Cómo celebrar cuando se descubre que muchas de estos congresistas estudiaron para ser profesoras de colegio, obstetras, abogadas. Cómo festejar a una patria en la que las profesoras –y por eso también el presidente Castillo– temen ser acusadas por las familias de incitar a las niñas al aborto, la pedofilia y la infertilidad. Una patria en la que el personal de salud utiliza sustento religioso para negarse a darle una píldora del día siguiente a una niña de tan sólo diez años.
Difícil celebrar la patria. Pero sí urgente y necesario celebrar a sus mujeres, a las que lograron la independencia, la del país y la suya; a las que luchan por los derechos para el país entero, para sus diversidades culturales, sociales, de género. A las niñas que se convirtieron en grandes y reconocidas científicas, a las campeonas deportivas, a las tejedoras, a las mujeres vulneradas que se organizaron y luchan por sus derechos, a las gestoras de las ollas comunes, a las profesoras que les enseñan a sus alumnas a ser libres y seguras, a las mujeres del centro de emergencia mujer que entendieron la empatía y se comprometieron, a la jueza que sí quiere acabar con la violencia de género, a la enfermera que defiende a las niñas, es a quienes sí debemos celebrar y que mejor que el 28 de julio para dedicárselo a tremenda independencia.