Unos minutos antes de ponerse a desmoldar las chocotejas que le han pedido para esta semana, Renato Gordillo el joven fundador de las chocotejas “Renacer” se toma unos minutos para explicar cómo ha hecho para darle sabores, colores y texturas novedosas a la típica cápsula de chocolate que tanto disfrutamos los peruanos.
El joven chef, egresado de la carrera de gastronomía de la Universidad Le Cordon Bleu, recuerda que al inicio su equipo de trabajo era su familia, pero conforme se fueron regularizando las actividades presenciales, logró formar un equipo de ocho personas que ahora son responsables de atender los pedidos que les llegan a diario a través de sus cuentas de Instagram y Facebook.
“Cada semana vamos sumando cosas, sabores nuevos y algo que también me pareció difícil fue el equipo. Al principio era solo yo apoyado por mi familia pero fui sumando a un repartidor, una persona que se encargue de la logística, de las reservas y poco a poco se fueron sumando más. Luego, con todas las medidas y protocolos, pude contactarme con gente cercana a mí con la que quería iniciar este proyecto”, recuerda.
La pandemia y el nuevo inicio
Si bien su negocio empezó a funcionar oficialmente el año pasado, durante la pandemia, su relación con las chocotejas es más antigua. Cuando todavía era estudiante, en el 2012, se le ocurrió preparar y vender estos dulces para costearse un examen que había reprobado. En aquella oportunidad, no solo consiguió el dinero para el sustitutorio y aprobó el curso, además le quedó la experiencia de un emprendimiento al que bautizó como “Renatejas”.
Aunque no continuó con el negocio por seguir sus estudios de chocolatería, que lo llevaron a viajar por distintos países, la idea de hacer algo más con ese dulce se mantuvo firme. “Yo pensé ¿por qué no revalorizar más la chocoteja? ¿por qué no verlo como un lujo? Y así fue que se me ocurrió la idea de reinventarla, revalorizarla y darle el lugar que se merece”, precisa.
En el 2020, cuando se había propuesto retomar el proyecto, vino la pandemia y tuvo que replantearse algunas cosas. A pesar de todo, decidió seguir y lo lanzó con el nombre “Renacer” porque lo considera que es un renacimiento de la marca, de la chocoteja peruana y también un renacer personal.
“Queríamos darle una experiencia a la gente que estaba en casa, preocupada porque no se podía ver con sus familiares, darles una experiencia como una dosis de felicidad, de buena onda, de optimismo en estos tiempos”, comenta.
El valor del proceso artesanal
Es así que entre sus creaciones se puede encontrar a la chocoteja “Motivación” con sabor a torta de chocolate o la chocoteja “Memoria” con sabor a pie de limón, además de una línea vegana con insumos como el aguaymanto o las avellanas.
“Para nosotros, la chocoteja es nuestro lienzo. Entonces, si tenemos un mensaje que queremos transmitir, lo hacemos a través de la chocoteja. Cada temporada cambiamos de menú, como si fuese un restaurante. Cada menú tiene una historia”, refiere.
Los ‘packs’ de seis y de doce chocotejas van acompañados también de un mensaje ilustrado, personalizado y que puede ser encargado a pedido. Eso sí, ensamblar todos estos detalles toma su tiempo y por ello los pedidos requieren de cierta anticipación.
“Es una producción semanal y nos demoramos entre tres y cuatro días. Por ejemplo, el lunes pintamos, el martes rellenamos, el miércoles templamos el chocolate y lo vertemos. El jueves desmoldamos y lo empaquetamos con el nombre respectivo de cada persona. En un fin de semana ya tenemos las reservas para empezar el día lunes. Entonces, se van creando producciones nuevas cada semana”, asegura.
Pese al ritmo de trabajo que han adoptado, su laboratorio de creación es todavía un espacio de su casa. Renato espera en algún momento tener un taller propio y más puntos de venta que le permitan, en el futuro, realizar envíos también fuera de Lima.
“Por el momento no hemos podido hacerlo porque el producto es frágil y no queremos que le suceda algo malo y el cliente tenga una mala experiencia. Lo que tampoco quisiera es industrializarlo porque todo el trabajo es artesanal, hecho a mano. Es el valor agregado que queremos darle”, señala.
En su opinión, la clave para que un negocio marche bien es creer firmemente en las ideas que se tienen y hacer las cosas con amor. “Es el ingrediente secreto”, agrega.
Dato:
Puedes saber más de Renacer en su página de Facebook e Instagram