Mariátegui

Hace unos días, en un medio local, el rector de la UNI, Dr. Alfonso López Chau publicó el artículo La Nación, Renán y Mariátegui. Me agrada lo que escribe López Chau por su solvencia intelectual pero, principalmente, porque, siendo líder de un partido político, Ahora Nación, se ocupa de temas que a ningún político contemporáneo le importarían. Y espero no pecar de soberbio al señalar que es posible que varios de los más conspicuos representantes de nuestra caterva política, ni siquiera hubiesen entendido el texto que aludo. Y es una pena.

Las redes sociales –youtube– todavía guardan discusiones entrañables: una entre Alfonso Barrantes y Alfonso Baella en 1984, otra entre Andrés Townsend, Armando Villanueva, Luis Alberto Sánchez y Ramiro Prialé en 1981, en tiempos en que el APRA se dividió tras la muerte de Haya de la Torre. Aquí no se trata de la temática, de la postura, sino de la docencia política, ¡qué nivel de cuadros! El que menos, desde la pantalla chica, escuchaba al contrincante y se quedaba con el placer estético de haber disfrutado de una charla magistral. Y de esto hace 40 años, en realidad no es tanto tiempo.

¿Que son tiempos pasados? ¿que ya fue? ¿que son otros aires que los soplan hoy? No lo sé. Pero los de hoy no son superiores a las épocas que evoco. Entonces teníamos clase política y teníamos partidos políticos que formaban cuadros para hacerse cargo del Estado. No era el mejor de los mundos, la corrupción estaba allí, pero tampoco era el séptimo anillo del infierno de Dante, al que nos han precipitado recientemente. Entonces no se trata de los tiempos, se trata de un hoyo del que hay que salir con absoluta urgencia.

Pero volvamos a López Chau quien definió la nación apelando al viejo Ernest Renán del siglo XIX, la enunció como “sufrir juntos” porque el sufrimiento impone deberes y exige el esfuerzo común, así como supone el deseo de continuar una vida juntos. Estas palabras podrían sonar vacías en nuestros Tiempos Recios, ¿a quién podría importarle una discusión conceptual si los medios titulan los avatares de una supuesta banda de prostitución clandestina que opera en el Congreso de la República?

Pero la cacocracia, el gobierno de los malvados y de los peores, sólo podrá ser revertida con una nación cohesionada, dotada de un sentido común de bienestar, de desarrollo compartido, de una utopía de patria, de peruanidad. Y ese sentido común, tan maltratado por quienes se estiman en una posición inexpugnable -y que no lo es- debe dar lugar a un gran movimiento de emoción social que salte a la política, que se haga del gobierno y que reconstruya, desde sus cenizas, las instituciones que una vez fueron creadas para servir al ciudadano y a todos quienes formamos parte de ella. Para eso necesitamos a la nación.

Hay una base espiritual, como le gustaba decir a José Carlos Mariátegui, siguiendo a Henry Bergson y George Sorel, en todo esto. Para nuestro amauta el socialismo se lograba con la elevación del trabajador a su máximo estadio de conciencia, lo que implicaba ascetismo, y una vez más, espiritualidad, religiosidad. Ciertamente, no es del socialismo del que hablamos ahora, pero sí de la democracia con justicia social, cuyo prerrequisito pasa por recuperar el Estado para la nación y solo una nación consciente, indignada y fervorosa recuperará el Estado para sí, única y exclusivamente para su beneficio y el de sus ciudadanos.

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#Cacocracia, #Renán, LopezChau, Mariátegui, nación

Un destacado siquiatra, Francisco Alarco Larrabure decide visitar al poeta Martín Adán entre 1984 y 1985, en la habitación que ocupaba en el asilo Canevaro. Después de cada visita, Alarco escribía el reporte del encuentro e incorporaba reconstrucciones de los diálogos y conversaciones que mantuvo con Adán durante esas visitas. 

Este material, valioso y singular, pues combina un acercamiento personal y admirado del siquiatra –quien no era ajeno a intereses literarios, entre ellos, la obra del propio Adán– con un registro que pone en acción un encuentro entre el diálogo, la memoria y la descripción del mal que aqueja al poeta –la depresión– ha sido editado y puesto en valor por Andrés Piñeiro. 

Andrés Piñeiro es un devoto estudioso de la obra de Martín Adán. A él debemos valiosos volúmenes que compilan las cartas y entrevistas del poeta, así como un estudio titulado La herética de Martín Adán (2017), donde examina las relaciones de la poesía de Adán con ciertos aspectos del universo ideológico cristiano. Incluyo en la nómina un trabajo aun por publicarse: Desventura en extramares. Conciencia desgarrada en la poética de Martín Adán. 

Sobre Martín Adán pesan varios mitos, entre ellos uno que le atribuye haber sido un hombre mentalmente perturbado, algo que se descarta fácilmente leyendo los fragmentos de las conversaciones con Alarco y las propias notas que dan contexto a estos encuentros. Lo cierto, en todo caso, fue un alcoholismo galopante, razón principal de sus muchos internamientos en hospitales y sanatorios.

Aunque los diálogos son reconstrucciones posteriores, basadas en las notas que iba tomando Alarco, en la voz de Adán, claramente diferenciada de la de su interlocutor, hay matices que delatan al poeta: la agudeza, la ironía, la observación socarrona sobre personas y cosas, además de un temperamento marcadamente conservador (rasgo muy suyo) en muchas de sus opiniones.

Por otro lado, a lo largo del volumen se detectan temas recurrentes, casi una obsesión, especialmente con algunos personajes: Luis Alberto Sánchez (a quien acusa constantemente de difundir con maledicencia su alcoholismo), Ventura García Calderón, José Carlos Mariátegui, a quienes vuelve reiteradamente. 

En conjunto, el volumen puede leerse como una entrevista siempre parcial y discontinua. Cada visita incluye algunas preguntas que pueden ir construyendo el fresco existencial de un poeta prácticamente aislado del mundo social, aunque con contactos muy rígidamente seleccionados. Aparte de Alarco, uno de sus visitantes a Canevaro era el librero Juan Mejía Baca, gran amigo de Adán y una suerte de albacea de su obra.

Las respuestas de Adán son, por decir lo menos, curiosas. Muestran a la vez lucidez y dispersión. A lo largo del libro el lector se encontrará con pasajes en los que una respuesta va matizada con interpolaciones de otros asuntos:

“—¿Por qué te atrajo tanto José Carlos Mariátegui?, le pregunto.

—Porque era de izquierda –me responde–. Los niños se masturban, es lo más natural debido a sus impulsos. Todos acuden a las putas, no por deseos sexuales sino por curiosidad. La relación humana es vil, como un pedo. Nunca me habló de Luis Alberto Sánchez, que es tan fácil de criticar. Mariátegui fue mejor periodista que Sánchez. Éste escribió veintitrés tomos de literatura peruana, periodísticamente. La historia del Perú es absurda. El Perú tiene territorios difíciles, tiene mestizos y hasta indios que no saben el castellano. Incalculablemente es diferente a lo que saben Luis Alberto Sánchez, Francisco García Calderón o José de la Riva Agüero. La clase media no sabe nada de nada” (p. 132).

Estas conversaciones constituyen, pues, el derrotero del último año de vida del poeta. Se muestra a un hombre lúcido, por momentos disperso y muy contradictorio. Humano, demasiado humano, es aquí el rostro de Adán. Un material de primera mano a la espera de quienes se aventuren en una futura y esperada biografía del poeta. 

Martín Adán. Conversaciones con Francisco Alarco Larrabure. Andrés Piñeiro (editor). Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú, 2024.

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La casa de cartón, Mariátegui, Martín Adán, poesía peruana

[EN UN LUGAR DE LA MANCHA] Socióloga y docente, Linda Lema Tucker ha cometido, en un solo libro, un acto doble: ofrecer una completa semblanza biográfica de Magda Portal y acompañarla de una selección de sus poemas. En ambas facetas, vida y obra, Magda Portal (1900-1989) muestra extraordinaria coherencia: vanguardista en la política, vanguardista en la literatura y en su manera de intervenir en los debates de su tiempo. Su ser político no puede entenderse cabalmente si se lo aísla de su labor creativa.

Su vida, ciertamente, estuvo cargada de tintes librescos, dignos de un biopic: fue parte del núcleo fundador del Partido Aprista –al que renunciaría luego con una célebre misiva dirigida a Haya de la Torre–; Mariátegui en sus 7 ensayos le otorga un lugar de preeminencia en la tradición poética peruana; obtiene los Juegos Florales de San Marcos para indignación de un jurado que le mezquinó el galardón; abrazó el socialismo y fue activista política y cultural.

Las causas feministas no le fueron ajenas. Tampoco la mirada crítica a los vicios y defectos de la clase dirigente nacional. Por supuesto, esto le valió pasar por las duras experiencias del exilio y la persecución. Unida sentimentalmente al poeta Serafín Delmar (seudónimo de Reynaldo Bolaños Díaz), Magda Portal construyó su espacio artístico e intelectual sin ayuda de nadie, excepto su indoblegable sentido de la independencia.

Esto se explica porque en los tiempos en que Magda Portal despierta a la inquietud intelectual y literaria “no era fácil ser mujer en el Perú. Fueron años en que el espacio público estaba reservado para los hombres y el privado o doméstico para las mujeres. Pero la década de 1920 será también el momento en que se plantean nuevos retos políticos, sociales y artísticos; entre ellos la lucha indígena y la obrera, y, por supuesto, la lucha que llevaban las mujeres obreras, universitarias e intelectuales” (p.27).

Lema afirma que Portal fue “una mujer fuera de su tiempo. Tenía una particular forma de conceptuar la vida, el amor y la libertad. Una mujer que se situaba lejos de los prejuicios impuestos por la iglesia y por la élite política conservadora y patriarcal, que regía la vida social del país por esos tiempos” (p.32).

El feminismo que abrazó la poeta no fue solo un conjunto de actitudes o gestos. Esto se tradujo en su propia producción intelectual, en libros como Hacia la mujer nueva, en el que se denuncia la condición que mejor graficaba la situación de las mujeres en el Perú: la más absoluta desigualdad. Uno de los remedios que propone Portal es el acceso de las mujeres a la educación, algo que podría garantizar nuevas miras más allá del ámbito doméstico y dotar de agencia a la mujer.

Linda Lema Tucker ofrece pues una puerta de entrada a una de las mujeres más fascinantes de la historia cultural e intelectual de nuestro país. Es cierto que no se ha puesto tanto énfasis en su actividad literaria, pero lejos de ser un demérito, se entiende que esta semblanza es, sobre todo, una mirada desde un enfoque social y de género que aporta mucho a la comprensión del personaje.

El volumen se cierra con una entrevista inédita (propalada en 1983 por Radio Miraflores), una estimable iconografía y una selección de poemas. En su brevedad, esta semblanza es una invitación a sumergirse en el mundo de Magda Portal. Sugeriría aceptarla sin reservas.

Linda Lema Tucker. Magda Portal mujer insurrecta. Lima: Academia Antártica, 2023.

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Lema Tucker, Mariátegui, poemas, Serafín Delmar

No vivimos, pues, tiempos de utopías, vivimos tiempos de realidades muy complejas, cuyo telón de fondo es una disputa ideológica mundial entre derechas muy conservadoras y fundamentalistas, e izquierdas que hicieron de una supuesta “corrección política” un paradigma que debía imponerse derribando estatuas o mutilando libros. Pero el problema es social, no es cultural. Nos lo acaban de demostrar las masas chilenas que rechazaron un proyecto constitucional que básicamente abandonó las banderas que generaron su espacio de deliberación y las reemplazó, unilateralmente, por otras. Qué importantes las lecciones de Gonzáles Prada, cuando advierte al intelectual acerca de los límites de su liderazgo sobre las masas y subraya los peligros de su propia soberbia.

Caudillismo, populismo, clientelismo, militarismo, corrupción, precariedad de los servicios del Estado, absoluta crisis de valores – sí, en efecto- pobreza y pobreza extrema, hambre, son las principales características de una sociedad que no solo es informal en más del 70% de la población del país, sino que piensa, actúa y respira informalmente, y que ve al Estado como la fuente de enriquecimiento, desde los grupos de poder hasta los aspirantes a funcionarios, igual que sus homólogos españoles de nuestro virreinato, hace siglos.

Haya y Mariátegui lo tuvieron claro:  hay que partir de la realidad, y, tras conocerla a fondo, teorizar sobre ella. Por eso ambos sufrieron el exilio simbólico de la Comintern: ninguno aceptaba ortodoxias teóricas. La república, en efecto, es una utopía, por eso tiene que pensarse como lugar de llegada -nunca como punto de partida- de una examinación cuyo principio solo puede ser la definición más cabal y ceñida posible de lo que somos, del presente en el espacio y en el tiempo, del único lugar que realmente existe y desde el cuál todo comienza y se proyecta.

*Tomo prestado el título, del libro de nombre análogo de Tulio Halperin

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Haya de la Torre, Mariátegui, República

Julio Guzmán, Diego Boneta y Aldo Mariátegui entran a un noticiero…

Guión, voces y música original: Juan Luis Nugent

Edición y postproducción de audio: Carlos Mejía V.

Ilustración y diseño: Adriana Galbani

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Julio Guzmán, Mariátegui, Noticias
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