Aún si la segunda ola arreciase mucho más fuerte de lo que ya nos está golpeando es perfectamente factible realizar el proceso electoral en las fechas pactadas (11 de abril primera vuelta y 6 de junio segunda vuelta).

Ha habido países que no solo las han realizado en plena primera ola sino que en otros tiempos, algunas naciones en guerra también las han llevado a cabo sin mayores contratiempos.

Es importante para la salud política del país que se respeten los cronogramas y lleguemos al 28 de julio con una nueva administración en Palacio, con un horizonte de cinco años por delante y con un mejor panorama, además, en términos sanitarios. Debemos suponer que para fines de julio ya habrá un importante número de peruanos vacunados y la pandemia habrá empezado su descenso irreversible, como está ocurriendo en países que han alcanzado cuotas de vacunación significativas (es el caso de Israel).

Si se planifica bien -y al parecer la ONPE tiene varias alternativas estratégicas diseñadas-, acudir a un centro de votación no tendría por qué suponer mayores riesgos. Se ha multiplicado el número de centros de votación y, por ende, las aglomeraciones difícilmente ocurrirán. Además, se están sugiriendo horarios graduales para la asistencia y en lo que concierne a los miembros de mesa, supuestamente van a ser vacunados (lo que sí, tendría que haber una multa considerable para aquellos miembros de mesa que habiendo sido vacunados, luego se ausenten de sus obligaciones).

Y, por supuesto, si no cabe encontrar argumentos para postergar las elecciones, mucho menos los debe haber para postergar el mandato de Sagasti. Si a algún peregrino asesor palaciego se le ocurriera semejante idea y logra convencer al Primer Mandatario del despropósito, pues corresponderá al Congreso vacarlo de inmediato.

Necesitamos salir de la crisis política este 28 de julio. Dadas las circunstancias, es una respuesta institucional que honraría las celebraciones alicaídas que vamos a tener por el bicentenario (sería bueno, dicho sea de paso, anunciar que por la situación mundial de pandemia, al menos en lo concerniente a las celebraciones y actos masivos, las mismas se postergan para el 2024, fecha coincidente con los doscientos años de la batalla de Ayacucho, en términos históricos más relevante que la proclama de San Martín).

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Elecciones 2021

El ímpetu por regresar a la normalidad turística podría terminar siendo una trampa mortal. Los lugares del país que más viajeros reciben han implementado protocolos sanitarios, pero llegar hasta ellos y realizar actividades complementarias no es seguro. Un destino icónico es la evidencia perfecta: el Cusco.

Sudaca estuvo allí. Días antes de Año Nuevo, el autor de esta nota tomó un taxi en la ciudad de Urubamba para ir a otro punto del Valle Sagrado. La carretera que articula el valle es un recorrido fundamental en el circuito turístico de la región.

En el camino, el taxista comentó sus impresiones sobre el coronavirus. “Yo no creo en el virus”, afirmó. Luego confesó, con orgullo, que los amigos con los que juega fútbol, a quienes calificó como “viciosos” del deporte, no interrumpieron su práctica favorita durante la cuarentena. Eso, cuenta, implicó escaparse de la policía y buscar nuevas canchas en donde jugar a escondidas.

“En Lima es obligatorio usar mascarilla, ¿no? Acá no”, continuó, ignorando las normas. El escéptico taxista tampoco creía en la efectividad de la vacuna. “Si una vacuna se demora años en desarrollarse, ¿cómo esta vacuna va a haberse hecho en menos de un año?”, cuestionó.

Después, dijo que en Urubamba solo habían muerto alrededor de 35 personas por la Covid-19 y que la mayoría de ellas “ya debía morir”, porque tenía otras enfermedades. Por lo tanto, aseguró él, no había ningún riesgo.

La Sala Situacional Covid-19 de Cusco indica que, durante el 2020, los fallecidos a causa del nuevo coronavirus en la región fueron 1.321. Además, solo en la provincia de Urubamba el exceso de muertes por toda causa, según el Sistema Informático Nacional de Defunciones (Sinadef), fue de 78. Más del doble de la cifra dada por el taxista. Aunque no está comprobado que todas ellas hayan sido por Covid-19, el Sinadef es una medición más certera que la oficial porque no depende de la disponibilidad de pruebas.

El trayecto continuó y el taxista contó que ese no era su único trabajo. También era comunicador. Participaba en un programa local de radio. Entusiasmado, reveló que, desde la cabina radial, expande su opinión sobre la pandemia. Cree que es un invento. 

Destino mortal

Las fiestas de fin de año alentaron los viajes nacionales. Según Jorge Chávez Cateriano, gerente general de Corpac, en diciembre se registró un promedio diario de 200 vuelos nacionales, los cuales aumentaron en los días festivos. Entre el 21 y el 27 de ese mes hubo más de 140 mil pasajeros, detalló a la agencia Andina. Cusco y Arequipa fueron los dos destinos más visitados. El riesgo de transmisión, por lo tanto, también se disparó.

¿Cuál es la situación sanitaria actual de Cusco? El último 21 de enero se coparon las 23 camas UCI de la región, según la Sala Situacional. Ese mismo día empezó a haber personas que esperaban que alguna se desocupe. Un día antes se registraron oficialmente 222 nuevos casos de la Covid-19. Hoy hay 25 camas en la región, de las cuales solo cuatro están disponibles.

La segunda ola no ha esquivado al departamento más turístico del país. En los primeros 24 días del año murieron 109 personas por Covid-19. La presión del virus sobre el sistema de salud en Cusco es preocupante.

Aunque algunos limeños que viven en la región aseguraron a Sudaca sentirse más seguros que en Lima, según la clasificación del gobierno el nivel de alerta en Cusco es el mismo que en la capital. Ambos están clasificados con un nivel de alerta alta.

Los lugares turísticos emblemáticos han establecido protocolos sanitarios, pero eso no garantiza que el virus deje de transmitirse. “Los viajeros también estamos transmitiendo, sobre todo en las regiones con más Covid. Lima es un peligro permanente para el resto del país”, indica a Sudaca la epidemióloga Larissa Otero. Para ella, los viajeros que parten de Lima a otras regiones deben ser muy responsables. “Lo ideal es hacer una cuarentena estricta al lugar al que viaje”, asegura.

Eso, sin embargo, es poco probable para turistas que van a pasar solo algunos días en la región. Los viajeros parecen cumplir solo con las disposiciones obligatorias del gobierno: nadie quiere tomar más precauciones que esas. Si llegan a Cusco con el virus, sin saberlo, inmediatamente lo transmitirán a los locales. 

“Si no van a cumplir la cuarentena, tienen que considerarse positivos. Sería una gran irresponsabilidad que alguien viaje, por ejemplo, de Lima a Cusco, no tenga síntomas, vaya a un restaurante o a museos, o a una reunión familiar, se junte con 15 personas y las contagie”, sostiene Otero.

Según la recomendación de la epidemióloga, el 2 de enero el reportero de Sudaca que firma este artículo debió haber estado en cuarentena. Ese día, sin embargo, ingresó a un restaurante en Chinchero, pueblo por el que es necesario pasar para ir de la ciudad de Cusco a Ollantaytambo, desde donde parte el tren a Machu Picchu. Entró para almorzar. En el establecimiento nadie llevaba mascarilla. No solo los comensales, insuficientemente distanciados entre sí, sino también las meseras. De haber llevado el virus desde Lima, pudo contagiarlas. 

Después de almorzar, intentó regresar a su alojamiento en el Valle Sagrado. La lluvia era intensa. Demoró algunos minutos en conseguir un taxi que quiera llevarlo a él y a sus tres acompañantes. Finalmente, encontraron uno.

El conductor no tenía mascarilla, pero era el único transporte disponible. La alternativa era subirse a algún abarrotado colectivo. Días antes ya habían pasado por esa experiencia y el colectivo, como la mayoría de furgonetas de ese tipo, no tenía muchas ventanas. Abordaron el taxi.

Para tranquilidad de los pasajeros, el conductor llamó a una vendedora de un comercio cercano. “Un tapaboca”, le pidió, y le entregó una moneda. La señora fue por él y se lo alcanzó. El taxista se colocó las ligas del tapaboca en las orejas, pero la parte protectora, que debería cubrir la nariz y la boca, se la puso debajo del mentón. Así pasó la media hora de camino.

El riesgo de la reactivación

Desde el gobierno de Martín Vizcarra, el Ejecutivo viene haciendo esfuerzos por reactivar la economía. Uno de los sectores comprendidos en ese intento es el turismo, que quedó duramente golpeado por la cuarentena. Según información de Migraciones, la llegada de turistas internacionales en el primer semestre de 2020 disminuyó en 61% con respecto al mismo periodo del año anterior.

El confinamiento terminó el 30 de junio y solo dos semanas después, el 15 de julio, se reactivaron las actividades de aeronáutica civil. Los aeropuertos quedaron aptos para operar vuelos nacionales y los viajeros respondieron. En el primer mes, más de 119 mil personas abordaron un avión para ir a otra ciudad del Perú.

El 2 de agosto hubo más de 21 mil casos nuevos de Covid-19 en el país. Fue el día con más contagios en lo que va de la pandemia. El gobierno destacó su preocupación. “Una reactivación exitosa del turismo requiere del compromiso de todos”, declaró el 21 de septiembre la entonces titular del Ministerio de Comercio Exterior y Turismo (Mincetur), Rocío Barrios.

Sin embargo, las medidas no recularon. El 17 de octubre, el gobierno lanzó la campaña “Volver” para impulsar el turismo interno. Lo hizo con la producción de un videoclip en el que participaron distintas figuras nacionales. Con las fronteras cerradas hasta octubre, en el tercer trimestre del año pasado los viajes internos fueron el principal motor de la reactivación del turismo.

Ante la inminente segunda ola, la estrategia del gobierno de Sagasti ha sido diferenciar el nivel de alerta por departamentos. La idea es implementar medidas que distingan la realidad de cada departamento. Sin embargo, los viajes internos podrían estar distorsionando esta nueva estrategia: el movimiento de turistas aumenta el riesgo en las regiones que hoy están mejor.

Una razón es la diferencia entre los protocolos para viajes internacionales frente a aquellos al interior del país, que son mucho más laxos. Para entrar al Perú es necesario mostrar el resultado negativo de una prueba PCR o de antígenos. Para vuelos nacionales ese requisito no existe. Podría suceder, entonces, que una persona infectada aborde un avión o contagie a otros viajeros en el aeropuerto.

“Si fueran importantes solo los viajeros internacionales, estaríamos bajo el supuesto de que hay Covid solo fuera del Perú”, señala Otero. Ella recalca que los viajeros nacionales también pueden estar transmitiendo el virus.

Los únicos mecanismos de prevención para los vuelos internos son la medición de temperatura, el uso obligatorio de mascarilla y protector facial, y la firma de una Declaración Jurada en la que los viajeros deben consignar si, en el momento en que llenan el documento, presentan síntomas respiratorios compatibles con la Covid-19.

En declaraciones a Sudaca, la infectóloga Teresa Ochoa aclaró que la fase de contagio empieza días antes de la manifestación de los síntomas. Por cierto: la Declaración Jurada es impresa y entregada en el aeropuerto o en el avión. Pasa de mano a mano.

Declaración Jurada para el transporte aéreo de pasajeros a nivel nacional

El motor del turismo

Cusco es el lugar más turístico del Perú. No solo por su importancia histórica y el hecho de poseer una de las maravillas del mundo; también lo demuestran las cifras de tráfico aéreo. Según la Dirección General de Aeronáutica Civil (DGAC), el aeropuerto cusqueño fue el segundo con más tráfico en el complicado periodo entre enero y octubre de 2020, después del Jorge Chávez.

Y el Estado ha intentado aprovechar ese atractivo: las campañas de promoción del turismo recalcan que Cusco es seguro y que está preparado para recibir visitantes. El 13 de octubre, en Machu Picchu, el Consejo Mundial de Viajes y Turismo (WTTC, por sus siglas en inglés) le otorgó al Perú el sello Safe Travel, que certifica que el país es un destino seguro frente al peligro de la Covid-19. La ciudad de Cusco, el Valle Sagrado y el mismo Machu Picchu también recibieron −de forma particular− el mismo distintivo.

El 15 de octubre el ministro de Cultura Alejandro Neyra anunció la reapertura de los sitios arqueológicos cusqueños más importantes, con protocolos sanitarios supervisados por el WTTC. “Ahora los visitantes, cuando piensen en volver a nuestra maravilla del mundo, podrán estar seguros de que aquí se cumplen los estrictos protocolos de bioseguridad”, indicó, por su parte, la exministra Barrios en la ceremonia de reapertura de la ciudadela inca. Los mismos protocolos son implementados por la industria hotelera.

Todo ese discurso parece indicar que el turismo es seguro. El problema es que nadie controla el trayecto para llegar a los lugares turísticos y a las actividades que se desarrollan alrededor. ¿Cómo controlar, por ejemplo, a los taxistas que transportaron al autor de este reportaje por el Valle Sagrado o a la mesera que lo atendió en un restaurante?

¿Cómo controlar, también, a los propios turistas? El público ha respondido positivamente al ímpetu de reapertura mostrado por las autoridades. El 1 de noviembre Machu Picchu reabrió sus puertas de manera gratuita y la gran demanda que produjo hizo que los boletos se agoten anticipadamente. “¡Ya lo sabes! Cusco y sus atractivos turísticos te esperan”, dice la web de Promperú ytuqueplanes.com. Siguiendo ese entusiasmo, el lunes 11 de enero inició la promoción para comprar dos entradas al precio de una al adquirir el Boleto Turístico de los parques arqueológicos en Cusco.

El peligro de viajar

Las medidas sanitarias dictadas por los tres gobiernos que ha tenido el Perú durante la pandemia solo han sido implementadas parcialmente. Mientras tanto, la segunda ola avanza y amenaza. Aquí otro ejemplo: en la ciudad de Urubamba hay una cuadra, en la avenida Berriozábal, que está entre las más turísticas del Valle Sagrado. Allí se ubica el famoso taller y tienda de cerámica Seminario. Su fama ha generado el desarrollo de otros negocios en la cuadra, como restaurantes y tiendas.

Uno de esos locales ofrece comida saludable. La dueña es una limeña que, a consecuencia de la pandemia, incorporó a su madre al negocio. Sudaca ingresó al local. Ni la dueña ni su madre usaban mascarilla. Desde el mostrador, explicaban las bondades de sus productos y la historia del negocio.

De pronto, se acercaron a los turistas que estaban presentes y la dueña del local preguntó: “¿les molesta que esté sin mascarilla?”. “Sí”, obtuvo como respuesta. “Ah, me la pongo, no hay ningún problema”. Y la conversación continuó. Las medidas sanitarias fueron respetadas a gusto del ciudadano.

Los médicos consultados por Sudaca señalan la importancia de terminar con ese tipo de actitud. “La mascarilla debe usarse todo el tiempo cuando uno está con otra persona”, indica el infectólogo Eduardo Gotuzzo. “Las personas tienen que ser conscientes, tiene que haber mucha responsabilidad individual”, complementa Ochoa.

La posición del Estado, evidentemente, concuerda con que debe haber turismo solo si se cumplen los protocolos. “El turismo debe volver porque es necesario para millones de peruanos, pero solamente va a poder volver si todos están comprometidos a cuidar primero su salud en esta nueva modalidad”, dice un video de la campaña “Vamos a volver”, del Mincetur. Ese cuidado no se está cumpliendo.

“La curva está muy empinada, de una manera muy peligrosa, y realmente esto tiende a ser devastador.Debemos reducir mucho más el número de contactos”, señala Otero. Para ella, lo ideal sería limitar las actividades y quedarse en casa el máximo tiempo posible.

“Está habiendo demasiadas interacciones para el nivel de contagio que tenemos y para nuestro sistema de salud”, cierra Otero. La única forma segura de continuar reactivando el turismo es respetando las normas y los protocolos. De lo contrario, como Sudaca constató en Cusco, los viajes terminarán siendo un amplificador perfecto para la Covid-19.

Las startups que reciben mil millones de dólares en inversión o unicornios siguen siendo de interés para los fondos de capital de riesgo. Incluso en medio de la pandemia, se realizaron inversiones de este tipo en México y Uruguay. ¿Podría estar en el Perú la siguiente sorpresa?

Por María Claudia Medina

A pesar de la crisis económica por la pandemia, la inversión en emprendimientos tecnológicos o startups no se ha detenido y, de hecho, en América Latina está aumentando. Durante el 2020, México y Uruguay lograron tener su primera empresa “unicornio”, como se les conoce a las compañías que alcanzan los mil millones de dólares en valorización.

En el caso mexicano se trata de la plataforma Kavak, un negocio de compra y venta de vehículos usados, y en Uruguay, la plataforma de pagos dLocal destacó al tener solo cuatro años en el mercado y contar entre sus clientes con marcas como Spotify y Zara. Parte de las características de las “empresas unicornio” tiene que ver, justamente, con este crecimiento abrupto en poco tiempo, que parece tan imposible como un animal fantástico.

En el Perú, Luis Narro, director ejecutivo de la Asociación de Capital Semilla y Emprendedor del Perú (Pecap), refiere que sí es posible que surja una empresa unicornio, pero en un periodo de cinco años a más, porque se trata de un tema financiero que no depende tanto de las empresas y tampoco sirve para definir el éxito de una compañía.

“Colombia ha tenido solo a Rappi y un mercado tan grande como México, donde el Estado apoya mucho en recursos, recién ha generado su primer unicornio en el 2020. Es un tema de largo plazo. Por ejemplo, en el caso de Rappi, se convirtió en empresa unicornio no por la entrega del servicio, sino por su apuesta de ser una super ‘app’ para Latinoamérica. Estas compañías llegan a ser unicornios cuando logran sustentar que son un negocio global o por lo menos regional”, explica.

Crehana y el ecosistema peruano

Entre las “startups” peruanas, la que más está destacando es la plataforma educativa Crehana, que en el 2019 recibió US$ 4.5 millones y durante el 2020, con la masificación de la educación virtual, logró obtener US$ 17.5 millones. Un incremento que da una buena señal, pero todavía lejos de los mil millones de una empresa unicornio. Para Narro, preocuparse por ser estables en el tiempo es más importante ahora que la valorización.

“Más que unicornio buscamos un grupo de compañías que puedan crecer y tengan estabilidad y un impacto positivo del uso de tecnología en distintos sectores. Por ese lado es que se mediría el éxito, que más compañías puedan seguir creciendo independientemente de la valorización que puedan alcanzar”, precisa.

Por el lado de las corporaciones que invierten en “startups”, Marco Roca, CEO de Krealo, brazo de innovación abierta del Grupo Credicorp, considera que la fragmentación que existe en los mercados de Sudamérica también influye para que todavía no podamos ver una empresa unicornio en el Perú.

“El tema de escala es muy importante, pues no hay falta de talento ni de capacidades, de hecho, el Perú es un mercado donde existe mucho talento. Lo que sí considero es que hay un trabajo pendiente por tener una mayor actividad de inversionistas, se ha avanzado bastante en temas de inversionistas ángeles y de ‘venture capital’, pero todavía falta madurar”, comenta.

¿Qué buscan los inversionistas?

En opinión de Roca, lo más importante que debería tener en cuenta una “startup” al buscar inversionistas puede resumirse en tres puntos:

– Una propuesta de valor enfocada en necesidades clave de los clientes en mercados grandes y crecientes. Un punto clave es buscar ventajas competitivas diferentes.

– Tener una buena tracción, que al inicio contribuye a que el inversionista crea en la “startup”, pero esto debe ser complementando con caminos de monetización claros.

– Procesos o tecnología que sea escalable, flexible y eficiente. Mientras la “startup” se vea con mayor potencial para ser escalable, tendrá más oportunidades.

“En nuestro caso, con Krealo, también buscamos que se pueda complementar a los modelos de negocio que tenemos en Credicorp. La pandemia sigue impulsando la digitalización, lo que generará, sin duda, más inversiones este 2021, ya sea consolidando modelos de negocios de startups que ya tienen tracción o apostando por nuevas iniciativas”, asegura.

Estimó que los sectores más beneficiados este año serán los que mejor se desarrollaron durante la pandemia; sistemas de pago, neobancos, brokers de inversión, marketplaces, soluciones digitales para pymes y POS lending.

Red Ama Llulla

El candidato al congreso Alberto Morote Sánchez, del partido Juntos por el Perú, afirmó de manera pública que las vacunas chinas adquiridas por el Gobierno peruano para frenar el avance de la Covid-19, no tienen ninguna prueba de efectividad. Morote, quien postula por la región Ayacucho, recomendó no vacunarse y, como parte de sus argumentos, dijo lo siguiente: “Se sabe que estas vacunas son una forma de desarrollar genes de animales en el hombre”. Luego de revisar antecedentes científicos y consultar con especialistas, Ama Llulla concluye que esta afirmación es falsa.

Esta declaración, difundida el último 19 de enero, corresponde a la presentación de Alberto Morote como parte de la lista de candidatos al Congreso del partido Juntos Por el Perú (JP), realizada el pasado 11 de enero, en Ayacucho. Morote hacía referencia al anuncio del presidente de la República, Francisco Sagasti, acerca de que se había llegado a un acuerdo con el laboratorio chino Sinopharm para la compra de 38 millones de dosis de su vacuna contra la Covid-19. 

La afirmación específica de Morote fue: “Se sabe que estas vacunas son una forma de desarrollar genes de animales en el hombre y que van a terminar matando al hombre”.

Consultado por la red Ama Llulla sobre la autenticidad y sustento de esas declaraciones, el candidato Morote respondió: “Me ratifico en mis palabras, esperando que haya una respuesta del Estado o de la propia ciencia, que está muy interesada en la aplicación de las vacunas para que esta situación quede clara”.

Sin embargo, Morote admitió no haber leído algún artículo científico que proporcione evidencia para su afirmación y comentó que, por medio de la aplicación de mensajería WhatsApp, recibió denuncias acerca de que estas vacunas son una bomba de tiempo y que atentan contra la humanidad. “El Gobierno tiene el papel de esclarecer adecuadamente esta inquietud mundial”, comentó.

Ante la ratificación del candidato respecto a esa versión, Ama Llulla considera pertinente hacer una revisión actualizada del tema.

En principio, la vacuna de Sinopharm —que actualmente se ha probado en 10 países, incluido el Perú— utiliza una versión debilitada o inactiva del agente patógeno SARS-CoV-2, para generar una respuesta inmune en el organismo. Sin embargo, no contiene genes.

El médico Germán Málaga, investigador principal del centro de estudios de la Universidad Peruana Cayetano Heredia (UPCH), confirmó que la vacuna china está elaborada con el mismo virus que produce la Covid-19, que ha sido cultivado e inactivado. Málaga enfatizó que este es el modelo de vacuna más antiguo y exitoso. 

“Un ejemplo de este tipo de vacunas es la de la polio, que permitió erradicar esta enfermedad”, indicó el doctor Málaga, quien es responsable de los ensayos clínicos de Sinopharm en Perú.



Cabe precisar que existen vacunas realizadas con base en ARN -ácido ribonucleico- (como la desarrollada por la farmacéutica Pfizer). Estas transmiten a las células los códigos necesarios para producir la proteína Spike [Espiga], un componente del virus que es el responsable del ingreso de este patógeno en el organismo. De esta manera, se induce la generación de anticuerpos. 

Diversos medios de verificación han aclarado que es imposible que esta información genética se introduzca en el ADN de las personas.

“Este proceso de producción de la proteína en nuestra células se da en un compartimiento diferente a donde tenemos el ADN, que es el núcleo: lo otro ocurre en el citoplasma. Por eso es físicamente imposible que el ARN que estamos poniendo logre entrar”, explicó el médico infectólogo Juan More, de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, en una verificación previa realizada por miembros de la red Ama Llulla.

Ahora bien, el efecto que el candidato de Juntos Por el Perú atribuyó de manera genérica a las vacunas tampoco es correcto. 

A una consulta para esta verificación, el doctor Fernando Mejía Cordero, del Departamento de Enfermedades Infecciosas, Tropicales y Dermatológicas del Hospital Nacional Cayetano Heredia, explicó que las vacunas deben tener dos características principales a ser evaluadas: la eficacia y los posibles efectos secundarios.

Respecto a la eficacia, el especialista señaló que en todos los estudios están medidos por la aparición de síntomas, es decir, la comparación del porcentaje de personas con síntomas que recibieron la vacuna con el de las que recibieron el placebo, sustancia inactiva que tiene la misma apariencia y se administra de la misma forma que el medicamento o tratamiento activo que se está probando. Esta diferencia, al realizarse de manera anónima, evita los sesgos en los resultados.

En el caso específico de la vacuna de Sinopharm, su efectividad en Perú se conocerá en unas cuatro o cinco semanas (finales del mes de febrero), cuando haya culminado la evaluación de los 12.000 voluntarios que han recibido las dos dosis y se haya comparado los resultados diferenciados entre el grupo que recibió la vacuna y el que recibió el placebo, según indicó el doctor Málaga. 

“Es algo que se tiene que corroborar y por eso hacemos un seguimiento diario”, agregó Málaga, responsable de los ensayos clínicos de esta vacuna en el Perú.

En cuanto a los efectos secundarios, hasta ahora no se han registrado casos graves entre los 12.000 voluntarios monitoreados. “Hay molestias como lo pueden generar todas las vacunas, que está lejos de ser un cambio genético”, aseguró el doctor Fernando Mejía, durante la consulta para este chequeo. 

La baja incidencia de efectos secundarios de la vacuna de Sinopharm fue ratificada en una rueda de prensa realizada a finales de año por Chen Shifei, subdirector de la Administración Nacional de Productos Médicos (NMPA, por sus siglas en inglés), entidad encargada de aprobar los medicamentos en China. El funcionario informó que hasta ese momento se registraron casos de fiebre en menos del 0,1% de las personas vacunadas, y apenas dos casos de reacciones alérgicas graves por cada millón de personas.

Cabe precisar que, hasta la fecha, no se conoce la cantidad de personas examinadas ni cuántos recibieron la vacuna y el placebo en la fase de estadio clínico en China.  

El Gobierno chino aprobó la comercialización de la vacuna desarrollada en su país por el laboratorio Sinopharm y su subsidiaria Instituto de Productos Biológicos de Pekín, tras demostrar una eficacia del 79,34%, según datos provisionales derivados de la fase III de ensayos clínicos.

En resumen, la afirmación de que la vacuna china adquirida para contener la pandemia de la Covid-19 es un medio para desarrollar genes animales en el organismo humano no tiene sustento. De hecho, no utiliza la tecnología de otras vacunas realizadas con componentes genéticos.

En función de lo expuesto, la red Ama Llulla concluye que la afirmación del candidato al Congreso del partido Juntos Por el Perú (JP) por Ayacucho, Alberto Morote Sánchez, respecto a que “se sabe” que las vacunas son “una forma de desarrollar genes animales en los seres humanos” es falsa.

Cuando el breve gobierno de Manuel Merino estaba en funciones, el 13 de noviembre, el superintendente de la Sunedu, Oswaldo Zegarra, fue convocado al Ministerio de Educación (Minedu). El flamante titular de la cartera, Fernando D’Alessio, vicealmirante en retiro y ministro de Salud cuando se dio el indulto a Fujimori, no tenía precisamente las credenciales de férreo defensor de la reforma universitaria. Con solo un día en el cargo, esa citación fue su primera prioridad.

El premier Ántero Flores-Aráoz, por su parte, se había pronunciado varias veces en contra de la “discriminación” hacia las universidades no licenciadas. Una de ellas, Telesup, en un arranque de confianza, había enviado una carta de amedrentamiento a Zegarra el 11 de ese mes. Aunque él y D’Alessio se conocían, todo parecía indicar que su convocatoria al Minedu era algo similar a una celada. La cita había sido programada para las 10 de la mañana. El superintendente se excusó de ir por problemas de salud.

Luego no hubo oportunidad de reprogramar: el gobierno de Merino cayó, en medio de marchas multitudinarias, dos días después.

Con la designación de Francisco Sagasti en la presidencia y la llegada del investigador Ricardo Cuenca al ministerio, la continuidad de la reforma universitaria quedó asegurada. “Estoy absolutamente convencido de la alta calidad técnica de Sunedu”, le dijo Cuenca a Perú21, y aseguró que Telesup no tendría más plazo para licenciarse. Él sí se reunió con Zegarra y lo ratificó. El horizonte anunciaba ocho meses de paz y tranquilidad para el gobierno en el sector Educación.

¿COAR o no COAR?

Pero los primeros dos meses no han sido exactamente así. Si bien el problema universitario se suele llevar casi todos los reflectores, no es una de las tareas a las que el Minedu dedica la mayoría de sus recursos. Su rol allí es el de ente rector: definir políticas macro y poner el pecho ante las presiones de los grupos políticos marginados por la reforma. En el día a día del ministerio, sin embargo, tiene mucho más peso la educación escolar.

El Minedu es un monstruo que atiende a más de 6 millones de alumnos de colegios públicos, tiene a su cargo una de las planillas más grandes del Estado −la de profesores− y opera con un presupuesto superior a los S/10.000 millones. Por eso, llamó poderosamente la atención cuando el ministro Cuenca tuiteó el último martes que no había plata presupuestada para la admisión de los Colegios de Alto Rendimiento (COAR) en el 2021.

Como la comunicación eficiente no es uno de los bastiones de este gobierno, a pocos les quedó claro a qué se refería. ¿Hay o no hay dinero para los COAR este año? Sudaca ha averiguado cómo es.

El presupuesto que aprobó el Congreso el 29 de noviembre, cuando Sagasti y Cuenca ya tenían más de una semana en el Ejecutivo, sí contempla una partida de S/192,9 millones para los COAR. Esta cifra supera por lejos el monto devengado en el 2016, 2017, 2018, 2019 y 2020. En el último quinquenio, los COAR nunca ejecutaron más de S/190 millones anuales.

Los S/192,9 millones de apertura (PIA) del 2021 fueron reducidos por el gobierno de Sagasti a un presupuesto modificado (PIM) de S/151,8 millones, todavía S/30 millones más que lo que se devengó en el 2020 (con clases remotas). ¿Esa cifra no alcanza para organizar un proceso de admisión? Difícilmente. Tres fuentes que ocuparon altos cargos en el Minedu calcularon para Sudaca que el costo de dicho proceso está apenas alrededor del S/1 millón. Y sí estaba incluido en la cifra que se pidió al Congreso.

El ministerio, sin embargo, demanda S/51 millones adicionales para poner en marcha los COAR, según su oficina de prensa. ¿A qué se destinarían? No a la admisión, que es muy barata, ni a la propuesta de valor del programa, sino a establecer medidas de seguridad contra la Covid-19, principalmente en las residencias donde duermen los alumnos de los colegios. La premisa es que volverán a tener clases presenciales. ¿Es eso realmente necesario?

Dos fuentes del ministerio contaron a Sudaca que la Dirección General de Servicios Educativos Especializados, que tiene a cargo a los COAR, ya había preparado una propuesta para hacer las clases a distancia con el presupuesto disponible. “Podrían hacerlo remoto tranquilamente. Por el modelo de valor de los COAR, son los que mejor funcionaron a distancia en el 2020. Los alumnos pudieron llevarse las computadoras”, explica una de las fuentes. Todo indica que Cuenca no tuvo mucho interés en seguir ese camino.

Pero la presencialidad tampoco es un imposible. “Es bien fácil conseguir S/50 millones en el Minedu. Es cuestión de reasignar [el presupuesto] o negociar con el MEF”, asegura a Sudaca una fuente con conocimiento directo del tema. Con más de S/10.000 millones en la bolsa, de los cuales el año pasado se ejecutaron solo S/6,361 millones, su afirmación tiene sentido. “El presupuesto no es abundante. El Minedu tiene diversas prioridades que atender”, replicó la oficina de prensa.

¿’Elitizando’ la educación pública?

Cuenca ha tenido que dar marcha atrás en su imprecisa afirmación inicial. Hoy la oficina de prensa del Minedu informa que se ha aprobado la asignación de recursos a los gobiernos regionales de Ica, Ayacucho, Loreto y Puno para el alquiler de los locales de sus respectivos COAR. Cuenca dijo que este año tendrían una “admisión reducida”. El jueves, decenas de exalumnos de estos colegios hicieron un plantón en contra de ese anuncio.

“La continuidad de los COAR no conlleva una decisión política, sino técnica. En la actualidad, en el Minedu no se está discutiendo ese aspecto”, dijo la oficina de prensa del ministerio. Sin embargo, sí hay un innegable componente de voluntad política en todo esto. Ricardo Cuenca, antes de ser ministro, expresaba abiertas dudas sobre si la estrategia de los COAR debía continuar. Y las dudas eran más tiradas a que no. 

En 2015, cuando era director general del Instituto de Estudios Peruanos (IEP), escribió una pequeña columna en El Comercio titulada “Los COAR y “las otras decisiones””. Allí reconoce que la implementación de estos colegios experimentales es una “decisión legítima”, pero asegura que “segmentan el sistema educativo”, instalan “un sistema paralelo para los mejores” y “segregan a los jóvenes”. El autor de esta nota entrevistó a Cuenca hace unos años y obtuvo una respuesta similar sobre el tema.

Desde el 2017 hay colegios de alto rendimiento en todas las regiones del país. En total, suman 25. Reciben a estudiantes de desempeño sobresaliente entre el tercer y quinto grado de secundaria, y les ofrecen la posibilidad de hacer el Bachillerato Internacional. Trabajan bajo un sistema de internado gratuito que cubre matrícula, vivienda, alimentación, vestimenta y materiales. La inversión del Estado por cada alumno COAR es 3,5 veces mayor a la de la educación pública regular. 

Hace dos años, la Corporación Andina de Fomento (CAF) terminó un estudio junto al Minedu −en el que el IEP de Cuenca participó como consultor externo− sobre el impacto de los COAR en el desarrollo de sus alumnos. Se comparó al grupo de jóvenes que había logrado ingresar al sistema en los últimos puestos contra el que se había quedado fuera por muy poquito.

Los resultados son sencillos de entender: no hay diferencia significativa en matemática o comprensión lectora −probablemente porque se trata, en ambos grupos, de alumnos sobresalientes en sus respectivas escuelas de origen−, pero sí una enorme mejora en la salud del entorno. “Los alumnos COAR gozan de un núcleo de amigos saludable (no fuman, ni beben, ni consumen drogas), tienden a ser menos agredidos y reportan no ser discriminados ni presenciar situaciones de discriminación”, dice la CAF. 

Otra acusación contra los colegios experimentales es que reciben alumnos más cercanos a la clase media que a la pobreza extrema y más urbanos que rurales. Las cifras indican que esto es cierto. Fuentes del Minedu contaron a Sudaca que, desde que Cuenca asumió el ministerio, ya se comentaba en la interna que no le daría prioridad a los COAR por no considerarlos inclusivos.

Sin embargo, las gestiones pasadas ya habían abordado el tema. Mediante mesas de trabajo, se ha elaborado un esquema de bonificaciones por ruralidad, pobreza y pobreza extrema en el puntaje de admisión. La primera parte había sido implementada, elevando los ratios de ingreso de los más vulnerables. Para el 2021 se esperaba tener a 51% de ingresantes rurales, 31% con condición de pobreza y 47% de pobreza extrema.

Cambios y choques

“Le pasaron una mala ayuda memoria a Pimpinella”, se quejó una fuente sobre algunos de los tuits de Cuenca. Ese es el inofensivo apodo con el que lo han empezado a llamar los funcionarios de planta de la cartera, por su parecido con el cantante de la agrupación argentina. Lo cierto es que en el Minedu hoy hay funcionarios menos ‘cuenquistas’ que otros. Y ello se debe a los cambios que ha realizado desde que asumió.

A diferencia del MTC, donde la estrategia ha sido ratificar o promover a los funcionarios de confianza del gobierno anterior, en el Minedu ha habido varios movimientos en puestos claves. El principal es la salida de Diana Marchena del viceministerio de gestión pedagógica, debajo del cual está la dirección que tiene a cargo los COAR. En su reemplazo, Cuenca ha designado a Killa Miranda.

Miranda −quien no respondió las solicitudes de descargo de este medio− es identificada por todas las fuentes como una persona muy cercana a la exministra Flor Pablo, quien hoy postula a la vicepresidencia y al Congreso con el Partido Morado. “Lo único que le puedo decir categóricamente es que no he tenido nada que ver con la designación de la Sra. Mirada”, respondió Pablo sobre el tema..

Pablo ha dado positivo al Covid-19 y Sudaca, más allá de la labor periodística, desea su pronta mejoría.

Las fuentes del Minedu consultadas por este medio aseguran que Miranda representa la influencia de la candidata morada en la gestión de Cuenca. Algo que la oficina de prensa del ministerio, por supuesto, niega. La cercanía de Miranda con Pablo, sin embargo, se puede rastrear en sus hojas de vida. Entre el 2012 y el 2014, cuando Pablo era directora nacional de Educación Primaria, Miranda era coordinadora de movilización de esa dependencia.

Luego, en el 2014, Pablo pasó a comandar la crucial Dirección Regional de Lima Metropolitana (DRELM), y Miranda la siguió allí como asesora en gestión educativa. En el 2016, el último año de Pablo en la DRELM, Miranda ganó un CAS como jefa de la oficina de atención al usuario y comunicaciones de esa dirección. De allí, hay que hacer un salto al 2019: cuando la hoy candidata morada fue nombrada ministra, Miranda entró por la puerta grande como su jefa del Gabinete de Asesores.

Y la lealtad es férrea. Todavía con Pablo como ministra, Miranda regresó a la importantísima DRELM para dirigirla, pero renunció apenas aquella dejó la cartera en febrero del 2020. Según las fuentes consultadas, Miranda y Pablo representan una forma de ver la gestión pública en educación más tirada hacia la izquierda y hacia la cercanía con el magisterio, algo compatible con la visión de que los COAR son experimentos excluyentes.

Pero la designación de Killa Miranda no es el único movimiento de Cuenca en la alta dirección del ministerio. Apenas llegó, el nuevo ministro puso el ojo en los altos funcionarios vinculados a la cuestionada compra de más de un millón de tablets para los estudiantes más pobres. El primer proceso se tuvo que anular por serios problemas con el proveedor. Las adquisición ya ha sido terminada, pero con retraso.

Cuenca reemplazó a los encargados de la Dirección de Innovación Tecnológica en Educación (Dite), Ricardo Zapata, y de la Dirección de Gestión de Recursos Educativos (Digere), Rosa Prieto. Ambas dependencias están relacionadas a la compra de las computadoras portátiles. En sus lugares puso a Milagritos Vera y Cynthia Otani, respectivamente. La primera de ellas trabajaba para Killa Miranda en un programa adscrito al Ministerio de Desarrollo e Inclusión social desde setiembre del 2020. La segunda trabajó en el Minedu entre el 2011 y el 2016, mismo periodo en el que estuvieron Miranda y Pablo.

Además, Cuenca cambió a Cristhian Pacheco, encargado de la Dirección General de Educación Técnico-Productiva, por Rommy Urbano, quien ya había ocupado el cargo. Esta área del ministerio es clave porque se encarga del complicado (y atrasado) licenciamiento de institutos. El presidente Sagasti dijo esta semana que esa labor pasará a la Sunedu, pero fuentes de la entidad aseguran que no tienen la capacidad de hacerlo y que tendría que ser un plan de largo plazo. Cuenca también cambió a la directora general de Educación Básica Regular, Cecilia Ramírez, por Nora Delgado.

“He encontrado un ministerio muy ordenado”, declaró Cuenca a La República a poco de asumir la cartera. Por eso, todos estos cambios han generado un fuerte alboroto en una gestión que se suponía de transición. A ello se suma que, en el 2021, Aprendo en Casa ya no será transmitido por canales comerciales, solo por TV Perú y Radio Nacional, algo que algunos funcionarios que quedan de la gestión Benavides interpretan como un intento más por desmantelarla.

“No hay facciones ni peleas, no se podría trabajar en ese escenario”, ha replicado la oficina de prensa. Las fuentes consultadas por este medio, sin embargo, aseguran que el bolondrón que se ha armado en torno a los COAR es apenas la punta del iceberg de un choque interno entre formas de entender la gestión pública en educación.Parece que los meses de paz que se vislumbraban para el sector en noviembre serán un poco más agitados que lo esperado.

La crítica académica ─no siempre sin razón─ desconfía de la buena fortuna de las obras literarias: Mil Novecientos ochenta y cuatro, según los especialistas, no parece ser la excepción. Prototipo del “best seller”, el libro no ha cesado de publicarse en más de 60 idiomas hasta alcanzar 30 millones de ejemplares vendidos. En 1984 ─35 años después de su primera edición─, durante varios meses ocupó el número uno en ventas, y en enero de 2017 ─como efecto de las declaraciones de la directora de prensa de la Casa Blanca al justificar los flagrantes embustes del presidente Trump, calificándolas de “hechos alternativos” ─ en pocos días las librerías en Estados Unidos agotaron 75,000 ejemplares.

Hace pocas semanas, los derechos intelectuales de la obra de Orwell pasaron a ser dominio publico lo que ha generado una serie de proyectos editoriales, y en España a dado lugar a una edición de 1984 en estilo manga destinada a una nueva generación de jóvenes lectores. Se espera que en los próximos meses aparezca una edición crítica de sus otras novelas, cartas y ensayos y sobre todo una edición definitiva de su célebre novela ─considerada entre las 100 mejores de todos los tiempos─.

La paradoja señalada por la crítica es que no es necesario conocer los ensayos de George Orwell o haber leído su novela para estar familiarizado con los conceptos del omnipresente e hiper vigilante Gran Hermano ─irónicamente, convertido hace algunos años en un programa de telerrealidad en la que sus participantes se someten voluntariamente a vivir e intrigar ante las ojos avizores de millones de tele espectadores ─, de la infame habitación 101 ─alusión indelicada a cualquier habitación dedicada la tortura─, y de la ubicuas policía del Pensamiento y de la neolengua, adaptación del idioma inglés en la que se reduce y se transforma el léxico con fines represivos, basándose en el principio de que lo que no forma parte de la lengua, no puede ser pensado.

Quizá ese desconocimiento ─o, incomprensión en palabras de sus especialistas─ fue causado por la timidez y circunspección británica propia del autor. Nacido en 1903, en la periferia India del Imperio Británico, Eric Arthur Blair ─su verdadero nombre─, quiso que el título de su obra más conocida fuera impreso en letras, tal cual apareció en la primera edición inglesa de junio de 1949, siete meses antes de su muerte. La novela que Orwell ─ gravemente aquejado de tuberculosis─ tardaría poco más de un año en escribir llevaba como título inicial El último hombre de Europa y una de sus fuentes iniciales de inspiración fue la noticia de la primera de tres reuniones estratégicas entre Churchill, Roosevelt y Stalin que tuvo lugar en Teherán, en 1943. Es probable que de ahí derive la visión satírica de la novela de un mundo dividido en regiones con imprecisos rasgos geopolíticos y escaza identidad cultural, pero en conflagración permanente.

Aún si George Orwell era un escritor largamente reconocido y un ensayista respetado en el ámbito literario de habla inglesa, el éxito editorial ─sobre todo a nivel internacional─ de esa historia que describe un mundo gris, opresivo y gobernado por un gobierno autoritario de origen socialista tiene mucho que ver, por un lado, con el clima de tensión entre los países del bloque soviético y Estados Unidos y sus aliados ─que rápidamente se instaló al final de la guerra y que más tarde se conocerá como la Guerra Fría─, pero por otro lado se puede considerar como una suerte de trasformación catártica y una reflexión metafórica de los abyectos crímenes cometidos por el régimen Nazi en Europa contra las minorías étnicas y la población civil de los países ocupados en general y que comenzaron a ser conocidas y difundidas en el dominio público.

A diferencia de El Proceso de Kafka, novela que también evoca una realidad distópica, el texto de Orwell proyecta una dimensión social y una reflexión política e ideológica que va más allá del mero conflicto o sufrimiento del individuo. Hay en el texto de Orwell un “nosotros” que nos involucra como lectores, sobre todo en la famosa frase “estamos muertos”, o en las sesiones de histeria colectiva cotidianas conocidas en la novela como “los minutos de la violencia”. Winston Smith, el personaje principal ─curiosamente de edad similar a la del autor─, sobrelleva una existencia insignificante y monótona: una pieza más de la maquinaria del estado que lo oprime, su trabajo consiste en modificar, adulterar, falsificar, deformar las noticias pasadas, libros ─en realidad, todo material escrito que haga referencia al pasado histórico.

En una suerte de mito de Sísifo moderno, su tarea es tanto inútil como perpetua: Winston debe revisitar constantemente noticias que ya cambió en el pasado para adaptarlas a alguna nueva versión del presente, para evitar contradicción o conflicto con los hechos de “ese pasado”. Su actividad no está exenta de consecuencias materiales en la vida de otros, Winston lo descubre cuando debe alterar noticias del pasado relativo a un grupo de personas con el fin de desacreditarlos políticamente, y los cuales terminan siendo “vaporizados” o desaparecidos. Sin ninguna traza material de haber existido jamás.

Sus biógrafos mencionan la experiencia en carne propia de la persecución política sufrida por Orwell durante el corto periodo de su participación en la Guerra Civil española. Injustamente calumniado por una facción estalinista y declarado traidor a la causa revolucionaria, Orwell durante varias semanas tuvo que vivir a salto de mata y atravesar la frontera española con documentos falsos para poder retornar a la seguridad de Inglaterra. En 1984 el lector se ve envuelto por ese profundo sentimiento de impotencia e indefensión, en el que los personajes ─Winston Smith y Julia─ están condenados a vivir.

Pero hay otras dos experiencias que probablemente marcaron al futuro Orwell, su niñez la vivió en total ausencia ─quizás normal en esa época─ de su padre, a quién no vería sino hasta los 10 años, su proceso de alienación de toda vida familiar se completó por la decisión familiar de enviarlo a un internado regentado por religiosas y que lo acogió casi de caridad. En ensayos y escritos que rememoran esa época se puede percibir el sufrimiento emocional, humillación social y miseria material que caracterizaron aquellos años fundamentales de su existencia. En la novela, la relación entre padres e hijos aparece viciada por el miedo a la delación que los niños desde temprana edad practican regularmente contra sus padres, y por el desprecio con que los padres se refieren a sus hijos. En un dialogo con Julia, Winston recuerda que en un momento de hambre extremo le había arrebatado la ración de chocolate que le correspondía a su hermana, seguramente condenándola a muerte por inanición. Víctima de una esterilidad simbólica─mientras que Orwell realmente fue diagnosticado estéril─, Winston parece estar incapacitado físicamente para procrear, así los hijos de sus vecinos aparecen como seres violentos y monstruosos, imbuidos de una personalidad zafia y salvaje que le causa a la vez terror y repulsión.

La familia Blair no podía costear una educación universitaria para Eric, así la carrera de funcionario colonial ─al igual que su padre─ parece lo más accesible. A los 19 años, Orwell postula e ingresa al cuerpo de la Policía Imperial y es destacado a la provincia de Burma ─el actual Myanmar─,esos casi 6 años serán decisivos para el futuro escritor, además de encontrarse con tiempo libre para leer, Orwell se ve confrontando a la parafernalia burocrática imperial diseñada exclusivamente para controlar y dominar a los súbditos y sirvientes de la corona británica. Orwell ─según sus biógrafos─ llega a asumir la responsabilidad por el control policial, el orden y seguridad de más de 200,000 personas. George Orwell tuvo que confrontarse a ese sentimiento de injusticia y arbitrariedad que exhala la maquinaria del poder colonial que tras un lenguaje legal de ordenanzas y reglamentos lo que hacía era imponer un sistema colonial de explotación basado en la esclavitud.

El amor en los tiempos del Gran Hermano

Los lectores que conocen de oídas a 1984 se sorprenden al descubrir que una buena parte de la novela está dedicada a narrar la historia de amor improbable entre Winston y Julia. Es verdad que se trata de una historia trágica, destinada al fracaso. El sentimiento declarado de Julia por Winston es “amor”, ─“lo amo”, le escribe en el primer mensaje─, Winston se entrega a ese amor a pesar de los temores de traición y delación que implica ese encuentro fortuito con una mujer desconocida. Su primer encuentro en un claro de un bosque abandonado alude a una tradición amorosa de la literatura clásica, en que los héroes se encuentran en lugares amenos para entregarse al sentimiento y practicas amorosos. Sin embargo, en los sucesivos encuentros se reducen a la habitación “secreta” en la que al final son capturados.

En la novela, El amor, al igual que el alcohol, se transforma rápidamente en una droga que adormece los sentimientos. Winston Smith no aspira a la pureza de Julia, quiere y demanda un puro instinto animal, se siente satisfecho de saber que Julia ha tenido muchos amantes antes que él. A pesar de jurarse promesas de amor imposibles, saben que su relación no tiene futuro. El sexo cada vez más breve entre ellos se ve remplazado por una especie de letargo individual que no los une. Saberse juntos es simplemente esperar a la llegada inevitable del momento en que la policía los descubra y los destruya para siempre.

Así analizada la novela, 1984 puede aparecer como una especie de ejercicio intelectual esquemático y teórico: nada más lejos de la experiencia de lectura. En realidad, el narrador logra capturar al lector y lo conduce en esa maraña de sentimientos, experiencias olfativas, y una apertura sin tapujos hacia la más recóndita interioridad de la naturaleza de Winston.

En esa fascinante aventura el lector se descubre avizor y desvergonzado convirtiéndose en una suerte de Gran Hermano que observa ese maravilloso drama que se desarrolla ante nuestros ojos. Como una especie de teatro que nos educa y advierte en lo que se puede convertir la naturaleza humana.

1984, George Orwell, Debolsillo (Punto De Lectura), Barcelona, 2020, 224 paginas

Ginebra, 23 de enero de 2021

El 2021 será el año en que los emprendedores darán todo de sí para reflotar sus negocios y también nuestra economía. ¿Cómo crear una empresa con la familia y evitar que la relación se resquebraje?

El 80% de empresas en el Perú son de origen familiar y contribuyen al 40% del producto bruto interno (PBI). Sin embargo, los temores de iniciar un emprendimiento con nuestros parientes suelen darnos temor, ya que muchos creen que pueden nacer rencillas y conflictos que resquebrajen la relación. ¿Cómo evitar que esto suceda? La presidenta de la Asociación de Empresas Familiares del Perú (AEF Perú), Mariana Garland, da cinco claves para formar una de manera exitosa.

No temas conciliar la familia y empresa. La empresa familiar es una cooperación que requiere un consenso sobre temas como, la idea del negocio, la visión a corto, mediano y largo plazo, los principios y valores que se compartirán, el valor del dinero, entre otros. No temas conciliar la familia con la empresa siempre que las expectativas del emprendimiento sean claras y lo hagas de la manera correcta. Los valores que comparte una familia son el ancla para el éxito.

Importancia a las finanzas desde un inicio. Al empezar una empresa familiar, lo usual es tener la idea de preocuparse por desarrollar el área comercial, luego la logística y al final la financiera. Esto no debería ser así, sino que toda la parte financiera debería ser proyectada estratégicamente. Por este motivo es recomendable darle la debida importancia desde un inicio, contando con una persona con el perfil idóneo que no necesariamente es el contador o el administrador.

Determina las funciones de cada uno. La empresa familiar debe ser dirigida profesionalmente, por tanto, define la estructura de la empresa y los roles de cada uno de los familiares que participarán de acuerdo a las habilidades de cada uno y evita crear puestos innecesarios solo para dar trabajo a familiares. Esta regla debe ser clara dentro de tu familia, así evitarás conflictos.

Contrata talento externo a la familia. No todo es la familia. Para gestionar tu empresa familiar de manera correcta, es importante que consideres contratar talento externo a la familia. Esto te brindará nuevas perspectivas y le dará mayor dinamismo a la organización de la empresa. Contrata al personal adecuado para el puesto. Estar rodeado de buenos profesionales es importante para el éxito de cualquier empresa, incluyendo la familiar.

Haz un protocolo o acuerdo familiar. Es importante contar con un mecanismo que exprese la voluntad consensuada de los miembros de la familia participante en la empresa para evitar situaciones complicadas. Este documento puede ser un protocolo o acuerdo familiar. De esta manera, se anticiparán problemas y contarán con soluciones en temas como remuneraciones, reparto de dividendos, perfiles necesarios para ingresar a trabajar, posibilidad que los estudiantes hagan prácticas en el negocio, situaciones en caso de fallecimiento, entre otros.

Usted es hijo de un exviceministro de Salud del gobierno de Fujimori, y nieto de un ministro de Salud del gobierno de Alan García. ¿Cuál es el momento en el que la Salud en el Perú termina siendo lo que es hoy: colapsada con y sin pandemia?

En los años noventa entra mucho esta idea del mercado de la salud. Como entró en todo, en educación también. Las clínicas aparecieron de una manera más presente, más grande, con más poder. Eso frenó la posibilidad de ampliar el servicio de salud [pública]. Las clínicas atienden a un sector todavía reducido de la población. El sistema público es muchísimo más grande, pero fue creciendo de manera totalmente desarticulada. En la pandemia, no había un sistema central de información de cuántos casos había, cuánta gente había en los hospitales.

¿Es el ingreso del sector privado a la salud lo que explica la precariedad del sistema público o es que la gestión pública es en sí misma ineficiente?

No comparto la idea de que la gestión pública es en sí misma ineficiente. Se dice mucho sobre lo público: se dice, por ejemplo, que es intrínsecamente corrupto, pero los grandes casos de corrupción en este país están vinculados a empresas privadas. Es probable que la entrada más fuerte de lo privado en salud y educación haya deteriorado lo público, pero no tiene que ser así. Fue que entró en un momento donde ideológicamente se quería reducir lo público. Había un discurso que hablaba del Estado mínimo, de que el Estado no debía meterse en la economía, de que los servicios se tenían que dar desde el sector privado, de que el mercado lo iba a regular todo. Eso fue lo que más daño hizo. El problema no era tanto que entren privados, sino la lógica con la que entraban.

La siguiente pregunta obvia es si usted se atiende en una clínica privada. Pero la voy a hacer bien: ¿podría aceptar que el sector privado de salud tiene una mejor atención, en consulta diaria, que el sector público?

Hay algunas clínicas de primer nivel, pero son carísimas. Si tienes un seguro, y normalmente lo tienes porque estás en una planilla, tendrás una atención que seguramente es mejor que la pública. Pero hay un montón de supuestos detrás: tienes que ser un trabajador formal, tener un buen seguro. Si no, es imposible acceder a las clínicas top. Hay un sector inmenso de la población que queda fuera. Lo que quiere la izquierda es que todo el mundo, tenga o no recursos, pueda acceder a sistemas públicos de calidad. Sistemas públicos quiere decir gratuitos. Yo creo que esto sí se puede.

¿El Estado está en capacidad, en un gobierno de cinco años, de pasar a dar un servicio de salud bueno a toda la población?

Tiene que empezar a hacerlo. Un primer paso es la articulación de todo el sistema de salud. Y también tenemos, entre los temas de fondo, la bajísima recaudación tributaria del Estado. Se dice mucho en el Perú que hay plata, que no es como en los ochentas, pero yo creo que no es tan cierto. El presupuesto público todavía sigue siendo un porcentaje chiquitito del PBI.

¿Cómo se relaciona que seamos un país 70% informal con lo que usted dice? ¿No le parece que no poder resolver el tema de la informalidad es lo que hace más discriminador a un Estado?

Si ves el mapa de dónde está la informalidad y dónde está el Perú discriminado, seguramente van a ser muy similares. Pero también hay mucho de un modelo económico que no genera empleo formal. Hace que la gente se las ingenie, porque no hay industria. Cuando leí el libro de Hernando De Soto, El otro sendero, que es sobre los ochentas, él decía que la informalidad en el Perú estaba alrededor de 54% o 55%, y decía que había que cambiar de modelo económico. De hecho, él fue uno de los promotores del modelo económico de la nueva Constitución. Y ahora, 2021, 70% de informalidad. ¿Quién me explica cómo con más libre mercado hay mucho más informalidad?

Si una bancada de derecha llegase con una sustentación técnica seria sobre cómo reducción de impuestos o un Estado más chico generan menos informalidad, ¿estaría dispuesto a escucharla?

Yo no me creo mucho el tema técnico. Hay un economista sueco, que se llama Gunnar Myrdal, que ganó el Nobel el mismo año que Von Hayek, el 74. El primero era socialdemócrata, padre del Estado de bienestar sueco, y el otro es padre de todas las derechas del mundo. Recibieron el Nobel teniendo posiciones antagónicas. ¿Qué decía Myrdal? Que había un elemento siempre político en la teoría económica. Eso es lo que muchas veces los técnicos no quieren reconocer. ¿Qué pregunta te haces, qué datos miras, cómo los interpretas? Tiene que ver siempre con un sesgo. No creo que te puedan demostrar que “menos Estado, más formalidad?

¿Y menos impuestos, más formalidad?

No lo creo tampoco. Si los países más formales tienen esquemas amplísimos de impuestos.

¿Cómo convencer a un ambulante informal que se formalice, si le tiene que decir que le vas a empezar a cobrar impuestos? ¿Cómo más impuestos lo llevarán a formalizarse?

Es que estamos en un punto en donde no se trata de exigirle cosas, sino facilitarle todo. Facilitarle créditos a la mypes, a las empresas unipersonales. Lo que sí puedo coincidir con la derecha es que tenemos que reducir trámites burocráticos. Hay que hacer las cosas muchísimo más fácil. Y mira ah, siendo de izquierda, coincidiría con la derecha en que en este país debería ser más fácil poner una empresa. Pero una vez que solucionemos ese tema: sí pues, todo el mundo debería pagar impuestos. No puede ser que haya un amplio sector de la población que no pague impuestos.

¿Cuál de sus contendores le parece el más ortodoxo en ese sentido?

Renovación Popular, que me parece que es muy derecha. Hernando De Soto también, aunque vaya aliado con una persona que era cercana al Movadef. Y el fujimorismo, que tuvo mucho de populismo y ahora es más de ultraderecha y conservadurismo. Y no veo a otros. Los otros no se definen tan claramente.

¿Ustedes sí podrían hacer coalición en el Congreso con una bancada eventual del Partido Morado?

En determinados temas. Por ejemplo, en temas de libertades y políticas de reconocimiento, creo que sí.

¿Y en temas económicos, para darle estabilidad económica al gobierno, independientemente de que si alguno lo lidera?

Lo veo un poco difícil, depende mucho de ellos. Ahora, el Partido Morado ha ido variando de posición. Antes decía “no” a la Asamblea Constituyente, “no” a la nueva Constitución, ahora dicen que sí. Yo he escuchado a varios de sus voceros que ellos están ahí para defender el modelo económico. No sé si ese es su motivo de vida todavía.

¿Piensa que Julio Guzmán es una veleta?

Ha tenido varias posiciones que han sido súper ambiguas o no han sido claras. En el tema universitario, patinó. Promoviendo créditos similares a los de Chile, que han sido la base de grandes movilizaciones estudiantiles. Después ha dicho que no, me imagino que por Daniel Mora. Pero en otros temas también ha tenido cambios bien drásticos.

¿Diría que el Partido Morado no tiene sustancia?

Mira, yo diría que con ellos habrá posibilidad de conversar en temas de libertades individuales, pero que tiene que tener propuestas más solidas en temas económicos, reforma del Estado, programas sociales. No los veo ahí. Me parece que tienen más demandas liberales identitarias, que las compartimos, pero deberían ir más allá.

Esta es de diccionario: se le critica a la izquierda siempre tener propuestas muy bienintencionadas, pero cuando se les pregunta de dónde van a sacar el dinero para hacerlo, no saben cómo responder. ¿De dónde diría que vamos a sacar el financiamiento para los programas sociales que le faltan a los morados?

Tenemos que sacar los recursos fundamentalmente de una reforma tributaria. Una reforma tributaria que ponga, por ejemplo, el impuesto extraordinario a la riqueza, algo que se está haciendo en otras partes del mundo, que tenga un sistema de pagos progresivo, los que más tienen pagan más, como pasa en otras partes del mundo, mejorar la política de evasión y elusión tributaria, camino que ya estamos empezando, eliminar exoneraciones que ya no se justifican, y ampliar la base.

Usted presidió la Megacomisión del Congreso que investigó a Alan García. Ese es un tema mucho más grande que lo que permite esta entrevista. ¿Qué hay que hacer con la Comisión de Ética para que no termine abriendo proceso a un congresista por fumar un ‘porro’, con intencionalidad política?

Los informes técnicos deberían ser elaborados por equipos externos. No le puedes quitar al congresista el voto. Pero entra el presidente de la Comisión de Ética con su partido, tiene su gente que elabora los informes y, si eres del partido, te saca un informe favorable. Si eres de la oposición, te saca un informe que te demuele. Eso no puede ser. Tienes que tener un equipo neutral que arme los informes de calificación, y el Congreso tendrá que votar.

En una lectura honesta del escenario político: ¿cree que van a tener mayoría en el Parlamento para impulsar algo como eso?

Espero que sí. Cuando fui congresista, del 2011 al 2016, hubo denuncias contra parlamentarios nuestros al inicio, no habían pasado ni seis meses. Tuvimos tres casos: Omar Chehade, Celia Anicama y Amado Romero. Los tres pasaron por la Comisión de Ética. Yo era miembro. Nosotros votamos por la sanción. Después, no he visto eso. He visto un blindaje brutal.

En la última década, la izquierda ha llevado la bandera anticorrupción y sus representantes terminaron metidos en casos emblemáticos: Susana Villarán y Ollanta Humala. ¿Por qué no ocurriría lo mismo ahora?

Lamentablemente, la corrupción atravesó todo el espectro político. En el caso de Ollanta Humala hay una acusación sobre aportes de campaña que ya debería realizarse. Está de candidato y hasta ahora no lo acusa la fiscalía. El caso de Susana Villarán también fue bastante complicado, porque era un aporte además cuando era autoridad. Incluso Humala podría decir que no era presidente cuando recibió el aporte. En el caso de Susana eso la complica más, por supuesto. Nosotros tenemos que defender nuestras posiciones con nuestra propia trayectoria.

¿Podría reconocer que el nacionalismo es un proyecto corrupto que nace desde la izquierda?

El nacionalismo representó una aspiración de cambio popular para millones de personas. Hoy la acusación más fuerte sobre Ollanta Humala es la del aporte de campaña. No veo, como en el caso del APRA, casos de corrupción por todos lados: colegios emblemáticos, Agua para Todos, los narcoindultos, el Metro de Lima. Una cosa es que otras personas hayan cometido actos de corrupción. Yo me alejé por diferencias políticas, ideológicas, pero no lo vería como una experiencia corrupta de la izquierda. Humala nunca dijo que fuera de izquierda. Decía que representaba a los de abajo, que era un nacionalismo popular.

¿Le parece menor el tema del Gasoducto?

Me parece importantísimo, pero no veo que haya muchos avances. Odebrecht, pese a toda la colaboración que está haciendo en casos de corrupción, sigue sin aceptar que haya dado sobornos a funcionarios.

¿Tiende a pensar, entonces, que en ese caso Ollanta y Nadine Heredia son inocentes?

Solamente les doy el beneficio de la duda, porque sí me llama la atención que Odebrecht no quiera reconocer. Solo han aceptado sobornos privados. PPK paralizó el gasoducto sin haber activado la cláusula anticorrupción. ¿Será un interés monetario tan fuerte que ponen en riesgo toda su colaboración eficaz, o será que no hubo corrupción, y se le pagó solo a privados y no a miembros del gobierno? Yo tengo la duda, más allá de si me gustaría que fueran o no inocentes.

Yehude Simon está de licencia de Juntos por el Perú, como corresponde políticamente en estos casos, pero está acusado por haber recibido presuntos sobornos por Olmos. ¿Por qué no pasaría aquí algo parecido al nacionalismo?

Yehude está separado. Y quien lleva la presidencia desde hace bastante tiempo es Roberto Sánchez. Fue así en el 2020, y esa distancia entre Roberto y Yehude ha aumentado desde entonces. En el 2021, no hay ninguna presencia de Yehude Simon.

¿Entonces Yehude no tiene ningún operador político en el partido?

Hay gente que simpatiza con él, sin dudas. Es un partido que él ha construido. En el Partido Humanista, desde hace muchos años, hubo un liderazgo dual. Roberto Sánchez no es un líder reciente. Ya tenía un liderazgo dentro del partido y por eso asume la presidencia. Yehude tiene que responder a la justicia por las acusaciones que le han hecho.

Esta generación se caracteriza por tener más interés en las oportunidades de desarrollo que en el mismo empleo y gustan de la flexibilidad, aspectos todavía más valorados después de la pandemia.

Por María Claudia Medina

Con el ingreso de los “millennials” (nacidos entre la década de los 80 y los inicios de 1990) a la fuerza laboral, se comentó mucho sobre sus valores y características. Por ejemplo, que no permanecen por mucho tiempo en un mismo trabajo. Sin embargo, con las tasas de desempleo que dejó la pandemia, el escenario puede cambiar en los próximos años.

De acuerdo a una encuesta de la consultora Deloitte sobre los millennials a nivel global, el porcentaje de los que querían dejar su trabajo en dos años cayó de 49% a 31% al mes de mayo del año pasado, debido a la pandemia.

Teniendo en cuenta este panorama, la asesora en inteligencia emocional, Laura Berger, recomienda en un artículo de Forbes, reconocer sus motivaciones, crear oportunidades para su crecimiento y promover el balance entre vida personal y trabajo.

“Los millennials trabajan de manera diferente a las generaciones pasadas. No quieren sentarse detrás de un escritorio durante ocho horas. Más bien, prefieren trabajar las horas que creen que son necesarias para completar su trabajo. Como resultado, el trabajo remoto se está volviendo más común dentro de las organizaciones”, comentó.

¿Cómo mantenerlos en el trabajo?

De la misma forma, un estudio de Manpower Group sobre los millennials, explica que ellos priorizan tres cosas: dinero, oportunidades de promoción y beneficios. Por ello, es importante ofrecer entornos de aprendizaje seguros y conversar regularmente sobre la carrera. Estos son algunos de los consejos que brindan para estos trabajadores:

Ofrecer seguridad de carrera. Demuestre que permanecer en la empresa puede fortalecer la carrera. Comparta ejemplos de personas de la organización que hayan progresado mediante capacitación y aprendizaje en el trabajo diario.

Enfóquese en la movilidad de la carrera. Cree oportunidades para que trabajen en diferentes proyectos y con diversos equipos con el fin de adquirir experiencia.

Conversar sobre la carrera. Más que revisiones anuales, enfóquese en objetivos a corto plazo y plantee planes concretos para alcanzarlos. Utilice esas conversaciones para vincular el trabajo actual con sus perspectivas de carrera.

Apreciar a los millennials. Ofrezca una retroalimentación frecuente, uno a uno. Encuentre nuevos canales para fomentar el reconocimiento y el intercambio entre directivos y colegas.

Ser flexible y cambiante. Reconozca que las carreras prolongadas también significan tiempo para recapacitar y recargar energías. Asuma los cambios en las carreras y haga que las pausas sean parte de la cultura empresarial.

Abrirse a modelos alternativos de trabajo. Para involucrar mejor y retener a esta generación trabajadora, adopte algunos de los aspectos atractivos de estos modelos, como la flexibilidad de en dónde, cuándo y cómo trabaja la gente.

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