César Vallejo

Quizá el país donde más se admira y se promueve la obra de César Vallejo –después del Perú, claro– es Cuba. La hermosa isla caribeña ostenta el mérito de haber publicado numerosas ediciones de la obra de Vallejo, algunas ya legendarias, como las prologadas por Roberto Fernández Retamar y Raúl Hernández Novás desde la década de 1960. Asimismo, Cuba ha sido escenario de numerosos congresos, homenajes y festivales alrededor de la figura de nuestro vate bandera.

¿A qué se debe este entusiasmo? No es que Cuba carezca de grandes poetas. Bastaría pensar en José Martí y en José Lezama Lima para hacer enrojecer de envidia a muchos otros países del continente. Lo que pasa es que hay una conexión muy especial entre Vallejo y Cuba: su abierta adhesión al socialismo y al ideal de una sociedad sin clases.

Todos sabemos que Vallejo se hizo marxista más o menos a partir de 1927, cuando en Francia conoció los escritos del filósofo y economista alemán, para entonces una inspiración de todos los intelectuales revolucionarios que se apasionaron por las grandes transformaciones que se vivían en Rusia a partir de la Revolución Bolchevique de 1917. Vallejo mismo viajó a la URSS tres veces (en 1928, 1929 y 1931) a experimentar de primera mano los cambios profundos que la revolución estaba operando sobre una sociedad que hasta hacía poco había sido monárquica y feudal.

Al margen del marxismo heterodoxo de Vallejo, que por momentos lo hizo simpatizar con el trotzkismo, el poeta se mantuvo fiel a sus ideales revolucionarios y eso determinó también su apoyo incondicional a la República española durante la Guerra Civil que asoló a ese país desde 1936.

Vallejo se murió un 15 de abril de 1938, intuyendo que la causa española ya estaba casi perdida. Tampoco pudo, pues, ser testigo de la Revolución Cubana, que triunfó el 1 de enero de 1959. Si Vallejo hubiera vivido, habría tenido 66 años cumplidos y sin duda hubiera dado su apoyo absoluto a los barbudos de Fidel.

La poesía de Vallejo encarna como pocas el ideal revolucionario desde una perspectiva profundamente humana, por lo que no es raro que el público cubano haya encontrado en él la voz de los ideales de cambio y esperanza que se vivieron intensamente en las primeras décadas de la Revolución.

Pero la relación de Vallejo con Cuba empieza mucho antes. Cuando el poeta se sube en el Callao al vapor «Oroya» el 17 de junio de 1923, lo hace intuyendo que jamás regresaría al Perú. Su itinerario lo hizo cruzar el Canal de Panamá y hacer escala en La Habana, donde permaneció tres días antes de reemprender el rumbo hacia Europa.

En Cuba conoció a algunos intelectuales y estableció vínculos que lo hicieron colaborar eventualmente con periódicos y revistas cubanas en los años siguientes. Una vez fallecido, nuestro poeta creció en fama y prestigio como la espuma. Las ediciones cubanas de Casa de las Américas y la Editorial Artes y Letras lo popularizaron tanto que pasó a convertirse en uno de los poetas favoritos de la intelectualidad y los lectores cubanos en general. Grandes autores como Cintio Vitier y Fina García Marruz lo leyeron y comentaron. La última –una de las poetas cubanas más notables– escribió un bellísimo poema, «Carta a César Vallejo», que pinta a nuestro poeta de cuerpo entero.

Además ha habido en Cuba congresos y simposios sobre Vallejo celebrando aniversarios y centenarios, como el reciente «Trilce y las vanguardias latinoamericanas», celebrado en noviembre del 2022 por la Asociación Internacional de Peruanistas y Casa de las Américas con motivo del centenario del extraordinario libro de Vallejo.

Menciono todo esto porque la Embajada del Perú en Cuba ha tenido el acierto de erigir un busto de Vallejo (el primero en la isla) frente al hermoso edificio de la Casa de la Poesía en La Habana Vieja. El develamiento tendrá lugar este viernes 15 de marzo (justo un día antes del cumpleaños del poeta) y participarán dos notables vallejólogos peruanos, el poeta y crítico José Antonio Mazzotti y el coleccionista e investigador Jorge Kishimoto.

Aquí el programa:

DEVELACIÓN DEL BUSTO DE CÉSAR VALLEJO EN LA HABANA

Viernes 15 de marzo de 2024, 4 pm

Casa de la Poesía de La Habana

(Calle Mercaderes, no. 16, entre O’ Reilly y Empedrado, Habana Vieja, La Habana)

PROGRAMA:

PANEL “Impronta de Vallejo en la literatura cubana”

Jorge Kishimoto (Centro de Estudios Vallejianos y Universidad César Vallejo): “Vallejo en Cuba antes de 1938”.

Susana Haug (Universidad de la Habana): “Presencias del vallejismo cubano a partir de la segunda mitad del siglo xx”.

Roberto Méndez(Instituto de Estudios Eclesiásticos Padre Félix Varela): “Cintio Vitier y Fina García Marruz leen a César Vallejo”

José Antonio Mazzotti (Tufts University y Asociación Internacional de Peruanistas): “Trilce en Cuba en 2022 y los nuevos estudios vallejianos”.

Modera: Caridad Tamayo Fernández (Casa de las Américas)

Performance artístico a cargo del grupo Danza Teatro Retazos

Lectura de poemas a cargo de:

Josefina de Diego García-Marruz (Cuba)

Roberto Méndez (Cuba)

José Antonio Mazzotti (Perú)

Giselle Lucía Navarro (Cuba)

Palabras del Embajador del Perú en Cuba Gonzalo Guillén y de Sinecio Verdecia, director de la Casa de la Poesía

Develación del busto de César Vallejo

Pisco Sour

Si conoce a alguien en Cuba, pásele la voz.

Recordemos que el poeta inglés Martin Seymor Smith denominó a Vallejo como «el más grande poeta del siglo XX en cualquier idioma». Por su lado, el monje trapense estadounidense, escritor, teólogo, místico y poeta Thomas Merton, lo consideraba «el mayor poeta universal desde Dante».

Vallejo es una de nuestras mejores cartas de presentación. Su obra bien vale un Perú.

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[LA TANA ZURDA] Grandes fotos del periodista se exhiben en todos los corredores de un evento que puede pasar a la historia por sus inmensas proporciones y seguramente por el volumen de sus ventas.

Se dice que el Perú es uno de los países con menos lectores en el mundo, pero ahora se puede al menos asegurar que lee a Bayly. Qué pírrica victoria contra el analfabetismo funcional.

En otros ambientes de la Feria la gente no hace largas colas, aunque en menor proporción compra algunos libros que de veras son importantes. Por ejemplo, «Kachkaniraqmi, Arguedas», una novela de Eduardo González Viaña en la que su autor narra con amor la vida de José María Arguedas, así como los ríos que predicen el destino, las montañas que hablan y la gente que resiste en el mundo andino. Más todavía, el humor y el amor se juntan cuando el novelista finge no ser el narrador de la historia y atribuye esa función a dos zorros. Se trata de una novela que hará historia y de cuyas virtudes ya me he ocupado antes.

Otro libro importante es sin duda la «Correspondencia completa» de César Vallejo, en dos tomos, al cuidado de los reconocidos vallejólogos Carlos Fernández y Valentino Gianuzzi. Contiene más de 400 documentos minuciosamente descritos, en los que los editores trazan el cuadro detallado de las circunstancias personales del poeta a lo largo de más de veinte años de ires y venires entre el Perú, Francia, España y Rusia. Un gran aporte para quienes desean conocer de cerca e investigar los pormenores de nuestro poeta bandera.

Y ya que seguimos con Vallejo, no puede dejar de mencionarse la nueva edición de «El tungsteno», la novela proletaria que publicara en España en 1931 y que dio un giro a su narrativa, amoldándola a los requerimientos de la lucha socialista del momento. Esta edición estuvo al cuidado de Paolo de Lima y lleva dos prólogos, uno del poeta Paul Forsyth y otro de los ya mencionados Fernández y Gianuzzi.

Asimismo, hay que mencionar la colección de ensayos «Vallejo a un siglo de Trilce: nuevos estudios», recopilada por el consagrado poeta y académico José Antonio Mazzotti, que contiene 23 ensayos novedosos sobre el gran poemario de 1922, cuyo centenario el año pasado motivó numerosos congresos y mesas redondas. Dos de esos congresos, en Sevilla y en La Habana, organizados por Mazzotti, son el semillero de los ensayos del libro, entre los cuales destacan las audaces hipótesis de Stephen Hart sobre la muerte de Vallejo, de Lucy Bell sobre Vallejo como un precursor del pensamiento lacaniano acerca del carácter pre-simbólico del lenguaje, y del propio Mazzotti sobre el origen del nombre «Trilce», entre otros igualmente interesantes.

Y no puede faltar la recomendación sobre un documental titulado «César Vallejo, poeta del Bicentenario», de Roberto Aldave, que 24 minutos resume de manera atractiva y profesional los pasajes más importantes de la vida del poeta de Santiago de Chuco.

Como se ve, esta Feria del Libro hace justicia a su dedicatoria «El universo de César Vallejo», pues sirve para exponer las nuevas investigaciones sobre nuestro gran poeta. Pero no todo queda ahí. La FIL también está dedicada a Cronwell Jara (Piura, 1950), uno de nuestros mejores escritores peruanos contemporáneos. Autor del ya clásico relato «Montacerdos» (1981), Jara tiene varias novelas y poemarios valiosos en su haber. Sin duda se merece los homenajes y paneles que tratan de su obra, que esperamos que después de este espaldarazo se difunda más y más.

En suma, no todo es morbo en esta FIL, que gracias a Vallejo, Arguedas, Jara y otros grandes autores ha elevado su nivel intelectual en relación con años anteriores. Dése una vuelta por el Parque los Próceres de la Independencia en Jesús María hasta el domingo 6 de agosto y de paso compre un libro. Así también se hace Perú.

 

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[EN UN LUGAR DE LA MANCHA] Como se recuerda, en un inicio se tenía a México como país invitado de honor, pero por asuntos ajenos al libro y a la lectura y en defensa de un desdibujado ex mandatario, López Obrador hizo sonar la orden de retirada. Una pena, considerando el enorme peso de la tradición literaria mexicana y los muchos autores que se leen aquí con devoción, empezando por Juan Rulfo.

Sin embargo, dedicar una feria a Vallejo no es mala idea, ni parecerá nunca remedio de última hora. Figura central de la vanguardia universal, Vallejo sigue siendo un apreciado objeto de estudio en nuestra lengua y más allá de ella. El programa de la FIL en honor de Vallejo es nutrido y habrá, además de presentaciones de libros, mesas redondas y conversatorios que intentaránn abarcar aspectos cruciales de su vida y de su obra.

Quisiera precisamente mencionar algunas de estas actividades. La editorial Infolectura, de Trujillo, lanzará un libro de Miguel Pachas Almeyda titulado Las mujeres de Vallejo, un exhaustivo recuento de su vida sentimental a través de las mujeres que, en distintos momentos de su vida, tuvieron una importancia decisiva.

María de los Santos Mendoza Gurrionero, hija de un sacerdote y madre del poeta, abre el volumen. Lo cierra Georgette Philippart, la viuda de carácter atrabiliario sobre quien pesan mitos y leyendas de todo calibre. Entre esos linderos, historias de amoríos, unos pasajeros y otros no tanto, incluyendo un episodio de infancia que roza lo incestuoso. Y no se trata de un simple repaso chismográfico, pues estas experiencias, salvando todas las distancias teóricas sobre el tema, encontraron un lugar entre sus versos.

Por su parte, la editorial Planeta pone en circulación El traje que vestí mañana, un esbozo biográfico del poeta, realizado también por Pachas Almeyda y que ha sido ilustrado por Celeste Vargas Hoshi y diseñado por Augusto Carrasco. Un texto que introducirá a legos y profanos en la fascinante trayectoria vital de Vallejo. Y de seguro material ideal para maestros.

Sinco Editores, de Jaime Chihuan, que en los últimos tiempos ha venido publicando ediciones facsimilares de libros de Vallejo, como Los heraldos negros y Trilce, así como volúmenes de ensayo dedicados al examen de la poesía vallejiana a cargo de reconocidos críticos, organiza un conversatorio alrededor de Escalas melografiadas, pieza central de la narrativa del poeta. De esta manera acompaña la aparición de un conjunto de textos sobre el tema.

La tecnología, finalmente, no ha sido ajena al recordar el espíritu de un escritor visionario. Gracias a la inteligencia artificial, la empresa Content Media ha desarrollado la posibilidad de acercarse al contexto histórico y cultural del poeta. Y no solo eso: si usted desea, puede chatear con Vallejo. Así como lo lee. Aquí el enlace: INGRESA AQUÍ

Dicho esto, solo queda una cosa: acudir a la FIL.

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[LA TANA ZURDA] Ya sabemos que nunca volvió a su Perú natal y menos a su materno Santiago de Chuco. Quizá por eso en su poesía y en sus crónicas el Perú y el terruño liberteño aparecen con frecuencia y son la fuente de una nostalgia conmovedora que infaliblemente nos araña las pupilas.

Por eso hay que saludar la gran iniciativa de la investigadora vallejista Gladys Flores Heredia de organizar el congreso internacional «Vallejo en el siglo XXI» con motivo del centenario de las primeras dos obras de narrativa del portentoso César, Escalas y Fabla salvaje, y, por supuesto, el centenario de su viaje definitivo.

Y lo hace nada menos que en el contexto y como parte del programa de la Feria Internacional del Libro de Lima que se inaugura mañana, viernes 21 de julio, en el ya habitual Parque de Los Próceres de la Independencia en el distrito de Jesús María, antes conocido como Parque Matamula.

¿Por qué es peculiar la celebración de este congreso en la FIL? Pues porque le da un toque de dignidad y por supuesto le eleva el nivel intelectual a la programación de un evento que año tras año se ha distinguido por exaltar «piononos de vitrina» o figuras de la farándula que dan vergüenza ajena en lo que se supone es una fiesta de la cultura en el mejor sentido de la palabra.

Ocurre que con el deterioro de las relaciones diplomáticas con el hermano país de México, que iba a ser este año el invitado de honor de la FIL, el país azteca decidió dejar «tirando cintura» al Perú y su feria más importante, lo que obligó a la Cámara Peruana del Libro a buscar una solución que le salvara el paso. Y ninguna mejor idea que dedicarle la feria al gran César Vallejo, tratándose no solo de los centenarios que se cumplen este 2023, sino también de la enorme producción bibliográfica que ha surgido desde el 2022 con motivo del centenario de esa obra cumbre de la vanguardia mundial que es Trilce.

Al congreso llegan notables vallejólogos como Antonio Merino, desde España, Mara García y José Antonio Mazzotti, desde Estados Unidos, Valentino Gianuzzi, desde Inglaterra, Ricardo González Vigil y Miguel Pachas Almeyda, gran biógrafo de Vallejo, desde la propia Lima, así como numerosos investigadores que completan una programación sumamente interesante.

Desde su mismo nombre de «feria» el evento general parece destinado a cumplir su mera finalidad comercial. Pero gracias a Vallejo y al desplante de México el efecto paradójico de una mejor calidad en la programación se hace palpable y convoca así a gente que se dedica con rigor y profundidad a la investigación sobre nuestro poeta bandera.

Hay cerca de 600 actividades de todos los calibres en esta FIL, pero albergamos la esperanza de que la inclusión de un evento académico como el congreso vallejiano siente un precedente que pone a la FIL-Lima a la altura de otras grandes ferias internacionales, como la de Guadalajara o la de Frankfurt, que siempre le dan un lugar importante a los cónclaves de investigadores, lo cual conecta esa producción especializada con el gran público fuera de los campus universitarios.

El congreso «Vallejo en el siglo XXI» es organizado por la Universidad Ricardo Pama y la Cámara Peruana del Libro, con el auspicio de la Universidad de Tufts, en Estados Unidos, la Universidad Nacional de La Plata, en Argentina, y la Asociación Internacional de Peruanistas. El programa completo puede verse AQUÍ.

Dése una vuelta por la FIL de este año y báñese de Vallejo, que no solo es saludable, sino, sobre todo, placentero. Sin duda descubrirá muchas cosas que Ud. no sabía.

 

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Los narradores no se hacen esperar y contribuyen con testimonios y estudios sobre Vallejo, como es el caso de Jorge Díaz Herrera y Eduardo González Viaña. Asimismo, poetas trujillanos como Bethoven Medina ponen su conocimiento cercano del medio liberteño al servicio de la mejor comprensión de la poesía de Vallejo. El jueves 13, por ejemplo, ofreció una excelente presentación sobre el papel de la naturaleza local en la configuración de Trilce.

Tengo entendido que luego los participantes del Encuentro trujillano se trasladan a Santiago de Chuco para rendirle homenaje al poeta en su lugar natal. Sin duda será otra fiesta de poesía y peruanidad, acompañados por los poetas del Asociación Cultural La Huaca es Poesía y de la iniciativa «Capulí, Vallejo y su Tierra», dirigida por el poeta Danilo Sánchez Lihón y la crítica Mara García.

Mis fuentes me informan también que la destacada vallejóloga Gladys Flores Heredia está por convocar un gran congreso en julio de este año por el centenario de las primeras obras narrativas de Vallejo.

Y así, seguro que durante el resto de este 2023 seguirán las manifestaciones de cariño y admiración por quien representa al Perú mejor que nadie y nos seguirá recordando que, pese a la lacra de sus políticos y algunas gentes, tenemos mucho de qué estar orgullosos.

Desde aquí, como expresó el vate en su exilio, solo he querido decir «mi trémulo, patriótico peinado».

Que sigan las celebraciones. Honrar a nuestros poetas es honrarnos como peruanos.

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César Vallejo, poesía

Nájar describe con puntillosidad el contenido del fantasmal libro vallejiano. Y reflexiona con agudeza: “¿Qué aporta este primer libro fantasma? [se refiere a Nómina de huesos] En primer lugar, la hegemonía en Vallejo de la poesía sobre todas las otras exigencias de la vida. Además de lo que él mismo dejó anotado en una de sus libretas: ´No es poeta el que hoy pasa insensible a la tragedia obrera…´, estamos ante la confirmación de que en su obra plantea una de las poesías más intensas del siglo XX escrita por un bárbaro escapado de una aldea andina para venir a extraviarse en el río de las calles de la ciudad más cosmopolita en los días previos a la Segunda Guerra Mundial” (p.25).

A eso se añade que esta poesía, aunque mantiene lazos con Trilce, apunta a nuevos derroteros: la confrontación de la experiencia urbana, una reescritura de los vínculos materno-filiales, el relativo alivio de su angustia existencial por el entusiasmo que provoca el socialismo en el poeta y por supuesto la sutil construcción de una identidad que mira al universo sin descuidar la presencia andina. Según Wolfang Iser, en el vínculo entre el texto y el lector se halla la única posibilidad de vida del texto y para ello es necesario que el lector tenga una postura proactiva. Esta edición de Vallejo según Larrea y acometida con rigor por Jorge Nájar nos invita, justamente, a reavivar el fuego de la lectura.

 

Los poemarios fantasmas de César Vallejo. Jorge Nájar. Lima: Sinco Editores, 2022.

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César Vallejo, Literatura peruana, poesía peruana

Vallejo en general, y Trilce en particular, son ya parte de nuestra identidad nacional. Lo curioso es que nadie ha podido dar una explicación plena del significado de este neologismo, que suena tan natural a las reglas del castellano. Unos dicen que es una síntesis de «triste y dulce». Otros, que alude al precio del libro (tres soles). Y hay varias teorías más. Sus 77 poemas están llenos de percances personales y meditaciones difíciles de seguir. Su lenguaje es por momentos hermético, pero de un brillo poco común, que cautiva aunque no lo entendamos del todo.

A pesar de las legiones de críticos y lectores que han contribuido a desentrañar el significado de algunos poemas, Trilce alberga zonas oscuras que Vallejo se llevó como un secreto a la tumba aquel Viernes Santo de 1938 cuando murió en París, donde vivía desde 1923, después de salir del Perú.

Quizá nunca llegó a intuirlo, pero su legado como el escritor más completo que haya surgido de nuestras tierras lo ha hecho el día de hoy un verdadero símbolo de nuestra desgarrada nacionalidad.

Con ese motivo ya ha habido varias celebraciones importantes por el centenario de Trilce. Conversatorios y congresos como el que organizaron la Universidad de Sevilla y la Universidad César Vallejo junto con la Asociación Internacional de Peruanistas en España, en abril de este año, y otros que vendrán, como el de octubre en Londres y Oxford (puede verse el programa en este enlace:

https://asociacioninternacionaldeperuanistas.blogspot.com/2022/09/v-congreso-intyernacional-vallejo.html ), el de Casa de las Américas, en La Habana, Cuba, en noviembre ( https://asociacioninternacionaldeperuanistas.blogspot.com/2022/08/trilce-y-las-vanguardias.html ) y el de Universidad Católica también en noviembre ( https://www.facebook.com/events/1218272962046400/?ref=newsfeed ).

Asimismo, vale la pena la exposición «Contra todas las contras: 100 años de Trilce» que han curado los destacados vallejólogos Carlos Fernández y Valentino Gianuzzi en la Biblioteca Nacional en San Borja.

Y me quedo corta, porque hay otros eventos y publicaciones que no son menos importantes.

¿Qué sería del Perú sin Vallejo? Pues tendría una literatura notable, pero no tan destacada. Vallejo, que es considerado el mayor poeta de la lengua y uno de los más grandes de la literatura universal, no puede sino llenarnos de orgullo.

Sigamos leyéndolo y comentándolo, que es la mejor manera de celebrarlo.

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César Vallejo, Trilce

El quinto capítulo sugiere un tema muy tentador, la posibilidad de establecer una comparación entre Eguren (La canción de las figuras) y Vallejo (Los heraldos negros), al igual que el sexto, donde se sopesa el siempre discutido legado de José Santos Chocano y el séptimo y último, donde se lee a Vallejo al calor de Valdelomar.

No quería dejar de mencionar la introducción del volumen, que constituye una herramienta de gran utilidad crítica: se trata de un recuento, de un “estado del arte” en la lectura de Los heraldos negros, desde los esfuerzos iniciales hasta las múltiples y complejas perspectiva teóricas que guían hoy a la interpretación literaria. Un muy buen aporte, sin duda.

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Camilo Fernández Cozman. Hacia una nueva lectura de Los heraldos negros. Lima: Fondo Editorial de la Universidad de Lima, 2022.

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César Vallejo, Literatura, Perú

Los allegados a la literatura ya saben que este año 2022 se cumple el centenario de la publicación de varios libros fundamentales de la literatura occidental. Tenemos, entre otros, el Ulysses de James Joyce, la Tierra baldía de T.S. Eliot, y en el ámbito peruano nada menos que Trilce, de nuestro entrañable poeta mayor César Vallejo.

Claro que es motivo para celebrarlo, pues Trilce significó un terremoto en las concepciones y las prácticas literarias de su momento y aún hoy. Pocos libros han sido tan trascendentes en el devenir de nuestra tradición poética y, a la vez, pocos han retratado (pese a la dificultad de su estilo) las tensiones y pasiones de su época y expresado una sensibilidad agudamente moderna, que pone en duda la estabilidad de nuestro conocimiento y sentido del ser.

Vallejo llegó a Lima a fines de 1917 y a los pocos meses empezó a sufrir una serie de pérdidas irreparables, o como él mismo las llamaría en su primer libro «los heraldos negros que nos manda la muerte». Así, pierde a su madre el 8 de agosto de 1918, luego a Manuel González Prada, su admirado mentor, y al año siguiente lo hieren las partidas de Abraham Valdelomar, su querido amigo, y Ricardo Palma, apreciado escritor. A eso se suma la dolorosa ruptura con su amada Otilia (la de las «venas otilinas» de Trilce VI) y percances laborales que se traducen en un dolor personal, bien expresado ya en Los heraldos negros, que recién pudo circular en julio de 1919.

Pero ya desde esos mismos años Vallejo se daba cuenta de la necesidad de cambiar completamente el lenguaje para expresar mejor lo que él llamó «una nueva sensibilidad». Los primeros borradores de Trilce datan de 1918, pero se incrementan durante el año siguiente y crecen mucho más cuando pasa por la crucial experiencia carcelaria del 6 de noviembre de 1920 al 26 de febrero de 1921. Fueron 112 días de los que no sabemos mucho, pero nos los cuenta, con ciertos toques imaginativos, el gran narrador (liberteño como Vallejo) Eduardo González Viaña en su novela Vallejo en los infiernos. También tenemos las valiosas biografías de Stephen Hart y Miguel Pachas Almeyda para quien quiera entrar en los recovecos de la difícil vida de Vallejo.

Al poeta le toca la terrible experiencia de pasar meses en una cárcel del Perú, acusado, además, injustamente. El expediente judicial completo que demuestra su inocencia está siendo publicado este año por la acuciosa investigadora vallejista Gladys Flores Heredia. Ya el juez Francisco Távara hace pocos años derogó el fallo judicial y la orden de captura que quedaba pendiente por violación de la libertad condicional que le fue otorgada al poeta en 1921. Vallejo, sin esperar a que lo apresaran de nuevo, prefirió marcharse del país luego de publicar Trilce en octubre de 1922 y dos incursiones por la narrativa: Escalas y Fabla salvaje en 1923.

Lo demás se conoce mejor. Pasa miserias y alegrías en París. Convive y luego se casa con la jovencísima poeta francesa Georgette Philipart. Viaja por Europa y se hace comunista, con militancia probada. Este último dato es insoslayable, aunque intenten olvidarlo muchos críticos y sin duda varios políticos a quienes Vallejo sin dudas despreciaría.

Trilce con sus 77 poemas fue reeditado en Madrid en 1930, antecedido por un lúcido prólogo del poeta español José Bergamín, reconociendo su gran contribución a la vanguardia. Como dice el refrán, «nadie es profeta en su tierra». En el Perú, el radical libro de Vallejo recibió sobre todo burlas en medio de un típico ninguneo que desde entonces practican nuestros poetas e intelectuales con cualquier obra que no calce con su gusto convencional. Salvo el prólogo de su querido amigo Antenor Orrego, lo demás fue la urticante «risita limeña» que suele aplicarse a los provincianos de estirpe indígena en los círculos oficiales de la capital. ¿Les suena conocido? 

La lección que nos deja ese libro como obra de arte es la de la necesidad y la validez de romper con todos los moldes y usos. Y la de no perder la perspectiva sobre el valiente cuestionamiento que todo escritor auténtico debe tener frente a una realidad mediocre y mediocrizante. 

Para estudiar el extraordinario libro de Vallejo se avecinan grandes congresos internacionales y publicaciones, coordinadas por la Asociación Internacional de Peruanistas y otras instituciones: en la Universidad de Sevilla el 26 y 27 de abril, en la Universidad de Londres la semana del 10 de octubre, y en el otoño boreal sendos congresos en La Habana y Boston. 

¿Y en Perú? «No se oye, padre». A ver si nuestras instituciones se ponen las pilas. 

Vallejo bien vale un Perú.

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