Hector Valer

 

Sobrecoge la incapacidad del presidente Castillo de enmendar rumbos y de percatarse de la hondura de la crisis social y política a la que ha conducido al país en apenas seis meses de gobierno. Sin propósito alguna de enmienda vuelve a cometer los mismos errores una y otra vez, carente de perspectiva política o, inclusive, de parámetros morales para tomar las decisiones correctas.

 

 

Lo volvió a poner en evidencia en su ridículo mensaje a la nación el viernes último, cuando anunció el recambio del gabinete, donde no mostró signo alguno de autocrítica y, más bien, enfiló sus baterías contra el Congreso y la prensa acusándolos veladamente de la parálisis que aqueja a su gobierno.

Es previsible, en consecuencia, que la designación del gabinete de reemplazo del que presidía Héctor Valer, no satisfará las mínimas expectativas del país. Castillo se reafirmará, seguramente, en su mediocridad, en la designación de funcionarios incompetentes o cuestionables, en la grisura como horizonte ejecutivo.

 

 

La sociedad civil y la clase política, por supuesto, no tienen por qué seguir tolerando tamaño desparpajo o incompetencia. No se puede dejar cinco años el poder en manos de un personaje que no califica para el cargo, como ocurre, lamentablemente, con nuestro presidente.

Maldita pandemia, que produjo un desbarajuste social de tan enorme magnitud, que trastocó las tendencias políticas e ideológicas vigentes. Penosa gestión la del inefable Martín Vizcarra, que produjo una crisis económica y sanitaria tan descomunal, que sirvió de sembrío al hartazgo ciudadano respecto del statu quo, y permitió así la aparición y prosperidad electoral de un sujeto inefable como Pedro Castillo.

 

 

Normalmente, la democracia es un sistema que, a pesar de sus deficiencias, logra procesar en el voto popular una cierta sabiduría que lo hace finalmente la mejor solución institucional. Así ha ocurrido en el Perú, mal que bien, desde el retorno a la democracia plena el año 2000: el 2001 fue mejor que Toledo le ganara a un Alan García aún heterodoxo y populista; el 2006 el pueblo eligió bien a Alan García sobre un Ollanta Humala chavista que hubiera llevado al Perú a la órbita bolivariana; el 2011, un Humala ya reconvertido, era mejor opción que una Keiko Fujimori sin plenas convicciones democráticas y evidente riesgo autoritario; el 2016 fue preferible un PPK tecnocrático, pero democrático, a una segunda ocasión de Keiko Fujimori, que también hubiera supuesto el peor retorno del mercantilismo autoritario y conservador (como se demostró luego con el comportamiento de su bancada); el 2021, el pueblo se equivocó: aún una Keiko mercantilista (la mayor desgracia del fujimorismo es su liderazgo), era infinitamente mejor opción que el desastre que hoy sufrimos con Castillo.

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Hector Valer, Pedro Castillo

 

Durante la semana, el periodista Jaime Chincha usó una frase: “¡QUÉ ES ESTO!”, para expresar su asombro e indignación por el descubrimiento de más elementos de escrutinio de la conducta del ex premier Valer. Mi respuesta a ese mensaje fue: “El Perú, querido Jaime, el Perú”.

Con la misma celeridad, Chincha me comentó: “No, querido Mauricio, el Perú es más -muchísimo más- que esta junta de improvisados, peleles y prontuariados. El Perú no se merece esto, querrás decir.” Le agradecí el mensaje, le expliqué que mi tono tenía pesimismo porque era martes de febrero y yo sentía que estaba en viernes de noviembre. La semana luego, fue pasando, pero esas cortas líneas me dejaron pensando.

Esa semana fue una semana como se va haciendo costumbre en la actualidad peruana. Tensa, desgastante, incómoda, pero lo peor de todo, inútil. El gran resumen de todo es que para lo único que sirve todo el ruido que vamos experimentando en el país, es para nada. Y eso definitivamente, no está bien.

 

¿Para qué?

Envidio, sana y realmente, al ciudadano al que no le importa. A aquel que se levanta, se alimenta, trabaja, descansa y ve por los suyos. Para el que más importante es ver en las noticias lo que ocurre en su cuadra que lo que pasa en el país. Ese ciudadano que cree que cada tanto ir a votar es su contribución obligada con algo que no le importa y que no le nada a cambio.

Ese que está enterrado en su problemática personal – familiar y que puede tener de presidente al primero o al último de la elección, que puede tener de congresista al A o B o Z y honestamente, de verdad no le importa. Duerme pensando que el mañana se reduce a lo que humanamente pueda hacer por su entorno cercano y nada más.

Claro, hemos perdido sentido de colectividad. Las demandas que desde la “democracia” o el “institucionalismo” o el “republicanismo” hagamos, importan nada. Porque importan muy poco pues, ya que no hay una transacción social. Un involucrarse por algo que valga la pena. Una participación si hay posibilidad de lograr algo. Queda claro en la gente que esa misión en este país con este sistema y estos partidos es o suicida o extremadamente voluntariosa.

Si no entendemos desde lo cotidiano cómo nuestro involucramiento puede generar algo, desde luego que se priorizará cualquier otra cosa. Porque, además, dejar el “sistema” en control remoto no es algo que no haya funcionado, ¿verdad? Llevamos décadas haciendo lo mismo con el mismo resultado. No hay el progreso prometido, pero tampoco ninguna debacle que nos preocupe. Ni el dólar alto, ni el precio del pollo o del pan han generado una involución generalizada. Por más maromas matemáticos que los y las reporteras hagan en el puesto del mercado.

Por lo tanto, hemos aprendido a separar las cuerdas de una manera tragicómica y normalizada. Hace pocos días conversaba con una colega sobre el tema, que estaba preocupada y hastiada. Yo le comentaba esto mismo. Creo que hay un divorcio enorme entre la política y la gente porque la primera no tiene ningún efecto sobre la segunda. Nada.

Hemos desafectado la política como ejercicio sentimental. Hay que estar loco hoy para pensar que la militancia y los políticos -y sus discursos- van a generar emoción. Positiva o negativa. Nada, cero. Eso es problema de otros.

Lo que nos lleva a un terreno y escenario más complejos. Si no genera movilización alguna, vínculo emocional, qué es lo que hace que la política se convierta en una actividad sobre la cual interactuamos, aunque sea de modo superficial.

Pues nada más que la política como una película. Como un juego de roles en el que hay un guión y que después de un tiempo x, las cosas serán exactamente igual a cómo eran antes del primer puñado de canchita. Guiones que pueden ser policiales, de suspenso, casi siempre de comedia, pero que son eso, guiones. Con actores que representan un papel específico pero que por un mejor pago se irán a otra productora a desempeñar otro y otro.

De eso se trata, tal vez. Escuchamos al presidente hablar de su compromiso con el pueblo -actuando- pero a la vez disfrutando de su nuevo “contrato” celebrando el cumpleaños de la hija como muy pocas niñas del pueblo pueden y comprometiendo contratos del país a sabe Dios quién, aunque el diga que estaba tomando su Kirma.

Escuchamos a la líder de la oposición repetir su último gran papel, que la verdad estuvo bastante sobreactuado, hablando de fraude; mientras trata de evitar que el juicio en su contra avance y el amigo Bertini que acaba de bajar del avión a malograrle las vacaciones de verano. Esas que duran 4 años entre campaña y campaña.

Escuchamos a la presidenta del congreso y sus coristas decir “comunismo”, mientras este gobierno les regala oportunidades de desarrollo personal y empresarial a través de ministros a los que no se cuestiona como Silva por ejemplo.

Leemos las “soluciones para salir de la crisis” de parte de un periodista que ha destruido a la profesión y que tuvo serias acusaciones de pederastia, publicadas en el medio que se desgarró las tripas por un primer ministro agresor.

Así las cosas, se hace difícil el estándar para entender lo que pasa. Mejor verlo como una gran puesta en escena, ahora que se viene el Oscar. Mejor verlo como el gran juego de roles que es hacer gobierno en el país. Mientras tanto, cada día me levanto, me alimento, trabajo, veo por los míos, porque de esos actores no recibiré nada.

Creo así que a Valer más lo castiga el cinismo y la falsa defensa de un caso tan evidente que el mismo caso. No es porque la violencia no nos importe sino porque entendemos que a él no le importa. Y que quizás a los que lo acusan tampoco les importa. Es solo la oportunidad de entrar en escena y dejar de ser extras.

Por eso la elección no es un acto de vida o muerte para los peruanos. Por eso no representa una inversión racional y emocional muy relevante. Sintonizamos y votamos con el que mejor pasa el casting. De allí al estreno de la película nos importa realmente poco lo que ocurra. Pero no es culpa de los votantes-espectadores. La verdad, la producción es la que falla. Siempre es el mismo argumento y el capítulo siempre queda en el mismo lugar.

 

Las conversaciones

“El mundo digital ha multiplicado el número y la disponibilidad de relatos. Tenemos infinidad de series y documentales online, libros, películas y programas en todos los idiomas y de todos los rincones del planeta. A un clic. Pero, al mismo tiempo, el abanico de narrativas que compartimos de forma simultánea se ha estrechado.”

(Por qué interesa la política. Victor Lapuente (2018). El País. En: https://elpais.com/elpais/2018/08/31/opinion/1535717077_537498.html)»

Además, está lo otro, ¿con quién comentamos la política?, ¿a quién le damos nuestra opinión sobre lo que vimos? Entra a tallar un tema que ya es materia de preocupación en las ciencias políticas, sociales, humanas y filosóficas. Cómo nos vamos acostumbrando a tribalizar nuestra discusión cotidiana y la búsqueda de elementos comunes a nuestra arquitectura lógica, termina siendo la necesaria resultante de un proceso que nos ha ido encerrando en burbujas de significados.

La pandemia debe de haber acelerado varios años la digitalización de la comunicación y la comunidad de discursos más afines, en la medida en que el confinamiento nos obligó a buscar contacto virtual y definir los contenidos a los que queríamos estar expuestos. Asumiendo que se trata de un cambio que no trae vuelta aún, hemos perdido de modo dramático la interacción presencial. Aquella que no está a un clic de salir, aquella que nos obliga a compartir discursos y comunalizarlos de manera más amplia.

Hemos perdido el café, la cola, el ir al mercado con la vecina, el compartir con los colegas. El tele… (rellénelo con lo guste, trabajo, educación, entretenimiento) nos aisló con nosotros mismos y nos evitó el contraste siempre tan necesario para fijarnos posición sobre las cosas.

Así las cosas, las redes sociales nos dieron soporte. A quienes consideramos voceros adecuados los mantenemos. A quienes los consideramos contrarios, los bloqueamos, silenciamos o ridiculizamos. Se va construyendo un discurso amargo, corto, sin matices, en el que solo tiene cabida mi exposición de motivos basada en otra igual. La falta de intermediación que nos lleva a la imposibilidad de aceptar a otros.

Las redes virtuales se vuelven así un reflejo. Pero también un perfecto escenario para el despliegue del ego. Los “lunes de aficionados” pasan a ser discursos concluyentes en Instagram o Twitter. En ellos la aceptación del diálogo es una quimera enorme. Pocos aceptan la posibilidad de intercambio de ideas. Es el espacio de la vanidad y de la “franela” pero si me vas a cuestionar, mejor te bloqueo. Sé que están en pensando en RMP, pero observen el comportamiento de un congresista como Ed Málaga, por ejemplo. Con un ego tan grande que considera que sus redes sociales son solo para aplaudirlo. Si alguien le dice algo con respeto, pero en tono de discusión, bloqueado. Es, en el fondo un reproductor de su propio reflejo. Imposible desarrollar diálogo así, solo con complacientes.

Pero no solo Málaga. Miren las redes de cualquier político con un importante número de seguidores. La mayoría no llega a los extremos del congresista elegido por el Partido Morado pero nadie interactúa. Dejan textos bomba que no tienen respuesta alguna si algún ciudadano quiere establecer algún punto de conversación. ¿No quieren discutir o las redes sociales funcionan solo para sentir su capacidad de generación de likes?

Entonces, sin una política que conecte y a la cual aprendimos a ver como una pantalla de cine; y con la imposibilidad de desarrollar una conversación ciudadana efectiva, el pesimismo me gana y sí, querido Jaime, me reafirmo: es el Perú. Que tiene posibilidades, sin duda. Pero que hoy, y desde hace algún no corto tiempo, nos deja sin capacidad de respuesta.

 

 

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Hector Valer, Pedro Castillo

 

Ni siquiera la bancada de Perú Libre iba a apoyar la confianza del efímero gabinete Valer. El presidente Castillo se vio obligado políticamente a cambiarlo sin jugar la carta de su presentación acelerada ante el Congreso y descartando así la torpe iniciativa del cantinflesco Premier de fungir de la primera “bala de plata” en el proceso de dos negatorias de confianza que permitirían la disolución del Congreso.

Si Castillo jugaba a ello, aseguraba su vacancia pronta. Un Congreso puesto contra la pared y empujado a jugarse su permanencia, obviamente iba a preferir sacar a Castillo de Palacio, antes de irse pacífica y dócilmente a su casa.

Hoy, la única manera que tiene Castillo de evitar que la crisis escale y se lo lleve de encuentro del poder presidencial, es procediendo inmediatamente a armar un gabinete, ya no de centro, de derecha, o cerronista o de izquierda auténtica. Eso, más allá de lo deseable, según el respectivo punto de vista ideológico, no es lo factible en las actuales circunstancias.

La única manera de salvar el grave impasse político en el que se ha metido, por propia voluntad, el Primer Mandatario, pasa por convocar a un Premier de probada solvencia moral y profesional, que cumpla con los requisitos meritocráticos indispensables y, más importante aún, que tenga una capacidad de convocatoria política mayúscula, y que reciba de parte del jefe de Estado, todo el poder necesario para actuar.

Lo que podría reencaminar al gobierno sería solo la convocatoria a un gabinete multipartidario o, quizás mejor dicho, plurideológico, con personajes calificados, que genere el suficiente consenso parlamentario para alcanzar el voto de confianza y que logre establecer fajas de transmisión política con una ciudadanía ya harta e indignada con la mediocridad del gobernante.

 

 

Castillo debe, para ello, ceder importantes cuotas de poder, olvidarse de su gabinete pigmeo en la sombra, desechar Sarrateas y aledaños, olvidarse del caciquista afán de copar el Estado, permitir que el Premier arme su gabinete, y él abocarse en el gobierno a una o dos tareas esenciales, en términos de reformas o de cambios que satisfagan de algún modo el sentido del voto obtenido el 2021: tal vez, salud y educación públicas.

Por cierto, no somos optimistas respecto de la posibilidad de que un personaje tan básico y limitado como Pedro Castillo tenga la lucidez necesaria para entender que la referida es la ruta que corresponde seguir. Más bien, lo vemos reafirmando su signo mediocre en la conformación del nuevo gabinete. Lo más probable, pues, es que labre su propio destino de la peor manera.

 

 

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Congreso, Hector Valer, Pedro Castillo

El primer ministro se quedó sin quien los sostenga políticamente. Los mismos integrantes de su Gabinete pidieron su salida. ¿Y ahora qué viene? ¿Es viable un gobierno que va a nombrar su cuarto premier 7 meses?

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Hector Valer, Pedro Castillo

La muerte de un hombre persigue al flamante primer ministro desde hace cinco años. Administrar el camal municipal de Coronel Portillo, en Pucallpa, Ucayali, no solo le trajo a Héctor Valer una denuncia por colusión, sino también una investigación por homicidio culposo. El hecho ocurrió en junio del 2017 y al interior del recinto que, en ese entonces, manejaba su empresa: el Consorcio Industrial de Carnes de Ucayali (Coincar).

La municipalidad provincial le había entregado el camal en concesión a fines del 2016. Esto, “sin someterlo a un proceso de evaluación; afectando la eficiencia, transparencia y legalidad con la que deben regir las decisiones que adopte el Concejo Municipal y la entidad”, según una nota de prensa de Contraloría de la época.

La tarde del 13 de junio, el presidente de la Asociación de Comerciantes de Carnes Rojas de la región, Aster Diaz Ruiz, llegó al lugar para retirar diez cabezas de ganado que había adquirido previamente. Antes, sin embargo, tenía que marcarlas. Como no había personal que realice esa tarea, él mismo entró al corral y empezó a pintar sus iniciales en el cuerpo de las vacas. Una lo atacó de un cuernazo por la espalda.

Toro- ataque
Así informaba la prensa local aquel junio del 2017. Resultó que el ataque fue de una vaca y no un toro.

El hombre murió seis días después en el hospital regional. Su familia denunció a Coincar porque no tenía trabajadores capacitados para el manejo de los animales, a pesar de que los Díaz pagaron S/1.150 por ese servicio. Sudaca ha accedido a una serie de disposiciones de la Fiscalía Provincial Penal de Yarinacochas, que abrió investigación preparatoria el 27 de junio del 2017, en las que se cuenta el suceso con detalles.

En la denuncia presentada por el hijo de la víctima, Maxcel Díaz Moreno, se menciona una situación que era común en el camal: “adolece de personal idóneo y capacitado encargado de realizar tales labores, por lo que su señor padre tenía que ejecutarlas”. El familiar dice, además, que aquel día “únicamente se encontraba una persona que hace las veces de guardián, el mismo que desconoce sobre las actividades de manejo de ganado”. Y añade: “Coincar cobra por estos servicios, a pesar de que no tiene personal capacitado, en un claro abuso de poder y de derecho”.

Díaz Moreno apuntó al mandamás del consorcio, Héctor Valer. “No ha cumplido con brindar las garantías y seguridad al personal externo que ingresa animales para el sacrificio al camal, con personal idóneo y capacitado para realizar tales labores”, aseguró. Durante las diligencias preliminares, el ahora premier replicó que sí tenía personal y que el local era constantemente inspeccionado por el Servicio Nacional de Sanidad Agraria (Senasa). Además, le echó la culpa al ganadero, a quien acusó de haber ingresado a los corrales burlando la seguridad. 

Los hijos de Díaz, sin embargo, presentaron a la Fiscalía el contrato de compra-venta que suscribieron por los animales y el comprobante del pago de S/1.150 a favor de Coincar a cambio de los servicios de faena. Cuando los investigadores le preguntaron al chofer que llevó a Díaz al camal por la seguridad del recinto, este respondió: “no cuenta con las garantías necesarias para brindar ese servicio”.

Apenas ocurrió la muerte, la Asociación de Comerciantes de Carnes Rojas de la región inició un paro indefinido. Y ese mismo año, el Órgano de Control Interno de la municipalidad detectó las ya mencionadas irregularidades en la concesión del recinto.

Camal Municipal
El 2019, la nueva gestión municipal encontró en pésimas condiciones el camal municipal que administraba la empresa de Valer.

Resulta que el Consejo Municipal había incorporado el camal a un proceso de asociación público-privada en setiembre del 2016, pero ese acuerdo fue desconocido en diciembre del mismo año. El Consejo, entonces, le permitió al alcalde darlo en “administración temporal”, algo que -según la fiscalía que ve el caso- no estaba contemplado en la Ley Orgánica de Municipalidades. La propuesta de Valer para manejar el lugar llegó el 9 de diciembre. Tan solo cuatro días después se le dio el visto bueno. 

El contrato fue suspendido tras el escándalo por la muerte del ganadero y la intervención, en paralelo, de los auditores. Coincar tuvo que abandonar el camal y fue dada de baja en abril del 2018. A inicios del 2019, la nueva gestión municipal inspeccionó el lugar y encontró un escenario lúgubre: puertas y ventanas rotas, áreas administrativas destruidas, techos deteriorados, la zona de sacrificio de reses y porcinos en pésimo estado. En general, todo el procesamiento de vísceras se realizaba en condiciones inapropiadas, según una nota informativa de la comuna.

“Hay equipos que han desaparecido”, agregó Rafael Paredes Delgado, entonces gerente de Servicios Públicos y Gestión Ambiental de la municipalidad. La Fiscalía también señala que Valer mantuvo el lugar en condiciones insalubres. “Hubo contaminación, olores fétidos, problemas inclusive en los sistemas de evacuación, residuos sólidos y otros factores que, en la práctica, provocaron mayores daños a la entidad pública y al servicio”, le dijo el fiscal Gomer Santos, que investiga las irregularidades en la concesión del camal, a El Comercio.

En tanto, el caso de la muerte de Aster Díaz pasó a la etapa de investigación preparatoria en el 2018. La fiscal provincial Karen Yzaguirre se pronunció a fines del año pasado a favor de sobreseerlo, pero ahora parece haber dado marcha atrás. “Hay un pronunciamiento en ese sentido y va a ser objeto de absolución de parte de la Fiscalía. Pero dado que el caso se ha hecho emblemático, parece que está ampliando su investigación”, dice el abogado de Valer, Millet Tello Salazar.

Y así fue. El 18 de enero de este año, el despacho de Yzaguirre decidió recabar más testimonios durante febrero. Según el abogado de los deudos, la fiscal tuvo que recular luego de que sus superiores no aceptaran el archivamiento del caso. “El juzgado, al ver la inconsistencia del sobreseimiento, ha elevado la consulta a la fiscalía superior y esta ha ordenado a la provincial que continué la investigación”, explica el doctor Marco Antonio Texeira. Sudaca llamó a la fiscal del caso, pero no obtuvimos respuesta.

Providencia Fiscal
En enero de este año, la fiscalía dispuso seguir recogiendo testimonios.

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Hector Valer, homicidio, Ministerio público

¿Qué pasará con el Pdte. Castillo este fin de semana?

Despertamos con la noticia de que el Pdte. Castillo estaría buscando indultar a Antauro Humala. Al respecto conversamos con la abogada penalista Romy Chang. Además la ex presidenta del Congreso – Rocío Silva Santisteban – explicará la importancia de mantener un gabinete que trabaje por la igualdad. Y, como todos los viernes, nos acompaña la politóloga Paula Távara con el análisis político de esta semana.

Puedes revisar nuestros informes aquí

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Lima – Perú

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Antauro Humala, Hector Valer, Pedro Castillo

¿Es el movimiento ciudadano el que se va a traer abajo al premier pegalón? ¿O es la política? ¿Puede ocurrir lo mismo con el presidente? ¿Sirve el «que se vayan todos»?

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Hector Valer, Pedro Castillo, protestas
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