reformas

Hay muchas reformas gruesas que acometer para construir o reconstruir el sueño republicano: la profundización de una auténtica economía de mercado, la mejora radical de la salud y educación públicas, la reforma político-electoral, la limpieza del Estado corrupto en el que nos hemos convertido, la fallida regionalización, etc. Junto a ellas, y en destacado lugar, debe estar la lucha contra la inseguridad ciudadana.

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Minería Ilegal, narcotraficantes, reformas, seguridad ciudadana

Más bien, mientras se diseña una reforma del ejecutivo en consenso político con el horizonte de las elecciones generales del 2026, lo que se debería hacer es recomponer el programa de Reconstrucción Con Cambios y enfocarlo en estos próximos 3 años a trabajos de canalización de ríos, expansión de salida de ríos al mar, descolmar cauces, trabajar en conjunto con los Gobiernos Regionales para una redefinición de zonas habitables en laderas y cuencas, y la consecuente reubicación de las familias vulnerables.

Quien lleve las riendas de la ARCC debe ser un profesional experto en gestión de proyectos, altamente calificado, pragmático y con comprobada probidad, que pueda estar rodeado de los mejores técnicos con similares características, para priorizar y ejecutar las acciones pertinentes en estos 3 años.

En paralelo, urge que se inicie la discusión de la reforma del ejecutivo, para pasar de una burocracia del siglo XIX a una del siglo XXI, con la cuarta revolución industrial encima, la cual nos obliga a implementar políticas públicas que combinen técnicas avanzadas de producción y operaciones con tecnologías inteligentes que generen un nuevo valor e integración en las organizaciones, las personas y los activos.

Una parte consiste en definir o unificar Ministerios, por ejemplo, es necesario juntar Midis con Mujer, Pesca con Agricultura, pasar Mypes a Mincetur, reorientar Minedu en Ministerio de Formación, Ciencia y Tecnología, la creación del Ministerio de Obras Públicas, entre otras reformas posibles.

Pero aún es más importante definir sus roles, sus procesos y sus objetivos, con el convencimiento de que el uso de las tecnologías inteligentes más que una necesidad, son herramientas vitales para el desarrollo del bienestar de nuestras sociedades.

Porque la lluvia, la lluvia caerá…

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ANI, desastre natural, Gobierno, Perú, reformas

3.- Salud Pública. Uno de los rasgos de calidad de vida y dignidad ciudadana en el mundo es la provisión universal de un servicio de salud pública para los pobres, para aquellos que no pueden pagar una clínica privada o un seguro médico. El desastre conjunto de EsSalud y el Minsa requiere una cirugía mayor y cambios normativos importantes, que pasan por el Congreso. Fórmese una comisión de expertos que debata seriamente qué hacer con el entuerto y que se apruebe un paquete legislativo que remedie el problema. Recursos hay en el sector -se han multiplicado varias veces en las últimas décadas-, pero la trama corrupta de mafias enquistada en el mismo impide que el ciudadano de a pie reciba un trato mínimamente digno. Es éste uno de los servicios esenciales de inclusión social y su falla estructural es una fábrica de antisistema y de portavoces de rencores muy profundos.

La del estribo: muy recomendable, como siempre, el tercer número de la revista Ojo Dorado, que publica el ICPNA, bajo la dirección de Alberto Servat. Entre muchos otros temas, contiene este número el testimonio del cineasta alemán Werner Herzog haciendo un repaso de su relación con la Amazonía, a propósito de cumplirse 50 años de Aguirre o la ira de Dios; un adelanto de la autobiografía de Susana Baca; una conversación entre Ana de Orbegoso y Natalia Iguiñiz. Y mucho más.

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Congreso de la República, reformas

Nos encontramos en una crisis democrática, en donde se están vulnerando las principales instituciones y generando un contexto propicio para los autoritarismos y las restricciones de libertades fundamentales. El escenario es grave y debe generar la alerta de toda la ciudadanía, al menos de la que cree en la democracia como sistema político idóneo para vivir en cierta armonía. 

En este contexto la demanda de una Asamblea Constituyente es contraproducente. Y digo esto convencida de que, aunque el país necesita una nueva constitución que responda a las grandes demandas de la población y ponga barreras a las múltiples exclusiones; para la construcción de este nuevo pacto social se necesita una clase política honesta, alejada de la corrupción, comprometida con los valores y principios básicos democráticos y el Estado de derecho. El escenario que tenemos no es ese, sino todo lo contrario. 

Toca a la sociedad civil encontrar salidas a la crisis, a los liderazgos sociales realmente comprometidos con la igualdad y la no discriminación promover articulaciones que contribuyan a dar una respuesta dialogante y de consensos, con mínimos que no pueden transgredirse por afectar la dignidad humana. Difícil tarea.  Aunque es penoso decirlo, por ahora que se vayan todos.

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LGBTI, reformas

Con la complicidad del gobierno, no solo representado por la bancada de Perú Libre sino también por el propio ministro de Educación, Rosendo Serna, quien ha enfilado baterías contra la Sunedu, el Congreso pretende tirarse abajo la reforma universitaria.

Quiere extenderle plazos a las universidades no licenciadas abriendo irregularmente las puertas para que las estafas educativas perpetradas por ellas vuelvan a desplegarse y, además, busca concederle nuevamente poderes a la felizmente extinta Asamblea Nacional de Rectores, responsable del descalabro académico de las casas superiores de estudio en el Perú (situación de la que recién estamos saliendo, de a pocos, gracias precisamente a la reforma universitaria realizada, que los parlamentarios han decidido desmontar).

Curiosamente, el operativo de demolición es liderado no solo por la izquierda radical sino también por los partidos de la derecha, que demuestran una vez más no entender un ápice de las reformas institucionales. Para ellos, solo se trata de instalar el capitalismo salvaje, sin cortapisas democráticas ni presencia eficaz del Estado, como ente regulador y garantía de un capitalismo competitivo, moderno y liberal.

Una de las pocas buenas reformas institucionales desarrollada luego de la vorágine reformista de los 90, ha sido precisamente la universitaria y la creación de la Sunedu. Los gobiernos post Fujimori se dedicaron a gobernar en piloto automático y abandonaron los ímpetus de cambios sustantivos en tantos sectores pendientes, la llamada “segunda ola de reformas”, que aún ningún gobierno ha querido retomar.

La dupla Congreso-Ejecutivo no solo no piensa, desarrolla ni despliega nuevas reformas sino, como se ve, quiere tumbarse las pocas que se han hecho en los últimos lustros. Las declaraciones en sentido contrario de la premier Mirtha Vásquez, pesan muy poco, lamentablemente.

Nuevo acto de irresponsabilidad.- Uno de los tecnócratas más calificados que tiene el Perú, reconocido así por organismos internacionales, como el BID o el Banco Mundial, es el ingeniero Alejandro Afuso. Gestor de sinfín de proyectos e instituciones a lo largo de su vida, hasta hoy se desempeña como coordinador ejecutivo del Programa Nacional de Innovación para la Competitividad y Productividad (Innóvate Perú). Al parecer, como parte de la política gubernativa de arrasar con los pocos nichos de excelencia tecnocrática que funcionan en el país, se habría decidido -según ha publicado el diario Gestión ayer- su cambio. Una barbaridad, desde todo punto de vista. El Perú perdería a uno de sus mejores cuadros por obra y gracia de la ambición politiquera del partido de gobierno -en complicidad con el ministro de la Producción- de copar mediocremente todas las instituciones que aún operan con eficacia y de modo íntegro. Se trata, al parecer, de llevar el Estado a su colapso.

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Congreso-Ejecutivo, contrareforma, Perú Libre, reformas

Si algo hemos aprendido en las últimas décadas es que sin reformas no hay paraíso. Y esto no es nuevo, ha sido siempre así al margen de la estrategia económica (o modelo como lo llaman algunos) que siga un gobierno. Me refiero que los resultados económicos, medidos por el crecimiento económico, la inflación y la situación fiscal, entre otros, nunca han sido suficientes para que aumente el bienestar de todos los ciudadanos.

Ni el mercado solo, ni el Estado solo, pueden hacerlo. Se requiere de ambos. ¿Alguien puede creer que porque la economía crece 2% o 5% mejorará la salud o la educación? ¿Cómo? Algunos dirán porque se le pone más dinero, fruto de la recaudación tributaria. Pregunto, ¿solo poniendo más dinero mejoran las instituciones? ¿Desde cuándo?

Una reforma es un cambio en el funcionamiento de un sector. Tal como funcionan, salud, educación, pensiones, poder judicial y un largo etcétera no veremos reflejado en el bienestar de todos, las cifras económicas. Hay que cambiar. De lo contrario seguiremos en la competencia inútil de qué gobierno destinó más recursos a tal sector.

La ecuación es así: solidez macroeconómica + reformas = mayor bienestar para todos.  ¿Por qué ningún gobierno ha intentado, más allá de la retórica hacer reformas? ¿No queda claro que si es de izquierda o de derecha igual las necesitan?

Por eso las reformas son urgentes. En estos tiempos se entiende que es difícil hacerlo por razones obvias; pero sí se puede marcar un derrotero consensuado que marcará la hoja de ruta del gobierno. Y tendremos un norte. Solo así los ciudadanos verán que las buenas cifras macroeconómicas se perciban en sus bolsillos y en su vida diaria.

Las reformas suelen tener éxito cuando se hacen al comienzo de los gobiernos y cuando el presidente sabe que siembra, pero probablemente coseche quien venga después, pues toman tiempo. ¿Algún presidente podrá decir que comenzará hacerlas para que los aplausos se los lleve otro? Además, generan ganadores y perdedores en el corto plazo. Para estos últimos se requerirán programas de capacitación y de reconversión social para que no queden desamparados.

Insisto: no solo es gastar más; importa cómo se gasta y si se busca recaudar más sin una conexión con la forma cómo se va a gastar no está haciendo nada, sino solo un anuncio para la tribuna.

Nadie dice que sea fácil; pero deberá ser uno de los elementos que debe ajustar el actual gobierno. Si no lo sabe o sigue improvisando, los problemas solo aumentarán, al margen de la posición política de cada uno. El fanatismo y la falta de autocrítica no son opciones.

Espero que hayamos aprendido las lecciones del siglo XXI. De nada sirven las cifras macroeconómicas si no se reflejan en el bienestar de todos. Y para eso re necesitan las reformas.  Es hora de pensar en propuestas serias que apunten al mediano plazo, sin dejar de lado las medidas urgentes de la coyuntura. Sin equilibrios macroeconómicos, no vamos a ningún lado. Estos últimos (la estabilidad monetaria y el manejo responsable de las finanzas públicas son equivalentes a  construir los cimientos de una casa. Con ellos no elevamos nuestro bienestar. Si buscamos esto último, tenemos que construir la casa y ello demanda reformas. No importa si usted, estimado lector, es de izquierda o de derecha. Da lo mismo.

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Carlos Parodi, Entendiendo de Economía, reformas

Una de las grandes lecciones que dejará el COVID-19 será la necesidad de hacer reformas en sectores tan sensibles como educación, salud, pensiones e informalidad, entre otros. Hacerlas es difícil. Una reforma es un cambio y no es fácil llevarlo a la práctica ni tampoco se puede hacer rápido.

Hoy damos por hecho algunos rasgos de la economía que en su tiempo necesitaron reformas: la estabilidad monetaria, la responsabilidad fiscal y los bajos niveles de deuda pública como porcentaje del PBI son ejemplos. Ellos configuran la solidez macroeconómica que sin duda debemos mantener, pero que no se han manifestado como quisiéramos en el aumento de la calidad de vida de los ciudadanos. La razón es que no se han reformado los sectores que justamente conectan los resultados económicos con el bienestar. La “buena economía” no fue, no es, ni será suficiente. Hay que construir sobre ella.

El primer elemento para lograr poner en marcha una reforma es el consenso de la mayoría de los actores involucrados. No puede hacerse por un conjunto de iluminados.  De hecho, como todo cambio, las reformas enfrentarán el rechazo de algunos grupos de interés que no estarán dispuestos a perder los privilegios que reciben con el estatus quo; pero, más de lo mismo no es solución.

El segundo elemento es la forma de hacerlas; comenzar por proyectos pilotos en áreas específicas y no en temas tan grandes como pretender reformar todo el sector salud. La población tiene que ver primero resultados para luego apoyar la extensión del piloto a todo el país.  Este elemento se eslabona con el tercero. La única manera que una reforma tenga apoyo poblacional es que la ciudadanía vea resultados. Solo así creerá.

El cuarto elemento es una adecuada comunicación por parte de los responsables de implementar las reformas. La ciudadanía tiene que saber qué se va a hacer, cómo se va a hacer, en cuánto tiempo se esperan resultados, etc. Las reformas significan cambios y si vamos a cambiar, sopesaremos los beneficios y costos del cambio.

Siempre habrá oposición a las reformas, pero muchas veces no se sabe a qué ni por qué. Sin embargo, es un tema que tiene que trabajar el gobierno, con una agenda clara, en especial en el campo social. Si existen metas económicas, ¿por qué no existen en el campo social? La gente se opone a las reformas cuando no “siente” las mejoras.

En quinto lugar, la credibilidad es clave; por eso la mayoría de reformas se hacen al comienzo de los gobiernos y no hacia el final. El “cuándo hacerlas” importa tanto como el “cómo hacerlas”. Las reformas no se pueden hacer en un contexto donde la credibilidad de las autoridades está en caída. Por eso, aprovechar los buenos tiempos para hacer reformas es clave.

Los impactos de una reforma no son de corto plazo. Los gobiernos y los congresos deben ser conscientes de ello. Algún gobierno posterior obtendrá los beneficios. ¿Estarán dispuestos a ello?

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Carlos Parodi, Entendiendo de Economía, reformas
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