Dentro de la evaluación que realizan las entidades financieras, se tienen en cuenta diversos factores para calcular los costos de financiamiento. Según Joel Siancas, presidente del directorio de Caja Sullana, no es recomendable pedir un crédito al inicio del negocio.

Por María Claudia Medina

Mientras estuvieron en marcha los programas Reactiva Perú y FAE Mype, las micro y pequeñas empresas (mypes) lograron acceder a créditos con tasas de interés históricamente bajas. Entre abril y mayo de este año, la tasa de interés promedio para microempresas a 360 días pasó de más de 40% a 7%, y entre las pequeñas empresas bajó de 22% a 3.2%, según datos del BCR.

Para Joel Siancas, presidente del directorio de Caja Sullana, más allá de los beneficios que brindó el programa, los emprendedores deben tener en cuenta que las tasas de interés se establecen en función de al menos cuatro aspectos; las tasas que las entidades ofrecen al ahorrista, el costo de encaje, niveles de riesgo del cliente y los costos operativos.

“Para las mypes, evaluar significa analizar el negocio y movilizar gente para hacerlo. El crédito, además, genera una posibilidad de no pago por lo que se genera una provisión y eso va al gasto, elevando el costo. Hay una serie de costos alrededor de la tasa de interés”, observó.

Variables que se evalúan

Respecto de lo que puede hacer un emprendedor para tener una mejor tasa de interés, aconsejó esperar a que el negocio tenga un par de meses de funcionamiento y se tenga un volumen de ventas suficiente para cumplir con la deuda sin problemas.

“Una palanca no es otra cosa que una ayuda para el negocio. Si tiene un impacto negativo, va a ahondar la pérdida, generará un deterioro aún mayor. Comience solo; vendiendo desde su negocio y generando rentabilidad.  Cuando ya se sienta seguro con su negocio, puede tomar un crédito, pero no al primer o segundo mes porque está vendiendo bien”, comentó.

De no existir una garantía de por medio, las características como el tipo de negocio, los montos, los plazos de pago y la experiencia del cliente en el sistema financiero empiezan a cobrar mayor importancia para determinar el riesgo del cliente y el costo del crédito.

En todos los casos, colocar alguna prenda en garantía mejora las perspectivas del cliente y se puede incluir una garantía hipotecaria, bienes en activo o personas que sirvan de garantes. Las condiciones para acceder al crédito también dependerán mucho de si se trata de un crédito para capital de trabajo o una línea de crédito revolvente.

Según las pautas para el financiamiento en las mypes de la Universidad Privada del Norte (UPN), lo principal es tener en claro la Tasa de Costo Efectivo Anual (TCEA) que las entidades ofrecen y evaluar bien las opciones que se tienen antes de recurrir al préstamo, por ejemplo, pedirles a los proveedores créditos a corto plazo mediante títulos, valores como cheques y letras de cambio.

 

“Durante todos estos años han querido imponer su versión como la verdad. Ellos implementan una política de mentira, de engaño. Están distorsionando la historia”, dice Carmen Amaro, hermana de Armando, uno de los nueve estudiantes de La Cantuta asesinados en julio de 1992 por el destacamento Colina. Los crímenes de lesa humanidad perpetrados por ese grupo de militares llevaron a la cárcel a Alberto Fujimori, como autor mediato.

Pero a los jóvenes estudiantes de la Escuela Naranja, el programa virtual de formación política del fujimorismo, les enseñan que el terrorismo de Estado no existió. El reportero de Sudaca que firma esta nota asistió con atención a las lecciones fujimoristas sobre el combate contra Sendero Luminoso y observó con interés los mensajes enviados por sus alumnos. ¿Qué aprendieron tras el cierre del curso?

El WhatsApp

En los últimos años se han revelado apasionadas y delatoras conversaciones entre líderes fujimoristas en grupos como‘Mototaxi’ y ‘La Botica’. La Escuela Naranja no fue ajena a esa tradición. Cada aula tuvo un grupo de coordinación en el que los alumnos compartieron indicaciones, resúmenes de clase y, por supuesto, opiniones políticas. El autor de este reportaje estuvo en el grupo denominado ‘#LaClaseDelChino-EN8’, con los más de 70 participantes del aula 8.

Uno de los temas recurrentes en el grupo fue la lucha contra el terrorismo. “Uno de los logros más importantes fue vencer al terrorismo. Salvaguardar la paz”, reiteró Keiko Fujimori en el evento de clausura de la escuela, este lunes 21, cuya foto abre esta nota. Pero para mantener el compromiso naranja con esa idea parece imprescindible encontrar antagonistas. El ‘terruqueo’ y las calificaciones de ‘rojos’, ‘caviares’, ‘comunistas’ y ‘terroristas’ a quienes no piensan como ellos son persistentes. 

“[Este] es el nuevo terrorismo, crear inestabilidad política en las calles”, escribió en el grupo, por ejemplo, una de las participantes el 17 de noviembre, sobre las marchas que derrocaron al gobierno de Manuel Merino. Ni el actual presidente de la República se salvó de esas calificaciones. “¿Sabías que Sagasti ha venido actuando en el Perú desde 1992 usando a los movimientos subversivos para lograr un sistema de gobierno con visión progresista?”, escribió uno de los alumnos.

Una de las participantes califica como ‘terrorismo’ a las protestas que derrocaron al gobierno de Merino.

“Este gobierno es de puros comunistas”, intervino otro. “Los rojos ya tomaron todo el Estado, solo ahora les toca empezar a perseguir y consolidar el gobierno inclusivo. O sea, aceitar a la gente para eso. Ya lo dijo el comunista de Sagastegui [sic], el Perú se va endeudar por 30.000”, remató un tercero.

Lecciones antisubversivas   

La currícula de la Escuela Naranja incluyó una clase sobre la acción de las Fuerzas Armadas en la lucha contra el terrorismo y otra sobre la toma de las universidades por Sendero Luminoso. La primera la dictó el excongresista y vicealmirante en retiro Carlos Tubino. Se tituló “El rol de las Fuerzas Armadas en el gobierno de Fujimori” y el ponente aseguró que los cuestionamientos de violaciones a los derechos humanos fueron aislados y mínimos.

“Es falso, con ‘f’ mayúscula, que hubo terrorismo de Estado. No se dejen sorprender”, sostuvo Tubino.Según él, hubo sólo 25 mil muertos en la guerra interna y no los casi 70 mil que consigna el informe de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR). “La historia es esta, no la que tratan de formar algunos terroristas derrotados y algunos tontos útiles, que terminan tergiversando los temas de derechos humanos”, afirmó.

“El terrorismo son acciones que tienden a crear caos y terror en la gente. En casos como El Santa o Pativilca [los militares] secuestran y desaparecen a los campesinos, y hacen pintas en alusión a Sendero Luminoso para crear terror. Por supuesto que hubo terrorismo de Estado”, responde Gloria Cano, abogada de Aprodeh. La conferencia de Tubino, sin embargo, fue alabada en el WhatsApp de los alumnos naranjas. “Muy clara y precisa la intervención de Carlos Tubino en la guerra contra el terrorismo. Es un ejemplo de lucha y valentía de nuestro héroe Alberto Fujimori”, compartió una de ellas.

Un participante en pie de lucha defiende la verdad naranja.

La exposición sobre la incursión senderista en las universidades, en tanto, fue dictada por el coronel en situación de retiro Walter Jibaja. Se tituló “Liberando a las universidades del terror”. El ponente explicó que parte de la estrategia de Fujimori para pacificar el país fue establecer bases militares en los centros de educación superior. Su conferencia también recibió halagos en el grupo de WhatsApp.

“Que buena la clase de hoy. Tenemos que agradecer que gracias al presidente Alberto Fujimori tuvieron paz nuestros hijos y los jóvenes universitarios porque fue el único que pudo parar esa masacre terrorista que había tomado las universidades, cambiándole la ideología a los jóvenes. Por eso tenemos que agradecer a nuestro chinito, el mejor presidente que tuvo el Perú. ¡Por eso! ¡Viva EL FUJIMORISMO! ¡Viva ALBERTO FUJIMORI! ¡Viva FUERZA POPULAR!”, escribió una emocionada participante.

La gran omisión naranja

Así como Tubino sostuvo que la única verdad es la que ellos cuentan, en el grupo de WhatsApp sobraron los mensajes con la misma opinión. “Es importante educar a nuestros jóvenes para que conozcan la verdad del fujimorismo y no se dejen envenenar en los colegios y universidades”, publicó uno de los participantes. Pero Tubino y Jibaja omitieron información: ninguna de las exposiciones mencionó los crímenes cometidos por las Fuerzas Armadas. La negación del terrorismo de Estado, como era de esperarse, también implica la omisión completa del accionar del Grupo Colina.

Un error de tipeo delator.

Hay peruanos que aún no saben qué fue el Grupo Colina. Algunos son alumnos de la Escuela Naranja. “¿Alguien puede confirmarme una cosilla…? Lo que pasa es que un profe está diciendo ahorita en su clase, mostrando un arte… Algo sobre gente incinerada y puesta en latas de leche gloria en el gobierno de Fujimori. ¿Esto es verdad? ¿Alguien sabe algo de eso?”, preguntó una alumna. En el grupo nadie le respondió. 

Los restos de cuerpos devueltos en cajas de leche Gloria –no en latas– fueron de algunos de los nueve alumnos y un profesor asesinados por el Grupo Colina después de ser secuestrados de la Universidad Nacional de Educación Enrique Guzmán y Valle, conocida como La Cantuta. Entre ellos estuvo el hermano de Carmen, cuya declaración abre esta nota. Pero no fue el único operativo del destacamento. La matanza de Barios Altos, en la que 15 personas fueron asesinadas, incluyendo un niño de 8 años, también fue de su autoría.

Aunque es correcto afirmar que el responsable principal de los actos criminales durante la guerra interna fue Sendero Luminoso, como bien indica la CVR, el Grupo Colina es un actor que no puede dejar de ser mencionado en una clase sobre el rol de las Fuerzas Armadas en los años 90. Al menos, no en una que pretenda ser completa.

¿Por qué se debe mencionar el terrorismo de Estado al hablar sobre la guerra interna? “La importancia es que puedes empezar a abrir diálogos. El joven puede investigar por él mismo”, aclara Gladys Ayllón, magister en Derechos Humanos y doctora en Educación. Cuando se ofrece a los jóvenes una sola versión de lo que sucedió, explica, hay adoctrinamiento.

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Reclamar memoria

Los familiares de las personas asesinadas por fuerzas del Estado transitan todavía por un largo proceso de búsqueda de justicia. Y para ellos es fundamental construir memoria. El silencio y la omisión los afecta. “La verdad sobre la derrota de las organizaciones subversivas es diferente de la ‘verdad oficial’ construida en la década del 90”, dice el Informe de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR).

En su exposición, Tubino dijo que los cuestionamientos de violaciones de derechos humanos fueron aislados y mínimos. “Se implementó una política sistemática de violación de derechos humanos. No era un grupo aislado, había una logística. Su rol era asesinar y desaparecer personas”, responde Carmen Amaro, la hermana de Armando. Y la CVR ha sido explícita. “El despliegue incluyó procedimientos de eliminación selectiva y otras formas de violaciones de los derechos humanos”, dice en referencia a la estrategia antisubversiva de Fujimori.

Lo que sucedió, para Carmen, está claro. “Lo que nos ampara es que hay sentencias judiciales. Judicialmente se les ha ganado”, sostiene. La opinión de un familiar de una víctima, aunque imprescindible para entender a los afectados por el discurso fujimorista, puede parecer obvia. Lo imprevisto, sin embargo, es la posición de alguien que participó en la guerra desde el otro lado, empuñando las armas.

Sudaca se comunicó con un exagente de inteligencia que participó en operativos que la justicia ha determinado que estuvieron ordenados por el gobierno. Su nombre no puede ser revelado. Su posición es que la acción del Grupo Colina fue necesaria para terminar con el terrorismo, una idea que probablemente Tubino comparta. El problema es que, así la comparta, omitirla borra del mapa también a los perpetradores directos.

El exagente concuerda con Carmen en que el silencio sobre las acciones del Ejército merece revisarse.Aunque, claro, entiende por qué no los mencionan. “No vamos a esperar que reconozcan lo que tuvimos que hacer. En inteligencia nunca esperamos reconocimiento. Pero es necesario dar explicaciones”, dice. Por supuesto, él está en la orilla opuesta a los familiares de las víctimas. Sostiene que no hubo violaciones a los derechos humanos. Su posición busca justificar los hechos, no omitirlos.

Cuando se le preguntó si se sentía traicionado por el fujimorismo, respondió: “Quién no se va a sentir afectado de que no se reconozca el sacrificio que hicimos”. Y remarca que cuando salga de la cárcel quiere hablar. “Espero que en alguna oportunidad nos den el estrado y nos escuchen”, afirma. El silencio es criticado desde orillas opuestas.

Los alumnos de la Escuela Naranja están siempre muy atentos para ‘no dejarse manipular’.

Riesgos sociales

“Para cualquier persona que tiene entendimiento de lo que pasó, este negacionismo resulta ridículo. Las diversas acciones están documentadas”, resalta Cano. La abogada también explica el riesgo de subestimar las omisiones. “Me preocupa que quieran llevar esa mirada unilateral, sesgada, a las posiciones oficiales”, dice sobre un eventual gobierno fujimorista, que este medio ha evaluado improbable, pero no imposible.

Sudaca buscó los descargos de la Escuela Naranja a través de su coordinadora académica, Flor Meza. La también candidata al Congreso por Fuerza Popular prefirió no declarar. “Mi función es netamente académica”, argumentó.

La omisión naranja no es solo una anécdota. Para Cano, si no hay conocimiento de la verdad, los crímenes tenderán a repetirse. Ayllón es más radical. “Tienes gente fundamentalista. Estamos reproduciendo personas con fuerza de negación. Falta empatía hacia el otro. No podemos construir una sociedad democrática si no importa lo que siente y piensa el otro”, afirma.

“¡Muy interesante las clases de la Escuela! ¡Sería muy importante compartirlas con los jóvenes y que conozcan nuestra verdadera historia! Mis clases las compartí con ellos y mi hija, que está a puertas de cumplir 15 años lo hizo igual con sus amigas del colegio. Muchas veces estos jóvenes están llevando el odio de sus padres y desconocen mucho de nuestra historia”, escribió una de las alumnas en el grupo de WhatsApp. “Debemos unirnos, informar a nuestros hijos… y que no se dejen manipular”, publicó otra.

Carmen Amaro, la hermana de una víctima del grupo Colina, deja el mensaje que le enviaría a los alumnos de la Escuela Naranja que no conocen lo que hizo el destacamento: “antes de creer, sean investigadores”. 

Fin de curso

El fujimorismo está construyendo su propia versión de la verdad. El mes pasado Sudaca analizó el caso de la supuesta revolución educativa fujimorista, también mencionada en la Escuela Naranja, que llevó –entre otros– al caos y la precariedad del mercado universitario. Pero este caso es más grave porque involucra a víctimas mortales.

“Tengo 18 años y ahora sé que no es verdad lo que me decían del presidente Fujimori”, comentó uno de los inscritos en el evento del lunes. “La Escuela Naranja es la verdadera historia contemporánea de nuestro país”, remató otro. La verdad incompleta ha sido propagada. Al terminar el evento de clausura de la escuela, Keiko Fujimori dijo: “Gracias por defender al fujimorismo”.

Queda en manos de todos los ciudadanos definir qué verdad va a trascender en la historia. Las elecciones de abril serán un termómetro para medir la potencia de la desinformación y la exacerbación del discurso antagónico naranja. Mientras tanto, el Perú sigue bastante lejos de alcanzar la reconciliación. El silencio, para ello, es el peor veneno.

Nota de edición: Alejandro Guzmán, el autor de esta nota, también escribió el artículo La versión naranja de la educación. Ese artículo fue firmado con un seudónimo para evitar que el reportero sea sacado de la Escuela Naranja y de sus grupos de Whatsapp. El reporteo continuaba para esta segunda publicación. Ahora que ha terminado el curso, su nombre puede ser revelado sin problemas. 

En esta nota hemos decidido mantener en reserva la identidad de los alumnos del fujimorismo, dado que no se trata de autoridades ni figuras políticas públicas. Los pantallazos que acompañan el texto, así como las citas literales que se reproducen en el mismo, son apenas unos pocos fragmentos de las conversaciones que este medio ha podido recopilar. 

Respuestas rápidas y mensajes personalizados le dará la sensación de importante consideración a tus clientes. Úsalos a tu favor.

Por Samanta Alva

El reciente estudio “Compras de Navidad y Fin de Año en el Sector Retail” de Quantico Trends reveló que el 39% de peruanos internautas realizó compras navideñas para familia y amigos vía online. Además, según el informe, las menciones en redes sociales vinculadas a compras navideñas crecieron en 19% respecto del año pasado. Las palabras más mencionadas por los usuarios peruanos en Facebook, Twitter e Instagram fueron: ofertas, atención, online, stock, solución y tiempo.

Esto da un claro panorama de lo que buscan los clientes en las diversas plataformas digitales, que se han convertido en importantes canales de venta. Gracias a las redes sociales, es cada vez más sencillo acercar productos y servicios a la población.

Buena comunicación para la satisfacción del cliente

Más allá de los precios competitivos que puedas tener, lo primordial para un cliente es tener una buena experiencia con tu marca. Según expertos de Hubspot, el 86% de los consumidores está dispuesto a pagar más a cambio de tener una buena experiencia de compra, donde la comunicación juega un rol vital.

Para Jose Luis Ortiz, especialista de implementación en Hubspot, existen algunas claves a tener en cuenta si buscamos tener una comunicación eficiente que brinde satisfacción a nuestros clientes:

Frecuencia: Para mantener sólida la relación entre tu empresa y tus clientes actuales, así como nuevos clientes, es importante que la comunicación sea constante. Esto ayuda a que los clientes te tengan siempre presente y ellos sientan que son importantes para ti. Procura enviar mensajes periódicos y eficientes, como por ejemplo, anuncios de nueva mercadería u ofertas especiales para ellos. Recuerda además responder rápidamente a sus mensajes o solicitudes. En caso no te encuentres disponible constantemente, están a tu disposición diversos tipos de chatbots en redes que incluso te permitirán concretar ventas con mensajes predeterminados.

Objetividad: Los mensajes que envíes a tus clientes deberán ser siempre claros, objetivos y directos al tema que desees abordar con ellos. De lo contrario, podemos generar molestias en nuestros clientes e incluso caer en la sensación de spam. Comunica exactamente lo necesario y sin rodeos.

Personalización: Una atención personalizada es una de las grandes claves del éxito en la relación con tus clientes, pues les gusta sentir que son atendidos de forma particular. Procura saludarlos con sus nombres y tener a la mano datos importantes como hábitos de compra o direcciones usuales de envío. Estos detalles pueden ser determinantes para sus decisiones de compra o el ánimo con el que reciban tu mensaje.

Lenguaje apropiado: Cuida la forma en que te diriges a tus clientes y hazlo de manera amable y respetuosa. Si bien muchos clientes pueden ser bastante relajados, es importante que tu marca tenga un estilo definido de comunicación que no deje ir la cordialidad.

 

I

Verónika Mendoza volteó la cabeza y vio por última vez el Perú: ladrillos sin pulir, triciclos, cambistas. Miró nuevamente al frente: el puesto fronterizo de Desaguadero, Migraciones, Bolivia ¿Cuándo podría volver? Yo solo quería refundar la patria.

Cruzó finalmente el puente. En su mano, el pasaporte falso. En la espalda, una mochila. Llegó sola para no levantar sospechas. La única persona que la acompañó, de lejitos, fue Álvaro Campana: no solo por ser el secretario general, sino porque nadie lo conoce. Álvaro es casi un cuadro clandestino. Por eso nunca sonríe.

Verónika debía pasar los controles: se acercaba la hora del adiós. Álvaro le entregó una bolsa con nabo jaucha.

—Para el camino —le dijo.

Verónika la agarró con pena. El nabo jaucha no resistiría hasta La Paz. Mejor se lo iría comiendo ahora.

Álvaro sacó otra bolsita. Se le quebró la voz:

—También te traje tocto.

Ambos se abrazaron. Una lágrima cayó sobre el pasaporte.

Ya en el lado boliviano, Verónika hizo su cola como cualquier mortal y abrió con expectativa su pasaporte falso: ahora viviría con un alias. ¿Qué nombre le habría puesto el Departamento de Operaciones Clandestinas del partido? ¿Cuál sería su nueva identidad?

Miró la segunda hoja y encontró una foto conocida. Leyó en voz alta: Marisa Glave Remy, 16 del 5 del 81.

—Carajo, Álvaro. ¿Por qué le robaron el pasaporte a Marisa?

—Fue lo único que encontramos, Vero, perdona.

—¿No iban a hacerme un pasaporte falso?

—También íbamos a conseguir firmas para la inscripción…

—Siguiente —dijo el oficial de migraciones.

Verónika Mendoza –convertida ahora en Marisa Glave– pasó los controles de rutina. Le tomaron una foto, le sellaron el pasaporte: bienvenida a Bolivia, señorita Glave.

—Ya está todo, Alvarito —le dijo al salir.

Caminaron en búsqueda de un colectivo que la lleve a La Paz. Escogieron una combi con el asiento delantero vacío. Verónika se quitó la mochila y abrió la puerta, pero Álvaro la detuvo con el brazo.

—Vero…

—Dime, Alvarito.

—¿Dónde está nuestro error sin solución? —le preguntó.

Verónika cerró la puerta. Lo miró a los ojos. Estaban vidriosos.

—¿Fuiste tú el culpable o lo fui yo? —le contestó.

Se dieron el abrazo final.

La combi inició su marcha, ah-ah, ah-ah. Sin darse cuenta, Verónika había empezado a tararear la canción, movía la cabeza de un lado a otro como un perrito de taxi, qué fácil es atormentarse después.

Con el auto en movimiento, sacó la cabeza por la ventana y volteó a mirar a Álvaro, que estaba cada vez más chiquito, más lejos, más triste.

—Sé que podré. ¡Sobreviviré! —le gritó, sonriente.

II

Cuando el flamante presidente Julio Guzmán convocó a una Asamblea Constituyente nadie entendió nada. ¿Por qué lo hacía, si dijo que no lo haría? Luego recordaron que se trataba del Partido Morado y que cambiaban de posición lanzando una moneda al aire.

Cada flanco político lo interpretó a su modo. Para la derecha y su miopía intelectual, era la comprobación de la alianza entre el Partido Morado y los comunistas, como si Marx hubiese escrito el Manifiesto Constituyente en 1848. Para la izquierda, en cambio, era un triunfo: ellos venían pregonando como loros la necesidad de una nueva Constitución. ¿Mejorar servicios públicos? Nueva Constitución. ¿Aumentar la recaudación tributaria? Nueva Constitución. ¿Lograr que Lima no sea tan gris, que el panetón no tenga pasas, que el pan con pollo sea sin apio? Nueva Constitución. ¿De entrada sopa o wantán? Nueva Constitución. ¿Pecho o pierna? Nueva Constitución.

Y así empezó la campaña. Guzmán prometió los primeros artículos: que los partidos tengan 80% de invitados, convertir en delito el racismo inverso, volver a Barranco provincia constitucional. Y la izquierda, dividida en diez pero con un único liderazgo, hablaba del futuro con su optimismo cautivante de siempre:

—Vamos a derrotar a las mafias corruptas que nos han robado la patria y la esperanza y también a los morados neoliberales y corruptos porque en esta Constitución todo es corrupción y uy qué pasó se nos perdió el Perú vamos a recuperar el Perú porque tenemos el sueño zzzz de una patria con igualdad y justicia y mafias mafias corrupción corrupción ¿ya te devolvimos la esperanza? alegría

Mientras tanto, en el lado oscuro de la fuerza, los derrotados de siempre seguían vivos y mantenían una esperanza aritmética: sí, era cierto que habían perdido las últimas cinco segundas vueltas como unas ratas, pero la única elección al Congreso donde no hubo candidato presidencial fue muy fragmentada. Puro pedacito. Nadie pasó del 20%. Y si se mantenía esa tendencia, quién sabe, podían sumar pedacitos de bancadas y conseguir lo mismo que en el 2020: agrupar el estiércol y controlar el país. Quién sabe.

III

Verónika empezó su exilio en un alojamiento amable, al menos: un edificio en Sopocachi desde donde veía día y noche la Plaza Avaroa. Los compañeros le habían dicho que no salga porque la podían apresar y deportarla, pero ella no lo hacía para evitar que el portero le diga “buenos días, señorita Glave”.

Exiliada, sola, triste, Verónika no quería hacer nada: no prendía la computadora, no leía, no veía Netflix. Solo se dejaba ganar por la nostalgia y veía día y noche la Plaza Avaroa como una paloma, mientras comía Chocosodas compradas en Fidalga y tarareaba la misma canción de mierda que se le pegó en Desaguadero.

—¿Dónde está nuestro error sin solución? —cantaba.

—¿Fuiste tú el culpable o lo fui yo? —preguntaba por teléfono.

—Fue el modelo económico —respondía Campana.

“Nadie tiene la culpa, compañeros” fue la posición oficial del partido cuando decidieron mandarla al exilio, luego de que la policía entrara a su casa. La televisión mostró en vivo lo que ocurría. El cintillo: Se aprueba nueva Constitución que ilegaliza a la izquierda. Las imágenes: veinte ternas revolviendo sus cosas, buscándola debajo de su colchón Paraíso, abriendo su refrigeradora y botando los sobrecitos de mayonesa Alacena que guardaba con amor. Al rato apareció Daniel Urresti, ex presidente de la Asamblea Constituyente, a anunciar el resultado de la redada: no encontramos a la delincuente Mendoza, sí, delincuente, porque lo que ella hace es ahora un delito; los servicios de inteligencia tienen información fidedigna de que ella está ahora mismo en un vuelo rumbo a Suecia pagado por los senderistas nórdicos.

Los resultados electorales no habían sido tan malos, en verdad. La izquierda había conseguido un respetable 18%, al igual que el Partido Morado. Pero el 64% restante de votos se repartió entre el lado oscuro de la fuerza.

Un 64% suficiente para que hicieran con la Constitución del 2022 lo que les diese la gana.

Y así, luego de declarar como feriado el Día del Pollo a la Brasa y convertir al lavado de activos en deporte nacional, la Asamblea Constituyente –poder del pueblo emanado del pueblo– aprobó el artículo 91, que declaraba ilegal a la izquierda en el Perú.

—Ni tú ni nadie, nadie, puede cambiarme —seguía cantando Verónika.

La supervivencia del Partido Morado también entró en cuestión: el artículo 114 ilegalizaba a los partidos que tuviesen nombres de color, por ser considerados cojudos. Y aunque eso es totalmente cierto, el móvil no era la cojudez cromática sino la fascinación del lado oscuro por ilegalizar a sus rivales.

Luego de redactada la Constitución, había un último paso para salvar la sensatez: esta debía ser aprobada vía referéndum. Parecía imposible que la mitad del Perú optase por una Carta antidemocrática, esperpéntica, llena de vacíos.

Pero sucedió lo previsible: la izquierda y los Morados se pelearon toda la campaña, se lanzaron avioncitos de papel, huevitos de codorniz, pollazos con flema en espalda. El presidente Julio Guzmán no podía creer lo que veía: él mismo estaba a punto de ser ilegalizado. ¿Qué debía hacer? ¿Cancelar el referéndum y salvar la democracia? ¿Salir corriendo por toda Alcanfores? Decidió hacer lo más sensato: limar asperezas con Verónika Mendoza y encontrar una salida conjunta.

La llamó: su línea estaba suspendida. El Nuevo Perú no había pagado su recibo.

Le escribió al Whatsapp: solo salió una rayita. El Nuevo Perú no tenía Wi-Fi.

Desconcertado, Julio Guzmán llamó a Marco Arana, ya qué chucha, pero este le dijo que no importaba que lo ilegalicen porque el pueblo se levantaría masivamente para salvarlo y al tercer día lo liberarían porque él es el Mesías hosanna en el cielo.

Julio Guzmán se resignó. Su ilegalización era inminente. Se puso sus zapatillas, pero hasta se le fueron las ganas de correr.

IV

Recostada en su ventana, Verónika Mendoza sacó el último toctito que quedaba en su bolsita. Movía la cabeza cada vez más lento, miro el reloj, es mucho más tarde que ayer, te esperaría otra vez y no lo haré. Se lo llevó a la boca: ya ni siquiera crujía.

Sonó su celular.

—¿Álvaro?

—¡Se acabó! ¡Los sacaron!

Al fin, tras varios días de protestas, las Fuerzas Armadas salieron al frente y depusieron a Daniel Urresti, que había asumido la presidencia luego de la ilegalización de Julio Guzmán. El jubilo fue tal que la gente decidió hacer justicia con sus propias manos y colgaron calato a Manuel Merino de la torre de la Catedral con dos años de retraso.

—Entonces, ¿ya puedo volver? —preguntó Verónika, sonriente de vuelta.

—Hay un problema —contestó Campana.

Las Fuerzas Armadas convocaron a nuevas elecciones, sí, pero mantuvieron la Constitución del 2022. A fin de cuentas, nadie quería a la de 1993. Pero cuando la prensa les preguntó si quitarían los artículos 91 y 114, la respuesta fue simple: se mantiene toda la Constitución, ¿qué seremos nosotros para escoger qué cambiar? El Jefe del Comando Conjunto fue un paso más allá:

—Sí, sí, ¿sabe qué, señorita? Van a seguir ilegalizados, pero por cojudos. ¿Quién pide una elección que no puede ganar?

Verónika colgó. ¿Cuántos meses más de exilio le quedaban?

Volvió a mirar por la ventana. ¿Cómo se llamaba ese nevado de mierda? ¿Quilapayún?

Ofuscada, lanzó la bolsa vacía sin tocto a la Plaza. Llena de culpa, corrió a recogerla porque está mal ensuciar el ornato. Enrojecida, tuvo que responderle “buenas tardes” al portero cuando este le dijo “buenas tardes, señorita Glave”. ¿Se quedaría entonces para siempre en Bolivia, exiliada? ¿Esa sería su vida, esa su última bolsa de tocto? ¿Siempre le dirían señorita Glave? Qué difícil es pedir perdón.

Las siguientes semanas pasaron muy lentas, las encuestas lucían cada vez más trágicas. Sin ella como candidata, la izquierda no tenía ninguna posibilidad. Todo estaba tan mal que hasta Marco Arana parecía interesante. ¿Cómo así pasaron de soñar con una nueva Constitución a luchar de nuevo por pasar la valla? Qué fácil es atormentarse después.

El viernes anterior a las elecciones, mientras comía entristecida un trancapecho sentada en una banca, vio a una figura familiar: zapatillas, buzo azul, cara con calambre. Lo vio dar vueltas a la Plaza Avaroa una y otra vez: cuarentón, atlético, asaltable.

Sí, sí, era él: el ex presidente Julio Guzmán.

—¡Julito! —le gritó, alegre: hacía tiempo que no hablaba con nadie en persona.

Guzmán se le acercó con su típica sonrisa de Chucky. ¡Verito!, le dijo. Casi la abraza. Yo también estoy exiliado, le contó, pero vivo más abajo, en Calacoto. También vino Úrsula Moscoso, pero como es insoportable la mandamos a pescar al Lago Poopó. ¿Me invitas tu trancapecho?

Sentados juntos en una banca, Guzmán y Mendoza empezaron a contarse las cosas y a confesar sus errores mientras se pasaban el trancapecho. ¿Debimos colaborar entonces? ¿No era mejor competir, tal como hicimos? Competir, colaborar, ¿no nos iban a almorzar igual? Además, ¿qué clase de baboso colabora en el Perú? ¿No te parece desabrido el trancapecho? Ya que estaremos aquí un tiempo más, ¿no se te antoja hacer algo? Podemos pasear en el teleférico, ¿no crees? ¿Sabías que acá también hay pollo broaster? Tienen hasta salchipapa. ¿Y si vamos un día a correr juntos?

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Carlos León Moya

 

Es integrante del movimiento Fuerza Ciudadana y en septiembre, como parte de un acuerdo entre grupos políticos, se inscribió en el Partido Morado. Su intención era acompañar a Julio Guzmán en la plancha presidencial, pero ese lugar finalmente lo obtuvo la exministra de Educación Flor Pablo. Hoy defiende las coincidencias ideológicas entre el socialismo y el centrismo morado.

Ha sido gerenta de fiscalización de cuatro municipalidades: Lima Metropolitana, Los Olivos, La Victoria y Magdalena. En la última ejerció el cargo hasta el 30 de noviembre pasado. A los vendedores ambulantes afectados por sus operativos les dice que solo cumplió con la ley, que le exijan a sus alcaldes que trabajen más el área de desarrollo económico distrital y que ella buscará hacerlo como parlamentaria.

La candidata Paredes quiere llevar parte de su agenda municipal al Congreso: quiere cambiar la Ley Orgánica de Municipalidades y combatir el tráfico de terrenos. Se sigue considerando una mujer de izquierda, pero todavía no perdona a Verónika Mendoza por su fallida alianza con Vladimir Cerrón, a quien llama “misógino y homofóbico”, e insiste en que no sabe qué piensa su exjefe George Forsyth. En vísperas de Navidad, conversó con Sudaca.

En 2006 postuló al Congreso con el Partido Socialista y en 2011 con Fuerza Social. En su página web hay un texto que, refiriéndose a usted, dice: “en San Marcos conoce al Perú y al socialismo mariateguista que orienta su vida hasta el día de hoy”. ¿Se sigue considerando socialista?

Bueno, hay distintas interpretaciones del socialismo. Si el socialismo es un Estado fuerte que cobre impuestos, y estos se traduzcan en servicios y oportunidades para todas y todos, sí. Pero no estoy de acuerdo con los regímenes en los que hay partido único, control de la prensa, control del aparato del Estado por el mismo partido.

Se lo preguntaba porque el ideario del Partido Morado dice, textualmente, que el socialismo “no da una respuesta satisfactoria a las demandas y oportunidades de la vida moderna”. También dice que el republicanismo les permite superar al socialismo. ¿No encuentra cierta discordancia ideológica entre las agrupaciones?

No, porque este es un acuerdo político donde cada uno entra con sus esencias. Nosotros somos de centro izquierda. Ellos son de centro republicano. Sin embargo, encontramos coincidencias.

¿Qué coincidencia ideológica encuentran?

La del centro y los valores republicanos que de ninguna manera se contradicen con el origen socialista. Si el socialismo es una educación pública de primer nivel, soy socialista. Si la salud tiene que ser gratuita en los hospitales públicos, y que con tu receta vayas a cualquier farmacia y te la den pagada por el Estado, sí, estoy de acuerdo. Eso pasa en Francia, por si acaso, y son conquistas que la influencia del socialismo ha logrado. Lo que pasa es que en el Perú, en el afán de satanizar a la izquierda, satanizan cualquier origen ideológico que venga del socialismo. Pero eso es ignorancia pura y dura. Yo me defino como socialdemócrata.

El plan de acción de Fuerza Ciudadana es crítico con el modelo económico neoliberal e indica que, frente a eso, el Estado, como usted misma está diciendo, debe tener un rol más participativo. ¿El Partido Morado concuerda con esa idea?

En algunos puntos, sí. Por ejemplo, en la educación. ¿Quién tiene que garantizarla? El Estado, pues. Universidades públicas, salud pública, eso es un Estado fuerte. El acceso a la justicia. Todas las personas deben tener un abogado que se lo pague el Estado. ¿Hacia a dónde me quieren llevar?

La pregunta que quiero hacerle es sobre las actividades productivas del Estado.

Ajá, ya ves, ahí me quieres llevar. Para que haya productividad tienen que haber derechos. Para que un trabajador sea productivo debe tener educación de alta calidad. Pero también justicia. Primero eso, después lo otro. ¿Dónde está la contradicción? Lo que pasa es que quieren ir de frente a los temas productivos sin empezar con la esencia de la persona. ¿Tú has visitado el Loayza, el Dos de Mayo, el Bravo Chico [todos centros de salud públicos]? Parece un viaje al pasado. ¿De qué nos sirvió todo ese crecimiento? Entonces, no es una cuestión de hablar en abstracto del tema productivo, hablemos de los problemas concretos de la gente.

Postuló dos veces al Congreso y una vez a la alcaldía de Magdalena con partidos abiertamente de izquierda. A esta última lo hizo con Juntos por el Perú. 

Sí, soy una mujer de izquierda.

No tuvo buenos resultados en ninguno de esos tres procesos. No logró el objetivo de ser elegida. 

No, pero sí tuve muy buenos resultados. El problema es que la lampa arrastró. Pero le gané a los que habían invertido miles de soles en campaña. Hice toda mi campaña a pie y en bicicleta, y solo puse letreros en las casas. Y así le empaté al PPC. Respecto a las postulaciones anteriores, conquisté algo más importante que un cargo: posicionar el tema de los derechos LTGB dentro de una agenda política. Eso es un triunfo. Los éxitos electorales a veces no son el reflejo de éxitos políticos. Mi participación allanó el camino. Ahora estoy en el Partido Morado que tiene el matrimonio igualitario en su agenda parlamentaria desde antes que entre yo. ¿Eso ha sido producto del azar? No, ha sido una construcción política de la narrativa de los derechos de las personas. Creo que las preguntas que me haces es porque no creemos que exista el centro en el Perú y el Partido Morado es de centro.

De postular con partidos de izquierda, ahora lo hace con uno de centro. ¿Es un cambio de estrategia para revertir la tendencia de no lograr sus objetivos electorales?

No. Yo me voy de Juntos por el Perú. ¿Cómo vas a postular con una persona como Verónika [Mendoza], que intentó hacer un acuerdo con Cerrón, un hombre misógino, homofóbico, condenado por la justicia? Yo no podría acompañar a esa ciudadana.

¿A pesar de que ya no está con Cerrón?

No importa que ya no esté. ¿Por qué no está? ¿Porque no quiso o porque no pudo? Porque no pudo. Eso en derecho se llama delito en grado de tentativa. O sea, no lo pudiste hacer, pero lo hubieras hecho. Yo no podría estar al lado de ni tomarme una foto con el señor Cerrón. Creo que a él le daría asco tomarse una foto conmigo también, porque represento todo lo que desprecia. ¿Cuánto se demoró Verónika en decir que Venezuela era dictadura? Un montón de tiempo. Yo no.

l perfil de Susel Paredes con el Partido Socialista decía que el “socialismo mariateguista” orienta su vida.

Y si se trataba de ir con un candidato de centro, ¿no le hubiera convenido postular con George Forsyth, a quien tenía cerca y ha estado primero en las encuestas con bastante holgura?

Yo no hago política porque me convenga. Para eso hubiera escogido otros partidos, donde hubiera ganado elecciones. Yo no solamente participo para ganar, sino para afirmar posiciones. Además, no sé qué piensa el señor Forsyth.

Hace unos meses declaró a Cosas que Forsyth no tenía propuestas. ¿Todavía lo piensa?

Sí. Por ejemplo, lo de los jurados, haciendo la comparación con las películas, a mí me parece poco serio. Le tengo el mayor de los respetos, pero no sé qué quiere para el país. Yo sí sé qué quiere Julio [Guzmán] para el país, y lo puedes leer y contrastar con nuestras posiciones desde Fuerza Ciudadana. Eso nos diferencia. El señor Forsyth va con Restauración Nacional. ¿Cómo voy a postular con el partido de un pastor evangélico, que desprecia a mi comunidad, que desprecia las libertades de las personas? Aunque le cambien de nombre, mantendrá sus principios, ¿no? Nosotros pensamos que debemos tener un Estado laico.

Volvamos a un punto específico del plan de gobierno del Partido Morado. Indica que harán un referéndum para consultar el cambio de Constitución en el segundo año. ¿Cuál es su posición personal sobre el tema?

Sí habría que cambiarla, al igual que en Chile, porque es un documento promovido por un dictador: Alberto Fujimori. A nivel simbólico y político me parece que estaría muy bien que la cambiemos. Es un oprobio orientarse por esa Constitución.

¿Qué gana Fuerza Ciudadana con este acuerdo, además de que usted pueda ser candidata?

Ahora somos conocidos a nivel nacional, la gente sabe que existimos. Eso hemos ganado: visibilidad. Dos: afirmación. Tres: creemos que nuestras propuestas, que se han incluido en el plan de gobierno, van a poder hacerse efectivas.

¿Por qué no se concretó su participación en la plancha presidencial?

Es una decisión de la Comisión Política del Partido Morado. Ahora, estoy muy de acuerdo con esa decisión. Conozco muy bien Lima. La verdad es que me siento más cómoda en la lista con el número 1. Lima ha tenido un problema: sus representantes han funcionado como senadores. Muchos representantes de las regiones después han sido representantes por Lima, como [Yohny] Lescano. Yo quiero que la agenda de estos más de 10 millones de ciudadanos y ciudadanas esté presente y se trabaje. Que se represente a Lima. Por ejemplo, creo que se necesita trabajar desde la fiscalización y el control político el tema del tráfico de terrenos. Y es un tema en el que no se meten los congresistas sino para dar títulos, para hacer leyes que postergan la titulación. Con esos me voy a mechar.

Dice que siente que representa mucho a Lima.

Sí.

¿Cree que no fue incluida en la plancha presidencial para evitar que esta sea ‘muy limeña’?

Puede ser, ¿no?

Los invitados del Partido Morado han sido criticados en redes sociales por diferentes razones: por ser influencers, no tener experiencia política. ¿Qué respondería usted a esas críticas?

Que la Constitución señala expresamente que la libertad de expresión de las ideas es un derecho. Entonces, tienen derecho a opinar.

Hablemos sobre los informales. Usted ha ganado protagonismo mediático por sacar a los ambulantes de los espacios públicos.

Sí. Cumplo con lo que me dice la Ley Orgánica de Municipalidades.

Estamos en un país que es 70% informal. ¿La solución contra la informalidad es la confrontación?

No. Lo que yo planteo es que la Ley Orgánica de Municipalidades tiene que darle más fuerza a [la parte de] desarrollo económico, para que el ordenamiento del territorio tenga un correlato promotor de la economía. Entonces el enfoque de la ley no va a ser solo represivo. Ahora, yo lo que he hecho siempre es cumplir con lo que dice la ley. No cometo abuso de autoridad, cumplo. La ley dice ‘decomiso’, ‘retención’, y yo lo hago. Lo que pasa es que los que hacen desarrollo económico no tienen mi velocidad.

Quizá usted está poniendo la carreta delante de los caballos, al hacer primero la labor represiva sin que haya una continuidad de promoción.

En todo caso, han puesto la carreta delante de los caballos los congresistas, como siempre, porque la Ley Orgánica de Municipalidades ordena eso. El orden lo tiene [la gerencia de] Fiscalización y te da todas esas herramientas. Ese mismo peso no lo ha puesto en Desarrollo Económico. Entonces, hay que arreglarla, eso voy a hacer yo.

Mientras usted no esté en el Congreso y pueda cambiar esas disposiciones, ¿qué le propone a los ambulantes, a los comerciantes informales que viven de su venta, en un contexto de crisis económica?

Que le exijan a los alcaldes que hagan su trabajo. Por ejemplo, en Magdalena: la feria que hay ahora en el coliseo Chamochumbi y la de la propia plaza son iniciativas que propuso
[la gerencia de] Fiscalización. Yo, en mi experiencia, lo que he visto es que no se hace ese trabajo de promoción cuando sí se puede. Magdalena es la prueba.

Usted ha tenido un discurso de orden, autoridad y represión. ¿Cuál es su posición sobre la acción de la Policía en las protestas de trabajadores de empresas agroexportadoras?

El derecho a la protesta es un derecho que tenemos todos. Yo he protestado, el presidente Sagasti ha protestado, Julio [Guzmán] ha protestado. Soy sanmarquina, he vivido protestando. La policía tiene obligaciones, leyes, manuales y protocolos que cumplir. Entonces, esos que han disparado canicas tienen que ir presos. El señor [Manuel] Merino tiene que ir preso. El control del orden tiene reglas. En mi opinión, en el caso de la muerte de Inti y Bryan, hay responsabilidad por esos homicidios.

En el caso de los bloqueos de carreteras, ¿cree que los protestantes están haciendo vandalismo?

En el caso del volteo de la ambulancia [en Ica], por supuesto que están haciendo vandalismo. No se puede voltear una ambulancia. Esos trabajadores de la agroindustria tienen derecho a protestar, pero la policía tiene derecho a ordenar. Sin embargo, desde ambas partes tienen que controlar los límites.

¿Qué opina de la reacción del gobierno de Sagasti frente al problema laboral agrario?

Ha recibido una policía en una situación muy grave: 516 policías muertos de Covid, la institución desmoralizada. No los ha matado solo el virus, sino la corrupción. [A eso súmale] una bomba de tiempo que tenían los trabajadores del sector agroindustrial, que ya no daba para más. El Congreso debe tomar más responsabilidad y acelerar lo más pronto posible la aprobación del proyecto del nuevo régimen agrario. Sagasti está haciendo todo lo humanamente posible para resolver el problema en este contexto, pero tiene un Congreso adverso, golpista, y una policía de luto.

¿Cree que el mayor problema del Partido Morado en la campaña va a ser cargar con los errores que pueda cometer Sagasti?

Claro, el poder desgasta. Por supuesto que todo lo que haga nos afecta. Son los costos de hacer una campaña con un militante en el poder. Pero tengamos claro que este es un gobierno de transición y emergencia, este no es un gobierno elegido por el pueblo. No es un gobierno morado.

Si el Partido Morado gana y usted tiene la posibilidad de conformar el gabinete, ¿qué ministerio preferiría?

[Piensa] Bueno, estoy postulando para congresista, pero un ministerio que me encantaría, en el que creo que lo haría muy bien, sería el de Cultura.

Atención: Un jefe adicto al trabajo es una persona egoísta y no se pone en el lugar del otro. Tampoco genera empatía son sus colaboradores.

Por David Gavidia

 

Un jefe adicto al trabajo puede afectar en tu vida personal. Puede obligarte a laborar siete días a la semana, más de ocho horas al día y tener interminables coordinaciones por videollamadas, Zoom, envíos de correos electrónicos. Con plazos de entrega de productos implacables y una acumulación de trabajo desordenado, estresante y agotador.

Tener un jefe adicto al trabajo -además- significa sacrificar tiempo personal para satisfacer todas sus demandas. Para los adictos al trabajo, el trabajo es la vida y laborar bajo este tipo de presión puede conducir rápidamente al agotamiento. “No puedes cambiar a tu jefe. Ellos prosperan siendo así. Viven para el disparo de adrenalina (…) pero, como empleado, puede que tengas una familia y otras prioridades, y que no puedas trabajar las 24 horas, los 7 días de la semana”, afirma Harris Kern, autor de On Being a Workaholic: Using Balance and Discipline to Live a Better and More Efficient Life.

 

¿Qué hacer para saber llevar o evitar estos jefes que pueden resultar tóxicos en tu vida? “Encuentra una organización que esté en línea con tu visión sobre el equilibrio entre la vida laboral y la personal”, recomienda Dana Brownlee, fundadora de Professionalism Matters, una compañía de capacitación en desarrollo profesional. Pero eso es en el mundo ideal y no suele ser así.

Entonces solo queda aprender a convivir con ellos ¿Cómo sobrellevarlos? La respuesta la tiene Walter Dávila, psicólogo clínico y director de la Escuela de Desarrollo Personal Supérate.

“Un jefe adicto al trabajo es una persona egoísta y no se pone en el lugar del otro. No tiene empatía son sus colaboradores y piensa que todos deben seguir su ritmo y responder a sus llamadas, correos o WhatsApp a la hora que él lo solicite y no te deja respirar”, explica.

¿Qué debe hacer el colaborador? Debe tener en claro que la comunicación es importante y desarrollar una comunicación asertiva. El psicólogo recordó que estos temas deben conversarse en el entorno laboral. “No debes quedarte callado porqué estas reprimiendo las emociones y eso puede generar síntomas de agresión, estrés y, lo más importante, la productividad en el trabajo, por lo que debes expresar lo que sientes a tus compañeros e, incluso, con tu mismo jefe”.

Agregó: “Debes marcar límites. Hacer respetar el horario de trabajo. Hacerle recordar al jefe adicto al trabajo que existe un horario de entrada y otro de salida para respetar el equilibrio vida personal-trabajo. Todo esto con mucho respeto”, señala.

Para tener una vida equilibrada, el colaborador debe organizar su día de trabajo. Tiempo para las actividades laborales. Tiempo para tus hobbies. Tiempo para tu vida social y hacer deporte o estar con los hijos.

“Al tener varias actividades, tu vida cobra más sentido, no se hace monotonía. Tiene un sentido. Si solo vives para el trabajo y pierdes el empleo, te quedas vacío. Tu vida pierde sentido y la persona afectada puede caer en una profunda depresión”, señala Dávila.

El teletrabajo, recuerda, se ha ido adaptando a esta nueva modalidad y los colaboradores deben ser honestos. “Si están cumpliendo el horario laboral tienen que respetarlo. Si vives con tu familia habla con ellos para que respeten tu tiempo laboral. Por tu parte no excedas más horas al trabajo para que puedas atender tu hogar, tu familia, tus hobbies”, sentencia.

 

Usado por compañías como Toyota, Sony, Mitsubishi y Honda, se basa en la organización, limpieza y respeto hacia las personas. ¿Es posible usarla en los emprendimientos peruanos?

Por: David Gavidia

Cuando terminó la segunda guerra mundial, Japón, era una isla con quince millones de habitantes, escasos alimentos, sin materia prima, ni recursos naturales. En ese complicado contexto los asiáticos decidieron reformular sus estrategias y entendieron que, para renacer, debían mejorar el control de calidad en sus procesos. Así nació el método Kaizen, la principal estrategia del management japonés que hoy lo usan empresas como Toyota, Sony, Mitsubishi y Honda.

Kaizen proviene de dos vocablos: Kai, que significa cambio; y Zen, que es bondad. Su filosofía se basa en las cinco “S”.

  • Seire (Organización): Cada cosa en su lugar y un lugar para cada cosa.
  • Seiton (Reducir búsquedas): Facilitar el movimiento de las cosas, servicios y personas.
  • Seiso (Limpieza): Cuando todo está limpio, todo está ordenado y se simplifican los procedimientos.
  • Soiketsu (Estandarización y simplificación de procesos): Mantener el orden, organización y limpieza en el ambiente y las personas.
  • Shitsuke (Disciplina y buenos hábitos de trabajo): Basados en el respeto a las reglas y a las personas (compañeros de trabajo y clientes).

Si las cinco S lo llevamos a la vida, sería el instinto que tiene toda persona por mejorar.  Trasladado a la industria, sería el mejoramiento progresivo de todas las áreas: alta dirección, gerentes y trabajadores.

“Con este método, los colaboradores se sienten más motivados. Ellos crecen técnicamente como personas. En Japón hay una filosofía que no siempre está escrita pero está insertada en la sociedad: la calidad se respira. Es decir, debe estar en todo momento, porque en todo momento respiramos”, explica Edgar Cateriano, Director de Gestión del Aprendizaje y Aseguramiento de la Calidad de la Universidad del Pacífico y fundador de Vivir Innovando, canal de Youtube líder en la promoción de la innovación en Latinoamérica.

​Por ejemplo, si esta filosofía se aplica en una empresa textil se tendría que usar métodos estandarizados para que las prendas sean bien elaboradas con cero defectos. Usar maquinas afinadas; habría supervisión constante para evitar fallas. Los trabajadores tendrían capacitación constante y experiencia. Sus condiciones laborales serían óptimas, etc.

Entonces ¿Cómo lograr que este método cale en las personas? “Las personas no siempre son tan fáciles de convencer y en una sociedad tan heterogénea como la nuestra tenemos personas de diferentes características y es bastante común la desconfianza, y el Kaizen se basa en la confianza, es por ello que, para aplicarla, debemos trabajar en crear lazos”, explica Lizi Sparrow, directora de Gestión Humana de KPMG en Perú. “La aplicación de esta filosofía en los países asiáticos ha permitido el desarrollo de este continente. Les ha permitido salir de crisis como desastres naturales y guerras. El Kaizen es algo que llevan en su cultura y les ha permitido tener una comunidad sólida”, indica.

Para implementarlo en las empresas, se pueden promover Círculos de Calidad. Se forman trabajadores en grupos de cinco. Buscan un problema dentro de la empresa, lo analizan, crean un proyecto y formulan alternativas de solución. Posteriormente lo llevan a cabo, hacen una medición de resultados y lo presentan a la gerencia. Todos los proyectos entran a un concurso y el equipo con la mejor propuesta recibe un estímulo.

Finalmente, según Masaaki Imai, gurú internacional y uno de los impulsores del método Kaizen asegura que hay que preguntarse cinco veces “¿Por qué?” para hallar soluciones como parte de esta filosofía. Ejemplo: ¿Por qué no estoy ganando lo que debería ganar?; ¿Por qué la estrategia ha fallado?, ¿Por qué mis clientes no están satisfechos? según corresponda el caso. Así se encontrará el problema y darle una solución será más factible.

 

La autora del libro es profesora emérita de la prestigiosa Escuela de Negocios de la Universidad de Harvard. Sin embargo, su conferencia no tiene los visos de una conferencia universitaria, y pasados los primeros minutos, Shoshana Zuboff ha transformado el auditorio en una suerte de manifestación religiosa en la que un público entusiasta grita y corea adjetivos y nociones que caracterizan la nueva realidad digital que nos rodea: “distopia, control social, manipulación, Orwell, inteligencia artificial, concentración digital”, etc. La doctora Zuboff, aprueba satisfecha a sus nuevos catecúmenos, y presenta y lee listas similares recogidas en sendos eventos llevados a cabo en auditorios de universidades e institutos académicos en Europa y Estados Unidos, ─desde el lanzamiento en inglés de su libro La era del capitalismo de la vigilancia. No obstante irse acercando a los 70 años, parece que lleva un año de ciudad en ciudad en una especie de campaña política.

Intuyendo quizás que en algunos idiomas la expresión Capitalismo de la vigilancia podría resultar enigmática o incluso obscura, la autora se apresura a presentar el concepto ─en la primera de las más de 900 páginas del libro─ en ocho acercamientos circulares que lo intentan describir, resumir y acotar, aunque no siempre con éxito. Así tenemos: un nuevo orden económico que se apropia de la experiencia humana y la utiliza como materia prima con fines comerciales ocultos de extracción, predicción y comercialización. Una lógica económica parasita en la cual la producción de bienes y servicios se haya subordinada a una nueva arquitectura global de modificación comportamental. Una mutación criminal del capitalismo marcada por una concentración de riqueza, conocimiento y poder sin precedentes en la historia de la humanidad. La cuarta definición a ojos del lector aparece tautológica: el marco fundacional de la economía de la vigilancia. La quinta y sexta definición es vaga y algo paranoica: una amenaza contra la naturaleza humana en el siglo XXI como lo fue el Capitalismo Industrial en los siglos XIX y XX. El origen de un nuevo poder instrumental que pretende dominio sobre la sociedad y comporta alarmantes retos a la democracia de mercado. La séptima y octava tampoco aportan al lector mayores luces a la comprensión del concepto. Un movimiento que tiene como objetivo imponer un nuevo orden colectivo basado en la certidumbre total. La expropiación de derechos humanos fundamentales que se puede entender mejor como una usurpación desde arriba: un derrocamiento de la soberanía popular.

Hacia mediados de la Introducción, el lector entiende que la bestia negra de la doctora Zuboff es Google y otras empresas similares ─Microsoft, Amazon, Uber, Twitter, y sobre todo Facebook. Ese grupo de empresas, en palabras de la Doctora Zuboff, tienen como objetivo enajenar a la humanidad de su capacidad de elección. Los servicios digitales tales como correo, mapas, música, mensajería instantánea y otros contenidos, y a los que buena parte de la humanidad accede ─ gratuitamente─ son las artimañas que nos mantienen prisioneros en una suerte de isla Homérica de Calipso y que nos impiden darnos cuenta que paulatinamente vamos perdiendo la esencia de nuestra humanidad. El ser humano terminará convirtiéndose en un amasijo de valores numéricos conocidos con el nombre genérico de Usuario.

El libro es rico en anécdotas corporativas: la Doctora Zuboff trabajó algunos años como consultora y analista para esas empresas que denuncia y buena parte de su investigación está basada en materiales recopilados de primera mano y de entrevistas a profesionales y especialistas de la industria digital. Pero el libro no es un libelo con intención de escándalo, se trata más bien de un trabajo sistemático y meticuloso de acopio de materiales en torno a un marco teórico que algunos de sus lectores aun recuerdan: el mecanismo marxista de la Plusvalía.

De la misma manera que el capitalista ─en la construcción teórica de Marx─ explotaba al obrero de la Inglaterra industrial ─a ese proletariado que solo era dueño de su prole─ al enajenarlo de los medios de producción y del producto directo de su trabajo para apropiarse de la Plusvalía del capital, la alianza de mega corporaciones digitales modernas recupera una suerte de plusvalía digital que pertenecería a los usuarios. Se trata de la información residual ─o, meta información─ que genera cada interacción nuestra con el mundo digital: cada detalle imaginable de nuestras transacciones con la red, y que una vez digitalizados se convierten a su vez en la materia prima para que la inteligencia artificial de los super ordenadores de Google, Facebook y Amazon entre otros nos puedan explotar, manipular, conducir como ganado y usurparse a nuestra propia voluntad individual.

La Doctora Zuboff es prolija en ejemplos: de la industria domótica que colecta millones de datos sobre nuestras costumbres y hábitos domésticos, a los millones de cámaras y sistemas de vigilancia digital en las calles que capturan los rostros y expresiones de los humanos para transformarlos en información analítica y poder predecir las emociones y sentimientos de los usuarios ante nuevos servicios y productos.

Cabe señalar que el libro mezcla avances tecnológicos en producción ─el comercio electrónico, y los servicios digitales como Uber y Facebook─ con otros que apenas se están desarrollando ─el reconocimiento facial y la capacidad de predicción de las emociones humanas─, se soslaya también las medidas legislativas y regulatorias que la Unión Europea, Estados Unidos e incluso ciertos países de Asia están implementando con la finalidad de proteger la integridad y privacidad de los usuarios de servicios digitales.

No obstante, la necesidad argumentativa de acumular datos e historias, definitivamente, el libro intenta una y otra vez construir un marco teórico y desarrolla conceptos ─incluso con esquemas gráficos─ para ir más allá de la anécdota. Sin embargo, muchos de esos conceptos resultan gaseosos y poco convincentes.

Usuarios del mundo uníos

Lo que destaca el nuevo capitalismo de vigilancia es la magnitud de los datos personales capturados gratuitamente y las inferencias lucrativas de comportamiento que permiten, predicciones, para su comercio en general a otros empresarios o viceversa. Lo que destaca el nuevo capitalismo de vigilancia es la magnitud de los datos personales capturados gratuitamente y las inferencias lucrativas de comportamiento que permiten, predicciones, para su comercio en general a otros empresarios o viceversa.

Jorge Yui

Según Zuboff, lo que caracteriza al nuevo capitalismo de vigilancia es la magnitud de los datos personales capturados gratuitamente y las derivaciones lucrativas de comportamiento que permiten, predicciones, para su comercio en general a otros empresarios o viceversa.

Se trata de una reflexión valida e interesante que relanza la discusión sobre el modelo de negocio digital y sobre la aparente gratuidad de los servicios digitales masivos en internet. Pero ¿se puede afirmar que la industria de los teléfonos móviles ─y el desarrollo de Android, como sistema operativo gratuito─ tuvo lugar con el solo propósito de hacer más fácil la recolección de datos sobre los usuarios fuera de sus hogares?

Hay ─a lo largo de La era del capitalismo de la vigilancia─ un espíritu de manifiesto político, un reclamo a los lectores a reflexionar y unirse contra una serie de monstruos corporativos que parecen estar complotando para despojarnos de nuestra voluntad, de nuestros gustos, de nuestras ideas y deseos. Hay varias páginas dedicadas a la campaña política y al gobierno de Obama y se analiza cómo funcionó el mecanismo de puerta giratoria entre Google, Microsoft y los tecnócratas reclutados como especialistas para operar los ingentes recursos dedicados al análisis de datos para comunicar y convencer a esa nueva generación digital. No queda claro si, para Zuboff, toda comunicación digital a cierta escala implica manipulación del usuario.

La era del Capitalismo de la vigilancia tiene fecha de nacimiento a inicios del siglo XXI, luego de los ataques terroristas del 11 de septiembre. Hay según la autora, un momento de convergencia en el cual las enormes inversiones de capital en tecnología informática ─en búsqueda de un modelo de negocio de rendimientos sostenibles─ se suman a un contexto político e ideológico ─en situación de excepción y crisis de seguridad nacional─ para justificar la utilización de esa formidable capacidad informática y ponerla al servicio de una verdadera industria de la vigilancia del individuo. Los enormes presupuestos de seguridad de los Estados Unidos contribuyeron al desarrollo de una tecnología cada vez más especializada en la vigilancia del individuo, y en los investigación y creación de algoritmos especializados en establecer relaciones entre contextos sociales y comportamientos individuales.

Evitar el Síndrome de China

Los usuarios chinos viven ya en una sociedad regida por el “totalitarismo digital”, del más puro tipo Orwelliano: no sólo viven confinados en una suerte de gran muralla digital que filtra o impide ─el libre acceso a las redes sociales internacionales. A través de un esquema de premios y castigos ─con efectos que van más allá de la vida digital─ el comportamiento de los usuarios chinos está siendo condicionado en un enorme experimento de ingeniería social. La omnipresencia urbana de sistemas de captura de imagen y reconocimiento facial, el predominio de tecnologías de captura y análisis biométricos ─huellas digitales, registro de voz, análisis de la retina ocular─ sumado a la cantidad de meta datos que los mismos usuarios generan en sus interacciones en los salones de chat y en canales comerciales, permite a los poderes políticos y económicos establecer y acceder a un sistema de valoración de “comportamiento correcto o normal” que puede conllevar a que un usuario sea declarado no apto para convertirse en sujeto de crédito, porque un sistema de puntos virtual controla si el usuario ha cruzado la calle utilizando el crucero peatonal, o si arrojó un papel en la calle, o si fumó en el metro.

Así el acceso al crédito ─o, llevado a su caso extremo─ a cualquier servicio digital que el usuario chino desee o necesite, potencialmente puede ser utilizado para condicionar un “comportamiento social” conforme con las expectativas del gobierno central. Las redes y circuitos de interacción social, al adoptar ese mismo sistema como base de aceptabilidad y confianza, irónicamente fomentan la desconfianza y ansiedad de tratar con personas sin “pasado” o “identidad digital”. Así, la metáfora del “Gran Hermano” se convierte en un “Gran otro” ─igualmente omnipresente y anónimo─: la “comunidad” de usuarios, ─abstracta, sin identidad─, que insensiblemente se encarga de controlar y asegurar el cumplimiento y conformidad con las políticas de comportamiento establecidas por un estado central en estrecha articulación con los poderes económicos que operan la infraestructura digital del país.

Epilogo

La era del Capitalismo de la vigilancia, a pesar de un discurso a ratos farragoso y a veces oscuro, se lee con interés y la misma facilidad que una buena novela de ciencia ficción. No hay duda que trata de un asunto de extrema actualidad y que nos compete a todos. La información y referencias que maneja el libro son recientes y en la mayoría de casos están correctamente utilizadas. Sus conclusiones, sin embargo, a veces pueden llegar a ser tendenciosas.

La crisis de la pandemia ha demostrado la formidable capacidad del mundo digital y de sus usuarios. El lado positivo ─el comercio digital que remplazó el imposible contacto físico, la comunicación necesaria para coordinar esfuerzos de países para prevenir un impacto mayor en muchos países, la cantidad de contenidos creativos de calidad que el mundo compartió para combatir el aislamiento forzado; pero también el innegable aspecto negativo ─las cadenas de noticias falsas, las campañas de desinformación, los virus digitales y el temor creciente del robo de identidad.

En las últimas décadas del siglo pasado, pensadores como Marshal Maccluhan se lanzaron en sesudos análisis que explicaban como el control de la prensa escrita, la industria del cinema y la producción de contenidos para la televisión iban a determinar la evolución misma de las sociedades modernas. Inversiones astronómicas, fusiones y adquisiciones inverosímiles a nivel mundial dieron nacimiento a grandes grupos de grandes medios con decenas de periódicos y revistas, los cuales ─medio siglo más tarde─ penan por subsistir. Incluso en la industria digital pocos recuerdan a Netscape, American Online, Blackberry, Nokia mientras que Yahoo es un fantasma de lo que fue en los años noventa.

En las últimas semanas se han lanzado sendas iniciativas en Europa y Estados Unidos contra el predominio monopolístico de Google y Facebook, igualmente Amazon está bajo escrutinio. Sanciones financieras impuestas por gobiernos que alcanzan los cientos de millones no son raras en esta industria. Muchos estados europeos han lanzado programas para legislar sobre el mundo de los datos digitales y proteger mejor la soberanía de la identidad numérica de sus ciudadanos. Se puede también distinguir una tendencia creciente en tecnologías que prescinden totalmente de la obligatoriedad de compartir los datos personales del usuario.

No hay duda, que es urgente una reflexión sobre nuestra propia dependencia material y emocional con esa infraestructura que ha adquirido en pocas décadas la misma importancia que la electricidad, la seguridad o el transporte. El libro de la doctora Zuboff es sin duda una valiosa contribución.

Proyectar o asumir conclusiones sobre una realidad dependiente del desarrollo y evolución de tecnologías tan cambiantes y sus modelos económicos, sin embargo, me parece apresurado y peligroso.

La era del capitalismo de la vigilancia. de Shoshana Zuboff, Paidos Iberica; 912 páginas

Ginebra, 26 de diciembre de 2020

Macarena Arribas ha creado un emprendimiento que propone una educación integral a los alumnos de las zonas más vulnerables. El fin: que los estudiantes alimenten sus conocimientos y emociones para formar ciudadanos íntegros camino al Perú del Bicentenario.

Por David Gavidia

Hace seis años la comunicadora Macarena Arribas ten­­ía 22 y recordó su más grande frustración en el colegio: las matemáticas. Las estudiaba y no las comprendía. “Era como si estuviera aprendiendo chino. Pero no las captaba por falta de capacidad, sino por la forma cómo me la enseñaban en el colegio”, cuenta.

Macarena, entonces, reflexionó sobre las diversas formas que tenemos los humanos para asimilar el conocimiento. A ella, por ejemplo, le sirvió tener un tutor que se adaptara a su forma de aprender. Entonces se preguntó ¿Cómo ayudar para que los niños tengan una formación integral donde se refuerce lo académico, pero también sus habilidades blandas sin importar privilegios ni condición social? ¿Cómo hacer para que aprendan y sepan manejar sus emociones y creatividad? Ahí, nació todo.

Hoy Macarena tiene 28 años, dos hijos, una especialización en neuro educación e inteligencia emocional y hace seis años fundó MAB Perú, un centro educativo, académico y emocional que empodera a los estudiantes y les brinda herramientas para que mejoren su nivel académico (con educación personalizada) pero también para que conozcan sobre la tolerancia, la resiliencia, la escucha activa y la comunicación asertiva.

“Busco inspirar una nueva mirada a la educación, donde se empodere al estudiante, trabaje su autoestima, su autoconocimiento y no solo se limite al aprendizaje académico. Sí, por supuesto, que estudien matemática, lenguaje, geografía, historia, pero primero que sean empáticos, que sepan trabajar en equipo, luchar por sus motivaciones y siento que el modelo educativo tradicional rompe con todo eso. Deja de lado todo lo otro, que no es académico”, explica.

La idea -afirma Macarena al promover una educación integral que refuerce las habilidades blandas- es crear ciudadanos seguros, con autoestima y que respeten a los demás. “Ese niño va a ser un adulto con mucha más ética, más empático, que se respetará a si mismo, al otro, al ambiente y todo lo que le rodea. Y de esa manera podemos, en un futuro, acabar con los dolores de nuestra sociedad, como la corrupción, o la violencia”, afirma.

La pandemia y la educación

Este año la pandemia afectó a 8 millones de estudiantes que tuvieron que seguir su educación de manera remota. En ese contexto, MAB Perú -que ya tenía un convenio con la Dirección Regional de Educación de Lima Metropolitana (DRELM)- ya llevaba capacitaciones a los colegios públicos. Ofrecía tutorías y capacitaciones a docentes sobre temas de habilidades blandas. Como el contexto cambió, el equipo de MAB -integrado por 50 profesionales- tuvo que reinventarse.

Lanzaron la plataforma educativa virtual mabclick.com. Un portal para docentes, alumnos y padres que incluye más de 20 mil piezas educativas, más de tres mil videos y talleres sobre el amor propio, la autoestima y la prevención.

Cuando las fronteras entre regiones se abrieron, estos emprendedores educativos desarrollaron, entre setiembre y diciembre, el proyecto De Tambo en Tambo. Es decir, llevaban sus talleres a los Tambos del programa social Plataformas de Acción para la Inclusión Social (PAIS) del Ministerio de Desarrollo en Inclusión Social (MIDIS).  Lo hicieron en 36 centros poblados de las regiones Apurímac, Ayacucho, Cusco, Huancavelica, Piura y Puno. Han beneficiado a más de 2.500 personas, entre alumnos y docentes. Para enero del 2021, esperan haberlo hecho a 3 mil 500.

“Todo con el objetivo de que nuestros niños y jóvenes tengan una formación mas humana y estén preparados emocionalmente para afrontar una pandemia”, explica Macarena, quien en noviembre -junto al equipo de MAB Perú- publicó el libro Educación que te hace crecer.

¿Cómo consideras debe mejorar la educación del país rumbo al bicentenario?

Debemos formar en valores, en comunicación asertiva y resiliencia. Es importante que los profesores lleguen al Bicentenario capacitados en uso de nuevas tecnologías educativas y habilidades blandas, para detectar al estudiante que está teniendo problemas de comunicación, de acoso, de violencia y de otros problemas emocionales. La pandemia ha logrado que más personas hablen sobre la Educación, sean conscientes de su importancia para la construcción de un mejor mundo.

DATO:

Macarena Arribas Berckemeyer, fundadora de MAB Perú e impulsora de la plataforma virtual educativa mabclick.com ganó el 3 de diciembre, el premio Peru’s Game Changer en los Globant Awards Women that Build. Premio que reconoce a las mujeres líderes que a través de la tecnología inspiran a más mujeres y trabajan arduamente para generar un impacto.

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