Sátira

Guión, voces y música original: Juan Luis Nugent

Edición y postproducción de audio: Carlos Mejía V.

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[SÁTIRA]

Conquista y Pacificación

Hasta la llegada de los españoles el Imperio Inca era amplio y próspero, aunque su ubicación geográfica -el sur andino- y su aspecto físico –pómulos amplios y pocas ropas–son indicios de sus presuntos vínculos con Sendero Luminoso. 

La guerra civil entre los hermanos Huáscar y Atahualpa, iniciada tras la muerte de Huayna Cápac, debilitó al Imperio y facilitó la tarea a los conquistadores. El sur contra el norte, el político contra el militar. Sin embargo, diversas voces han pedido se deje de utilizar el término “guerra civil incaica” por no representar lo que realmente ocurrió en el país, y se le reemplace por el término “terrorismo incaico”. El almirante Galifardo Montoya propuso además se renombre a los bandos: por un lado la Organización Terrorista Huáscar (OTH), y por otro la Organización Terrorista Atahualpa (OTA). A esto debe añadirse que Huayna Cápac nunca respetó la santidad de la familia y tuvo alrededor de 300 hijos. Era un López Aliaga al revés.

Tras la captura de Atahualpa en Chota y su muerte en julio de 1533, la conquista parecía asegurada. Pero no. Fue un proceso largo y tortuoso, con conflictos armados entre los propios conquistadores y una resistencia inca que duraría 40 años.

Del lado español, la larga disputa entre Francisco Pizarro y Diego de Almagro terminaría con la muerte de ambos. Según la versión oficial, la causa fue la ausencia de claridad sobre cómo repartirse el botín de la conquista, pero fuentes de inteligencia sostienen que la causa real fueron los presuntos vínculos de Almagro con Sendero Luminoso.

La sangre llegó a todos. Almagro fue ajusticiado y luego decapitado en la Plaza de Armas de Cusco en 1538. Pizarro fue asesinado de 20 sablazos en el propio Palacio de Gobierno en julio de 1541. Su puesto fue tomado por un cholo de 20 años, Diego de Almagro “El Mozo”, hijo de Almagro con la india panameña Ana Martínez quien seguramente era venezolana y militaba en las filas del chavismo.

Del lado incaico, la resistencia parecía una margarita: me uno, no me uno, me uno, no me uno. Hasta que Manco Inca, luego de sitiar la ciudad del Cusco sin lograr tomarla, se retiró primero a Ollantaytambo y luego a Vilcabamba, donde se asentaría con sus tropas y familia. Se declaró Inca. Decidió quedarse allí y no volver al Cusco, pero fue asesinado por infiltrados almagristas que se habían convertido en colaboradores eficaces para subsanar sus antiguos vínculos con Sendero Luminoso. 

Lo sucedió su hijo, Sayri Túpac. Murió, o lo mataron.

Luego lo sucedió su otro hijo, Titu Cusi Yupanqui. Murió, o lo mataron. 

Luego lo sucedió su otro hijo, Túpac Amaru, quien fue decapitado en la Plaza de Armas de Cusco en 1572 debido a sus presuntos vínculos con el MRTA.

Con su muerte llegó a su fin lo que la historiografía caviar llama “Los Incas de Vilcabamba”, pero diversas voces han pedido que se les llame simplemente “Los Remanentes”.

En adelante, siguieron 250 años de pacificación y estabilidad logradas por el gobierno del expresidente Alberto Fujimori.

 

La Colonia

Todo bien, gracias.

 

La Independencia

Doscientos años después sabemos que nuestra independencia fue un fracaso. Como señaló la historiadora Stephanie Cayo, hay cosas no funcionan porque son “del año de la pera”, como la democracia en Grecia, o porque “se originan en el extranjero”, como San Martín y Bolívar y la Constitución de Cádiz y los ideales de la Revolución Francesa.

Cabe señalar que antes del fatídico 1821 hubo una serie de ataques terroristas contra la integridad de la Colonia. El más conocido fue el del antisistema José Gabriel Condorcanqui, alias Túpac Amaru II, en noviembre de 1780. En lugar de optar por una marcha pacífica o canalizar sus demandas a través de las vías institucionales, Túpac Amaru optó por una salida violenta. Primero, asesinó al corregidor Antonio de Arriaga, un sacrificado funcionario público que solo cumplía su labor a favor del modelo económico. Producto del resentimiento, Túpac Amaru mandó a que Arriaga fuese ahorcado en un patíbulo y que la soga fuese jalada por su propio esclavo. Según un testigo, los indios resentidos pasaban al lado del cuerpo sin vida de Arriaga y le decían “manachu caita rurahux canqui” (“¿No solías hacernos esto?”).

Pero la violencia nunca es la solución, salvo que sea en forma de represión.

Muchos años después de estos luctuosos sucesos que dividieron a los peruanos, un argentino con ideas foráneas y camiseta de River cruzó los Andes y llegó en barco a Paracas. Su nombre era José de San Martín. Sus patillas eran largas. En Paracas solo durmió. Un día soñó con gaviotas de alas rojas, lo cual muestra sus presuntos vínculos con Sendero Luminoso.

Al final, San Martín no fue tan malo como parecía. Luego de declarar la independencia del Perú y hacer un largo tour por la costa, impulsó la sana idea de que lo mejor para el Perú era una monarquía. A fin de cuentas, los peruanos no sabían cómo gobernarse a sí mismos y cada que les toca decidir algo la cagan. “Estoy seguro”, dijo San Martín, “que si les damos a elegir a ustedes, siempre van a elegir mal. Y así será por 200 años. Mejor no elijan. La monarquía es el mal menor. Palabra de Generalísimo”.

No obtuvo el apoyo deseado.

En julio del 1822, San Martín se dirigió a Guayaquil a encontrarse con lo peor que uno se puede encontrar.

Un venezolano.

Allí lo esperaba Simón Bolívar, el Libertador, un hombre pequeño y moreno de ideologías trasnochadas, y que acababa de fundar la Gran Colombia y convertirla en un país comunista e hiperinflacionario.

El encuentro entre San Martín y Bolívar buscaba definir qué hacer militarmente con el Perú, el último reducto realista y con una aristocracia poco afecta a la república. 

San Martín proponía una monarquía. Bolívar, el comunismo. 

El 27 de julio de 1822, Bolívar tomó la delantera. Mirando el Río Guayas y tocando suavemente su espada, miró a San Martín y le lanzó un ultimátum:

-No pueden brillar dos dólares en un mismo firmamento.

San Martín lo miró intrigado.

-Había pensado decir “dos soles”, pero el sol se está devaluando -concluyó Bolívar.

San Martín entendió. Agarró sus cosas -su mate, su espada, su camiseta de River- y partió hacia el Perú. Luego hacia Francia. Nunca más volvió al continente.

Y así nos dejó ante las garras autoritarias de Bolívar, el chavismo y Sendero Luminoso.

Lo que vino ya lo sabemos. Los españoles fueron derrotados en las batallas de Junín y Ayacucho. Se independizó el Perú, grave error. Nadie quería a Bolívar y al final este se fue, gloria a Dios. 

 

A continuación

Para nuestra siguiente entrega, haremos un sucinto resumen de nuestro siglo favorito, el XIX. 

Miraremos el intento irracional de unirnos con Bolivia, a pesar de que somos muy distintos.

Miraremos el enfrentamiento entre Castilla y Echenique, que derivó en la abolición de la esclavitud pese a las recomendaciones del IPE en contra, pues suponía encarecer la mano de obra y atentaba contra el crecimiento.

Miraremos la mal llamada prosperidad falaz, que en realidad fue una época de bonanza y crecimiento y si algo falló fue el Estado.

Miraremos finalmente la Guerra con Chile, aquel funesto suceso originado por culpa de Bolivia (¿Quién se alía con Bolivia?) y que terminó con la ocupación de Lima por el ejército chileno con ayuda de los coches bombas de Sendero Luminoso.

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Historia, sendero luminoso, Terrorismo

Julio Guzmán, Diego Boneta y Aldo Mariátegui entran a un noticiero…

Guión, voces y música original: Juan Luis Nugent

Edición y postproducción de audio: Carlos Mejía V.

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[SÁTIRA]

Lima, 20 de abril

La mañana del diluvio encontró a Clara Elvira Ospina con un libro debajo del brazo. Sus problemas para dormir se habían agravado tras la primera vuelta y había recurrido a todo: melatonina de 10 miligramos, Clonazepam y medio, Wawasana relax. Nada funcionaba. Hasta que encontró una salida: un párrafo de Diego Trelles al acostarse. A la cuarta o quinta línea sentía un leve mareo. 

A la sétima línea empezaba a soñar. 

Soñó que estaba de nuevo en la Plaza Bolívar de Chiquinquirá -su cielo gris, sus techos de doble agua-, parada junto al gentío esperando al Papamóvil. De nuevo tenía 14 años. De nuevo era 1986. El Papa no llegaba aún y en el estrado ya estaba esperándolo Belisario Betancur.

Algún día entrevistaré presidentes, pensó en su sueño. 

El despertador sonó, 5:43 am. Dejó caer el libro somnífero que tenía debajo del brazo y prendió el televisor como todas las mañanas. ¿Por qué aparecía El Rey León? ¿Qué hacía el papá de Zazú leyendo titulares? Se corrigió: era América Noticias y otra vez la cara aburrida de Federico Salazar, otra vez la sonrisa monótona de Verónica Linares. Diez años mirando el mismo canal. 

Qué espanto.

Se preparó para salir: la ducha, los periódicos, empanadas fritas de desayuno. A las 8 tenía una cita con Keiko Fujimori en el local de Santa Beatriz. Una reunión con la líder de una presunta organización criminal, recordó.

Era mejor no llevar billetera.

Clara Elvira llegó a tiempo, como siempre. Mientras esperaba la reunión con Keiko miró los cuadros con las viejas glorias del canal: Timoteo lavándose su único diente, Nicolás Lúcar entrevistando a Fujimori y Montesinos en el SIN, Nicolás Lúcar intentando bajarse a Valentín Paniagua, Nicolás Lúcar casándose con la hija del dueño del canal, Rosa María Palacios criticando a Ollanta Humala el 2006, Rosa María Palacios criticando a Ollanta Humala el 2011, Rosa María Palacios diciendo que quizá Keiko no era tan tan tan buena opción para la democracia como ella creía. Rosa María Palacios yéndose entre lágrimas del set para abrir su propio canal de Youtube.

¿A ella también le pasaría lo mismo?

-Hola Clarita -era la voz somnolienta de Jaime de Althaus.

-Cómo está, Jaime.

-Ahora soy jefe de prensa de Keiko -le dijo de Althaus, radiante.

-Ah pues me alegro.

-Ahorita llega ella. Yo le he dicho que este 10% de diferencia lo vamos a superar rapidito, con ayuda de ustedes.

-¿Quiénes ustedes?

-Ustedes pues: América, Canal N…

-No creo, Jaime.

-…El Comercio, Perú21, Correo, hasta Depor. Hay que parar al comunismo, Clarita, y Keiko es de la casa.

-Esa no es nuestra labor.

-¿Y mandar a tus reporteros a grabar a Castillo hablándole a su vaca sí es tu labor? ¿Humanizar a un comunista sí es tu labor?

-Se llama informar, Jaime, y fijese que sí, esa es mi labor. Y hubiese sido la suya en La Hora N si hubiese intentado trabajar en lugar de…

-Buenos días, Clara Elvira -la voz de Keiko era melosa y falsa, como ella.

-Hola Keiko. ¿Pasamos?

-Claro. Jaime, querido, cuida mi cartera.

-Lo que diga, su Majestad -susurró Jaime bajando la cabeza.

-Te pedí esta cita -empezó Keiko- porque en el Directorio están preocupados por el ascenso de Castillo. Y creo que si trabajamos juntos podemos revertirlo.

-¿Y por qué haría yo eso? -preguntó Clara Elvira.

-Porque es tu trabajo.

-No lo es.

-No te engañes, Clara Elvira. ¿Ves estas ojeras de tanto llorar? Es por tu encuesta del domingo. No voy a perder otra vez, créeme.

-Mire señora Keiko, ni América ni Canal N van a tomar partido por ningún candidato.

-Ya veremos.

-Y vamos a cubrir las actividades de los dos candidatos por igual. 

-Mira cómo me río: ja ja.

-Tengo el respaldo del Directorio.

-Te equivocas, Clara Elvira. El respaldo del Directorio lo tengo yo.

-Veremos pues.

-Tienes suerte que no estamos en los 90, Clara Elvira -le dijo Keiko, amenazante-. A lo más te botarán, pero en 1997 ya estarías en una maletera camino al Pentagonito.

-¡Usted no va a venir a amenazarme! ¡Váyase de acá, jueputa!

-En una maletera, en una maletera -cantaba Keiko mientras salía de la reunión. 

En la puerta ya estaba Jaime de Althaus de rodillas, colocándole una alfombra roja.

*

A la hora del almuerzo Clara Elvira no tenía hambre. Sabía que su cabeza estaba a punto de rodar. Quizá el sueño de esa mañana -la Plaza Bolívar, pasar julio en Chiquinquirá- era premonitorio.

Llevaba una década en el Perú y todavía le parecían graciosas las pequeñas diferencias. En temas de violencia Perú era una Colombia en pañales: todo más pacífico, más pequeño, más aburrido. Pero en otros asuntos Perú era una Colombia al revés. Allá los bogotanos desprecian a los costeños, la gente de tierra caliente: brutos por el mar, alegres, inútiles. Acá los limeños desprecian a los andinos, la gente de tierra fría: brutos por la altura, tristes, inútiles. 

Clara Elvira no tenía con quién hablar sobre Colombia. Una vez se enteró que Jaime de Althaus había estado dos semanas en Cartagena e intentó conversar con él.

-El Perú es un país cada vez más dividido, Jaime. Esto parece Los Años del Tropel.

-Que qué.

-El libro de Alfredo Molano.

-Que quién.

-Nada.

Una llamada interrumpió sus recuerdos.

-Diga.

-Clara Elvira, te habla Chicho Mohme, defensor de la libertad de expresión.

Mohme le dijo con voz furiosa lo que temía: te van a botar, Clara Elvira. Había tenido un Google Meet con el presidente del directorio del Grupo El Comercio -un Miró Quesada seguido de un apellido extranjero o compuesto, da lo mismo-, y le dijo que todo el Directorio -es decir, su familia- le había perdido la confianza y debía salir del puesto.

-Yo me enfurecí, Clara Elvira -dijo Mohme-. “¿Cuál es la razón?”, le pregunté. “¡Llevamos felicitándola en los últimos tres directorios!” le grité levantando mis bracitos. “¡Díganme por qué!”. “La relación se desgastó”, fue lo que me dijeron.

Clara Elvira quedó en silencio.

-No creo que se pueda hacer mucho -dijo Mohme, resignado-. Yo que tú voy juntando mis millas.

-Gracias por todo, Gustavo.

-Yo te voy a defender hasta el último minuto, Clara Elvira.

-Muchas gracias.

-Los Mohme siempre al lado de los trabajadores.

-Ya entendí, Gustavo.

-Despidos arbitrarios nunca más.

-Ay qué pereza -dijo Clara Elvira, y colgó.

En la noche, al dejar el canal, Clara Elvira miró una vez más ese edificio horrible y cuadrado que no vería por mucho tiempo más. Chicho Mohme ya le había dicho que el viernes 23 tendrían una reunión de directorio con un único punto de agenda: sacarla por no haberse arrodillado ante Keiko. 

Clara Elvira estaba triste, melancólica. No volvería más a esta esquina. La ridícula idea de no volver a verte, pensó.

Se sintió Marie Curie. 

*

23 de abril

El día en que la iban a botar, Clara Elvira se levantó a las 6:30 de la mañana para esperar el carro en que llegaba Chicho Mohme. Había soñado que atravesaba los cuatro árboles de la avenida Arequipa donde caía una llovizna tierna, y por un instante fue feliz en el sueño, pero al despertar se sintió por completo salpicada de la voz de Federico Salazar. «Era una terruca», me dijo Milagros Leiva, su enemiga, evocando 17 días después los pormenores de aquel viernes ingrato. «El año anterior se la pasó defendiendo a Vizcarra y cuando yo tenía mi programa no me dejó presentar las pruebas que tumbarían al gobierno de Ollanta Humala. Y me han contado además que de joven estuvo en las FARC y que su alias era Mona Jojoy», me dijo Leiva. Tenía una reputación muy bien ganada de falseadora de la realidad y vendedora de chismes ajenos, siempre que se los contaran en ayunas, pero no había advertido ningún augurio aciago contra Ospina en los chismes que le daban sus supuestas fuentes en las tardes que precedieron a su despido.

Pero Clara Elvira sí reconoció el presagio. Había dormido poco y mal, sin quitarse la ropa, y despertó con dolor de cabeza. Más aún: las muchas personas que encontró desde que salió de su casa a las 7:05 hasta que fue destazada como un cerdo por sus propios jefes la recordaban un poco soñolienta y de mal humor, y a todos les comentó de un modo casual que era un día de mierda.

Chicho Mohme la llevó al canal en su auto como última deferencia. Hice todo lo que pude, Clara Elvira, pero no me dejaron cambiar la reunión. No te preocupes, Gustavo, yo entiendo todo. Te prometo Clara Elvira que seguiré luchando por la democracia en nuestro país, gracias Gustavo, que la libertad de prensa en el Perú jamás será subyugada por un grupo de poderosos quienes, ya entendí Gustavo, que los Mohme siempre hemos estado del lado de los oprimidos, ay mi madre Gustavo, que el periodismo es un oficio noble contrario a intereses subrepticios que, qué pereza Gustavo mejor me bajo.

*

En la tarde, Chicho Mohme entró por fin a la reunión de Directorio. En otras ocasiones hubiese paseado orondo por el auditorio, hubiese sacado pecho y gritado que los Mohme siempre habían defendido la democracia mientras los Miró Quesada se arrodillaban ante el poder. Hubiese puesto una banderita peruana y cantado el himno nacional antes de iniciar la reunión. 

Pero debido a la pandemia solo tuvo que hacer un click en Google Meet. 

-Bienvenidos señores -dijo un Miró Quesada o un García Miró o un Miró Quesada García Miró-. Solo hay un punto de agenda y es la remoción de Clara Elvira Ospina por haberle faltado el respeto a nuestra Keiko. Si alguno de los dos Mohme presentes se va a oponer, apúrese que a las seis tenemos que peinarnos la cola.

Chicho Mohme tomó aire. Miró en su pantalla a Gabriel, a Emilio, a María Luisa. Los maldijo. Este era su momento. Los veinte años de democracia en el país estaban en sus manos.

-Esto que van a hacer ustedes es un atropello contra la democracia y contra la libertad de prensa. Ustedes, los Miró Quesada, siempre se han guiado solo por sus intereses, jamás por los del país. Ustedes, los Miró Quesada, son un grupo de privilegiados que…

-Ay, Chicho, cállate -dijo un Miró Quesada estándar-. Qué hablas tú de privilegios si el otro miembro del Directorio es tu hijo que encima se llama como tú y nadie sabe qué talento tiene.

-Ustedes, al botar a Clara Elvira de esta forma, le están diciendo a los trabajadores del país que sus derechos no…

-Ay, Chicho, cállate -dijo un García Miró estándar, la colita cartilaginosa moviéndose en la pantalla-. El año pasado tú botaste a 50 trabajadores por mail después de recibir los 10 millones de Reactiva y no te dijimos nada. Más bien te felicitamos y te dijimos “bienvenido al neoliberalismo, Don Cangrejo”.

-Si ustedes cometen este atropello -siguió Chicho Mohme, el dedito en el aire, la voz de paladín de la democracia-, yo mañana mismo hago una columna contando todos los pormenores de esta vendetta.

-Ay, Chicho, ya cállate -dijo un Miró Quesada que también era García Miró y que hacía generaciones no renovaba su banco genético-. Lo único que escribes rápido son los correos de despido. Con lo lenteja que eres seguro vas a publicar la columna de acá a tres semanas y para entonces Keiko ya estará primera en CPI.

Chicho Mohme no se amedrentó. Siguió con el dedito en alto: la democracia, los derechos humanos , la libertad de prensa. El país, sus ciudadanos, mi apellido. Los Miró Quesada García Miró pusieron sus computadores en mute y jugaron sudoku todo el resto de la reunión. Cuando Mohme se quedó sin aire procedieron a lo inevitable: los que estén de acuerdo con la deportación de Clara Elvira Ospina sírvanse levantar la mano.

Era el fin.

Clara Elvira ya sabía de su inevitable final. En ese momento estaba en un Zoom despidiéndose de sus trabajadores. No quiso lágrimas, no quiso penas. Se cantó a sí misma Florecita Rockera, tú te lo buscaste, y les mandó un abrazo virtual. Adiós muchachos, compañeros de mi vida.

Luego le mandó un mensaje a Marco Sifuentes, con la misma pregunta que le hacen todos los periodistas del Perú cuando los botan de su medio.

-Hola Marco. Una preguntica: ¿qué marca de micro usas para tu programa? A ver si me abro mi propio canal de Youtube. Como Rosa María. Como Augusto. Como Josefina.

Como todos.

Imágenes : La República

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Canal 4, Clara Ospina, Grupo El Comercio

El audio perdido de López Aliaga, Hernando De Soto el mediador y Carlos Guerrero en otra dimensión. Esto y más en el nuevo episodio de NOT Noticias, información hecha en casa.

Guión, voces y música original: Juan Luis Nugent

Edición y postproducción de audio: Carlos Mejía V.

Ilustración y diseño: Adriana Galbani

 

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Sátira.

Lima, sábado 5 de junio del 2021

Desde la puerta de El Comercio Jaime de Althaus mira el jirón Miró Quesada, sin amor: ronderos, periódicos iguales y asustados, el Tay Loy lleno de lápices, el mediodía gris. ¿En qué momento se había jodido el Perú? Los votantes antisistema merodean entre los vehículos detenidos por el semáforo de Lampa voceando Castillo Presidente y él echa a andar, lloroso, hacia la Colmena. Las manos en los bolsillos, cabizbajo, va escoltado por terroristas que avanzan, también, hacia la Plaza San Martín. Él era como el Perú, Althausito, se había jodido en algún momento. Piensa: ¿en cuál? El Perú jodido, piensa, Keiko jodida, los Miró Quesada jodidos, los García Miró jodidos, todos jodidos. Piensa: no hay solución. Ve una larga cola en el paradero de los colectivos al aeropuerto, gente que escapará del país, cruza la Plaza y ahí está Federico Salazar, hola hermano, en una mesa del Hotel Bolívar, siéntate Althausito, manoseando un catedral y haciéndose lustrar los zapatos, le invitaba un trago. Jaime se sienta, indica al lustrabotas que también le lustre los zapatos a él. Ya vas a ver jefe, ahoritita será 28 de julio jefe, te vamos a cagar jefe.

-Siglos que no se te ve, señor editorialista -dice Federico Salazar-. ¿Estás más contento en El Comercio que en Canal N?

-Se piensa menos -alza los hombros, a lo mejor había sido ese día que Victoria Eugenia de los Milagros Miró Quesada Martens de Rodríguez Larraín lo llamó, ¿querías sumarte al directorio, Althausito?, él odiaba el comunismo y podría escribir editoriales ¿no, Althausito? Piensa: ahí me jodí.

-Yo no dejaría la tele ni por todo el oro del mundo -dice Federico-. Estás lejos de la influencia y la televisión es influencia, Althausito, convéncete. Me moriré en América, nomás. A propósito ¿se murió Manotas?

-Sigue en la clínica, pero le darán de alta pronto -dice Jaime -. Jura que no se va a cortar las venas esta vez.

-¿Cierto que después de las encuestas vio cucarachas y arañas? -dice Federico.

-Levantó la sábana y se le vinieron encima miles de tarántulas con sombrero -dice Jaime-. Salió calato a la calle dando gritos.

Federico se ríe y Jaime cierra los ojos. Estaba bien, Manotas, uno se defendía de la izquierda como podía.

-Mañana con el flash yo también me voy a encontrar a los bichitos -Federico contempla su catedral con curiosidad, llora a medias-. Pero no hay periodista imparcial, Althausito. La tele funciona, convéncete.

El lustrabotas ha terminado con Federico y ahora embetuna los zapatos de Jaime, maldiciendo, pronto me darán sus casas.

-Vente a almorzar conmigo, te invito -dice Federico-. Vamos a resucitar los buenos tiempos.

Crecimiento económico y balas de goma, los paros en Cajamarca reprimidos desde Lima por policías con traje color moco, el ceviche Martini de La Tiendecita Blanca, la timba en casa de Alan, la apoteosis de medianoche en el MEF con Carranza que conseguía exoneraciones tributarias, la repartición de utilidades y las deudas impagas con la SUNAT al amanecer. Los buenos tiempos, puede que ahí.

-Diego Macera ha hecho arroz con atún en el IPE y eso no me lo pierdo -dice Jaime-. Otro día, hermano.

-Le haces caso al IPE -dice Federico-. Uy, qué jodido estás, Althausito.

No por lo que tú creías, hermano. Federico se empeña en pagar la lustrada y se dan la mano. Más bien, Federico, me quedé sin batería, ¿me puedes pedir un Uber? Jaime regresa al paradero, el Uber tiene la radio encendida, mañana ganará Castillo y expropiarán esta emisora, después la veterana y llorona voz de Fernando Carvallo, era mi Perú. ¿Por qué los peruanos pobres serían tan, tan huevones? Piensa: golpe de Estado, esa es la solución. Paseo de la República ya, la Javier Prado, Rivera Navarrete, en el edificiote maestro. Baja, saluda a los guachimanes, seguro son lápices, ¿qué me pasa hoy? El cielo sigue nublado, la atmósfera es tan gris como el país y ha comenzado la garúa. Piensa: si por lo menos San Isidro fuese independiente. La puerta del IPE está abierta pero no aparece Diego Macera. ¿Por qué dejas abierto el IPE cuando vas a comprar a Wong? Pero no, ahí está Diego, qué te pasa, viene con los ojos hinchados y llorosos, despeinado: se lo habían llevado al modelo económico, Jaime.

-Nos lo arrancharon de las manos -solloza Diego-. Unos cholos asquerosos, Jaime, vestidos de lápiz. Se lo bajaron, se lo bajaron.

Le da agua de azahar, cálmate Diego, le muestra una silla, cómo había sido, lo lleva del hombro, no llores amigo.

-Estás sin batería. Te llamé a El Comercio y no estabas -Diego hace pucheros-. Unos ronderos, unos cholos con caras de forajidos. Yo lo llevaba con su cadena y todo, pero según IPSOS mañana gana Castillo. Nos lo arrancharon, lo metieron al camión, se lo bajaron.

-Almuerzo el atún Florida y voy a hablar con las Fuerzas Armadas -lo abraza Jaime-. No le va a pasar nada al modelo, no seas sonso.

-Se puso a patear, a mover su PBI -se limpia los ojos con el saco, suspira-. Parecía que entendía, Jaime. Pobrecito el modelo, pobrecito.

Estaba yendo a RPP a hablar de las bondades de la minería y de repente frenó a su lado una yegua y se bajaron dos cholos con caras de senderistas, de comunistas de lo peor, uno le dio un empujón, fuera blanco sanisidrino, y el otro le arranchó la cadena y antes de que se diera cuenta ya había convocado a una Asamblea Constituyente. Pobrecito, pobre modelo económico. Jaime se pone de pie: esos provincianos lo iban a oír. ¿Veía, veía? Diego solloza de nuevo, también el modelo tenía miedo de que lo cambiaran.

-No le harán nada -Jaime abraza a Diego Macera, un olor instantáneo a atún y aceite-. Lo salvo ahorita, vas a ver.

Trota hasta la Javier Prado, carajo, no tenía batería. Llama a El Comercio de un teléfono público. Contesta Juan Aurelio Enrique: qué carajo iba a saber dónde quedaba el Pentagonito, Althausito, ni siquiera conozco Lima.

Toma un taxi de la calle, ¿cuánto costaría la carrera hasta el Pentagonito?, en su billetera solo hay tarjetas de crédito, el chofer no aceptaba Diners, señor, pero lo llevaré porque me gusta ver sufrir a los blancos. Llega. Un gran edificio cercado por muros color caca -el color de los pobres, piensa, el color del futuro, el color del Perú-, flanqueado por dos soldaditos que lo miran, recelosos. Ingresa. Un hombre atlético de verde camuflaje está de pie junto a un escritorio lleno de papeles y Jaime de Althaus golpea la mesa: se habían bajado al modelo económico, necesitamos un golpe de Estado, carajo esto no se podía quedar así.

-Qué es eso de entrar al Cuartel General del Ejército echando carajos -el militar acaricia su fusil-. Más respeto.

-Si le pasa algo al modelo económico la cosa no se puede quedar así -saca la portada de El Comercio, muestra una foto de Vargas Llosa-. Y los tipos que agredieron a Diego Macera la deben de pagar.

-Cálmese un poco -revisa la portada, se ríe-. ¿Mañana se bajan al modelo económico? Entonces hable con el nuevo encargado.

El militar se va y Jaime de Althaus espera al lado del escritorio. Ve acercarse a otro hombre: bajo, rechoncho, calvo, blanquiñoso y con un sombrero chotano en la mano. El hombre da unos pasos hacia ellos y Jaime puede verle al fin la cara: ¿qué? No era él, todos los blancos pelados se parecían, no podía ser él. Piensa: ¿por qué no va a ser él? Era él, era él. 

Está menos gordo, más sucio, pero ese es su andar cansado y paquidérmico, esas sus piernas de vaca. 

-¿Hernando? -solloza, vacila, solloza-. ¿No eres Hernando de Soto?

No se echa a correr, no dice nada. Mira con expresión anonadada y estúpida.

-¿Te has olvidado de mí? -vacila, solloza, vacila-. Soy Jaime de Althaus.

Jaime, darling, claro que te reconozco, ahora sí. ¡Dónde venían a encontrarse, honey! Y después de tanto tiempo, goddammit.

-¿Pero qué haces acá, Hernando? -dice Jaime.

-Nada, honey, yo solo pasaba por aquí.

-¿Y ese sombrero chotano?

-Me lo regalaron en la puerta.

No debiste venir, no debiste hablarle, Althausito, no estás jodido sino loco. Piensa: la traición va a volver. Pobre Keiko, pobre Alberto.

-Por favor, Hernando, deja de hacerte el cojudo.

-About what, darling?

-Sabes de sobra de qué estoy hablando -dice Jaime. 

-Qué te pasa, Jaime, por qué te pones así.

-Que dejes de hacerte el cojudo -cierra los ojos y toma aire-. Que hablemos con franqueza de Pedro Castillo. ¿Vas a colaborar con él? ¿Qué haces acá con un sombrero chotano? Desde abril te pedimos que digas algo y tú nada. Te fuiste a Máncora a comer helados y nunca más diste la cara. Keiko va a perder mañana por 50%. Ya no importa, Hernando, quiero saber. ¿De verdad vas a apoyar a Pedro Castillo?

-Me voy para que no te arrepientas de lo que estás diciendo, darling -ronca, la voz lastimada-. I don’t need a job, no te acepto ningún insulto. Sépanse que el modelo económico lo implanté yo y no Fujimori. Sépanse que todo es creación mía y yo lo puedo desmontar. Sépanse que no se merecían el modelo que tuvieron, sépansela. Fuck you, Jaime.

-Ya está, Hernando, ya está, no me importa -dice Jaime-. Ven, no te vayas, ven. Dime que vas a moderar a Castillo, por favor.

Hernando de Soto avanza sin mirar atrás. Se pone el sombrero e ingresa al Pentagonito. 

-Ya está -solloza Jaime acariciando el suelo-. Ya te perdimos, modelito.

Jaime de Althaus regresa al IPE, borracho de la pena. Hernando de Soto siempre había soñado con el poder y no le importaba cómo conseguirlo: Fujimori, Gadafi, Barnechea, Pedro Castillo. Él era mejor que tú, Althausito. Se había vendido más, se había jodido más. Piensa: pobre Keiko.

Llega. Los guachimanes lo miran con sonrisas cachosas. Se acomoda el saco, la corbata, toma el ascensor, oye el grito desgarrado de Diego Macera, imagina su cara. Entra al IPE y le dice la verdad: no va a ser posible el golpe de Estado, Diego, hemos perdido al modelo Diego, qué asustado estoy Diego.

-Me encontré con Hernando de Soto. Tenía un sombrero chotano. No pude convencerlo.

-Nosotros aquí, locos de angustia, y Hernando traicionándonos con sus nuevos amigotes. ¿Por qué al menos no me llamaste para ir a pegarle?

-Sigo sin batería -lagrimeando, asustándose, mugiendo-. Me siento pésimo, me duele una barbaridad la cabeza.

-Vamos a la CONFIEP a ver si podemos hacer bolsa y comprar unos congresistas, pero prométeme que nunca más te vas a ir al Pentagonito sin avisarme -le dice Diego, cada vez más triste.

Piensa: te prometo. Es el fin. Veinte años al tacho. ¿Qué será de nosotros mañana? ¿Nos arriarán calatos por todo Canaval y Moreyra? ¿Estatizarán el Wong de Dos de Mayo y solo habrán rosquitas en sus anaqueles? ¿Me agarrarán a chicotazos porque tengo ojos azules? ¿Esta vez, de verdad, sí perdimos? 

La cortina tiene una esquina plegada y Jaime puede ver un retazo de cielo casi oscuro, y adivinar, afuera, encima, cayendo sobre Rivera Navarrete, San Isidro, Lima, la miserable garúa de siempre.

Imagen: Luicdez (Expreso)

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Jaime de Althaus, sátira

Mariátegui vs. Castillo, Verolovers vs. Porkylovers y el Dr. Huerta y Fernando Carvallo conversan. Esto y más en el nuevo episodio de NOT Noticias, información hecha en casa.

 

Guión, voces y música original: Juan Luis Nugent

Edición y postproducción de audio: Carlos Mejía V.

Ilustración y diseño: Adriana Galbani

 

 

 

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Aldo Mariategui, De Soto, Noticias

Disclaimer:

Debido a un síncope acaecido este lunes a mediodía, Hernando de Soto no pudo participar de la totalidad de esta sátira. Lamentamos su estado de salud y le deseamos pronta mejoría. Su disposición para prestarnos sus pensamientos, dudas y temores, nos hizo más leve la campaña.

Poco antes de su crisis nos envió este relato por pedazos, sin editar. Hemos tenido que recurrir a un narrador en tercera persona para completarlo. A continuación, los fragmentos.

 

Hernando de Soto, domingo 11 de abril, 7:01 am:

Darling I’m excited really excited this is my day finally my day cuando sea más viejo miraré estos días y cantaré Those were the days my friend We thought they’d never end vestido como Mary Hopkin.

Anoche estaba en mi bosque meditando al lado de mi puma cuando me interrumpió mi chofer de los weekends, Señor Hernando, he said, ya está la última encuesta de IPSOS. Miré and there I was: in the second place, in the second round. I did it, darling, I did it. Por primera vez en 17 años tuve contacto físico con el chofer y lo abracé, Thank you Jaime, y le hice una pregunta.

-By the way, chauffeur, ¿en qué lugar está Acción Popular?

-Cuarto, señor.

-Great, darling. Great!

Me fui saltando a la sala en un pie y en el camino I had my revenge. I texted Alfredo Barnechea with just one word.

-Ha-ha.

In my living room estaba all my staff: my Albino Kids, Diego Usado, Pancho Tudela, Little Young Boy, el general Miyashiro y había pica pica, globos, serpentinas, hasta una piñata de Enrique Ghersi. Todos me abrazaron, you did it, Hernando, you are awesome y yo it’s nothing, darling, it’s nothing. En todas las casas de apuestas está usted adelante, señor Hernando, me dijo Ivanka, en IPSOS, en Betsson, en InkaBet, en ElizaBet.

-Oh that’s nice, darling. Let me see the report.

-Tenga.

-Uh… honey, who’s Peter Castle?

-Le dije anteayer, ¿no se acuerda?

-I don’t recall anything about a Peter Castle.

-Le dije, es este profesor de Cajamarca que usa un sombrero más grande que él.

-Darling, my mistake. Yo pensé que iba a ir a la segunda vuelta not with this Pedro Castillo, sino con Jorge del Castillo.

-No, señor Hernando, son dos personas distintas.

-So, tell me again: Who’s Peter Castle?

 

Hernando de Soto, jueves 8 de abril, 6:49 pm:

It’s a sad night.

Very sad.

I’m fourth.

Estaba segundo el fin de semana y ahora estoy fourth, darling, fourth.

-Ivanka, honey, repíteme por favor el orden.

-Primera Keiko, yuhuuuu

-What was that?

-Uy, no sé, señor Hernando, debió ser su puma. Decía: primera Keiko con 12.9%. Segundo está…

-Johnny, right. Is it Johnny?

-No, señor Hernando, Yohny Lescano está tercero.

-My God… No me digas que está segundo Porky, honey, no me digas: ese muchacho no sabe hablar inglés, ni siquiera ha estudiado en el exterior. Es un horror. Cuando va a Estados Unidos compra en Walmart.

-No, señor Hernando, Porky está sexto.

-¿Y la comunista?

-Quinta.

-¿Quién mierda está segundo entonces, Ivanka?

-Pedro Castillo.

-What?!

-Segundo está Pedro Castillo Terrones.

-Tiene nombre de dulce, honey, de marca de rosquitas. Pero qué es eso, darling, who’s Peter Castle?

-Es un profesor de Cajamarca que usa un sombrero más grande que él.

-I don’t anything about him. Déjame mirarlo, please.

Me mostró su foto: parecía el Chavo del Ocho, con la sonrisa de los niños huérfanos de las películas mexicanas.

-¿Es profesor de qué universidad, darling?

-De escuela.

-Oh.

-…pública.

-No!

-Era el líder de la huelga magisterial del 2017. Usted no estaba aquí señor Hernando pero fue el acabóse, había puro senderista en la avenida Abancay.

-But honey he can’t beat me. Es un profesor de escuela. Y pública. Yo tengo 43 honoris causa.

-Lo adoro señor Hernando.

-Si es de Cajamarca entonces hay una persona que debe saber de él. Give me a minute: hello, Roque, my darling? Cómo estás, Roque, qué dicen los minerales. Honey, te molestaba porque quería saber si tú podías decirme algo de este chico… Ivanka, ¿cómo se llamaba?

-Pedro Castillo.

-Peter Castle. Do you know anything about Peter Castle?

-Es un Gregorio Santos que enseña matemática -dijo Roque Benavides-. Son lo mismo, Hernando: mismo color, misma región, mismo sombrero.

-Oh, darling, ¿y ahora qué hago?

-No sé, Hernando. Cáptalo. ¿Por qué no lo captan? Invítenlo a almorzar, regálenle un departamento, llévenlo de viaje. ¿Por qué no le ponen cinco PhD al lado y lo acojudan, como hicimos con Humala?

-Good idea, darling. Pero primero tengo que ganarle a Johnny y a Keiko porque estoy fourth, yo que estaba segundo. Yo que fui tormenta, yo que fui tornado.

-Buena suerte, Hernando.

-Anyway, Roque, thanks for the help.

-Es una mierda Cajamarca, Hernando. Una mierda. Si eres presidente regálasela a Ecuador.

-Y le regalamos Puno a Bolivia.

-Exacto, Hernando, nuestro plan de siempre.

-Cada cinco años hablamos de eso, darling, every five years.

-Los problemas que nos ahorraríamos, Hernando. Ojalá ganes y se los regales. Sin Puno y Cajamarca hasta yo sería Presidente.

-Thank you, Roque, no te quito más tiempo. Mis Albino Kids te mandan saludos.

Colgué y me tiré en el sillón, a mirar el techo. Little Young Boy apareció vestido solo con una tanga de animal print para bailarme como Luz Gordita pero le dije not today, honey, not today. Let me think. Let me rest.

 

Hernando de Soto, domingo 11 de abril, 6:51 pm:

Ugh.

Había pasado un shinny day, darling, hasta ahora. Stuart me trajo el resultado de IPSOS: empate con Keiko, my Keiko, almost my daughter. It will be a nasty fight. Y primero está this guy, I don’t know his…

-Pedro Castillo, señor Hernando.

Sí, Peter Castle.

Fui a votar en la mañana feliz de la vida con los mejores resultados de mis casas de apuestas de Las Vegas. Me aposté a mismo 50 soles en Betsson y me pasé el día echado en cucharita con mi puma. I had lunch, I took a nap, I watched Friends, I thought about Alfredo Barnechea, that loser, y luego me puse mi terno para salir a celebrar el boca de urna. Le dije a Ivanka que me prepare algo sober and proper, un pañuelazo en el Country Club, una guiñadita de ojo desde la ventana de mi auto, pero Little Young Boy quería algo más rimbombante, esa es una pituca de mierda, Hernando, tú eres del pueblo, tienes que salir bailando en bata conmigo en la Alameda Chabuca Granda y luego regalamos licuadoras.

I didn’t know what to do. Estaba deshojando margaritas entre lo sobrio y lo D/E hasta que apareció Stuart, my poor Stuart, con los ojos rojos y cara de que mi puma lo había vuelto a morder.

-Señor Hernando, señor Hernando: empate.

-¿Qué?

-Usted y Keiko. Empate.

No voy a poder celebrar nada, honey. Solo queda esperar y ver si paso a the second round. But I don’t get it: ¿de dónde viene este Peter Castle? Who’s him? ¿Cómo dos millones y medio de peruanos pueden votar por un profesor de escuela en lugar de por mí que tengo 43 honoris causa y he vivido en Suiza toda mi infancia y soy so cosmopolitan so citizen of the world y hablo perfectly three languages y soy so charismatic and so humble and I always look in my place y puedo decir blockchain? ¿Cómo pueden preferir a alguien que se parece a ellos en lugar de preferirme a mí?

 

Hernando de Soto, lunes 12 de abril, 11:57 am:

ay no puedo honey que me da que me da que me viene el chucaque ay no aire Stuart abrázame Ivanka por favor levántame del piso Little Young Boy please get out Little Young Boy vete por favor Chibolín you son of a bitch get out of here ya acabó la campaña fuera de aquí igualado así tengas plata nunca serás igual a nosotros oh no honey no sabes cómo voy a perder así uf now I understand lo que sintió Alfred el 2016 uf le di F5 a la web de ONPE y ahí apareció Hernando de Soto TERCERO darling pero yo estuve segundo toda la madrugada me fui a dormir pensando que those were the days and now nothing y ahora darling? y ahora qué será de mí volveré a ser el chupe de Keiko nuevamente? otra vez apoyar a Keiko honey no me puedo independizar de los Fujimori? dios mío si los Fujimori son el Perú yo soy Arequipa basta ya quiero mi independencia darling y ahora tendré que apoyarla por sexta vez consecutiva pero honey Peter Castle who’s Peter Castle? dios darling debimos regalar Cajamarca y Puno el 93 qué gran error debí poner eso en la Constitución artículo 61 el Estado facilita y vigila la libre competencia Por eso regala Cajamarca y Puno para que sus pobladores no voten contra esta Ay el síncope ay mi cabeza ay ni puedo pensar honey ya parezco George Forsyth pero no entiendo darling el Perú siempre va a ser así? yo le decía a Alfredo que el Perú no era para nosotros pero tenía un poquito de esperanzas honey pensé que la de Lima y la Pacífico ya tenían más alumnos ah ya sé qué ha sido! ha sido Alfredo seguro ha contaminado con el voto útil a nuestros amigos y les ha dicho que vayan con Keiko seguro les dijo que no sean miembros de mesa para que pierda mi voto en San Isidro Alfredo de mierda pero y ahora honey? me tendré que ir del Perú again? por fin me puedo ir? por qué siempre que me voy del Perú tiene que ser con una derrota por qué nunca puedo ganar why does it always rain on me? Ivanka darling vámonos mejor me duele mucho la cabeza sí llévame por favor Stuart tú quédate con mi puma cuídalo mientras regreso sí sí dale de comer sí que se coma a Chibolín I don’t care pero que no pase hambre

 

El Faro, Miraflores. Lunes 12 de abril, 3:57 pm:

Hernando de Soto camina cabizbajo por el malecón de Miraflores. Lleva en la cabeza una venda blanca. Se para al borde y mira la inmensidad del mar. Escucha el romper de las olas, el sonido que hace el mar al retirarse. Mira el cielo: hoy está celeste, casi sin nubes. Es un bonito día. Los libros de historia dirán que, al día siguiente que ganó Pedro Castillo, en Lima la gris hubo un sol maravilloso.

-Lo siento, gordo.

Voltea. A su lado está un hombre mayor, alto, refinado, como un príncipe de Escocia venido a menos. Pantalón caqui, camisa blanca, mira al frente. Es Alfredo Barnechea.

-Hijo de p…

-Yo no fui, gordo. Fue el Perú.

Barnechea no volteó a verlo. Sigue mirando al frente. De Soto entiende: es mejor mirar el mar.

-¿Qué pasó, Alfred? I don’t know. El Perú no es para nosotros, pero siempre…

-Quizá no sea el Perú, gordo -atajó Barnechea-. Quizá el problema somos nosotros.

De Soto quedó en silencio.

-Somos minoría en este país, gordo. Minoría. El Perú es Sudáfrica y nosotros somos afrikaneers. Hay que dejar de soñar. Tú y yo no podremos ser presidentes. Se podía con el Apartheid pero el Apartheid acabó en los noventa. Solo podemos aspirar a salidas intermedias: a Alan, que era plebeyo; a Keiko, que es china; a Lescano, que es de Puno. Tú y yo, en cambio… míranos.

Barnechea se da la vuelta. Se mira a sí mismo de pies a cabeza. Luego mira a De Soto como si fuese una sandía. Sonríe.

-Tú y yo no podemos.

-Pero Peter Paul pudo, Alfred.

-Pero duró 18 meses y está preso en su casa.

-That’s right.

-Hay que resignarnos. Los dos hemos perdido. Pero piensa en esto: a la izquierda de Lima solo hay una cosa.

-El mar.

-Exacto. El mar, el mar infinito. ¿Y qué hay allá lejos donde termina el mar?

Barnechea estira el brazo y señala el horizonte.

-Japón.

-Japón. Mira estos acantilados, gordo. Lima parece desbarrancarse hacia la izquierda. Lima parece una ciudad siempre a punto de caer pero siempre, gordo, siempre que pensemos que Lima se cae al abismo de la izquierda, recordemos que allá también está Japón, la tierra firme, nuestra única esperanza.

De Soto sonrió de costado, apenas. Miró de reojo a Barnechea.

-¿Vamos a darle nuestro apoyo? –le dijo, levantándole las cejas.

-Let’s go, darling. Como en el 2016.

-Y como en el 2011.

Empezaron los dos a caminar, las manos en los bolsillos, el sol quemándoles la calva. La brisa moviendo levemente sus camisas blancas.

-By the way, darling, do you know who’s Peter Castle?

-Es un cholo que parece de Sendero.

-Ugh. Y es profesor de escuela pública. Qué feo es el Perú, darling.

Tags:

Carlos León Moya, Hernando De Soto, Pedro Castillo
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