo dependen del mundo digital, sino que se siguen transmitiendo a nivel de lo presencial, se convierten en un instrumento, la interculturalidad trae consigo nuevos temas por descubrir, nuevas sociedades, muchos cambios sociales también, lo competitivo abre paso a la búsqueda de estrategias a nivel social y claro está a nivel de estado. Ya pasó el tiempo de jugar a ser emprendedor y acuñar esa palabra a toda apuesta momentánea de necesidad, ya es tiempo creo yo, que los emprendedores apuesten por la seriedad que una oportunidad económica de crecimiento y desarrollo les llega, esa empresa debe pasar la barrera del tiempo mínimo establecido por las experiencias vividas en la brega de subsistencia. 

Me parece, que no estamos teniendo la lectura fina de entender que, en esta coyuntura global y mundial, cada vez estamos más motivados a las libertades laborales, a la independencia horaria, o mejor dicho a la empresa hecha a la medida. El emprendimiento es considerado en muchos países como activos económicos que deben ser trabajados, apoyados y seguidos de manera adecuada, pues comienzan a generar pequeños espacios que singularizan la forma en que vivimos y trabajamos. Con éxito, muchas innovaciones pueden variar los niveles de vida, además de crear riqueza, también crean puestos de trabajo y sientan bases modernas para construir una sociedad más prospera. 

En el artículo anterior, mencionamos al campesinado como la unidad productiva por excelencia que soporta todos los cambios económicos y que es vital para la construcción de un gran cambio dirigido por el estado, para ello es muy importante poder integrar los conceptos del emprendimiento con la educación, con la sostenibilidad que brinda el fortalecer capacidades innatas del poblador rural, afianzar las familias para que desde sus conocimientos empíricos y tradiciones culturales de trabajo colectivo puedan generar grandes empresas, donde la asociatividad, venza los egoísmos individuales. Las familias campesinas deben asociarse y con el apoyo del estado, comenzar a hacer frente a los obstáculos cotidianos que los monopolios generan. Los “trucheros”, los “alpaqueros”, los lecheros” y todos aquellos pobladores que busquen obviar los intermediarios tienen la posibilidad de emprender a nivel de sus familias y sus comunidades.

 El ideal de una cultura emprendedora es innovar, es liderar con inteligencia, crear siempre condiciones positivas para la acción y el éxito, es cultivar una mirada consciente y real frente al crecimiento y a la riqueza, así como las habilidades para tomar riesgos, adaptarse y transformar lo pensado en realidad. Para ello las familias rurales constituyen una buena base de apoyo.

Los emprendedores rompen con las ofertas tradicionales existentes, presentan nuevos o renovados productos o afinan los servicios, dando lugar a la creación de nuevos puestos de trabajo y que en ocasiones produce un efecto de cascada o círculo virtuoso en la economía al desarrollar nuevos negocios satisfacen las necesidades de la población y por ende del pais, generando gran incremento en la productividad. Así es como se genera más y mejor empleo que contribuye a un mayor valor agregado de la economía. El empleo y el trabajo también se puede quedar en el sector rural.

Me reafirmo en pensar que los emprendimientos individuales y colectivos son definitivamente un motor para el crecimiento de un pais. Tanto así que ya han sido incluido en la agenda política de muchos países, con políticas públicas, con programas con normativas que garantizan el buen desarrollo de esta actividad, en consecuencia, el pais debe considerar este fenómeno económico y social y hacerlo parte de una estrategia para el crecimiento. Y el sector rural es clave. Repito.

Haciendo un rapidísimo recuento de como en el Perú se trabajan las políticas sociales, podemos partir en primera instancia que no se consideran los emprendimientos como un tema social y mucho menos laboral. Los programas sociales en el Perú siguen siendo asistenciales, temporales y a veces eternos por un lado y en otros un tanto desfasados cuando de capacitación para el trabajo se habla. Falta una gran mirada social, cultural, de afinamiento en estrategias consensuadas y avaladas por el mismo actor involucrado. Es por eso que para plantear un desarrollo económico el reto es sensibilizar a la política, a las instituciones, a los empresarios, para que todos ellos consideren como agentes de cambio a aquellos grupos que suman en recursos primarios y transformables, las familias campesinas, en este caso específico. De esa forma la economía y a la sociedad tendrán un impacto positivo. 

Por otro lado, es muy importante también, que los programas sociales consideren los escalones que la economía construye día a día entre la población, se fije en la verdadera necesidad de la población en general, la rural y la urbana también, (no quiero olvidarme de lo urbano), los autoempleos deben tomar forma de emprendimientos monitoreados y estratégicamente útiles para un crecimiento pais. 

Dar la alternativa de cambio a un poblador o una familia rural, que necesita ayuda es darle un instrumento para construir su desarrollo. No todo es asistir, el acompañamiento de las capacidades y fortalezas en el poblador peruano permite ver éxitos empresariales en todos los niveles, como ya se ha escrito, desde las empresas comunales hasta las innovaciones que la cultura te permite. Los andes y la amazonia saben emprender también, las familias saben emprender, solo es cuestión de captar la idea de desarrollo y escucharlos.

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Economía, Emprendimiento, familia, rural

Todos deben coincidir en que la generación y la aplicación de las políticas públicas son realmente importantes, puesto que brindan el marco general para un trabajo coordinado y de cumplimiento obligatorio por parte de las instituciones que son involucradas en las intervenciones estipuladas. Sobre todo, desde un Estado que centraliza y en la práctica convierte a los gobiernos locales de alguna manera en solo agentes de intervención, pues el poder adquirido por éstos que les permitiría tomar decisiones propias sobre su esfera de competencias, muchas veces es limitado por múltiples razones. Una razón, supongo, es la carencia de definiciones estándar que se maneja desde el gobierno central y los espacios regionales. Aunque parezca imposible, es una verdad.

Es por esta razón que muchas políticas nacionales que apuntan al desarrollo de todo lo denominado rural, han sido estructuradas y se manejan tomando como base los conceptos que se explican desde lo urbano o desde la ciudad propiamente.  Siendo recurrente la debilidad que se muestra, creo yo, al momento de intervención. Cabe decir que no es exclusividad que “lo rural” sea visto solo por los gobiernos regionales con fuertes componentes en lo rural, pero si es muy importante su presencia en la construcción de políticas de atención. Por eso es necesario de que los ejecutores de las mismas estén bien capacitados y sensibles a la realidad. 

Es necesario entonces, que el concepto del tema rural debería construirse desde el conocimiento del espacio y la propia región donde se trabaja, viendo las densidades poblacionales, las particularidades y colectividades, la cultura, la organización social, el trabajo que desarrollan propiamente, las múltiples características diferenciadas, pero lo más importante, es tener bien claro cuál es su base estratégica de subsistencia. Y apuntar a trabajarla, fortalecerla, potenciarla y canalizarla para un desarrollo auto sostenido que permita su ingreso a un mercado mayor. Dicha base estratégica es la agricultura. Con la Agricultura surge un sector social que es definido normalmente como la unidad económica campesina familiar, cuya modalidad de producción se caracteriza porque la fuerza de trabajo y los medios que tienen para trabajar en el campo, se constituyen en un solo valor, constituyendo de esta manera la muy conocida categoría social que representa la mirada al campo: La familia campesina.

Ahora bien, plantear y/o sustentar el ingreso de un modelo de economía capitalista al agro no tiene por qué hacer desaparecer el modelo de organización campesino tradicional, donde es la familia la base de la producción, y que mantiene una modalidad de economía local, pero para entrar en esa apuesta, se debe considerar entre muchas, estas interrogantes: ¿Qué rol cumple la cultura para una resistencia hacia el cambio? ¿Qué papel juegan la organización social (el parentesco) en la defensa de la cultura tradicional? Teniendo las respuestas, se podría conseguir que toda propuesta para el desarrollo tenga la oportunidad de avanzar y de fortalecer al campesino. Este modelo de organización socioeconómica campesina basado en la familia es tan fuerte, que resiste cualquier crisis y valida cualquier cambio. El medio rural es representado por la familia campesina, cuya lógica económica de producir bienes transables, en franca sumatoria con más familias, generan redes y podrían tener efecto quizás sobre los precios en los mercados locales y regionales y aunque parezca paradójico, la práctica económica tradicional campesina, que se basa en una unidad básica de producción, de trabajo familiar, se podría constituir en la base también de una futura economía de mercado muy aprovechable desde el sector rural.

En conclusión, volteando la mirada y reconociendo en la familia campesina, en el agro, en la práctica económica tradicional campesina, basada en su unidad básica de producción, el grupo familiar, es un aliado, en lo económico, de una entidad superior, la economía de mercado el verdadero significado y valor que posee el sector rural, se tendría la oportunidad de comenzar a trabajar varios temas con mayor firmeza, identificando una vez más, en este sector, su espíritu resiliente. La mirada hacia la agricultura debería ser renovada, el campo mismo es una necesidad, darle juventud a los que trabajan la chacra, (ahí vendrían políticas con respecto a este tema) construir y fortalecer la asociatividad, generar los péndulos económicos, aprovechando del fenómeno migratorio los retornos estacionarios, es decir, entender y fortalecer la mirada de la familia campesina emprendedora, darle mayor valor. El Pais es rural y urbano como muchos otros países, las redes están construidas, lo social es fundamental para la generación de propuestas, lo económico es la base para fortalecer y sustentar dichas propuestas, la articulación de instituciones, etc. Respetemos el campo, el sector rural es clave.

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agricultura, campesino, Economía, redes

[PIE DERECHO]  Si alguien pensaba que luego del desastroso año pasado, el gobierno entendería la urgencia de emprender reformas, algunas al menos, y de enderezar rumbos en materia política y económica, ya debería ir descartando esa remota posibilidad.

Los hechos recientes (participación irregular del hermano de la presidenta, mantenimiento de la coordinación con un Congreso corrupto y mediocre como pata de la mesa gubernativa, recule en el escandaloso caso de Petroperú, etc.), ratifican que este régimen no percibe el sentir de la calle y ello se corrobora con la torpe visita de la presidenta a Ayacucho, lugar sensible por los muertos con responsables encubiertos, y que ha merecido una bochornosa y repudiable agresión contra la propia primera mandataria.

Es una lástima que los dos bicentenarios significativos de la república, 2021 y 2024, transcurran en medio de la grisácea conformación de una coalición de poderes que a nada bueno va a conducir, como ya se aprecia en la persistencia en el error de uno de los socios y la tenaz recurrencia en los autoritarios manotazos institucionales del otro.

El personaje políticamente más inteligente del gobierno es el premier Alberto Otárola. En su haber figuran el control de la conflictividad social y el aseguramiento de un pacto con el Congreso que garantiza la estabilidad política del régimen, pero él debe saber que ambos logros no son ni remotamente suficientes para alcanzar una cuota de virtud en una gestión mediocre como la que regenta.

Como se ha dicho, pedirle reformas al gobierno de Dina Boluarte es un exceso político. Lo que sí cabe exigirle, sin embargo, es que en dos materias de gobernabilidad básica, como son la salida de la crisis económica y el alivio de la inseguridad ciudadana, arroje resultados tangibles.

Ambos temas están en la cancha de Otárola, el todopoderoso. La presidenta confía aún en él (a pesar de sus fricciones con el hermanísimo), pero ese cheque interno en blanco, no lo está sabiendo usar el Premier, como no sea en asegurar su permanencia, olvidándose de que su tarea primordial es mejorar la calidad de vida de los ciudadanos. Ese es el quid de todo gobierno y parece estar fuera de la agenda oficial.

La del estribo: notable el ciclo de cine peruano que organiza el Centro Cultural de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Películas como El caso Monroy, El sueño de Ariana, Las cautivas, Rojo profundo, La decisión de Amelia, La erección de Toribio Bardelli y otras, en temporada que va hasta mediados de febrero. Entradas en el propio CCPUCP y en Joinnus.

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Crisis económica, Economía, Premier Otárola, Urgencia de Reformas

[PIE DERECHO]  Como lo venimos sosteniendo desde hace años -y lo seguiremos haciendo hasta el hartazgo-, los riesgos de la democracia peruana y su proyección económica, no provienen solamente de una izquierda que, como la peruana, no tiene nada que aportar al país, como no sea autoritarismo y destrucción de la economía, sino también de una ultraderecha populista, que felizmente no ha agarrado cuerpo y difícilmente lo hará luego del fiasco gubernativo de Rafael López Aliaga.

Con mayor razón la urgencia de que se consolide un frente de centroderecha, cuya centralidad transite por la necesaria reconstrucción de instituciones como el Ministerio Público (hoy absolutamente degradado), el Poder Judicial, la Policía y las Fuerzas Armadas, la reforma política, la construcción de un eficaz sistema de salud y educación públicas, etc., pero que no descuide un ápice la urgente e imperativa apuesta por una vigorosa economía de mercado, capaz, solo ella, de hacernos recuperar la senda del crecimiento económico, única vía de reducción de la pobreza y de reinstalación en la pendiente progresiva que habíamos logrado entre mediados de los 90 y la primera década de este siglo.

En el Perú reciente no se ha hecho casi reforma alguna en los últimos lustros, ni siquiera en los tiempos de vacas gordas, y ese déficit nos estalló en la cara con el triunfo de Pedro Castillo. Lamentablemente, nos ha tocado en suerte un gobierno cargado de medianía como el de Dina Boluarte, del cual sería iluso esperar reformas de algún tipo, y esa estabilidad mediocre abona en favor de los candidatos que ofrecen patear el tablero del statu quo el 2026.

Con mayor razón se impone una urgente coalición democrática que no solo aumente las posibilidades de un triunfo electoral, sino que el mismo vaya acompañado de un respaldo parlamentario que la libre de las recurrentes crisis políticas que han hecho que en los últimos siete años tengamos cinco mandatarios.

Desde la sociedad civil sería saludable que haya presión hacia la clase política ubicada del centro hacia la derecha liberal, para que constituya un gran frente electoral, que sirva de contención a la izquierda en su conjunto (ni la versión moderada se salva) y a la ultraderecha conservadora y autoritaria que insiste en alcanzar protagonismo impulsado por la ola regional.

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#Reconstruccion Institucional, centroderecha, Democracia, Economía

[PIE DERECHO] En el Perú, como bien señala Walter Bayly, ex CEO de Credicorp, en entrevista a Semana Económica, no vamos a crecer de modo superlativo de acá hasta el 2026 debido a que se va a mantener flotante la inversión privada, el principal motor de nuestro crecimiento.

Razones para ello hay de dos tipos. Una de responsabilidad gubernativa. Otra de responsabilidad de los partidos de centro y de derecha.

La primera pasa por el poco peso político de un MEF liviano, que no tiene la fuerza para detener los exabruptos fiscales de otros ministerios. La presidenta Boluarte debería hacer algunos cambios en su gabinete para consolidar uno más amigable con la inversión privada. Ello pasa por buscar un nuevo ministro de Economía y Finanzas, pero también otra persona que ocupe el cargo de ministro de Energía y Minas (el actual solo se desvela por relanzar Petroperú y no por alentar la inversión minera) y, ya si queremos redondear la faena, convocar a un nuevo titular de Transportes, que el actual no da pie con bola.

Quizás la salida del premier Otárola pueda esperar algunos meses. Es él el pivote de estabilidad de un gobierno precario, pero tendría que tener la cintura suficiente para saber sacar de sus cargos a sus propios alfiles (como el ministro Álex Contreras) y asumir que lo pueda reemplazar alguien con juego propio, como ha sido tradición con los mejores ministros de Economía que el Perú ha tenido en las últimas décadas, quienes tuvieron a presidentes del consejo de ministros que los supieron respaldar aún a sabiendas de que ello suponía un relativo compartimiento de poderes.

La segunda transita por la altísima incertidumbre que generan las elecciones del 2026, en las cuales la propia situación económica -con el consecuente aumento de la pobreza- alienta la creación de condiciones propicias para que discursos radicales prendan.

Y del lado de las fuerzas políticas pro inversión privada se aprecia una lamentable irresponsabilidad al no estar dispuestos a lanzar una suerte de Concertación chilena, pero de centroderecha, capaz de aplanar los riesgos de que uno o hasta dos candidatos disruptivos radicales pasen a la segunda vuelta definitoria, lo cual sería una tragedia de proporciones bíblicas para el futuro de la economía y la política peruanas. Mientras esa amenaza siga latente, no habrá inversionista privado que se la juegue.

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crecimiento económico, Economía, Inversión Perú, política peruana

[PIE DERECHO] El solo hecho de que ante la presunción de su salida, el aún ministro de Economía, Álex Contreras, haya pretendido irse tirando un portazo al gobierno que lo ha colocado en el puesto que ocupa, acusando “falta de transparencia”, ya debería ser causal de despido.

Si a ello le sumamos una gestión ineficaz, mediana, que no está a la altura del desafío enorme que tiene al frente, sobran las razones para que la presidenta Boluarte o el premier Otárola, busquen su reemplazo en el lapso más inmediato posible.

El manejo económico no requiere arreglos cosméticos sino una reingeniería estructural. El modelo económico instaurado en la década de los 90, ha ido siendo trastocado a paso lento, pero firme, desde el gobierno de Ollanta Humala, y los efectos los sufrimos hoy, con la recesión en curso, la pérdida de confianza, las bajas tasas de crecimiento (cuando nuestro potencial es alto) y el terrible dato del aumento de la pobreza.

No basta por ello con respetar el manejo monetario del BCR o ajustar las cuentas fiscales (lo que, dicho sea de paso, este gobierno no está haciendo), para que la economía se enderece y volvamos al círculo virtuoso de aumento de la confianza empresarial, inversión privada, crecimiento del PBI y reducción de la pobreza.

Se debe volver a desregular las actividades económicas, potenciar los organismos reguladores, fomentar la inversión promercado, sacar los proyectos mineros trabados, privatizar lo que resta por privatizar (Petroperú, Sedapal, Córpac, etc.), y la suma de todo ello generará la atmósfera económica necesaria para volver a enrumbar al país por la senda del desarrollo que habíamos seguido hasta el 2011, con los impresionantes resultados obtenidos.

La única forma de revertir la espiral descendente de la economía pasa por hacer reformas estructurales nuevamente. Si no se hacen, seguiremos atrapados en la recesión o el bajo crecimiento, que ya no se explican solo por la pandemia o por las protestas de fines del 2022 e inicios del 2023.

Un ministro que se presta a la lógica política de diseñar un aumento exorbitante del gasto público, tan solo para revertir la baja popularidad del régimen, y que cree que con ello basta para remediar la crisis económica, no es lo que el Perú necesita en estos momentos.

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Desafíos Económicos, Economía, Gestión Ministerial, Reformas estructurales
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