Cuestión de fe
El problema con Decentra no son solo sus tentadoras recompensas. La empresa trabaja en uno de los mercados financieros más inestables actualmente, lo que aumenta los riesgos de pérdida que sus promotores parecen ignorar.
Se trata de un mercado donde lo que impera es la especulación. Las criptomonedas son divisas digitales que no cuentan con el respaldo de los bancos centrales estatales, lo que afecta directamente su precio. “Lo que se genera con las criptomonedas son burbujas. Algo que vale 100, te lo venden a 500. Todo el mundo se mete, hacen plata, salen y te tiran el precio abajo, luego vuelve a subir. Similar ocurre en el sector inmobiliario. Es parte del desarrollo de un mercado no tan claro y transparente. Es como una timba”, explica el economista Enrique Castellanos.
Aunque no es solo su falta de aval lo que complica las cosas con estas monedas digitales. “El dinero no necesita un valor intrínseco. Solo debe manejar ciertas características: ser de fácil manipulación, ser divisible, tener un valor constante y ser aceptado por todos. No todo eso lo tienen las criptomonedas, aunque son fáciles de manejar, no tienen un valor constante o aceptación total”, asegura Castellanos.
La ‘cripto’ más conocida es el bitcoin, que circula desde el 2009 y es la divisa que comercializa Decentra. Desde que salió el primer BTC (moneda de bitcoin), su precio ha sufrido cambios bruscos. El año pasado la moneda alcanzó un valor cercano a los 70 mil dólares. Hoy, sin embargo, bordea los 19 mil, lo que implica que una persona que compró bitcoins cuando estaba cerca de su máximo histórico habría visto su inversión reducida en dos tercios. Otras criptomonedas han perdido 90% de su valor respecto a sus máximos históricos. A este último descenso se le conoce como el ‘criptoinvierno’.
La alta volatilidad es lo que convierte a las criptomonedas en un negocio de alto riesgo. Aún así, su mayor atractivo es que usan la tecnología blockchain para sus transacciones. Básicamente, se trata de una estructura matemática descentralizada y encriptada que registra operaciones financieras en un gran libro contable que reside en la red. Las transacciones se registran en la cadena de bloques, pero no pasan por ninguna institución financiera, y por lo tanto no dejan registros que puedan ser utilizados por algún gobierno o ente regulador. Las criptomonedas ofrecen la posibilidad de realizar transacciones anónimas y por eso son muy utilizadas en actividades ilícitas.
Otra peculiaridad de las ‘cripto’ es que muchas tienen una cantidad máxima de monedas circulantes. Es decir, un tope de producción que, en teoría al menos, asegura que su valor en el tiempo tenderá a subir, puesto que su oferta es finita. En el caso del bitcoin, actualmente existen 19,084.318 BTC disponibles y su cantidad total es de 21 millones BTC, de acuerdo a CoinGecko, empresa que brinda información procesable sobre el mercado de criptomonedas.
Al ser un mundo sin garantías es crucial confiar en el método de adquisición de ‘criptos’ y quién te las ofrece, variables que no encajan con el modelo ofrecido por Decentra. Existen actualmente muchos servicios internacionales que ofrecen la posibilidad de invertir en criptoactivos, pero antes de poner un sol o un dólar en ellos es importante saber si son operaciones serias y están sometidas a algún tipo de regulación. “El costo operativo es enorme. Lo más importante es saber dónde se guardan, el storage en inglés. Se supone que está en la nube, pero puede llegar un hacker y robárselo. ¿Quién reconoce después esa criptomoneda? El gran riesgo, más allá del valor de mercado, es que el vendedor desaparezca”, remarca Enrique Castellanos.
En Xifra son expertos en desapariciones. Al anunciar su cierre, remarcaron que los usuarios a los que aún les debían dinero podrían retirarlo únicamente cuando su nueva identidad, Decentra, estuviese operando al 100%. Un nivel de seguridad muy precario, si se le compara, por ejemplo, con Bank Leumi, un banco israelí que permite transacciones en ‘criptos’ desde el pasado mes marzo.
A escala global, la aceptación de las criptomonedas todavía está en una etapa incipiente. El Salvador es un país pionero en convertir el bitcoin en moneda de curso legal, desde septiembre del año pasado, contraviniendo todas las alertas del mundo financiero y de entidades multilaterales como el Fondo Monetario Internacional. En el Perú no hay entidades financieras formales que operen con ‘criptos’. Lo que sí hay –y de lo que hay que cuidarse– es de inescrupulosos supuestos gurús, que ofrecen rentabilidades garantizadas en un mercado donde es imposible garantizar cualquier cosa.
**Fotoportada por Darlen Leonardo