poesía

Además, este 16 de marzo los especialistas Miguel Pachas Almeyda (uno de los mayores biógrafos del poeta) y el escritor Jorge Díaz Herrera sostendrán un diálogo sobre Vallejo en la Biblioteca Municipal de Chaclacayo. También la Asociación Cultural «Capulí, Vallejo y su Tierra» organiza un gran evento ese día (puede encontrarse información en su página de Facebook).

Y no hablemos de los estupendos congresos internacionales que viene coordinando la Asociación Internacional de Peruanistas: en la Universidad de Sevilla, España, el 26-27 de abril, y en Casa de las Américas, Cuba, el 10-11 de noviembre por el centenario de Trilce, además del congreso que el profesor Stephen Hart, reconocido vallejólogo inglés, está organizando en Londres para el mes de octubre.

Sigamos celebrando a nuestro poeta bandera y tratemos de leer su poesía así como sus demás obras literarias –novela, cuentos, y dramas– con el humor y el erotismo que merecen.

¡Odumodneurtse!

 

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Literatura, poesía, sociedad

 

Corría la mitad de la década de los noventa y era tradición ir en el mes de julio con mi mejor amiga Carmen del Prado, mi tío Pedro Pablo y otras personas interesadas a la fiesta que se le rinde a la Virgen del Carmen, más popularmente conocida como «Mamacha Carmen», celebración colorida, llena de fervor, en el hermoso pueblo de Paucartambo. Fue en ese contexto que conocí a Doris Bayly.

Ocurrió poco después de su terrible accidente en bicicleta en Cuzco. Ella había sufrido una caída dos días antes de visitar Paucartambo por la fiesta de la Mamacha. Desde el primer momento pude notar su calmada manera de establecer el diálogo, su profundidad de pensamiento, su ponderación de las palabras y la forma mágica con que nos involucraba en cada conversación. Sus pausadas intervenciones provenían de una manera tranquila, sabia, de enfrentar la vida.

Los fierros que le pusieron por la caída no le impidieron ir a Paucartambo. Al contrario, nos llevó con su imparable entusiasmo hasta “Tres cruces” y tuvimos conversaciones intensas. En ese momento se encontraba escribiendo los textos de su primer poemario, Retrete para huérfanos, que José Antonio Mazzotti le publicó con la editorial ASALTOALCIELO en junio de 1996 desde Filadelfia, donde a la sazón vivía el reconocido poeta y promotor cultural. Esos cien ejemplares publicados en edición artesanal hoy constituyen pequeñas joyas de la literatura peruana.

Recuerdo cuando surgió uno de los poemas del libro. Estábamos en la pizzería que quedaba debajo del «Ayllu», el legendario café cusqueño, sentadas las cuatro puntas en una mesa, y de pronto surge el siguiente poema, que escribió al vuelo:

“X”

juego colectivo escrito sobre la gran mesa de madera

de una pizzería en el cusco

ándese con rodeos

de palabra y diccionario bajo el brazo

para encontrar la ruta

al centro mismo de la nada

 

pero escuche

ESCUCHA TE LO PIDO

el rumor gorjeante

a sangre espesa

que sube atropellando la garganta

y se detiene

al borde del suicidio

 

en

MEDIO

de la calle (26).

 

Esa era Doris, intensidad bajo un ropaje de calma, «rumor gorjeante / a sangre espesa /

que sube atropellando la garganta». Sus poemas parecían simples, pero ya se notaba una voz con garra y gran sentido de la economía del lenguaje. Como ella.

Dos años más tarde publicaría en Lima con la editorial Campodónico su segundo y último libro, Chico de mi barrio, donde reafirmó su original escritura.

Esta querida poeta y sagaz periodista sabía mantener conversaciones llenas de hondura, de análisis, para ir más allá y hacer que una se cuestionara lo que daba por sentado. Creo que todos los que la conocieron experimentaron un cambio ante un ser tan especial. A mí me hizo pensar en mi realidad, pues ella también venía de una familia de clase media alta, pero buscaba y anhelaba la justicia social, la equidad de la vida y la bondad. Sus convicciones eran muy parecidas a las que yo anhelaba. Hubo una simpatía desde el principio; realmente era una guerrera, una artista, una poeta, una periodista de otro nivel, todo a la vez.

El pasado miércoles 16 de febrero un maldito camión la atropelló mientras montaba su bicicleta, hábito que practicaba cada mañana, en la carretera cerca de Máncora, donde vivía con su familia desde hacía unos años. La dejaron abandonada en el camino y falleció a las pocas horas. Qué cruel es el Perú a veces con sus hijos.

Se le va a extrañar, porque mujeres como ella, auténticas, luchadoras, justas, espirituales, hay muy pocas. Que su luz nos acompañe siempre.

 

 

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Doris Bayly, poesía

Tampoco este año voy a pecar de hipócrita ni trataré de poner, misma guía telefónica, cuanto libro se haya publicado por autores peruanos. Necesitaría varias semanas para acercarme a un panorama exhaustivo. No. Aquí se trata de hacer una selección según mis criterios, por lo que forzosamente quedarán fuera muchos títulos que para otros lectores podrían ser interesantes.

Debo añadir que, pese a la pandemia y el relativo distanciamiento (lo que supuso menos actividades presenciales o algunas magras de público), el año fue fecundo en publicaciones literarias, lo que se evidenció en numerosas ferias, presentaciones de libros y festivales virtuales, como los organizados por el Proyecto de La Huaca es Poesía, que dirige el poeta Rafael Hidalgo.

Aquí va lo que me entusiasmó del 2021 y ahora recomiendo:

Novela

¡Kutimuy, Garcilaso!, de Eduardo González Viaña, es la última entrega del prolífico narrador liberteño, construida entre la ficción y la historia de un personaje sumamente importante para nosotros los peruanos, sobre todo en este contexto que acabamos de vivir, nuestro Bicentenario de la Independencia y la fundación de la república. En esta ocasión, la novela se centra en la gran figura del primer mestizo fundacional, el Inca Garcilaso de la Vega, con rasgos de realismo mágico y a la vez reconstrucción de la historia colonial. Nos propone un Inca con raíces andinas, reinterpreta el Taki Onqoy y lo usa como analogía de nuestra reciente historia política en una prosa ágil que ya antes ha sido reconocida por su musicalidad y colorido. 

¡Bésala, idiota!, de Jorge Irribarren, es una novela que entreteje historias y toca temas muy actuales que hacen reflexionar al lector sobre la existencia, el tiempo, el fetichismo y el amor, aparte de mencionar e indagar en otros tan importantes como la migración, el trabajo, las relaciones y la cultura en general. Con gran dominio narrativo, Irribarren nos lleva de una cultura a otra, es decir, de vivir lo peruano a experimentar lo alemán (él vive en ese país), insertando términos de ambas lenguas. De pronto estamos tomando un pisco sour o un chilcano y de repente nos encontramos en un bar disfrutando de una cerveza alemana. El gran acierto de Irribarren es utilizar estos giros y cambios de ambiente a medida que avanza la trama para hacernos sentir el bilingüismo y la biculturalidad que uno obtiene cuando es ciudadano de dos mundos.

Revolución caliente (una historia del Perú) es una de las nuevas novelas del polifacético Rodolfo Ybarra –poeta, novelista, ensayista y cuentista–, quien siempre destaca en el ámbito cultural. Se trata de una novela que nos lleva a las décadas de los ochenta y noventa y nos recuerda lo difícil que era vivir en esos años en el Perú.

 

También Otras caricias, de Alonso Cueto, una interesante incursión por los recuerdos de la música criolla; El carnaval de los espíritus, de Mario Suárez Símich; Historia, de Julián Pérez; El amor es un perro que ruge desde los abismos, novela del promisorio J. J. Maldonado; y, entre los novelistas más recientes, Huella de tigre, Maica Guerrero, y Caen los colibríes, de Carlos Fuller.

Cuento

La irrealidad y sus escombros, de Rocio Uchofen (autora afincada en los Estados Unidos), contiene catorce cuentos, con grandes innovaciones en cuanto a la forma y al contenido, ya que tenemos finales totalmente abiertos donde los protagonistas son capaces de decidir y tomar decisiones imprevistas.

La ciudad en que no estás, de Margarita Saona (también parte de nuestro Quinto Suyo literario), recoge más de cincuenta relatos breves donde la voz narrativa mantiene una actitud nostálgica hacia vivencias que en sí son los protagonistas de estas secuencias narrativas, donde la narradora se desenvuelve en inesperadas situaciones.

Libros de cuentistas jóvenes que han destacado el 2021: El último color, de Manuel Nieves; Mañana nunca llega, de Tadeo Palacios Valverde; y Mis últimas palabras, de Rómulo Reaño. 

Como antologías notables, tenemos 21. Relatos sobre mujeres que lucharon por la Independencia del Perú, con selección y prólogo del crítico José Donayre Hoefken y grandes evidencias del talento y la pasión que tienen nuestras cuentistas contemporáneas. También, Cuentos peruanos de la pandemia, del reconocido crítico y poeta Ricardo González Vigil. 

En literatura infantil, sobresalen Animales peruanos y Navegar por los aires, los dos últimos libros y proyectos que presenta Micael Chiriff, la autora más activa de este género muchas veces ninguneado, y La vaquita, de Samuel Cárdich.  

Poesía

Dos recopilaciones de poetas consagrados descollaron el 2021, confirmando la calidad y variedad de sus respectivas trayectorias. En primer lugar, la antología Castillos en el aire: antología poética 2013-2019, de Marco Martos, que incluye avances de su nuevo libro Mar del Perú, en el tono sereno y depurado que caracteriza a este importante poeta de la Generación del 60. También El Zorro y la Luna. Poemas reunidos 1981-2021, que incluye el nuevo libro de José Antonio Mazzotti Poemas posthumanos, un sentido homenaje en clave transbarroca a César Vallejo y las víctimas de la actual pandemia.

Por su lado, Vanesssa Martínez Rivero publicó ARTE-FACTA, con textos de sus distintos poemarios, desde La hija del carnicero (2007), Coraza (2009), Carne (2012) y Redondo (2015), hasta Un tercer ojo para la tristeza (2019), lo que la consagra como una de las voces dosmileras más interesantes. 

Otros títulos destacables son Los sicarios del tiempo, de Domingo de Ramos; Parábola de las ideas impuras, de Enrique Sánchez Hernani; Amazona, de Susan Lobato; Calaveras retóricas, de Diego Lazarte; Manantiales, de Willy Gómez Migliaro; Comentarios irreales, de Miguel Ildefonso; Migratorio, de Miguel Lescano; Extensas legiones, libro tri-autorial de Evgueni Bezzubikoff, Miguel Ildefonso y Juan José Soto; El califato de Lima, de Diego Otero; Epitafios del desierto, de Ricardo Josadth; Tapir tapir, de Renato Pita; Cam Girl, de Fiorella Terrazas; y Fiesta, de Denisse Vega Farfán.

Entre las revelaciones jóvenes, siendo todas voces femeninas, me impresionaron Canción y vuelo de Santosa, de Gloria Alvitres Aliaga; El Apu descalzo, de Maggie Velarde; y Alguna vez esto dolió, de María Alejandra López.

También debe subrayarse la importancia de la poesía en lenguas originarias, como se ve en Sanchiu, de Dina Ananco, poeta que proviene de la tradición awajún y wampís. Esta es una tradición que poco a poco empieza a merecer mayor visibilidad y que sin duda cobrará mayor presencia según se vayan democratizando nuestras instituciones y medios de comunicación, tradicionalmente criollos y limeñocéntricos.

Otras publicaciones dignas de mención son las antologías que compone la poeta Karina Medina de Poesía joven ultimísima para poetas varones y mujeres, un esfuerzo que merece reconocimiento.

El resto, más o menos deleznable, oscila entre la brichería y el feminismo de feria.

A rascarse rico.

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cuento, Literatura, poesía, recomendaciones literarias

César Vallejo concibe la poesía como una forma radical de intervenir en la reflexión sobre el acontecer existencial, ético y político de los hombres. Sus poemas, sobre todo a partir de Trilce (1922) se articulan en una trama de interpelaciones que revela la crisis contemporánea y en la necesidad no tanto de “representar” el mundo, sino de presentarlo como el todo que es: trunco, contradictorio, múltiple, tenso. A eso se deben sumar las posibilidades de la redención y la utopía que, en su caso, no son pocas. Nada de esto sería posible sin una condición previa que Vallejo cumple cabalmente: hacer visibles los resortes políticos que habitan su escritura.

Eso explica que Víctor Vich, un destacado crítico y académico peruano ponga a examen la poética vallejiana bajo el marco del acontecimiento, una categoría que, precisamente, contribuye a colocar el foco en las relaciones existentes entre la escritura de Vallejo y la “idea comunista”, pero no como una cuestión programática, sino como evidencia de que el sujeto contemporáneo necesitaba un lugar de enunciación fuera de los mecanismos de enajenación que sostenían a las sociedades capitalistas y a los discursos hegemónicos.

La invitación a leer a Vallejo desde la crisis del sujeto y la crisis del lenguaje, en el marco de la experiencia, de lo vivo, de lo actuante, adquiere pleno sentido: su poesía no es mera expresión sentimental o un catálogo de juegos con la palabra; más allá del artificio hay verdades profundas sobre la existencia histórica del hombre contemporáneo. Ese elemento es el que tiende puentes hacia la comprensión de la(s) poética(s) de Vallejo en un escenario político. “Vallejo está convencido de que la poesía y el arte deben estar articulados a un ´proceso de verdad´ y que esa verdad debe encontrarse socialmente situada” (p.98), anota Vich.

El mundo contemporáneo pasa ante los ojos de Vallejo tamizado por una amplia gama de sentimientos, que van de la agonía a la esperanza; esa mirada múltiple, además, se vincula con experimentaciones en lo estético. De Los heraldos negros (1918) a España, aparta de mí este cáliz (1939) hay un derrotero cuyos elementos transversales (el otro, la historia, el sujeto) se conservan intactos y sobreviven a los cambios que opera el propio Vallejo en su escritura. La visión crítica de la historia, la lectura política de la realidad, se traducen en figuras y alegorías que enriquecen la interpretación de la presencia del hombre en la escena contemporánea. Vallejo habló para su tiempo, pero su palabra sobrevive.

No olvidemos, como apunta Vich, que “el sujeto de la poesía de Vallejo es, también, un sujeto de la voluntad. Si bien toda su obra se propuso representar el carácter fundamentalmente frágil de la condición humana y nunca tuvo reparos en mostrar cómo la subjetividad evade tomar grandes decisiones, vale decir, cómo se acobarda ante el acontecimiento (…), lo cierto es que la suya es una poesía que también constata que el ser humano puede hacerse parte de una verdad universal y afirmarla con compromiso” (p.187).

¿Su lectura puede tener también el mismo sentido? Por supuesto. Leer a Vallejo es una aventura del sentido, una exploración en nuestras disfuncionalidades como seres humanos, un viaje hacia las tensiones y la enajenación producidas por el capitalismo en sus versiones más dogmáticas y la lucha que supone enfrentarlas. Vida, muerte, pasión por la vida y lo real, redención. Aquí hay, pues, Vallejo para rato: “Hoy me gusta la vida muchos menos,/ pero siempre me gusta vivir: ya lo decía./ Casi toqué la parte de mi todo y me contuve/ con un tiro en la lengua detrás de mi palabra”.

César Vallejo. Un poeta del acontecimiento. Lima: Editorial Horizonte, 2021.

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César Vallejo, poesía, Víctor Vich

Eguren ve donde no vemos. Da color a la sensación. Estoy contemplando con absoluto deleite las páginas de un libro recientemente editado por la Biblioteca Nacional del Perú y que contiene algo digno de maravilla y aplauso: las acuarelas de José María Eguren, un conjunto de “metáforas visuales” a decir de Luis Eduardo Wuffarden, distinguido crítico de arte en el prólogo del álbum.

No escapa a la vista el universo de vasos comunicantes ni el diálogo secreto que se produce entre estas imágenes y la escritura de su autor. En Motivos, un libro único en su fascinante extrañeza, Eguren reflexiona con frecuencia sobre la pintura. Allí se lee, por ejemplo: “El paisaje es un compuesto de silencio y de luz; es un misterio extensivo” (p.56) o “la belleza es tenue, impalpable, la azul neblina que tamiza los molinos de viento y los castillos almenados” (p.59)[1].

Hagamos el simple ejercicio de pensar en estas afirmaciones mientras ponemos ante nuestra mirada las sutiles y misteriosas líneas que traza Eguren en sus acuarelas. Y surgirá la impresión de que el poeta ha traducido sus palabras en paisaje y color, que ha traducido sus impresiones y las ha llevado, con esa misma delicadeza, al lienzo.

La imagen de poeta-pintor cobra, entonces, pleno sentido. Y permite vislumbrar una tradición en el Perú, donde nos encontraríamos con César Moro, Jorge Eduardo Eielson o Luis Hernández, por citar a tres poetas que extendieron, en diverso grado, su labor creativa más allá de las palabras.

En el caso de Eguren, hay que destacar una idea que menciona Wuffarden y que sin duda merece atención: Eguren creía en un lenguaje capaz de integrar y sintetizar las artes y acaso en ello radique su pertenencia a la modernidad. Esto implicaba también la incorporación de un pensamiento sinestésico al momento de reflexionar en torno a la práctica artística.

“Guiado por una visionaria concepción integradora de las artes” –dice Wuffarden—“el autor insiste en que los lenguajes han dejado de ser privativos y excluyentes: la música puede ser lineal o gráfica, en tanto que el dibujo expresa ideas musicales; otro tanto sucedería entre ambas artes y la poesía, en todas las direcciones probables, lo que concluye difuminando las fronteras entre la vida y el arte” (p.18).

De manera que la lectura de la poesía de Eguren no puede darse fuera de este marco integrador, que concilia las posibilidades del arte como una totalidad de formas expresivas. Es lo que se percibe en un poema como “La danza clara”, que concentra color, movimiento, luz, sombra, trazo y palabra: “Es noche de azul obscuro…/ en la quinta iluminada/ se ve multicolora/ la danza clara./ Las parejas amantes,/ juveniles,/con música de los sueños,/ ríen./ Hay besos, harmonías,/lentas escalas;/ y vuelan los danzarines/ como fantasmas./ La núbil de la belleza/ brilla/como la rosa blanca/ de la India; /ríe danzando /con el niño de la Muerte/cano”.

El mundo poético-visual de José María Eguren queda pues a nuestra disposición en esta bella edición de la Biblioteca Nacional del Perú. Página a página, se acrecienta esa sensación que va mezclando misterios insondables, emociones infantiles, intuición de lo surreal, sueños de diversos tonos y colores, melancolía y visión.

 

Acuarelas. Un álbum de José María Eguren. Lima: Biblioteca Nacional del Perú (Colección Imagen y Memoria), 2021.

 

[1] Motivos. Edición de Ricardo Silva Santisteban. Lima: Biblioteca Abraham Valdelomar, 2014.

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José María Eguren, Motivos, poesía
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