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Sin esperanzas en Castillo | Sudaca - Periodismo libre y en profundidad
Juan Carlos Tafur

Sin esperanzas en Castillo

“el 2021, el pueblo se equivocó: aún una Keiko mercantilista (la mayor desgracia del fujimorismo es su liderazgo), era infinitamente mejor opción que el desastre que hoy sufrimos con Castillo”

 

Sobrecoge la incapacidad del presidente Castillo de enmendar rumbos y de percatarse de la hondura de la crisis social y política a la que ha conducido al país en apenas seis meses de gobierno. Sin propósito alguna de enmienda vuelve a cometer los mismos errores una y otra vez, carente de perspectiva política o, inclusive, de parámetros morales para tomar las decisiones correctas.

 

 

Lo volvió a poner en evidencia en su ridículo mensaje a la nación el viernes último, cuando anunció el recambio del gabinete, donde no mostró signo alguno de autocrítica y, más bien, enfiló sus baterías contra el Congreso y la prensa acusándolos veladamente de la parálisis que aqueja a su gobierno.

Es previsible, en consecuencia, que la designación del gabinete de reemplazo del que presidía Héctor Valer, no satisfará las mínimas expectativas del país. Castillo se reafirmará, seguramente, en su mediocridad, en la designación de funcionarios incompetentes o cuestionables, en la grisura como horizonte ejecutivo.

 

 

La sociedad civil y la clase política, por supuesto, no tienen por qué seguir tolerando tamaño desparpajo o incompetencia. No se puede dejar cinco años el poder en manos de un personaje que no califica para el cargo, como ocurre, lamentablemente, con nuestro presidente.

Maldita pandemia, que produjo un desbarajuste social de tan enorme magnitud, que trastocó las tendencias políticas e ideológicas vigentes. Penosa gestión la del inefable Martín Vizcarra, que produjo una crisis económica y sanitaria tan descomunal, que sirvió de sembrío al hartazgo ciudadano respecto del statu quo, y permitió así la aparición y prosperidad electoral de un sujeto inefable como Pedro Castillo.

 

 

Normalmente, la democracia es un sistema que, a pesar de sus deficiencias, logra procesar en el voto popular una cierta sabiduría que lo hace finalmente la mejor solución institucional. Así ha ocurrido en el Perú, mal que bien, desde el retorno a la democracia plena el año 2000: el 2001 fue mejor que Toledo le ganara a un Alan García aún heterodoxo y populista; el 2006 el pueblo eligió bien a Alan García sobre un Ollanta Humala chavista que hubiera llevado al Perú a la órbita bolivariana; el 2011, un Humala ya reconvertido, era mejor opción que una Keiko Fujimori sin plenas convicciones democráticas y evidente riesgo autoritario; el 2016 fue preferible un PPK tecnocrático, pero democrático, a una segunda ocasión de Keiko Fujimori, que también hubiera supuesto el peor retorno del mercantilismo autoritario y conservador (como se demostró luego con el comportamiento de su bancada); el 2021, el pueblo se equivocó: aún una Keiko mercantilista (la mayor desgracia del fujimorismo es su liderazgo), era infinitamente mejor opción que el desastre que hoy sufrimos con Castillo.

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Hector Valer, Pedro Castillo

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