La reciente medida adoptada por el Congreso del Perú, que prohíbe el uso de minifaldas para las trabajadoras, es una clara manifestación del control social sobre el cuerpo de las mujeres y una muestra de cómo aún se perpetúan normas patriarcales bajo la fachada de «formalidad». 

Lo que podría parecer una simple normativa de vestimenta es, en realidad, una forma de discriminación directa y una herramienta más para restringir las libertades; condicionando y determinando no solo cómo deben vestirse las mujeres sino también como deben comportarse en los espacios de poder y toma de decisiones.

El Congreso, el segundo poder del Estado, se ha convertido en el principal perpetuador de estereotipos, reafirmando que las mujeres deben mantener conductas basadas en un moralismo patriarcal que solo favorece a los agresores. 

En una sociedad en donde la violencia de género contra las mujeres y niñas es drama diario, este tipo de medidas solo fortalece la impunidad de los agresores y coloca como “provocadoras” a las mujeres que libremente deciden su forma de vestir. Así se valida la violencia sexual en el espacio público y se perpetúa la tolerancia a este flagelo social. 

El retroceso al que nos están llevando las actuales autoridades es gravísimo. Cuando pensábamos que el Congreso no podía caer más bajo surge el escándalo de la supuesta red de explotación sexual, las autoridades deciden limitar la vestimenta de las mujeres y se destapan escándalos de violencia sexual protagonizados por los mismos congresistas. 

Evidentemente estamos ante un Congreso, cuyos representantes son la expresión de una cultura patriarcal y machista que prevalece en nuestro país, la cual vulnera diariamente la vida de miles de personas. 

Las mujeres, niñas y adolescentes tienen derecho a sentirse seguras en el espacio privado y público. Es decir, en los diferentes ámbitos en donde se desarrollan.

El control sobre las elecciones de vestimenta esta intrínsecamente ligado a la histórica objetivización de los cuerpos, la sumisión a cánones hegemónicos de belleza y el “moralismo patriarcal y religioso” que se expresa además en la censura de contenidos que plantean una crítica a este modelo de exclusiones. Aunque ese es otro tema no puede dejar de mencionarse, ya que todo se encuentra relacionado. 

Volviendo a esta absurda y retrógrada medida que solo sirve para perpetuar estereotipos y la discriminación directa a las mujeres; su crítica es indispensable. No es un tema menor, estamos asistiendo a un retroceso de décadas en materia de igualdad. Lo que esta norma regular es la libertad individual de las mujeres, devolviéndonos a tiempos que pensamos ya estaban superados. El control, la vigilancia y la reculpabilización en su máxima expresión. 

Un feminicida justifica su crimen diciendo que “la mato porque lo dejó por otro”, los congresistas con esta medida dicen “las mujeres provocan los ataques sexuales”, exculpando así a los agresores. En el modelo patriarcal, punto de apoyo de la violencia de género, son las mujeres las culpables de lo que les pasa: ya sea por cómo estaban vestidas, si fueron o no a las fiestas, si salieron tarde o no, si tomaron alcohol o no. 

Cuánta razón y vigencia tiene la letra de la agrupación feminista “Las tesis”, quienes han graficado esta realidad al decir: 

“El patriarcado es un juez, que nos juzga por nacer, y nuestro castigo
es la violencia que no ves (…) Y la culpa no era mía, ni dónde estaba ni cómo vestía.
Y la culpa no era mía, ni dónde estaba ni cómo vestía”

El camino hacia la igualdad de género pasa por promover autonomía, respetar libertades y ciudadanías. No por limitar libertades y culpar eternamente a las mujeres. La violencia sexual es un delito y el culpable siempre es el agresor. El Congreso, no entiende eso. Caer más bajo se puede. 

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ControldelVestir, NoMásRetrocesos

El ser humano necesita ciclos, inicios y finales. Por ello, cada comienzo de año se vive como una oportunidad de reflexión, una posibilidad de hacer las cosas de forma diferente, talvez mejor que en el periodo que acabó.

El 2024 fue un año duro para la igualdad y los derechos humanos. De forma eufemística podríamos decir que se libraron varias batallas. Los y las defensores de derechos tuvieron que resistir varios embates de sectores afanados en instalar el autoritarismo y retroceder en materia de derechos. ¿Se retrocedió? Definitivamente sí.

Es difícil describir cada retroceso y embate, pero podríamos resumir algunos: la eliminación del lenguaje inclusivo, la indolencia y falta de atención a los casos de violencia sexual en la amazonia, la amenaza a la existencia del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, la persecución a las organizaciones de la sociedad civil con los proyectos legislativos que modifican la Ley del APCI (Agencia Peruana de Cooperación Internacional), la permanencia de Ministros que atacan los derechos humanos, la falta de reformas en la PNP, la inexistente reforma del programa Aurora y el blindaje a la minería ilegal que promueve la  trata y explotación de niñas y mujeres.

Lo cierto es que el 2024 nos mostró que tenemos una clase política podrida, a tal nivel que se empieza a destapar una red de explotación sexual en el mismo Congreso; y, la primera autoridad del país realmente no ha hecho nada para favorecer los derechos de las mujeres y niñas, más allá de ofrecer pena de muerte con gran irresponsabilidad, no ha fortalecido las políticas públicas para la prevención y atención de la violencia de género, ni ha dado impulso a nada que tenga que ver con la igualdad.

Las consecuencias las vemos en la permanencia de la violencia y la desigualdad, así como en el desinterés de muchas autoridades. El patriarcado se ha fortalecido de la mano de una presidenta indolente y de un Congreso mafioso.

¿Qué nos espera el 2025?  Es incierto, por supuesto. Pero si las autoridades que tenemos permanecen los resultados serán los mismos y seguiremos viendo la destrucción de la democracia y de lo avanzado en décadas en materia de derechos e igualdad.  

Una democracia necesita igualdad de género, de lo contrario no es democracia.

Cosas positivas, por supuesto que existen. Entre las saltantes la comprobada existencia de un movimiento feminista diverso generacionalmente y con presencia en gran parte del país. Mujeres y diversidades de diferentes edades que responden y activan frente al abuso y la violencia. Organizaciones y colectivas que se articulan para resistir. Aunque este no sea un movimiento masivo, su presencia se hace sentir en el escenario público y político.

El 2025 hay que verlo con esperanza, no hay duda, pero con una dosis fuerte de realidad. Si las autoridades no cambian, las cosas van a empeorar y le toca a la ciudadanía asumir una voz visible, más crítica y opuesta al atropello que hemos vivido.

En el 2025 esperemos no tener más Ministros que minimizan la violencia sexual contra niñas diciendo que estás son “prácticas culturales”, no que trate de “ratas” a las víctimas del abuso.

Esperemos no tener una presidenta que solo habla de los derechos de las mujeres cuando quiere victimizarse y nunca para ofrecer cambios reales.

Esperemos, de verdad, que este sea un mejor año, en dónde la sociedad civil sea respetada y no atacada, en dónde los autoritarismos queden atrás y podamos reconstruir el país.

Es utópico, pero el inicio de año nos permite soñar para volver a tomar impulso.

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Más Igualdad, No Más Retrocesos

Actualmente, la información circula demasiado rápido, lo que lleva a que temas de especial relevancia pasen desapercibidos o sean mal informados. A continuación, una opinión de la norma, recientemente aprobada por el Congreso de la República, sobre los permisos de viaje de niños y niñas cuyo contenido preocupa. 

Se trata de la Ley 32191 que modifica el Código de niños y adolescentes. Los medios de comunicación han difundido que, con esta norma, se ha aprobado que las personas menores de dieciocho años pueden viajar fuera del país tan solo con el permiso de uno de sus progenitores. ¿Qué tan cierto es esto? y ¿Qué tan positivo puede de resultar?

Hasta antes de la mencionada modificación legislativa, en todos los supuestos un niño/a o adolescente menor de dieciocho años necesitaba la autorización notarial del padre y de la madre. Si el menor viajaba solo con uno de sus progenitores, se requería el acuerdo notarial de la otra parte. 

He escuchado a varias madres y padres preocupados/as, por si esto significa que podrán llevarse a sus hijos/as al extranjero con mayor facilidad y sin el permiso de la otra parte. Esto no es así. Es importante aclarar esta dimensión, incluso en los titulares de los medios, ya que se puede estar generando angustias innecesarias en personas que tienen conflictos y en donde los niños/as quedan en medio de la disputa.

La mencionada norma señala que solo se requerirá la autorización de una de las partes en casos de defunción (dimensión obvia), cuando el menor haya sido reconocido solo por uno de los progenitores (dimensión justa) y cuando el viaje sea por una beca de estudios completa, intercambio estudiantil, tratamiento médico no disponible o haber sido seleccionado para representar al país en juegos olímpicos o campeonatos deportivos (dimensiones riesgosas). ¿Por qué?  

Si vamos al detalle, podemos concluir que la medida es positiva en los dos primeros supuestos, ya que se aceleran trámites absurdos y no se pone en riesgo la seguridad de los niños/as. Es decir: (1) cuando uno de los progenitores ha fallecido, el hecho puede ser verificado por la notaría mediante la partida de defunción y, (2) cuando solo una de las partes ha reconocido al menor, puede ser verificado mediante la partida de nacimiento y el registro pertinente. 

De más está decir, que muchas madres crían a sus hijos/as solas y que existen padres biológicos que no reconocen su paternidad. Brindar esta facilidad, en casos como este, es absolutamente justo. 

No obstante, ¿qué pasa en los otros supuestos? Voy a intentar reflexionar esta parte teniendo como horizonte un principio fundamental de los derechos humanos: el interés superior del niño y de la niña, según el cual cualquier medida normativa debe analizar el impacto diferenciado que puede tener en la seguridad, el ejercicio de derechos y la protección de la niñez. 

La Ley en cuestión habilita otros supuestos que vistos de forma general pueden sonar positivos, pero que analizados en el contexto del país son muy peligrosos. Esto, debido a que no se puede dejar en potestad de un notario el discernimiento sobre la veracidad de una beca de estudios, un tratamiento médico o una competencia deportiva, por más papeles que pueda presentarse. Si solo un padre/madre presenta la solicitud significa que de por si puede existir un conflicto o un desacuerdo que debe ser deliberado por un juez/a, teniendo diferentes elementos a disposición. 

Esta norma tal cual está dada, le quita al Poder Judicial la potestad protectora sobre los niñas y niñas, y, deposita esta enorme responsabilidad en las notarías. En un país corrupto como el nuestro, en donde existe un mercado de falsificaciones de documentos y firmas falsas de notarías, es un salto al vacío. 

La disposición, además señala que, de presentarse “disentimiento” ya sea del padre o de la madre, esto se verá conforme lo estipulado en el artículo 112 del Código de niños y adolescentes. En el cual se determina que, frente al desacuerdo, el juez decidirá considerando los documentos que justifiquen el viaje. 

Entonces, si de igual manera frente a un desacuerdo explícito deberá resolver un juez/a, ¿qué sentido tiene la norma, si esto ya se señala en las disposiciones actuales?, ¿si sólo se tiene que presentar una de las partes frente a la notaría con la documentación que justifique el viaje, ¿cómo el notario sabrá que la otra parte no está de acuerdo?, y, sin esta información ¿cómo lo va a derivar al juez pertinente? 

Así mismo, ¿sabiendo que en conflictos de pareja o ex pareja sobre tenencia y alimentos los niños/as quedan al medio, se puede aligerar las medidas para su protección?, ¿en un país con tanta violencia hacia las mujeres puede ser esto un riesgo para sacar a los niños/as del país sin el consentimiento de la madre y con la complicidad de otros? 

Estas son algunas de las preguntas que tenemos que hacernos, porque no se puede legislar con tanta ligereza, sobre todo si esto afecta la protección de los más vulnerables.

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PermisoDeViajeAMenores

Un nuevo ataque a la débil democracia que tenemos está por concretarse. Se ha agendado está semana en el Pleno del Congreso de la República la discusión del Dictamen que modifica la Ley de la Agencia Peruana de Cooperación Internacional (APCI), lo cual pone en grave riesgo el derecho a la libertad  de asociación y participación.

Este dictamen acumula un conjunto de proyectos de ley (PL 06162, PL 06252, PL 07140, PL 07367 y PL 07354) para  limitar y  controlar la actuación de las organizaciones ciudadanas. 

Se  busca perseguir, hostigar y amedrentar a las organizaciones de sociedad civil que defienden derechos y son incómodas para el proyecto autoritario que está en marcha en nuestro país. 

La posible aprobación de esta propuesta normativa no solo afectará a las ONGs de derechos humanos, feministas y organizaciones ambientalistas; impactará gravemente en todas las organizaciones y asociaciones del país, así como pondrá barreras a la cooperación internacional en su conjunto. 

Estas iniciativas vienen de sectores con una tradición autoritaria y posturas contrarias a la lógica de derechos como : Perú Libre, Fuerza Popular y Renovación Popular, entre otros.

Para justificar un atropello de esta magnitud se suele difundir que las organizaciones de la sociedad civil no son fiscalizadas, sin transparentar que en el Perú existen mecanismos de supervisión y monitoreo exigentes, que las organizaciones más atacadas cumplen a cabalidad.

Claramente no hay sustento técnico para estás propuestas, pues las mismas son parte de un plan para seguir debilitando el derecho a la libertad de asociación y de participación. Dimensiones claves para toda democracia.

Los sectores corruptos que imperan en el Congreso, quieren el campo libre para seguir avanzando sin cuestionamientos en la toma del Estado y en la perpetuación de desigualdades que permitan afianzar narrativas autoritarias. 

Nada de derechos, nada de críticas, nada de ciudadanía. Ese es el plan. 

Está en manos de la ciudadanía y de los pocos actores políticos éticos y serios que nos quedan, contribuir a bloquear el avance de la corrupción y de las mafias que buscan blindarse y generar condiciones para que la impunidad en el país se perpetúe. 

Son tiempos complejos, en donde se ataca todo lo bueno, en dónde la indolencia prima y la indiferencia mata. No los dejemos seguir avanzando.

Retroceder más no tiene sentido. 

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Basta De Autoritarismos, Defendiendo El Desarrollo, No A La Modificatoria APCI

El trágico feminicidio de Sheyla Condor, evidencia que tenemos un Estado indolente, que no cumple con la debida diligencia en los casos de violencia contra las mujeres. A esto se suma un gobierno indiferente frente a los graves problemas que tiene el país.

En medio de la APEC, el encierro de estudiantes y la declaratoria de emergencia en Comas, una joven fue desaparecida. Mientras la Presidenta y sus Ministros se codeaban con los presidentes del mundo y presentaban un país inexistente, una madre desesperada rogaba a llantos que le reciban la denuncia por desaparición en una Comisaría. 

La familia de Sheyla sufrió lo que muchos familiares de desaparecidas padecen; la indolencia, la indiferencia, la burla y la repetición de estereotipos por parte de las autoridades que con información falsa se niegan a recibir denuncias e iniciar los procesos de búsqueda. 

La misma policía que persigue a ciudadanos en protestas no atiende las denuncias de familiares que temen lo peor. Los ven sufrir, los ven rogar y no hacen nada. ¿Es este un caso aislado? Lamentablemente, no. El accionar de los efectivos policiales en este caso refleja un patrón recurrente de negligencia en situaciones similares.

Además, el agresor de Sheyla era un suboficial de la PNP. Esto plantea una grave sospecha de complicidad de otros agentes, lo cual debe ser investigado a fondo.

La muerte del agresor, aparentemente por suicidio, cierra el proceso penal contra él, pero no repara el daño ni debe significar el fin de las investigaciones. El Ministerio Público, está en la obligación de investigar a todos los posibles involucrados, así como determinar la responsabilidad de las autoridades que se negaron a recibir la denuncia y no actuaron conforme a los protocolos actuales para los casos de mujeres desaparecidas. 

Además, el agresor tenía denuncias previas por violencia sexual. ¿Qué hacía un denunciado por tres mujeres por un crimen atroz, vistiendo el uniforme y en funciones? ¿Cuáles son los protocolos de actuación de la PNP frente a estos casos?. 

Un agresor en la impunidad, es un riesgo para otras mujeres. Y esto ha quedado demostrado un sin fin de veces. Antes violó, ahora asesinó. 

El caso de Sheyla, deja muchas reflexiones en torno a la violencia contra las mujeres y la negligencia de las autoridades. ¿Hasta cuándo?

Los estándares internacionales en materia de desapariciones de mujeres por particulares, señalan que el Estado, a través de sus autoridades, en este caso, la PNP, debe actuar con inmediatez en la búsqueda. Dado que las primeras horas son fundamentales. Es decir, se tienen que desplegar todos los esfuerzos para ubicar a la persona con vida, dado que debido al contexto conocido de violencia, la víctima se encuentra en grave riesgo. 

Esta disposición es conocida por la autoridades , así como saben que para recibir una denuncia no se tiene que esperar, esta debe ser tramitada de inmediato para proceder a emitir las alertas que determina el Sistema de búsqueda de personas desaparecidas. 

Negligencia, indolencia, machismo, racismo,  clasismo e indiferencia. Una combinación mortal para las mujeres, sobre todo para las más vulnerables. ¿Hasta cuándo?

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JusticiaParaSheyla, LasDesaparecidasImportan

En la última década se avanzó considerablemente en la lucha contra la violencia hacia las mujeres y las niñas. Lamentablemente, el avance de sectores antiderechos y el rechazo que estos han promovido a enfoques claves como el de igualdad de género, ha impactado en la comprensión de lo que es la violencia sexual y sus causas. Esto se refleja en la normalización de conductas y narrativas abusivas y la sexualización de las niñas.

La reciente publicidad protagonizada por Mark Vito, quien se autodefine como influencer, es una grosera forma de promover la violencia sexual contra las niñas; así como una invitación a la pedofilia. 

Pero más allá de lo burdo de dicha publicidad y del lamentable rol de este personaje. El hecho en sí debe hacernos reflexionar sobre los altos niveles de tolerancia a la violencia que existe en nuestro entorno. Esto no solo se refleja en la publicidad, en los “chistes”, sino también en la impunidad y en la ausencia de políticas serias implementadas para la prevención de este flagelo social que se cobra la vida y sueños de miles de niñas todos los años. 

El mencionado video publicitario, muestra a un hombre mayor (Mark Vito, tiene 48 años), con una adolescente en edad escolar con quien mantiene una relación “amorosa” y de control. Durante el desarrollo de este spot se trasmite que la niña, inexperta en la vida, plantea un matrimonio temprano (cuando el matrimonio infantil está prohibido), mientras que él como su pareja busca un lugar a su conveniencia para que estudie. 

Esto en una lógica abusiva y de apropiación del cuerpo y decisiones de la adolescente.  Además, la trama busca hipersexualizar a la menor y normaliza el acoso de los diferentes hombres que intervienen en el video.

Solo en el 2024 se han denunciado en los Centros de Emergencia Mujer (CEM-MIMP), 15 028 casos de violencia sexual en menores de 17 años, es inadmisible que este tipo de publicidad se desarrolle con total impunidad y pretenda ser “graciosa”. ¿Es la violencia contra las niñas un chiste en nuestro país?, ¿Puede generar risa, la ridiculización de las agresiones y el ejercicio de poder contra una niña?

Aunque la publicidad ya ha sido retirada, el hecho es concreto y grave. Cuando una sociedad se burla de las agresiones a las niñas es un síntoma de que algo realmente se está pudriendo y debemos despertar.

Las niñas no se tocan y la violencia sexual es un delito.

La indolencia de las autoridades levanta la indignación de una población que quiere salir a trabajar sin temor, cuidar a sus familias y vivir con tranquilidad. No presa de extorsionadores y mafias. 

La gente está diciendo a gritos, basta a esa endemia que se llama corrupción. La cual se refleja no solo en la dramática inseguridad sino además en la cooptación de las universidades, la criminalización de la protesta y la vulneración del principio de separación de poderes. 

Culpables, todos. No se trata solo del gobierno central o el Congreso. Estamos frente a una clase política podrida, que con actitud carroñera espera la caída de una de las piezas para aniquilar a quien sea y seguir cooptando el poder, que, aunque muchos/as no lo tengan de manera formal, lo tienen de forma efectiva. Son estos actores, quienes han jugado perversamente por años, los responsables de la crisis que venimos arrastrando. 

El poder de esta corrupta clase política se apoya en la inacción ciudadana, en el temor, en la desidia o el miedo frente a la protesta. Escenario que viene cambiando drásticamente con las últimas movilizaciones de los gremios de transportistas, de los comerciantes y las y los estudiantes. Aunque las demandas son diferentes, el origen del descontento es el mismo: una corrupción mafiosa que está copando el Estado, generando un retroceso en derechos y un escenario de sangre que nos atemoriza.

Hace algunos meses parecía muy difícil que la ciudadanía active su capacidad y poder movilizador, que vuelva a apropiarse del derecho ciudadano de protestar y exigir derechos. Aunque se han generado, en los últimos años diferentes esfuerzos, quienes hoy convocan al paro lo hacen con hartazgo de un gobierno y un Estado que no los protege.

 ¿Se ha llegado a un punto de inflexión?, quienes lideran este proceso sienten que no tienen nada que perder. “Es mejor perder un día de trabajo que la vida”, señalaba uno de los dirigentes del paro hace unas semanas. 

El paro de hoy convoca no solo a diferentes gremios de transportistas sino también estudiantes, comerciantes y organizaciones preocupadas por la debilidad democrática del país. Se han ido sumando actores. ¿Este es un síntoma claro de hartazgo, un punto de inflexión que empieza a aglutinar o un nuevo punto de partida?

Esperemos que la solución a la crisis estructural se encauce por canales democráticos y pacíficos. Esto requerirá madurez de los partidos políticos y – en lo inmediato- que las autoridades respeten el derecho constitucional a la protesta y no se genere más violencia de la ya vivida en las calles. 

¡Estemos vigilantes! 

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ParoNacional

Uno de los temas más álgidos en la defensa de los derechos de las mujeres es la lucha por la autonomía sexual y reproductiva. Esta dimensión, a pesar de los avances, siempre ha estado en disputa. El patriarcado, como sistema de opresión que se combina con otros, ha cuidado celosamente de no perder el control del cuerpo de las personas, especialmente de las mujeres, estableciendo el mandato de la heterosexualidad, oprimiendo el derecho al placer e imponiendo barreras (castigos) a quienes deseen ver con libertad la dimensión reproductiva. Tal como lo han teorizado muchas feministas, el patriarcado determinó un contrato social, sexual y político (Millet1969, Pateman 1988, Segato 2013).

A nivel global, el ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos es el campo donde se condensan los mayores desafíos. En el Perú, en las últimas tres décadas, se han logrado importantes avances; sin embargo, el contexto de crecimiento de los fundamentalismos y conservadurismos ha hecho que las barreras se profundicen.

Contar con una adecuada educación sexual integral, poder decidir libremente cuántos hijos e hijas tener, acceder a información de calidad sobre la sexualidad, disponer de servicios dignos para proteger la salud sexual y reproductiva, acceder a métodos anticonceptivos y vivir libres de violencia en el ámbito de la sexualidad y la reproducción son dimensiones específicas de los derechos sexuales y reproductivos.

Lamentablemente, en nuestro país, las cifras nos muestran que estos derechos aún no se encuentran garantizados. Según la ENDES (2023), el embarazo adolescente llega al 8.3%. La situación se agrava en las zonas más empobrecidas y alejadas del país. Amazonas presenta una prevalencia del 21.8% de embarazos adolescentes, seguido por Ucayali con el 21.7%, Loreto con el 18.1% y Junín con el 12.2%.

Asimismo, en 2023 se registraron 1,353 niñas obligadas a continuar con gestaciones producto de una violación sexual. De igual manera, hasta la quincena de septiembre de 2024, la cifra alcanza los 672 casos (MINSA, 2024).

En la semana de la prevención del embarazo adolescente y días previos al 28S (fecha de la agenda feminista en la que se recuerda la demanda de despenalización del aborto en América Latina), debemos recordar que los desafíos que enfrentamos como sociedad en este campo son muy amplios. Una sociedad democrática que promueve el respeto y la igualdad no permite que sus niñas y adolescentes sean víctimas del patriarcado. Debe permitir la crítica y dar pasos firmes para construir un mejor futuro, sin violencias, sin embarazos no deseados o forzados en adolescentes.

Esta semana es clave para recordar a las autoridades que los derechos sexuales y reproductivos de las niñas, adolescentes y mujeres son derechos humanos. Es su obligación aprobar el nuevo Plan para la Prevención del Embarazo Adolescente, garantizar la educación sexual integral, informar a la población sobre los métodos anticonceptivos sin estereotipos ni mitos y asegurar la disponibilidad de estos en los establecimientos de salud.

También es deber de las autoridades informar a las madres y tutores de niñas violentadas sexualmente que pueden solicitar un aborto terapéutico por esta causa, el cual es legal desde hace cien años (1924). Ninguna niña debe ser madre.

Sin embargo, como las autoridades han perdido el rumbo y muchas se encuentran atrapadas en pactos oscurantistas y de poder, es necesario apelar a la ciudadanía para que, con sentido de justicia y crítica hacia estas taras patriarcales, exija un mejor país y un mejor futuro para las niñas, las adolescentes y para todas las personas que sufren la opresión de otros.

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100AñosAT, NiñasNoMadres

A Dina Boluarte, la primera presidenta del país, le importa poco los derechos de las mujeres. Las brechas de desigualdad que permanecen en el tiempo parecen ser un detalle para su gobierno.

Tal como dijo Simone de Beauvoir, las estructuras de dominación que han sostenido la sumisión de las mujeres se mantienen porque existen cómplices o vigilantes de dicho orden social, entre la misma población oprimida.

Estamos ante una presidenta que no hace nada por las mujeres de este país y tampoco le importa. Por el contrario, se suma a los sectores patriarcales que promueven la precarización de nuestras vidas.

De otra forma, no se explica que solo haya hecho mención a temas relacionados con la igualdad cuando ha tratado de defenderse y colocarse como “víctima”. Más de una vez ha pretendido afirmar que se le ataca por ser mujer.

Pero, ¿qué hizo ella por las niñas Awajún, violentadas sexualmente por años? ¿Qué ha hecho por la lucha contra la violencia de género? ¿Qué ha promovido para superar las brechas de desigualdad? Nada.

Por el contrario, es en este gobierno, completamente deslegitimado, que se está preparando uno de los mayores retrocesos en materia de derechos de las mujeres e igualdad.

El escenario de la fusión o absorción, disfrazado de eficiencia en el Estado, no solo es una amenaza sino una realidad que nos retrocede tres décadas, colocando los servicios de atención a la violencia en riesgo y las políticas de género en el abandono.

Esta medida no solo afectará dramáticamente al MIMP, el cual desaparecerá, quedando cualquier remedo de programa que no podrá impulsar los cambios estructurales que se necesitan para superar la exclusión interseccional en la que viven las mujeres de diferentes edades. También afectará al MIDIS, que tendrá una responsabilidad para la que no fue creado, afianzándose el modelo asistencial que ha prevalecido en el sector.

Estamos ante el fracaso de la idea de desarrollo humano y social. Se deja atrás la prioridad de promover calidad de vida y capacidades para priorizar el asistencialismo, que finalmente favorece una cultura clientelar que le hace mucho daño al país.

El Gobierno de Boluarte no solo afectará a las mujeres, sino a todas las poblaciones en situación de vulnerabilidad. Al desaparecer el MIMP, también se afectará el MIDIS.

Este gobierno, ya en su etapa final y con menos del 5% de aprobación, no solo no tiene la legitimidad para promover una reforma en el Estado, sino que claramente no cuenta con sustento técnico para hacerlo. Lo que están gestionando bajo la mesa no es una estrategia de eficiencia estatal, sino un acuerdo político del cual depende una alianza perversa, corrupta y clientelista.

Las repetidas recomendaciones de expertas y los comités de derechos humanos fueron fortalecer las instancias, los mecanismos y servicios para garantizar igualdad, no desaparecerlos. Erradicar lo avanzado es el peor error, el abismo al que nos lleva un gobierno cuestionado justamente por infringir los derechos humanos y por corrupción.

Los cambios que sabemos se están gestionando se manejan con extremo secretismo. Al punto que la misma titular del MIMP ha expresado que no hay nada definido y ella no tiene información sobre este proceso.

La presidenta tiene la obligación de rendir cuentas a la ciudadanía, por lo que debe pronunciarse con mayor claridad sobre este tema. ¿Será usted la responsable de generar el mayor retroceso en materia de igualdad de las últimas décadas? ¿Será usted la mujer que le quite a todas las mujeres el sector para defensa de sus derechos? ¿Será usted, en un país golpeado por los feminicidios, la violencia sexual, las desapariciones de niñas, la pobreza con rostro de mujer y el desempleo, quien dirija la desaparición del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables?.

Presidenta, deje la falta de transparencia, responda y asuma la responsabilidad de su cargo.

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ElMIDISSeQueda, ElMIMPSeQueda, NoSinNosotras
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